segunda-feira, 27 de outubro de 2025

Pepe Escobar: Y la caravana china de los cinco años sigue su camino

 


El Partido Comunista Chino necesita redefinir su modernidad reafirmando su misión, enfatizando sus aspiraciones originales y reviviendo su naturaleza revolucionaria”.

Pepe Escobar, geopolítico itinerante

Cuatro días en Pekín. El cuarto pleno del XX Comité Central del Partido Comunista de China fue realmente digno de ver.

La metodología importa. Lo que ocurrió durante estos cuatro días fue que los delegados debatieron y luego adoptaron «recomendaciones» que conducen al XV Plan Quinquenal de China . Un comunicado estableció los vectores básicos que debían abordarse. El plan completo solo se conocerá en detalle el próximo marzo, cuando sea aprobado por las llamadas “Dos Sesiones” en Pekín.

Vayamos directo al grano: así funciona China: planifica todo meticulosamente con antelación, con objetivos claros y supervisión meritocrática. La terminología —metafórica— permite cierto margen de maniobra: todos son conscientes de los fuertes vientos, olas embravecidas y tormentas furiosas que se avecinan, tanto a nivel nacional como internacional. Pero la determinación estratégica no flaqueará.

Los vectores clave para el liderazgo de Beijing incluyen “fortalecer la agricultura”, “beneficiar a los agricultores” y “lograr la prosperidad rural”, junto con el progreso de una “nueva urbanización centrada en la gente”.

En el tablero de ajedrez global, Pekín seguirá enfatizando el poder del «sistema multilateral de comercio». Como el polo opuesto de Trump 2.0.

Los principales objetivos del XV Plan Quinquenal son bastante claros. Entre ellos: avances en el desarrollo de alta calidad; mejorar la autosuficiencia científica y tecnológica; un notable progreso cultural y ético en toda la sociedad, de corte confucianista; y el fortalecimiento de la seguridad nacional.

En resumen: la principal prioridad del liderazgo chino es construir un sistema industrial modernizado. Es decir, un sistema económico mixto, productivo y no especulativo, que impulse el desarrollo rural, urbano y tecnológico.

Hacia un “mercado nacional unificado” de ultraalta tecnología

Ha habido muchísimos ejemplos prácticos y gráficos en toda China de lo que se ha logrado hasta ahora. El mes pasado, tuve el privilegio de presenciar de primera mano el auge del socialismo con características chinas en términos de desarrollo sostenible en Xinjiang . Xinjiang es ahora un centro de tecnología de la información y líder en energía limpia, con exportaciones al resto de China.

Además, están los logros tecnológicos de «Hecho en China 2025», lanzado hace 10 años, y que ya sitúa a China como líder tecnológico en al menos 8 de 10 campos científicos. También , existen programas clave que muchos chinos desconocen, con especial énfasis en el Programa 973 y el Proyecto 985.

El Programa 973, lanzado en 1997, es el Programa Nacional de Investigación Básica que busca obtener una ventaja tecnológica y estratégica en diversos campos científicos, especialmente en el desarrollo de la industria de tierras raras. Este programa, sin duda, elevó a China a la cima de la competitividad científica mundial.

El Proyecto 985 se lanzó en 1998 para desarrollar un selecto grupo de universidades de primer nivel a un nivel de clase mundial. De ahí el surgimiento de Tsinghua, Pekín, Zhejiang, Fudan y el Instituto Tecnológico de Harbin, entre otras, como líderes mundiales en ingeniería, informática, robótica y aeroespacial, incluyendo avances clave en IA, computación cuántica y energías renovables. ¿Ivy League y Oxbridge? Olvídenlo: la verdadera clave son las universidades chinas.

Otro proyecto clave es el Corredor de Ciencia e Innovación del G60, que conecta nueve ciudades en el delta del río Yangtsé de China. Estas ciudades aportaron casi el 2,2 % del valor añadido manufacturero mundial tan solo el año pasado. Esa es, en efecto, la planificación económica estratégica de China que impulsa el progreso tecnológico.

En una conferencia de prensa, funcionarios del Comité Central señalaron algunos aspectos básicos que, obviamente, el Occidente fragmentado ignora por completo, pero no así amplios sectores del Sur Global. En particular, el hecho de que los Planes Quinquenales se consideran una de las principales ventajas políticas de China.

La formulación del próximo plan, como es habitual en China, incluye sugerencias de todos los niveles de la sociedad. A partir de ahora, los impulsores del mercado incluirán necesariamente la infraestructura informática, la conducción inteligente y la fabricación inteligente. Y, previsiblemente, hasta 2035, se hará especial hincapié en la tecnología cuántica, la biofabricación, el hidrógeno, la fusión nuclear, las interfaces cerebro-computadora, la inteligencia artificial y el 6G, sin olvidar la IA.

Conceptualmente, China se centrará en su inmenso mercado interno: lo que se define como el “mercado nacional unificado”.

Se hizo especial hincapié en la iniciativa de Beijing para combatir la “involución”, es decir, la competencia intraindustrial que ha causado problemas a varios sectores chinos.

En cuanto a las espinosas relaciones entre Estados Unidos y China, los funcionarios del Comité Central se mostraron inflexibles: la atención se centrará en el diálogo y la cooperación, en lugar de la disociación y la fragmentación. Ambas partes se reúnen en Malasia en estos momentos, al margen de la cumbre de la ASEAN. Sin embargo, las perspectivas de un acuerdo comercial de amplio alcance son escasas.

Cómo entender la evolución del sistema político chino

La conclusión clave: el XV Plan Quinquenal abarcará el período 2026-2030. Pekín pretende reforzar todo lo logrado hasta la fecha, con un enfoque nítido a largo plazo: alcanzar la denominada «modernización socialista» para 2035.

Basándome en lo que vi personalmente en Xinjiang el mes pasado, en comparación con mis visitas anteriores (la última fue hace más de una década), no hay ninguna duda de que lo harán.

Es crucial examinar cómo dos destacados académicos chinos explican la evolución del sistema político chino. Merece la pena citar extensamente las secciones relevantes:

Si bien el sistema tradicional no era inmune al cambio, el objetivo de estos cambios era mantener el statu quo, impidiendo cambios revolucionarios. Tras la dinastía Han, la política de abolir todas las escuelas de pensamiento y defender únicamente el confucianismo suprimió ideológicamente cualquier factor que pudiera catalizar un cambio político significativo. 

El confucianismo se convirtió en la única filosofía dominante, y su propósito principal era mantener el poder. El filósofo alemán moderno Hegel argumentó que «China no tiene historia». De hecho, durante miles de años, desde el emperador Qin Shihuang hasta finales de la dinastía Qing, China experimentó solo una sucesión de dinastías, no un cambio en sus instituciones fundamentales. 

El concepto de Marx del «modo de producción asiático» se alinea con las ideas de Hegel. Académicos chinos como Jin Guantao también tienen esto en mente cuando utilizan el término «estructura superestable». Se podría argumentar que esto refleja la vitalidad del sistema político tradicional, o que China careció de cambios estructurales durante miles de años.

El sistema político actual es bastante diferente, principalmente porque la Ilustración estableció firmemente el concepto de progreso: que la sociedad puede progresar y que el progreso es infinito. Desde la revolución de Sun Yat-sen hasta el Partido Nacionalista de Chiang Kai-shek y, posteriormente, el Partido Comunista, generaciones de chinos han buscado el cambio, compartiendo el mismo objetivo: transformar China y lograr el progreso. 

Durante la Ilustración moderna, la ética individual confuciana que sustentaba el antiguo sistema fue objeto de las críticas y los ataques más radicales. Sin embargo, aunque la antigua ética ya no es viable, diversas facciones políticas no han llegado a un consenso sobre el futuro. ¿Qué tipo de cambio necesita China? ¿Cómo debería impulsarse? ¿Cuál es el propósito del cambio? Diversas fuerzas políticas tienen opiniones divergentes.

Lo que ha hecho el Partido Comunista Chino, argumentan los dos académicos, es de hecho bastante revolucionario, pues busca un cambio radical: 

«Esta es la revolución socialista que ha perseguido desde su fundación, utilizando la revolución para derrocar al antiguo régimen, transformar profundamente la sociedad y establecer un sistema completamente nuevo. Naturalmente, esto también conduce a las diversas contradicciones que enfrenta China hoy en día, en particular el conflicto entre la filosofía confuciana tradicional y el marxismo-leninismo. El primero se centra en mantener el statu quo o adaptarse para sobrevivir, mientras que el segundo busca un cambio constante».

Desde mediados de la década de 1990, el Partido Comunista Chino ha acelerado su transformación de partido revolucionario a partido gobernante (…). Una cosa está clara: si un partido político gobierna simplemente por gobernar, inevitablemente decaerá. Esto es evidente en la historia del régimen comunista en la Unión Soviética y Europa del Este, así como en la experiencia histórica y actual de los partidos políticos occidentales que calculan su legitimidad en función de los votos.

Tras la reforma y la apertura, el Partido Comunista Chino redefinió su modernidad, buscando alcanzar el objetivo revolucionario original de resolver el problema del «empobrecimiento universal». Sin embargo, al redefinir la modernidad, el Partido también se esforzó por preservar la «naturaleza revolucionaria» del partido gobernante (…) 

En términos de desarrollo económico, la economía orientada al PIB desempeñó un papel invaluable, transformando la situación de «socialismo de pobreza» de China en tan solo unas décadas. 

Para el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China en 2012, China se había convertido en la segunda economía más grande del mundo y la mayor nación comercial, con un PIB per cápita que se disparó de menos de 300 dólares a principios de la década de 1980 a 6000 dólares. Más importante aún, China sacó a más de 700 millones de personas de la pobreza absoluta.

La conclusión, sin embargo, es ineludible y es inherente a la forma en que Beijing está enmarcando su evolución política actual: “El Partido Comunista Chino necesita redefinir su modernidad reafirmando su misión, enfatizando sus aspiraciones originales y reviviendo su naturaleza revolucionaria”.

Después de todo, como señalan los dos académicos, «en China, los partidos políticos son el sujeto de la acción política, y esta acción no se limita a la supervivencia y el desarrollo, sino a liderar el desarrollo nacional en todos los aspectos (…) El partido gobernante debe definir proactivamente su propia modernidad mediante la acción, persiguiéndola y lográndola. Al renovar y definir constantemente su modernidad, el partido gobernante puede mantener su sentido de misión al liderar el desarrollo social mientras se renueva constantemente».

Difícilmente podría haber un resumen más claro de por qué el socialismo con características chinas es único en su clase a la hora de traducir decisiones políticas en objetivos de desarrollo sostenible. Complételo con el sucinto análisis del multimillonario de Hong Kong, Ronnie Chan, sobre la inevitabilidad del ascenso —de nuevo— de China.

El contrapunto es que China ha dejado de ser la prioridad clave del Pentágono. El director de circo se ve obligado a ceder la competencia estratégica global a China. Olvídense de «ganar» una guerra tecnológica/comercial contra China, especialmente después de la operación de tierras raras de Sun Tzu.

Mientras tanto, los perros de contención ladran mientras la caravana china de los Cinco Años sigue adelante.

Em

OBSERVATORIO DE LA CRISIS

 https://observatoriocrisis.com/2025/10/26/pepe-escobar-y-la-caravana-china-de-los-cinco-anos-sigue-su-camino/

26/10/2025 

sábado, 25 de outubro de 2025

"Bolhas" e capitalismo neoliberal – A tendência imanente para a estagnação

 


Prabhat Patnaik [*]

Algumas bolhas do passado.

O capitalismo neoliberal tem uma tendência imanente para a estagnação, que surge devido ao funcionamento de dois fatores:   o primeiro é o aumento da desigualdade de rendimentos que ele gera continuamente; uma vez que os pobres consomem a maior parte dos seus rendimentos, enquanto os ricos «pouparam» (ou seja, não consumiram) a maior parte deles, a procura de consumo e, consequentemente, a procura agregada global tendem a ficar aquém do crescimento da produção, resultando num aumento do desemprego e da capacidade não utilizada, o que leva a uma desaceleração da economia.

Esta tendência contínua para o aumento da desigualdade de rendimentos surge do facto de, devido à mobilidade do capital através das fronteiras nacionais, os salários por todo o mundo terem de sofrer as consequências nefastas das enormes reservas de mão-de-obra do terceiro mundo; e a dimensão relativa dessas reservas não diminui, apesar da relocalização do capital do Norte Global. Por um lado, a retirada do apoio estatal à pequena produção e à agricultura camponesa força os produtores em dificuldades desses setores a se mudarem para as cidades em busca de emprego, aumentando assim o número de candidatos a emprego; por outro lado, o aumento da taxa de crescimento da produtividade do trabalho que é imposto a todos os países devido à “liberalização” do comércio, através da adoção de novos processos e produtos, mantém baixo o número de novos empregos criados. Os salários reais em todo o mundo ficam, portanto, aquém da produtividade do trabalho, causando um aumento na participação do excedente econômico na produção de cada país e na produção mundial como um todo; o aumento observado na desigualdade de renda é uma manifestação empírica desse fenômeno e constitui a razão básica para a tendência à estagnação sob o capitalismo neoliberal.

O segundo fator subjacente à concretização desta tendência é a incapacidade da intervenção estatal para corrigir esta deficiência da procura agregada em relação à produção realizável. Esta intervenção estatal era aquilo em que John Maynard Keynes, o mais importante economista burguês do século XX, depositava as suas esperanças. Mas, como a intervenção estatal para produzir resultados deve significar maiores gastos públicos financiados por um défice fiscal ou pela tributação dos ricos (a outra alternativa, de tributar os trabalhadores e gastar os rendimentos, não implica um aumento na procura agregada, uma vez que os trabalhadores consomem a maior parte do seu rendimento de qualquer maneira), e como ambos os meios de financiar os gastos públicos são rejeitados pelas finanças globalizadas e, portanto, descartados, a solução keynesiana deixa de funcionar. A tendência para a estagnação resultante da sobreprodução em relação à procura no capitalismo neoliberal não tem, portanto, qualquer contrapeso eficaz no curso normal.

Mas é aqui que entram as «bolhas». A especulação no mercado de ativos ou direitos sobre ativos faz subir os seus preços às alturas, o que incentiva investimentos adicionais nesses setores (devido à facilidade de obter financiamento) e consumo adicional por parte dos detentores desses direitos (que se sentem extremamente ricos e, portanto, consomem mais, mesmo que grande parte dessa riqueza seja, na verdade, fictícia). Assim, embora a bolha dos preços dos ativos seja principalmente um fenómeno financeiro, ela tem um efeito na economia real. E essas bolhas desempenham o papel de fornecer um contrapeso temporário à tendência para a estagnação no capitalismo neoliberal.

Essas bolhas não negam a tendência para a estagnação; elas não introduzem uma tendência de crescimento a longo prazo. Elas ocorrem de tempos em tempos e introduzem uma onda temporária em torno da tendência de crescimento antes de desaparecerem. Durante a ascensão da bolha, haveria alguma melhoria no desempenho da economia real, assim como quando a bolha colapsa e uma crise financeira se segue, o desempenho da economia real sofreria um revés. É claro que uma bolha não surge do nada; ela está tipicamente associada à introdução de alguma nova tecnologia, na forma de algum novo produto (ou processo). A euforia gerada pela nova tecnologia se traduz em uma bolha que então se metamorfoseia em um fenômeno especulativo, onde o foco não é mais o que a nova tecnologia traria, mas como outros especuladores se comportariam.

O economista austro-americano Joseph Schumpeter percebeu corretamente que a tecnologia era introduzida em ondas, mas cometeu um grave erro ao não reconhecer o fenómeno da deficiência da procura agregada e a consequente tendência para a sobreprodução, e como isso, por sua vez, afeta a forma e a natureza da onda através da qual a tecnologia é introduzida. Uma consequência disso foi a sua visão de que a economia está sempre em pleno emprego (a onda causada pela introdução de novas tecnologias afetando apenas os preços e não o emprego), de modo que, quando a onda finalmente termina e a poeira assenta, os trabalhadores ficam decididamente em melhor situação devido à maior produtividade do trabalho que a nova tecnologia trouxe, cujos benefícios lhes são revertidos na forma de salários mais altos. Infelizmente, esse quadro idílico não se sustenta, um ponto cuja importância veremos em breve.

Essa suspensão temporária da tendência para a estagnação sob o capitalismo neoliberal havia sido proporcionada por duas bolhas anteriores, ambas ocorridas nos EUA:   a bolha das dot.com da década de 1990 e a bolha imobiliária que se seguiu quase imediatamente depois (essa sucessão imediata foi deliberadamente orquestrada, em certa medida, por Alan Greenspan, então presidente do Federal Reserve Board, o banco central dos EUA). Após o colapso da bolha imobiliária, a economia mundial mergulhou numa estagnação prolongada, agravada na sua fase inicial pelos efeitos colaterais do colapso dessa bolha. Não é de surpreender que a taxa de crescimento da economia mundial durante a década de 2012-21 (ou seja, após a reversão da queda induzida pela pandemia) tenha sido inferior às taxas de crescimento das três décadas anteriores, 1982-91, 1992-2001 e 2002-2011, que por sua vez foram inferiores às das décadas do período pós-guerra.

Há uma impressão de que a bolha da Inteligência Artificial atualmente em curso não só irá compensar a tendência para a estagnação no presente, mas também o fará de forma mais sustentada. Esta percepção, porém, é completamente errada. Se bem que a dimensão da bolha da IA em termos financeiros seja bastante significativa, o seu impacto na economia real não o é; na verdade, há dois pontos a serem observados sobre o impacto da bolha da IA na economia real.

Primeiro, o seu impacto na totalidade da economia real dentro dos próprios EUA, embora positivo, é bastante marginal. De acordo com o Bureau of Labor Statistics dos EUA, a taxa de desemprego juvenil naquele país em julho de 2025 era de 10,8%, o que não só era alto em si mesmo, mas representava um aumento em relação a julho de 2024, quando era de 9,8%. Por outras palavras, o impulso ao nível de atividade na economia real proporcionado pela bolha da IA hoje não é significativo o suficiente para causar uma queda na taxa de desemprego juvenil em relação ao ano anterior.

Além disso, e este é o segundo ponto a ser observado, quando essa bolha estourar, como inevitavelmente acontecerá, haverá um aumento substancial na taxa de desemprego nos EUA; isso ocorreria por três razões:   primeiro, o efeito do estouro da bolha (e mesmo que não houvesse bolha especulativa, mas apenas a introdução da tecnologia em uma onda, o efeito do refluxo dessa onda), que seria da natureza de uma recessão cíclica no emprego;   segundo, o efeito da própria IA na redução do emprego, mesmo em tempos normais (ou seja, mesmo que não houvesse uma recessão cíclica); e   terceiro, o efeito da redução dos rendimentos dos empregados como um todo (uma vez que os salários não aumentariam enquanto o emprego caísse) sobre a procura agregada e, portanto, sobre o nível de atividade (isso é o que os economistas chamam de “efeito multiplicador”). Mesmo quando o primeiro desses efeitos tiver diminuído, o segundo e o terceiro continuarão, e garantirão que a consequência líquida a longo prazo da introdução da IA teria sido um aumento significativo do nível permanente de desemprego, o que acentuará ainda mais a tendência para a estagnação do capitalismo neoliberal.

Nada demonstra mais claramente do que a introdução da IA a irracionalidade do capitalismo como modo de produção e a superioridade inquestionável do socialismo sobre ele. Uma inovação tecnológica que, numa economia socialista, seria absorvida através de um aumento do lazer para todos, sem qualquer queda nos salários reais, e que, além disso, aumentaria a capacidade humana, causa diretamente uma redução do emprego, uma redução dos salários reais devido a isso e uma acentuação de ambas as reduções (no emprego e nos salários reais) através dos seus efeitos multiplicadores via redução da procura agregada.

26/Outubro/2025

sábado, 18 de outubro de 2025

O fascismo é um fenómeno totalmente moderno

 


Prabhat Patnaik [*]

O fascismo indiano arregimenta os jovens.

Em todo o mundo, há um aumento das forças fascistas. Isso inclui também a Índia, onde os elementos fascistas Hindutva não só estão em ascensão, mas também no poder há mais de uma década. O pensamento liberal e progressista no país tem-se preocupado em analisar as razões para este aumento do supremacismo hindu, que trata uma comunidade minoritária como «a outra», gera ódio dentro da comunidade maioritária contra ela e tenta destruir o caráter secular e democrático do sistema político previsto na Constituição.

Um certo número de razões são aduzidas para o surgimento desse fenômeno. Dentre elas incluem-se:   a campanha massiva e implacável da RSS para estabelecer instituições educacionais através das quais é disseminada uma ideologia comunitária tóxica até mesmo entre as crianças; o fomento enérgico do comunal-fascismo entre a comunidade majoritária através do movimento Babri Masjid, que provocou primeiro a demolição da mesquita de cerca de 400 anos e posteriormente a construção de um templo no seu lugar; o declínio do ethos laico que fora defendido pela luta anticolonial; o legado da partição, que é útil para manter viva a divisão comunal no país; e assim por diante.

O tema comum subjacente a toda esta discussão tem sido que, na Índia, o crescimento de uma cultura e tradição sincréticas não eliminou completamente a divisão religiosa-comunal entre as pessoas; e embora a luta anticolonial e a Constituição que surgiu após a independência tenham expressado a tradição anterior, a persistência da divisão religiosa-comunal dá aos adeptos do Hindutva a oportunidade de prosseguir a sua agenda, que eles aproveitaram no presente. Em outras palavras, essa discussão situou o Hindutva na história, vendo-o como um retrocesso a uma tendência subjacente à evolução histórica da Índia.

Embora esta análise tenha muitos insights perspicazes, ela é crucialmente incompleta. Para começar, ela não leva em conta o facto de que o surgimento do Hindutva na Índia na conjuntura atual faz parte de uma tendência global em direção ao fascismo. Milei na Argentina, Meloni na Itália, Orban na Hungria, Trump nos EUA, Modi na Índia, Erdogan na Turquia e Netanyahu em Israel (embora este último se encontre numa categoria particularmente repugnante) têm algo em comum e fazem parte de uma tendência global para a ascensão do fascismo; e onde os elementos fascistas não conquistaram o poder, são poderosos o suficiente para bater à sua porta de uma forma sem precedentes na memória recente, como Marine Le Pen em França e a AfD na Alemanha. Uma explicação específica puramente indiana para a atual ascensão do Hindutva é, portanto, crucialmente inadequada.

Esta discussão sobre o Hindutva é crucialmente incompleta também num segundo sentido, ou seja, ela é completamente desprovida de qualquer âncora na análise de classe. Os adeptos tradicionais do Hindutva encontravam-se significativamente entre lojistas, pequenos comerciantes e similares, amplamente caracterizados como a pequena burguesia. Mas quando os elementos do Hindutva chegam ao poder, isso significa que a pequena burguesia conquistou o poder? Em resumo, como se explicaria a ascensão dos elementos do Hindutva em termos de classe?

Ambos os aspetos incompletos podem ser satisfatoriamente completados quando reconhecemos o Hindutva como um fenómeno totalmente moderno. Na verdade, precisamos reconhecê-lo como a versão indiana de uma onda fascista que é, em si mesma, um fenómeno totalmente moderno. É certo que os próprios elementos fascistas têm uma visão pré-moderna. O seu total abandono da razão e a sua crença supersticiosa em certos supostos desenvolvimentos históricos para os quais não só não há evidências, mas que são, na verdade, contraditados por evidências, marcam-nos como imbuídos de uma atitude pré-moderna e pré-científica; mas nada disso explica a súbita ascensão mundial dos movimentos fascistas, a menos que levemos em conta o facto de que todos esses movimentos são atualmente apoiados pelo segmento mais poderoso da burguesia, ou seja, a burguesia monopolista. Sendo o surgimento e o domínio do capital monopolista em si um fenómeno moderno (Lenine datou a transição do capitalismo competitivo para o capitalismo monopolista no início do século XX), o fascismo, cuja ascensão está a ocorrer devido ao apoio do capital monopolista, deve ser visto como um fenómeno moderno.

Grupos fascistas existem em todas as sociedades modernas, mas como grupos marginais; eles só aparecem no centro do palco quando o capital monopolista lhes dá ajuda financeira e o apoio dos media que controlam. Por outras palavras, a sua ascensão só se torna possível quando o grande capital precisa deles e, por isso, forma uma parceria com eles para os utilizar para os seus próprios fins. O seu domínio, em termos de classe, é, portanto, o domínio, numa forma particularmente brutal e repressiva, do capital monopolista, especialmente de um certo segmento reacionário, agressivo e arrivista do capital monopolista. Como Georgi Dimitrov, presidente da Internacional Comunista, expressou a questão no Sétimo Congresso da Comintern, o Estado fascista é a «ditadura aberta e terrorista» dos setores mais reacionários do capital financeiro. Michal Kalecki, renomado economista, referiu-se de forma semelhante ao domínio fascista como sendo baseado numa parceria entre «grandes empresas e os fascistas arrivistas».

Tal parceria torna-se necessária para o big business num período de crise do sistema, quando a sua hegemonia é ameaçada. Eles precisam então de um discurso distrativo que, simultaneamente, tenha a «vantagem», do seu ponto de vista, de dividir os trabalhadores, para que estes se tornem incapazes de lançar qualquer ameaça à sua hegemonia. Os grupos fascistas fornecem, idealmente, esse discurso de distração e divisão, além de sua propensão para a repressão; e, portanto, as grandes empresas entram em parceria com eles num período de crise do sistema. O fascismo clássico ascendeu durante a Grande Depressão da década de 1930, e a ascensão contemporânea das forças fascistas está a ocorrer no contexto da crise prolongada de estagnação e aumento do desemprego que o capitalismo neoliberal enfrentou após o colapso da bolha imobiliária nos EUA em 2008. É isso que explica a simultaneidade da ascensão de elementos fascistas em várias partes do mundo atualmente.

O fascismo, seja na sua forma clássica ou no avatar contemporâneo, é, portanto, um fenómeno moderno que invoca uma visão pré-moderna, incluindo muitas vezes um mundo pré-moderno idealizado. Os próprios elementos fascistas são, naturalmente, a personificação dessa visão; mas ver a sua ascensão apenas em termos de uma disseminação dessa visão é perder a conexão com o capital monopolista, com o capitalismo e, portanto, com a economia política como um todo. Essa ascensão deve, ao contrário, ser vista como um capital monopolista muito «moderno» usando um instrumento pré-moderno para seus próprios fins.

Na própria Índia, embora a RSS exista há cem anos, a ascensão ao poder exclusivo no centro de sua organização política de frente, o [partido] BJP, ocorreu apenas em 2014, depois que ela conquistou o apoio das grandes empresas do país. Narendra Modi foi fundamental para efetivar essa aliança entre os elementos fascistas e o big business; e o seu nome para o cargo de primeiro-ministro foi cogitado pela primeira vez em uma cúpula de investidores da qual participaram todos os grandes capitalistas do país, organizada pelo governo de Gujarat quando ele era o ministro-chefe daquele estado.

É importante ver a ascensão dos elementos fascistas como um fenómeno moderno para uma luta bem-sucedida contra eles. Se essa ascensão fosse apenas o resultado da sobrevivência e do subsequente fortalecimento da pré-modernidade, então a luta política contra ela teria de ser acompanhada por um impulso renovado em direção à «modernização», o que implicaria uma busca vigorosa do neoliberalismo. Por outro lado, se a ascensão fascista for vista como apoiada pelo capital monopolista para reforçar a sua hegemonia durante um período de crise do neoliberalismo que não pode ser superado dentro da própria estrutura do neoliberalismo, então a luta política contra ela terá de ser acompanhada por uma agenda económica que vá além do neoliberalismo.

A menos que se vá além do neoliberalismo, o que é necessário para superar a crise que ele causou, mesmo uma derrota política dos elementos fascistas nas eleições só causará um revés temporário para eles; eles voltarão ao poder novamente, como Donald Trump fez nos EUA, porque a conjuntura que deu origem à sua ascensão não teria sido superada. Consequentemente, uma luta bem-sucedida contra a ascensão dos elementos fascistas requer não apenas uma união política das forças seculares, democráticas e antifascistas, mas também um programa económico mínimo que implique ir além do neoliberalismo, pelo menos em certos aspetos cruciais para começar.

12/Outubro/2025

quinta-feira, 16 de outubro de 2025

A multipolaridade? Talvez no futuro

 


 Vijay Prashad     13.Oct.25     Outros autores

Embora o domínio mundial dos Estados Unidos esteja a enfraquecer e a China surja como rival, a ordem mundial unilateral permanece intacta, segundo o historiador Vijay Prashad. Nesta entrevista realizada pelo jornalista David Goeßmann para o meio de comunicação Jacobin, explica por que considera a NATO como a organização mais perigosa do mundo.

Embora o domínio mundial dos Estados Unidos esteja a enfraquecer e a China surja como rival, a ordem mundial unilateral permanece intacta, segundo o historiador Vijay Prashad. Nesta entrevista realizada pelo jornalista David Goeßmann para o meio de comunicação Jacobin, explica por que considera a NATO como a organização mais perigosa do mundo.

Se observarmos o debate político na Alemanha, poderíamos ter a impressão de que o Ocidente está cercado por inimigos que querem destruí-lo. Mas fora da bolha Washington-Berlim, o tom é diferente: os Estados Unidos, que dominam a política mundial pelo menos desde o colapso da União Soviética, estão eles próprios mergulhados numa crise profunda e cada vez menos capazes de manter o seu domínio mundial. Isso acarreta, por um lado, o risco de conflitos armados cada vez mais numerosos, como as guerras actuais na Ucrânia ou na Faixa de Gaza, mas também a possibilidade de um mundo onde haja espaço para vários actores regionais e trajectórias de desenvolvimento autónomas fora do chamado consenso de Washington.

Enquanto as negociações para um cessar-fogo na guerra em Gaza são retomadas, o Irão suspende a sua cooperação com a AIEA e os países BRICS-Plus se reúnem no Brasil, o historiador Vijay Prashad analisa as mudanças de poder no cenário mundial. A NATO é a organização mais perigosa do mundo, adverte Prashad, enquanto a hipocrisia da Europa em relação à parte mais pobre do mundo continua. Mas não se deve sobrestimar também essas mudanças – o dólar continua dominante como moeda mundial e as elites governantes dos países BRICS+ ainda estão longe de se emancipar do Ocidente. Uma nova ordem mundial continua, por enquanto, um horizonte distante – mas a crise da actual também oferece oportunidades para avanços da esquerda.

O Irão foi bombardeado por Israel e também pelos Estados Unidos sem qualquer pretexto credível. Teerão respondeu com disparos de mísseis contra Israel e uma base americana no Qatar. O genocídio de Israel em Gaza continua após mais de 600 dias, sem fim à vista, enquanto o exército israelita continua a atacar o Líbano. Todos estes ataques são actos de agressão e são ilegais à luz do direito internacional. Como avalia a actual situação de conflito e o futuro do Médio Oriente e do Próximo Oriente?

A Índia e o Paquistão travaram uma guerra durante três dias. Tornou-se então evidente que, com duas potências militares, cada uma com uma defesa aérea muito boa, drones, de um sistema que pode ser integrado em caças, ninguém poderia vencer. Nem a Força Aérea Indiana nem a Força Aérea Paquistanesa foram capazes de penetrar e destruir os sistemas de defesa aérea do adversário.

No caso de Israel e do Irão, se considerarmos apenas as capacidades militares, rapidamente ficou claro que nenhum dos dois poderia vencer. Israel não invadirá o Irão, o Irão não enviará tropas terrestres para Israel. A única coisa que poderia alterar o equilíbrio seria a intervenção dos Estados Unidos, que dispõem do poder de fogo de longe mais importante.

Os Estados Unidos realizaram efectivamente três bombardeamentos. Mas isso não teve praticamente nenhuma consequência. O Irão respondeu com um ataque a Al-Udeid [base militar americana no Qatar], que foi basicamente coreografado, sob o tema: «Nós contra-atacámos». Tenho, portanto, a impressão de que os estrategas militares desses países agora reconhecem que, enquanto não houver um avanço tecnológico-militar significativo ou Israel não usar armas nucleares contra o Irão, será impossível vencer. Do ponto de vista político, Israel está a cometer um genocídio contra os palestinianos. Isso é ilegal. Estão a cometer um genocídio e os Estados Unidos fornecem as armas. A Europa também fornece armas, incluindo a Alemanha. Estão a participar numa ação criminosa. O ataque de Israel ao Irão viola o artigo 2.º, n.º 4, da Carta das Nações Unidas. É o mesmo artigo em nome do qual [a presidente da Comissão Europeia] Ursula von der Leyen ficou tão indignada quando a Rússia invadiu a Ucrânia. Mas os europeus não condenam Israel.

O genocídio cometido por Israel contra os palestinianos e o ataque ao Irão devem ser colocados no mesmo plano. O Irão não atacou Israel. Não houve legítima defesa. Nenhuma resolução do Conselho de Segurança das Nações Unidas autorizou Israel, nos termos do capítulo 7 da Carta das Nações Unidas, a lançar um ataque contra o Irão. Não houve qualquer provocação iraniana, nem mesmo ameaças verbais contra Israel. Na verdade, altos responsáveis israelitas explicaram publicamente por que atacaram o Irão. Disseram que o Irão estava actualmente fraco. Que era preciso aproveitar a situação. O Irão provavelmente anunciará dentro de dois ou três meses que possui uma bomba atómica. E então, será o fim para a mudança de regime no Irão.

A motivação das intervenções bélicas é semear o caos na região para depois tirar partido disso?

Não creio que eles queiram o caos. Eles procuram antes o que chamam de uma reorganização do Médio Oriente e do Próximo Oriente. Israel acredita que pode erradicar o Hamas nos territórios palestinianos. Querem expulsar os palestinianos de grandes partes da Faixa de Gaza, criar um Israel seguro, aproveitar a situação e também expulsar os palestinianos da Cisjordânia ou, pelo menos, desmoralizá-los para que não deixem de combater os colonos.

Israel já não está interessado numa solução de dois Estados, se é que alguma vez esteve – o que provavelmente nunca foi o caso. Prefere a solução de três Estados. A solução de três Estados é a seguinte: todos os palestinianos são enviados para o Líbano, a Jordânia e o Egipto, ou seja, para os três Estados que fazem fronteira com os territórios palestinianos. Que desapareçam.

Trata-se, na verdade, de uma política de aniquilação social: pode-se aniquilar fisicamente as pessoas, ou seja, cometer um genocídio, ou destruí-las socialmente, simplesmente expulsando-as para outros países – o que também é contrário ao direito internacional, uma vez que se trata de um território ocupado protegido pelas disposições das Nações Unidas. A transferência de populações para fora de uma zona de guerra é ilegal à luz do direito internacional.

No que diz respeito aos iranianos, eles procuram uma mudança de regime no Irão desde 1980. Foram o Ocidente e os árabes do Golfo, os sauditas, que empurraram em 1980 Saddam Hussein a invadir o Irão e a iniciar uma guerra que durou até 1988. Apoiaram Saddam durante todo esse período.

Após 1988, houve declarações pontuais de altos responsáveis americanos dizendo que iriam atacar o Irão. Após o 11 de Setembro, os Estados Unidos cometeram um erro estratégico ao derrubar o governo talibã no Afeganistão em 2001 e, em seguida, Saddam Hussein em 2003. Dois inimigos históricos do Irão, os sunitas intransigentes no Afeganistão e Saddam Hussein, foram eliminados por quem? Pelos americanos, o que deu ao Irão uma enorme vantagem na região. O Irão começou a expandir a sua influência e a influenciar os acontecimentos no mundo árabe. Então, em 2006, os Estados Unidos deram luz verde a Israel para destruir o Líbano e enfraquecer o Hezbollah, uma nova violação da Carta das Nações Unidas.

No meio desses acontecimentos, surgiu de repente a acusação de que o Irão pretendia construir uma arma nuclear. Os Estados Unidos acabaram por iniciar discussões ilegais com o Irão sobre o seu programa nuclear, apesar de o Irão ser membro do Tratado de Não Proliferação. O Irão está sujeito ao controlo da Agência Internacional de Energia Atómica (AIEA), já autoriza inspecções e dialoga com representantes da ONU. Portanto, não havia motivo para iniciar um processo ilegal com os Estados Unidos, os europeus, os iranianos e a ONU fora da AIEA e do Tratado de Não Proliferação para discutir um programa de armamento nuclear alucinatório.

Tudo isto é uma farsa. Porque enquanto o Irão era pressionado, a Índia, que não é membro do Tratado de Não Proliferação e não é inspeccionada pela Agência Internacional de Energia Atómica, testou duas vezes uma arma nuclear. A Índia obtém dos Estados Unidos uma isenção especial para adquirir materiais físsíveis do Grupo de Fornecedores Nucleares. Israel também possui armas nucleares, não é membro do Tratado de Não Proliferação e recebe materiais do Grupo de Fornecedores Nucleares.

O ataque ao Irão não é, portanto, nada de novo. Insere-se num longo processo que visa derrubar este governo. Eles querem «limpar» o Médio Oriente, colocar o filho do Xá de volta no poder em Teerão, levar os palestinianos a abandonar o território e reorganizar a região.

Como avalia, após 500 anos de colonialismo ocidental, de hegemonia neocolonial ou neoliberal no Sul global e dos programas de ajustamento estrutural das últimas décadas que estrangularam os países pobres, a forma como o Ocidente trata os países em desenvolvimento?

A atitude persiste: o Ocidente não deve nada a esses países: «Ouçam, nós colonizámos-vos, lamentamos. Mas construímos ferrovias e pontes, ensinámos-vos as nossas línguas e vocês adquiriram a razão e a ciência». Essa mentalidade continua a ser ensinada nas escolas. Na Alemanha, por exemplo, as crianças não aprendem nada sobre o genocídio dos Herero e dos Nama.

Durante a Guerra dos Boers, os britânicos construíram campos de concentração. Os nazis tiraram a ideia dos seus campos, Treblinka e Buchenwald, daí. Após a guerra e o Holocausto, os britânicos construíram campos de concentração no Quénia para prender os combatentes da revolta Mau-Mau. Portanto, não é que tenhamos «aprendido a lição» e que «nunca esqueceremos». Isso é ensinado às crianças na Grã-Bretanha? Não, elas ainda aprendem que Churchill é um herói.

Macron disse aos africanos que eles deveriam ser gratos. Isso é escandaloso. Um mínimo de decência deveria impedir um líder mundial de pedir a alguém que colonizou que fosse grato. Como se pode dizer uma coisa dessas? É vulgar. Na política também não vejo mudanças. Vejamos o Fundo Monetário Internacional (FMI). O Fundo é uma instituição democrática, pois tem Estados-membros. Cada Estado-membro deveria, portanto, como membro de uma organização, ter o direito de propor o que deseja fazer ou não. Mas no FMI, há direitos de voto desiguais. Os governos ocidentais controlam mais direitos de voto no FMI, a votação é feita de acordo com a parte do dinheiro depositado. Isso não é justo e deveria ser democratizado.

Os países mais ricos também determinam a forma como os burocratas do FMI, que supostamente servem os países membros, falam com os países. Por exemplo, eles vão ao Senegal e explicam: «É isto que vocês têm de fazer, caso contrário, terão um relatório negativo da nossa parte ou não receberão mais dinheiro». Basicamente, comportam-se como a máfia.

Mas vê mudanças de poder quando, como aconteceu, a França e os Estados Unidos são expulsos do Níger e de outros países africanos? Ao mesmo tempo, a China avança nos países em desenvolvimento, constrói as infraestruturas da Nova Rota da Seda e investe nos países mais pobres.

As coisas avançam demasiado lentamente. Tomemos os casos do Senegal e do Sri Lanka, onde os dois governos progressistas eleitos de centro-esquerda têm de voltar ao FMI. Porquê? Porque as alternativas não se desenvolveram com rapidez suficiente. O processo dos BRICS, por exemplo, criou um novo banco de desenvolvimento. No entanto, os seus empréstimos avançam com lentidão extrema. Foi criado um acordo de reserva de emergência, que deveria ser uma alternativa ao FMI. No entanto, ele ainda não entrou realmente em vigor.

A Nova Rota da Seda é diferente. Ela fornece fundos para infraestruturas. Ela constrói infraestruturas, o que é óptimo porque reforça as capacidades desses Estados. Uma mudança de poder está em curso aqui. Mas quando se trata de empréstimos para problemas financeiros, balanças de pagamentos, reservas cambiais, etc., o FMI é o único ou o principal actor. É interessante notar que os bancos chineses preferem não conceder empréstimos para a crise da dívida. Eles preferem conceder empréstimos para projectos de infraestruturas. Não querem conceder empréstimos aos países para gerir a sua crise de endividamento a longo prazo. Os governos têm, então, de recorrer novamente ao FMI.

Assim, os países do Sul estão a passar por uma mudança, mas ela é demasiado lenta e não ocorre onde a dívida se acumula. As populações do Sul global não têm actualmente força para dizer aos credores obrigacionistas: «Desculpem, vocês assumiram um risco ao investir nos nossos países. Vocês têm de amortizar os empréstimos». Mas tem razão, está a ocorrer uma mudança, mas não devemos sobrestimar os desenvolvimentos actuais.

Em termos económicos, a China cresce muito mais rapidamente do que os Estados Unidos e a Europa. Se olharmos para o que se denomina paridade do poder de compra, ela já ultrapassou a dos Estados Unidos. Depois, há a já mencionada Nova Rota da Seda, graças à qual Pequim está a construir uma infraestrutura comercial e de transportes global, investindo em mais de 150 Estados. Não vivemos, então, já num mundo multipolar – pelo menos economicamente?

A sua formulação «pelo menos economicamente» é enganadora, porque «pelo menos economicamente» nada está a acontecer. Em primeiro lugar, é verdade que a China está certamente na frente em termos de desempenho económico. Mas muitos países asiáticos, como o Vietname, a Indonésia, o Bangladesh ou a Índia, estão todos a crescer muito mais rapidamente. Isso é bastante impressionante. Mas também temos de reconhecer que se trata de taxas de crescimento e que esses países partem de um nível de grande desvantagem. Em termos de nível de vida absoluto, eles ainda estão bastante longe dos países mais ricos.

As taxas de crescimento são certamente impressionantes. Também é verdade que a China comercializa muito mais com a maioria dos países e dispõe de mais excedentes para investir na construção de infraestruturas e indústrias nesses países. A China criou, de facto, um novo modelo de desenvolvimento que o FMI e os credores ocidentais não criaram. Eles concederam empréstimos para a dívida durante toda a minha vida, e não para infraestruturas e industrialização. A China mudou as regras do jogo, isso é absolutamente verdade.

No entanto, ainda não vivemos num mundo onde a relação de força mudou. Os países ocidentais, sob a liderança dos Estados Unidos, ainda controlam os sistemas de armamento. Quase 80% das despesas militares mundiais são feitas anualmente pelos países da NATO-Plus [membros da NATO mais Austrália, Japão, Nova Zelândia, Coreia do Sul e Israel]. O seu poder militar é excepcional.

Além disso, estamos expostos a um enorme fluxo mediático ocidental. Eles definem o mundo. Pode haver meios de comunicação noutros países, na Índia, etc., mas quando se trata de notícias mundiais, eles seguem a CNN, a Reuters, a Associated Press, a Agência France-Presse. Eles definem os acontecimentos. É surpreendente ver a rapidez com que se chegou a um consenso sobre o facto de estar a ocorrer um genocídio em Xinjiang, incluindo a indignação a esse respeito. Mas o que está a acontecer na Palestina não pode ser um genocídio, deve ser outra coisa, dizem, porque Israel foi atacado.

Devido a factores como a língua e a incapacidade de combater a chamada desinformação, os meios de comunicação chineses ou russos não conseguem ganhar espaço a nível mundial. No YouTube, as empresas ocidentais que controlam o material escrevem: «São meios de comunicação estatais russos, é desinformação». É impossível controlar o mundo do discurso e das ideias que o Ocidente domina. Multipolaridade? Talvez no futuro. Mas, por enquanto, acho que devemos ser sóbrios e realistas, porque ainda não é o caso.

Dirige o Tricontinental Institute. Num novo dossier, qualifica a NATO como «a organização mais perigosa do mundo». É uma formulação forte.

Não é um exagero. A NATO é o pacto militar que desmembrou a Jugoslávia e que, com os Estados Unidos, invadiu o Afeganistão para levar à destruição do país. A NATO é a organização que basicamente desmantelou a Líbia e recusa qualquer tipo de investigação.

Em relação aos crimes de guerra na Líbia, a resolução 1973 do Conselho de Segurança da ONU de 2011 estipula simplesmente que uma zona de exclusão aérea deve ser estabelecida sobre a Líbia. A OTAN violou imediatamente essa resolução e começou a bombardear o aparato estatal líbio, destruindo assim o Estado líbio e a Líbia. A construção de um Estado leva centenas de anos. A NATO destruiu-o em poucos dias.

Nenhum outro pacto militar devastou tantos países no pós-guerra. Peter Olson, advogado da NATO, redigiu uma declaração após os ataques à Líbia, na qual contesta fundamentalmente que a NATO possa alguma vez ser investigada. Nela afirma que a NATO não pode cometer crimes de guerra. Porquê? Porque não é uma organização não civilizada, tal é a mensagem, mas sim uma organização europeia.

Mas a NATO não é europeia. Mark Rutte, o actual secretário-geral [da NATO], foi a Washington, sentou-se ao lado de Trump e disse: Em Haia, faremos da cimeira da NATO uma grande demonstração do poder americano – não da força da NATO ou dos parceiros europeus, mas dos Estados Unidos. Não existe uma política externa europeia independente da NATO. A NATO é um cavalo de Troia para o domínio dos Estados Unidos.

Os aliados europeus da NATO e os parceiros próximos na Ásia, como a Coreia do Sul e o Japão, são usados para conter ameaças aos Estados Unidos que não são ameaças à Europa. A China é uma ameaça para a Europa? A Rússia era uma ameaça para a Alemanha? A maioria das pessoas na administração Trump acredita que a China é a maior ameaça. Mas admitem que Pequim não representa uma ameaça militar. O país é responsável por 4% das despesas militares mundiais. É uma ameaça económica. Está a caminhar para uma produção de tecnologias de sétima ou oitava geração.

Mas não é uma ameaça para a Europa, e sim para as multinacionais americanas, nas quais a burguesia europeia investiu. A burguesia proprietária alemã investe mais na Black Rock e em Wall Street do que no DAX. Os europeus são, portanto, arrastados para um conflito internacional em nome dos Estados Unidos e dos interesses de seus monopólios. Não é um conflito europeu.

Que importância atribui ao BRICS+, o grupo de países emergentes em torno do Brasil, da Rússia, da Índia, da China e da África do Sul, que atrai cada vez mais Estados que desejam aderir? Está a nascer diante dos nossos olhos uma nova ordem mundial, que não se baseia no domínio unilateral de Washington, enquanto assistimos a um caos mundial, ao autoritarismo político e à violência?

Essa é uma excelente pergunta. O que é interessante com o “plus” é que os países do BRICS praticamente embarcaram todos os grandes produtores de petróleo, com excepção dos Estados Unidos. Assim, se você adicionar a Rússia, a Arábia Saudita, o Irão, etc., você tem os principais produtores de petróleo e gás, incluindo o Egipto. São desenvolvimentos muito importantes que mostram que se trata essencialmente da OPEP-Plus [Organização dos Países Exportadores de Petróleo]. Portanto, temos uma OPEP+ dentro de um processo BRICS. E se eles começarem a pensar em sistemas monetários alternativos, poderão pensar numa nova moeda, essencialmente baseada no valor do petróleo.

É claro que isso não agrada aos ambientalistas, mas, honestamente, o petróleo ainda nos vai acompanhar por algum tempo antes que possamos fazer uma transição real. É uma realidade muito triste que não possamos passar tão rapidamente do petróleo para as energias renováveis na nossa civilização. A moeda poderia, portanto, ser inicialmente baseada na matéria-prima petróleo. Em outras palavras, o petróleo torna-se aquilo sobre que a moeda é indexada, como o ouro no passado. Nesse intervalo, de 1971 até hoje, foram os activos americanos.

Porque, fundamentalmente, uma moeda deve ser lastreada por um activo. Se eu possuo muitas notas de uma moeda, devo poder fazer algo com elas. Se ninguém quiser aceitar os meus dólares, eu deveria poder comprar terras, uma empresa, uma fábrica ou qualquer outra coisa nos Estados Unidos com eles. Deve haver um activo que garanta que o meu dinheiro não se torne simplesmente papel sem valor. Mas nenhum país do BRICS está actualmente disposto a ceder os seus activos para estabilizar uma moeda. Os chineses têm controlos de capitais. Não permitem que estrangeiros comprem as suas terras. Não creio que alguma vez o permitam. Portanto, não haverá nenhum país do BRICS que disponibilize os seus activos como âncora para a moeda. Isso simplesmente não vai acontecer.

O relógio do apocalipse do Bulletin of the Atomic Scientists foi ajustado este ano para 89 segundos antes da meia-noite. Nunca estivemos tão perto do fim da humanidade. Como avalia os riscos nucleares e o que deve ser feito?

Acho o relógio do apocalipse anacrónico. Deveria estar mais perto da meia-noite. O ataque dos Estados Unidos e de Israel ao Irão enviou uma mensagem muito séria a muitos países do mundo, uma mensagem que já foi enviada há uma década, a saber: se não tiverem armas nucleares, destruiremos o vosso Estado. Este sinal foi enviado quando os países da OTAN invadiram a Líbia, atacaram e destruíram o país. Porquê? Porque a Líbia tinha anteriormente iniciado um programa de armas nucleares. O país renunciou voluntariamente a esse programa para se integrar no sistema mundial.

Posteriormente, teve de pagar um preço muito elevado: o Estado foi destruído. A Coreia do Norte, por sua vez, possui armas nucleares e ninguém se atreve a atacar o país. Espero que os iranianos tenham uma bomba atómica antes do final do ano e que a anunciem. Vão começar a enriquecer urânio para construir uma bomba, porque não? Têm de se proteger.

Na realidade, os ataques contra o Irão não serviram a não proliferação nuclear, mas sim a proliferação das armas atómicas. Posso garantir que a junta militar de Mianmar já ligou para os norte-coreanos e disse: enviem-nos uma bomba, enviem-nos mísseis. Mianmar, Arábia Saudita, Turquia, Irão – todos esses países vão armar-se nuclearmente. O relógio do apocalipse avançará então para 59 segundos.

Os movimentos sociais e, em geral, a esquerda parecem estar em posição de fraqueza em muitos países do mundo. Por outro lado, nas últimas décadas, houve protestos e campanhas poderosas, desde o Occupy Wall Street e a Primavera Árabe até às campanhas pelo clima e à resistência política à repressão. No entanto, o mundo continua a caminhar para o abismo e as crises agravam-se. Como vê isso e de onde tira o «optimismo da vontade», para o dizer com Gramsci?

Se olhar à sua volta em Berlim, verá em dez segundos um entregador ou um motorista da Uber a passar. A classe trabalhadora em todo o mundo foi «uberizada». As pessoas trabalham longas e irregulares horas por baixos salários. Mesmo que não trabalhem muitas horas, as suas condições de trabalho são largamente desorganizadas. Não trabalham juntas em fábricas. Se trabalham juntas em fábricas, não têm o direito de falar umas com as outras. Há uma disciplina rigorosa, é muito difícil sindicalizar as pessoas. O número de membros dos sindicatos diminuiu consideravelmente.

A população activa já não está organizada no mundo. Mas é precisamente aí que reside a reserva da esquerda, ou seja, numa classe operária organizada, num movimento sindical e num movimento camponês organizado. Mas isso não nos impede de lançar mobilizações. Porque para levar as pessoas a uma manifestação, elas não precisam de estar organizadas. Mas não devemos confundir uma mobilização de massas, enormes protestos pela Palestina, com uma esquerda organizada.

No entanto, a mobilização ajuda mais a direita do que a esquerda, pois a direita não precisa construir organizações de massa da classe trabalhadora e dos camponeses. Ela pode sobreviver por meio de mobilizações de massa. Na Alemanha, a AfD cresce, mas em muitos países a extrema direita ainda não consegue impor-se nas eleições. Somente quando a direita tradicional e a extrema direita se unem é que há grandes sucessos. Como a direita tradicional traz seu dinheiro e seu aparelho, tem uma vantagem financeira.

Por outro lado, há avanços como agora, em que um socialista democrático venceu as primárias em Nova Iorque, Zohran Mamdani. Conheço muito bem os seus pais. O seu pai é um intelectual ugandês, a sua mãe é uma realizadora indiana, Mira Nair. Ela fez grandes filmes como Mississippi Masala, é uma realizadora fantástica. O filho deles é um formidável socialista democrático de 33 anos. Vem de uma família muçulmana, o seu segundo nome é Kwame, em homenagem a Kwame Nkrumah [o primeiro presidente do Gana]. Essas conquistas existem, podem acontecer a qualquer momento também na Alemanha. Alguém dinâmico pode surgir, porque isso faz parte da política eleitoral moderna e televisiva. Mobiliza-se as pessoas, entusiasmam-se e pode obter-se uma vitória eleitoral.

Portanto, sempre há esperança e oportunidades. É possível alcançar conquistas. Existem organizações de massa no mundo. Dois milhões de camponeses no Brasil fazem parte do Movimento dos Sem Terra. Produzem a maior parte do arroz biológico da América Latina, o que é incrível.

É muito importante que contemos histórias sobre o trabalho que todos realizamos, especialmente em locais escondidos e remotos. É inspirador que uma jovem leia um artigo, se sinta comovida e motivada. Ela cria um grupo de leitura no seu bairro, constrói uma organização, começa a envolver-se politicamente e diz que devemos limpar as ruas. Torna-se conhecida, acaba sendo eleita na sua comunidade, faz uma ou duas coisas boas e inspira outras pessoas. É assim que a mudança acontece.

Entrevista realizada por David Goeßmann.

Fonte: https://jacobin.de/artikel/multipolaritaet-vijay-prashad-nato-usa-china-unilateralitaet

Em

O diário.info

 https://www.odiario.info/a-multipolaridade-talvez-no-futuro/

13/10/2025

 


segunda-feira, 13 de outubro de 2025

Jeffrey Sachs: Rusia, la historia de una amenaza inventada

 


“Europa se encuentra atrapada en una crisis económica y de seguridad, impulsada por el miedo a Rusia y China y la dependencia de Estados Unidos”. En este ensayo el profesor Jeffrey Sachs argumenta que las acciones de Moscú han estado motivadas por motivaciones defensivas, no imperialistas.

JEFFREY SACHS*, Economista de la Universidad de Columbia

La Unión Europea necesita una nueva política exterior basada en los verdaderos intereses económicos y de seguridad del continente. Hoy en día, Europa se encuentra en una trampa económica y de seguridad, en gran medida autoinfligida: peligrosa hostilidad hacia Rusia, desconfianza mutua hacia China y extrema vulnerabilidad hacia Estados Unidos. La política exterior europea se rige ahora casi por completo por el miedo a Rusia y China, un miedo que ha generado una dependencia de Estados Unidos en materia de seguridad.

La subordinación de Europa a Washington se debe casi exclusivamente a un miedo exagerado a Rusia: un miedo amplificado por los países de Europa del Este con un fuerte sesgo rusófobo y una narrativa distorsionada sobre la guerra en Ucrania. Convencida de que la amenaza a su seguridad proviene principalmente de Moscú, la UE sacrifica todos los demás aspectos de su política exterior —economía, comercio, medio ambiente, tecnología y diplomacia— a los intereses estadounidenses. Irónicamente, se arrima a Washington justo cuando Estados Unidos se vuelve más débil, inestable, errático, irracional e incluso peligroso en su enfoque hacia Europa, hasta el punto de amenazar abiertamente su soberanía (como ocurrió con la cuestión de Groenlandia).

Para esbozar una nueva política exterior,

Europa tendrá que superar la falsa suposición de su extrema vulnerabilidad ante Rusia. La narrativa difundida por Bruselas, Londres y la OTAN sostiene que Moscú es intrínsecamente expansionista y está dispuesta a arrollar a Europa a la primera oportunidad. La ocupación soviética de Europa del Este entre 1945 y 1991 se cita como prueba de esta amenaza. Pero esta interpretación distorsiona profundamente el comportamiento ruso, tanto pasado como presente.

La primera parte de este ensayo pretende desmentir la falsa suposición de que Rusia representa una amenaza mortal para Europa. La segunda parte, en cambio, examina qué nueva política exterior europea podría surgir una vez superada la rusofobia irracional.

La falsa premisa del imperialismo ruso hacia Occidente

La política exterior europea se basa en la idea de que Rusia representa una amenaza directa para la seguridad del continente. Sin embargo, esta suposición es errónea. Rusia ha sido invadida repetidamente por las principales potencias occidentales a lo largo de los siglos (en particular, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Estados Unidos en los dos últimos siglos) y desde hace tiempo ha buscado garantizar su seguridad mediante una zona de seguridad entre ella y las fuerzas occidentales. Esta zona de seguridad, muy disputada, abarca las actuales Polonia, Ucrania, Finlandia y los países bálticos. Es en esta región fronteriza entre las potencias occidentales y Rusia donde se concentran los principales dilemas de seguridad entre Rusia y Europa Occidental.

Las principales guerras libradas por Occidente contra Rusia a partir de 1800 incluyen:

  • La invasión francesa de 1812 (Guerras Napoleónicas)
  • La invasión anglo-francesa de 1853-56 (Guerra de Crimea)
  • La declaración de guerra alemana contra Rusia el 1 de agosto de 1914 (Primera Guerra Mundial)
  • La intervención de las potencias aliadas en la guerra civil rusa, 1918-1922 (Guerra Civil Rusa)
  • La invasión alemana de la URSS en 1941 (Segunda Guerra Mundial)

Cada una de estas guerras representó una amenaza existencial para la supervivencia de Rusia. Desde la perspectiva de Moscú, la incapacidad de Alemania para desmilitarizarse tras la Segunda Guerra Mundial, la creación de la OTAN, la entrada de Alemania Occidental en la Alianza en 1955, la expansión de la OTAN hacia el este después de 1991 y el progresivo desarrollo de bases y sistemas de misiles estadounidenses en las fronteras orientales de Europa constituyeron las amenazas más graves para la seguridad nacional rusa desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Rusia, a su vez, ha avanzado hacia Occidente en varias ocasiones:

  • El ataque a Prusia Oriental en 1914
  • El Pacto Molotov-von Ribbentrop de 1939, con la división de Polonia entre Alemania y la URSS y la anexión de los países bálticos en 1940
  • La invasión de Finlandia en 1939 (Guerra de Invierno)
  • La ocupación soviética de Europa del Este de 1945 a 1989
  • La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022

Estos episodios se consideran en Europa como evidencia objetiva del expansionismo ruso. En realidad, esta interpretación es ingenua, históricamente incorrecta y producto de la propaganda. En los cinco casos, Moscú actuó para proteger su propia seguridad nacional —según su propia opinión—, en lugar de perseguir ambiciones imperialistas como un fin en sí mismas. Esta verdad fundamental es la clave para resolver el conflicto entre Europa y Rusia hoy: Moscú no busca conquistar Occidente, sino asegurar su propia supervivencia. Sin embargo, Occidente se ha negado durante mucho tiempo a reconocer, y mucho menos a respetar, los intereses vitales de seguridad de Rusia. 

Los principales casos del supuesto imperialismo ruso

Analicemos los cinco casos principales del supuesto expansionismo ruso.

El primer caso, el ataque a la Europa Oriental prusiana en 1914, puede descartarse rápidamente. Fue el Reich alemán quien declaró la guerra a Rusia el 1 de agosto de 1914. La entrada del ejército zarista en Prusia Oriental fue una respuesta directa a dicha declaración de guerra.

El segundo caso, el acuerdo entre la Rusia soviética y el Tercer Reich de Adolf Hitler para la partición de Polonia en 1939 y la anexión de los estados bálticos en 1940, se considera la prueba más clara de la perfidia rusa. De nuevo, se trata de una interpretación simplista y engañosa de la historia. 

Como han documentado cuidadosamente historiadores como E.H. Carr, Stephen Kotkin y Michael Jabara Carley , en 1939 Stalin recurrió a Gran Bretaña y Francia para formar una alianza defensiva contra Hitler, quien había declarado su intención de librar una guerra contra Rusia en el Este (por el espacio vital, la mano de obra eslava esclavizada y la derrota del bolchevismo).

Pero el intento de Stalin de forjar una alianza con las potencias occidentales fue completamente rechazado. Polonia no permitiría el paso de tropas soviéticas por territorio polaco en caso de guerra con Alemania. El odio de las élites occidentales al comunismo soviético era al menos tan grande como su miedo a Hitler. De hecho, una expresión común entre las élites conservadoras británicas a finales de la década de 1930 era: «Mejor hitlerismo que comunismo».

Ante el fracaso en asegurar una alianza defensiva, Stalin se propuso crear una zona de contención contra la inminente invasión alemana de la URSS. La partición de Polonia y la anexión de los países bálticos fueron maniobras tácticas para ganar tiempo para la inminente Batalla de Armagedón contra los ejércitos de Hitler, que tuvo lugar el 22 de junio de 1941 con la invasión alemana de la Unión Soviética durante la Operación Barbarroja. La partición anticipada de Polonia y la anexión de los países bálticos podrían haber retrasado la invasión y salvado a la Unión Soviética de una rápida derrota a manos de Hitler.

El tercer caso, la Guerra de Invierno de Rusia contra Finlandia, se considera de forma similar en Europa Occidental (y especialmente en Finlandia) como prueba del carácter expansionista de Rusia. Sin embargo, una vez más, la motivación principal de la Unión Soviética fue defensiva, no ofensiva. Moscú temía que la invasión alemana se llevara a cabo en parte a través de Finlandia y que Leningrado fuera rápidamente conquistada por Hitler.

Por esta razón, la Unión Soviética ofreció a Finlandia un intercambio territorial (en concreto, la cesión del istmo de Carelia y algunas islas del golfo de Finlandia a cambio de tierras soviéticas) para proteger la segunda ciudad del país. 

Finlandia rechazó esta propuesta y la Unión Soviética invadió Finlandia el 30 de noviembre de 1939. Posteriormente, Finlandia se unió a los ejércitos de Hitler en la guerra contra la Unión Soviética durante la llamada «Guerra de Continuación», entre 1941 y 1944.

El cuarto caso, la ocupación soviética de Europa del Este (y su continuo control de los países bálticos) durante la Guerra Fría, se considera en Europa una prueba más de la profunda amenaza que Rusia representa para la seguridad del continente. La ocupación soviética fue sin duda dura, pero incluso en este caso, tuvo una motivación defensiva que se pasa por alto por completo en la narrativa de Europa Occidental y Estados Unidos. La URSS pagó el precio máximo por su victoria sobre Hitler, con la asombrosa cifra de 27 millones de muertos durante la guerra.

Al final del conflicto, Rusia tenía una exigencia primordial: que sus intereses de seguridad estuvieran garantizados por un tratado que la protegiera de futuras amenazas de Alemania y, en general, de Occidente. Occidente, ahora liderado por Estados Unidos, rechazó esta exigencia fundamental de seguridad. 

La Guerra Fría surgió de la negativa de Occidente a respetar las preocupaciones fundamentales de seguridad de Rusia. Por supuesto, la historia de la Guerra Fría, tal como la cuenta Occidente, es precisamente la contraria: que la Guerra Fría fue causada únicamente por los belicosos intentos de Rusia de conquistar el mundo.

Esta es la verdadera historia, bien conocida por los historiadores, pero casi completamente ignorada por el público estadounidense y europeo. Al final de la guerra, la Unión Soviética buscó un tratado de paz que estableciera una Alemania unificada, neutral y desmilitarizada. En la Conferencia de Potsdam de julio de 1945, a la que asistieron los líderes de la Unión Soviética, el Reino Unido y Estados Unidos, las tres potencias aliadas acordaron el «desarme y la desmilitarización completos de Alemania y la eliminación o el control de toda la industria alemana que pudiera utilizarse para la producción militar». 

Alemania quedaría unificada, pacificada y desmilitarizada. Todo esto estaría garantizado por un tratado que pusiera fin a la guerra. En realidad, Estados Unidos y el Reino Unido trabajaron diligentemente para socavar este principio fundamental.

A partir de mayo de 1945, Winston Churchill encargó a su Jefe de Estado Mayor que desarrollara un plan de guerra para un ataque sorpresa contra la Unión Soviética a mediados de 1945, denominado Operación Impensable . Aunque los estrategas militares británicos consideraban impracticable una guerra de este tipo, la idea de que estadounidenses y británicos debían prepararse para una guerra inminente con la Unión Soviética se arraigó rápidamente. Los estrategas militares estimaron que el momento más probable para una guerra de este tipo sería a principios de la década de 1950.

El objetivo de Churchill, al parecer, era evitar que Polonia y otros países de Europa del Este cayeran bajo la influencia soviética. Incluso en Estados Unidos, a las pocas semanas de la rendición de Alemania en mayo de 1945, los principales estrategas militares comenzaron a considerar a la Unión Soviética como el próximo enemigo de Estados Unidos. 

Estados Unidos y el Reino Unido reclutaron rápidamente a científicos nazis y altos funcionarios de inteligencia (como Reinhard Gehlen, un líder nazi que recibiría apoyo de Washington para crear la agencia de inteligencia alemana de posguerra) para comenzar a planificar la futura guerra contra la Unión Soviética.

La Guerra Fría estalló principalmente porque Estados Unidos y Gran Bretaña rechazaron la reunificación y desmilitarización de Alemania acordada en Potsdam. En cambio, las potencias occidentales abandonaron el proyecto de reunificación alemana para formar la República Federal de Alemania (RFA o Alemania Occidental) a partir de las tres zonas de ocupación controladas por Estados Unidos, el Reino Unido y Francia. La RFA se reindustrializaría y remilitarizaría bajo la égida estadounidense. En 1955, Alemania Occidental fue admitida en la OTAN.

Aunque los historiadores debaten apasionadamente quién respetó el Acuerdo de Potsdam (por ejemplo, Occidente destaca la negativa soviética a permitir un gobierno verdaderamente representativo en Polonia, como se acordó en Potsdam), no hay duda de que la remilitarización de la República Federal de Alemania por parte de Occidente fue la causa principal de la Guerra Fría.

En 1952, Stalin propuso la reunificación de Alemania basada en la neutralidad y la desmilitarización. Esta propuesta fue rechazada por Estados Unidos. En 1955, la Unión Soviética y Austria acordaron que la Unión Soviética retiraría sus fuerzas de ocupación de Austria a cambio del compromiso de este último de mantener una neutralidad permanente. El Tratado del Estado Austriaco fue firmado el 15 de mayo de 1955 por la Unión Soviética, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, junto con Austria, poniendo así fin a la ocupación.

El objetivo de la Unión Soviética no era solo resolver las tensiones sobre Austria, sino también demostrar a Estados Unidos un modelo exitoso de retirada soviética de Europa, combinado con neutralidad. Una vez más, Estados Unidos rechazó el llamado soviético para poner fin a la Guerra Fría basándose en la neutralidad y la desmilitarización de Alemania. 

Tan recientemente como en 1957, el principal experto estadounidense en asuntos soviéticos, George Kennan, en su tercera Conferencia Reith para la BBC , hizo un llamamiento público y vehemente a Estados Unidos para que acordara con la Unión Soviética una retirada mutua de tropas de Europa.

La Unión Soviética, enfatizó Kennan, no pretendía ni estaba interesada en una invasión militar de Europa Occidental. Pero los partidarios de la Guerra Fría estadounidenses, liderados por John Foster Dulles, no lo toleraron. Y ningún tratado de paz con Alemania para poner fin a la Segunda Guerra Mundial se firmó hasta la reunificación alemana en 1990.

Cabe destacar que la Unión Soviética respetó la neutralidad de Austria después de 1955, así como la de otros países neutrales de Europa (como Suecia, Finlandia, Suiza, Irlanda, España y Portugal). El presidente finlandés, Alexander Stubb, declaró recientemente que Ucrania debería rechazar la neutralidad, basándose en la experiencia negativa de Finlandia (la neutralidad finlandesa finalizó en 2024, cuando el país se unió a la OTAN). 

Esta es una idea extraña. Durante su período de neutralidad, Finlandia disfrutó de paz, alcanzó una notable prosperidad económica y se situó entre los países con mayor índice de felicidad del mundo (según el Informe Mundial de la Felicidad).

El presidente John F. Kennedy demostró una posible vía para poner fin a la Guerra Fría, basada en el respeto mutuo por los intereses de seguridad de todas las partes. Kennedy bloqueó el intento del canciller alemán Konrad Adenauer de adquirir armas nucleares de Francia, apaciguando así las preocupaciones soviéticas sobre una Alemania con armas nucleares. 

Sobre esta base, JFK negoció con éxito el Tratado de Prohibición Parcial de los Ensayos Nucleares con su homólogo soviético, Nikita Khrushchev. Es muy probable que Kennedy fuera asesinado unos meses después por un grupo de agentes de la CIA debido a su iniciativa de paz.

Documentos publicados en 2025 confirman la antigua sospecha de que Lee Harvey Oswald estaba bajo la supervisión directa de James Angleton, un alto funcionario de la CIA. El posterior avance de Estados Unidos hacia la paz con la Unión Soviética estuvo liderado por Richard Nixon. Él también fue derrocado por el escándalo de Watergate, que también ofrece pistas sobre una operación de la CIA nunca completamente esclarecida.

Mijaíl Gorbachov puso fin a la Guerra Fría desmantelando unilateralmente el Pacto de Varsovia y promoviendo activamente la democratización de Europa del Este. Asistí a algunos de esos eventos y presencié personalmente algunas de sus iniciativas de paz. 

En el verano de 1989, por ejemplo, Gorbachov instó a los líderes comunistas de Polonia a formar un gobierno de coalición con las fuerzas de la oposición, lideradas por el movimiento Solidaridad. La desaparición del Pacto de Varsovia y la democratización de Europa del Este, impulsadas por Gorbachov, impulsaron rápidamente al canciller alemán Helmut Kohl a pedir la reunificación alemana.

Esto condujo a los tratados de reunificación de 1990 entre la RFA y la RDA, y al llamado Acuerdo Dos más Cuatro entre las dos Alemanias y las cuatro potencias aliadas: Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y la Unión Soviética. En febrero de 1990, Estados Unidos y Alemania prometieron claramente a Gorbachov que la OTAN no se movería ni un ápice hacia el este en el contexto de la reunificación alemana, un hecho que ahora niegan ampliamente las potencias occidentales, pero que es fácilmente verificable. 

Esta promesa clave de no proceder con la ampliación de la OTAN se hizo en varias ocasiones, pero no se incluyó en el texto del Acuerdo Dos más Cuatro, ya que este se refería a la reunificación alemana, no a la expansión oriental de la OTAN.

El quinto caso, la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, se considera una vez más en Occidente como prueba del incorregible imperialismo ruso hacia Occidente. La expresión favorita de los medios de comunicación, comentaristas y propagandistas occidentales es que la invasión rusa fue «sin provocación» y, por lo tanto, demuestra la férrea voluntad de Putin no solo de restablecer el Imperio ruso, sino también de avanzar más hacia Occidente, lo que significaría que Europa debería prepararse para la guerra con Rusia. Esta es una mentira gigantesca y absurda, pero se repite con tanta frecuencia en los grandes medios de comunicación que se cree ampliamente en Europa.

De hecho, la invasión rusa de febrero de 2022 fue tan claramente provocada por Occidente que se sospecha que en realidad fue un plan estadounidense para involucrar a Rusia en la guerra con el fin de derrotarla o debilitarla. 

Esta afirmación es creíble , como lo confirman una larga serie de declaraciones de numerosos funcionarios estadounidenses. Tras la invasión, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, declaró que el objetivo de Washington era «ver a Rusia debilitada hasta el punto de que ya no pueda llevar a cabo las mismas acciones que llevó a cabo al invadir Ucrania. Ucrania puede ganar si cuenta con el equipo y el apoyo adecuados».

La principal provocación estadounidense contra Rusia fue la expansión de la OTAN hacia el este, contrariamente a sus promesas de 1990, con un objetivo principal: rodear a Rusia con estados miembros de la OTAN en la región del Mar Negro, impidiéndole así proyectar su poder naval, basado en Crimea, hacia el Mediterráneo Oriental y Oriente Medio. En esencia, el objetivo de Estados Unidos era el mismo que el de Lord Palmerston y Napoleón III durante la Guerra de Crimea: expulsar a la flota rusa del Mar Negro.

Los miembros de la OTAN habrían incluido a Ucrania, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia, formando así una red para estrangular el poder naval ruso en el Mar Negro. Zbigniew Brzezinski describió esta estrategia en su libro de 1997, El Gran Tablero de Ajedrez , donde argumentó que Rusia seguramente se doblegaría ante la voluntad occidental, ya que no tenía otra opción . Brzezinski rechazó específicamente la idea de que Rusia llegara a aliarse con China contra Europa.

Una nueva política exterior para Europa

Todo el período posterior a la disolución de la Unión Soviética en 1991 estuvo marcado por la arrogancia occidental —como la definió el historiador Jonathan Haslam en su magistral relato— , durante la cual Estados Unidos y Europa creyeron poder impulsar la OTAN y los sistemas de armas estadounidenses (como los misiles Aegis) aún más hacia el este, sin tener en cuenta en absoluto las legítimas preocupaciones de Rusia por su propia seguridad nacional.

La lista de provocaciones occidentales es demasiado larga para detallarla, pero se puede extraer un resumen de los siguientes puntos.

Provocaciones occidentales en ocho puntos

En primer lugar, contrariamente a las promesas realizadas en 1990, Estados Unidos inició la expansión de la OTAN hacia el este con los anuncios del presidente Bill Clinton en 1994. En aquel entonces, el secretario de Defensa, William Perry, incluso consideró dimitir debido a las acciones imprudentes de Estados Unidos, que contradecían promesas previas. 

La primera ola de expansión de la OTAN tuvo lugar en 1999, incluyendo a Polonia, Hungría y la República Checa. Ese mismo año, las fuerzas de la OTAN bombardearon Serbia, aliada de Rusia, durante 78 días, desmembrándola y estableciendo rápidamente una gran base militar estadounidense en la provincia separatista de Kosovo. 

La segunda ola de expansión llegó en 2004, con siete nuevos miembros, incluyendo los países bálticos, que limitan directamente con Rusia, y dos países ribereños del Mar Negro: Bulgaria y Rumanía. En 2008, la mayoría de los países de la Unión Europea reconocieron a Kosovo como estado independiente, a pesar de las continuas declaraciones europeas de que «las fronteras en Europa son sagradas».

En segundo lugar, Estados Unidos abandonó el marco de control de armas nucleares al retirarse unilateralmente del Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM) en 2002. En 2019, Washington siguió el ejemplo al abandonar el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF). A pesar de las enérgicas objeciones de Rusia, Estados Unidos comenzó a desplegar sistemas de misiles antibalísticos en Polonia y Rumanía, y en enero de 2022 se reservó el derecho a desplegarlos también en Ucrania.

En tercer lugar, Estados Unidos se infiltró profundamente en la política interna ucraniana, invirtiendo miles de millones de dólares en moldear la opinión pública, crear medios de comunicación y moldear la política interna del país. Las elecciones de 2004-2005 en Ucrania se consideran ampliamente una «revolución de color» respaldada por Estados Unidos, que utilizó su influencia y financiación, tanto abierta como encubierta, para favorecer a candidatos proestadounidenses. 

En 2013-2014, Washington desempeñó un papel directo en la financiación de las protestas de Maidán y en el apoyo al violento golpe de Estado que derrocó al presidente proneutral Víktor Yanukóvich, allanando así el camino para un gobierno ucraniano orientado a la OTAN. 

Casualmente, me invitaron a visitar Maidán poco después del golpe de Estado del 22 de febrero de 2014 que derrocó a Yanukóvich; una ONG con sede en Estados Unidos, profundamente involucrada en los acontecimientos, me explicó directamente el papel de la financiación estadounidense en el apoyo a las protestas.

En cuarto lugar, a partir de 2008, a pesar de la oposición de varios líderes europeos, Estados Unidos presionó a la OTAN para que se comprometiera oficialmente a ampliar su presencia a Ucrania y Georgia. En aquel momento, el embajador estadounidense en Moscú, William J. Burns, envió un cable a Washington, ahora famoso, titulado » Nyet Means Nyet: Russia’s NATO Enlargement Redlines «, en el que explicaba que toda la clase política rusa se oponía firmemente a la expansión de la OTAN a Ucrania y temía que dicha medida provocara disturbios civiles en el país.

En quinto lugar, tras el golpe de Estado de Maidán, las regiones de mayoría rusa del este de Ucrania (Donbás) se separaron del nuevo gobierno prooccidental instaurado tras el golpe. Rusia y Alemania negociaron rápidamente los Acuerdos de Minsk, según los cuales las dos regiones separatistas (Donetsk y Lugansk) seguirían formando parte de Ucrania, pero con una amplia autonomía local, inspirada en la región germanófona del Tirol del Sur en Italia. 

El segundo acuerdo, Minsk II, también respaldado por el Consejo de Seguridad de la ONU, podría haber puesto fin al conflicto; sin embargo, el gobierno de Kiev, con el apoyo de Washington, decidió no implementar la autonomía. El incumplimiento de Minsk II envenenó las relaciones diplomáticas entre Rusia y Occidente.

En sexto lugar, Estados Unidos expandió de manera constante el ejército ucraniano (tanto tropas activas como de reserva) a aproximadamente un millón de hombres en 2020. Ucrania, junto con sus batallones paramilitares de extrema derecha (como Azov y Sector Derecho), llevó a cabo repetidos ataques contra las dos regiones separatistas, lo que resultó en miles de bajas civiles en el Donbass debido a los bombardeos ucranianos.

En séptimo lugar, a finales de 2021, Rusia propuso a Estados Unidos un borrador de Acuerdo de Seguridad entre Rusia y Estados Unidos , que exigía principalmente el fin de la expansión de la OTAN. Estados Unidos rechazó la propuesta y reafirmó la política de «puertas abiertas» de la alianza, según la cual terceros países, como Rusia, no tendrían voz ni voto en la ampliación de la OTAN. Estados Unidos y los países europeos reiteraron repetidamente la futura adhesión de Ucrania a la OTAN. 

Según informes, el secretario de Estado estadounidense comunicó al ministro de Asuntos Exteriores ruso en enero de 2022 que Estados Unidos se reservaba el derecho a desplegar misiles de alcance intermedio en Ucrania, a pesar de las objeciones de Moscú.

Octavo: Tras la invasión rusa del 24 de febrero de 2022, Ucrania accedió rápidamente a iniciar negociaciones de paz basadas en el retorno a la neutralidad. Las conversaciones se celebraron en Estambul, con la mediación de Turquía. A finales de marzo de 2022, Rusia y Ucrania publicaron un memorando conjunto que señalaba avances hacia un acuerdo de paz. El 15 de abril, se presentó un borrador de acuerdo que prácticamente se acercaba a una solución integral. 

En ese momento, Estados Unidos intervino y comunicó a los ucranianos que no apoyaría el acuerdo, sino que apoyaría a Ucrania en la continuación de la guerra.

Los altos costos de una política exterior fallida

Rusia nunca ha presentado reivindicaciones territoriales contra países de Europa Occidental ni los ha amenazado, salvo en el contexto de su derecho a tomar represalias contra cualquier ataque con misiles con apoyo occidental lanzado contra su territorio. Hasta el golpe de Estado de Maidán en 2014, Rusia ni siquiera había expresado reivindicaciones territoriales sobre Ucrania.

Después de 2014 y hasta finales de 2022, la única reivindicación territorial de Moscú se refería a Crimea, para evitar que la base naval rusa en Sebastopol cayera bajo control occidental. 

Solo tras el fracaso del proceso de paz de Estambul —sacudido por la intervención estadounidense— Rusia declaró la anexión de las cuatro regiones ucranianas de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Hoy en día, los objetivos de guerra declarados por Moscú siguen siendo limitados: la neutralidad de Ucrania, la desmilitarización parcial, la renuncia definitiva a la OTAN y el reconocimiento de la transferencia de Crimea y las cuatro regiones mencionadas a Rusia, lo que constituye aproximadamente el 19 % del territorio de Ucrania en 1991.

Estas no son señales del imperialismo ruso dirigido hacia Occidente, ni exigencias no provocadas. Los objetivos bélicos de Rusia se derivan de más de 30 años de protestas contra la expansión oriental de la OTAN, el armamento a Ucrania, el abandono por parte de Estados Unidos de los tratados de control de armas nucleares y la profunda injerencia de Occidente en la política interna ucraniana, que culminó en el golpe de Estado de 2014 que puso a Moscú y la OTAN en una situación de enfrentamiento directo.

Europa ha optado por interpretar los acontecimientos de los últimos 30 años como prueba del inexorable expansionismo ruso, del mismo modo que Occidente afirmó que la Guerra Fría era responsabilidad exclusiva de la Unión Soviética, cuando en realidad la URSS había propuesto reiteradamente caminos hacia la paz basados en la neutralidad, la unificación y el desarme alemanes. 

Al igual que durante la Guerra Fría, hoy Occidente también ha preferido provocar a Rusia en lugar de reconocer sus comprensibles preocupaciones de seguridad. 

Cada acción rusa se ha interpretado de la forma más negativa posible, como una muestra de mala fe o agresión, sin reconocer jamás la perspectiva rusa en el debate. Este es un claro ejemplo del clásico dilema de seguridad, en el que los adversarios se ignoran mutuamente, asumen lo peor y actúan agresivamente basándose en suposiciones erróneas.

La decisión de Europa de interpretar la Guerra Fría y la posguerra desde esta perspectiva prejuiciosa le ha costado muy caro, y los costos siguen aumentando. Más importante aún, Europa ha llegado a creer que depende totalmente de Estados Unidos para su seguridad. Si Rusia fuera realmente expansionista, Washington sería el salvador indispensable de Europa. 

Pero si, por el contrario, el comportamiento ruso siempre hubiera sido una expresión de legítimas preocupaciones de seguridad, la Guerra Fría probablemente habría terminado hace décadas siguiendo el modelo de la neutralidad austriaca, y la posguerra podría haberse convertido en un período de paz y creciente confianza entre Rusia y Europa.

En realidad, las economías de Europa y Rusia son altamente complementarias. Rusia es rica en materias primas (agrícolas, minerales y energéticas) y posee experiencia en ingeniería, mientras que Europa alberga industrias de alto consumo energético y tecnologías avanzadas clave. 

Estados Unidos se ha opuesto durante mucho tiempo a los crecientes lazos comerciales entre Europa y Rusia, que surgen de esta complementariedad natural. Washington considera la industria energética rusa un competidor directo del sector energético estadounidense y, en general, considera los fuertes lazos comerciales y de inversión entre Alemania y Rusia una amenaza para el dominio político y económico de Estados Unidos en Europa Occidental. 

Por estas razones, Estados Unidos se opuso a los gasoductos Nord Stream 1 y 2 mucho antes del conflicto ucraniano. Por estas razones, Joe Biden prometió explícitamente poner fin a Nord Stream 2 —como lo hizo— en caso de una invasión rusa de Ucrania. 

La oposición estadounidense a Nord Stream y a las relaciones energéticas ruso-alemanas se basaba en un principio general: la UE y Rusia debían mantenerse a distancia para que Estados Unidos no perdiera su influencia en Europa.

La guerra en Ucrania y la ruptura de relaciones con Rusia han dañado gravemente la economía europea. Las exportaciones europeas a Rusia se han desplomado de unos 90 000 millones de euros en 2021 a tan solo 30 000 millones de euros en 2024. 

Los costes energéticos se han disparado, ya que Europa ha sustituido el gas natural ruso, barato y suministrado por gasoducto, por el gas natural licuado (GNL) estadounidense, mucho más caro. La industria alemana ha decaído alrededor de un 10 % desde 2020, y tanto el sector químico como el automovilístico están sufriendo graves consecuencias. El Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento económico para la UE de tan solo el 1 % en 2025 y de alrededor del 1,5 % para el resto de la década.

El canciller alemán, Friedrich Merz, ha pedido la prohibición permanente de la reanudación del flujo de gas a través del Nord Stream, pero esto representa prácticamente un suicidio económico para Alemania. 

Esta postura se basa en la creencia de Merz de que Rusia tiene ambiciones bélicas contra Alemania; sin embargo, en realidad, es Alemania la que está provocando una guerra con Rusia al adoptar un lenguaje belicista e iniciar un rearme masivo.

Según Merz, «es necesaria una visión realista de las aspiraciones imperialistas de Rusia». Argumenta que «parte de nuestra sociedad tiene un profundo miedo a la guerra. No lo comparto, pero lo entiendo». 

Aún más alarmante es su afirmación de que «los medios diplomáticos están agotados», a pesar de que, según se informa, nunca ha intentado hablar con Vladimir Putin desde que llegó al poder. Merz también parece ignorar deliberadamente lo cerca que estuvo la diplomacia del éxito en 2022, durante el Proceso de Estambul, antes de que Estados Unidos lo bloqueara.

El crecimiento económico chino es antitético a los intereses estadounidenses

El enfoque de Occidente hacia China refleja fielmente su enfoque hacia Rusia. 

Occidente tiende a atribuirle malas intenciones a China, las cuales, en muchos sentidos, suelen ser proyecciones de sus propias ambiciones hostiles hacia la República Popular. 

El rápido ascenso económico de China entre 1980 y 2010 llevó a los líderes y estrategas estadounidenses a considerar su mayor crecimiento económico como contrario a los intereses estadounidenses.

En 2015, dos influyentes estrategas estadounidenses, Robert Blackwill y Ashley Tellis , explicaron claramente que la estrategia global de Estados Unidos busca la hegemonía estadounidense y que China representa una amenaza para dicha hegemonía debido a su tamaño y éxito. Blackwill y Tellis propusieron un conjunto de medidas por parte de Estados Unidos y sus aliados para obstaculizar el futuro crecimiento económico de China: excluir a Pekín de los nuevos bloques comerciales de Asia-Pacífico, limitar la exportación de tecnologías occidentales a China, imponer aranceles y otras restricciones a las exportaciones chinas, y otras medidas antichinas. 

Cabe destacar que estas medidas no se justificaban por las deficiencias específicas de China, sino por el simple hecho de que su crecimiento económico se consideraba incompatible con la supremacía estadounidense.

Un componente clave de esta política exterior hacia Rusia y China es una guerra mediática destinada a desacreditar a los supuestos enemigos de Occidente. En el caso de China, Occidente la ha acusado de genocidio en Xinjiang contra la población uigur. Se trata de una acusación sumamente exagerada, formulada sin pruebas sólidas, mientras Occidente ignora el genocidio real de decenas de miles de palestinos que se está produciendo en Gaza, perpetrado por su aliado israelí. 

Además, la propaganda occidental también ha difundido una serie de afirmaciones absurdas sobre la economía china: su iniciativa de infraestructura de la Franja y la Ruta , que ofrece financiación a países en desarrollo para construir infraestructura moderna, se califica de «trampa de deuda». 

La extraordinaria capacidad de China para producir tecnologías verdes —como paneles solares, que el mundo necesita con urgencia— es ridiculizada por Occidente como un «exceso de capacidad» que debería limitarse o detenerse.

En el plano militar, el dilema de seguridad que enfrenta China se interpreta de la forma más sombría posible, al igual que ocurre con Rusia. Estados Unidos ha proclamado durante mucho tiempo su capacidad para bloquear las vitales rutas marítimas de China, pero luego acusa a Pekín de militarismo cuando responde adoptando medidas para fortalecer su poder naval.

En lugar de interpretar el desarrollo militar de China como un típico dilema de seguridad que debe abordarse mediante la diplomacia, la Armada estadounidense declara que debe prepararse para la guerra con China para 2027. Al mismo tiempo, la OTAN exige cada vez más un papel activo en Asia Oriental, dirigido contra China. Los aliados europeos de Estados Unidos están adoptando esta postura agresiva, tanto comercial como militarmente. 

Diez pasos concretos hacia una nueva política exterior

Europa se ha arrinconado a sí misma, haciéndose subordinada a Estados Unidos, rechazando la diplomacia directa con Rusia, perdiendo su competitividad económica a través de las sanciones y la guerra, incurriendo en un aumento masivo e insostenible del gasto militar y cortando vínculos comerciales y de inversión a largo plazo con Rusia y China.

Como resultado, se enfrenta a una deuda creciente, un estancamiento económico y un riesgo creciente de guerra a gran escala. Una perspectiva que, al parecer, no asusta al canciller alemán Merz, pero que debería aterrorizarnos a todos.

Quizás el conflicto más probable no sea con Rusia, sino con los propios Estados Unidos, que bajo el mandato de Trump amenazó con apoderarse de Groenlandia si no se la vendían o cedían a su soberanía. Es muy posible que Europa se quede sin verdaderos amigos: ni Rusia ni China, ni siquiera Estados Unidos, los países árabes (indignados por la indiferencia europea ante el genocidio israelí en Gaza), África (aún resentida por el colonialismo y el neocolonialismo europeos), etc.

Por supuesto, existe otro camino posible —de hecho, uno muy prometedor— si los líderes europeos logran reconsiderar los verdaderos intereses y riesgos de seguridad del continente, devolviendo la diplomacia al centro de la política exterior europea. Propongo aquí diez pasos concretos para construir una política exterior basada en las necesidades reales de Europa.

1. Abrir un diálogo diplomático directo con Moscú

Fracaso: El fracaso palpable de Europa a la hora de entablar una diplomacia directa con Rusia es devastador. Europa podría incluso estar creyendo en su propia propaganda de política exterior, al evitar discutir directamente temas clave con su homólogo ruso. Es hora de restablecer canales de comunicación serios y estables, independientes de Washington.

2. Preparar una paz negociada con Rusia

Europa debe prepararse para negociar la paz con Rusia sobre Ucrania y la futura seguridad colectiva de Europa. La clave es que Europa acuerde con Rusia el fin de la guerra sobre la base de un compromiso firme e irrevocable de no extender la OTAN a Ucrania, Georgia ni a otras regiones orientales. Además, Europa debe aceptar cambios territoriales pragmáticos en Ucrania que beneficien a Rusia. 

3. Rechazar la militarización de las relaciones con China

Por ejemplo, Europa debería oponerse a cualquier intento de expandir la OTAN al este de Asia.
China no representa ninguna amenaza para la seguridad europea, y Europa debería dejar de apoyar ciegamente las pretensiones estadounidenses de hegemonía en Asia, que ya son peligrosas e ilusorias, incluso sin el apoyo europeo. En cambio, Europa debería fortalecer la cooperación con China en materia de comercio, inversión y clima.

4. Reformar las instituciones de la diplomacia europea

La configuración actual es caótica e ineficaz. El Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad actúa esencialmente como portavoz de la rusofobia, mientras que la diplomacia de alto nivel —en la medida en que existe— está dirigida de forma confusa e intermitente por líderes europeos individuales, el Alto Representante de la UE, el presidente de la Comisión Europea, el presidente del Consejo Europeo o una combinación variable de estos. En resumen, nadie habla con claridad en nombre de Europa, ya que, para empezar, no existe una política exterior europea clara.

5. Desvincular la política exterior de la UE de la OTAN

Europa debería reconocer que la política exterior de la UE debe disociarse de la OTAN. En realidad, Europa no necesita la Alianza Atlántica, ya que Rusia no tiene intención de invadir la UE. Europa debería, sin duda, dotarse de una capacidad de defensa autónoma, pero a un coste muy inferior al 5 % del PIB, una cifra absurda, basada en una evaluación completamente exagerada de la amenaza rusa. Además, la defensa europea no debería coincidir con la política exterior europea, a pesar de que ambas se han confundido completamente en los últimos tiempos.

6. Cooperar con Rusia, India y China 

La UE, Rusia, India y China deberían cooperar en la transición ecológica, digital y de infraestructuras de todo el espacio euroasiático. El desarrollo sostenible de Eurasia beneficia mutuamente a la UE, Rusia, India y China, y no puede lograrse sin la cooperación pacífica entre las cuatro principales potencias euroasiáticas.

7. Cooperar con la iniciativa «La Franja y la Ruta» de China

Se espera que el European Global Gateway, el brazo financiero para infraestructuras en países no pertenecientes a la UE, colabore con la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China. Actualmente, se presenta como un competidor de la BRI. En realidad, se espera que ambos programas unan fuerzas para cofinanciar infraestructuras de energía verde, digitales y de transporte para Eurasia.

8. Fortalecer la financiación del Pacto Verde Europeo

La Unión Europea debería aumentar la financiación del Pacto Verde Europeo (PVE), acelerando así la transición hacia una economía baja en carbono, en lugar de destinar aproximadamente el 5 % del PIB a gastos militares innecesarios sin ningún beneficio real para Europa. Una mayor inversión en el PVE aportaría dos beneficios principales. En primer lugar, contribuiría a la seguridad climática regional y global. En segundo lugar, reforzaría la competitividad de Europa en las futuras tecnologías verdes y digitales, sentando las bases para un nuevo modelo de crecimiento sostenible.

9. Colaborar con la Unión Africana

La UE debería colaborar estrechamente con la Unión Africana para promover una amplia expansión de la educación y la formación técnica en sus países miembros. Con un crecimiento previsto de su población de 1.400 millones a aproximadamente 2.500 millones para mediados de siglo, en comparación con los aproximadamente 450 millones de habitantes de Europa, el destino económico de África estará estrechamente vinculado al de Europa. La clave de la prosperidad africana reside en el rápido desarrollo de la educación superior y la formación profesional.

10. Apoyar el nuevo orden mundial multipolar

La Unión Europea, junto con los países BRICS, debe comunicar claramente a Estados Unidos que el futuro orden mundial no se basa en la hegemonía, sino en el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas. Este representa el único camino hacia una verdadera seguridad para Europa y el mundo. La dependencia de Estados Unidos y la OTAN es una ilusión peligrosa, especialmente dada la inestabilidad del propio país. Por el contrario, un compromiso renovado con la Carta de las Naciones Unidas puede poner fin a las guerras (por ejemplo, poniendo fin a la impunidad de Israel e implementando los fallos de la Corte Internacional de Justicia sobre la solución de dos Estados) y prevenir futuros conflictos.

Jeffrey D. Sachs: Economista de renombre mundial, es un referente en el campo del desarrollo sostenible. Director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia, también preside la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Es autor de numerosos libros, entre ellos los éxitos de ventas El fin de la pobreza y El precio de la civilización. Ha colaborado con varios secretarios generales de las Naciones Unidas y ha recibido prestigiosos 

Em

OBERVATORIO DE LA CRISIS

https://observatoriocrisis.com/2025/10/12/rusia-la-historia-de-una-amenaza-inventada/

13/10/2025