quarta-feira, 25 de setembro de 2024

Explicando un poco más la Guerra Total

 


ANDRÉS PIQUERAS, PROFESOR UNIVERSIDAD JAUME I

Hemos venido haciendo uso reiterado del término GUERRA TOTAL. Como quiera que bastantes compañeros/as han preguntado por su concreto significado, y a pesar de que ya hemos hablado de ello en otras ocasiones, vamos a dar aquí una explicación más detallada.

La GUERRA TOTAL es el compendio de la Guerra Integral o Híbrida -multidimensional, multidireccional, multifactorial…-, en cuanto que guerra permanente librada a escala planetaria, contra un enemigo difuso y a menudo no declarado que puede ser cualquiera que no se subordine a los dictados de EE.UU., y a veces aun si se subordina y el Imperio puede sacar cualquier beneficio a su agresión.

[Hay que recordar que EE.UU., como líder y colofón del que ha sido Imperio Occidental durante los últimos 5 siglos -y que todavía actúa coordinadamente bajo sus órdenes-, es la única potencia con capacidad de ejercer el imperialismo mundial de forma total: cuenta con más de 1000 bases militares o puestos avanzados en todo el mundo, lo que le convierte “en la mayor amenaza intervencionista de la historia. 

La Casa Blanca posee una cobertura mundial que le permite realizar un ataque efectivo, en cualquier parte del planeta, en un tiempo máximo de 30 minutos. Al mismo tiempo, puede movilizar a un pequeño ejército, hacia cualquier parte del globo, en cuestión de horas” (pg. 25 de Intervencionismo y Guerra Integral, que citaré más abajo). 

Ninguna otra potencia tiene esa capacidad imperial total. No puede haber ningún otro Imperio mientras exista éste. El espectro de sus intervenciones atañe tanto a Estados como a movimientos sociales o políticos, grupos y organizaciones, guerrillas e incluso individuos cualesquiera que les puedan ser “problemáticos” o simplemente “molestos”. 

Dado el control mundial de los medios de difusión de masas y formación de conciencia que (todavía) detenta el hegemón imperial, así como el dominio sobre las Instituciones Globales del Mundo Unipolar creado por el Imperio Occidental a lo largo de los siglos, puede permitirse el lujo de que sus agresiones logren hacerse pasar entre buena parte de las sociedades como intervenciones en nombre de la democracia, la ayuda humanitaria, los derechos humanos, la protección de minorías o incluso de la preservación de la naturaleza, entre otros entramados ideológicos con los que construye la Mentira Sistémica].

El nombre de Guerra Integral me parece que recoge una mejor y más completa definición que el de Guerra Híbrida, pero en cualquier caso ambos incluyen a la Guerra de IV Generación, la cual a su vez incorpora los avances que se van produciendo en la tecnología y las comunicaciones. La Guerra Integral no se despliega sólo como guerra convencional y no convencional, sino que no tiene restricción alguna, por lo que combina acciones militares estándar e irregulares, mezcladas con actos terroristas de muy variada amplitud, propaganda al más puro estilo goebbelsiano y alianzas con redes criminales de todo tipo. 

Esto se explica porque el Imperio cuenta, además de con ingentes tropas regulares, con cuerpos de ejército no convencionales, paramilitares, contratistas, mercenarios y polimórficas tramas delincuenciales, para el ataque y/o el asedio, la desestabilización y todo tipo de agresiones contra quienes señale en cada momento como “enemigos” manifiestos o potenciales, en previsión estos últimos de que puedan desafiarle o serle “molestos” en el futuro [para ello USA aprobó contra cualquier principio internacional, en su “Estrategia de Seguridad” de 2002, la categoría de Defensa Anticipatoria o Guerra Preventiva].

La Guerra de IV Generación se ha hecho más y más mortífera con los aportes de la geoingeniería, el electromagnetismo, las armas de energía dirigida, geofísicas, radiológicas, genéticas… 

Armas que pueden ser ora letales ora inutilizantes para personas, pero que son posibles de aplicar a sociedades o regiones enteras, capaces de provocar movimientos sísmicos, reacciones climáticas y perturbaciones a través de infrasonidos paralizantes, modificaciones del genoma, pero también, y esto es aún más aterrador, afectar al estado de ánimo y a la decisión combativa, e incluso a la cognición o a las propias ideas, “para influir en actitudes y conductas que afecten al logro de objetivos militares y políticos” (pg. 34 de op.cit.) [las explosiones masivas de buscapersonas en Líbano son una muestra muy limitada de algo ello, e indican las primeras manifestaciones de esta nueva guerra que puede marcar el inicio de una fase muy ominosa y oscura de la humanidad con la GUERRA TOTAL desatada por el hegemón imperial, que en su decadencia no está dispuesto a dejarse relevar sin Destruir, sin generar el CAOS -un caos programado del que pueda sacar provecho-].

Tenemos así que la GUERRA TOTAL adquiere dimensiones que hasta no hace mucho eran poco predecibles: la militar convencional y no convencional, la cognitiva, ideológica, mediática, cibernética, económica, agroquímica, alimentaria-hídrica, financiera, judicial, cultural, médica, satelital-estratosférica, telúrica… a la que se añade también ya cada vez más cerca la nuclear.  Así pues, estamos en presencia de la GUERRA TOTAL cuando la que algunos llaman Guerra Integral pasa a ser global, planetaria, e incluye la opción de Destrucción Completa. 

ÍEs más que una Tercera Guerra Mundial, la cual de hecho ya se produjo entre el Imperio Occidental y el Bloque Soviético, durante varias décadas en buena parte del globo terráqueo. Implica, más bien, una Lucha Colectiva contra el Terror y las nuevas (y viejas) expresiones del Fascismo esparcido y potenciado crecientemente por el Imperio Occidental y el Poder Sionista Mundial -que está en los puestos de mando- [Esta no es la Tercera Guerra Mundial es una Guerra del Terror (observatoriocrisis.com).

De ahí el acierto que ha tenido Venezuela -en la línea de la Tricontinental y otras experiencias similares-, de convocar en su suelo el Primer Congreso Mundial Contra el Fascismo –El fascismo que podría venir – (hueleaazufre.com)-, que cuando las poblaciones han sido profundamente subordinadas, como es el caso en tantos lugares, puede presentarse incluso como “democrático” o ganar a través de elecciones, según evidencia el triste ejemplo de Argentina, entre bastantes otros].

Puede decirse, por ello, que el primer paso o frente de batalla de esa Guerra es el de las conciencias, la representación de lo que pasa, la suscitación de emociones, la provocación de sentimientos… 

Es por eso ahí donde debemos empezar incidiendo y poniendo nuestras energías, en la batalla de las conciencias, pues el Imperio y su Poder Sionista Mundial (PSM) cuentan con la fábrica global de la Verdad, su Verdad, y el Control del Relato, para propagar la Mentira Sistémica y servirse de la Falsedad como Geoestrategia [si se quiere ahondar en los objetivos, principios, teorías y características de la Guerra Integral, recomiendo vivamente el libro que se puede bajar aquí: INTERVENCIONISMO Y GUERRA INTEGRAL (Primera aproximación teórica) por Pascualino Angiolillo y Astolfo Sangronis | EL SUDAMERICANO (wordpress.com); si bien, los autores utilizan el término sobre todo para describir y explicar la multidimensional agresión de EE.UU. a determinados países concretos].

La GUERRA TOTAL se está llevando a cabo de forma militar directa o bien por delegación o intermediarios (modalidad “proxy” en alza), en todos los escenarios planetarios, e incluye el genocidio y la eliminación de sociedades enteras, como venimos comprobando desde hace años y Palestina nos muestra hoy más allá del horror. 

Es susceptible de desarrollarse en cualquier lugar y dimensión, desde los escenarios bélicos clásicos, las trincheras y fortificaciones tradicionales, a las calles y esquinas de cualquier ciudad, desde los inhóspitos desiertos a las salas de baile, las cafeterías o los hipermercados, desde los campos minados a los vagones de metro, desde los ataques bursátiles y la especulación sobre los alimentos, a las cabinas de avión o los conciertos, desde las enfermedades irradiadas a la propaganda embrutecedora… Nada ni nadie queda a salvo de ella.

Los tres puntos más calientes de la GUERRA TOTAL en estos momentos son, por supuesto, Ucrania; Palestina-Líbano(-Asia occidental y central); Mar de China [adjunto enlace sobre este último locus de guerra, que a veces pasa más desapercibido porque todavía no ha eclosionado en su fase abierta, pero que está llamado a ser, sin duda, el más terrible de todos: Están volviendo peligrosas a las aguas del Pacífico | Tricontinental: Institute for Social Research (thetricontinental.org)].

Sin embargo, otros escenarios realmente candentes son, por ejemplo, el Sahel y cada vez más Nuestraamérica, con Venezuela en el punto de mira del Imperio, como parte de su objetivo de “disciplinamiento” y cierre para sí mismo del continente en su conjunto [recientemente la Armada de Estados Unidos ha estado realizando maniobras militares en aguas chilenas como parte de la iniciativa «Southern Seas 2024»: Portaaviones nuclear de EEUU ya está en aguas chilenas en … – INFOGATE (con la colaboración del canallesco gobierno de Boric, respaldado por el partido comunista chileno, otro ejemplo, donde los haya, de entrega de los PCs al Imperio Occidental -ya dedicaremos un texto al papel de los PCs europeos-)].

El tiempo de reacción para las poblaciones del mundo se acorta aceleradamente. Movilizarse por la PAZ, contra la OTAN (como brazo armado de EE.UU. – PSM) y su estrategia del CAOS y del TERROR, no es una cuestión de opción. Deviene cada vez más, y con mayor urgencia, un asunto de vida o muerte. No digamos ya de dignidad humana.

Em

OBSERVATORIO DE LA CRISIS

https://observatoriocrisis.com/2024/09/25/explicando-un-poco-mas-la-guerra-total/

25/9/2024

quarta-feira, 18 de setembro de 2024

A estratégia mais louca do que a MAD – A instalação de armas nucleares de alcance intermédio na Europa e na Ásia

 


Monthly Review

Capa da <i>Monthly Review,</i> Set/24.

Em julho de 1980, o Presidente dos EUA Jimmy Carter, instigado pelo seu Conselheiro de Segurança Nacional Zbigniew Brzezinski, assinou a Diretiva Presidencial secreta 59 (PD-59, desclassificada em 2012) destinada a desenvolver a capacidade de combater uma guerra nuclear prolongada e limitada. A PD-59 era um plano para dizimar a estrutura de comando e controlo e de comunicações da União Soviética, juntamente com os seus sistemas de armas nucleares, num primeiro ataque de contra-força, privando assim a URSS da capacidade de segundo ataque. Enquanto este plano secreto estava a ser posto em prática, Washington declarava publicamente a sua intenção de instalar centenas de mísseis Pershing II de alcance intermédio e de cruzeiro na Europa. Isto foi ostensivamente em resposta ao desenvolvimento russo de um míssil nuclear de médio alcance, o SS-20. Mas na realidade, como indicava a PD-59, destinava-se a preparar uma guerra nuclear “limitada”, utilizando armas de contra-força e baseando-se no desenvolvimento de uma capacidade de primeiro ataque. Em dezembro de 1979, o Senado dos EUA Em dezembro de 1979, o Senado dos EUA recusou ratificar o Tratado SALT II que limitava as armas nucleares estratégicas, alegadamente com base na intervenção soviética no Afeganistão (uma armadilha para os soviéticos iniciada por Brzezinski noutro plano secreto destinado a mobilizar os Mujahideen no Afeganistão - com consequências terríveis a longo prazo que se estenderiam até ao século atual) (“Jimmy Carter's Controversial Nuclear Targeting Directive PD-509 Declassified” [Documentos], Nuclear Vault, National Security Archive, George Washington University, 14 de setembro de 2012; William Burr, “How to Fight a Nuclear War”, Foreign Policy, 14 de setembro de 2012; “1998 Interview with Zbigniew Brzezinski on Afghanistan in Le Nouvel Observateur”, Universidade do Arizona, dgibbs. arizona.edu).

A assinatura da PD-59 por Carter foi seguida, pouco tempo depois, por uma enorme acumulação nuclear por parte da nova administração de Ronald Reagan, parte da sua escalada da Guerra Fria. Esta iniciativa centrou-se na Iniciativa de Defesa Estratégica (SDI, mais conhecida por Guerra das Estrelas), na qual se afirmava que os Estados Unidos poderiam ser protegidos por um escudo anti-míssil balístico, incluindo vários sistemas de armamento avançados, como feixes de partículas e armas espaciais. Esta ideia foi rejeitada pelos cientistas como uma fantasia irrealizável, bem como uma violação do Tratado sobre Mísseis Antibalísticos (ABM) de 1972. A par disto, foi desenvolvido o novo míssil MX, com a sua estratégia de base móvel. Neste contexto, os cientistas americanos e soviéticos apontavam para a ameaça apocalíptica muito real do inverno nuclear resultante de tempestades de fogo numa centena de cidades na sequência de uma troca termonuclear, que levaria ao extermínio de quase toda a população mundial (John Bellamy Foster,“‘Notes on Exterminism’ for the Twenty-First Century Ecology and Peace Movements”, Monthly Review 74, n.º 1 [maio de 2022]: 1-17).

O resultado inesperado destes desenvolvimentos foi a súbita emergência do talvez maior movimento de protesto único e unificado em ambos os lados do Atlântico na história do pós-Segunda Guerra Mundial. No início da década de 1980, um movimento antinuclear transatlântico, com o apoio de dezenas de milhões de pessoas, surgiu subitamente, aparentemente do nada. Na Europa, este movimento assumiu a forma de protestos maciços contra a instalação de mísseis nucleares de alcance intermédio em solo europeu. Nos Estados Unidos, surgiu o movimento de congelamento nuclear, com o objetivo de travar a escalada da instalação de armas nucleares americanas e soviéticas.

É frequentemente afirmado nos canais oficiais que ambas as alas do movimento, na Europa e nos Estados Unidos, falharam. O movimento antimísseis europeu não conseguiu impedir a instalação de Pershing II e de mísseis de cruzeiro na Europa Ocidental. O movimento de congelamento nuclear nos Estados Unidos foi igualmente incapaz de impedir a administração Reagan de avançar com a sua escalada nuclear global. A história oficial do estado e dos media corporativos é que foi a política de Reagan de negociar com base na força que acabou por forçar Mikhail Gorbachev a fazer concessões surpreendentes, o que levou ao Tratado de Forças Nucleares de Alcance Intermédio (INF) em 1987 e ao início do fim da Guerra Fria. (Partes deste parágrafo e do seguinte foram retiradas de John Bellamy Foster, “Why Movements Matter”, American Journal of Sociology 108, n.º 2 [2 de setembro de 2002]: 509-10; ver também Steve Breyman, Why Movements Matter: The West German Peace Movement and U.S. Arms Control Policy [Albany: State University of New York Press, 2001]).

Nada, porém, poderia estar mais longe da verdade. O movimento antinuclear da década de 1980 foi uma onda vulcânica que acabou por ser irresistível. Na Alemanha Ocidental, o movimento pacifista obteve o apoio, ainda que limitado, do Partido Social Democrata, o maior partido político do país. A luta antinuclear foi também largamente responsável pelo aparecimento dos Verdes alemães como força política. Em 1983, 70 por cento da população da Alemanha Ocidental opunha-se à instalação de euromísseis e 80 por cento da população dos Estados Unidos apoiava o congelamento nuclear. A figura de proa do movimento para o Desarmamento Nuclear Europeu (END) na Grã-Bretanha foi o historiador marxista E. P. Thompson, autor de The Making of the English Working Class, cujo manifesto antinuclear Protest and Survive foi publicado nos Estados Unidos pela Monthly Review Press. Foi a dimensão gigantesca do movimento, tanto na Europa como nos Estados Unidos, e a natureza extremamente sensata das exigências apresentadas que permitiram a Gorbachev fazer avançar o controlo das armas nucleares, conduzindo ao Tratado INF em 1987. Embora o documento do Pentágono de 1984-1988 sobre as Orientações de Defesa, divulgado nesta altura, declarasse que os Estados Unidos “prevaleceriam” numa guerra nuclear, Reagan, sob pressão do movimento de congelamento nuclear apoiado por quase toda a população dos EUA, foi obrigado a recuar, admitindo que uma guerra nuclear nunca poderia ser ganha. Não foi a beligerância da administração Reagan na Guerra Fria que tornou possível o progresso no controlo de armas, mas sim a revolta vinda de baixo (E. P. Thompson e Dan Smith, eds. Protest and Survive [Nova Iorque: Monthly Review Press, 1981]; Christos Efstathiou, E. P. Thompson: A Twentieth-Century Romantic [Londres: Merlin Press, 2015], 116-65; Daryl G. Kimball, “Looking Back: The Nuclear Arms Control Legacy of Ronald Reagan”, Associação de Controlo de Armas, julho de 2004).

No entanto, para os planeadores estratégicos nucleares, o Tratado INF era visto como um grande obstáculo à estratégia dominante de contraforça dos EUA e à procura de Washington pela primazia nuclear. Além disso, uma estratégia de primeiro ataque ou de contra-força precisa de ser apoiada por sistemas de mísseis antibalísticos, que, embora inúteis para impedir um ataque nuclear total, poderiam teoricamente eliminar quaisquer mísseis remanescentes que tivessem sobrevivido ao primeiro ataque contra um inimigo nuclear. Neste caso, o Tratado ABM era visto como um obstáculo à estratégia nuclear dos EUA. Após o desaparecimento da União Soviética, os Estados Unidos procuraram consolidar a sua posição como potência mundial unipolar. Em 2001, George W. Bush retirou unilateralmente os Estados Unidos do Tratado ABM. Em 2019, Donald Trump seguiu o exemplo, retirando-se unilateralmente do Tratado INF, alegando que a Rússia tinha transgredido o acordo, que proibia o desenvolvimento e o teste de mísseis terrestres com um alcance entre 500 e 5 500 quilómetros (entre 311 e 3 418 milhas). Moscovo negou a acusação, indicando que o míssil específico em questão, o Novator 9M729, tinha um alcance de apenas 479 quilómetros (298 milhas). Moscovo alegou que a NATO tinha violado o Tratado INF com a instalação de sistemas de defesa antimíssil na Polónia e na Roménia, sob a administração de Barack Obama, que tinham a conhecida capacidade de lançar armas ofensivas, nomeadamente mísseis de cruzeiro Tomahawk armados com ogivas nucleares. No entanto, Washington recusou-se a entrar em negociações, abandonando o Tratado INF (Iniciativa Delphi, “Western Capitalists Are Drawing Humanity into Nuclear Annihilation. Stop Them!”, Defend Democracy Press, 11 de julho de 2024).

Em abril de 2024, apenas cinco anos após a retirada unilateral de Washington do Tratado INF, os Estados Unidos iniciaram a instalação nas Filipinas de mísseis estratégicos de alcance intermédio baseados em terra, anteriormente proibidos, visando a China. Isto inclui mísseis de cruzeiro Tomahawk com um alcance de 2 414 quilómetros (1 500 milhas), capazes de atingir a costa leste da China, o Estreito de Taiwan e bases do Exército de Libertação Popular na China, e equipados para transportar ogivas nucleares e convencionais (John Bellamy Foster e Brett Clark, “Imperialism in the Indo-Pacific-An Introduction”, Monthly Review 76, no. 3 [julho-agosto de 2024]: 12-13).

Washington voltou-se então para o teatro de operações europeu. A 10 de julho de 2024, durante a Cimeira da NATO em Washington, foi emitida uma declaração conjunta pelos Estados Unidos e pela Alemanha de que os mísseis de cruzeiro SM-6 Tomahawk - com um alcance e uma velocidade que lhes permitem atingir Moscovo em poucos minutos se localizados em solo alemão - seriam instalados na Alemanha a partir de 2026. Estes mísseis serão seguidos pela arma hipersónica de longo alcance (LRHW, ainda em fase de desenvolvimento), com um alcance de 2736 quilómetros (1700 milhas) e uma velocidade muito superior. Embora esteja especificado no Acordo Conjunto que os mísseis Tomahawk e LRHW devem ser “convencionais”, ou seja, transportar ogivas convencionais, são ao mesmo tempo mísseis de dupla finalidade, com capacidade nuclear. Além disso, esses mísseis, quando transportam ogivas convencionais, pertencem à classe das “armas estratégicas não nucleares”. Devido à precisão do seu alvo, são capazes de destruir alvos resistentes, tais como silos de mísseis balísticos intercontinentais e centros de comando nuclear, desempenhando assim um papel estratégico num primeiro ataque de contra-força. A iniciativa Prompt Global Strike de Washington (também conhecida como Conventional Prompt Strike) tem como objetivo multiplicar esses mísseis estratégicos armados com ogivas convencionais para atingir “alvos de elevado retorno”, em especial armas nucleares e sistemas de comando e controlo num ataque de contra-força. No final de julho de 2024, após a Cimeira da NATO, o Reino Unido e a Alemanha indicaram que estavam envolvidos em conversações sobre uma parceria conjunta para desenvolver um míssil hipersónico “convencional” de alcance intermédio com um alcance de 3 200 quilómetros (1 988 milhas) visando a Rússia (Casa Branca, “Joint Statement from United States and Germany on Long-Range Fires Deployment in Germany”, comunicado de imprensa, 10 de julho de 2024; Fabian Hoffmann, “Strategic Non-Nuclear Weapons and Strategic Stability”, Fondation pour la Recherche Stratégique, novembro de 2021, frstrategie. org; “Mad Nuclear Plans”, Defend Democracy Press, 26 de julho de 2024; “UK Considers Long-Range Missiles to Counter Putin's Nuclear Threat”, The Times [Londres] 25 de julho de 2024; Congressional Research Service, “Conventional Prompt Global Strike and Long-Range Ballistic Missiles”, 16 de julho de 2021).

Os sistemas de mísseis terrestres de alcance intermédio ou “fogos” destacados pelos Estados Unidos nos teatros do Indo-Pacífico e da Europa (juntamente com os seus homólogos aéreos e marítimos) são, portanto, atualmente vistos nos círculos de estratégia nuclear como armas de contra-força. Uma vez colocados na Alemanha, os mísseis de cruzeiro Tomahawk e os LRHW - juntamente com os futuros mísseis hipersónicos de alcance intermédio entre o Reino Unido e a Alemanha - oferecem o potencial para a “decapitação” da liderança russa num primeiro ataque. A este respeito, acrescentam um poderoso complemento às forças nucleares americanas já instaladas na Europa “partilhadas” com a NATO, armadas com a bomba nuclear B61-12, e às capacidades nucleares britânicas e francesas existentes na Europa. Washington, como já foi referido, também colocou sistemas de defesa antimíssil na Polónia e na Roménia que podem funcionar como sistemas ofensivos de lançamento de mísseis de cruzeiro com armas nucleares. Em contraste, Moscovo, com a sua abordagem mais tradicional da estratégia de armamento nuclear, que ainda se baseia principalmente numa postura nuclear de Destruição Mútua Assegurada (MAD), ainda não destacou quaisquer mísseis estratégicos terrestres de alcance intermédio neste século, embora esteja agora a sugerir que pode desenvolver e destacar esta classe de mísseis anteriormente proibida em resposta a esta ameaça crescente da NATO. Tudo isto pressagia uma escalada rápida do perigo de uma Terceira Guerra Mundial (Andrew Osborn, “Russia to Counter ‘Threatening’ Deployment of Long-Range Missiles in Germany”, Reuters, 11 de julho de 2024; “Russia Defends New Cruise Missile Test that U.S. Says Violates INF Nuclear Treaty”, CBS News, 23 de janeiro de 2019; Delphi Initiative, “Western Capitalists Are Drawing Humanity Into Nuclear Annihilation. Stop Them!").

Ainda mais louca do que a MAD – a postura nuclear apoiada pelos minimalistas no debate sobre a estratégia nuclear – a estratégia de contra-força apoiada pelos maximalistas, é por vezes referida como NUTS (para Nuclear Utilization Target Selection). Esta estratégia venceu após a queda da União Soviética e tem continuado a determinar a estratégia nuclear dos EUA desde então. A atual postura de dissuasão nuclear dos EUA destina-se a complementar uma estratégia de alargamento da NATO (também formulada, nomeadamente, por Brzezinski), crucial para o desenvolvimento da primazia nuclear ou da capacidade de efetuar um primeiro ataque de contra-força. O objetivo declarado de uma estratégia de contra-força é tornar as armas nucleares utilizáveis na prossecução de fins políticos, supostamente eliminando a ameaça de MAD numa guerra nuclear. O facto de todas as análises realistas (incluindo as do Pentágono) considerarem que uma guerra nuclear dita limitada pode inevitavelmente escalar para fora de controlo é posto de lado pela estratégia dos EUA nesta busca da primazia nuclear mundial. De uma perspetiva racional, o caminho mais provável para a aniquilação nuclear total em todo o mundo é, de facto, a ilusão de uma guerra nuclear prolongada e limitada (John Bellamy Foster, “The U.S. Quest for Nuclear Primacy,” Monthly Review 75, no. 9 [fevereiro de 2024]: 1-21).

Esta estratégia Madder than MAD [Mutual Assured Destruction], atualmente a ser acelerada por um império em declínio, deveria deixar o mundo inteiro em estado de alarme. Ainda assim, se a história hoje se repete com a instalação de armas nucleares de alcance intermédio na Europa e na Ásia, resta a possibilidade de outro movimento vulcânico vindo de baixo irromper em nome da paz mundial e da sobrevivência da humanidade – como na década de 1980. O exterminismo, como ensinou Thompson, é uma tendência do sistema capitalista. Não é o destino inevitável da humanidade (E. P. Thompson, Beyond the Cold War [Nova Iorque: Pantheon, 1982], 41-80).

01/Setembro/2024

segunda-feira, 9 de setembro de 2024

Reformando a cristandade e o Estado moderno: Uma jornada da usura ao poder tributário (5)

 


Michael Hudson [*]
entrevistado por Robinson Erhardt

O colapso da antiguidade, capa.

A história económica antiga apresenta um modelo para evitar a tirania da dívida?

Robinson: Relativamente à lição a que gostaria de chegar, qual é a utilidade, no mundo atual, dos Anos do Jubileu e da política de perdão da dívida que defende como guia? Penso que deveríamos comparar a experiência da Idade do Bronze e a implementação dos Anos do Jubileu com o que aconteceu na Grécia e em Roma.

Michel: O que tornou a civilização ocidental diferente no início foi o facto de as terras mediterrânicas não terem reis. Disseste antes que houve um colapso dos micénicos. Não foi bem um colapso. Houve muito mau tempo por volta de 1200 a.C.. Houve uma seca que pôs populações inteiras em movimento. Não conseguiam sobreviver onde estavam. A mesma coisa aconteceu na Índia cerca de 600 anos antes. A maior civilização da Idade do Bronze, a civilização do Indo, secou. Foi nessa altura que os falantes de indo-europeu chegaram através da Pérsia. Os arqueólogos descrevem-nos como tendo adotado as práticas locais do Indo, incluindo o ioga e o sistema de castas.

Um colapso implica geralmente que algo de errado acontece em resultado da forma como uma sociedade está estruturada, provocando o seu colapso. As visões de um colapso são muitas vezes moldadas para fornecer uma lição para os dias de hoje, para alertar para o que podemos estar a fazer de errado ou de forma auto-destrutiva. Mas as alterações climáticas e a seca são algo externo a esta situação.

O século XIII a.C. foi um período cosmopolita próspero, com comércio e crescimento activos. Os micénicos e os habitantes do Médio Oriente da Idade do Bronze não tinham organizações sociais autodestrutivas, mas mantinham a sua capacidade de resistência. Mas a sociedade micénica de língua grega chegou ao fim. A população caiu quando as colheitas falharam, o domínio do palácio terminou e os seus gestores locais mantiveram o controlo da terra em nome próprio – algo semelhante às privatizações pós-soviéticas da Rússia sob Boris Yeltsin.

Os arqueólogos chamam a este período posterior a 1200 a.C. na Grécia e no Próximo Oriente a Idade das Trevas, com as populações a deslocarem-se para tentar sobreviver. Os séculos seguintes foram sombrios no sentido em que a escrita desapareceu. A escrita silábica Linear B do grego micénico caiu em desuso, porque tinha sido utilizada sobretudo para a administração de palácios que já não existiam.

Por volta do século VIII a.C., desenvolveu-se a escrita alfabética, que era utilizada para fins muito mais amplos do que a administração palaciana centralizada. Os fenícios e os comerciantes sírios começaram a reavivar o comércio e os contactos para oeste, para a Grécia e para a Itália, onde o crescimento demográfico tinha começado a recuperar. Tal como tinham feito os mercadores mesopotâmicos, estes comerciantes estabeleceram templos nas terras onde estavam a negociar, uma espécie de câmara de comércio local como associação pública para organizar o seu comércio e resolver disputas.

O comércio era frequentemente efectuado ao largo da costa, onde era independente das regras das comunidades locais. Na tradição mesopotâmica, muito do comércio era efectuado nas zonas de cais ao longo do rio, fora das muralhas das cidades. Nas cidades, vigorava a lei local; fora das muralhas, era tudo “livre”, fora do alcance da lei local, por consentimento mútuo. O comércio com a civilização do Indo através da ilha de Bahrain (chamada Dilmun de 2500 a 300 a.C.) era uma extensão desta ideia. Em Itália, a ilha de Ischia era uma importante ilha comercial ao largo da costa.

Para o comércio grego, foram criados centros comerciais insulares.

Os mercadores do Médio Oriente introduziram no Ocidente a prática de cobrar juros. Os chefes locais gregos e italianos adoptaram-na nas suas transacções com o resto da sociedade. Mas o Ocidente não tinha governantes palacianos que cancelassem as dívidas, pelo que a dinâmica da dívida remunerada acabou por conduzir a uma aristocracia proprietária da terra e a um endividamento da população. Esse problema só foi resolvido pelos tiranos de que falámos anteriormente, que derrubaram as famílias aristocráticas predadoras, anularam as dívidas e redistribuíram as terras que tinham sido monopolizadas.

Os mercadores sírios e fenícios também introduziram os pesos e medidas do Médio Oriente como um elemento necessário para cobrar juros. Mas as fracções aritméticas e a denominação eram diferentes no Ocidente e variavam muito. As da Mesopotâmia (minas para o peso e gur-bushels para o volume) baseavam-se em 60 avos porque esse sistema tinha sido desenvolvido nos templos para distribuir mensalmente alimentos à sua força de trabalho dependente de viúvas e órfãos de guerra. O ano administrativo era dividido em meses de 30 dias, pelo que todos os dias eram consumidos dois 60 avos da ração mensal (um “bushel” [36,27 litros]) – duas chávenas por dia. No mês seguinte, seria dado outro bushel.

As taxas de juro baseavam-se inicialmente na facilidade de cálculo:   um shekel por mina por mês no sistema sexagesimal de divisões fraccionárias da Mesopotâmia. A Grécia tinha um sistema diferente. Tinha estado na órbita de Creta e do Egito, que utilizavam o sistema decimal baseado no 10. Assim, a sua taxa era de 1 por cento por mês (12 por cento por ano) ou, por vezes, 10 por cento. Roma utilizava um sistema de medição fraccionada baseado na divisão normal de um ano em 12 meses. Assim, os pesos romanos mediam 12 onças numa libra. A sua taxa de juro era fixada em 1/12 anual (8 1/3 por cento). Esta comparação mostra que as taxas de juro não eram fixadas em função da taxa de lucro ou de produtividade, como supõe a teoria moderna, mas simplesmente para facilitar o cálculo no sistema local de contabilidade fraccionada.

O mito da origem da livre iniciativa de que as taxas de juro são fixadas pelas “forças do mercado” do lucro, da produtividade física ou das necessidades dos consumidores não tem espaço para a ideia de pesos e medidas organizados pelo governo. A sua explicação “baseada no lucro” das taxas de juro pressupunha que a elevada taxa da Mesopotâmia, os 20 por cento ao ano decimais, reflectia o risco que o comércio devia ter na Idade do Bronze.

A Grécia era supostamente mais estável, pelo que tinha uma taxa de juro mais baixa, de 10 ou 12 por cento. Depois, Roma, apesar da sua oligarquia feroz (a que os economistas amigos dos oligarcas chamam estabilidade), tinha a taxa de juro relativamente baixa de 8,33%. Não há qualquer indício nesta visão “baseada no mercado” de que a taxa de juro não tinha qualquer base no risco ou na capacidade de pagamento do devedor, mas reflectia simplesmente a facilidade do cálculo matemático.

Quando apresentei a minha explicação ao Journal of Economic and Social History of the Orient, os seus editores questionaram se seria realmente tão simples. Foram precisos seis anos para aceitarem publicar o meu artigo em 2000. As minhas descobertas de outsider foram agora aceites pelos assíriólogos. Mas são ignoradas fora desse domínio.

Esta experiência ajuda a explicar o facto de eu ter conseguido obter o consentimento dos assiriólogos e de outros pré-historiadores que participaram nos meus colóquios de Harvard durante 20 anos. Desde a década de 1920 que os assiriologistas se recusavam a lidar com economistas ou não assiriologistas, porque havia muitos preconceitos ideológicos sobre o início da civilização. Todos queriam projetar a sua própria ideologia no passado. Os escritores do Vaticano que traduziam os documentos sumérios chamavam-lhe um estado-templo. Os austríacos ignoraram por completo o papel organizacional dos palácios e templos. Os socialistas pensavam em termos de “realeza divina”. Em todo o espetro económico e político, todos tinham a sua própria ideia academicamente sectária de como o antigo Próximo Oriente tinha evoluído.

Alguns economistas malucos chegaram a insistir que houve keynesianos da Idade do Bronze que construíram as pirâmides egípcias para fazer entrar dinheiro na economia e criar procura por parte dos consumidores. A mentalidade geral é pensar no que o escritor moderno faria ou aconselharia se pudesse entrar numa máquina do tempo e viajar para trás cinco mil anos ou mais e dizer aos governantes sumérios e babilónicos qual a melhor forma de gerir as suas economias.

Eu era um estranho à Assiriologia, mas também à economia convencional. Sabia que não sabia como é que as sociedades arcaicas estavam organizadas. Mas sabia que o que era importante para mim descobrir era a forma como as diferentes sociedades tratavam o dinheiro e as relações de dívida. Procurava as leis do movimento financeiro, a dinâmica de que temos estado a falar.

Os assiriólogos estavam dispostos a trabalhar comigo e a fazer parte da minha investigação porque eu simplesmente lhes perguntei o que me podiam dizer sobre a documentação do seu período relativa a dívidas, posse de terras, contabilidade e respectivos pesos e medidas, e dinheiro, incluindo as taxas de juro nos contratos e nas inscrições reais. Como é que as primeiras sociedades documentadas organizavam a construção das suas pirâmides, palácios e muralhas?

Consegui angariar fundos para cobrir as despesas das nossas reuniões, de Nova Iorque a S. Petersburgo, na Rússia, em Londres e na Alemanha. Verificou-se que tinham sido feitos enormes progressos desde a explosão da investigação cuneiforme na década de 1920 e mesmo na geração anterior. Mas os temas financeiros tinham sido pouco estudados. Estes não apareciam nos índices dos livros, sendo apenas mencionados em certos trechos. O principal problema residia no facto de a forma como o antigo Próximo Oriente lidava com a dívida e administrava a sua economia em geral ser tão diferente dos preconceitos modernos, que iam desde a livre iniciativa individualista e os mercados até ao governo fortemente centralizado.

A maior resistência às descobertas resultantes da minha investigação veio do preconceito ideológico contra a ideia de que os governantes da Idade do Bronze precisavam de evitar o aparecimento de oligarquias financeiras. Toda a história, desde o antigo Médio Oriente até à Grécia e Roma clássicas, é ofensiva para a ideologia económica e política moderna que se ensina aos estudantes e que Hollywood romantiza no cinema. O currículo universitário evita abordar a evolução real das práticas económicas da civilização até cerca de 1700 d.C.. É relegado à fantasia de poltrona. A disciplina da antropologia, na qual se baseia grande parte desta teorização, ocupa-se sobretudo de grupos indígenas sobreviventes que não criaram a civilização moderna e os seus valores orientados para o mercado pró-credor.

De qualquer modo, não há académicos suficientes para ensinar esta história não moderna. Seria necessário um enorme esforço para criar um currículo deste género. Como lhe disse, comecei a formar o grupo de Harvard em 1984, mas foram precisos dez anos, até 1994, para me familiarizar o suficiente, lendo a literatura relevante, de modo a poder falar com assiriologistas sem parecer tolo. É como se tivesse de começar de novo e fazer um novo doutoramento em história antiga do Próximo Oriente. Mas os historiadores não têm muito a dizer sobre a dinâmica económica e os economistas não têm quase nada de relevante a dizer sobre a história.

Agora posso ver como a dinâmica financeira da atual economia mundial polarizada remonta a tempos arcaicos. O que os governantes da Idade do Bronze perceberam e que a sociedade moderna não percebe é que, se não se anularem as dívidas, grande parte da população cairá na servidão (peonage) da dívida – escravidão a uma oligarquia credora que acaba por ficar com a terra e o dinheiro. O controlo sobre o trabalho já não é conseguido levando-o à servidão por dívida da antiguidade clássica ou ligando-o à terra, como aconteceu quando a propriedade fundiária romana se transformou em servidão.

Podemos viver onde quisermos e, ao contrário da servidão, podemos geralmente trabalhar onde quisermos. Mas onde quer que vivamos e para quem quer que trabalhemos, seremos obrigados a endividar-nos. Cada geração será obrigada a utilizar mais do seu rendimento, para além da sobrevivência básica de subsistência, para pagar aos credores e aos proprietários ausentes e monopolistas que eles financiam e protegem, para transformar as suas rendas fundiárias e rendas de monopólio em pagamentos de juros. A escravatura é essencialmente isso. É o que é a peonagem da dívida.

Essa antítese entre a dinâmica financeira e a liberdade é o denominador comum que tem sido uma constante nos últimos cinco mil anos. [NR]

Se analisarmos a história da civilização em termos deste denominador comum, vemos a evolução na forma como a sociedade resolveu a questão fundamental de qual deveria ser a sua principal preocupação:   Santifica o pagamento dos direitos dos credores sobre os devedores, mesmo que isso polarize e empobreça a economia, ou anula os direitos dos credores para permitir o crescimento da economia e evitar a polarização e a corrosão da qualidade de vida? Esta escolha define a dinâmica da civilização.

Essa dinâmica está a levar a atual Maioria Global e os BRICS a afastarem-se do “jardim” ocidental, como lhe chamou Josep Borrell, chefe da UE. Para ele e para grande parte do Ocidente, a “selva” é o impulso para a independência e a multipolaridade, afastando-se do neoliberalismo e da dependência da dívida e do comércio do Sul Global, que os está a impedir de alcançar a prosperidade para os seus próprios povos. O Presidente israelense Netanyahu discursou ontem (25 de julho de 2024) perante o Congresso dos Estados Unidos e definiu a questão numa frase: “Isto não é um choque de civilizações. É um choque entre a barbárie e a civilização”.

Isto soa notavelmente semelhante ao que Rosa Luxemburgo disse há um século, exceto que ela justapôs a barbárie ao socialismo. A questão é: que lado da fratura global de hoje representa os bárbaros e que lado representa o futuro curso da civilização?

O que é notável é o facto de existirem fortes defensores e interesses instalados para cada lado. Mesmo os bárbaros afirmam ser a civilização do futuro e estão dispostos a lutar até à morte para defender a sua causa e os seus interesses.

A dívida e o destino da civilização

Robinson: Isso é fascinante. Penso que toda a gente tem hoje a ideia de que a civilização está a avançar inexoravelmente, só porque vemos o progresso da física e da matemática, da tecnologia e da medicina. Há a ilusão de que estamos a avançar em todos os campos de atividade. Mas está a dizer-me que parece que há grupos de interesses especiais que patrocinam a falta de vontade de olhar criticamente para o passado. No caso da economia, houve entendimentos cruciais há milhares de anos que as pessoas estão a negligenciar hoje e que estão a impedir o progresso.

Michael: O problema é o seguinte. Não se trata simplesmente de avançar, mas de uma transformação civilizacional noutra coisa, uma metamorfose. Fiz a minha reputação nos anos 70 como futurista, trabalhando com Herman Kahn no Hudson Institute durante quatro anos, e depois com Alvin Toffler, no Futurist Institute e outros.

Já não me considerava um economista, porque um economista diria aos países que, se querem ser mais ricos, têm de baixar os seus salários e níveis de vida para se tornarem mais competitivos. Isso significa ser pobre. Esse não era certamente o futuro que eu queria ver.

Para mim, era muito fácil prever as taxas de juro e as taxas de câmbio. Andei por todo o mundo a fazer isso. Mas o que acabou por ser muito mais difícil foi tentar perceber porque é que a antiguidade e a civilização ocidental seguiram o rumo que seguiram. Isso foi muito mais difícil do que ser um futurista, porque as sociedades arcaicas e a Antiguidade eram muito diferentes das actuais, com valores sociais diferentes.

A polarização do Ocidente em oligarquias credoras era difícil de compreender, porque não conseguia imaginar como era diferente a Idade da Pedra tardia, a Idade do Bronze e mesmo a Antiguidade clássica. Os seus sistemas sociais e políticos eram tão fundamentalmente diferentes, não apenas avançando, mas transformando-se, em grande parte devido às tensões financeiras que aumentaram entre a riqueza privada e os valores e a autoridade administrativa tradicional da sociedade.

E, no entanto, apesar desta transformação, havia um denominador comum, a escolha entre deixar emergir uma oligarquia financeira ou ter um poder governativo suficientemente forte para o impedir, como a “realeza divina” do Próximo Oriente ou os chamados tiranos gregos que anularam as dívidas pessoais e redistribuíram as terras para liderar o arranque da Grécia, ou os governos socialistas modernos. É como se esta transformação tivesse evoluído de uma espécie ou género de sistema económico para outro.

A visão ocidental dominante pensa no passado como sendo o mundo atual, descrevendo-nos como herdeiros da Grécia e de Roma. Se esse for realmente o nosso património genético político e social, o Ocidente manterá a mesma dinâmica que levou ao declínio e à queda de Roma. O que aconteceu foi que a Grécia e Roma – ou seja, a civilização ocidental – retiraram do contexto as inovações financeiras do Próximo Oriente, sem que os governantes tivessem poderes para anular as dívidas pessoais e impedir que as oligarquias se apoderassem das terras e as monopolizassem, provocando a Idade das Trevas.

A maior parte das pessoas pensa que os gregos e os romanos viveram em democracias. Mas eles só tiveram breves movimentos em direção a algumas formas transitórias de voto democrático. Quando Aristóteles conduziu um estudo sobre as várias constituições gregas, disse que todas elas se intitulavam democracias mas eram, na realidade, oligarquias. A retórica e o vocabulário eufemístico que utilizavam mudaram radicalmente. Há que ter em conta este processo de transformação.

O desafio de hoje não é simplesmente avançar ao longo da nossa trajetória atual, mas perceber a necessidade de auto-transformação para uma nova trajetória de evolução social e económica.

A alternativa é a auto-destruição. Que tipo de mundo vamos criar? Este não é um futuro que possa ser previsto com certeza. Irá o Ocidente deixar-se polarizar e acabar como o Império Romano? Ou será que a Europa vai perceber que cometeu um erro e juntar-se ao resto da Eurásia? E a Ásia libertar-se-á, de facto, do neoliberalismo patrocinado pelo Ocidente que desindustrializou o mundo da NATO? Irão os BRICS e a maioria global progredir com o socialismo ou regredir com as caraterísticas libertárias do mercado livre do Ocidente? Deverá o Governo começar por perdoar a dívida dos empréstimos a estudantes?

Robinson: No início da conversa, referiu-se a alguns países. Disse que lhes competia não só elevar o nível de vida dos seus cidadãos, mas também reduzir ou eliminar os custos externos da vida, como a educação. E uma vez que a dívida dos estudantes é um tema tão quente hoje em dia – embora eu ache que era mais um tema quente há um ano ou dois atrás – é uma dessas coisas que acha que deve ser eliminada? E vê um caminho para que isso possa acontecer daqui para a frente?

Michael: Apontou exatamente o problema. Quando se privatizam as infra-estruturas públicas ou o fornecimento de bens de primeira necessidade, o custo de vida aumenta consideravelmente. No século XIX, o primeiro-ministro conservador da Grã-Bretanha, Benjamin Disraeli, proclamou que a saúde, a saúde pública, era a essência das reformas do seu partido.

Eram os conservadores que queriam essa política. E nos Estados Unidos foi Simon Patten, o primeiro professor de economia da primeira escola de gestão, a Wharton School, que descreveu as infra-estruturas públicas como um fator de produção distinto. O direito de propriedade do senhorio sobre a renda não é um fator de produção, mas sim um direito de extração do rentista. E, ao contrário dos salários dos trabalhadores ou do capital industrial, o investimento em infraestruturas públicas e a prestação de serviços sociais essenciais não têm como objetivo a obtenção de lucros. O papel das infraestruturas públicas e do bem-estar social é semelhante ao do Canal de Erie e de outras infra-estruturas americanas. O objetivo é baixar o custo de vida e de fazer negócios.

Assim, se pudermos ter a infraestrutura pública a fornecer as necessidades básicas – cuidados de saúde, educação, comunicações e serviços de transporte, se pudermos ter os correios, os sistemas de água e de esgotos como funções públicas fornecidas gratuitamente ou a preços subsidiados, a economia pode funcionar a um custo muito mais baixo do que se estes serviços forem privatizados, monopolizados como oportunidades de extração de rendas e devidamente financiarizados.

O objetivo do governo não é ter lucro. É suposto fornecer necessidades básicas como um direito económico.

Patten descreveu o objetivo das infraestruturas públicas como sendo o de baixar o custo de vida global da economia e de fazer negócios, de modo a que os industriais não tivessem de pagar aos seus empregados salários suficientemente elevados para, por exemplo, lhes permitir pagar a sua própria educação – a 50 000 dólares por ano, atualmente – ou os seus próprios cuidados de saúde, a 18% do PIB. Teriam subsidiado os transportes em vez de os deixarem ser monopolizados e financeirizados, como aconteceu na Grã-Bretanha sob Margaret Thatcher e Tony Blair e Gordon Brown, do Partido Trabalhista.

A privatização destes serviços, até agora públicos, levou a que fossem geridos com fins lucrativos (em grande parte através da obtenção de rendas de monopólio) e, mais ainda, para obter mais-valias para as suas acções e comissões de gestão. Tudo isto faz aumentar o custo de vida e a atividade económica. Evitar este destino tem sido a grande vantagem das economias socialistas. No século XIX, toda a gente, e não só os marxistas, considerava que esta infraestrutura pública era socialismo. Havia socialistas cristãos, havia os socialistas libertários de Henry George, havia todo o tipo de socialistas. O que tinham em comum era o facto de considerarem que o futuro do capitalismo industrial passava por uma economia cada vez mais pública, com um investimento público ativo que subsidiasse a capacidade dos industriais e dos trabalhadores da nação para competirem com os de outros países, reduzindo os custos gerais.

O objetivo da privatização e do capital financeiro é ganhar dinheiro aumentando o custo de vida através da extração de rendas económicas. Isso aumenta o custo de fazer negócios, extraindo renda económica. Portanto, se tivermos uma economia de cuidados de saúde privatizados, educação, água e outras necessidades básicas, com operadores a cobrarem tanto quanto um mercado não regulado pode suportar (eufemizando isto como “a magia do mercado”), como podem os americanos ou os europeus ocidentais que se tornaram neoliberais esperar competir com países que se dizem socialistas e reinventam a roda da política redescobrindo, em termos pragmáticos, exatamente o que os capitalistas industriais americanos e alemães fizeram no século XIX.

Robinson: Nesta nota, Michael, penso que disse no início da nossa conversa que esta é a nossa terceira ronda no programa. Foi um prazer fazer esta ronda em pessoa e espero que, em algum momento, haja uma quarta ronda em pessoa. Mais uma vez, obrigado. Foi ótimo.

Michael: Foi muito bom. Como vêem, pensei que nos íamos prolongar três vezes mais. Já estou a um terço da minha [pizza] margarita.

[NR] Acerca da origem do dinheiro ver: Dívida: Os primeiros 5000 anos, resenha do livro de David Graeber.

01/Setembro/2024

sábado, 7 de setembro de 2024

 

Reformando a cristandade e o Estado moderno: Uma jornada da usura ao poder tributário (4)

Michael Hudson [*]
entrevistado por Robinson Erhardt

Código de Hamurabi, capa.

A inovação do dinheiro e dos juros na Idade do Bronze e a resiliência da sua ordem económica

Robinson: Tenho toda a espécie de perguntas. Há muitíssimas coisas em cima da mesa que são ortogonais aos nossos objectivos, mas esta saltou-me à vista. Disse há pouco que as primeiras traduções dos textos mesopotâmicos eram bastante diferentes. Falei recentemente com Joyce Carol Oates, a poetisa romancista de Princeton, e comentei com ela que alguns dos meus poemas e poetas favoritos não escrevem em inglês. Posso ler um poema de um autor numa tradução e ele ser completamente diferente. Numa versão odeio-o, mas noutra é um dos meus preferidos.

A tradução é uma arte e é tão importante para o trabalho que se está a fazer. Isto leva-nos de volta a estes textos antigos, porque penso que uma das lições interessantes que pode resultar do que estamos a falar hoje é o que podemos aprender com o colapso destas civilizações da Idade do Bronze e de outras civilizações desde a antiguidade até aos nossos dias. No início da nossa conversa, mencionou Hamurabi, na Babilónia, e o ano do Jubileu bíblico. Para os nossos ouvintes que não sabem quem foi Hamurabi ou o que é um Jubileu, o que são e como contribuíram para o florescimento destas civilizações antigas antes da sua queda?

Michael: Vou responder à vossa pergunta de uma forma indireta. Por acaso, comecei hoje a tratar de alguns problemas de tradução. Um dos livros mais importantes sobre as origens do dinheiro e os seus efeitos sociais foi escrito em 1898 por um antropólogo alemão, Heinrich Schurtz. Escreveu The Origins of Money (As Origens do Dinheiro), analisando as comunidades indígenas nas possessões alemãs do Pacífico Sul e de África.

Descreveu como o que ali se desenvolveu não era o dinheiro tal como o conhecemos. Era uma forma de propriedade, um ativo e não um meio de troca, embora, claro, tivesse um valor, e um valor elevado. E descobriu que o que foi chamado de “dinheiro primitivo” não era o mesmo que o dinheiro da Mesopotâmia. Assumia a forma de objectos de valor que conferiam estatuto, na sua maioria importados e não produzidos no país. Assim, a forma de obter estes objectos de status nas comunidades que estudou era através do comércio externo – principalmente materiais exóticos, não prata ou ouro.

Podiam ser jóias, conchas ou qualquer troféu exótico. Ou podiam ser peças de vestuário ou mobiliário de prestígio que tinham sido propriedade da família de um chefe. Mas não tinham um valor padronizado como o dinheiro “real” e não eram utilizados pela população em geral para troca ou pagamento de dívidas.

A Mesopotâmia importava prata juntamente com os cereais, que era a principal forma de pagamento monetário – e de denominação das dívidas – para a população agrária.

O ouro não desempenhava um papel importante, mas tinha sobretudo um valor de prestígio, sobretudo para os novos-ricos estrangeiros que mais tarde conquistaram a região. A prata era valorizada como signo da lua, associada ao ouro para o sol, e ambos eram valorizados como donativos de prestígio para os templos. A Mesopotâmia tinha de negociar a prata para poder comercializar matérias-primas como o cobre e o estanho, que produziam o bronze que deu o nome à Idade do Bronze. A pedra, a madeira dura e as pedras preciosas tinham de ser importadas e eram avaliadas em prata.

A prata e o ouro eram de extração estrangeira, não só para a Babilónia, mas para a maioria dos países até à nossa era. A Índia foi durante muito tempo descrita como o sumidouro do ouro, desde a antiguidade até aos tempos modernos. A China e o Japão queriam prata. Schurtz descreveu a origem desta procura nas comunidades indígenas que estudou.

Os editores da sua tradução inglesa pediram-me que escrevesse a introdução à sua tradução, que só agora está a ser publicada. Recebi a tradução deles há meio ano. Mas ontem enviaram-me as provas do editor. A introdução que eu tinha escrito fazia citações do livro de Schurtz, mas agora verifiquei que haviam alterado quase todos os parágrafos da tradução inicial que eu tinha citado.

Uma palavra que eles mudaram foi “governo”. Explicaram-me que não podiam usar essa palavra porque não havia realmente um governo nas comunidades indígenas no sentido em que usamos o termo atualmente. Queriam fazer a tradução antropológica correta. O seu objetivo era evitar ser anacrónico. Demorei quatro horas a escrever as novas traduções na minha nova versão da introdução para ser datilografada.

O que Schurtz descobriu foi que o influxo de dinheiro primitivo – ou seja, objectos de estatuto, bens altamente valorizados e de prestígio – se tornou uma fonte de polarização nas comunidades indígenas. Mas o papel dos chefes era algo semelhante ao dos governantes mesopotâmicos, e de facto era quase universal. Era impedir a polarização da economia. Se deixassem que isso acontecesse, as suas comunidades acabariam por se assemelhar à Roma tardia, com uma pequena percentagem da população a deter a maior parte da riqueza nas suas próprias mãos.

A Babilónia e outras comunidades da Idade do Bronze procuraram evitar esta situação, tal como as comunidades de todo o mundo. Mas os tradutores descobriram que, tal como as comunidades indígenas que Schurtz estudou, não havia palavras modernas adequadas para descrever o tipo de sociedade que tinham. Durante muitas décadas, a palavra “Estado” foi utilizada para descrever estes reinos. Mas não eram realmente Estados no sentido moderno do termo. Os sectores do palácio e do templo estavam separados da economia em geral. Atualmente, chamam-se “as grandes instituições” e não o Estado.

As leis de Hamurabi referiam-se principalmente a transacções que envolviam o sector palaciano, incluindo os templos. As comunidades familiares na terra continuaram a ser regidas principalmente pelo direito comum tradicional. Os danos pessoais, por exemplo, eram resolvidos por uma dívida do tipo wergild como indemnização. Mas algumas pessoas, como as viúvas, os órfãos e os doentes (que dependiam, para o seu bem-estar, do palácio e não da comunidade da terra) não tinham família para pagar essa indemnização. Por isso, Hamurabi determinou que, nesses casos, a retaliação em espécie era apropriada: literalmente “dente por dente”.

Os assiriologistas traduziram muitos processos judiciais que envolviam este tipo de danos pessoais e em nenhum deles se verificou a existência de tal retaliação. Em vez disso, eram pagas multas, como era típico na Europa “primitiva”. Então, o que era o “governo”? A economia estava dividida em sectores distintos e não apenas num sector uniforme. Mas os assírios não lhes chamam “público” e “privado”, porque estes são termos modernistas para grandes instituições e para a comunidade familiar em geral, o primeiro baseado em grande parte no comércio externo e na produção de artesanato de exportação em troca principalmente de prata, e o sector agrário na terra, basicamente doméstico, com as suas transacções denominadas em unidades de grão.

A origem da moeda e dos juros para pagamento às grandes instituições da Suméria e no seu interior

O sector palaciano do Médio Oriente da Idade do Bronze não tinha qualquer interesse em escravizar toda a economia. Muito pelo contrário: Tal como nas comunidades indígenas, a desigualdade era vista como uma fonte de desordem. Mas os ricos procuravam ganhar estatuto explorando os devedores e adquirindo o controlo da terra. Era também esse o objetivo das oligarquias clássicas e tornou-se uma caraterística distintiva dos Estados ocidentais subsequentes – poderíamos dizer da civilização ocidental. Uma dinâmica semelhante ocorreu nas comunidades indígenas que tiveram contacto com o Ocidente no século XIX, tal como aconteceu na Antiguidade clássica e acontece atualmente.

Era sobretudo a dívida externa que estava a empobrecer as economias europeias antes do século XVIII, porque o dinheiro que era devido para a pagar era controlado por banqueiros internacionais e não pelos governos nacionais. A dívida numa moeda não produzida pelos devedores tornou-se uma constante na civilização. Os governantes da Mesopotâmia resolveram este problema tornando as dívidas de prata pagáveis em cereais a uma taxa de câmbio fixa e estável. Mas as dívidas romanas devidas à oligarquia eram em dinheiro vivo, para além da capacidade de produção da maioria dos devedores. A dependência do crédito externo tem criado uma tendência crescente para a polarização das economias, se estas colocarem a obrigação de pagar aos credores acima da sua própria necessidade interna de crescer.

Atualmente, esta dependência externa transformou o poder governativo mais poderoso numa classe credora cosmopolita que governa acima dos Estados. Na verdade, os “Estados” modernos foram criados nos séculos XVII e XVIII como veículos para tributar as suas populações e obter o serviço da dívida para pagar a estes credores supra-estatais, que têm absorvido cada vez mais o excedente económico do Ocidente, especialmente desde que a Segunda Guerra Mundial conduziu à economia capitalista-financeira dolarizada baseada nos EUA.

O império persa conquistou o império babilónico, mas a maioria dos impérios, desde a Antiguidade até ao papado imperial criado durante as Cruzadas, estava disposta a deixar que os habitantes dos países que conquistavam seguissem a religião que quisessem, vivessem à sua maneira e continuassem as suas práticas, desde que pagassem tributo e impostos. Até os Impérios Mongol e Otomano eram tolerantes. O que lhes interessava era o tributo. Assim, quando os persas conquistaram a Babilónia e depois Israel, levaram as famílias mais ricas para a Babilónia como reféns, mas deixaram o resto do povo na terra da Judeia para os seus líderes locais administrarem.

Os judeus da Babilónia foram assimilados. Temos as suas cartas, testamentos e contratos de casamento, escritos por escribas babilónicos, ainda com muitas práticas que estiveram na origem do arranque do Médio Oriente, onde se desenvolveram todos os elementos da empresa e da administração pública.

A Mesopotâmia e o Egito possuíam terras agrícolas ricas ao longo do Eufrates e do Nilo, depositadas ao longo de muitos milénios pelos rios com sedimentos ricos que constituíam um solo maravilhoso. Mas este solo não tinha metal, porque era solo até ao fundo. Não tinha rochas nem pedras para construir paredes. A maior parte da construção era feita com tijolos de barro para fazer paredes, templos e casas.

Para sobreviver, a Mesopotâmia teve de obter os elementos que produziam o bronze, a liga que deu o nome à Idade do Bronze, como já mencionei. Tinham de desenvolver o comércio externo e isso exigia uma organização empresarial, centrada no sector palaciano e entregue aos mercadores. Foram desenvolvidas todas as práticas básicas da empresa – contabilidade, dinheiro, pesos e medidas (não é possível haver trocas sem pesos e medidas normalizados), taxas de juro e acordos de partilha de lucros.

Toda a produção e comércio eram organizados com base no crédito. Um palácio sumério ou babilónico, ou talvez famílias ricas a ele ligadas, podiam consignar têxteis como roupas, tapetes ou outros tecidos a comerciantes empreendedores que iam para norte ou para oeste, até ao Afeganistão e Paquistão, para trocar têxteis por prata e outras matérias-primas. Em cinco anos, teriam de reembolsar o dobro do valor do adiantamento inicial efectuado pelos seus expedidores. Este período de cinco anos de duplicação corresponde a 20% de juros anuais decimalizados, um quinto por ano.

Qualquer taxa de juro implica um tempo de duplicação. Temos os exercícios do manual que os babilónios usavam para ensinar aos escribas. Perguntavam quanto tempo demorava uma dívida a duplicar à taxa de um siclo por mês. (60 siclos (shekels) faziam um peso mínimo.) A resposta era cinco anos. Quanto tempo para quadruplicar? (Dez anos.) Quanto para multiplicar 64 vezes? (30 anos) Gostava que as universidades americanas que ensinam economia fizessem esta pergunta. As taxas de juro actuais são muito mais baixas (exceto nos cartões de crédito pessoais), mas o princípio do crescimento exponencial é o mesmo. Se contrair um empréstimo hipotecário a 30 anos para comprar uma casa e pagar uma taxa de juro anual de 7%, quanto é que o banco acaba por receber? Em apenas 10 anos, com juros de 7%, o credor receberá tanto quanto o vendedor da casa recebeu.

Tudo o que o banco precisava de fazer era criar o crédito para financiar a transferência da propriedade. Em 20 anos, o rendimento dos juros do banco duplicava e, em 30 anos, quadruplicava.

Assim se vê como o aumento do serviço da dívida se acumula rapidamente. Mas as economias não crescem tão depressa. Os babilónios reconheceram este facto universal. Para além de ensinarem os escribas a calcular a rapidez com que uma dívida cresce à razão de um siclo por mês, fizeram exercícios para calcular a rapidez com que uma manada de gado cresce. Uma manada de gado cresce de forma muito semelhante ao crescimento das economias modernas, numa curva em S que vai diminuindo. Quando os primeiros assiriólogos começaram a traduzir estes exercícios, pensaram que não podia ser um exercício matemático. Devia ser um relatório sobre a forma como um determinado rebanho estava a crescer. Mas os sumérios já tinham equações quadráticas e os seus escribas precisavam de aprender mais matemática do que um típico aluno do liceu aprende atualmente na América. Previam relações astronómicas e faziam muitos tipos de cálculos. Sabiam que havia a curva em S do crescimento dos rebanhos e conheciam o crescimento exponencial da dívida. A diferença notável era o facto de as dívidas crescerem muito mais depressa do que a sua economia rural endividada.

Só por isso, eles sabiam ser óbvio que as dívidas não podiam ser pagas. Se não as cancelassem, teriam uma oligarquia doméstica a crescer. Agora, todos os cursos introdutórios de Economia 101 deveriam ter esse modelo. Os modelos matemáticos que os sumérios tinham eram superiores a qualquer modelo económico que o National Bureau of Economic Research tem hoje ou que qualquer banco central tem, porque eles não querem admitir e reconhecer esta simples realidade matemática dos juros compostos.

A eterna guerra dos credores contra os devedores

Diz-se que a grande vitória do diabo é convencer o mundo de que ele não existe. Os lobbies ideológicos da classe bancária e credora tentam convencer o mundo de que a dívida não importa porque “nós devemos isso a nós mesmos”. Mas quem são os “nós” e quem são os “nós próprios”? O “nós” são os 99 por cento endividados e pagadores de impostos. Na verdade, não devemos a dívida a nós próprios, mas sim aos 1%, ao sector financeiro e às suas classes rentistas aliadas (imobiliário, seguros e outros monopólios). No entanto, os modelos económicos normalmente ignoram a dívida porque os activos são iguais aos passivos. (Mas de quem são os passivos e de quem são os activos?).

Quando se olha para a distribuição da riqueza e se vê a sua polarização – quem deve o quê a quem – e quando se traça o crescimento da dívida em relação à expansão mais lenta do rendimento e do produto real da economia – vê-se que este crescimento da dívida é um esquema Ponzi insustentável. No entanto, isso não está a ser ensinado como o núcleo do currículo de ciências económicas de hoje.

Como é que se mantém um esquema Ponzi a funcionar? Bem, se os bancos continuarem a emprestar cada vez mais crédito para a compra de imóveis, os mutuários usam esse dinheiro para licitar contra mutuários rivais a compra de casas ou edifícios de escritórios comerciais cujo preço é construído com base na expansão do crédito, ou seja, da dívida. Estas casas e edifícios de escritórios mais caros e endividados são depois penhorados aos bancos para que os novos compradores contraiam ainda mais dívidas. Isto inflaciona os preços do imobiliário, mas deixa as novas gerações de compradores mais endividados, mas com cada vez menos capital próprio na sua propriedade.

Se olharmos para a trajetória de uma economia, os preços mais importantes não são os preços ao consumidor que são monitorizados pelo Índice de Preços ao Consumidor oficial, mas sim os preços dos activos imobiliários financiados por dívidas, acções e obrigações. E é contra isso que os bancos emprestam. Apenas uma pequena parte do crédito bancário se destina à compra de bens e serviços através de dívidas de cartões de crédito, empréstimos para automóveis e outras dívidas ao consumo. A grande maioria do crédito que os bancos criam não é usada para inflacionar os preços ao consumidor, mas sim os preços dos activos – preços da habitação e preços das acções e obrigações.

O salvamento dos bancos com hipotecas de alto risco por Obama em 2009 e o Quantitative Easing para inundar os mercados com crédito para baixar as taxas de juro criaram a maior corrida ao mercado de obrigações da história, enriquecendo e dando poder à classe financeira que detém a maioria das obrigações, acções e imóveis. Os 10% mais ricos da população, e especialmente os 1%, viram os preços dos activos alavancados pela dívida financiada pelos bancos “criarem riqueza” para si próprios no topo da pirâmide económica, mas a riqueza dos 50% mais pobres praticamente não se alterou, enquanto os 20% mais pobres se endividaram cada vez mais só para fazer face às despesas.

Esta polarização crescente entre a maioria endividada da população e a minoria credora é ao que deveria dedicar-se a ciência económica. Foi para isso que David Ricardo alertou com a sua teoria do valor e da renda, mostrando que o aumento dos rendimentos dos rentistas absorveria todo o excedente económico, não deixando espaço para a obtenção de lucros industriais. Ele estava a escrever sobre a renda fundiária, que excluía todos os outros rendimentos, mas os seus avisos aplicam-se a todas as formas de renda económica e, sobretudo, aos rendimentos financeiros dos rentistas.

Estamos perante dois tipos de trajectórias de preços:   os preços ao consumidor pagos pelos assalariados, obrigados a trabalhar cada vez mais para poderem sobreviver, e os preços dos activos que aumentam a riqueza da classe rentista “enquanto dormem”. A elite rica está a tornar-se hereditária. Eles não se importam com o que pagam no supermercado. Preocupam-se com os preços das acções e das obrigações, bem como com o preço de mercado dos seus imóveis. Para eles, o que importa é a riqueza.

Continua

01/Setembro/2024

sexta-feira, 6 de setembro de 2024

Reformando a cristandade e o Estado moderno: Uma jornada da usura ao poder tributário (3)

 


Michael Hudson [*]
entrevistado por Robinson Erhardt

Greenback.

A guerra intemporal dos credores contra os devedores

Os meus artigos sobre as origens do crédito, do dinheiro e dos juros partilham um quadro de referência comum. Desde o início das práticas económicas e das empresas no antigo Próximo Oriente, passando pela Antiguidade clássica e pela Europa medieval, até aos nossos dias, as classes abastadas quiseram transformar-se numa oligarquia que controlasse o seu governo e a sua religião para proteger, legitimar e aumentar a sua riqueza, especialmente os seus privilégios de extração de rendas enquanto credores, monopolistas ou proprietários.

Este deveria ser o contexto em que se olha para a visão económica do mundo de cada época, sobretudo a sua perspetiva sobre o quão “livre” um mercado deve ser, e de quem é a liberdade que está a ser apoiada. Esta tem sido a grande questão ao longo da história da civilização, desde a Idade do Bronze, no Próximo Oriente, quando os governantes proclamavam regularmente “Clean Slates” para restabelecer a ordem económica e controlar as oligarquias incipientes, passando pelos cinco séculos de guerra civil na República Romana e pela luta de Jesus contra a oligarquia judaica emergente, até à luta civilizacional de hoje entre o Ocidente da NATO, dominado por oligarquias rentistas orientadas para os EUA, e a maioria global centrada agora nos BRICS.

Vemos a mesma luta ao longo dos tempos por parte das elites financeiras que se opõem a qualquer poder governamental capaz de restringir o seu poder de procura de rendas e de credores em detrimento da sociedade. Vemos isso hoje nas políticas económicas pró-credor do Fundo Monetário Internacional, do Banco Mundial e da ideologia “libertária”, que procuram centralizar o poder de atribuição de recursos e de planeamento das economias no sector financeiro, em vez de no governo democrático. A ideia neoliberal atual consiste em eliminar a autoridade governamental (exceto nos casos em que é controlada pelos sectores rentistas) e deixar que os bancos do sector financeiro privatizado controlem a moeda e o crédito, que é o serviço público mais importante.

O governo da China financiou o seu notável arranque industrial sem ter de pedir emprestado a credores privados. Como havia pouco dinheiro para pedir emprestado à população nacional, o Banco da China imprimiu a sua própria moeda. Ao contrário da prática financeira típica, não exigiu que a riqueza pessoal fosse dada como garantia, porque ainda não existiam acções e obrigações ou bens imobiliários substanciais. O governo não precisou de recorrer a detentores de obrigações para aumentar a sua despesa pública – e, de qualquer modo, não havia detentores de obrigações nacionais a quem pedir empréstimos na sequência da sua Revolução.

A China fez o que qualquer governo nacional soberano pode fazer – o que Abraham Lincoln fez na Guerra Civil. Simplesmente imprimiu o dinheiro. Todos os governos que travaram uma guerra importante tiveram de o fazer. No entanto, a ideia de que esta opção não estava disponível para os governos estava tão enraizada que, quando a Primeira Guerra Mundial eclodiu em 1914, a maioria dos economistas e outros observadores insistiram que a guerra teria de terminar em apenas alguns meses, porque não havia dinheiro ou crédito disponível para continuar a luta. Mas os governos simplesmente fizeram o que os credores privados abominavam:   Imprimiram o seu próprio dinheiro para as suas necessidades internas. Os seus empréstimos destinavam-se à importação de armas e outros produtos denominados em moeda estrangeira, deixando um resíduo de dívidas intergovernamentais que se tornou a fonte do desastre económico da Europa no pós-guerra.

Após o regresso à paz, a classe financeira exigiu que os governos voltassem a depender de detentores de obrigações privados. Pouco antes da guerra, a luta pelo controlo da política de crédito – e, portanto, a atribuição de recursos e o controlo dos fins para os quais o dinheiro é gasto – chegou ao auge nos Estados Unidos em 1913, com a criação do Sistema da Reserva Federal e a sua tomada de controlo das funções do Tesouro dos EUA. Até essa altura, o Tesouro norte-americano organizava a oferta de crédito nos Estados Unidos e fixava as taxas de juro. Tinha 12 distritos locais para coordenar a oferta de crédito, especialmente para movimentar as colheitas no outono.

Mas J.P. Morgan organizou um grupo de banqueiros para impedir que a gestão monetária fosse um serviço de utilidade pública. O seu objetivo era centralizar a política monetária nas mãos dos grandes centros financeiros. Tinha de haver alguma forma de tesouraria, mas a Reserva Federal também tinha a maioria dos seus poderes, e os bancos privados estabeleceram um controlo apertado sobre a Reserva Federal. Chegaram mesmo ao ponto de excluir qualquer funcionário do Tesouro ou outro funcionário de Washington da direção da Reserva Federal. E, em vez de estar centrada em Washington, a principal sucursal era a Fed de Nova Iorque, com sucursais principais em Boston, Chicago, para o comércio de cereais, e Filadélfia.

Este golpe financeiro transferiu o controlo da moeda e do crédito para os banqueiros, permitindo-lhes decidir a quem conceder crédito e para que fins. E, como vemos hoje, os banqueiros não estão a financiar a formação de capital industrial. Ganhos financeiros muito maiores podem ser obtidos com a desindustrialização da economia dos EUA e com os ganhos de preço dos activos de “capital”, resultantes do aumento dos preços do imobiliário, das obrigações e das acções. Os bancos emprestam principalmente para a compra destes activos, que é o que faz subir o seu preço – a crédito.

Este enfoque na obtenção de ganhos financeiros, através da concessão de empréstimos contra activos imobiliários e financeiros já existentes, resulta do enfoque do sistema bancário na concessão de empréstimos com base em garantias. Os bancos concedem um empréstimo quando existe uma garantia para o cobrir. No sector público, o empréstimo destina-se geralmente à compra de um ativo. Muitas vezes, o ativo a comprar é a garantia que é dada ao banco em troca do financiamento da compra. Cerca de 80% dos empréstimos bancários nos Estados Unidos destinam-se ao sector imobiliário. Os empréstimos também são feitos contra acções e obrigações. As empresas de capital privado podem contrair empréstimos para adquirir uma empresa (muitas vezes fazendo uma oferta para comprar todas as suas acções aos seus detentores actuais), dando a própria empresa como garantia. O resultado destes empréstimos com base em garantias é o direcionamento do crédito bancário para os mercados imobiliário e financeiro.

Esta é a essência das bolhas financeiras. Quanto maior for a oferta de crédito, maior será a subida dos preços. Foi o que aconteceu com o sector imobiliário dos EUA desde 1945 e com os preços das acções desde o advento das aquisições alavancadas na década de 1980. Pode dizer-se que a atual desindustrialização endividada dos Estados Unidos e de outras economias ocidentais é o resíduo de uma economia de bolha financeirizada que durou 80 anos.

Não precisava de ser assim. Como já foi mencionado, a China financiou o seu arranque industrial através da criação de crédito público para financiar o investimento de capital tangível e a construção de imóveis ainda não existentes. A ideia era criar nova formação de capital e construir novos edifícios, e não obter ganhos financeiros com o aumento dos preços desses activos. A atual política ocidental de financeirização das economias é algo muito diferente do que foi imaginado pelo capitalismo industrial do século XIX.

A ideia da banca alemã e da Europa Central, pelo menos até à Primeira Guerra Mundial, era industrializar o sistema financeiro para fornecer crédito destinado à formação de novo capital, em grande parte numa parceria entre os bancos, o governo e a indústria pesada. Mas o Ocidente atual financeirizou a indústria, e não o contrário.

Tudo isto está muito longe de ser a forma como o crédito conduziu, no antigo Próximo Oriente, à instituição do dinheiro como meio de denominar as dívidas que a população contraía, principalmente junto das grandes instituições palacianas e dos templos, para as dívidas agrárias de cevada, ou para o adiantamento de dinheiro ou consignação de bens aos comerciantes, com a sua avaliação (e o pagamento devido) denominada em prata. Tracei a forma como o sistema monetário e de crédito evoluiu para um sistema financeiro completo desde o antigo Médio Oriente, passando pela Grécia e Roma, as Cruzadas e a criação de Estados fiscais nos séculos XVII e XVIII. A linha geral da evolução foi desde o dinheiro criado pelo Estado até ao Estado fiscal moderno, criado principalmente com o objetivo de minimizar o risco para os credores que faziam empréstimos de guerra.

A inversão, pelo papado, da oposição cristã à usura, com o objetivo de organizar o financiamento da guerra

Na Antiguidade, os governos eram credores e não devedores. O endividamento real só ocorreu com a tentativa da Igreja Romana de colocar os outros reinos cristãos sob o controlo do papado. Para tal, era necessário recorrer à força armada e os exércitos necessitavam de financiamento. As Cruzadas e as numerosas outras guerras travadas pelo papado foram dirigidas principalmente contra outros cristãos na Alemanha, em França (os cátaros), na Sicília, nos Balcãs e no Império Bizantino. O financiamento dos feudos dos senhores da guerra de Roma para combater estas guerras deu início à financeirização do Ocidente. Estes empréstimos eram feitos a juros, dando origem a uma classe internacional de comerciantes e banqueiros – bem como invertendo a oposição cristã à usura/juros.

Desde o início das Cruzadas, em 1095, até ao século XVI, a Igreja Romana foi o poder organizador unipolar da Europa Ocidental. Os papas tratavam os reis seculares como seus vassalos e tentaram obter o controlo dos outros quatro patriarcados da cristandade: Constantinopla, Antioquia, Alexandria e Jerusalém, conhecidos coletivamente como a Igreja Ortodoxa Oriental.

No final do primeiro milénio, Constantinopla era de longe a potência dominante, a Nova Roma e, por conseguinte, o seu imperador era o “verdadeiro” imperador romano. A velha Roma e o seu papado pareciam ser meros vestígios do cristianismo primitivo, tendo descido tão baixo no século X que até os historiadores católicos se referem ao papado como a Pornocracia (Regra das Meretrizes), sob o controlo das principais famílias de Tusculum (nas colinas suburbanas de Roma), que o tratavam como propriedade pessoal local, sem grande dimensão religiosa. Este declínio levou a um movimento de reforma, em grande parte por parte dos alemães, que rapidamente evoluiu para um plano imperial, não só para cristianizar o papado, mas também para ganhar o controlo de toda a cristandade, como parte de uma grande transformação unipolar, que começou com o Grande Cisma de 1054, que separou a cristandade romana da Igreja Ortodoxa Oriental. Os Ditames Papais de 1075 descrevem em pormenor as tácticas desta tomada de poder.

O problema com este plano imperial era como conquistar esta autoridade inerentemente adversária sem um exército ou dinheiro para contratar mercenários. As terras da Igreja eram maiores do que as propriedades reais em toda a Europa, mas elas e as suas receitas estavam sob controlo local para apoiar a caridade e outras actividades sociais. O que Roma tinha era a autoridade para nomear e santificar os reis da sua escolha e excomungar os opositores às exigências romanas de apoio militar e financeiro.

Durante o século XI, mercenários e salteadores normandos deslocaram-se para sul, através de França, em direção a Itália. Em 1061, o Papa Nicolau II recrutou o senhor da guerra Robert Guiscard, concordando em torná-lo rei se este conquistasse a Sicília e o sul de Itália e a tornasse um feudo do papado. Um acordo semelhante foi feito com Guilherme, o Conquistador, em 1066, para liderar um exército da Normandia para Inglaterra e jurar fidelidade a Roma. Estes dois feudos dos papas concordaram em pagar tributo e deixar Roma nomear os bispos nos seus reinos, dando a Roma o controlo das suas receitas.

Os reis da Alemanha não eram senhores da guerra instalados por Roma. Eram eleitos pelos príncipes alemães e tinham o título de Sacro Imperador Romano-Germânico e de Rei de Itália. Tendo tentado reformar o papado no final do século X e início do século XI, resistiram ao controlo papal dos seus bispados e finanças. Nomearam os seus próprios bispos e tentaram absorver a Igreja alemã na administração civil, em vez de lhe concederem independência teocrática.

A questão do controlo papal sobre a nomeação dos bispos responsáveis pelas receitas das igrejas locais levou a uma luta pela investidura entre Roma e os reis estrangeiros e, internamente, entre os reis e a sua nobreza, em resposta às exigências romanas de impostos reais para financiar o papado imperial. Quando os barões de Inglaterra redigiram a Magna Carta, em 1215, para lhes dar o direito de impedir o rei João de impor impostos sem o seu consentimento, o rei pediu ao Papa Inocêncio III que excomungasse esses barões por se oporem ao seu domínio divino. Inocêncio assim o fez, emitindo uma bula que anulava a Carta Magna e apoiava o direito divino dos reis de não permitirem que a sua nobreza limitasse a sua capacidade de impor impostos para financiar as guerras de Roma contra outros países cristãos. Mas isso teve pouco efeito para travar a resistência interna à tributação real.

As guerras necessitavam de financiamento estrangeiro, porque a capacidade dos reis para tributar era de facto limitada por essa resistência interna. Os cronistas da época descreveram a forma como os emissários papais apresentaram ao filho de João, Henrique III, bulas papais assinadas em branco, que serviam de notas promissórias, comprometendo-o a contrair empréstimos junto de banqueiros italianos que Roma patrocinava para fornecer o dinheiro necessário ao pagamento de tropas para atacar os alemães e lutar contra outros cristãos, especialmente contra terras que aderiam ao cristianismo ortodoxo oriental.

Mais concretamente, em 1227, Inocêncio IV excomungou Frederico II da Alemanha e, em 1245, ordenou a Henrique III que contraísse um empréstimo junto de banqueiros mercantis de Florença, a pagar através da cobrança de impostos ao seu país para financiar uma guerra contra o controlo alemão do Sul de Itália. Este foi o início do apoio papal à banca italiana e conduziu a uma guerra civil em Inglaterra, depois de o Parlamento ter procurado reforçar a Carta Magna, elaborando as Provisões de Oxford.

O Papa Alexandre IV anulou estas disposições e emitiu uma bula excomungando os seus apoiantes. Roma ganhou a guerra civil e impediu que o Parlamento desenvolvesse o poder de bloquear as dívidas de guerra que os reis seculares eram obrigados a assumir.

Como já foi mencionado, havia cinco patriarcados da cristandade e Roma era o menos importante nas vésperas do século XI. O centro era Constantinopla. Roma excomungou repetidamente os seus patriarcas na sua tentativa de os controlar, bem como as suas finanças. As Cruzadas foram travadas principalmente contra a maioria dos cristãos e o seu objetivo era impor o controlo romano sobre toda a cristandade.

Os papas reconheceram que, se iam entrar em guerra, precisavam de organizar o financiamento da guerra (como explicado acima), e isso exigia a inversão do ensinamento mais básico de Jesus e dos seus primeiros seguidores cristãos. Roma teve de alterar a oposição cristã à usura porque as famílias de comerciantes que se tornaram banqueiros que financiavam as guerras do papado insistiam em cobrá-la. Os escolásticos, académicos cristãos, criaram uma diferença escolástica entre juros e usura. A usura foi redefinida como “juro” quando os cristãos o cobravam, pelo menos para fins abençoados por Roma, encabeçados pelos empréstimos de guerra. Foi com o mesmo espírito que o Presidente Nixon disse que “quando o Presidente o faz, não é crime”.

O efeito foi legitimar o crescimento de grandes famílias de banqueiros que enriqueciam constantemente emprestando aos reis para fazerem a guerra. Após o fim das Cruzadas, em 1291, o poder do papado começou o seu longo declínio. Mas tinha dado origem a uma classe financeira, cujo crescimento, com o tempo, acabou por ofuscar o de Roma. O principal efeito a longo prazo do movimento de reforma papal e das suas Cruzadas foi, portanto, inverter o ensinamento moral fundamental do cristianismo, que se opunha à usura, no processo de criação de um novo cristianismo imperial e intolerante.

A criação de Estados fiscais parlamentares comprometidos com o pagamento de dívidas de guerra

A partir do início do século XIV, o rei francês Filipe IV rompeu com a Igreja, patrocinou o que se tornou uma série de papas de Avinhão e confiscou a riqueza da ordem bancária dos Cavaleiros Templários da Igreja (bem como a dos judeus e dos lombardos em França). Durante os dois séculos que se seguiram, os reis seculares tornaram-se ainda mais clientes dos banqueiros, contraindo empréstimos para combater as suas próprias guerras seculares.

No final do século XVI e no início do século XVII, os banqueiros e os reis europeus tiveram o mesmo problema que a América Latina teve na década de 1980 e que tem atualmente: Não conseguiam pagar as dívidas que cresciam a juros compostos, uma vez que as dívidas vencidas eram simplesmente roladas, com juros adicionados ao capital. A única forma de os banqueiros os manterem à tona era continuarem a emprestar-lhes o dinheiro para pagarem, pelo menos, os juros que estavam a acumular.

O problema para os banqueiros era que, se não emprestassem aos reis o dinheiro para pagar, estes seriam obrigados a entrar em incumprimento. Isso teria impedido os Fuggers e outros banqueiros de pagarem aos seus próprios depositantes. Por isso, emprestaram aos reis de Espanha e de França novos empréstimos de guerra, à espera de um milagre. É o que se chama a “fada da confiança”.

A única propriedade a que os reis podiam recorrer para pagar as suas dívidas era o domínio real, que era a propriedade privada do rei. Mas os outros rendimentos e bens do reino não podiam ser penhorados unilateralmente pelo rei. As dívidas reais não tinham verdadeiramente um carácter “público”; eram apenas as do sector palaciano. Não existia verdadeiramente um “Estado” ou “dívidas do Estado” nos termos modernos. Os reis só tinham o direito de tributar se a nobreza concordasse, embora pudessem impor impostos especiais de consumo ao comércio externo. Por isso, os credores ajudavam-nos a organizar monopólios comerciais para pagar as dívidas reais, mas mesmo assim não havia dinheiro suficiente para se manterem solventes.

As grandes casas bancárias aperceberam-se de que estavam condenadas a perder o dinheiro que emprestavam a reis que não tinham recursos para pagar. Olhando para a Europa, descobriram que havia outro modelo para os devedores nas pequenas cidades italianas com governo autónomo. Eram as comunas, como Florença e Génova, e as cidades holandesas. Estas comunas eram geridas coletivamente por líderes eleitos. Os líderes tinham o poder de penhorar coletivamente a riqueza dos membros da comuna como garantia para pagar as dívidas de guerra que tinham de assumir para se defenderem dos franceses e de outros reis católicos que tentavam conquistá-los.

Perante este novo tipo de acordo, os banqueiros viram que o que precisavam para minimizar o risco dos seus empréstimos era de um tipo de Estado que pudesse fazer a nível nacional o que estas comunas autónomas italianas e holandesas estavam a fazer. A Holanda respondeu devidamente, tornando-se uma confederação dessas comunas, e os holandeses foram convidados a ir a Inglaterra para criar o tipo de Estado fiscal parlamentar que tinha o poder de fazer o que os reis não podiam fazer:   nomeadamente, empenhar todo o poder fiscal nacional para pagar as dívidas que contraíssem.

Esta foi a origem do Estado fiscal moderno. Ele satisfazia as condições exigidas pela classe bancária internacional. Os domínios reais do feudalismo não eram verdadeiros Estados, mas feudos reais. Os Estados fiscais modernos têm o poder de cobrar impostos nacionais, muito para além do poder fiscal dos reis para penhorar a sua própria propriedade. O Estado moderno foi criado, acima de tudo, como uma organização fiscal à qual os credores estariam dispostos a emprestar o dinheiro necessário para se defender. Foi assim que os Estados protestantes do norte da Europa obtiveram o dinheiro para lutar pela sua independência das monarquias católicas europeias.

As suas estruturas políticas para conseguir a responsabilidade colectiva pelas dívidas evoluíram para democracias. O resultado foi mais do que um novo tipo de Estado; surgiu um sistema financeiro supranacional, acima dos Estados-nação, que se viram obrigados a adotar sistemas fiscais e jurídicos pró-credores para obterem os empréstimos de que necessitavam para sobreviver ou travar as suas guerras de conquista.

A Inglaterra tomou a dianteira no desenvolvimento da banca a nível nacional, com a grande inovação monetária de utilizar a dívida pública como ativo dos bancos para apoiar os empréstimos comerciais destinados a expandir a sua economia.

Tudo isto significa que foi realmente o sector financeiro que politizou o seu poder económico para criar o tipo de Estado com regras pró-credor que temos hoje. O Próximo Oriente da Idade do Bronze tinha uma realeza capaz de anular dívidas, fazer a guerra e impedir o desenvolvimento de uma oligarquia. Os novos Estados nacionais da Holanda, da Inglaterra, do Norte da Europa e de todos os Estados ocidentais actuais têm poder fiscal, mas não a capacidade política de impedir o desenvolvimento de oligarquias. Apoiam uma oligarquia financeira cosmopolita cujos créditos e ideologia limitam o poder dos Estados modernos. Estes novos Estados são fortes. Quando libertários como Ronald Reagan dizem que são contra o Estado, querem um Estado suficientemente forte para esmagar os devedores, não suficientemente forte para proteger o bem-estar público das reivindicações dos credores.

Os credores querem que o Estado seja suficientemente forte para lhes impor o pagamento; suficientemente forte para colocar os interesses das alianças de credores nacionais e estrangeiros acima do crescimento da economia nacional. Portanto, continuamos a ter a mesma luta eterna sobre o que é prioritário: A economia crescerá e será livre, ou os credores terão o “direito” ou o poder de a reduzir à dependência da dívida?

Os artigos académicos que escrevi sobre a posse da terra, o dinheiro e as origens da empresa e da cobrança de juros traçam este denominador comum da forma como a civilização tem lidado com o crédito e a dívida. Quando se olha para a civilização como a expressão política do crédito e da dívida ou das relações, então reconhece-se que isto é tão importante para a história da civilização como o sexo o era para Freud.

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