quinta-feira, 28 de dezembro de 2017

Estados Unidos, modelo racial de la Alemania nazi




David Mikics
Tablet Magazine / Sin Permiso

      “Los abogados nazis contemplaban a EE UU, no sin razón, como líder mundial
      innovador en la creación de leyes raciales”, observa Whitman en su libro
      "Hitler's American Model". El Sur de EE.UU. y la Alemania nazi eran los
      regímenes más racistas del mundo en la década del 30.



Protesta de jovenes blancos contra la integración racial en las escuelas,
Montgomery, Alabama, 1963.
Un libro de reciente aparición, Hitler's American Model [Princeton University
Press, 2017], de James Q. Whitman, argumenta de modo convincente que las medidas
políticas de Hitler se inpiraron en el racismo institucionalizado en los Estados
Unidos y el pragmatismo de su Derecho consuetudinario.
El 26 de julio de 1935, cerca de un millar de manifestantes antinazis asaltaron
el Bremen, un elegante y modernísimo transatlántico alemán que había fondeado en
nueva York. Los manifestantes lograron hacer trizas la bandera con la esvástica
del barco y lanzarla al río Hudson. Fue el climax de un largo y cálido verano
neoyorquino de luchas callejeras entre pronazis y antinazis.
Cinco de los alborotadores del incidente del Bremen fueron detenidos, pero
cuando comparecieron ante el juez Louis Brodsky en septiembre de 1935 sucedió
algo digno de nota: Brodsky desechó todos los cargos, alegando que la esvástica
era “una bandera negra de piratería” que merecía ser destruida, emblema de “una
revuelta contra la civilización…un retroceso atávico a condiciones sociales y
políticas de antes de la Edad Media, por no decir bárbaras”.
El Derecho que amparaba la valerosa proclamación de Brodsky era cuestionable, y
no pasó mucho tiempo antes de que el Departamento de Justicia de Roosevelt se
disculpara ante Alemania por la decisión del juez. Hitler elogió a la
administración de Roosevelt por desautorizar el dictamen de Brodsky. Pero la
absolución de los vándalos antinazis por parte del judío Brodsky se convirtió
con todo en una cause celèbre para el partido de Hitler. Las Leyes de Nuremberg
de septiembre de 1935, que imponían severas restricciones a los judíos alemanes,
eran, así lo afirmaban los nazis, una “contestación” al “insulto” de Brodsky.
James Q. Whitman dedica su nuevo libro Hitler’s American Model  [El modelo
norteamericano de Hitler] “al fantasma de Louis B. Brodsky”. Pero Whitman
discrepa de la afirmación de que el nazismo de mediados de los años 30 fuera un
retroceso a la Edad Media. Whitman muestra que las Leyes de Nuremberg, en vez de
constituir una bárbara anomalía, se modelaron parcialmente sobre las leyes
raciales norteamericanas entonces en vigor. El regimen nazi se consideraba a la
vanguardia de la legislación racial, y se inspiraba en Norteamérica. “Los
abogados nazis contemplaban a EE UU, no sin razón, como líder mundial innovador
en la creación de leyes raciales”, observa Whitman. En la década de los años 30,
el Sur norteamericano y la Alemania nazi eran los regímenes más directamente
racistas del mundo, orgullosos del modo en que habían privado a negros y judíos,
respectivamente, de sus derechos civiles.
Los especialistas académicos hace mucho que saben que el movimiento eugenésico
norteamericano inspiró a los nazis; ahora Whitman le añade la influencia de la
política de inmigración norteamericana y sus leyes acerca de la raza. Hoy en
día, la idea de Whitman de que el nazismo miraba hacia Norteamérica en busca de
inspiración se expone a sumirnos en el pánico moral. Pero hay otra faceta de la
historia, y en la era de Trump, especialmente, podemos sacarle partido echándole
un vistazo riguroso. Nuestro presidente resultó elegido en parte porque
capitalizó un nacionalismo de los de EE UU primero, a la caza despiadada de
enemigos externos e internos. De acuerdo con esta visión, los cosmopolitas sin
raíces, los inmigrantes y los centros urbanos sin ley son una constante amenaza
para la verdadera Norteamérica.
Los historiadores le han restado importancia a la conexión entre las leyes
raciales norteamericanas y EE UU, porque Norteamérica estaba interesada
principalmente en negar la plena ciudadanía a los negros, más que a los judíos.
Pero la diestra labor detectivesca de erudición académica de Whitman ha
demostrado que a mediados de los años 30, los juristas y politicos nazis se
volvían una y otra vez hacia la forma en que los Estados Unidos habían privado a
los afroamericanos del derecho a votar y casarse con blancos. Estaban fascinados
por la forma en que los Estados Unidos habían convertido a millones de personas
en ciudadanos de segunda clase.
Por extraño que pueda parecernos, los nazis consideraban a EE UU como un modelo
para la raza blanca, un imperio racial nórdico que había conquistado una ingente
cantidad de Lebensraum [“espacio vital”]. Un especialista académico alemán,
Wahrhold Drascher, en su libro La supremacía de la raza blanca (1936),
contemplaba la fundación de EE UU como un “punto de inflexión transcendental” en
el ascenso de los arios. Sin EE UU, escribió Drascher, “nunca habría surgido una
unidad consciente de la raza blanca”. Rasse y Raum—raza y espacio vital — eran
para los nazis palabras clave tras el triunfo de EE UU en el mundo, de acuerdo
con el historiador Detlef Junker. Hitler admiraba el compromiso norteamericano
con la pureza racial, alabando las campañas indias que habían “masacrado a
millones de pieles rojas hasta dejarlos reducidos a unos cuantos cientos de
miles”.

Hitler no se equivocaba al volver los ojos hacia EE UU en busca de innovaciones
racistas. “A principios del siglo XX, EE UU era líder global en leyes raciales”,
escribe Whitman, más incluso que Sudáfrica. El imperio español del Nuevo Mundo
había sido pionero en leyes que ligaban la ciudadanía a la sangre, pero los
Estados Unidos desarrollaron una legislación racial bastante más avanzada que la
de los españoles. Durante casi un siglo, la esclavitud africana-norteamericana
fue una mancha monumental en la Declaración de Independencia de Jefferson y su
afirmación de que “todos los hombres han sido creados iguales”. La Ley de
Naturalización de 1790 establecía que “cualquier extranjero, tratándose de una
persona blanca libre” podía convertirse en norteamericano, y los nazis
advirtieron aprobatoriamente que se trataba de un caso inusual de restricciones
raciales a la ciudadanía. California prohibió la inmigración china en la década
de 1870; el país entero siguió el ejemplo en 1882.
La I Guerra Mundial proporcionó un ímpetu añadido a la atención que concedían
las doctrinas racialistas a la inmigración y los inmigrantes. La Ley de Zona
Vedada Asiática de 1917 prohibía la entrada a inmigrantes asiáticos, junto a
homosexuales, anarquistas e “idiotas”. Y la Ley de Cuotas de 1921 favorecía a
los inmigrantes del norte de Europa por delante de italianos y judíos, a lo que
en su mayoría se prohibía inmigrar. Hitler alabó las restricciones
norteamericanas a la inmigración en Mein Kampf: el futuro dictador alemán
lamentaba el hecho de que nacer en un país le convirtiera a uno en ciudadano, de
modo que “un negro que haya vivido anteriormente en protectorados alemanes y que
ahora resida en Alemania pueda así engendrar a un ‘ciudadano alemán’”. Hitler
añadía que “hay actualmente un Estado en el que puede al menos observarse los
débiles inicios de una concepción mejor… la Unión norteamericana”, la cual
“excluye sencillamente la inmigración de ciertas razas”. EE UU, concluía Hitler,
gracias a sus leyes de base racial, tenía una idea más verdaderamente völkisch
del Estado que Alemania.
En el terreno de las restricciones raciales al matrimonio, América se quedaba
sola como pionera. La idea norteamericana de que un matrimonio racialmente mixto
era delito tuvo una intensa repercusión en las Leyes de Nuremberg. En la década
de 1930, casi treinta estados norteamericanos tenían leyes contrarias al
mestizaje en sus códigos, prohibiendo en algunos casos a los asiáticos, así como
a los afroamericanos, casarse con blancos. Los nazis copiaron con empeño las
leyes norteamericanas contra el mestizaje. Las Leyes de Nuremberg, que seguían
el modelo norteamericano, ilegalizaron los matrimonios entre judíos y no judíos.
Hay un aspecto en el que las leyes raciales norteamericanas demostraron ser
demasiado severas para los nazis. En Norteamérica, reinaba la regla de “una
gota”. A menudo, se te consideraba negro sólo con tener una dieciseisava parte
de sangre negra. Pero la propuesta de los Nazis de línea dura de definir a los
alemanes con un abuelo judío como judíos no se aprobó en Nuremberg. Por el
contrario, a quienes eran judíos en una cuarta parte, o incluso medio judíos, se
les trataba con relativa indulgencia. Los Mischlinge, medio judíos, podían
contabilizarse como arios, a menos que fueran religiosamente observantes o
estuvieran casados con un cónyuge judío.
El tratamiento norteramericano del derecho al voto era también crucial para el
programa de los nazis. Hitler se proponía convertir a los judíos alemanes en
residentes sin ciudadanía que carecerían del voto, así como de otros derechos.
En Mein Kampf proponía una división tripartita entre Staatsbürger (ciudadanos),
Staatsangehörige(nacionales) y Ausländer (extranjeros). Los Estados Unidos ya
disponían de esa división cuando se trataba de ciertos grupos étnicos,
principalmente los afroamericanos, la mayoría de los cuales no podía votar en el
Sur. Los sureños blancos veían a los negros del modo en que los nazis veían a
los judíos, en palabras de Whitman, como una “‘raza extranjera’ de invasores que
amenazaba con ‘tomar la delantera’”. Al jurista nazi Heinrich Krieger le
entusiasmaba en particular, en un artículo de 1934, que los EE.UU. privaran del
derecho al voto no sólo a los negros sino también a los chinos. Detlef Sahm,
otro jurista, aplaudía la denegación del voto a los indios norteamericanos, e
hizo notar que de acuerdo con la ley norteamericana, los filipinos, igual que
los chinos, eran nacionales sin ciudadanía.
Los nazis no sólo se mostraban entusiastas con el contenido de las leyes
raciales norteamericanas, también abrazaban su base de Derecho consuetudinario
(“common law”). Erich Kaufmann, un profesor de Derecho, judeo-alemán y
derechista, que sobrevivió escondido los años de la guerra, alababa en 1908 la
forma en que las decisiones legales norteamericanas, con su “riqueza de vida e
inmediatez”, por oposición al rígido código de Derecho Civil que guiaba la
jurisprudencia alemana, respondía a “las intuiciones legales vivas del pueblo
norteamericano”.
Treinta años más tarde, el atisbo de Kaufmann lo recogerían los nazis que
consideraban el Derecho consuetudinario, que incorpora las poderosas intuiciones
de la gente, como forma de legislar sobre prejuicios raciales. Es verdad,
reconocían, que no existía una definición biológica sólida de la judeidad, pero
los instintos antisemitas del pueblo eraN, sin embargo, corrrectos. Roland
Freisler, uno de los juristas nazis más radicales y despiadados [y juez
principal de los conspiradores del atentado contra Hitler del 20 de julio de
1944], escribió:
“Creo que cualquier juez contaría a los judíos entre la gente de color, aunque
por fuera parezcan blancos…Así pues, soy de la opinión de que podemos proceder
con el mismo primitivismo que emplean estos estados norteamericanos. Un estado
incluso afirma simplemente: ‘gente de color’. Ese procedimiento sería tosco,
pero suficiente”.
A Freisler le gustaba el racismo del Derecho consuetudinario norteamericano, con
(en palabras de Whitman) “su modo legal llevadero, no concluyente, de
lo-entiendo-cuando-lo- veo”. No hacían falta definiciones científicas de raza;
el prejuicio popular era más que suficiente para proseguir. La experiencia
norteamericana lo decía todo: el racismo a lo Jim Crow [símbolo de las leyes
discriminatorias del Sur norteamericano tras la Guerra Civil] era realismo
legal, enraizado en los sentimientos del pueblo.
Otros juristas nazis, como Bernhard Lösener, atacaban la defensa del enfoque de
Derecho consuetudinario. Se quejaban de que a los jueces no se les permitía
hacer juicios basados en intuiciones raciales cuando no tenían forma científica
de determinar lo que era judío. “Vagos sentimientos de odio a los judíos” no
eran suficientes, insistía Lösener, defendiendo la postura de que de que el
antisemitismo precisaba una sólida base de “ciencia” racial. Lösener
representaba un aspecto de la ideología nazi, el énfasis en los hechos rigurosos
y científicos acerca de la raza y el caracter de los pueblos; el otro aspecto
era la improvisación de nuevas reglas para promover el poder alemán. Acabó
ganando la improvisación: la falta de claridad respecto a quien contaba como
judío permitió a los nazis durante la guerra lo mismo usar a los Mischlingeque
asesinarlos si era necesario.
Los nazis eran conscientes de que Norteamérica se gobernaba de acuerdo con
principios igualitarios y liberales. Pero señalaban que hacíamos excepciones
para con nuestro ideal basadas en la raza. Norteamérica demostraba, en palabras
del profesor de Derecho Herbert Kier, que “la fuerza elemental de la necesidad
de segregar a los seres humanos de acuerdo con su ascendencia racial se deja
sentir incluso cuando una ideología política se interpone en su camino”. Hitler
rendía homenaje a Norteamérica en Mein Kampf por su evangelio de movilidad
social, sobre la base de que el nazismo era un proyecto de igualdad de
oportunidades para los arios. Hasta finales de los años 30, el New Deal de
Roosevelt gozó de popularidad entre los nazis. El presidente, declaraban, había
asumido poderes dictatoriales con el fin de impulsar las perspectivas de todos
los norteamericanos blancos, a la vez que la segregación continuaba en vigor en
el Sur.
En sus páginas finales, Whitman sugiere que vale la pena reflexionar sobre la
aprobación por parte de los nazis de la cultura legal norteamericana. El gusto
norteamericano por el Derecho consuetudinario, que se considera habitualmente
señal de nuestro enfoque pragmático y flexible en la toma de decisiones legales,
puede también consagrar prejuicios populares. Estados de ánimo populares como el
afán por mostrarse duros con la delincuencia o con los inmigrantes ilegales
pueden portar las semillas del fanatismo autoritario.
David Mikics autor recientemente de Bellow´s People: How Saul Bellow Made Life
Into Art, además de Slow Reading in a Hurried Age, The Annotated Emerson, The
Art of the Sonnet y A New Handbook of Literary Terms, es profesor de Inglés en
la Universidad de Houston, Texas.
Fuente original: Tablet Magazine, 20 de marzo de 2017
Traducción: Lucas Antón
Fuente de la versión en castellano:
http://www.sinpermiso.info/textos/ee-uu-modelo-racial-de-la-alemania-nazi


In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235857
28/12/2017

segunda-feira, 25 de dezembro de 2017

Decifra-me ou te devoro: reflexões sobre a crise atual e as tarefas da esquerda revolucionária no Brasil



Edmilson Costa – Secretário Geral do PCB




O Brasil vive atualmente uma crise completa, a mais grave desde os momentos
finais da ditadura e o início do processo de democratização em meados dos anos
80. Trata-se de um processo no qual converge um conjunto de vetores que confluem
contraditoriamente retroalimentando-se e, ao mesmo tempo, repelindo-se
mutuamente, pois todos os agentes que influenciam essas variáveis buscam
encontrar saídas para os problemas colocados pela conjuntura, mas até agora,
apesar da brutal ofensiva do capital, ainda não se verificou um desfecho
definitivo da crise. Isso se explica em função da diversidade de projetos das
várias frações burguesas sobre os rumos da conjuntura aberta com o impeachment
da presidente Dilma, da impopularidade do governo golpista, assim como da
resistência da população e, especialmente, do temor de setores da burguesia de
um levante social provocado pela dramática conjuntura da qual não têm controle
pleno.
Forja-se assim um ambiente complexo, confuso e de difícil compreensão plena da
realidade. Nessa conjuntura, os diversos atores sociais e políticos buscam
saídas para a crise de acordo com seus interesses, mas as saídas são todas
problemáticas, pois envolve um conjunto de problemas de difícil solução na
conjuntura atual, tais como o rompimento de pactos institucionais amadurecidos
na consciência popular, como direitos e garantias que vêm desde a década de 40
do século passado, outros inscritos na constituição de 1988, além da necessidade
de uma derrota completa das forças populares, o que tem se mostrado problemático
na conjuntura atual. Num ambiente dessa ordem, deve-se levar em conta ainda que
mudanças institucionais bruscas, sem apoio da sociedade, podem desatar forças
que estavam latentes nos subterrâneos sociais e conflagrações sociais que não
estavam presentes ainda na subjetividade dos trabalhadores e da juventude e que
podem ficar fora de controle em função dos processos mais profundos da luta de
classes que tende a emergir de situações desse tipo, muitas delas sequer
imaginados quando se iniciou a crise.
Não se pode esquecer que cada uma das variáveis da conjuntura atual carrega
consigo elementos explosivos que, ao emergir bruscamente na superfície da vida
política, social e econômica, pode fazer surgir um conjunto de fenômenos
imponderáveis, de difícil controle, tanto para quem sempre esteve acostumado a
resolver os problemas sociais e políticos pelos velhos esquemas de dominação
(cooptação ou repressão), mas também para quem está debutando na luta de
classes. Gramsci dizia que nos intervalos em que o velho está morrendo e o novo
está nascendo, mas ainda não se consolidou, aparecem os monstros, que podem ser
expressos nos fatos e acontecimentos mais bizarros, imprevisíveis ou
imponderáveis, nunca vistos em tempos normais, mas também nessas conjunturas
pode se forjar o novo e também emergir dos subterrâneos da luta de classes
movimentos sociais e políticos até então inimagináveis pelos atores sociais e
políticos em disputa.
Nós estamos vivendo no Brasil um período típico descrito pelo célebre pensador
italiano, mas com um conjunto de características específicas de um país de
capitalismo maduro, com uma sociedade complexa, majoritariamente urbana,
concentrada nas grandes metrópoles, com perversa distribuição de renda e
elevados níveis de pobreza e miséria social, fruto de uma economia de baixos
salários e da truculência com que as classes dominantes sempre trataram a
questão social. Singularidades históricas também levaram à formação de uma
classe dominante antipopular e antidemocrática, viciada no autoritarismo, fruto
de uma tradição de mais de três séculos de escravidão, o que a torna resistente
a qualquer processo de mudança, por menor que seja. O acirramento da luta de
classes em sociedades com essas características (com o proletariado em um nível
de organização ainda insuficiente para realizar as mudanças e sem uma vanguarda
com força para avançar no sentido das transformações sociais) se expressa de
maneira diferente das lutas tradicionais do proletariado. É só observarmos as
batalhas diárias nos bairros, a repressão brutal contra os pobres, as ocupações
de terrenos nos centros urbanos e rurais, mobilizações mais organizadas nas
ruas, mas sem ainda a presença definitiva do proletariado no comando da luta.
De qualquer forma, em função dos problemas que se acrescentaram àqueles que
causaram as extraordinárias jornadas de lutas de 2013, da crise política
econômica e social que se estabeleceu nos últimos anos, do golpe parlamentar de
2016 e da ofensiva contra os trabalhadores e aposentados, além dos escândalos de
corrupção envolvendo toda a institucionalidade, acredito que estão maduras todas
as condições para um levante social no Brasil. Como há uma debilidade de
organização popular, isso pode acontecer ainda com elevado nível de
espontaneidade, não no mesmo nível que em 2013, tendo em vista o aprendizado
político das massas, mas ainda sem a direção de uma vanguarda classista e
revolucionária, o que significa que novamente as forças conservadoras farão tudo
para tentar manipular a indignação popular. Portanto, as forças revolucionárias
e classistas devem intensificar o trabalho de base e seus vínculos com os
trabalhadores, a juventude e o povo pobre dos bairros para disputar e organizar
a indignação popular, que em algum momento não muito distante poderá explodir
nas ruas.
As razões objetivas para o levante social
É necessário entender, como elemento mais de fundo de uma revolta social, a
contradição que há entre o nível de desenvolvimento das forças produtivas no
Brasil e as condições sociais da população. O Brasil está entre as 10 maiores
economias do mundo: possui um parque industrial integrado em condições de suprir
de bens e serviços a população. Tem ainda um setor de serviços, de comércio e de
finanças bem desenvolvidos, além de um setor agropecuário em plenas condições
não só de suprir o mercado interno, mas também de gerar excedentes para
exportação. Possui também terra e água em abundância, sol o ano inteiro, além de
praticamente todas as matérias-primas para a produção nacional. Mas é importante
ressaltar que, apesar do grau de desenvolvimento do capitalismo brasileiro, em
sua essência, a economia está subordinada aos centros do capitalismo
internacional e seus ramos mais dinâmicos são controlados pelo capital
estrangeiro, com a parte mais orgânica da burguesia associada ao capital
internacional.
Mas o conjunto das forças produtivas construídas no Brasil está em contradições
com as relações sociais de produção atrasadas, um mercado interno restrito, uma
economia de baixos salários e a miséria social. O Índice de Desenvolvimento
Humano (IDH) do Brasil é o 75º do mundo, fato que se assemelha aos países mais
pobres da África e América Latina e Ásia. Em algum momento, essa contradição
emergirá de forma explosiva, pelos seguintes motivos:
  Nas grandes metrópoles e, especialmente nos bairros periféricos, está o
  contraponto do grande desenvolvimento do capital no Brasil, que é um
  proletariado numeroso, constituído de mais de 30 milhões de trabalhadores
  ligados à produção e cerca de 60 milhões de assalariados, trabalhadores
  precarizados ou desempregados. Trata-se de um proletariado com mais instrução
  e nível técnico que os trabalhadores da década de 1970, sem ainda sem ter
  passado pelas escolas da luta de classes. Mas é importante ressaltar que o
  processo de urbanização, concentração empresarial, instrução dos assalariados,
  além das precárias condições de vida da população constituem um caldo de
  cultura de insatisfação que pode emergir à superfície com enorme potencial
  explosivo, muito maior que em junho de 2013.
  A riqueza e a pobreza travam uma luta surda e dramática nas grandes metrópoles
  do país, especialmente naquelas do Sudeste, onde o capitalismo é mais
  desenvolvido e onde a opulência da burguesia e a miséria da população são
  visíveis para as grandes massas. Trata-se de uma situação que se assemelha a
  uma guerra civil não declarada, com mais de 60 mil assassinatos por ano, em
  sua grande maioria de pobres, pretos e periféricos. Parcela expressiva desse
  contingente é assassinada nas favelas e periferias das cidades pelas polícias
  militares que, sob o pretexto de combater o tráfico de drogas e pacificar as
  comunidades, impõem o terror nos bairros, tratam os pobres como inimigos, agem
  com truculência nas invasões de moradias e executam jovens e moradores com
  enorme impunidade.
  Os serviços públicos em geral, especialmente transporte, saúde e educação são
  terrivelmente precários e levam à exaustão a paciência da população. Um
  trabalhador gasta cerca de 3 horas ou mais no transporte para se locomover de
  casa para o trabalho e voltar à sua residência, dentro de ônibus velhos,
  desconfortáveis, lotados e sempre atrasados. A saúde pública prestada à
  população é vexaminosa, com longas filas nos atendimentos de postos de saúde e
  hospitais, com doentes em macas no chão, além da falta de remédios e pessoal
  no atendimento. A educação foi mercantilizada: dois terços dos estudantes
  universitários estudam no ensino privado e o ensino médio público é uma
  calamidade. Tudo isso veio à tona em 2013, mas em vez dos problemas serem
  solucionados, o governo resolveu radicalizar na precarização contra a
  população.
  As extraordinárias jornadas de luta de 2013 revelaram de forma explosiva esse
  conjunto de problemas que todos sentiam, mas que ainda não tinham se tornado
  público de forma coletiva. De maneira surpreendente, tendo como bandeira a
  revogação do aumento das passagens do transporte público, centenas de milhares
  de jovens, além de outros milhares de proletários precarizados, saíram às ruas
  durante vários dias em mais de 600 cidades do país, enfrentaram a repressão
  policial e derrotaram os principais governos estaduais e municipais. As
  manifestações cresciam à medida em que a repressão aumentava e se
  transformaram em verdadeiro levante social, o que levou o Congresso a prometer
  um conjunto de medidas favoráveis à juventude. O próprio governo federal se
  viu na obrigação de reconhecer a força do movimento e prometeu reformas para
  atender as reivindicações, o que evidentemente não foi cumprido quando o
  movimento arrefeceu. A revolta de 2013 já vinha sendo desenvolvida nos
  subterrâneos da luta de classes: a luta contra o aumento das passagens foi
  apenas o estopim de um processo mais profundo que estava amadurecendo.
  Com a crise econômica que se abateu sobre o Brasil, cuja recessão já dura
  quatro anos, vieram se juntar ao estoque de problemas identificados
  anteriormente, novas e dramáticas questões sociais: cerca de 20 milhões de
  desempregados (13 milhões que perderam o emprego de carteira assinada e mais
  sete milhões que já não procuram mais emprego e não constam das listas de
  desemprego), aumento da precariedade dos serviços públicos e queda na renda.
  Levando-se em conta que cerca de uma a duas pessoas dependem de cada
  desempregado, temos algo em torno de 40 a 50 milhões de pessoas em situação
  social dramática. Imaginem uma conjuntura de prolongada recessão, com corte
  dos gastos sociais, um ajuste predatório por 20 anos, degradação dos serviços
  públicos e adicione a isso 40 a 50 milhões de pessoas desempregadas, sem renda
  e próximo ao desespero. Numa situação dessa ordem torna-se fácil imaginar o
  caldeirão social em efervescência que está sendo preparado no Brasil.
  Em meio à estagnação do PIB e o desemprego, o governo vem propagandeando, como
  compensação, constantes quedas na inflação, o que é explicável pelo próprio
  ambiente recessivo do país. No entanto, a redução do processo inflacionário
  para a população não é percebida como tem sido anunciado pelo governo, pois
  ocorreu aumento generalizado dos preços administrados, como telefone, água,
  energia elétrica e, especialmente, a gasolina e o gás de cozinha, esses dois
  últimos em função dos constantes aumentos determinados pela nova gestão de
  preços da Petrobrás. Para uma população com renda decrescente, com suas contas
  aumentando, esse é mais um motivo para o crescimento da insatisfação popular
  contra o governo. Não é à toa que os índices de popularidades de Temer nunca
  ultrapassam a 5%, o que em qualquer país do mundo levaria o governo à
renúncia.
  Para dramatizar ainda mais a situação, o governo se faz de surdo e avança com
  a agenda neoliberal predatória, acirrando o descontentamento e a luta de
  classes. Parece que as classes dominantes brasileiras resolveram brincar com
  fogo. Já aprovaram o ajuste fiscal por 20 anos, que representa a barbaridade
  social mais profunda que um governo já fez. Aprovaram ainda uma reforma
  trabalhista que retroage os direitos dos trabalhadores para o período da
  República Velha, quando não existiam direitos regulados na legislação
  brasileira. Aprovaram também a lei das terceirizações, que precariza as
  relações trabalhistas e leva a insegurança ao conjunto dos trabalhadores.
  Agora, para completar a barbárie social, estão tentando de todas as formas
  aprovar a reforma da previdência, que praticamente inviabiliza as
  aposentadorias para a maioria dos trabalhadores e reduz o salário dos
  aposentados, tudo isso para favorecer o grande capital, especialmente os
  grandes bancos, seguradores e empresas de planos privados de aposentadoria.
A crise política, a corrupção e a desmoralização do sistema
A esse conjunto de problemas pode ser adicionada ainda uma crise política tão
profunda que está pondo em questionamento toda a credibilidade do sistema
político brasileiro, a partir das denúncias de corrupção que envolve não apenas
o Parlamento, os principais grupos empresariais do país, setores do Executivo
federal, estadual e municipal e parte do Judiciário. Em outras palavras, aos
olhos da população, todo o sistema está podre, afinal, cerca de 190
parlamentares estão indiciados na Justiça, a maior parte dos ministros e
ex-ministros, o próprio presidente da República, além de governadores,
prefeitos, dirigentes políticos e empresários das principais empresas. Quando
mais se aprofundam as investigações, mais a sociedade toma conhecimento de novas
falcatruas envolvendo personagens até então tidos como ilibados. Em síntese,
estamos diante do governo mais impopular, corrupto e odiado pela população
brasileira de todo o período republicano.
A conjuntura política está criando uma espécie de senso comum no imaginário
popular de que é preciso urgentemente uma faxina geral no país, muito embora a
população ainda não tenha encontrado forças para se expressar coletivamente,
superar a velha ordem e construir um novo rumo para a nação. Quais são os
principais elementos da crise política que, combinados com os elementos
objetivos da crise econômica e social, podem levar a uma explosão social contra
o sistema político brasileiro? Um conjunto de variáveis conflui para a
compreensão da dinâmica da crise política: a crise sistêmica global e seus
impactos no Brasil; o fim de um longo ciclo de lutas sociais e políticas no país
e as denúncias de corrupção que envolvem toda a institucionalidade e os grandes
conglomerados empresariais. Vejamos mais detalhadamente essas variáveis da
conjuntura explosiva que vivemos no Brasil:
  A crise sistêmica global vem castigando o capitalismo há cerca de 10 anos e
  até agora os gestores do capital ainda não encontraram uma saída para a
  estabilização e retomada do crescimento nas economias centrais. Essa crise
  impactou fortemente no Brasil e levou a burguesia a descartar o PT e seus
  satélites e implantar um governo puro sangue com o objetivo de rebaixar os
  salários, cortar direitos e gastos sociais e disciplinar o trabalho. A
  burguesia descartou o PT porque este já não conseguia administrar o capital
  como anteriormente, em função do aprofundamento da crise econômica e porque o
  capital necessitava de ajustes radicais e imediatos, medida que o PT, em
  função de sua base social, só poderia realizar de maneira lenta e gradual.
  Além disso, o PT também já não controlava mais as massas, uma vez que as
  jornadas de junho de 2013 foram realizadas por fora dos movimentos sociais que
  o PT controlava. Dessa forma, o PT já não era funcional para capital e por
  isso foi descartado de maneira desmoralizante.
  O Brasil também está vivendo o final de um longo ciclo de lutas sociais e
  políticas que se iniciaram com as greves do ABC no final dos anos 70 do século
  passado e fecharam dramaticamente com o impeachment da presidente Dilma. Esse
  ciclo foi profundamente pedagógico porque demonstrou mais uma vez o fracasso e
  a desmoralização da política de conciliação de classes. Por mais que o PT e
  seus satélites tenham governado essencialmente para o capital, com políticas
  compensatórias que não representaram sequer 20% dos lucros dos rentistas, a
  burguesia resolveu destituí-los quando achou necessário. Esse ciclo também
  mostrou que a democracia representativa só interessa à burguesia quando está a
  serviços de seus interesses. Quando é necessário mudar os rumos da
  institucionalidade, não hesita em criar pretextos e violar as regras que eles
  mesmos fizeram. Demonstrou também que as eleições no Brasil são compradas
  pelos grandes grupos econômico-financeiros, tanto no Executivo quanto do
  Legislativo, e que o sistema eleitoral tem sido uma fechada para justificar os
  interesses da burguesia.
  A instituição de um governo puro sangue aprofundou a crise política porque os
  golpistas, para angariar apoio da população, costumavam dizer que o obstáculo
  para a retomada do crescimento, do emprego e da ética na política era
  exatamente o governo do PT. No entanto, o governo instalado pelo capital,
  especialmente o setor rentista, não resolveu nenhum dos problemas que
  prometera resolver. Pelo contrário, a economia continuou em processo de
  estagnação, o desemprego aumentou extraordinariamente, os gastos sociais foram
  cortados de maneira drástica, o que precarizou ainda mais os serviços
  públicos, além do fato de realizar um conjunto de contrarrefomas que vêm
  destruindo toda a legislação conquistada pelos trabalhadores ao longo do
  século XX. Muitos dos que apoiaram entusiasticamente a queda do governo
  anterior, agora se sentem traídos diante das medidas tomadas pelo governo;
  Para ampliar a crise de representatividade, a população foi tomando
  conhecimento diariamente de que o governo que acabara de assaltar o poder em
  Brasília era constituído por uma quadrilha muito mais envolvida na corrupção
  que o governo anterior, a começar pelo presidente, considerado pela justiça o
  chefe da organização criminosa, além de grande parte dos ministros,
  governadores, prefeitos e assessores. Mas não é somente o Executivo: a
  corrupção envolve os grandes industriais, empreiteiras, bancos, o agronegócio
  e empresas de serviços em geral. Na prática, estes são os principais
  corruptores e constituem-se no elo principal da cadeia de promiscuidade entre
  o setor privado e o setor público. Em outras palavras, parafraseado a
  linguagem do tráfico de drogas, os grandes empresários são os atacadistas
  enquanto os políticos tradicionais são apenas os varejistas do tráfico, ou
  seja, enquanto os empresários ganham rios de dinheiro com a dívida pública, as
  renúncias fiscais e os lucros monopolistas, o lumpesinato político é pago com
  as sobras para operar seus negócios no Legislativo e no Executivo.

Por que o governo ainda não caiu?
As pessoas perguntam com razão, tanto no Brasil quanto no exterior, como pode se
manter no poder um governo com menos de 5% de popularidade, odiado pelo povo,
envolvido comprovadamente até o tutano com a corrupção, com ministros,
ex-ministros e assessores flagrados com malas de dinheiro em seu poder? E mais,
como um governo nessas condições tem capacidade de realizar a mais dura ofensiva
contra os trabalhadores, a juventude o povo dos bairros sem que haja uma reação
popular? Realmente, esse é um dos paradigmas mais complexos da crise brasileira
para se decifrar, mas tem uma explicação plausível, por dois motivos principais:
  Esse governo ainda não caiu porque é funcional para o capital enquanto estiver
  fazendo o trabalho sujo, ou seja, enquanto continuar implantando a agenda
  neoliberal que toda a classe dominante almeja. Mesmo que haja divergências
  entre as frações da classe burguesa sobre quem apoiar em 2018 ou mesmo diante
  da possibilidade de uma explosão social, todos eles estão unidos com relação à
  implantação das contrarreformas, porque trata-se de uma burguesia inteiramente
  afinada com os interesses do capital internacional. É só comparar o programa
  neoliberal que está sendo implantado em várias partes do mundo com a agenda da
  Confederação Nacional da Indústria Brasileira. Enquanto não houver a
  emergência de um movimento social com força suficiente para mudar a
  conjuntura, eles vão continuar dando sustentação ao governo,
  As organizações do movimento sindical e do movimento popular que cresceram e
  se desenvolveram com o velho ciclo estão muito mais interessadas nas eleições
  de 2018 do que com o movimento das ruas. Tentam criar a ilusão de que, se Lula
  voltar à presidência, fará um governo diferente porque aprendeu com o passado.
  É pura ilusão mesmo, pois se Lula ganhar novamente a presidência fará um
  governo pior que o anterior, em função das condições objetivas da conjuntura e
  das alianças com as mesmas forças do passado que está costurando agora. Além
  disso, essas direções sindicais perderam a ligação com as bases e atualmente
  lutam muito mais para manter os aparatos conquistados nos períodos em que
  ainda lutavam do que efetivamente para mobilizar os trabalhadores e a
  juventude para a luta nas ruas. Por isso, fazem corpo mole em todos os
  processos de mobilizações e greves que vêm ocorrendo contra o governo. Já as
  organizações do sindicalismo amarelo, muitas delas fundadas com dinheiro do
  capital para se contrapor às então organizações classistas, sabotam
  permanentemente as mobilizações e greves e só delas participam quando são
  empurradas pelas bases.
  Por sua vez, as organizações sindicais e movimentos populares classistas ainda
  têm pouca influência no movimento social, já que os dois principais setores
  identificados acima ainda controlam os aparatos sindicais e o dinheiro oriundo
  do imposto sindical. Mas essas organizações tendem a se esgotar com o fim do
  ciclo: as do campo petista porque são incapazes de fazer uma autocrítica do
  período em que funcionaram como bombeiros da luta de classes e também porque
  estão tão vinculadas com a institucionalidade que romper com esse padrão seria
  o mesmo que decretar sua falência; as do sindicalismo amarelo porque o
  acirramento da luta de classes os varrerá da conjuntura. Mesmo enfrentando as
  máfias sindicais e os jagunços que esses dois polos sempre utilizam nas
  eleições sindicais para se manter no poder, as organizações classistas vêm
  crescendo, muito embora num nível aquém das necessidades da luta de classes no
  Brasil. Essa transição levará certo tempo para ser concluída, mas é inevitável
  a mudança na correlação de forças com a ascensão das lutas sociais.
  Apesar do enorme grau de insatisfação da população com o governo, as
  organizações revolucionárias e classistas ainda não conseguiram construir um
  programa unificado e uma unidade orgânica que as possibilitassem atuar de
  maneira unificada na conjuntura, de forma a transformar a indignação popular
  em luta organizada e unificada contra o governo. Até agora as velhas
  organizações do ciclo anterior, por terem mais recursos financeiros e os
  aparatos sindicais, ainda exercem hegemonia sobre o formato e o destino das
  lutas. Como não estão interessadas em derrubar o governo, mas apenas
  desgastá-lo para facilitar a volta de Lula, fingem que lutam e assim prestam
  um enorme desserviço ao enfrentamento efetivo com os golpistas. Só a firme
  ascensão das lutas sociais pode mudar essa correlação de forças,
  proporcionando que as forças revolucionárias e classistas assumam a direção do
  movimento.
Um novo ciclo e as possibilidades
Além dessas questões, é importante ressaltar ainda que estamos iniciando um novo
ciclo de lutas sociais, que começou com as jornadas de junho de 2013 e prossegue
atualmente, mesmo com avanços e recuos, como é natural em qualquer ciclo de
lutas. Ao longo desse novo ciclo ocorreu uma série de lutas que mostraram a
disposição dos trabalhadores e da juventude para a mudança. Não se podem
esquecer as ocupações dos secundaristas, jovens entre 13 e 17 anos, sem
experiência na luta de classes, que derrotaram o governo estadual mais
reacionário do país, há mais de 20 anos no poder no Estado de São Paulo e
conseguiram ainda a façanha de unificar toda a esquerda e as forças
progressistas em torno dessa luta. Poucos acreditavam que adolescentes tivessem
condições de realizar tamanha façanha, mas eles ousaram lutar e conseguiram
vencer.
Posteriormente, seguiram-se ocupações de escolas, universidades e institutos
federais em todo o Brasil, agora incorporando a luta contra o governo usurpador
de Michel Temer. Ocorreram ainda manifestações de massa espontâneas contra o
governo como na inauguração das olimpíadas e nos estádios de futebol. Também
foram realizadas manifestações de rua e dias nacionais de manifestações e
greves, até chegarmos ao ponto de realizar a maior greve geral do país, com
cerca de 40 milhões de trabalhadores paralisando as atividades. Em seguida, o
movimento sofreu grande derrota quando outra greve geral marcada para o dia 30
de junho fracassou em função da traição do sindicalismo amarelo e do corpo mole
das centrais que outrora foram combativas e agora estão mais preocupadas com as
eleições de 2018 do que com o ascenso do movimento operário e popular.
Mas a luta de classes é assim mesmo, tem avanços e recuos. O importante é
entender o sentido maior do movimento e suas perspectivas. Em algum momento as
massas retomarão as lutas porque um ciclo quando se abre tem três
possibilidades: pode ser derrotado, cooptado ou pode vencer. No Brasil já
tivemos exemplos clássicos desses processos: o ciclo que se abriu no início da
década de 60 do século passado, com as lutas dos trabalhadores urbanos, dos
estudantes e dos camponeses, foi derrotado pelo golpe militar de 1964. O outro
ciclo que se iniciou com as greves do ABC e que contribuiu para a derrota da
ditadura e formou organizações sociais e políticos que enfrentaram bravamente o
capital, foi cooptado nos governos do PT. Portanto, o ciclo inaugurado em 2013
pode ser considerado uma obra aberta, tendo em vista o acirramento da luta de
classes no país, a impopularidade do governo Temer, a ofensiva do capital contra
os direitos e garantias dos trabalhadores e a insatisfação generalizada contra a
situação social e política. Nessa conjuntura, um incidente qualquer pode
funcionar como uma faísca que pode fazer explodir a indignação social.
Em outras palavras, a confluência da crise nas áreas da economia, na política e
nas relações sociais, misturada com as denúncias de corrupção, aliada à grande
insatisfação da sociedade, a impopularidade do governo e as demandas reprimidas
da população, podem levar à emergência de um levante social no país.
Aparentemente, está tudo calmo, com uma população passiva diante do que está
acontecendo. Mas isso é apenas a aparência do fenômeno, pois nos subterrâneos da
luta de classes o movimento pode ser diferente. Podemos estar naqueles momentos
em que a calmaria antecede a tempestade. Vale lembrar que a emergência de
levantes e explosões sociais são difíceis de detectar. Os últimos que
aconteceram no Brasil não foram percebidos por nenhuma força política ou social
e ocorreram com elevado grau de espontaneidade, como a luta pelas diretas já, o
impeachment de Collor, as manifestações de junho de 2013. No entanto, na
conjuntura que estamos vivendo, torna-se realista prever a emergência de novas e
intensas lutas sociais pelas próprias características da crise brasileira e do
grau de acirramento da luta de classes no país.
As tarefas da esquerda revolucionária e classista
Diante dessas condições, que fazer? Antes de tudo, é importante ressaltar que a
emergência das explosões sociais é difícil de perceber porque trata-se de
processo que se forma silenciosamente no interior das contradições da sociedade
e só vem à tona quando estão maduras todas contradições sobre as quais estava
assentado. Outro fator que problematiza a percepção dos levantes sociais é o
fato de que, mesmo que alguém ou alguma força política tenha capacidade de
prevê-los ou pelo menos intuir a sua emergência, dificilmente consegue impor
esse ponto de vista, porque se trata de processo que não se pode aferir
objetivamente e, portanto, essas previsões logo são classificadas pelas forças
políticas como previsão subjetiva, confusão entre a vontade e a realidade e
coisas do gênero. Em pouquíssimas ocasiões se obteve um consenso majoritário
sobre esta questão. Portanto, o que estamos defendendo está sujeito a esse
conjunto de problematizações, mas isso não impede de colocar a questão, buscando
argumentos objetivos para sustentar essa tese.
Se o que estamos intuindo estiver correto, então é fundamental elencarmos
algumas linhas de ação para que se possa atuar com algum êxito na conjuntura.
Mas antes, é importante fazermos duas advertências: a) sabemos perfeitamente que
vivemos uma conjuntura difícil, mas os revolucionários estão na luta para
resolver problemas difíceis. Se a vida fosse fácil para nós já teríamos
conquistado o socialismo. Portanto, nosso destino é trabalhar sempre em
conjuntura difíceis; b) da mesma forma, os revolucionários não devem ter medo
das crises. As crises são dolorosas, desagregadoras, mas também abrem janelas de
oportunidades para os movimentos sociais e políticos emergirem com força e vale
lembrar que todas as grandes mudanças na história da humanidade foram realizadas
nos momentos de grande crise. Portanto, crise e dificuldade não devem ser
motivos para prostração, inatividade ou desânimo. Pelo contrário, devemos
ampliar a criatividade, reorganizar forças para enfrentar a crise e buscar uma
solução do ponto de vista das forças populares.
Nessa conjuntura, duas principais tarefas se impõem para as forças
revolucionárias e classistas: a) reorganização da esquerda, construção de um
campo que construa um programa mínimo unitário para a nossa classe e que
enfrente a política de conciliação derrotada ideologicamente no ciclo anterior
mas ainda com forte presença nos aparatos de classe; b) reorganização do
movimento operário e popular, a partir das bases, com a retomada dos sindicatos
para o campo classista, das entidades estudantis para o campo da luta,
intensificação do trabalho de organização nos bairros a partir de suas
reivindicações específicas dos moradores, além de dar um novo sentido às suas
associações e entidades representativas. Não se pode esquecer que é nos bairros
onde mora a imensa maioria dos trabalhadores e da juventude. São tarefas
difíceis que exigem paciência, disposição para a luta, trabalho de formiguinha
para se alcançar resultados sólidos. Mas em conjunturas velozes como a que
estamos vivendo, o êxito nesse trabalho pode vir muito mais rápido do que
imagina a vã filosofia da acomodação. Vejamos cada uma dessas tarefas:
  Reorganização das forças revolucionárias e classistas e construção do
  programa. Nenhuma organização revolucionária, sozinha, tem condições de
  realizar as transformações que o Brasil necessita. Por isso, entendemos como
  fundamental o fortalecimento das frentes de esquerda, hoje ainda embrionárias,
  as ações conjuntas no movimento de massas, de forma a que, em algum momento da
  luta de classes não muito distante, se chegue a um consenso sobre a
  necessidade de um Encontro Nacional do Movimento Sindical e Popular para que
  se inicie a construção de um programa mínimo unitário dessas forças e, a
  partir desse acordo, a construção de uma frente orgânica de esquerda com
  capacidade de atuar unitariamente no movimento sindical e popular. Um acordo
  dessa ordem significaria um salto de qualidade na atuação junto aos movimentos
  sociais e políticos e uma sinalização imprescindível para o proletariado, a
  juventude e o povo pobre dos bairros de que agora possuem uma direção política
  capaz de unificar as lutas e colocá-los em movimento.
  Com a esquerda unida organicamente e com um programa mínimo será mais fácil a
  iniciativa de reconstrução do movimento operário e popular a partir das bases,
  porque evitaria a dispersão e a atomização de forças por parte de vários
  grupos e partidos de esquerda. Concentraria recursos humanos e materiais nas
  disputas políticas e proporcionaria uma grande sinergia revolucionária na
  militância. Em algum momento a ascensão do movimento social vai levar todas as
  forças revolucionárias e classistas, pelo menos aquelas que não são
  autoproclamatórias, nessa direção, mas seria importante que as lideranças dos
  partidos revolucionários e movimentos sociais classistas se antecipassem a
  esse momento e desde já preparassem as condições políticas para que essa
  conjuntura se transforme em realidade.
A construção do programa, a unidade orgânica da esquerda e a reorganização do
movimento sindical e popular não têm nenhuma contradição com a frente única
contra a quadrilha que tomou o poder no Planalto e vem realizando a ofensiva
contra os trabalhadores e a juventude. Uma coisa é a luta contra o inimigo comum
na atual conjuntura, outra é a disputa salutar e democrática por hegemonia no
movimento social e político. Na disputa mais geral todos estão juntos, mas é
natural que existam divergências entre os componentes da frente única. A própria
luta de classes vai se encarregar de clarear as diversas posições das forças
políticas e sociais, ultrapassando aquilo que não corresponde mais à realidade e
criando uma nova dinâmica na luta social e política, evidentemente com a vitória
das posições com maior aderência à realidade. O importante é que o campo
revolucionário e classista encontre a unidade e programa mínimo para apresentar
à sociedade uma alternativa tanto à política de conciliação de classes quanto à
direita e o capital, de forma a colocar os trabalhadores, a juventude e o povo
pobre dos bairros em movimento para as transformações sociais no Brasil.

In
PCB
https://pcb.org.br/portal2/17995/decifra-me-ou-te-devoro-reflexoes-sobre-crise-atual-e-as-tarefas-da-esquerda-revolucionaria-no-brasil
21/12/2017

domingo, 24 de dezembro de 2017

Acerca do imperialismo em Marx

por Prabhat Patnaik [*]
'. Em 19 de Fevereiro de 1881 Karl Marx escreveu uma carta notável a NF Danielson , o famoso economista Narodnik que também assinava sob o nome de Nikolayon e cujo trabalho foi muito discutido por Lenine. Naquela carta Marx dizia o seguinte:
"Na Índia, graves complicações, se não mesmo uma explosão geral, aguardam o governo britânico. O que os ingleses tomam deles anualmente na forma de renda, dividendos por ferrovias inúteis para os indianos, pensões para o pessoal do serviço militar e civil, para o Afeganistão e outras guerras, etc, etc – o que tomam deles sem qualquer equivalente e sem considerar aquilo de que anualmente se apropriam dentro da Índia, mencionando apenas o valor das commodities que os indianos gratuitamente e anualmente têm de enviar para a Inglaterra – tudo isto representa mais do que a soma total do rendimento de sessenta milhões de trabalhadores agrícolas e industriais da Índia! Isto é um processo hemorrágico, com uma vingança! Os anos de fome estão a pressionar uns contra os outros e em dimensões até agora ainda não suspeitadas na Europa!"
Este parágrafo é notável por várias razões. Acima de tudo, porque é a primeira vez em que Marx menciona a "drenagem do excedente" da Índia para a Grã-Bretanha ou, mais generalizadamente, do terceiro mundo para as metrópoles. O facto de que o capital metropolitano procura mercados por todo o mundo e, por essa razão, derruba as "muralhas da China" de todas as sociedades até então isoladas, isto é, o facto de que há um impulso imperialista subjacente à busca de mercados por todo o terceiro mundo, fora reconhecido por Marx e Engels no próprio Manifesto Comunista, mas o facto de o imperialismo sugar o excedentes destas regiões remotas não figurava em qualquer dos escritos anteriores de Marx.

Em segundo lugar, uma vez que este excedente ia além do que era apropriado "em casa" aos trabalhadores explorados pelo capital metropolitano, desempenhava claramente um papel e também um papel de significância considerável, considerando a escala da extracção da Índia mencionada por Marx, na dinâmica do capitalismo metropolitano. Por outras palavras, muito embora Marx não o diga explicitamente, torna-se claro a partir das suas observações que a dinâmica capitalista não poderia ser analisada sem considerar esta enorme extracção. Isto seria, se não exactamente afim a encenar Hamlet sem o Príncipe da Dinamarca, pelo menos a encenar Hamlet sem Claudius, o usurpador do Reino da Dinamarca.

Em terceiro lugar, trata-se do único reconhecimento em Marx de qualquer papel significativo do imperialismo na dinâmica do capitalismo metropolitano, para além do palco da acumulação primitiva de capital. O imperialismo figura na discussão de Marx da acumulação primitiva de capital. Mas depois disso mal se vê que ele desempenhe qualquer papel significativo na sua análise.

Isto sempre foi um facto curioso, uma vez que ninguém escreveu com maior conhecimento do que Marx, e com maior percepção também, do que o capitalismo metropolitano fez às economias colonizadas; e os seus sentimentos para com os povos colonizados eram palpavelmente cheios de simpatia. Mas há muito pouco em todos os três volume do Capital acerca do impacto do imperialismo sobre as economias metropolitanas. No Volume III do Capital há alguma discussão do papel do comércio colonial para contrariar a tendência de queda da taxa de lucro, mas em outros contextos há uma ausência completa de qualquer papel assinalado por Marx para o imperialismo na sua análise do capitalismo metropolitano.

O que é particularmente estranho acerca desta ausência é que Marx estava a escrever seus artigos seminais acerca do domínio britânico na Índia para o New York Daily Tribune quase exactamente ao mesmo tempo em que trabalhava em O Capital; e sem dúvida suas visitas ao Museu Britânico que ele fazia nas investigações sobre o Capital também eram utilizadas para desenterrar informação sobre o impacto do domínio britânico na Índia. E ainda assim não há qualquer traço no núcleo central do argumento do Capital de qualquer impacto do domínio britânico na Índia sobre a economia britânica, quase como se o domínio britânico fosse apenas uma espécie de espectáculo secundário para o drama principal do capitalismo, como acontecera nos escritos de clássicos da economia política, especialmente de David Ricardo.

O modelo de capitalismo analisado por Marx em O Capital é para todos os propósitos práticos o modelo de uma economia fechada e isolada. Certamente alguém pode estender este modelo a fim de incorporar um relacionamento colonial, encarado essencialmente como providenciando um mercado onde bens metropolitanos são transformados para aqueles produtos do terceiro mundo os quais são exigidos pelas metrópoles. Mas o colonialismo como um fornecedor de excedente para a acumulação na metrópole, exactamente no mesmo nível do valor do excedente apropriado internamente aos trabalhadores, simplesmente não figura na análise. A carta a Danielson é a primeira vez em que isso figura nos escritos de Marx.

A quarta razão para a importância desta carta é deixar claro que Marx não vê o processo de acumulação primitiva como pertencendo apenas à pré-história do capitalismo; ele encara-a como algo que continua ao longo da história desse modo de produção. Não é como se o capitalismo recorresse à acumulação primitiva só antes de começar a existir, mas que uma vez posto de pé prosseguisse inteiramente na base da sua acumulação do valor excedente extraído dos trabalhadores, nada mais tendo a ver com qualquer expropriação das colónias. Mais correctamente, o processo da acumulação primitiva continua através da sua história, ao longo do que se poderia chamar "acumulação normal", isto, é, a acumulação de valor excedente apropriada dentro do sistema.

Em suma, a carta a Danielson é extremamente importante para marcar uma certa nova tendência no pensamento de Marx. E levanta-se a questão: como é que Marx chegou aos números mencionados naquela carta e aos componentes daquela "drenagem"? Não obstante a sua extraordinária erudição ele não poderia ter chegado àqueles números por si próprio, uma vez que era exigido um certo conhecimento especializado dos orçamentos indianos, para os quais ele dificilmente teria tempo. Como então chegou a estas conclusões?

Uma pista para este puzzle é dada pelo facto de que Dadabhai Naoroji , o qual chegou a estes números e foi o primeiro a fazê-lo (já em 1867 apesar de a sua magnum opus, Poverty and Un-British Rule in India, ter sido publicada só em 1901) e Karl Marx partilhavam um amigo comum na pessoa de HM Hyndman , que foi um homem de negócios próspero e se tornou um socialista comprometido depois de ler o Manifesto e o Volume 1 de O Capital e constituiu uma organização chamada Federação Social Democrática. Marx e sua filha tiveram jantares na casa de Hyndman onde não é inconcebível que possam ter-se encontrado com Naoroji e discutido com ele a questão da "drenagem do excedente" da Índia. Mesmo que Marx e Naoroji não se tenham encontrado pessoalmente, é mais do que provável que as estimativas de Naoroji tenham sido passadas a Marx por Hyndman, o qual conhecia Naoroji há muitos anos e tinha acesso às suas ideias.

Há alguma evidência interna deste contacto, directo ou indirecto, no texto da carta para Danielson. Hyndman escreveu um livro sobre as grandes fomes na Índia sob o domínio britânico, para o qual consultou Naoroji a fim de obter fontes e evidências factuais sobre a extensão da pobreza. A ligação entre as fomes e a "drenagem" é óbvia e deve ter figurado de forma tão destacada na mente de Naoroji – e portanto também no pensamento de Hyndman – que a referência de Marx a "anos de fome" imediatamente depois de mencionar o "processo hemorrágico" sugere um claro compartilhar de ideias.

Marx morreu, infelizmente apenas dois anos após esta carta a Danielson e não teve tempo de desenvolver as ideias contidas na mesma. Mas aquela carta, a qual marca um ponto de viragem do pensamento de Marx, dá testemunho da sua abertura mental, assim como do facto de que no seu pensamento havia um fluxo subterrâneo paralelo o qual permaneceu inexplorado até aquela data. Ela nega a visão mantida por muitos, inclusive Edward Said , de que na sua análise Marx não era suficientemente sensível a toda a questão da exploração imperialista.
24/Dezembro/2017

Ver também:
  • Timeline of major famines in India during British rule
  • Famine in India

    [*] Economista, indiano, ver Wikipedia

    O original encontra-se em peoplesdemocracy.in/2017/1224_pd/marx-imperialism


    Este artigo encontra-se em http://resistir.info/ .
  • 24/Dez/17
    http://resistir.info/patnaik/patnaik_24dez17.html

    sábado, 23 de dezembro de 2017

    América Latina: el péndulo se desplaza a la derecha



    James Petras
          Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo


    Introducción
    Es evidente que en América Latina el péndulo se ha desplazado a la derecha en
    los últimos años. De esta observación surgen numerosas preguntas. ¿De qué tipo
    de derecha estamos hablando? ¿Por qué prospera? ¿Son sostenibles los regímenes
    derechistas? ¿Quiénes son sus aliados y sus adversarios internacionales? Una vez
    en el poder, ¿qué tal les ha ido y cuáles son los criterios por los que se mide
    su éxito o su fracaso?
    Aunque la izquierda está en retroceso, retiene el poder en algunos estados.
    Surgen preguntas como: ¿Cuáles son las características de la izquierda actual?
    ¿Por qué algunos regímenes se mantienen mientras otros están en decadencia o han
    sido derrotados? ¿Podrá la izquierda recuperar su influencia? ¿Qué condiciones
    hacen falta para ello? ¿Qué programa deben llevar para atraer al electorado?
    Empezaremos examinando el carácter y las políticas de la derecha y de la
    izquierda y hacia dónde se dirigen, para concluir analizando las dinámicas de
    sus programas, alianzas y perspectivas futuras.
    La derecha radical: El rostro del poder
    La pretensión de los regímenes de derechas es poner en marcha cambios
    estructurales: quieren reordenar la naturaleza del Estado, las relaciones
    sociales y económicas, la política exterior y las alianzas económicas. Regímenes
    de derecha radical gobiernan en Brasil, Argentina, México, Colombia, Perú,
    Paraguay, Guatemala, Honduras y Chile.
    Los regímenes de extrema derecha han acometido cambios bruscos algunos países,
    mientras en otros los van incorporando gradualmente. Las transformaciones
    sufridas por Brasil y Argentina son ejemplos de cambios extremadamente
    regresivos destinados a invertir la distribución de la renta, las relaciones de
    propiedad, las alianzas internacionales y las estrategias militares. El objetivo
    es redistribuir los ingresos de manera ascendente, volver a concentrar la
    riqueza y la propiedad en el extremo superior de la pirámide social y en
    elementos externos al país, y plegarse a la doctrina imperial. Estos regímenes
    están dirigidos por gobernantes que hablan abiertamente en favor de los
    inversores nacionales y extranjeros más poderosos y son generosos en la
    adjudicación de subsidios y recursos públicos: practican una especie de
    “populismo para plutócratas”.
    La llegada al poder y la consolidación de regímenes de extrema derecha en
    Argentina y Brasil se ha basado en varias intervenciones decisivas, que combinan
    elecciones y violencia, ´purgas e incorporaciones, propaganda en los medios de
    comunicación de masas y profunda corrupción.
    Mauricio Macri contó con el apoyo de los principales medios convencionales,
    encabezados por el grupo del diario Clarín, así como por la prensa internacional
    financiera (Financial Times, Wall Street Journal). Los especuladores de Wall
    Street y el aparato político de Washington en el extranjero subsidiaron su
    campaña electoral.
    Macri, su familia, sus amigotes y sus cómplices financieros transfirieron
    recursos públicos a cuentas privadas. Los popes políticos de provincias y sus
    actividades clientelares se unieron a los sectores adinerados de Buenos Aires
    para asegurar el voto en la capital. Una vez elegido, el régimen de Macri
    transfirió 5.000 millones de dólares al conocido especulador de Wall Street,
    Paul Singer firmando un crédito multimillonario, con altos tipos de interés;
    multiplicó por seis el impuesto a algunos servicios; privatizó el petróleo, el
    gas y terrenos públicos; y despidió a decenas de miles de funcionarios.
    Macri organizó una purga política y la detención de dirigentes de la oposición,
    incluyendo a la antigua presidenta Cristina Fernández Kirchner. Varios
    activistas de provincias fueron encarcelados o incluso asesinados.
    Macri ejemplifica la figura del triunfador desde la perspectiva de Wall Street,
    Washington y la élite empresarial porteña. Los salarios de los trabajadores
    argentinos se han reducido. Las compañías de servicios se han asegurado los
    mayores beneficios de la historia. Los banqueros duplicaron el índice de
    beneficios. Los importadores se han convertido en millonarios. Los ingresos de
    la agroindustria se dispararon al reducirse sus impuestos. Pero para las
    pequeñas y medianas empresas argentinas, el régimen de Macri ha sido un
    auténtico desastre. Miles de ellas han quebrado a causa del elevado coste de
    algunos servicios y la feroz competencia de las importaciones baratas chinas.
    Además de la caída de los salarios, el desempleo y el subempleo se han duplicado
    y el índice de pobreza extrema se ha triplicado.
    La economía lucha por mantenerse a flote. La financiación de la deuda no ha
    conseguido promover el crecimiento, la productividad, la innovación y las
    exportaciones. La inversión extranjera se ha visto favorecida, ha conseguido
    pingües beneficios y saca fuera del país sus ganancias. La promesa de
    prosperidad apenas ha beneficiado a un cuarto de la población. Para debilitar el
    descontento público fruto de estas medidas, el régimen ha acallado las voces de
    los medios independientes, ha dado rienda suelta a las pandillas de matones que
    actúan contra los críticos y ha cooptado a los jefes sindicales maleables para
    que rompieran las huelgas.
    Las protestas públicas y las huelgas se han multiplicado, pero el gobierno ha
    hecho oídos sordos y multiplicado la represión. Los líderes populares y los
    activistas han sido estigmatizados por los gacetilleros financiados por el
    gobierno.
    A menos que se produzca un gran levantamiento social o un colapso económico,
    Macri se aprovechará de la fragmentación de la oposición para asegurar la
    reelección que le permita seguir actuando como un gánster de Wall Street. Macri
    está dispuesto a firmar nuevas bases militares y acuerdos de libre comercio con
    EE.UU. así como a incrementar la colaboración con la siniestra policía secreta
    de Israel, el Mossad.
    Brasil ha puesto en práctica las mismas políticas derechistas de Macri. Tras
    alzarse con el poder mediante una operación de destitución falsaria, el gran
    estafador Michel Temer procedió acto seguido a desmantelar la totalidad del
    sector público, congelar los salarios por veinte años y ampliar la edad de
    jubilación de cinco a diez años. Temer estuvo a la cabeza de un millar de cargos
    electos corruptos en el saqueo multimillonario de la compañía estatal de
    petróleo y múltiples grandes proyectos de infraestructuras.
    Golpe, corrupción y desacato quedaron ocultos por un sistema que garantiza la
    impunidad de los congresistas hasta que algunos fiscales independientes
    investigaron, acusaron y metieron en prisión a varias docenas de políticos, pero
    sin llegar a Temer. A pesar de contar con el 95 por ciento de desaprobación
    popular, el presidente Temer se mantiene en el cargo con el respaldo absoluto de
    Wall Street, el Pentágono y los banqueros de Sao Paulo.
    Por otra parte, en México, el narcoestado asesino, continúan alternándose en el
    poder los dos partidos ladrones, el PRI y el PAN. Miles de millones de dólares
    obtenidos de manera ilícita por banqueros y mineras canadienses y
    estadounidenses continúan viajando a paraísos fiscales para su conveniente
    lavado. Los fabricantes mexicanos e internacionales han amasado inmensos
    beneficios que exportan a cuentas en el extranjero y paraísos fiscales . El país
    superó su triste record de evasión de impuestos al tiempo que ampliaba sus
    “zonas de libre comercio”, sinónimo de salarios bajos e impuestos reducidos a
    las empresas. Millones de mexicanos han cruzado la frontera para huir del
    capitalismo gansteril depredador. El flujo de cientos de millones de dólares de
    beneficios propiedad de multinacionales canadienses y estadounidenses son el
    resultado del “intercambio desigual” de capital estadounidense y mano de obra
    mexicana, que se mantiene en vigor gracias al fraudulento sistema electoral
    mexicano.
    Al menos en dos ocasiones bien documentadas, las elecciones presidenciales de
    1988 y 2006, los candidatos de izquierda Cuahtemoc Cárdenas y Manuel López
    Obrador ganaron con suficiente margen a sus contrincantes, para ver como
    posteriormente les robaba su triunfo un conteo fraudulento de los votos.
    En Perú, los regímenes extractivistas de derechas han alternado entre la
    dictadura sangrienta de Fujimori y regímenes electorales corruptos. Lo que se
    mantiene sin cambios en la política peruana es la entrega de los recursos
    minerales del país al capital extranjero, la persistente corrupción y la
    explotación brutal de los recursos naturales por parte de corporaciones mineras
    de EE.UU. y Canadá, en regiones habitadas por comunidades indígenas.
    La extrema derecha expulsó del poder a los gobiernos electos de centro izquierda
    de Fernando Lugo, en Paraguay (2008-2012) y Manuel Celaya en Honduras
    (2006-2009), con el apoyo activo y la aprobación del Departamento de Estado de
    EE.UU. Sus narcopresidentes ejercen ahora el poder mediante la represión contra
    los movimientos populares y el asesinato de decenas de campesinos y activistas
    urbanos. Este año, una elección burdamente amañada en Honduras ha asegurado la
    continuidad del régimen corrupto y las bases militares estadounidenses.
    La difusión de la extrema derecha desde Centroamérica y México hasta el Cono Sur
    está preparando el terreno para la reimplantación de alianzas militares con
    Estados Unidos y acuerdos comerciales regionales.
    El ascenso de la extrema derecha garantiza las privatizaciones más lucrativas y
    los mayores beneficios para los créditos otorgados por bancos extranjeros. La
    extrema derecha está preparada para aplastar el descontento popular y los
    desafíos electorales con violencia. Como mucho, permite que unas pocas élites
    con pretensiones nacionalistas se vayan alternando en el poder para ofrecer una
    fachada de democracia electoral.
    El giro del centro-izquierda al centro-derecha
    El desplazamiento político hacia la extrema derecha se ha extendido como una
    onda, y los gobiernos nominales de centro-izquierda se han desplazado hacia el
    centro-derecha.
    El ejemplo más claro lo ofrece el Uruguay gobernado por el Frente Amplio de
    Tabare Vázquez, y Ecuador, con la reciente elección de Lenin Moreno de Alianza
    País. En ambos casos el terreno ya había sido preparado al reconciliarse estos
    partidos con los oligarcas de los partidos tradicionales derechistas. Los
    anteriores gobiernos de centro-izquierda de Rafael Correa, en Ecuador, y José
    Mújica en Uruguay consiguieron fomentar la inversión pública y las reformas
    sociales, usando una retórica izquierdista y capitalizando el aumento global de
    precios y la alta demanda de las exportaciones agrominerales para financiar sus
    reformas. Con la caída de los precios mundiales y la exposición pública de los
    casos de corrupción, los recién elegidos partidos de centro-izquierda nominaron
    a candidatos de centro-derecha que convirtieron las campañas anticorrupción en
    vehículos para la adopción de políticas económicas neoliberales.
    Los nuevos presidentes de centro-derecha marginaron a los sectores más
    izquierdistas de sus respectivos partidos. En el caso de Ecuador, el partido se
    fraccionó y el nuevo presidente aprovechó para cambiar sus alianzas
    internacionales apartándose de la izquierda (Bolivia y Venezuela) y acercándose
    a Estados Unidos y la extrema derecha, al tiempo que abandonaba el legado de su
    predecesor en cuanto a programas sociales populares.
    Con la caída de precios de los productos de exportación, los regímenes de
    centro-derecha ofrecieron generosos subsidios a los inversores extranjeros en
    agricultura y silvicultura en Uruguay y a los propietarios de minas y
    exportadores en Ecuador.
    Los recién convertidos regímenes de centro-derecha se acercaron a sus homónimos
    ya asentados en Chile y se unieron al Acuerdo Transpacífico de Cooperación
    Económica (TPP), con las naciones asiáticas, Estados Unidos y la Unión Europea.
    El centro-derecha ha intentado manipular la retórica social de los anteriores
    gobiernos de centro-izquierda con el fin de retener al electorado popular al
    tiempo que se aseguraba el apoyo de las élites empresariales.
    La izquierda se desplaza hacia el centro-izquierda
    El gobierno de Evo Morales en Bolivia ha demostrado una capacidad excepcional
    para mantener el crecimiento, asegurarse la reelección y neutralizar a la
    oposición combinando una política exterior de izquierda radical con una economía
    mixta público-privada de carácter moderado. A pesar de que Bolivia condena el
    imperialismo estadounidense, las principales multinacionales del petróleo, el
    gas, los metales y el litio han realizado fuertes inversiones en el país. Evo
    Morales ha moderado su postura ideológica pasando del socialismo revolucionario
    a una versión local de democracia liberal.
    Al adoptar la economía mixta, Evo Morales ha conseguido neutralizar cualquier
    hostilidad abierta de Estados Unidos y los nuevos gobiernos de extrema derecha
    de la región.
    Manteniendo su independencia política, Bolivia ha integrado sus exportaciones
    con los regímenes neoliberales de la región. Los programas económicos moderados
    de su presidente, la diversificación de las exportaciones minerales, la
    responsabilidad fiscal, las graduales reformas sociales y el apoyo de los
    movimientos sociales bien organizados han permitido la estabilidad política y la
    continuidad social, a pesar de la volatilidad de los precios de las materias
    primas.
    Los gobiernos de izquierda de Venezuela, con Hugo Chávez y Nicolás Maduro han
    llevado un curso divergente con duras consecuencias. Totalmente dependiente de
    los precios internacionales del petróleo, Venezuela procedió a financiar
    generosos programas asistenciales en el ámbito interno y en el exterior. Bajo el
    liderazgo del presidente Chávez, Venezuela adoptó una consecuente política
    antiimperialista y se opuso al acuerdo de libre comercio promovido por EE.UU.
    (ALCA) con una alternativa antiimperialista, la Alianza Bolivariana para las
    Américas (ALBA).
    Los programas sociales progresistas y las ayudas económicas a los aliados
    extranjeros, sin dedicar recursos a diversificar la economía y los mercados ni
    incrementar la producción, estaban basados en los ingresos elevados constantes
    procedentes de un único y volátil producto de exportación: el petróleo.
    A diferencia de la Bolivia de Evo Morales, que edificó su poder con el respaldo
    de una base popular organizada, disciplinada y con conciencia de clase,
    Venezuela contaba con una alianza electoral amorfa compuesta por habitantes de
    los suburbios humildes, tránsfugas de los partidos tradicionales corruptos (de
    todo el espectro) y oportunistas en busca de un puesto y beneficios. La
    educación política se reducía a consignas para corear, vítores al presidente y
    la distribución de bienes de consumo.
    Los tecnócratas y políticos venezolanos afines al régimen ocupaban posiciones
    muy lucrativas, sobre todo en el sector petrolero, y no tenían que rendir
    cuentas ante consejos de trabajadores o auditorías públicas competentes. La
    corrupción era generalizada y se robaron miles de millones de dólares
    procedentes de la riqueza petrolera. Este saqueo era tolerado por el flujo
    constante de petrodólares motivado por los elevados precios históricos y el auge
    de la demanda. Todo ello condujo a un extraño escenario en el que el gobierno
    hablaba de socialismo y financiaba enormes programas sociales mientras los
    principales bancos, la distribución de alimentos, la importación y el transporte
    eran controlados por oligarcas hostiles al régimen que se embolsaban enormes
    beneficios mientras fabricaban la escasez de artículos y promovían la inflación.
    A pesar de todos estos problemas, los votantes venezolanos avalaron al gobierno
    en una serie de victorias electorales, sin prestar atención a los agentes de
    EE.UU. y los políticos de la oligarquía. Esta dinámica de triunfos llevó al
    régimen a pensar que el modelo socialista bolivariano era irrevocable.
    La precipitada caída de los precios del petróleo, de la demanda global y de los
    beneficios procedentes de las exportaciones llevó a un retroceso de las
    importaciones y del consumo. A diferencia de Bolivia, las reservas de divisas
    menguaron, el saqueo rampante de miles de millones fue finalmente sacado a la
    luz y la oposición derechista apoyada por EE.UU. recurrió a la “acción directa”
    violenta y al sabotaje, al tiempo que acaparaba alimentos, bienes esenciales de
    consumo y medicamentos. La escasez dio paso a un mercado negro generalizado. La
    corrupción del sector público y el control que ejerce la oposición hostil de la
    banca privada, el sector minorista y el industrial, con el respaldo de Estados
    Unidos, paralizó la economía. La economía entró en caída libre y el apoyo
    electoral se ha debilitado. A pesar de los graves problemas del régimen, la
    mayoría de votantes de renta baja comprendió que sus probabilidades de
    sobrevivir bajo la oposición oligárquica apoyada por EE.UU. serían todavía
    peores y la asediada izquierda ha continuado ganando las elecciones regionales y
    municipales celebradas durante 2017.
    La vulnerabilidad económica de Venezuela y el índice de crecimiento negativo han
    provocado un aumento de la deuda pública. La animadversión de los regímenes de
    extrema derecha de la región y las sanciones económicas dictadas por Washington
    han acentuado la escasez de alimentos y el desempleo.
    Bolivia, por el contrario, consiguió derrotar los intentos de golpe de Estado
    promovidos por las élites locales y EE.UU. entre 2008 y 2010. La oligarquía
    regional de Santa Cruz tuvo que decidir entre compartir sus beneficios y la
    estabilidad social sellando pactos sociales (con trabajadores y campesinos, la
    capital y el Estado) con el gobierno de Morales o hacer frente a una alianza del
    gobierno y el movimiento sindical dispuesto a expropiar sus posesiones. Las
    élites optaron por la colaboración económica manteniendo una discreta oposición
    electoral.
    Conclusión
    La izquierda ha perdido casi todo el poder estatal. Es probable que la oposición
    a la extrema derecha vaya en aumento dado el ataque grave e inflexible que están
    sufriendo los ingresos y las pensiones; el aumento del coste de la vida; las
    graves reducciones en los programas sociales y los ataques al empleo en el
    sector público y el privado. La extrema derecha tiene varias opciones y ninguna
    de ellas ofrece concesiones a la izquierda. Han elegido reforzar las medidas
    policiales (la “solución Macri”); intentan fragmentar a la oposición negociando
    con líderes sindicales y políticos oportunistas; y sustituyen a los gobernantes
    caídos en desgracia con nuevas caras que continúen sus mismas políticas (la
    solución brasileña).
    Los antiguos partidos, movimientos y dirigentes revolucionarios de izquierda han
    evolucionado hacia la política electoral, las protestas y la acción sindical.
    Por el momento, no representan una alternativa política a nivel nacional.
    El centro-izquierda, especialmente en Brasil y Ecuador, está en una posición
    fuerte y cuenta con líderes dinámicos (Lula Da Silva y Correa) pero tiene que
    enfrentarse a acusaciones falsas promovidas por fiscales derechistas que
    pretenden excluirlos de la contienda electoral. A menos que los reformistas de
    centro-izquierda tomen parte en acciones de masas prolongadas y a gran escala,
    la extrema derecha conseguirá debilitar su recuperación política.
    El Estado imperial de EE.UU. ha recuperado temporalmente regímenes títere,
    aliados militares y recursos y mercados económicos. China y la Unión Europea se
    aprovechan de las óptimas condiciones económicas que les ofrecen los regímenes
    de extrema derecha. El programa militar estadounidense ha conseguido neutralizar
    la oposición radical en Colombia y el régimen de Trump ha impuesto nuevas
    sanciones a Cuba y Venezuela.
    Pero la celebración triunfalista del régimen de Trump es prematura: no ha
    logrado ninguna victoria estratégica decisiva, a pesar de los progresos a corto
    plazo conseguidos en México, Brasil y Argentina. No obstante, las grandes fugas
    de beneficios, transferencias de propiedades a inversores extranjeros, tasas
    fiscales favorables, bajos aranceles y las políticas de comercio todavía no han
    generado nuevas infraestructuras productivas, crecimiento sostenible ni han
    asegurado las bases económicas. La maximización de los beneficios y el descuido
    de las inversiones en productividad e innovación para promover la demanda y los
    mercados internos han provocado la bancarrota de miles de pequeños y medianos
    locales comerciales e industrias. Esto se ha traducido en un aumento del
    desempleo crónico y del empleo de mala calidad. La marginación y la polarización
    social están creciendo a falta de liderazgo político. Esas condiciones
    provocaron levantamientos “espontáneos” en Argentina en 2001, en Ecuador en 2000
    y en Bolivia en 2005.
    Puede que la extrema derecha en el poder no provoque una rebelión de la extrema
    izquierda, pero sus políticas seguramente socavarán la estabilidad y la
    continuidad de los regímenes actuales. Como mínimo, pueden hacer surgir cierta
    versión del centro-izquierda que restaure los regímenes de bienestar y empleo
    actualmente hechos pedazos.
    Mientras tanto, la extrema derecha seguirá presionando con su plan perverso que
    combina un profundo retroceso del bienestar social, la degradación de la
    soberanía nacional y el estancamiento económico con una formidable maximización
    de beneficios.
     La presente traducción puede reproducirse libremente siempre que se respete su
    integridad y se nombre a su autor, su traductor y a Rebelión como fuente de la
    misma.
    In
    REBELION

    http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235687
    23/12/2017

    quinta-feira, 21 de dezembro de 2017

    Crisis de “Paradigma” o de Sistema ¿Estallará la ´madre´ de todas las burbujas?


     Wim Dierckxsens y Walter Formento   

    Desde que Bernanke asumió la presidencia de la Reserva Federal de EUA (Fed), en
    febrero de 2006, se ha instalado como legal que se puede resolver un problema
    creando $ 1 Billón de la “nada” , al comprar una gran cantidad de activos con
    ese billón de dólares. A partir de este momento nada parecía más fácil para los
    bancos centrales; cada vez que el mercado de valores está a la baja, la solución
    será crear dinero nuevo, comprar y comprar más fondos del índice bursátil y el
    problema estaría resuelto, ya que el mercado de valores deja de caer y rebota
    rápidamente porque los bancos centrales los respaldan. Las políticas de los
    bancos centrales son señaladas cada vez más como la fuente de la creciente
    desigualdad en los ingresos y riqueza. Estas políticas respaldan las burbujas de
    crédito/activos pero una vez que se vean limitadas o interrumpidas,
    estallaran/explotaran y con ello todas las burbujas de crédito/activos. La
    pregunta del millón es cuándo sucederá.
     El capitalismo se encuentra sin posibilidad de generar un nuevo ciclo, es
    decir, es un capitalismo en agonía. Si la madre de todas las burbujas estallara
    en esta coyuntura, se revelará la imposibilidad absoluta de un retorno del
    capital al ámbito productivo dentro de la lógica del capital y con ello revelará
    también el carácter sistémico de la crisis. Por ende, el estallo de la ´madre´
    de todas las burbujas podría desembocarse en un movimiento popular a escala
    mundial, reivindicando esa nueva civilización.
     ..............................................................................
    Introducción
     Desde que Bernanke asumió la presidencia de la Reserva Federal de EUA (Fed), en
    febrero de 2006, se ha instalado como legal que se puede resolver un problema
    creando $ 1 Billón de la “nada” , al comprar una gran cantidad de activos con
    ese billón de dólares. A partir de este momento nada parecía más fácil para los
    bancos centrales; cada vez que el mercado de valores está a la baja, la solución
    será crear dinero nuevo, comprar y comprar más fondos del índice bursátil y el
    problema estaría resuelto, ya que el mercado de valores deja de caer y rebota
    rápidamente porque los bancos centrales los respaldan. Las políticas de los
    bancos centrales son señaladas cada vez más como la fuente de la creciente
    desigualdad en los ingresos y riqueza. Estas políticas respaldan las burbujas de
    crédito/activos pero una vez que se vean limitadas o interrumpidas,
    estallaran/explotaran y con ello todas las burbujas de crédito/activos. La
    pregunta del millón es cuándo sucederá.
     Cuando las altas tasas de interés estaban inhibiendo los préstamos y el
    crecimiento, la solución fue crear unos pocos billones de dinero ´nuevo´ creados
    de la nada y comprar con ellos suficientes bonos soberanos para reducir las
    tasas de interés a cero e incluso más allá, a tasa negativa. Igualmente cuando
    bajo la demanda de inmuebles por los altos precios, la solución (china
    recientemente) fue crear dinero sin respaldo, que en manos de los agentes de los
    gobiernos locales servía para comprar los edificios vacíos. Para terminar con
    los ejemplos, si hay deflación por una demanda a la baja, una posible solución
    será emitir un billón en bonos del gobierno con cuyo dinero se financian
    megaproyectos de defensa, cuyo encadenamiento futuro con la economía real solo
    se garantizara (al menos en parte) en tanto que se consigan ventas sustanciales
    en el extranjero.
    El mecanismo para resolver los problemas económicos, creando billones de dinero
    de la nada, pareciera una máquina de movimiento perpetuo y sin límites a la
    cantidad de dinero nuevo que puede crearse con un interés cercano a cero o cero,
    ya que hasta los pagos de intereses pueden financiarse con ese dinero ficticio,
    emitido sin respaldo. Es más aún, la Reserva Federal (Fed) compro incluso bonos
    del Tesoro y con los ingresos que ese “dinero de la nada” genera devuelven
    dinero al Tesoro para volver a emitir más bonos, poniendo así en marcha una
    máquina de creación de dinero en movimiento aparentemente perpetuo. La política
    de crear Billones de la nada para comprar Billones en activos, ha inflado una
    ´burbuja madre´ en todas las clases de activos respaldadas o compradas por los
    bancos centrales y sus representantes. Entonces nos podemos preguntar: ¿Podría
    explotar la ´madre´ de todas las burbujas o más bien ya no habrá más crisis
    bursátiles?
     Trataremos primero dar respuesta a una pregunta con otra: ¿hay problemas que no
    se pueden resolver creando otro billón y comprando activos? Los últimos ocho
    años han creado la ilusión reconfortante de que esencialmente todos los
    problemas en la era moderna del capitalismo basado en la deuda en todos sus
    formas, sea americano, europeo japonés o incluso chino, pueden resolverse
    creando tantos billones como sea necesario y comprando activos o emitiendo
    líneas de crédito garantizadas con la nueva moneda creada de la nada. Sin
    embargo, como afirma Charles H. Smith, hay algunos problemas estructurales que
    no pueden ser resueltos por este mecanismo, algunos principalmente económicos,
    otros político-sociales, pero todos ellos afectan al sistema como un todo y no
    solo al ámbito financiero.
     La fragilidad sistémica introducida por la financiarización en algún momento
    llegará a su fin. Todo el mercado global de activos -acciones, bonos, bienes
    raíces y ´commodities´-, en esencia constituye un esquema ponzi piramidal en el
    que la rápida expansión del crédito (capital ficticio) impulsa los precios de
    los activos hacia arriba, y dado que los activos son colaterales para la deuda
    adicional, las mayores tasas de beneficio (ficticio) habilitan una nueva ronda
    para la expansión del híper-crédito. Esto empuja las valoraciones de los activos
    aún más hacia arriba, lo que crea el escenario para una expansión adicional del
    crédito (capital ficticio), basada en un supuesto aumento asombroso en el
    ´valor´ de la garantía que respalda la nueva deuda. Los bancos centrales han
    impulsado este esquema piramidal comprando bonos y acciones con divisas creadas
    de la nada y con ello han fomentado la desigualdad económica y social como no se
    ha visto nunca antes en la historia del capitalismo.
    Pero, a partir de noviembre de 2017, se observa un “cansancio” en la bolsa de
    valores. Además, el banco central estadounidense (Fed) desde octubre ya no está
    con la política de fomentar la expansión monetaria (QE) y más bien ha anunciado
    que va retirar dinero del mercado, aumentando las tasas de interés. No solo
    Charles H. Smith sino muchos otros anuncian que está por explotar la ´madre´ de
    todas las burbujas financieras creadas. No tenemos dudas que este colapso
    financiero se puede atribuir primero que todo a la fragmentación de las élites
    en pugna. Para nosotros son las élites financieras unipolares globalistas las
    que bien podrían provocar dicho colapso mientras tengan el control sobre la
    Reserva Federal de EUA, es decir hasta febrero de 2018.
    1. Trump vs el capital financiero unipolar y globalista
     Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump ha venido actuando efectivamente
    primero que nada para limitar el control que las élites financieras unipolares
    globalistas ejercen sobre el mundo de las finanzas y la emisión de dinero
    ficticio, a fin de desarrollar la economía real de EUA. En este contexto, Trump
    acaba de poner a Jerome Powell a la cabeza de la Reserva Federal. Es la primera
    vez que esa institución tiene un presidente que no es economista sino jurista.
    Su misión, a partir de marzo de 2018, será poner fin a la política monetarista y
    a las reglas en vigencia desde el fin de la convertibilidad del dólar en oro a
    principios de los años setenta (1971/73). Jerome Powel, afirma Thierry Meyssan,
    tendrá que concebir nuevos reglamentos que pongan el capital al servicio de la
    producción y no de la especulación, como hasta ahora sucede.
    Para obstruir la expansión del capital financiero globalizado, Trump sacó a
    Estados Unidos del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica, concebido
    para subordinar a China. En reciprocidad, Pekín redujo de manera considerable
    sus derechos de aduana, demostrando así que es posible instaurar la cooperación
    entre Estados en lugar de la anterior situación de enfrentamiento. En noviembre
    de 2017, el Congreso de EUA aprobó una reforma tributaria que también el Senado
    aprobó el 2 de diciembre. La reforma fiscal de Donald Trump debería suprimir
    todo tipo de exoneraciones y reducir las tasas sobre las empresas de 35 a 22%, o
    incluso a 20%.
    Está claro que ni las clases medias ni mucho menos las clases populares se
    beneficiarán con esta reducción en los impuestos, al contrario si les tocará
    pagar de alguna forma la cuenta. En realidad los expertos están divididos en
    cuanto a saber qué fracciones de clases se van a beneficiar con esas medidas.
    Está también por verse si las transnacionales regresarán o no a los EUA para que
    la reforma genere indirectamente ingresos populares mediante el flujo de regreso
    de empleos al país. A nuestro parecer, la creación de un billón tras otro para
    comprar activos fue una política que ha enriquecido primero que nada a las
    élites financieras a expensas de cualquier otra fracción de clase. La política
    de emisión sin respaldo (QE) ha favorecido más a la élite del capital financiero
    unipolar y globalista que a las elites del capital financiero unipolar
    continentalista y ni hablar de los capitales nacionales, fracción que expresa
    Trump directamente. En la opinión de Thierry Meyssan que compartimos, está claro
    que la reforma fiscal vinculada con la reforma aduanera, harán menos rentables
    los numerosos puestos de trabajo que las transnacionales han transferido al
    extranjero y llevará a que diversas industrias regresen a suelo estadounidense.
     Una verdadera pugna entre fracciones de clase comienza a darse cuando el
    aumento de la desigualdad social y económica divide a las propias élites y
    provoca la desunión política del “Estado Profundo”, hecho que llevó al poder a
    Trump en las elecciones pasadas. La política de emisión sin respaldo (QE) ha
    sido la política por excelencia del capital financiero unipolar y globalista, lo
    cual ha generado también conflictos entre las dos élites financieras creando el
    espacio político para un tercero: Trump. Estas contradicciones intra-clase se
    dan, en nuestra perspectiva por una batalla por la riqueza ya existente, al no
    poder vislumbrar una opción clara del reinicio de otro ciclo económico en la
    economía real ampliando dicha riqueza.
    La política de Trump primero que nada es anti-globalista. En vez de disolver el
    brazo armado de las élites financieras globalistas (la OTAN), Trump ha logrado
    obligarla a abandonar el uso del terrorismo como método de guerra y la ha
    llevado a convertirse en una alianza antiterrorista. Estamos a un año de
    gobierno Trump y en febrero la presidencia de la Fed pasará a manos de un
    abogado alineado con la política de Trump.
     Con Jerome Powell en la presidencia de la Reserve Federal podemos estar seguros
    que luchará por una economía sin recesión al menos en el primer año de su
    mandato, ya que un debacle en el mercado financiero sería la mayor amenaza no
    solo para su mandato sino también para el presidente Trump en persona a quién se
    le atribuirá semejante crisis. Sin embargo, una vez que esté bien instalado en
    su cargo las prioridades de la Fed cambiarán drásticamente y el enfoque de
    Powell estará dirigido a equilibrar las balanzas financieras una vez que pueda
    dejar de preocuparse por el riesgo de una recesión
     La pérdida del control, por la élite financiero globalista, sobre la Fed
    constituyó el momento oportuno para que planearan aumentar las tasas de interés
    y causar así inflación creando las condiciones para que explotara una bomba de
    tiempo: la ´madre´ de todas las burbujas atribuyendo el desastre a la
    administración Trump y pidiendo su ´impeachment´ o demisión. El tiempo para los
    globalistas se está acabando. No vemos que logren, con la tercera alza de la
    tasa de interés en diciembre de 2017, haber creado las condiciones necesarias
    para lograrlo. Aunque la actual presidente de la Fed anunció que habrá otras
    tres alzas en las tasas de interés en el año 2018, ya en febrero se acaba su
    mandato y con ello el tiempo para lograr imponerlos. Es probable que a partir de
    ahí las fuerzas globalistas y el partido demócrata se concentren en el
    ´impeachment´ o en la destitución del presidente de la república por la vía
    legal.
    2. La obsesión globalista por la inflación: la ´madre de todas la burbujas´
     El Banco de Pagos Internacionales (BIS) de Basilea, otro instrumento importante
    de las fuerzas globalistas, emitió en 2017 un informe, elaborado por Charles
    Goodhart y Manoj Pradhan, que afirma que el cambio demográfico revertirá las
    tendencias mundiales de varias décadas. Estaríamos ante una población que
    proporcionalmente envejece a nivel mundial (longevidad en los trabajadores
    jubilados) y una fuerza de trabajo formal que se contrae (mientras se expande la
    informal y la que se encuentra desarrollando economía popular de subsistencia),
    para revertir las tendencias a la baja de la inflación, así como el alza de las
    tasas de interés. Argumenta el documento que la amplia expansión del
    crédito/deuda que impulsó la expansión monetaria global en los primeros 15 años
    de siglo XXI está llegando a su límite. La deuda no es capital real sino capital
    ficticio. Dicho de otra manera: los ahorros siguen siendo importantes ya que son
    capital real de trabajo y, a medida que la generación anterior de trabajadores
    se jubile, dichos ahorros se reducirán lo que hará que el capital real sea más
    escaso y por ende más costoso que el propio capital ficticio. Esta tendencia
    contradictoria conllevaría, concluye el BIS, a alzas en las tasas de interés y
    las mismas a la inflación.
    De acuerdo al documento del BIS, la política económica de la demografía es como
    una batalla de generaciones (´a clash of ages´). La batalla política consistirá
    en que las generaciones mayores lucharán sobre todo por defender su seguridad
    social cada vez más costosa y la población trabajadora luchará en primer lugar
    por mejores ingresos reales (poder adquisitivo del salario). Por el momento los
    trabajadores adultos mayores sabrán defenderse todavía al engrosar sus filas con
    el envejecimiento de la población, pero habrá un momento que las generaciones
    económicamente activas cuestionaran el consumo suntuario e improductivo de los
    adultos mayores.
     El caso demográfico del documento del BIS en realidad es un estudio de trabajo,
    capital y ahorro, afirma Smith. En esencia, dice que la gran expansión de la
    fuerza de trabajo global (liderada por el surgimiento de China como el taller
    mundial) es algo único y que está a punto de revertirse a medida que el ´Bono
    Demográfico´ (la relativa sobre-representación de la población en edad activa en
    la población total) es cada vez más un hecho del pasado y que la
    sobre-representación de la generación ´Baby Boom´ , en edades de alcanzar en
    masa la edad de retiro, es un fenómeno cada vez más global y difícil de soportar
    para la población económicamente activa que está a la baja relativa.
     El BIS anuncia, en otras palabras, que la inflación se debe al envejecimiento
    de la población y con ello preparan argumentos para implementar políticas de
    redistribución desde la mal llamada clase rentista e improductiva (los
    trabajadores adultos mayores jubilados) hacia la población trabajadora en
    activo, fomentando una lucha intergeneracional para solucionar el problema. Una
    forma sería condonando las deudas estudiantiles cuando estalle la burbuja. Estas
    deudas alcanzan sumas muy elevadas y no solamente en EUA. El efecto inmediato
    sería un alza en la demanda de bienes y servicios por parte de esta nueva
    generación. Para atenuar este efecto inflacionario es posible transferir el
    costo a los adultos mayores improductivos en edad de retiro que todo lo tienen.
    Semejante política tendría su público en un partido socio-liberal-demócrata
    (globalista) y no afectaría la verdadera concentración de riqueza a favor de las
    élites en el mundo.
    Viendo las cosas más a fondo, los economistas ´main stream´ (Banco Mundial, FMI,
    BIS) no han profundizado mucho el tema de la inflación ya que hay inflación
    oculta. Es un hecho que China y otros países emergentes pueden exportar la
    deflación en bienes que son comercializables, disimulando la inflación en los
    productos y servicios ´locales´. Aquellos bienes y servicios no transables tales
    como los del gobierno local, vivienda, comestibles, comida rápida, la mayoría de
    los servicios de salud y educación y hasta cortes de pelo, etc., en otras
    palabras, son una parte sustancial de la economía real y se disparan a medida
    que el suministro de dinero se expande más rápidamente que la
    producción/suministro de estos bienes y servicios. La inflación ya está
    extremadamente alta en los sectores no transables pero es in-visibilizada al
    estar a menudo dominada, financiada o controlada por el sector público/gobierno.
    La deflación en cambio se da sobre bienes transables tales como televisores,
    juguetes, celulares, software, etc., y estas rebajas de precio resultan bien
    visibles al consumidor al verlo en su propia billetera.
     Según un índice de ´precios sombra´ (Burrito Index), los precios al consumidor
    han subido 160% desde 2001 al 1 de agosto de 2016. Gran parte de la inflación
    real en sectores como la salud es invisible para las clases protegidas porque
    está siendo absorbida por el gobierno y los empresarios .
    Gráfico: La inflación según bienes y servicios seleccionado 1996-2016
    Al perder el control sobre la banca central (la Reserva Federal) en febrero de
    2018, las fuerzas globalistas y sus grandes medios de comunicación necesitaran
    un medio más eficaz para aumentar la inflación. Las predicciones son que muy
    pronto estaremos viendo que los globalistas, representados por el partido
    Demócrata en EUA, van por la ‘opción nuclear’, demandando una expansión
    monetaria (QE), es decir, crear dinero de la nada por la Fed para inyectarlo
    directamente en ´Main Street´, en beneficio de la población en general. Con la
    introducción de dinero nuevo “creado de la nada” en la economía real, aumentaría
    rápidamente la demanda de productos de consumo y servicios sin generar una
    correspondiente oferta nueva de productos y servicios. Se crearán así las
    condiciones para un rápido proceso inflacionario.
    Es un hecho que las políticas de expansión monetaria (QE) han aumentado la
    desigualdad social como nunca antes se ha visto. El siguiente gráfico muestra la
    cruda realidad: la creación de dinero de la nada por el banco central de EUA
    (Fed) para la compra de activos, ha enriquecido a la parte superior de la
    pirámide social de riqueza y poder (línea de puntos en rojo), que se limita al
    10% superior (más específicamente al 1% superior) y ha producido también efectos
    cada vez más negativos para el 90% inferior (línea de puntos en gris).
    Conforme se acentúa la desigualdad social de ingresos y riqueza al extremo, se
    acentúa la privación relativa e incluso absoluta de productos populares básicos
    claves como cereales, agua dulce, gasolina, etc. Con ello, aumenta también la
    disconformidad social y por ende crea una coyuntura óptima para ejercer presión
    política sobre el gobierno y los bancos centrales de hacer algo al respecto.
    Después de haber logrado una victoria en la elección del senador demócrata en
    Alabama, los demócratas se sentirán más alentados de presionar sobre el gobierno
    de Trump para un QE popular (PQE por sus siglas en inglés). Jeremy Corbyn, como
    líder del Partido Laborista del Reino Unido, ya propuso una flexibilización
    cuantitativa en el Reino Unido para la gente en vez de para los bancos. Otro
    tanto intentó el Parlamento Europeo en Estrasburgo, pero sin éxito, afirma Ellen
    Brown, debido a la preocupación alemana por un proceso inflacionario al estilo
    de la República de Weimar en los años treinta del siglo pasado.
    En su trabajo ´Estímulo monetario: ¿a través de Wall Street a Main Street ?´,
    Diego E. Vacaflores señala que existe un fuerte cuestionamiento sobre el
    favoritismo percibido respecto del sistema financiero. Al observar que pueden
    perder el control sobre la Fed no podemos excluir que su actual presidenta
    globalista Yellen, opte a último momento por una expansión cuantitativa popular,
    es decir, para Main Street (Pueblo) en vez de Wall Street (Capitalistas). Aunque
    no es muy probable, sería la última opción de la Fed para hacer estallar la
    ´madre´ de todas las burbujas y así poder crear un ´caos´ (un golpe financiero
    de estado) para retomar el poder perdido.
    Si se trata de aumentar los ingresos de Main Street hay otras opciones más
    populares, pero que requieren a la vez de una mayoría en el Congreso. Los
    partidos social-globalistas, como el Partido Demócrata y los Medios de
    comunicación dominantes, seguramente van a abogar por el Ingreso Universal
    Básico (UBI por sus siglas en inglés), presionando al gobierno y los bancos
    centrales para que emitan “nuevo dinero de la nada”, para financiar UBI y/o sus
    equivalentes. En este caso, el gobierno arrojaría dinero en efectivo creado de
    la nada a la economía real. Este llamado ´dinero de helicóptero´ se presenta en
    diferentes formas: como condonación de deudas como la estudiantil,
    desgravaciones fiscales de la clase media y más social-demócrata y globalista
    aún: como Ingreso Universal Básico. En todos los casos, este dinero de
    helicóptero no expande ni la producción ni el suministro de bienes y servicios
    en la misma medida en que si lo hace sobre la demanda. Lo que suele hacer es
    expandir los fondos disponibles para el consumo popular, generando inflación
    inmediata y con ello fomentando que explote ´la madre´ de todas las burbujas, un
    gran golpe de estado global. Mucho mayor que aquel primer golpe global que
    inicio Bernanke en junio de 2013, al anunciar la suba de las tasas de interés
    del 0 al 2,5% para noviembre de 2013. Cuando este anuncio creo la salida
    violenta de las inversiones financieras de capital ficticio (dinero emitido sin
    respaldo desde 2010) de 22 países emergentes.
    3. Trump vs. el capital financiero unipolar y continentalista
    Trump se enfrenta primero que todo a la élite financiera globalista, pero
    también apunta su política contra el capital financiero unipolar continentalista
    e imperial al desmantelar, al decir de Thierry Meyssan, el «Imperio Americano» y
    restaurar la República, o sea garantizar el interés general en EUA. En este
    contexto, desde que inició su administración, Trump también ha ido contra del
    Tratado de Libre Comercio entre EUA, Canadá y México, proyecto clave para la
    élite financiero unipolar y continentalista.
    La administración Trump apuesta firmemente a disparar los gastos militares, pero
    no para dominar el mundo como imperio unipolar sino para reactivar la economía
    real norteamericana buscando de hecho una mayor aproximación al mundo
    multipolar. En nuestro estudio del mes de marzo de 2017 , ya señalamos que el
    producto del complejo industrial y militar como tal no encadena con la economía
    real en el ciclo económico siguiente y por ello, al ver las cosas tomando a la
    economía como un todo y desde el contenido, los productos bélicos son
    considerados como resultado de un trabajo improductivo. Tratase de riqueza
    ficticia ya que en un ciclo económico siguiente en nada contribuye este producto
    a ampliar el proceso de reproducción. Lo anterior por el motivo que los medios
    de destrucción no amplían el stock de medios de producción para ampliar la
    economía real, ni tampoco contribuyen al stock de medios de consumo necesario
    para la reproducción de la fuerza de trabajo en ciclos económicos siguientes.
     Sin embargo, EUA al poder exportar su producto en el mercado exterior gracias a
    su capacidad tecnológica aún existente en este sector, aunque ya cuestionada su
    primacía por Rusia en las batallas en Siria desde 2014 contra la OTAN/ISIS, EUA
    logra transferir este gasto improductivo a terceras naciones. A nivel de la
    economía mundial como un todo, el gasto militar sigue siendo un gasto
    improductivo, que podemos llamar riqueza ficticia. Desde el punto de vista del
    país exportador, sin embargo, al transferir dicha riqueza ficticia o capital
    improductivo a terceras naciones, el capital ficticio se torna capital real en
    forma de dinero solo para EUA y para que opte eventualmente por una reproducción
    ampliada de su economía real. De esta manera contrarrestaría la reproducción
    ´limitada´ de su economía. En la realidad, parte de las elevadas ganancias
    obtenidas en dichas ventas al exterior, EUA suele reinvertirlas en Investigación
    y Desarrollo en el complejo industrial y militar para así mantener el nivel de
    desarrollo tecnológico y la lucha por la primacía en dicho sector con Rusia. El
    complejo industrial y militar podrá sostener así su posición competitiva a
    través de varios ciclos económicos. Esto suele llamarse ´Keynesianismo militar´.
    En este sentido hemos de comprender el gran aumento del presupuesto militar para
    2018, propuesto por Trump con el apoyo prácticamente unánime de todo el Congreso
    aunque sea por intereses diferentes. Con ello Trump obtendría un “incentivo
    económico” del orden de los 150 mil millones de dólares al año. En el ´Global
    Europe Anticipation Bulletin´ 119, noviembre de 2017, lo llaman equivocadamente
    la “QE militar” pero si consideramos aciertan al decir que, ahora más que nunca
    (lo que es mucho decir para EUA), la economía estadounidense se apoya en el
    complejo industrial y militar.
     Es nuestra opinión, y en esto coincidimos con GEAB, el gobierno de Trump en
    lugar de invertir en acciones militares en el mundo entero a fin de sostener el
    imperio construido bajo la hegemonía del capital financiero continentalista y
    unipolar, su administración lo está invirtiendo en la producción de armas por el
    complejo industrial y militar (el principal sector económico de EUA) y menos en
    gastos de defensa. La reforma económica responde a un principio de racionalidad
    económica basada en una disminución de los gastos imperiales, lo que implica
    tener menos bases militares, hombres, misiones, etc. en el mundo y un aumento
    considerable en los ingresos mediante la venta en gran escala de más armamento
    producido.
    Es correcto que, con esta lógica siempre existe el riesgo de avivar un
    conflicto, como los grandes medios de comunicación globalistas anuncian con
    bombos y platinos, especialmente en torno a Corea del Norte. La visita de Trump
    a varios países en Asia, en la opinión de los globalistas (CIA, OTAN, la Fed,
    los grandes Medios), giraba en torno a la búsqueda de aliados (Japón y Corea del
    Sur) y potenciales aliados (China) para iniciar un ataque preventivo sobre Corea
    del Norte antes del 20 de marzo de 2018. Es más, calculan que el presidente de
    China no se alineará con este plan y con ello habrá el escenario perfecto para
    poner en marcha una guerra global. Aquí se revelan, en pocas palabras, las
    intenciones de la OTAN y las fuerzas globalistas. Es entonces coherente con la
    política de Trump, que el Secretario de Estado Tillerson anuncie en diciembre de
    2017 estar dispuesto a sentarse en la mesa con el presidente de Corea del Norte
    sin condiciones previas, noticia apenas mencionada por los grandes medios.
     El torrente de problemas que Donald Trump ha desatado en diciembre al reconocer
    a Jerusalén como la capital de Israel, según Rashid Jaladi de Palestine Square,
    afectará positivamente a la construcción de la paz en Oriente Próximo. Al
    reconocer a Jerusalén como la capital de Israel sitúa a Estados Unidos en una
    posición que contraría prácticamente a todos los palestinos, a los árabes y a
    los musulmanes, y a la mayoría de los pueblos y gobiernos de todo el mundo. Al
    precipitar esta dilatada crisis de Oriente Próximo, Trump ha puesto en evidencia
    una realidad que nunca reconocerán los grandes medios globales: ha hecho añicos
    el podrido statu quo del “proceso de paz” estadounidense que durante un cuarto
    de siglo no ha servido más que para afianzar y legitimar la ocupación militar y
    la colonización de territorios palestinos, dificultando aún más una paz justa y
    duradera entre el pueblo palestino y los israelíes.
    Está claro, afirma Jaladi, que Donald Trump con su último movimiento puede
    ayudar a los palestinos y a los árabes a salir del “desierto” en el que vagan
    desde hace mucho tiempo. Es posible que su acción aliente a los europeos y a
    muchos otros actores internacionales a superar la histórica resistencia (de
    Estados Unidos en primer lugar), a asumir sus responsabilidades internacionales
    y a empezar a comprometerse de verdad en Oriente Próximo.
     Trump al asestarle un gran golpe al derecho internacional, a las múltiples
    decisiones de Naciones Unidas y a 70 años de política estadounidense, al
    retroceder a la Resolución de la partición de noviembre de 1947, ha mostrado
    (involuntariamente desde luego según los medios) una vía para abordar la
    cuestión de Palestina de mejor forma que cualquiera de las que se han ofrecido
    durante mucho tiempo. Frente a los argumentos sesgados que han guiado todas las
    negociaciones previas (de globalistas y continentalistas), hay que retornar a
    los principios fundamentales de justicia e igualdad para ambos pueblos
    involucrados en este conflicto.
    En lugar de que Estados Unidos siga monopolizando las negociaciones, lo que
    hacía falta era, sigue Jaladi, un intermediario internacional verdaderamente
    imparcial. Hay que abandonar ya la camisa de fuerza de Oslo, diseñada
    expresamente por el gobierno israelí para confinar y controlar a los palestinos,
    lo que le permitió colonizar y ocupar territorios palestinos a su antojo. Las
    bases completamente renovadas para establecer negociaciones deben ser todas las
    resoluciones de la ONU, incluida la Resolución 181 de la Asamblea General, que
    reconoce el derecho de los palestinos a un Estado mucho más grande que
    Cisjordania y Gaza y la Resolución 194, que garantiza el retorno y la
    indemnización a los refugiados palestinos expulsados durante el establecimiento
    de Israel. Este proceso calza mejor en la lógica de un mundo multipolar que con
    la visión unipolar e imperial del mundo. Coincidimos con el informe de GEAB de
    diciembre de 2017 que una vez que se asiente todo el polvo que ha levantado
    Trump, es entonces cuando el mismo Trump desvelará su plan para la paz, cuyo
    contenido se mantiene en secreto, sin duda por respetar el tiempo de decantación
    de su anuncio. Un plan de paz en el que han trabajado varios países, en
    particular Arabia Saudita e Israel, pero que debe ser irresistible para llegar a
    funcionar.
    En un mundo multipolar se busca el equilibrio de las fuerzas y es más factible
    lograr la paz. Un equilibrio de fuerzas implica una distribución más equitativa
    de fuerzas militares. En un mundo multipolar la exportación estadounidense de
    armas se verá considerablemente más potenciada que en un mundo unipolar e
    imperial donde procura imponer su voluntad. En este contexto hay que entender
    que la política de Trump crea el espacio para que los países de la Unión Europea
    mantengan mayor independencia estratégica y tengan menos subordinación a la OTAN
    o al país imperial. Con la presencia de la administración Trump, la Unión
    Europea puede apuntar más que nunca a tener su propio sistema de defensa
    regional.
    A fin de aumentar las exportaciones de armas, Trump está tratando de recuperar
    la confianza de sus potenciales clientes, adoptando una mayor imparcialidad en
    los conflictos, incluso participando con Rusia en la reducción de las tensiones
    en general y en Medio Oriente en particular. Se espera que EUA aumente las
    ventas de armas en un 50%, lo que supondría un aumento de ingresos de 25 mil
    millones de dólares. Buenos clientes para la compra de armas norteamericanas hoy
    son Japón y Arabia Saudita. Japón, al igual que Alemania en la posguerra, se vio
    políticamente limitado en sus gastos de defensa, pero en los últimos años con el
    desarrollo de una crisis estructural (que pone en cuestión el orden mundial pos
    Breton Woods de 1944) se abren los espacios e intereses nuevamente para ser más
    “permisivos” con las naciones derrotadas en la segunda guerra mundial, Japón y
    también Alemania están volviendo a militarizarse rápidamente.
    En un mundo multipolar, el dólar inevitablemente ha de ceder espacio al
    ´petro-yuan-oro´ y eso ya empezó a suceder. Conforme el pago del petróleo y gas
    se hace cada vez más fuera del ámbito del dólar, EUA ya no podrá disponer de los
    petro-dólares que necesita para poder mantener las 800 bases militares que posee
    en el extranjero y que le cuestan unos 160 mil millones de dólares al año. En
    tal contexto Trump opta por abandonar muchas de sus posiciones y bases
    extranjeras. Honduras es uno de los países latinoamericanos donde hay una base
    importante de EUA que bien podría ser una de las en ser abandonadas por Trump
    para que deje de ser la cuña en el área del Caribe que bloquea su integración y
    desarrollo. El hecho que después de tres semanas de las elecciones no se ha
    confirmado quien ha sido electo presidente en Honduras en medio de unas
    elecciones fraudulentas, donde que a medio camino del conteo paralizaron el
    proceso, para horas después presentar resultados invertidos a favor de la
    continuidad y del presidente en funciones muy afín a comando sur. El candidato
    de la oposición ha sido invitado a Washington a tres semanas del día de
    elecciones y el secretario general de la Organización de Estados Americanos
    (OEA), Luis Almagro, propuso el lunes 18 de diciembre la celebración de unos
    nuevas elecciones en Honduras ante “la imposibilidad” de dar certeza en el
    recuento final de las elecciones del pasado 26 de noviembre. No sería extraño
    que la propuesta encuentre buenos oídos, lo que podría revertir el proceso no
    solo en Honduras, en el Caribe sino en América latina en general.
    Es claro que EUA busca recuperar ingresos económicos y ahorrar en gastos de
    defensa (bases militares), algo que lograra más aún en la medida en que deje de
    ´ser imperio´ y reconocer el avance del poder estratégico integral que
    manifiesta la China multipolar y los universalismos multipolares en general. Si
    EUA abandonara la mitad de las bases, ahorraría alrededor de 80 mil millones al
    año. Que sumados a los 25 mil millones de ingresos por exportación de armas, la
    economía alcanzaría más de cien mil millones de dólares al año entre ahorros y
    beneficios. Puesto estos cien mil millones de U$ en relación con el aumento en
    150 mil millones del presupuesto, constituye una recuperación/reducción de dos
    tercios en el presupuesto.
    Las cantidades de dinero en juego son evidentemente mucho menores que en el caso
    de las emisiones de dinero sin respaldo (QE) desarrolladas por las políticas de
    la Fed desde la crisis de 2008 e iniciadas hacia fines de este año . Para
    dinamizar la economía real, sin embargo, esta política económica de la
    administración Trump es más eficaz. Las balanzas comerciales crónicamente
    negativas de EUA desde hace décadas, no son posibles de sostenerse sin el
    petrodólar. Como imperio unipolar, EUA lograba apropiarse de riqueza imprimiendo
    dólares sin respaldo por ser quien tenía (¿tiene?) el poder emitir la moneda de
    reserva mundial que todos los países utilizaban (sobre todo para la compra de
    petróleo) e imponer un sistema monetario basado en el petro-dólar.
     Al reducirse sustancialmente el papel del petro-dólar no habrá de otra vía que
    hacer un forzoso “aterrizaje económico” estadounidense y reducir las
    importaciones drásticamente, aumentando a la vez sus exportaciones y volver a
    funcionar por sí mismo, es decir aislándose del mundo neoliberal global. Esto ha
    sido la política anunciada por Trump desde su campaña. Los importantes contratos
    de exportación de armas estadounidenses a Arabia Saudita y Japón, junto con la
    simultánea rebaja sustancial en la importación de petróleo debido a su
    sustitución por el desarrollo del suministro de combustibles propios (gas
    natural de esquisto no convencional) por un lado y la baja sustancial en
    mantenimiento de bases militares en el exterior por el otro, son ejemplo claro
    de una política para reequilibrar la balanza comercial de EUA.
    Ya señalamos en trabajos anteriores que China está diseminando un nuevo
    paradigma económico en el mundo, y con los acuerdos de comercio e inversión que
    el presidente Trump consiguió con este país, logra inyectar más de $ 80 mil
    millones en 20 años a la economía norteamericana mediante un ´proyecto piloto´
    gigantesco del estado de West Virginia, al recibir inversiones en plantas de
    energía, tecnologías de producción de energía y químicos, empleo calificado,
    etc. Esta inversión en West Virginia triplica el tamaño del presupuesto total
    del Departamento de Energía de EUA y aun así no se reporta en los grandes medios
    globalistas y apenas en los de West Virginia. La razón es sencilla de adivinar,
    la política de Trump es una bofetada para la política unipolar y un claro paso
    para poner en marcha la economía de EUA con un viraje de facto hacia el mundo
    multipolar.
    4. El aun frágil futuro del mundo multipolar
    Es un hecho que los mercados están empezando a dudar de la capacidad del dólar
    para continuar desempeñando su papel histórico de moneda de referencia mundial.
    La confianza en el dólar, piedra angular de este estatus, está empezando a
    romperse, aunque la confianza en el Yuan aún está por probarse y consolidarse,
    pues aún falta ver si el resto de las potencias monetarias como Japón y la zona
    euro querrán participar en serio en el juego de la multipolaridad.
     La clave para impulsar una moneda al estatus de referente mundial es la
    “confianza”. El inversor debe confiar en el sistema financiero del país emisor y
    en su estabilidad política, confiar en que este esquema tiene la capacidad de
    avanzar sobre otros y consolidarse sumando y/o subordinado a otros esquemas, lo
    cual no es una movida o juego que se reduce solo a la órbita económico
    financiera. Esto es lo que hizo fuerte al dólar y otorgó peso al marco alemán,
    al yen, al franco suizo y a la libra esterlina. Es cierto que el dólar-oro
    adquiere su peso a partir de la preponderancia económico-industrial desarrollada
    a partir de la I y II guerras mundiales y eso también respalda al petro-dólar a
    partir de 1971-73. Bejín no puede ofrecer tales garantías a corto plazo para el
    mundo de las grandes finanzas y las oligarquías financieras.
     Es un hecho que China ya es la economía real más grande del mundo superando a
    EUA observado por PBI-Paridad y considerando a China como parte de la propuesta
    multipolar Brics esta ha ya desplegado todo un nueva arquitectura financiera
    multipolar e incluso una nueva arquitectura productiva y comercial multipolar,
    ha hecho reconocer el yuan multipolar y ahora propone un nuevo sistema monetario
    internacional.
    La degradación de su calificación soberana por parte de las agencias
    internacionales de calificación ha mostrado la capacidad de los Unipolarismos en
    manejar unilateralmente las calificadoras de riesgo crediticio. Son el FMI y las
    agencias de calificación de riesgos Standard & Poor’s (fuerza globalista) y
    Moody’s (fuerza continentalista) los que han causado la degradación de la
    calificación china en mayo y en septiembre de 2017 respectivamente. Bejín temía
    una crisis financiera y dejar que el yuan se devaluara hubiera ocasionado una
    huida de los capitales hacia el dólar, que hubiera podido desencadenar una
    oleada de pánico y el derrumbe del sistema financiero chino. De ahí la decisión
    y capacidad de china de recuperar el control del yuan y no dejarlo fluctuar
    libremente, para así mantener su cotización estable de manera regulada.
     Hemos de señalar que la situación financiera en China tiene aún flancos débiles
    que la hace precaria. El crecimiento actual radica fundamentalmente en el
    crédito y la burbuja inmobiliaria que generó no ha contribuido precisamente a la
    estabilidad económica. En este contexto la Nueva Ruta de Seda busca reconectar
    el crédito con la economía real a escala internacional. China se enfrenta a dos
    desafíos, en parte, contradictorios. Por un lado, necesita avanzar en consolidar
    al yuan como moneda de referencia mundial y por otro, tiene la obligación de
    evitar una caída del sistema financiero chino en caso de una fuerte depreciación
    del yuan (remimbi) al dejarlo funcionar al libre juego del mercado, es decir al
    dejarlo expuesto a la puja en el terreno (mercado) donde las transnacionales
    financieras globalistas y sus agencias calificadoras son fuertes.
    La nueva política de Xi Jinping, pos congreso, ha dado los pasos en esta
    dirección y se caracteriza ya por la decisión de estabilizar la economía. La
    utilización del yuan como moneda de intercambio internacional y particularmente
    en las transacciones de petróleo y gas, ha constituido un paso importante para
    llegar a acuerdos similares en aquellos ámbitos donde el yuan-multipolar será la
    moneda de referencia. Tratase principalmente de iniciativas de asociación
    global/universal, particularmente la iniciativa universalista del Cinturón y
    Ruta de la Seda. Es un proyecto de inversión china masiva, pero sobre todo a
    base de crédito. Estas inversiones han de favorecer la posición del yuan en los
    balances de las empresas y gobiernos que participen en el proyecto.
     Bejín inició el 30 de junio de 2017 un programa que permite a los inversores
    internacionales invertir en el mercado de bonos chino a través de Hong Kong y
    viceversa (el llamado Bond Connect). Esto posibilitaría una gran afluencia de
    capitales hacia China y por tanto hacia el yuan. Se prevé una “reasignación de
    las inversiones en bonos” del resto de Asia hacia China. Deutsche Bank estima
    que al menos 800.000 millones de dólares en bonos podrían destinarse a la
    República Popular. Los dispositivos del Cinturón y Ruta de la Seda, el Bond
    Connect y el petro-gas-yuan han de permitir que se consolide la posición
    internacional de la moneda china a mediano y largo plazo.
    En el corto plazo, la estrategia de China será no atacar frontalmente al sistema
    del petro-dólar, sino minarlo progresivamente para hacer que el yuan y otras
    monedas como el Euro, el Yen, etc. lleguen a ser tan imprescindibles como el
    dólar, es decir, construyendo el mundo multipolar de monedas. Hay acuerdos entre
    el Banco Central de China (PBoC) y el Banco Central de la Unión Europea (BCE)
    para permitir intercambios directos entre el yuan y el euro. Han firmado estos
    acuerdos para hacer posible que, finalmente, ambas monedas se fortalezcan
    mutuamente de manera autónoma y fomentando la interpenetración de los sistemas
    financieros de ambas regiones. En el corto plazo la fragilidad del
    multipolarismo continuará, lo que implica cierta vulnerabilidad frente a un
    eventual estallido provocado de la ´madre´ de todas las burbujas en el mercado
    de valores.
    5. La dificultad estructural de volver a la economía real
    A pesar de todos los esfuerzos para construir un mundo multipolar, hay que tomar
    en cuenta que el capital real se encuentra ante un callejón sin aparente salida.
    Con el afán de obtener una mayor tasa de ganancia, el trabajo humano está siendo
    reemplazado por la robotización y automatización con la esperanza de poder
    reducir los costos del trabajo sin lograrlo y, por ende, sin lograr tampoco un
    aumento en la tasa de ganancia. En medio de la robotización, donde Japón lleva
    la delantera, se preguntan los neoclásicos ¿por qué aumentarían los salarios de
    los trabajadores cuando ya se ha reducido a un mínimo la fuerza laboral? ¿Si con
    la robotización y automatización la fuerza laboral se reduce a casi cero, como
    es posible que no aumente la tasa de ganancia? La respuesta a los neoclásicos es
    que no es la tecnología la que produce la plusvalía sino solamente la fuerza de
    trabajo. Al ver que la innovación tecnología en la era de la robotización da
    pérdidas en vez de ganancias, los neoclásicos de a poco van a tener que concluir
    que es solo la fuerza de trabajo la creadora de valor y no la tecnología.
    Para mejor entenderlo volvemos a señalar que es un dogma en las ciencias
    económicas afirmar que el proceso de crecimiento económico es impulsado por la
    innovación tecnológica, creyendo que es sobre todo la tecnología misma la que
    crea valor y hay que reducir al mínimo posible el trabajo humano. El propósito
    del capital es la maximización de la tasa de ganancia-beneficios. Aumentar la
    productividad del trabajo a partir del desarrollo tecnológico solo es el medio
    para lograrlo. Para sobrevivir en la competencia-concurrencia entre capitales,
    el capital invierte en aquella tecnología que ahorre más trabajo. El aumento en
    la productividad implica una baja en el tiempo necesario para producir una
    unidad de producto o servicio y ese tiempo de trabajo tiende a disminuir
    conforme aumenta la inversión en tecnología y capital fijo en general. Al
    aumentar la ganancia de esta forma, este incremento en la ganancia se lo
    atribuyen los neoclásicos básicamente al desarrollo tecnológico y no al trabajo.
    La automatización y robotización libere trabajo en la planta lo que no quiere
    decir todavía que el costo de la fuerza de trabajo restante (cada vez más
    reducida a Investigación y Desarrollo) sea menor que el costo de toda la fuerza
    de trabajo empleada anteriormente. Un aumento en la composición orgánica
    significa un aumento marginal cada vez menor en la productividad de trabajo. Lo
    anterior se da no solo por el incremento en el costo de la fuerza de trabajo
    restante, sino también por el aumento geométrico en el costo de capital fijo a
    transferir (a cada unidad de producto) en el proceso productivo. Para poder
    obtener la tecnología de punta del momento, el capital acorta la vida media útil
    del capital fijo (maquinaria y edificios esencialmente). Esta tendencia ha dado
    un enorme impulso al capital productivo en la posguerra así como a la
    Investigación y Desarrollo en particular para lograrlo. El efecto es claro:
    tenemos una fuerza de trabajo asalariada menor en términos cuantitativos, lo que
    exige mayor calidad y por tanto costo, sobre todo cuando el costo de
    Investigación y Desarrollo va en aumento geométrico y se reduce al mismo tiempo
    la vida útil de la tecnología empleada.
    El capital fijo se consideraba un factor más o menos constante en tiempos
    pasados del capitalismo. En la actualidad la vida media útil del capital fijo se
    ha reducido cada vez más. El resultado es que el costo tecnológico por
    transferir al producto o servicio ha llegado a tales niveles que ya no es
    compensado por la reducción en el tiempo (costo) de trabajo necesario para
    emplear esa nueva tecnología. La tendencia actual por lo tanto es a la baja de
    la tasa de ganancia debida justamente a la contradicción aparente en la
    productividad del trabajo: a mayor productividad menos ganancia.
    Estamos, en otras palabras, ante el momento en que el desarrollo de las fuerzas
    productivas (particularmente la tecnología) se torna un estorbo para aumentar la
    tasa de ganancia, es decir, para dar más vida a la propia relación de producción
    vigente. Dicho de otro modo, la propia relación de producción existente ya no
    permite un mayor desarrollo de las fuerzas productivas. Llegó el momento que
    terminó, en nuestra opinión, la era de las crisis cíclicas del capitalismo y
    estamos en medio de una crisis sistémica. El capitalismo se encuentra sin
    posibilidad de generar un nuevo ciclo, es decir, es un capitalismo en agonía. Si
    la madre de todas las burbujas estallara en esta coyuntura, se revelará la
    imposibilidad absoluta de un retorno del capital al ámbito productivo dentro de
    la lógica del capital y con ello revelará también el carácter sistémico de la
    crisis.
    La transición al mundo multipolar podrá subsanar temporalmente la crisis con un
    keynesianismo de periferias o desarrollismo productivo a nivel mundial (La Ruta
    de Seda ampliada en diferentes continentes). Es un proceso sostenido a puro
    crédito, en cuyo proyecto participen eventualmente todos los grandes jugadores,
    pero aún está por verse si las grandes obras de infraestructura a las que
    apunten, constituirán un verdadero puente hacia otro ciclo de acumulación de
    capital, o que más bien revela su carácter improductivo desde la óptica del
    capital a nivel mundial, al no relanzar la tasa de ganancia por ningún medio en
    ningún lugar. Nosotros creemos que esto último es el escenario que se impone
    como el más probable, razón por lo cual las inmensas deudas caerían en default
    (cesación de pagos) y nos encontraremos no solo ante un cambio de paradigma sino
    ante la transición a otra civilización. Una crisis civilizatoria puede conllevar
    también un mundo donde las múltiples civilizaciones que la conforman y conviven,
    aunque fueron negadas y opacadas por la visión eurocentrista de civilización
    desde 1770, pueden retornar desde las periferias al escenario de las decisiones
    para ser parte de una nueva solución. Por ende, el estallo de la ´madre´ de
    todas las burbujas podría desembocarse en un movimiento popular a escala
    mundial, reivindicando esa nueva civilización.

    In
    La Página de Wim Dierckxsens
    http://mariwim.info/?p=77
    Diciembre 2017