segunda-feira, 22 de outubro de 2012
La verdadera razón por la cual EE.UU. utilizó armas nucleares contra Japón
No se necesitaban armas atómicas para terminar la guerra o salvar vidas
La verdadera razón por la cual EE.UU. utilizó armas nucleares contra Japón
Washington's Blog
Information Clearing House
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Como a todos los estadounidenses, me enseñaron que EE.UU. lanzó bombas nucleares
sobre Hiroshima y Nagasaki para terminar la Segunda Guerra Mundial y salvar
vidas estadounidenses y japonesas.
Sin embargo, la mayoría de los altos oficiales militares estadounidenses de la
época dijeron otra cosa.
El grupo de Estudio de Bombardeo Estratégico de EE.UU., asignado por el
presidente Truman para estudiar los ataques aéreos contra Japón, produjo un
informe en julio que concluyó (52-56):
Sobre la base de una detallada investigación de todos los hechos y con el
apoyo del testimonio de los dirigentes japoneses involucrados, el Estudio
opina que Japón se habría rendido ciertamente antes del 31 de diciembre de
1945 y con toda probabilidad antes del 1 de noviembre de 1945 incluso si las
bombas atómicas no se hubieran lanzado, incluso si Rusia no hubiera entrado a
la guerra, e incluso si no se hubiera planificado o contemplado ninguna
invasión.
El general (y después presidente) Dwight Eisenhower -entonces comandante supremo
de todas las Fuerzas Aliadas, y el oficial que creó la mayor parte de los planes
militares de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial para Europa y Japón– dijo:
Los japoneses estaban dispuestos a rendirse y no era necesario atacarlos con
esa cosa horrible.
Newsweek , 11/11/63, Ike on Ike
Eisenhower también señaló (pg. 380)
En [julio de] 1945… el secretario de Guerra Stimson, en visita a mi oficina
central en Alemania, me informó de que nuestro gobierno se preparaba para
lanzar una bomba atómica sobre Japón. Yo era uno de los que pensaban que había
una serie de razones convincentes para cuestionar la inteligencia de un acto
semejante… el secretario, después de darme la noticia del exitoso ensayo de la
bomba en Nuevo México, y del plan de utilizarla, me pidió mi reacción,
esperando al parecer una enérgica aprobación.
Durante su relato de los hechos relevantes, había sido consciente de un
sentimiento de depresión y por lo tanto le expresé mis graves aprensiones,
primero sobre la base de mi creencia en que Japón ya estaba derrotado y que el
lanzamiento de la bomba era totalmente innecesario, y en segundo lugar porque
pensaba que nuestro país debía evitar horrorizar a la opinión mundial debido
al uso de un arma cuyo empleo, pensaba, ya no era indispensable como medida
para salvar vidas estadounidenses. Pensaba que Japón estaba, en ese mismo
momento, buscando alguna forma de rendirse con la menor pérdida de prestigio.
El secretario se mostró profundamente perturbado por mi actitud…
El almirante William Leahy –el miembro de más alta graduación de las fuerzas
armadas de EE.UU. desde1942 hasta su retiro en 1949, quien fue el primer jefe de
facto del Estado Mayor Conjunto y que estaba al centro de todas las principales
decisiones militares de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial– escribió (pg. 441):
En mi opinión el uso de esa cruel arma en Hiroshima y Nagasaki no fue una
ayuda material en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban
derrotados y se disponían a rendirse debido al efectivo bloqueo marítimo y los
exitosos bombardeos con armas convencionales.
Las posibilidades letales de la guerra atómica en el futuro son aterradoras.
Mi propio sentimiento era que al ser los primeros en utilizarla, habíamos
adoptado un estándar ético común a los bárbaros de la Alta Edad Media. No me
enseñaron a hacer la guerra de esa manera, las guerras no se pueden ganar
destruyendo a mujeres y niños.
El general Douglas MacArthur estuvo de acuerdo (pg. 65, 70-71):
Los puntos de vista de MacArthur respecto a la decisión de lanzar la bomba
atómica sobre Hiroshima y Nagasaki fueron totalmente diferentes de lo que
supuso el público en general… Cuando pregunté al general MacArthur sobre la
decisión de lanzar la bomba, me sorprendió escuchar que ni siquiera le habían
consultado. ¿Cuál habría sido su consejo?, le pregunté. Respondió que no veía
ninguna justificación militar para lanzar la bomba. La guerra podría haber
terminado semanas antes, dijo, si EE.UU. hubiera aceptado, como en todo caso
lo hizo posteriormente, que se conservara la institución del emperador.
Además (pg. 512):
La declaración de Potsdam, en julio, exigió que Japón se rindiera
incondicionalmente o se enfrentaría a ‘una rápida y total destrucción’.
MacArthur se escandalizó. Sabía que los japoneses jamás renunciarían a su
emperador y que sin él, en cualquier caso, sería imposible una transición
ordenada a la paz, porque su pueblo no se sometería jamás a la ocupación
aliada a menos que el emperador lo ordenara. Irónicamente, cuando tuvo lugar
la rendición, fue condicional, y la condición fue la continuación del reino
imperial. Si se hubiera seguido el consejo del general, es posible que el
recurso a las armas atómicas en Hiroshima y Nagasaki hubiera sido innecesario.
Del mismo modo, el secretario adjunto de Guerra, John McLoy señaló (pg. 500):
Siempre he pensado que nuestro ultimátum al gobierno japonés emitido desde
Potsdam [en julio de 1945] lo habría aceptado, si nos hubiésemos referido al
mantenimiento del emperador como monarca constitucional y hubiésemos hecho
alguna referencia al acceso razonable a materias primas de futuro gobierno
japonés. Por cierto, creo que incluso en la forma en la que se dio dicho
ultimátum había una cierta disposición por parte de los japoneses a
considerarlo de manera favorable. Cuando terminó la guerra llegué a esta
conclusión después de hablar con una serie de funcionarios japoneses que
habían estado íntimamente asociados con la decisión del gobierno japonés de
entonces de rechazar el ultimátum tal como se presentó. Creo que perdimos la
oportunidad de lograr una rendición japonesa, completamente satisfactoria para
nosotros, sin necesidad de lanzar las bombas.
El subsecretario de la Armada, Ralph Bird, dijo:
Pienso que los japoneses querían la paz y ya habían contactado a los rusos y
creo que a los suizos. Y esa sugerencia de [dar] una advertencia [de la bomba
atómica] fue una propuesta que les habría permitido salvar las apariencias y
la habrían aceptado de buena gana.
***
A mi juicio, la guerra japonesa ya estaba ganada antes de que utilizásemos la
bomba atómica. Por lo tanto, no habría sido necesario que reveláramos nuestra
posición nuclear y estimular a los rusos a desarrollar lo mismo mucho más
rápido de lo que lo hubieran hecho si no hubiésemos lanzado la bomba.
War Was Really Won Before We Used A-Bomb, U.S. News and World Report, 15/8/60,
pg. 73-75.
También señaló (pg. 144-145, 324):
Me pareció que los japoneses estaban cada vez más débiles. Rodeados por la
armada, no podían recibir ninguna importación ni podían exportar nada.
Naturalmente, a medida que pasaba el tiempo y la guerra se desarrollaba a
nuestro favor era bastante lógico esperar que con el tipo adecuado de
advertencia los japoneses estuvieran en una posición para hacer la paz, lo que
habría hecho que fuera innecesario lanzarla bomba y tuviésemos que hacer que
participara Rusia.
El general Curtis LeMay, el duro “halcón” de la Fuerza Aérea del Ejército,
declaró públicamente poco antes del lanzamiento de las bombas nucleares sobre
Japón:
La guerra habría terminado en dos semanas… La bomba atómica no tuvo
absolutamente nada que ver con el fin de la guerra.
El vicepresidente del Estudio de Bombardeo de EE.UU., Paul Nitze, escribió (pg.
36-37, 44-45):
Llegué a la conclusión de que incluso sin la bomba atómica, era probable que
Japón se rindiera en cosa de meses. Mi propio punto de vista era que Japón
capitularía en noviembre de 1945.
***
Incluso sin los ataques a Hiroshima y Nagasaki parecía muy poco probable, en
vista de lo que establecimos que era el estado de ánimo del gobierno japonés,
que fuera necesaria una invasión estadounidense de las islas [programada para
el 1 de noviembre de 1945].
El director adjunto de la Oficina de Inteligencia Naval, Ellis Zacharias,
escribió:
Precisamente cuando los japoneses estaban dispuestos a capitular, seguimos
adelante e introdujimos en el mundo el arma más devastadora que había visto, y
en efecto dimos el visto bueno a Rusia para que se extendiera sobre Asia
Oriental.
Washington decidió que Japón había tenido su oportunidad y que era hora de
utilizar la bomba atómica.
Sugiero que fue la decisión equivocada. Fue un error por motivos estratégicos.
Y fue un error por motivos humanitarios.
Ellis Zacharias, How We Bungled the Japanese Surrender, Look, 6/6/50, pg.
19-21.
El brigadier General Carter Clarke –el oficial de inteligencia militar a cargo
de preparar los resúmenes de los cables japoneses interceptados para el
presidente Truman y sus consejeros– dijo: (pg. 359):
Cuando no necesitábamos hacerlo, y sabíamos que no necesitábamos hacerlo y
ellos sabían que no necesitábamos hacerlo, los utilizamos como un experimento
para dos bombas atómicas.
Muchos otros altos oficiales militares estuvieron de acuerdo. Por ejemplo:
El comandante en jefe de la Armada de EE.UU. y jefe de Operaciones Navales,
Ernest J. King, declaró que el bloqueo naval y el bombardeo anterior en Japón
en marzo de 1945, habían incapacitado a los japoneses y que el uso de la bomba
atómica fue innecesario e inmoral. También, se informó de que el almirante de
la Flota Chester W. Nimitz dijo en una conferencia de prensa el 22 de
septiembre de 1945 que “el almirante aprovechó la oportunidad para sumar su
voz a las de los que insistían en que Japón estaba derrotado antes del
bombardeo atómico y del ingreso de Rusia a la guerra”. En un discurso
subsiguiente en el Monumento Washington el 5 de octubre de 1945, el almirante
Nimitz declaró: “Los japoneses, de hecho, habían pedido la paz antes de que se
anunciara al mundo la era atómica con la destrucción de Hiroshima y antes de
la entrada de Rusia a la guerra”. También se supo que el 20 de julio de 1945,
o cerca de esa fecha, el general Eisenhower había instado a Truman, en una
visita personal, a que no utilizara la bomba atómica. La evaluación de
Eisenhower era que “No era necesario atacarlos con esa cosa espantosa…
utilizar la bomba atómica para matar y aterrorizar a civiles, sin intentar
siquiera [negociaciones] fue un doble crimen”. Eisenhower también declaró que
no era necesario que Truman “sucumbiera” ante el [ínfimo puñado de personas
que presionaban al presidente para que lanzara bombas atómicas en Japón].
Los oficiales británicos pensaban lo mismo. Por ejemplo Sir Hastings Ismay,
general y jefe de Estado Mayor del ministerio británico de Defensa, dijo al
primer ministro Churchill que “si Rusia entrara a la guerra contra Japón, los
japoneses probablemente desearían salir bajo casi cualquier condición que no sea
el destronamiento del emperador”.
Al oír que la prueba atómica fue exitosa, la reacción privada de Ismay fue de
“repulsión”.
¿Por qué se lanzaron las bombas en ciudades pobladas y sin valor militar?
Incluso los oficiales militares que estaban a favor del uso de armas nucleares
preferían que se utilizaran en áreas no pobladas u objetivos militares
japoneses… no en las ciudades.
Por ejemplo el asistente especial del secretario de la Armada, Lewis Strauss,
sugirió a su jefe, James Forrestal, que bastaría una demostración no letal de
armas atómicas para convencer a los japoneses de que se rindieran… y el
secretario de la Armada estuvo de acuerdo. (pg. 145, 325):
Sugerí al secretario Forrestal que se hiciese una demostración del arma antes
de utilizarla. En primer lugar porque era obvio para un número de personas,
incluyéndome a mí, que la guerra casi había terminado. Los japoneses estaban
prácticamente listos para capitular… mi propuesta al secretario fue que se
debía hacer la demostración del arma en un área accesible a observadores
japoneses y donde sus efectos serían dramáticos. Recuerdo haber sugerido que
un sitio adecuado para una demostración de ese tipo sería un gran bosque de
cedros japoneses no lejos de Tokio. El cedro japonés es la versión japonesa de
nuestra secoya… Supuse que una bomba detonada a una altura adecuada sobre un
bosque semejante… esparciría los árboles desde el centro de la explosión en
todas direcciones como si fueran fósforos y por supuesto les prendería fuego
en el centro. Pensaba que una demostración de este tipo demostraría a los
japoneses que podíamos destruir a voluntad cualquiera de sus ciudades… El
secretario Forrestal estuvo completamente de acuerdo con la recomendación…
Me parecía que no era necesaria un arma semejante para acabar con la guerra, y
que una vez que se utilizase se incorporaría a los armamentos del mundo…
El general George Marshall estuvo de acuerdo:
Algunos documentos contemporáneos muestran que Marshall pensaba que “esas
armas se podrían utilizar primero contra objetivos militares propiamente tales
como una gran instalación naval y entonces, si no se lograba un resultado
total con su efecto, pensaba que deberíamos determinar una serie grandes áreas
manufactureras en las que se avisaría a la gente de que se fuera y advirtiendo
a los japoneses de que teníamos la intención de destruir esos centros…”
Como sugiere el documento sobre los puntos de vista de Marshall, la pregunta
de si se justificaba el uso de la bomba atómica se concentra… en si las bombas
tenían que usarse contra un objetivo mayormente civil en lugar de un objetivo
estrictamente militar, lo que en los hechos era la alternativa explícita, ya
que aunque había soldados japoneses en las ciudades, los planificadores
estadounidenses no consideraban vitales a Hiroshima ni Nagasaki desde el punto
de vista militar. (Es uno de los motivos por los que hasta entonces no se
había bombardeado con fuerza a ninguna de ellas). Además los ataques [en
Hiroshima y Nagasaki] apuntaban explícitamente a instalaciones no militares
rodeadas de viviendas de trabajadores.
Los historiadores están de acuerdo en que la bomba no era necesaria
Los historiadores están de acuerdo en que no era necesario utilizar bombas
nucleares para detener la guerra o salvar vidas.
Como señala el historiador Doug Long:
El historiador de la Comisión Reguladora Nuclear de EE.UU., J. Samuel Walker,
ha estudiado la historia de la investigación sobre la decisión de utilizar
armas nucleares en Japón. En su conclusión escribe: “El consenso entre los
expertos es que la bomba no era necesaria para evitar una invasión de Japón y
terminar la guerra dentro de un plazo relativamente corto. Es obvio que
existían alternativas a la bomba y que Truman y sus consejeros lo sabían” (J.
Samuel Walker, The Decision to Use the Bomb: A Historiographical Update,
Diplomatic History, Winter 1990, pg. 110).
Los políticos estaban de acuerdo
Muchos políticos de alto nivel estaban de acuerdo. Por ejemplo, Herbert Hoover
dijo, (pg. 142):
Los japoneses estaban dispuestos a negociar definitivamente desde febrero de
1945… hasta que se lanzaron las bombas atómicas, … si se hubieran tenido en
cuenta esas señales no habría habido ocasión alguna para lanzar las bombas
[atómicas].
El subsecretario de Estado, Joseph Grew, señaló (pg. 29-32):
A la luz de la evidencia disponible otras personas y yo pensábamos que si una
declaración tan categórica sobre [el mantenimiento de] la dinastía se hubiera
emitido en mayo de 1945, los elementos favorables a la rendición en el
gobierno [japonés] podrían haber obtenido a través de una declaración
semejante una razón válida y la fuerza necesaria para llegar a una decisión
claramente definida.
Si la rendición hubiera tenido lugar en mayo de 1945, o incluso en junio o
julio, antes de la entrada de la Rusia soviética en la guerra [en el Pacífico]
y del uso de la bomba atómica, el ganador habría sido el mundo.
¿Entonces por qué se lanzaron las bombas atómicas en Japón?
Si el lanzamiento de bombas nucleares no era necesario para acabar la guerra o
salvar vidas, ¿por qué se tomó la decisión de lanzarlas? ¿Especialmente a pesar
de las objeciones de tantos altos personajes militares y políticos?
Una teoría es que a los científicos les gusta jugar con sus juguetes:
El 9 de septiembre de 1945 se citó ampliamente en público al almirante William
F. Halsey, comandante de la Tercera Flota, declarando que la bomba atómica se
usó porque los científicos tenían un “juguete y querían probarlo…” Además
señaló: “La primera bomba atómica fue un experimento innecesario… Fue un error
lanzarla”.
Sin embargo, la mayoría de los científicos del Proyecto Manhattan que
desarrollaron la bomba atómica se oponían a utilizarla en Japón.
Albert Einstein –un importante catalizador del desarrollo de la bomba atómica
(pero que no estaba directamente conectado con el Proyecto Manhattan)– dijo algo
diferente:
“La mayoría de los científicos se opuso a usan de repente la bomba atómica”.
Según Einstein, el lanzamiento de la bomba fue una decisión
política-diplomática más que una decisión militar o científica.
Por cierto, algunos de los científicos del Proyecto Manhattan escribieron
directamente al secretario de Defensa en 1945 para intentar disuadirlo de lanzar
la bomba:
Creemos que estas consideraciones hacen que el uso de bombas nucleares en un
anticipado y no anunciado ataque a Japón no sea aconsejable. Si EE.UU. fuera
el primero en introducir este nuevo medio de destrucción indiscriminada a la
humanidad, sacrificaría el apoyo público en todo el mundo, precipitaría la
carrera armamentista, y perjudicaría la posibilidad de lograr un acuerdo
internacional sobre el control futuro de tales armas.
Political and Social Problems, Manhattan Engineer District Records,
Harrison-Bundy files, folder # 76, National Archives (contenido también en:
Martin Sherwin, A World Destroyed, edición 1987, pg. 323-333).
Los científicos cuestionaron la capacidad de destruir ciudades japonesas con
bombas atómicas para lograr la rendición cuando la destrucción de las ciudades
con bombas convencionales no lo había hecho y –como algunos de los oficiales
militares antes mencionados– recomendó una demostración de la bomba atómica en
Japón en un área deshabitada.
¿La verdadera explicación?
History.com señala:
A lo largo de los años desde el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre
Japón, una serie de historiadores han sugerido que las armas tenían un doble
objetivo… Se ha sugerido que el segundo objetivo era hacer una demostración de
la nueva arma de destrucción masiva a la Unión Soviética. En agosto de 1945,
las relaciones con la Unión Soviética se habían deteriorado considerablemente.
La Conferencia de Potsdam entre el presidente de EE.UU., Harry S. Truman, el
líder ruso José Stalin y Winston Churchill (antes de ser reemplazado por
Clement Attlee) terminó solo cuatro días antes del bombardeo de Hiroshima. La
reunión estuvo marcada por recriminaciones y sospechas entre estadounidenses y
soviéticos. Los ejércitos rusos ocupaban la mayor parte de Europa Oriental.
Truman y muchos de sus consejeros esperaban que el monopolio atómico de EE.UU.
ayudase a presionar diplomáticamente a los soviéticos. De esta manera, el
lanzamiento de la bomba atómica en Japón se puede ver como el primer disparo
de la Guerra Fría.
New Scientist informó en 2005:
La decisión de EE.UU. de lanzar bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en
1945, tenía el propósito de comenzar la Guerra Fría más que de terminar la
Segunda Guerra Mundial, según dos historiadores nucleares que dicen que tienen
nueva evidencia que respalda la controvertida teoría.
Dicen que el objetivo de una reacción de fisión en varios kilógramos de uranio
y plutonio y de la matanza de más de 200.000 personas hace 60 años, fue más
impresionar a la Unión Soviética que doblegar a Japón. Y el presidente de
EE.UU. que tomó la decisión, Harry Truman, fue el culpable, agregan.
“Sabía que estaba iniciando el proceso de aniquilación de la especie”, dice
Peter Kuznick, director del Instituto de Estudios Nucleares en la American
University en Washington DC, US. “No fue solo un crimen de guerra, fue un
crimen contra la humanidad.”
***
[La explicación convencional del uso de las bombas para terminar la guerra y
salvar vidas] es cuestionada por Kuznick y Mark Selden, un historiador de la
Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, EE.UU.
***
Nuevos estudios de los archivos diplomáticos estadounidenses, japoneses y
soviéticos sugieren que el principal motivo de Truman fue limitar la expansión
soviética en Asia, afirma Kuznick. Japón se rindió porque la Unión Soviética
inició una invasión unos días después del bombardeo de Hiroshima, no debido a
las bombas atómicas en sí, dice.
Según un informe de Walter Brown, asistente del secretario de Estado de EE.UU.
de la época, James Byrnes, tres días antes del lanzamiento de la bomba en
Hiroshima, en una reunión Truman reconoció que Japón “busca la paz”. Sus
generales del ejército, Douglas Macarthur y Dwight Eisenhower, y su jefe de
Estado Mayor naval William Leahy, dijeron a Truman que no existía ninguna
necesidad militar de utilizar la bomba.
“Impresionar a Rusia era más importante que terminar la guerra en Japón”, dice
Selden.
John Pilger señala:
El secretario de Guerra de EE.UU., Henry Stimson, dijo al presidente Truman
que “temía” que la fuerza aérea de EE.UU. hubiera bombardeado tanto a Japón
que la nueva arma no podría “mostrar su fuerza”. Más adelante admitió que “no
se hizo ningún esfuerzo, y ninguno se consideró seriamente, para lograr
simplemente la rendición con el fin de no tener que usar la bomba”. Sus
colegas de la política exterior estaban ansiosos “de intimidar a los rusos con
la bomba en lugar de portarla ostentosamente”. El general Leslie Groves,
director del Manhattan Project, testificó: “Nunca hubo pensé en que Rusia era
nuestro enemigo y que el proyecto se llevó a cabo sobre esa base”. Al día
siguiente de la destrucción de Hiroshima, el presidente Truman expresó su
satisfacción por el “abrumador éxito del experimento”.
Dejamos la última palabra al profesor de economía política de la Universidad de
Maryland, exdirector legislativo en la Cámara de Representantes y el Senado de
EE.UU. y asistente especial en el Departamento de Estado, Gar Alperovitz:
Aunque la mayoría de los estadounidenses lo ignora, cada vez más historiadores
reconocen ahora que EE.UU. no tuvo necesidad de utilizar la bomba atómica para
terminar la guerra contra Japón en 1945. Además, esta opinión esencial fue
expresada por mayoría de los máximos dirigentes militares estadounidenses en
las tres ramas de las fuerzas armadas en los años posteriores a la guerra:
Ejército, Armada, y Fuerza Aérea del Ejército. Tampoco fue la opinión de
“liberales”, como se piensa a veces en la actualidad. En los hechos,
destacados conservadores fueron mucho más sinceros en el cuestionamiento de la
decisión como injustificada e inmoral que los liberales estadounidenses en los
años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
***
En lugar de permitir otras opciones para terminar la guerra, como que los
soviéticos atacaran Japón con fuerzas terrestres, EE.UU. se apresuró a
utilizar dos bombas atómicas en torno a la fecha del 8 de agosto en la que
estaba programado un ataque soviético: Hiroshima el 6 de agosto y Nagasaki el
9 de agosto. La oportunidad en sí ha provocado obviamente preguntas entre
numerosos historiadores. La evidencia disponible, aunque no concluyente,
sugiere fuertemente que en parte las bombas pudieron utilizarse porque los
dirigentes estadounidenses “prefirieron” –como dice el historiador premiado
con el Premio Pulitzer, Martin Sherwin– terminar la guerra con las bombas en
lugar del ataque soviético. Parece que es probable que también fuera un factor
significativo el intento de impresionar a los soviéticos en las primeras
fintas diplomáticas que finalmente llevaron a la Guerra Fría.
***
La perspectiva más esclarecedora, sin embargo, proviene de altos dirigentes
militares estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial. La creencia
generalmente aceptada de que la bomba atómica salvó un millón de vidas está
tan generalizada que… la mayoría de los estadounidenses ni siquiera se han
detenido a considerar algo bastante impactante para cualquiera que se haya
preocupado seriamente del tema: La mayoría de los máximos dirigentes militares
de EE.UU. no solo pensaba que los bombardeos eran innecesarios e
injustificados, muchos se sintieron ofendidos moralmente por lo que
consideraron como la destrucción innecesarias de ciudades japonesas y
esencialmente de poblaciones no combatientes. Además, hablaron del tema de un
modo bastante abierto y público.
***
Poco antes de su muerte el general George C. Marshall defendió tranquilamente
la decisión, pero en general consta que dijo repetidamente que no fue una
decisión militar sino política.
Este artículo se publicó originalmente en Washington's Blog
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article32743.htm
rCR
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IN: Rebelión
http://rebelion.org/noticia.php?id=158037
Esp 22/10/2012
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