quinta-feira, 25 de janeiro de 2024

100 años después de Lenin: la necesidad de una estrategia global leninista

 


EL SIGUIENTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO RECIENTEMENTE POR LA REVISTA DEL CLUB VALDAI, EL “THIN TANK” MÁS IMPORTANTE DE RUSIA   
ESCRIBE EL DOCTOR EN CIENCIAS POLÍTICAS DAYAN JAYATILLEKA, EMBAJADOR DE SRI LANKA 

Un profeta sólo carece de honor en su propia tierra, clamó Jesús, después de un sermón radical en Nazaret, y tras ser agredido por una turba que no entendió su mensaje e intentó lincharlo en su ciudad natal.  

Quizás, y solo quizás, las respuestas violentas a los profetas se debe a que la gente de su pueblo los ven a través de un manto de subjetividad alentada por la élite gobernante.

Lo mismo está ocurriendo con Lenin en la actual Rusia en el centenario de su muerte. Se le quiere ver a través de un manto de prejuicios relacionados con la Revolución Rusa. Y por extraño que parezca, hoy la respuesta de la Rusia postsoviética a Lenin es bastante similar a la respuesta que ofrece el Gran Inquisidor en una famosa novela de Dostoievski. 

En esa narrativa el Gran Inquisidor visita a un joven prisionero y sabe al instante de quién se trata. Habiéndose arrodillado ante él, se da cuenta que es Jesus el que ha regresado. Entonces , paradójicamente, el inquisidor le dice al joven revolucionario que se necesitaron mil años para restaurar el orden y la estabilidad después del trastorno desatado en su visita original… y que está vez no se lo permitirán , por lo tanto, será ejecutado al día siguiente. Al oír esto, Jesús besa en la mejilla al Gran Inquisidor, en un típico gesto del perdón cristiano.

Algo parecido ocurre con la Rusia contemporánea y Lenin. La élite tiene temor a que sus ideas vuelvan a sembrar inestabilidad, agitación y revolución. Así, una Rusia que condena la «cultura de la cancelación» de Occidente ha cancelado a Lenin, cien años después de su muerte.

Y, sin embargo, en la Federación Rusa hay muy buenas razones para  resucitar la estrategia de Lenin y los postulados de la política internacional leninista. 

Consideremos las diversas propuestas de la política leninista en el momento actual de la historia:

En primer lugar , se están librando dos guerras definitorias –Gaza y Ucrania– que implican como concepto subyacente una idea cuyo origen fue compartido por Lenin y Woodrow Wilson, pero que fue acuñado por primera vez por Lenin unos años antes que Wilson: la “autodeterminación nacional”. 

El caso de Rusia en el Donbass se basa en el derecho a la autodeterminación, llevado a cabo en un sentido más amplio del concepto Leninista, aunque es una aplicación de la autodeterminación nacional al fenómeno del neocolonialismo implementado por la hegemonía occidental.

El ejemplo más obvio es la lucha palestina contra la ocupación y la enorme resonancia que ha tenido no sólo en el Sur global sino también entre los jóvenes de Occidente, incluidos Estados Unidos y el Reino Unido.

En un discurso legendario, Ho Chi Minh contó que cuando leyó por primera vez las tesis de Lenin sobre la cuestión nacional y colonial (1920) exclamo: «este es nuestro camino [de Vietnam] hacia la liberación». 

Es la ósmosis ideológica de las enseñanzas leninistas sobre la liberación nacional la que ha moldeado la conciencia del ANC de Sudáfrica y la de los gobiernos de izquierda latinoamericanos sobre la cuestión de Palestina.

En segundo lugar, los pilares conceptuales de la política exterior rusa, a saber, las formulaciones RIC;  «Rusia, India,China» y la «mayoría mundial», atribuidas a Yevgeni Primakov, derivan directamente del último escrito publicado por Lenin en 1923. .

En tercer lugar, Lenin proporciona una «categoría maestra» y un marco macro que nos ayuda a reflexionar sobre la escalada de agresión multidimensional del Occidente colectivo hacia Rusia: el imperialismo.

En cuarto lugar, la política exterior rusa posterior a la Guerra Fría  de la era de Yeltsin, de total colaboracionismo con EEUU, se fundó en la antipatía hacia Lenin, a los bolcheviques y a 1917. 

Mientras esta antipatía se extienda a la política contemporánea será imposible derrotar la ofensiva imperialista contra Rusia. Para lograr la victoria , es necesario erradicar los fundamentos del yeltsinismo, que solo eran una política basada en el antileninismo.     

En quinto lugar, aquellos dentro y fuera de Rusia que predijeron o advirtieron correctamente sobre lo que está sucediendo ahora – la ofensiva occidental – eran todos, en términos generales, leninistas. Esto habla del valor del leninismo como fuente de pensamiento estratégico.

Por tanto, la «cancelación» de Lenin y del leninismo puede no ser entendida por los rusos cuando viven la agresión occidental ejemplificada por los pilotos ucranianos montados en los F-16 suministrados por la OTAN y a los soldados en tanques Abrams estadounidenses.

Sistema, no política

Hay un momento al que siempre se llega durante cualquier discusión sobre las relaciones entre Rusia y Occidente. Es el momento en que el ciudadano ruso cuenta con amargura hasta qué punto el gobierno ruso estuvo dispuesta ha llegar a compromisos de subalternidad en las relaciones con Occidente a principios de los años 1990.  Y luego el funcionario ruso nos dice con amargo desconcierto que Occidente rechazó la oferta de una Rusia humillada.

Al menos una de las razones del desconcierto es la ausencia de un marco general para entender a Occidente y el mundo, y el abandono del marco existente.

Por el contrario, cuando estalló la Primera Guerra, Lenin superó su inicial incredulidad, ante la traición de la socialdemocracia, estudiando el fenómeno y formulando su teoría del imperialismo: el imperialismo, insistió, no era una política sino un sistema y una etapa de un sistema.

Liberales como Hobson habían ido por delante de Lenin en la comprensión de las nuevas tendencias del capitalismo mundial. Dentro del marxismo, Rosa Luxemburgo había teorizado sobre el capitalismo global y en el partido bolchevique, Bujarin denunciaba el imperialismo en paralelo con Lenin.

Sin embargo, «El Imperialismo: la etapa más alta del capitalismo» de Lenin fue el libro que rompió la baraja de los análisis, lo hizo no sólo por su insistencia en que el imperialismo no era una política sino un sistema, sino también porque identificó con precisión las nuevas características del capitalismo mundial. 

También explicó que el origen de la Guerra Mundial fue la competencia entre las potencias capitalistas para repartirse el mundo. Por otra parte describió las razones subyacentes que llevaron a la traición de la socialdemocracia occidental:  está se explica por qué determinados sectores de los trabajadores obtuvieron mejoras sociales debido a las superganancias extraídas de las colonias y semicolonias por parte de los centros metropolitanos.

El marco explicativo de Lenin resultó definitivo durante décadas, y generaciones de académicos lo desarrollaron en diferentes direcciones. Lamentablemente, en la Rusia actual no existe una teoría general, o si la hay, es una  explicación «civilizacional», por tanto, autolimitada. 

La teoría del imperialismo de Lenin se transmitió horizontal y verticalmente en el mundo y de generación en generación, precisamente porque era universal y «científica»; en otro términos estaba desprovista de especificidad cultural y civilizatoria, y mucho menos de centralidad.

Ahora, frente a la ofensiva occidental, a Rusia le interesa objetivamente regresar a la percepción leninista del problema, en lugar de atribuirlo al capricho y la perversidad occidentales.

Esta es la razón por la que Oppenheimer y algunos de sus colegas en Los Álamos albergaban una debilidad por la URSS. La paradoja es que hoy, cuando Rusia es mucho menos radical, el país tiene pocas simpatías en Occidente. 

Esto no puede atribuirse a la «decadencia» de la sociedad occidental porque está opinión no puede explicar las oleadas masivas de solidaridad con Palestina, incluso en las ciudadelas educativas más elitistas de Occidente.

No es sólo que Occidente haya cambiado, sino también que Rusia, se ha vuelto menos universalista, más «culturalista», y más involucionada. Por tanto, no proyecta sus ideas a nivel planetario y tampoco existe solidaridad con Rusia, a diferencia de lo que ocurría en los años soviéticos. 

No hay túneles de apoyo y simpatía serpenteando detrás de las líneas enemigas. En realidad el «internacionalismo» leninista puede contrarrestar este síndrome de autoaislamiento ruso.

Ciertas confusiones con las revoluciones del color

La estrategia leninista para enfrentar el orden mundial imperialista fue multidimensional: gestión de las relaciones interestatales a través del Ministerio (Comisariado) de Relaciones Exteriores; construcción de redes de movimientos políticos y sociales con ideas afines a través de la Internacional Comunista (Comintern); servicios secretos; un movimiento por la paz y organizaciones globales de escritores, periodistas, mujeres, jóvenes, sindicatos, etc. (esto último en el período soviético post-Lenin). Hoy, frente a la ofensiva occidental, no existe un sistema tan ramificado de Rusia en el mundo.

Hay contradicciones que es necesario resolver en la resistencia de Rusia a la ofensiva occidental. Por un lado, Rusia defiende un cambio en el status quo global, un cambio del establishment global: pasar de la unipolaridad y el hegemonismo a la multipolaridad. 

Por otro lado, Rusia se opone al cambio en el orden interno en los países y condena cualquier levantamiento popular como revoluciones de «color». Si bien algunas son realmente revoluciones de color, no todas lo son. 

Y en varios casos, la abdicación de las fuerzas antiimperialistas de la lucha contra el sistema sólo ha permitido que las fuerzas proimperialistas manipulen el malestar e incluso lo monopolicen.

La principal razón esgrimida para condenar los levantamientos populares como revoluciones de color, ha sido la presencia de ciertos elementos pro estadounidenses, es insuficiente y engañosa .

Perdónenme por un extracto tan extenso, pero estas ideas son lo que Lenin pensaba sobre la rebelión irlandesa de 1916:

…El término ‘putsch’, en su sentido científico, puede emplearse sólo cuando el intento de insurrección es el producto de un círculo de conspiradores que no han logrado despertar la simpatía entre las masas…

Pero, en el caso de Irlanda el que llame “putsch” a su rebelión es un reaccionario empedernido incapaz de concebir una revolución social como un fenómeno vivo

Imaginar que la revolución social es concebible – tanto en las naciones colonizadas como en Europa – sin revueltas , sin estallidos revolucionarios de un sector de la pequeña burguesía (con todos sus prejuicios) o, sin un movimiento de masas proletarias y semiproletarias políticamente inconscientes…es simplemente no entender que es una revolución social . 

Cuando una parte del ejército dice: «estamos por el socialismo» hay que pensar que eso puede ser el comienzo de una revolución social! …entonces solo aquellos que sostienen una visión pedante de la revolución se atreven a vilipendiar la rebelión irlandesa llamándola «golpe de Estado.

Aquellos que esperen una revolución social «pura»  nunca vivirán para verla. Una persona así habla de revolución de lo labios para afuera pero nunca entenderá qué es una verdadera revolución”

La Revolución Rusa de 1905 fue una revolución democrático-burguesa. Consistió en una serie de batallas en las que  participaron todas  las clases, grupos y elementos descontentos de la población. 

Entre ellos había masas imbuidas de prejuicios reaccionarios, de objetivos vagos y fantásticos; y había pequeños grupos de especuladores y aventureros, que aceptaban dinero japonés , etc. 

Pero, a pesar de todos estos grupos, objetivamente , el movimiento de masas estaba rompiendo con el zarismo y allanando el camino para la democracia; por esta razón, los trabajadores con conciencia de clase dirigieron el proceso.

La revolución socialista en Europa no puede ser otra cosa que un estallido de masas por parte de todos y cada uno de  los elementos oprimidos y descontentos. En ese estallido, inevitablemente participaran sectores de la pequeña burguesía y de los trabajadores atrasados. Pero, sin esa participación, la lucha de masas es imposible,  y sin ella no es posible la revolución. Con la misma inevitabilidad, estos sectores traerán al movimiento sus prejuicios, sus fantasías reaccionarias, sus debilidades, sus errores. Pero objetivamente atacarán al capital…” (Irish Marxist Review, 2015).

Sugeriría leer este texto sustituyendo la frase «revolución de color» por el término «putsch», que Lenin denuncia.

Un problema relacionado es la parcialidad existente en Rusia a favor de fuerzas conservadoras y de derecha en Occidente, y la consiguiente aversión hacia la izquierda; es que está actitud no está en consonancia con el realismo!

En la lucha a favor del pueblo Palestino y contra el apoyo occidental a Israel, el papel de vanguardia lo han desempeñado fuerzas de orientación izquierdista, que van desde los gobiernos latinoamericanos de la ‘marea rosa’ ,  la administración del ANC de Sudáfrica hasta sectores progresista de Estados Unidos y del Reino Unido. (Demócratas y laboristas). 

La verdad del asunto es que son los gobiernos, movimientos y personalidades de izquierda los que están en primera línea combatiendo por un mundo multipolar y no  las fuerzas de la derecha global por las que la Rusia contemporánea parece tener preferencia.

En resumen, existe una contradicción entre el objetivo estratégico de Rusia de lograr un cambio global hacia un mundo multipolar y los aliados políticos preferidos de la elite Rusa.

Esta contradicción sólo puede resolverse aplicando el concepto primakoviano de un enfoque multivectorial,  especialmente hacia aquellos que resisten activamente al imperialismo y apoyan un orden mundial multipolar.    

Los leninistas eran más inteligentes

Las ilusiones sobre las relaciones con Occidente y la posibilidad de prevalecer sobre él en una «competencia económica pacífica» surgieron en 1956 con el XX Congreso del PCUS. 

Las predicciones más precisas sobre cómo se comportaría Occidente y cómo se deteriorarían las cosas si la URSS bajaba la guardia provinieron de los dirigentes más leninistas; Molotov, Kaganovich, el mariscal Grechko, Yuri Andropov y Sergey Akhromeyev.

Quienes se equivocaron y mucho fueron los que revisaron a Lenin (Khrushchev, Gorbachev) o lo denostaron (Yeltsin).

Entonces, ¿por qué Rusia debería conservar el antileninismo de quienes apostaron por Occidente, estos desecharon un leninismo que fue capaz de entender “proféticamente” el carácter agresivo del Imperialismo ? 

El nexo entre dar la debida consideración a la perspectiva de Lenin se puso en  evidencia con dos debates de dominio público. En 1973, en la Conferencia Cumbre de Países No Alineados (celebrada en Argel) el líder libio Muammar Ghaddafi propuso la idea de las “dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS”, a las cuales el Tercer Mundo debería oponerse.

Fue Fidel Castro quien contradijo a Ghaddafi. El dirigente cubano advirtió que si el fenómeno de la OPEP se hubiera manifestado (como acaba de ocurrir en 1973) en un mundo sin la URSS socialista, entonces el imperialismo occidental habría vuelto a tratar de repartirse el mundo mediante la fuerza militar. 

Fidel instó a que el mundo debería estar agradecido por la existencia de la URSS y nunca debería equipararla con Estados Unidos. Su opinión resultó profética de la manera más trágica tras el colapso de la URSS; guerras, desmembramiento de estados, linchamientos de líderes de izquierda y una nueva compulsión de Occidente por «re-dividir el mundo», tal como lo describió Lenin. 

El comportamiento occidental después de la caída de la Unión Soviética en 1991, incluida la agresión y la escalada de Estados Unidos y la OTAN en Ucrania, sólo puede entenderse como un esfuerzo imperialista por volver a dividir el mundo 

Nuevo vector principal

En 1921, Lenin estaba convencido que era necesario cambiar la estrategia principal porque la revolución en Occidente se había detenido, empezando por el fracaso del Ejército Rojo en Polonia. 

Entonces Lenin pasó ha adoptar la estrategia del frente único, incluso con antiguos enemigos, ante la creciente fuerza de la contrarrevolución y un ya incipiente fascismo. 

El frente único fue aún más amplio en el caso de los países coloniales, en un contexto de lucha abierta contra el imperialismo.

El eje principal de la gran estrategia global de Lenin se desplazó hacia el Este. Esto quedó claramente expresado en su último escrito, «Mejor menos, pero mejor» (1923), que resultó fundamental porque le dio a Yevgeni Primakov la un camino para Rusia después del colapso de la URSS.

Analizando “el sistema de relaciones internacionales que estaba tomando forma”, Lenin escribió :

“…el resultado de la lucha sólo puede predecirse a largo plazo porque el capitalismo hoy está preparado para la defensa de sus intereses en todo el mundo.

En última instancia, el resultado de esta lucha estará determinado por el hecho que Rusia, India, China, y otras naciones, representan la abrumadora mayoría de la población del planeta. 

Y durante los últimos años esta mayoría es la que se ha visto arrastrada a la lucha por la emancipación con extraordinaria rapidez, de modo que a este respecto no puede haber la más mínima duda sobre cuál será el resultado final de la lucha mundial. 

“…lo que ahora nos interesa no es la inevitabilidad de una victoria completa del socialismo, sino las tácticas que nosotros, el Partido Comunista Ruso, el Gobierno soviético ruso, debemos aplicar para evitar que los Estados contrarrevolucionarios de Europa occidental nos aplasten” (Lenin, 1923)

Al examinar la cuestión de cómo ganar tiempo, la idea más relevante de Lenin es cómo identifica la contradicción dominante que impulsará la historia en la era del imperialismo:

Para asegurar nuestra existencia hay que entender que el próximo conflicto se producirá entre los países mas desarrollados y los países orientales atrasados que, sin embargo, representan a la gran mayoría del planeta…” 

Antes de la ruptura chino-soviética, Mao Zedong trató de lograr la aplicación de este postulado leninista, como lo hicieron más tarde Fidel Castro y el Che Guevara, creando una organización  «tricontinental» para el combate contra el a. Pero, el PCUS de esa época rechazó esta idea.

Hoy, frente a la gran ofensiva estratégica occidental contra Rusia y la gran turbulencia en el gran Medio Oriente consecuencia del  monstruoso genocidio de Israel en Gaza, el vector estratégico clave debería ser el identificado por Lenin justo antes de su muerte:

…el próximo gran conflicto militar se producirá entre el Occidente imperialista contrarrevolucionario y el Oriente revolucionario y nacionalista…”

El giro de Lenin hacia el Este no fue un movimiento repentino después de una extraña epifanía.Lenin comprendió tempranamente que la revolución se postergaba en los países centrales de Occidente. Ya en 1913 había invertido dialécticamente la ortodoxia marxista cuando tituló un ensayo de manera polémica :“Europa está atrasada, Asia avanza”.

“…En todas partes de Asia está creciendo, extendiéndose y ganando fuerza un poderoso movimiento democrático. La burguesía allí todavía está del lado del pueblo contra la reacción… ¿Y que hace la Europa supuestamente “avanzada”? Está saqueando a China…” (Lenin, 1913).

Después de la Revolución de Octubre (antes de la derrota del Ejército Rojo en Polonia) y aunque la revolución en Occidente aún no había retrocedido del todo, Lenin ya había completado un giro decisivo hacia el Este.

En Moscú, de noviembre a diciembre de 1919, dirigiéndose al II Congreso Panruso de Organizaciones Comunistas de los Pueblos del Este, Lenin dijo:

“El tema de mi discurso son los asuntos de actualidad, y me parece que los aspectos más esenciales de la actualidad es  la actitud de los pueblos del Este hacia el imperialismo…

Al período del despertar de Oriente a la revolución contemporánea está sucediendo un período en el que todos los pueblos orientales participarán en la decisión del destino del mundo, los pueblos orientales ya no querrán ser objeto del enriquecimiento de occidente . 

Los pueblos del Este están tomando conciencia de la necesidad de acciones prácticas, de la necesidad de que cada nación participe en la configuración del destino de toda la humanidad”.

Lenin ya había puesto su ojo de águila en el «Gran Oriente», antes de la Primera Guerra Mundial, por no hablar de la Revolución de 1917 y su retirada en el teatro occidental en 1920-1921. 

Para Lenin el  » gran Oriente», era la gigantesca periferia del sistema mundial dominado por las potencias imperialistas. 

A la luz de esta visión nos parece que hoy no basta con limitar la política estratégica a los ‘RIC’  como si Rusia-India-China constituyeran una suerte de  trilateralismo con suficiente amplitud estratégica. 

“… sin embargo, apenas los oportunistas se felicitan por la ‘paz social’ y por la falta de revueltas en la democracia capitalista, se abre en Asia una nueva fuente de grandes tormentas mundiales. A la Revolución Rusa [1905] le están  siguiendo revoluciones en Turquía, Persia y China

Una era de tormenta se empieza a vivir . No importa cuál sea el destino de la gran república china, contra la que ahora se afilan los dientes las hienas «civilizadas». Hoy ninguna potencia occidental puede restaurar la antigua servidumbre en Asia o borrar la heroica lucha de masas en parte del mundo. …El hecho que Asia, con una población de 800 millones, se haya visto arrastrada a la lucha debería inspirarnos optimismo y no desesperación.

Las revoluciones asiáticas nos han mostrado una vez más la cobardía y la bajeza del liberalismo europeo …” (Lenin, 1913).

Esta exaltación de las tempestades revolucionarias en Turquía, Persia y China, es explicada por Lenin en un ensayo publicado en el 30 Aniversario de la muerte de Karl Marx. 

Para Lenin era un elemento tan importante que llamó la atención a Karl Radek, por su opinión sobre el imperialismo y la autodeterminación nacional, en un ensayo anterior a 1917:

“…En primer lugar, es Radek quien mira hacia atrás, no hacia adelante, cuando… mira hacia Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, es decir, a países donde el movimiento de liberación nacional es cosa del pasado… , y no hacia Oriente, hacia Asia, África y las colonias, donde este movimiento es una cosa del presente y del futuro. Basta mencionar a India, China, Persia y Egipto” (Lenin, 1915). 

Las referencias de Lenin a Turquía, Persia, China, India y Egipto en estas intervenciones, y su permanente interés por las luchas de liberación nacional, nos muestran que el vector principal de una política internacional leninista  es totalmente vigente para las actuales “ tormentas mundiales”.  

Media Luna y Contrahegemónica

Hoy, Rusia se enfrenta a un enemigo inmediato apuntalado e impulsado por una superpotencia y un sistema que es global. La OTAN sigue proporcionando a los ucranianos armamento ofensivo (incluidos los F-16) para atacar a Rusia. 

Por tanto cualquiera que sean las pausas y los reveses, el Occidente colectivo (dentro del cual los antiguos satélites soviéticos son los más hostiles) está decidido a librar una guerra interminable contra Rusia y mantener una postura ofensiva indefinida.

Paralelamente existe una creciente resistencia a la hegemonía unipolar, pero esa resistencia debe ser global. Puede globalizarse (así como se globaliza la guerra contra Rusia) sólo si los rusos apoyan la resistencia antiimperialista, a veces como vanguardia y otras, como retaguardia.     

La metodología leninista requiere entender el «gran Medio Oriente» como el «eslabón más débil de la cadena» del imperialismo occidental y hacer todo lo posible para fortalecer las luchas contrahegemónicas de liberación nacional en todas partes, con Palestina como “el ojo de la tormenta”.

Esto requiere una estrategia de círculos concéntricos, apoyando y fortaleciendo el ‘Eje de Resistencia’ que incluye a Irán, mientras se trabaja con aquellos países que como Turquía , Sudáfrica, Brasil, Chile y Colombia han demostrado su solidaridad con Palestina.

Brzezinski acuñó el concepto de «Media Luna de la Crisis»  para justificar su exitosa estrategia antisoviética de provocación, con la subsiguiente trampa de Afganistán. 

Para devolver el favor, esta vez una ‘Creciente Crisis’ debería enfrentarse con el principal adversario estratégico de Rusia y a su brutal aliado regional.

Em

OBSERVATORIO DE LA CRISIS

https://observatoriocrisis.com/2024/01/25/100-anos-despues-de-lenin-la-necesidad-de-una-estrategia-global-leninista/

25/1/2024


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