quinta-feira, 28 de dezembro de 2017
Estados Unidos, modelo racial de la Alemania nazi
David Mikics
Tablet Magazine / Sin Permiso
“Los abogados nazis contemplaban a EE UU, no sin razón, como líder mundial
innovador en la creación de leyes raciales”, observa Whitman en su libro
"Hitler's American Model". El Sur de EE.UU. y la Alemania nazi eran los
regímenes más racistas del mundo en la década del 30.
Protesta de jovenes blancos contra la integración racial en las escuelas,
Montgomery, Alabama, 1963.
Un libro de reciente aparición, Hitler's American Model [Princeton University
Press, 2017], de James Q. Whitman, argumenta de modo convincente que las medidas
políticas de Hitler se inpiraron en el racismo institucionalizado en los Estados
Unidos y el pragmatismo de su Derecho consuetudinario.
El 26 de julio de 1935, cerca de un millar de manifestantes antinazis asaltaron
el Bremen, un elegante y modernísimo transatlántico alemán que había fondeado en
nueva York. Los manifestantes lograron hacer trizas la bandera con la esvástica
del barco y lanzarla al río Hudson. Fue el climax de un largo y cálido verano
neoyorquino de luchas callejeras entre pronazis y antinazis.
Cinco de los alborotadores del incidente del Bremen fueron detenidos, pero
cuando comparecieron ante el juez Louis Brodsky en septiembre de 1935 sucedió
algo digno de nota: Brodsky desechó todos los cargos, alegando que la esvástica
era “una bandera negra de piratería” que merecía ser destruida, emblema de “una
revuelta contra la civilización…un retroceso atávico a condiciones sociales y
políticas de antes de la Edad Media, por no decir bárbaras”.
El Derecho que amparaba la valerosa proclamación de Brodsky era cuestionable, y
no pasó mucho tiempo antes de que el Departamento de Justicia de Roosevelt se
disculpara ante Alemania por la decisión del juez. Hitler elogió a la
administración de Roosevelt por desautorizar el dictamen de Brodsky. Pero la
absolución de los vándalos antinazis por parte del judío Brodsky se convirtió
con todo en una cause celèbre para el partido de Hitler. Las Leyes de Nuremberg
de septiembre de 1935, que imponían severas restricciones a los judíos alemanes,
eran, así lo afirmaban los nazis, una “contestación” al “insulto” de Brodsky.
James Q. Whitman dedica su nuevo libro Hitler’s American Model [El modelo
norteamericano de Hitler] “al fantasma de Louis B. Brodsky”. Pero Whitman
discrepa de la afirmación de que el nazismo de mediados de los años 30 fuera un
retroceso a la Edad Media. Whitman muestra que las Leyes de Nuremberg, en vez de
constituir una bárbara anomalía, se modelaron parcialmente sobre las leyes
raciales norteamericanas entonces en vigor. El regimen nazi se consideraba a la
vanguardia de la legislación racial, y se inspiraba en Norteamérica. “Los
abogados nazis contemplaban a EE UU, no sin razón, como líder mundial innovador
en la creación de leyes raciales”, observa Whitman. En la década de los años 30,
el Sur norteamericano y la Alemania nazi eran los regímenes más directamente
racistas del mundo, orgullosos del modo en que habían privado a negros y judíos,
respectivamente, de sus derechos civiles.
Los especialistas académicos hace mucho que saben que el movimiento eugenésico
norteamericano inspiró a los nazis; ahora Whitman le añade la influencia de la
política de inmigración norteamericana y sus leyes acerca de la raza. Hoy en
día, la idea de Whitman de que el nazismo miraba hacia Norteamérica en busca de
inspiración se expone a sumirnos en el pánico moral. Pero hay otra faceta de la
historia, y en la era de Trump, especialmente, podemos sacarle partido echándole
un vistazo riguroso. Nuestro presidente resultó elegido en parte porque
capitalizó un nacionalismo de los de EE UU primero, a la caza despiadada de
enemigos externos e internos. De acuerdo con esta visión, los cosmopolitas sin
raíces, los inmigrantes y los centros urbanos sin ley son una constante amenaza
para la verdadera Norteamérica.
Los historiadores le han restado importancia a la conexión entre las leyes
raciales norteamericanas y EE UU, porque Norteamérica estaba interesada
principalmente en negar la plena ciudadanía a los negros, más que a los judíos.
Pero la diestra labor detectivesca de erudición académica de Whitman ha
demostrado que a mediados de los años 30, los juristas y politicos nazis se
volvían una y otra vez hacia la forma en que los Estados Unidos habían privado a
los afroamericanos del derecho a votar y casarse con blancos. Estaban fascinados
por la forma en que los Estados Unidos habían convertido a millones de personas
en ciudadanos de segunda clase.
Por extraño que pueda parecernos, los nazis consideraban a EE UU como un modelo
para la raza blanca, un imperio racial nórdico que había conquistado una ingente
cantidad de Lebensraum [“espacio vital”]. Un especialista académico alemán,
Wahrhold Drascher, en su libro La supremacía de la raza blanca (1936),
contemplaba la fundación de EE UU como un “punto de inflexión transcendental” en
el ascenso de los arios. Sin EE UU, escribió Drascher, “nunca habría surgido una
unidad consciente de la raza blanca”. Rasse y Raum—raza y espacio vital — eran
para los nazis palabras clave tras el triunfo de EE UU en el mundo, de acuerdo
con el historiador Detlef Junker. Hitler admiraba el compromiso norteamericano
con la pureza racial, alabando las campañas indias que habían “masacrado a
millones de pieles rojas hasta dejarlos reducidos a unos cuantos cientos de
miles”.
Hitler no se equivocaba al volver los ojos hacia EE UU en busca de innovaciones
racistas. “A principios del siglo XX, EE UU era líder global en leyes raciales”,
escribe Whitman, más incluso que Sudáfrica. El imperio español del Nuevo Mundo
había sido pionero en leyes que ligaban la ciudadanía a la sangre, pero los
Estados Unidos desarrollaron una legislación racial bastante más avanzada que la
de los españoles. Durante casi un siglo, la esclavitud africana-norteamericana
fue una mancha monumental en la Declaración de Independencia de Jefferson y su
afirmación de que “todos los hombres han sido creados iguales”. La Ley de
Naturalización de 1790 establecía que “cualquier extranjero, tratándose de una
persona blanca libre” podía convertirse en norteamericano, y los nazis
advirtieron aprobatoriamente que se trataba de un caso inusual de restricciones
raciales a la ciudadanía. California prohibió la inmigración china en la década
de 1870; el país entero siguió el ejemplo en 1882.
La I Guerra Mundial proporcionó un ímpetu añadido a la atención que concedían
las doctrinas racialistas a la inmigración y los inmigrantes. La Ley de Zona
Vedada Asiática de 1917 prohibía la entrada a inmigrantes asiáticos, junto a
homosexuales, anarquistas e “idiotas”. Y la Ley de Cuotas de 1921 favorecía a
los inmigrantes del norte de Europa por delante de italianos y judíos, a lo que
en su mayoría se prohibía inmigrar. Hitler alabó las restricciones
norteamericanas a la inmigración en Mein Kampf: el futuro dictador alemán
lamentaba el hecho de que nacer en un país le convirtiera a uno en ciudadano, de
modo que “un negro que haya vivido anteriormente en protectorados alemanes y que
ahora resida en Alemania pueda así engendrar a un ‘ciudadano alemán’”. Hitler
añadía que “hay actualmente un Estado en el que puede al menos observarse los
débiles inicios de una concepción mejor… la Unión norteamericana”, la cual
“excluye sencillamente la inmigración de ciertas razas”. EE UU, concluía Hitler,
gracias a sus leyes de base racial, tenía una idea más verdaderamente völkisch
del Estado que Alemania.
En el terreno de las restricciones raciales al matrimonio, América se quedaba
sola como pionera. La idea norteamericana de que un matrimonio racialmente mixto
era delito tuvo una intensa repercusión en las Leyes de Nuremberg. En la década
de 1930, casi treinta estados norteamericanos tenían leyes contrarias al
mestizaje en sus códigos, prohibiendo en algunos casos a los asiáticos, así como
a los afroamericanos, casarse con blancos. Los nazis copiaron con empeño las
leyes norteamericanas contra el mestizaje. Las Leyes de Nuremberg, que seguían
el modelo norteamericano, ilegalizaron los matrimonios entre judíos y no judíos.
Hay un aspecto en el que las leyes raciales norteamericanas demostraron ser
demasiado severas para los nazis. En Norteamérica, reinaba la regla de “una
gota”. A menudo, se te consideraba negro sólo con tener una dieciseisava parte
de sangre negra. Pero la propuesta de los Nazis de línea dura de definir a los
alemanes con un abuelo judío como judíos no se aprobó en Nuremberg. Por el
contrario, a quienes eran judíos en una cuarta parte, o incluso medio judíos, se
les trataba con relativa indulgencia. Los Mischlinge, medio judíos, podían
contabilizarse como arios, a menos que fueran religiosamente observantes o
estuvieran casados con un cónyuge judío.
El tratamiento norteramericano del derecho al voto era también crucial para el
programa de los nazis. Hitler se proponía convertir a los judíos alemanes en
residentes sin ciudadanía que carecerían del voto, así como de otros derechos.
En Mein Kampf proponía una división tripartita entre Staatsbürger (ciudadanos),
Staatsangehörige(nacionales) y Ausländer (extranjeros). Los Estados Unidos ya
disponían de esa división cuando se trataba de ciertos grupos étnicos,
principalmente los afroamericanos, la mayoría de los cuales no podía votar en el
Sur. Los sureños blancos veían a los negros del modo en que los nazis veían a
los judíos, en palabras de Whitman, como una “‘raza extranjera’ de invasores que
amenazaba con ‘tomar la delantera’”. Al jurista nazi Heinrich Krieger le
entusiasmaba en particular, en un artículo de 1934, que los EE.UU. privaran del
derecho al voto no sólo a los negros sino también a los chinos. Detlef Sahm,
otro jurista, aplaudía la denegación del voto a los indios norteamericanos, e
hizo notar que de acuerdo con la ley norteamericana, los filipinos, igual que
los chinos, eran nacionales sin ciudadanía.
Los nazis no sólo se mostraban entusiastas con el contenido de las leyes
raciales norteamericanas, también abrazaban su base de Derecho consuetudinario
(“common law”). Erich Kaufmann, un profesor de Derecho, judeo-alemán y
derechista, que sobrevivió escondido los años de la guerra, alababa en 1908 la
forma en que las decisiones legales norteamericanas, con su “riqueza de vida e
inmediatez”, por oposición al rígido código de Derecho Civil que guiaba la
jurisprudencia alemana, respondía a “las intuiciones legales vivas del pueblo
norteamericano”.
Treinta años más tarde, el atisbo de Kaufmann lo recogerían los nazis que
consideraban el Derecho consuetudinario, que incorpora las poderosas intuiciones
de la gente, como forma de legislar sobre prejuicios raciales. Es verdad,
reconocían, que no existía una definición biológica sólida de la judeidad, pero
los instintos antisemitas del pueblo eraN, sin embargo, corrrectos. Roland
Freisler, uno de los juristas nazis más radicales y despiadados [y juez
principal de los conspiradores del atentado contra Hitler del 20 de julio de
1944], escribió:
“Creo que cualquier juez contaría a los judíos entre la gente de color, aunque
por fuera parezcan blancos…Así pues, soy de la opinión de que podemos proceder
con el mismo primitivismo que emplean estos estados norteamericanos. Un estado
incluso afirma simplemente: ‘gente de color’. Ese procedimiento sería tosco,
pero suficiente”.
A Freisler le gustaba el racismo del Derecho consuetudinario norteamericano, con
(en palabras de Whitman) “su modo legal llevadero, no concluyente, de
lo-entiendo-cuando-lo- veo”. No hacían falta definiciones científicas de raza;
el prejuicio popular era más que suficiente para proseguir. La experiencia
norteamericana lo decía todo: el racismo a lo Jim Crow [símbolo de las leyes
discriminatorias del Sur norteamericano tras la Guerra Civil] era realismo
legal, enraizado en los sentimientos del pueblo.
Otros juristas nazis, como Bernhard Lösener, atacaban la defensa del enfoque de
Derecho consuetudinario. Se quejaban de que a los jueces no se les permitía
hacer juicios basados en intuiciones raciales cuando no tenían forma científica
de determinar lo que era judío. “Vagos sentimientos de odio a los judíos” no
eran suficientes, insistía Lösener, defendiendo la postura de que de que el
antisemitismo precisaba una sólida base de “ciencia” racial. Lösener
representaba un aspecto de la ideología nazi, el énfasis en los hechos rigurosos
y científicos acerca de la raza y el caracter de los pueblos; el otro aspecto
era la improvisación de nuevas reglas para promover el poder alemán. Acabó
ganando la improvisación: la falta de claridad respecto a quien contaba como
judío permitió a los nazis durante la guerra lo mismo usar a los Mischlingeque
asesinarlos si era necesario.
Los nazis eran conscientes de que Norteamérica se gobernaba de acuerdo con
principios igualitarios y liberales. Pero señalaban que hacíamos excepciones
para con nuestro ideal basadas en la raza. Norteamérica demostraba, en palabras
del profesor de Derecho Herbert Kier, que “la fuerza elemental de la necesidad
de segregar a los seres humanos de acuerdo con su ascendencia racial se deja
sentir incluso cuando una ideología política se interpone en su camino”. Hitler
rendía homenaje a Norteamérica en Mein Kampf por su evangelio de movilidad
social, sobre la base de que el nazismo era un proyecto de igualdad de
oportunidades para los arios. Hasta finales de los años 30, el New Deal de
Roosevelt gozó de popularidad entre los nazis. El presidente, declaraban, había
asumido poderes dictatoriales con el fin de impulsar las perspectivas de todos
los norteamericanos blancos, a la vez que la segregación continuaba en vigor en
el Sur.
En sus páginas finales, Whitman sugiere que vale la pena reflexionar sobre la
aprobación por parte de los nazis de la cultura legal norteamericana. El gusto
norteamericano por el Derecho consuetudinario, que se considera habitualmente
señal de nuestro enfoque pragmático y flexible en la toma de decisiones legales,
puede también consagrar prejuicios populares. Estados de ánimo populares como el
afán por mostrarse duros con la delincuencia o con los inmigrantes ilegales
pueden portar las semillas del fanatismo autoritario.
David Mikics autor recientemente de Bellow´s People: How Saul Bellow Made Life
Into Art, además de Slow Reading in a Hurried Age, The Annotated Emerson, The
Art of the Sonnet y A New Handbook of Literary Terms, es profesor de Inglés en
la Universidad de Houston, Texas.
Fuente original: Tablet Magazine, 20 de marzo de 2017
Traducción: Lucas Antón
Fuente de la versión en castellano:
http://www.sinpermiso.info/textos/ee-uu-modelo-racial-de-la-alemania-nazi
In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235857
28/12/2017
segunda-feira, 25 de dezembro de 2017
Decifra-me ou te devoro: reflexões sobre a crise atual e as tarefas da esquerda revolucionária no Brasil
Edmilson Costa – Secretário Geral do PCB
O Brasil vive atualmente uma crise completa, a mais grave desde os momentos
finais da ditadura e o início do processo de democratização em meados dos anos
80. Trata-se de um processo no qual converge um conjunto de vetores que confluem
contraditoriamente retroalimentando-se e, ao mesmo tempo, repelindo-se
mutuamente, pois todos os agentes que influenciam essas variáveis buscam
encontrar saídas para os problemas colocados pela conjuntura, mas até agora,
apesar da brutal ofensiva do capital, ainda não se verificou um desfecho
definitivo da crise. Isso se explica em função da diversidade de projetos das
várias frações burguesas sobre os rumos da conjuntura aberta com o impeachment
da presidente Dilma, da impopularidade do governo golpista, assim como da
resistência da população e, especialmente, do temor de setores da burguesia de
um levante social provocado pela dramática conjuntura da qual não têm controle
pleno.
Forja-se assim um ambiente complexo, confuso e de difícil compreensão plena da
realidade. Nessa conjuntura, os diversos atores sociais e políticos buscam
saídas para a crise de acordo com seus interesses, mas as saídas são todas
problemáticas, pois envolve um conjunto de problemas de difícil solução na
conjuntura atual, tais como o rompimento de pactos institucionais amadurecidos
na consciência popular, como direitos e garantias que vêm desde a década de 40
do século passado, outros inscritos na constituição de 1988, além da necessidade
de uma derrota completa das forças populares, o que tem se mostrado problemático
na conjuntura atual. Num ambiente dessa ordem, deve-se levar em conta ainda que
mudanças institucionais bruscas, sem apoio da sociedade, podem desatar forças
que estavam latentes nos subterrâneos sociais e conflagrações sociais que não
estavam presentes ainda na subjetividade dos trabalhadores e da juventude e que
podem ficar fora de controle em função dos processos mais profundos da luta de
classes que tende a emergir de situações desse tipo, muitas delas sequer
imaginados quando se iniciou a crise.
Não se pode esquecer que cada uma das variáveis da conjuntura atual carrega
consigo elementos explosivos que, ao emergir bruscamente na superfície da vida
política, social e econômica, pode fazer surgir um conjunto de fenômenos
imponderáveis, de difícil controle, tanto para quem sempre esteve acostumado a
resolver os problemas sociais e políticos pelos velhos esquemas de dominação
(cooptação ou repressão), mas também para quem está debutando na luta de
classes. Gramsci dizia que nos intervalos em que o velho está morrendo e o novo
está nascendo, mas ainda não se consolidou, aparecem os monstros, que podem ser
expressos nos fatos e acontecimentos mais bizarros, imprevisíveis ou
imponderáveis, nunca vistos em tempos normais, mas também nessas conjunturas
pode se forjar o novo e também emergir dos subterrâneos da luta de classes
movimentos sociais e políticos até então inimagináveis pelos atores sociais e
políticos em disputa.
Nós estamos vivendo no Brasil um período típico descrito pelo célebre pensador
italiano, mas com um conjunto de características específicas de um país de
capitalismo maduro, com uma sociedade complexa, majoritariamente urbana,
concentrada nas grandes metrópoles, com perversa distribuição de renda e
elevados níveis de pobreza e miséria social, fruto de uma economia de baixos
salários e da truculência com que as classes dominantes sempre trataram a
questão social. Singularidades históricas também levaram à formação de uma
classe dominante antipopular e antidemocrática, viciada no autoritarismo, fruto
de uma tradição de mais de três séculos de escravidão, o que a torna resistente
a qualquer processo de mudança, por menor que seja. O acirramento da luta de
classes em sociedades com essas características (com o proletariado em um nível
de organização ainda insuficiente para realizar as mudanças e sem uma vanguarda
com força para avançar no sentido das transformações sociais) se expressa de
maneira diferente das lutas tradicionais do proletariado. É só observarmos as
batalhas diárias nos bairros, a repressão brutal contra os pobres, as ocupações
de terrenos nos centros urbanos e rurais, mobilizações mais organizadas nas
ruas, mas sem ainda a presença definitiva do proletariado no comando da luta.
De qualquer forma, em função dos problemas que se acrescentaram àqueles que
causaram as extraordinárias jornadas de lutas de 2013, da crise política
econômica e social que se estabeleceu nos últimos anos, do golpe parlamentar de
2016 e da ofensiva contra os trabalhadores e aposentados, além dos escândalos de
corrupção envolvendo toda a institucionalidade, acredito que estão maduras todas
as condições para um levante social no Brasil. Como há uma debilidade de
organização popular, isso pode acontecer ainda com elevado nível de
espontaneidade, não no mesmo nível que em 2013, tendo em vista o aprendizado
político das massas, mas ainda sem a direção de uma vanguarda classista e
revolucionária, o que significa que novamente as forças conservadoras farão tudo
para tentar manipular a indignação popular. Portanto, as forças revolucionárias
e classistas devem intensificar o trabalho de base e seus vínculos com os
trabalhadores, a juventude e o povo pobre dos bairros para disputar e organizar
a indignação popular, que em algum momento não muito distante poderá explodir
nas ruas.
As razões objetivas para o levante social
É necessário entender, como elemento mais de fundo de uma revolta social, a
contradição que há entre o nível de desenvolvimento das forças produtivas no
Brasil e as condições sociais da população. O Brasil está entre as 10 maiores
economias do mundo: possui um parque industrial integrado em condições de suprir
de bens e serviços a população. Tem ainda um setor de serviços, de comércio e de
finanças bem desenvolvidos, além de um setor agropecuário em plenas condições
não só de suprir o mercado interno, mas também de gerar excedentes para
exportação. Possui também terra e água em abundância, sol o ano inteiro, além de
praticamente todas as matérias-primas para a produção nacional. Mas é importante
ressaltar que, apesar do grau de desenvolvimento do capitalismo brasileiro, em
sua essência, a economia está subordinada aos centros do capitalismo
internacional e seus ramos mais dinâmicos são controlados pelo capital
estrangeiro, com a parte mais orgânica da burguesia associada ao capital
internacional.
Mas o conjunto das forças produtivas construídas no Brasil está em contradições
com as relações sociais de produção atrasadas, um mercado interno restrito, uma
economia de baixos salários e a miséria social. O Índice de Desenvolvimento
Humano (IDH) do Brasil é o 75º do mundo, fato que se assemelha aos países mais
pobres da África e América Latina e Ásia. Em algum momento, essa contradição
emergirá de forma explosiva, pelos seguintes motivos:
Nas grandes metrópoles e, especialmente nos bairros periféricos, está o
contraponto do grande desenvolvimento do capital no Brasil, que é um
proletariado numeroso, constituído de mais de 30 milhões de trabalhadores
ligados à produção e cerca de 60 milhões de assalariados, trabalhadores
precarizados ou desempregados. Trata-se de um proletariado com mais instrução
e nível técnico que os trabalhadores da década de 1970, sem ainda sem ter
passado pelas escolas da luta de classes. Mas é importante ressaltar que o
processo de urbanização, concentração empresarial, instrução dos assalariados,
além das precárias condições de vida da população constituem um caldo de
cultura de insatisfação que pode emergir à superfície com enorme potencial
explosivo, muito maior que em junho de 2013.
A riqueza e a pobreza travam uma luta surda e dramática nas grandes metrópoles
do país, especialmente naquelas do Sudeste, onde o capitalismo é mais
desenvolvido e onde a opulência da burguesia e a miséria da população são
visíveis para as grandes massas. Trata-se de uma situação que se assemelha a
uma guerra civil não declarada, com mais de 60 mil assassinatos por ano, em
sua grande maioria de pobres, pretos e periféricos. Parcela expressiva desse
contingente é assassinada nas favelas e periferias das cidades pelas polícias
militares que, sob o pretexto de combater o tráfico de drogas e pacificar as
comunidades, impõem o terror nos bairros, tratam os pobres como inimigos, agem
com truculência nas invasões de moradias e executam jovens e moradores com
enorme impunidade.
Os serviços públicos em geral, especialmente transporte, saúde e educação são
terrivelmente precários e levam à exaustão a paciência da população. Um
trabalhador gasta cerca de 3 horas ou mais no transporte para se locomover de
casa para o trabalho e voltar à sua residência, dentro de ônibus velhos,
desconfortáveis, lotados e sempre atrasados. A saúde pública prestada à
população é vexaminosa, com longas filas nos atendimentos de postos de saúde e
hospitais, com doentes em macas no chão, além da falta de remédios e pessoal
no atendimento. A educação foi mercantilizada: dois terços dos estudantes
universitários estudam no ensino privado e o ensino médio público é uma
calamidade. Tudo isso veio à tona em 2013, mas em vez dos problemas serem
solucionados, o governo resolveu radicalizar na precarização contra a
população.
As extraordinárias jornadas de luta de 2013 revelaram de forma explosiva esse
conjunto de problemas que todos sentiam, mas que ainda não tinham se tornado
público de forma coletiva. De maneira surpreendente, tendo como bandeira a
revogação do aumento das passagens do transporte público, centenas de milhares
de jovens, além de outros milhares de proletários precarizados, saíram às ruas
durante vários dias em mais de 600 cidades do país, enfrentaram a repressão
policial e derrotaram os principais governos estaduais e municipais. As
manifestações cresciam à medida em que a repressão aumentava e se
transformaram em verdadeiro levante social, o que levou o Congresso a prometer
um conjunto de medidas favoráveis à juventude. O próprio governo federal se
viu na obrigação de reconhecer a força do movimento e prometeu reformas para
atender as reivindicações, o que evidentemente não foi cumprido quando o
movimento arrefeceu. A revolta de 2013 já vinha sendo desenvolvida nos
subterrâneos da luta de classes: a luta contra o aumento das passagens foi
apenas o estopim de um processo mais profundo que estava amadurecendo.
Com a crise econômica que se abateu sobre o Brasil, cuja recessão já dura
quatro anos, vieram se juntar ao estoque de problemas identificados
anteriormente, novas e dramáticas questões sociais: cerca de 20 milhões de
desempregados (13 milhões que perderam o emprego de carteira assinada e mais
sete milhões que já não procuram mais emprego e não constam das listas de
desemprego), aumento da precariedade dos serviços públicos e queda na renda.
Levando-se em conta que cerca de uma a duas pessoas dependem de cada
desempregado, temos algo em torno de 40 a 50 milhões de pessoas em situação
social dramática. Imaginem uma conjuntura de prolongada recessão, com corte
dos gastos sociais, um ajuste predatório por 20 anos, degradação dos serviços
públicos e adicione a isso 40 a 50 milhões de pessoas desempregadas, sem renda
e próximo ao desespero. Numa situação dessa ordem torna-se fácil imaginar o
caldeirão social em efervescência que está sendo preparado no Brasil.
Em meio à estagnação do PIB e o desemprego, o governo vem propagandeando, como
compensação, constantes quedas na inflação, o que é explicável pelo próprio
ambiente recessivo do país. No entanto, a redução do processo inflacionário
para a população não é percebida como tem sido anunciado pelo governo, pois
ocorreu aumento generalizado dos preços administrados, como telefone, água,
energia elétrica e, especialmente, a gasolina e o gás de cozinha, esses dois
últimos em função dos constantes aumentos determinados pela nova gestão de
preços da Petrobrás. Para uma população com renda decrescente, com suas contas
aumentando, esse é mais um motivo para o crescimento da insatisfação popular
contra o governo. Não é à toa que os índices de popularidades de Temer nunca
ultrapassam a 5%, o que em qualquer país do mundo levaria o governo à
renúncia.
Para dramatizar ainda mais a situação, o governo se faz de surdo e avança com
a agenda neoliberal predatória, acirrando o descontentamento e a luta de
classes. Parece que as classes dominantes brasileiras resolveram brincar com
fogo. Já aprovaram o ajuste fiscal por 20 anos, que representa a barbaridade
social mais profunda que um governo já fez. Aprovaram ainda uma reforma
trabalhista que retroage os direitos dos trabalhadores para o período da
República Velha, quando não existiam direitos regulados na legislação
brasileira. Aprovaram também a lei das terceirizações, que precariza as
relações trabalhistas e leva a insegurança ao conjunto dos trabalhadores.
Agora, para completar a barbárie social, estão tentando de todas as formas
aprovar a reforma da previdência, que praticamente inviabiliza as
aposentadorias para a maioria dos trabalhadores e reduz o salário dos
aposentados, tudo isso para favorecer o grande capital, especialmente os
grandes bancos, seguradores e empresas de planos privados de aposentadoria.
A crise política, a corrupção e a desmoralização do sistema
A esse conjunto de problemas pode ser adicionada ainda uma crise política tão
profunda que está pondo em questionamento toda a credibilidade do sistema
político brasileiro, a partir das denúncias de corrupção que envolve não apenas
o Parlamento, os principais grupos empresariais do país, setores do Executivo
federal, estadual e municipal e parte do Judiciário. Em outras palavras, aos
olhos da população, todo o sistema está podre, afinal, cerca de 190
parlamentares estão indiciados na Justiça, a maior parte dos ministros e
ex-ministros, o próprio presidente da República, além de governadores,
prefeitos, dirigentes políticos e empresários das principais empresas. Quando
mais se aprofundam as investigações, mais a sociedade toma conhecimento de novas
falcatruas envolvendo personagens até então tidos como ilibados. Em síntese,
estamos diante do governo mais impopular, corrupto e odiado pela população
brasileira de todo o período republicano.
A conjuntura política está criando uma espécie de senso comum no imaginário
popular de que é preciso urgentemente uma faxina geral no país, muito embora a
população ainda não tenha encontrado forças para se expressar coletivamente,
superar a velha ordem e construir um novo rumo para a nação. Quais são os
principais elementos da crise política que, combinados com os elementos
objetivos da crise econômica e social, podem levar a uma explosão social contra
o sistema político brasileiro? Um conjunto de variáveis conflui para a
compreensão da dinâmica da crise política: a crise sistêmica global e seus
impactos no Brasil; o fim de um longo ciclo de lutas sociais e políticas no país
e as denúncias de corrupção que envolvem toda a institucionalidade e os grandes
conglomerados empresariais. Vejamos mais detalhadamente essas variáveis da
conjuntura explosiva que vivemos no Brasil:
A crise sistêmica global vem castigando o capitalismo há cerca de 10 anos e
até agora os gestores do capital ainda não encontraram uma saída para a
estabilização e retomada do crescimento nas economias centrais. Essa crise
impactou fortemente no Brasil e levou a burguesia a descartar o PT e seus
satélites e implantar um governo puro sangue com o objetivo de rebaixar os
salários, cortar direitos e gastos sociais e disciplinar o trabalho. A
burguesia descartou o PT porque este já não conseguia administrar o capital
como anteriormente, em função do aprofundamento da crise econômica e porque o
capital necessitava de ajustes radicais e imediatos, medida que o PT, em
função de sua base social, só poderia realizar de maneira lenta e gradual.
Além disso, o PT também já não controlava mais as massas, uma vez que as
jornadas de junho de 2013 foram realizadas por fora dos movimentos sociais que
o PT controlava. Dessa forma, o PT já não era funcional para capital e por
isso foi descartado de maneira desmoralizante.
O Brasil também está vivendo o final de um longo ciclo de lutas sociais e
políticas que se iniciaram com as greves do ABC no final dos anos 70 do século
passado e fecharam dramaticamente com o impeachment da presidente Dilma. Esse
ciclo foi profundamente pedagógico porque demonstrou mais uma vez o fracasso e
a desmoralização da política de conciliação de classes. Por mais que o PT e
seus satélites tenham governado essencialmente para o capital, com políticas
compensatórias que não representaram sequer 20% dos lucros dos rentistas, a
burguesia resolveu destituí-los quando achou necessário. Esse ciclo também
mostrou que a democracia representativa só interessa à burguesia quando está a
serviços de seus interesses. Quando é necessário mudar os rumos da
institucionalidade, não hesita em criar pretextos e violar as regras que eles
mesmos fizeram. Demonstrou também que as eleições no Brasil são compradas
pelos grandes grupos econômico-financeiros, tanto no Executivo quanto do
Legislativo, e que o sistema eleitoral tem sido uma fechada para justificar os
interesses da burguesia.
A instituição de um governo puro sangue aprofundou a crise política porque os
golpistas, para angariar apoio da população, costumavam dizer que o obstáculo
para a retomada do crescimento, do emprego e da ética na política era
exatamente o governo do PT. No entanto, o governo instalado pelo capital,
especialmente o setor rentista, não resolveu nenhum dos problemas que
prometera resolver. Pelo contrário, a economia continuou em processo de
estagnação, o desemprego aumentou extraordinariamente, os gastos sociais foram
cortados de maneira drástica, o que precarizou ainda mais os serviços
públicos, além do fato de realizar um conjunto de contrarrefomas que vêm
destruindo toda a legislação conquistada pelos trabalhadores ao longo do
século XX. Muitos dos que apoiaram entusiasticamente a queda do governo
anterior, agora se sentem traídos diante das medidas tomadas pelo governo;
Para ampliar a crise de representatividade, a população foi tomando
conhecimento diariamente de que o governo que acabara de assaltar o poder em
Brasília era constituído por uma quadrilha muito mais envolvida na corrupção
que o governo anterior, a começar pelo presidente, considerado pela justiça o
chefe da organização criminosa, além de grande parte dos ministros,
governadores, prefeitos e assessores. Mas não é somente o Executivo: a
corrupção envolve os grandes industriais, empreiteiras, bancos, o agronegócio
e empresas de serviços em geral. Na prática, estes são os principais
corruptores e constituem-se no elo principal da cadeia de promiscuidade entre
o setor privado e o setor público. Em outras palavras, parafraseado a
linguagem do tráfico de drogas, os grandes empresários são os atacadistas
enquanto os políticos tradicionais são apenas os varejistas do tráfico, ou
seja, enquanto os empresários ganham rios de dinheiro com a dívida pública, as
renúncias fiscais e os lucros monopolistas, o lumpesinato político é pago com
as sobras para operar seus negócios no Legislativo e no Executivo.
Por que o governo ainda não caiu?
As pessoas perguntam com razão, tanto no Brasil quanto no exterior, como pode se
manter no poder um governo com menos de 5% de popularidade, odiado pelo povo,
envolvido comprovadamente até o tutano com a corrupção, com ministros,
ex-ministros e assessores flagrados com malas de dinheiro em seu poder? E mais,
como um governo nessas condições tem capacidade de realizar a mais dura ofensiva
contra os trabalhadores, a juventude o povo dos bairros sem que haja uma reação
popular? Realmente, esse é um dos paradigmas mais complexos da crise brasileira
para se decifrar, mas tem uma explicação plausível, por dois motivos principais:
Esse governo ainda não caiu porque é funcional para o capital enquanto estiver
fazendo o trabalho sujo, ou seja, enquanto continuar implantando a agenda
neoliberal que toda a classe dominante almeja. Mesmo que haja divergências
entre as frações da classe burguesa sobre quem apoiar em 2018 ou mesmo diante
da possibilidade de uma explosão social, todos eles estão unidos com relação à
implantação das contrarreformas, porque trata-se de uma burguesia inteiramente
afinada com os interesses do capital internacional. É só comparar o programa
neoliberal que está sendo implantado em várias partes do mundo com a agenda da
Confederação Nacional da Indústria Brasileira. Enquanto não houver a
emergência de um movimento social com força suficiente para mudar a
conjuntura, eles vão continuar dando sustentação ao governo,
As organizações do movimento sindical e do movimento popular que cresceram e
se desenvolveram com o velho ciclo estão muito mais interessadas nas eleições
de 2018 do que com o movimento das ruas. Tentam criar a ilusão de que, se Lula
voltar à presidência, fará um governo diferente porque aprendeu com o passado.
É pura ilusão mesmo, pois se Lula ganhar novamente a presidência fará um
governo pior que o anterior, em função das condições objetivas da conjuntura e
das alianças com as mesmas forças do passado que está costurando agora. Além
disso, essas direções sindicais perderam a ligação com as bases e atualmente
lutam muito mais para manter os aparatos conquistados nos períodos em que
ainda lutavam do que efetivamente para mobilizar os trabalhadores e a
juventude para a luta nas ruas. Por isso, fazem corpo mole em todos os
processos de mobilizações e greves que vêm ocorrendo contra o governo. Já as
organizações do sindicalismo amarelo, muitas delas fundadas com dinheiro do
capital para se contrapor às então organizações classistas, sabotam
permanentemente as mobilizações e greves e só delas participam quando são
empurradas pelas bases.
Por sua vez, as organizações sindicais e movimentos populares classistas ainda
têm pouca influência no movimento social, já que os dois principais setores
identificados acima ainda controlam os aparatos sindicais e o dinheiro oriundo
do imposto sindical. Mas essas organizações tendem a se esgotar com o fim do
ciclo: as do campo petista porque são incapazes de fazer uma autocrítica do
período em que funcionaram como bombeiros da luta de classes e também porque
estão tão vinculadas com a institucionalidade que romper com esse padrão seria
o mesmo que decretar sua falência; as do sindicalismo amarelo porque o
acirramento da luta de classes os varrerá da conjuntura. Mesmo enfrentando as
máfias sindicais e os jagunços que esses dois polos sempre utilizam nas
eleições sindicais para se manter no poder, as organizações classistas vêm
crescendo, muito embora num nível aquém das necessidades da luta de classes no
Brasil. Essa transição levará certo tempo para ser concluída, mas é inevitável
a mudança na correlação de forças com a ascensão das lutas sociais.
Apesar do enorme grau de insatisfação da população com o governo, as
organizações revolucionárias e classistas ainda não conseguiram construir um
programa unificado e uma unidade orgânica que as possibilitassem atuar de
maneira unificada na conjuntura, de forma a transformar a indignação popular
em luta organizada e unificada contra o governo. Até agora as velhas
organizações do ciclo anterior, por terem mais recursos financeiros e os
aparatos sindicais, ainda exercem hegemonia sobre o formato e o destino das
lutas. Como não estão interessadas em derrubar o governo, mas apenas
desgastá-lo para facilitar a volta de Lula, fingem que lutam e assim prestam
um enorme desserviço ao enfrentamento efetivo com os golpistas. Só a firme
ascensão das lutas sociais pode mudar essa correlação de forças,
proporcionando que as forças revolucionárias e classistas assumam a direção do
movimento.
Um novo ciclo e as possibilidades
Além dessas questões, é importante ressaltar ainda que estamos iniciando um novo
ciclo de lutas sociais, que começou com as jornadas de junho de 2013 e prossegue
atualmente, mesmo com avanços e recuos, como é natural em qualquer ciclo de
lutas. Ao longo desse novo ciclo ocorreu uma série de lutas que mostraram a
disposição dos trabalhadores e da juventude para a mudança. Não se podem
esquecer as ocupações dos secundaristas, jovens entre 13 e 17 anos, sem
experiência na luta de classes, que derrotaram o governo estadual mais
reacionário do país, há mais de 20 anos no poder no Estado de São Paulo e
conseguiram ainda a façanha de unificar toda a esquerda e as forças
progressistas em torno dessa luta. Poucos acreditavam que adolescentes tivessem
condições de realizar tamanha façanha, mas eles ousaram lutar e conseguiram
vencer.
Posteriormente, seguiram-se ocupações de escolas, universidades e institutos
federais em todo o Brasil, agora incorporando a luta contra o governo usurpador
de Michel Temer. Ocorreram ainda manifestações de massa espontâneas contra o
governo como na inauguração das olimpíadas e nos estádios de futebol. Também
foram realizadas manifestações de rua e dias nacionais de manifestações e
greves, até chegarmos ao ponto de realizar a maior greve geral do país, com
cerca de 40 milhões de trabalhadores paralisando as atividades. Em seguida, o
movimento sofreu grande derrota quando outra greve geral marcada para o dia 30
de junho fracassou em função da traição do sindicalismo amarelo e do corpo mole
das centrais que outrora foram combativas e agora estão mais preocupadas com as
eleições de 2018 do que com o ascenso do movimento operário e popular.
Mas a luta de classes é assim mesmo, tem avanços e recuos. O importante é
entender o sentido maior do movimento e suas perspectivas. Em algum momento as
massas retomarão as lutas porque um ciclo quando se abre tem três
possibilidades: pode ser derrotado, cooptado ou pode vencer. No Brasil já
tivemos exemplos clássicos desses processos: o ciclo que se abriu no início da
década de 60 do século passado, com as lutas dos trabalhadores urbanos, dos
estudantes e dos camponeses, foi derrotado pelo golpe militar de 1964. O outro
ciclo que se iniciou com as greves do ABC e que contribuiu para a derrota da
ditadura e formou organizações sociais e políticos que enfrentaram bravamente o
capital, foi cooptado nos governos do PT. Portanto, o ciclo inaugurado em 2013
pode ser considerado uma obra aberta, tendo em vista o acirramento da luta de
classes no país, a impopularidade do governo Temer, a ofensiva do capital contra
os direitos e garantias dos trabalhadores e a insatisfação generalizada contra a
situação social e política. Nessa conjuntura, um incidente qualquer pode
funcionar como uma faísca que pode fazer explodir a indignação social.
Em outras palavras, a confluência da crise nas áreas da economia, na política e
nas relações sociais, misturada com as denúncias de corrupção, aliada à grande
insatisfação da sociedade, a impopularidade do governo e as demandas reprimidas
da população, podem levar à emergência de um levante social no país.
Aparentemente, está tudo calmo, com uma população passiva diante do que está
acontecendo. Mas isso é apenas a aparência do fenômeno, pois nos subterrâneos da
luta de classes o movimento pode ser diferente. Podemos estar naqueles momentos
em que a calmaria antecede a tempestade. Vale lembrar que a emergência de
levantes e explosões sociais são difíceis de detectar. Os últimos que
aconteceram no Brasil não foram percebidos por nenhuma força política ou social
e ocorreram com elevado grau de espontaneidade, como a luta pelas diretas já, o
impeachment de Collor, as manifestações de junho de 2013. No entanto, na
conjuntura que estamos vivendo, torna-se realista prever a emergência de novas e
intensas lutas sociais pelas próprias características da crise brasileira e do
grau de acirramento da luta de classes no país.
As tarefas da esquerda revolucionária e classista
Diante dessas condições, que fazer? Antes de tudo, é importante ressaltar que a
emergência das explosões sociais é difícil de perceber porque trata-se de
processo que se forma silenciosamente no interior das contradições da sociedade
e só vem à tona quando estão maduras todas contradições sobre as quais estava
assentado. Outro fator que problematiza a percepção dos levantes sociais é o
fato de que, mesmo que alguém ou alguma força política tenha capacidade de
prevê-los ou pelo menos intuir a sua emergência, dificilmente consegue impor
esse ponto de vista, porque se trata de processo que não se pode aferir
objetivamente e, portanto, essas previsões logo são classificadas pelas forças
políticas como previsão subjetiva, confusão entre a vontade e a realidade e
coisas do gênero. Em pouquíssimas ocasiões se obteve um consenso majoritário
sobre esta questão. Portanto, o que estamos defendendo está sujeito a esse
conjunto de problematizações, mas isso não impede de colocar a questão, buscando
argumentos objetivos para sustentar essa tese.
Se o que estamos intuindo estiver correto, então é fundamental elencarmos
algumas linhas de ação para que se possa atuar com algum êxito na conjuntura.
Mas antes, é importante fazermos duas advertências: a) sabemos perfeitamente que
vivemos uma conjuntura difícil, mas os revolucionários estão na luta para
resolver problemas difíceis. Se a vida fosse fácil para nós já teríamos
conquistado o socialismo. Portanto, nosso destino é trabalhar sempre em
conjuntura difíceis; b) da mesma forma, os revolucionários não devem ter medo
das crises. As crises são dolorosas, desagregadoras, mas também abrem janelas de
oportunidades para os movimentos sociais e políticos emergirem com força e vale
lembrar que todas as grandes mudanças na história da humanidade foram realizadas
nos momentos de grande crise. Portanto, crise e dificuldade não devem ser
motivos para prostração, inatividade ou desânimo. Pelo contrário, devemos
ampliar a criatividade, reorganizar forças para enfrentar a crise e buscar uma
solução do ponto de vista das forças populares.
Nessa conjuntura, duas principais tarefas se impõem para as forças
revolucionárias e classistas: a) reorganização da esquerda, construção de um
campo que construa um programa mínimo unitário para a nossa classe e que
enfrente a política de conciliação derrotada ideologicamente no ciclo anterior
mas ainda com forte presença nos aparatos de classe; b) reorganização do
movimento operário e popular, a partir das bases, com a retomada dos sindicatos
para o campo classista, das entidades estudantis para o campo da luta,
intensificação do trabalho de organização nos bairros a partir de suas
reivindicações específicas dos moradores, além de dar um novo sentido às suas
associações e entidades representativas. Não se pode esquecer que é nos bairros
onde mora a imensa maioria dos trabalhadores e da juventude. São tarefas
difíceis que exigem paciência, disposição para a luta, trabalho de formiguinha
para se alcançar resultados sólidos. Mas em conjunturas velozes como a que
estamos vivendo, o êxito nesse trabalho pode vir muito mais rápido do que
imagina a vã filosofia da acomodação. Vejamos cada uma dessas tarefas:
Reorganização das forças revolucionárias e classistas e construção do
programa. Nenhuma organização revolucionária, sozinha, tem condições de
realizar as transformações que o Brasil necessita. Por isso, entendemos como
fundamental o fortalecimento das frentes de esquerda, hoje ainda embrionárias,
as ações conjuntas no movimento de massas, de forma a que, em algum momento da
luta de classes não muito distante, se chegue a um consenso sobre a
necessidade de um Encontro Nacional do Movimento Sindical e Popular para que
se inicie a construção de um programa mínimo unitário dessas forças e, a
partir desse acordo, a construção de uma frente orgânica de esquerda com
capacidade de atuar unitariamente no movimento sindical e popular. Um acordo
dessa ordem significaria um salto de qualidade na atuação junto aos movimentos
sociais e políticos e uma sinalização imprescindível para o proletariado, a
juventude e o povo pobre dos bairros de que agora possuem uma direção política
capaz de unificar as lutas e colocá-los em movimento.
Com a esquerda unida organicamente e com um programa mínimo será mais fácil a
iniciativa de reconstrução do movimento operário e popular a partir das bases,
porque evitaria a dispersão e a atomização de forças por parte de vários
grupos e partidos de esquerda. Concentraria recursos humanos e materiais nas
disputas políticas e proporcionaria uma grande sinergia revolucionária na
militância. Em algum momento a ascensão do movimento social vai levar todas as
forças revolucionárias e classistas, pelo menos aquelas que não são
autoproclamatórias, nessa direção, mas seria importante que as lideranças dos
partidos revolucionários e movimentos sociais classistas se antecipassem a
esse momento e desde já preparassem as condições políticas para que essa
conjuntura se transforme em realidade.
A construção do programa, a unidade orgânica da esquerda e a reorganização do
movimento sindical e popular não têm nenhuma contradição com a frente única
contra a quadrilha que tomou o poder no Planalto e vem realizando a ofensiva
contra os trabalhadores e a juventude. Uma coisa é a luta contra o inimigo comum
na atual conjuntura, outra é a disputa salutar e democrática por hegemonia no
movimento social e político. Na disputa mais geral todos estão juntos, mas é
natural que existam divergências entre os componentes da frente única. A própria
luta de classes vai se encarregar de clarear as diversas posições das forças
políticas e sociais, ultrapassando aquilo que não corresponde mais à realidade e
criando uma nova dinâmica na luta social e política, evidentemente com a vitória
das posições com maior aderência à realidade. O importante é que o campo
revolucionário e classista encontre a unidade e programa mínimo para apresentar
à sociedade uma alternativa tanto à política de conciliação de classes quanto à
direita e o capital, de forma a colocar os trabalhadores, a juventude e o povo
pobre dos bairros em movimento para as transformações sociais no Brasil.
In
PCB
https://pcb.org.br/portal2/17995/decifra-me-ou-te-devoro-reflexoes-sobre-crise-atual-e-as-tarefas-da-esquerda-revolucionaria-no-brasil
21/12/2017
domingo, 24 de dezembro de 2017
Acerca do imperialismo em Marx
por Prabhat Patnaik [*]
Em 19 de Fevereiro de 1881 Karl Marx escreveu uma carta notável a NF Danielson , o famoso economista Narodnik que também assinava sob o nome de Nikolayon e cujo trabalho foi muito discutido por Lenine. Naquela carta Marx dizia o seguinte:
Este parágrafo é notável por várias razões. Acima de tudo, porque é a primeira vez em que Marx menciona a "drenagem do excedente" da Índia para a Grã-Bretanha ou, mais generalizadamente, do terceiro mundo para as metrópoles. O facto de que o capital metropolitano procura mercados por todo o mundo e, por essa razão, derruba as "muralhas da China" de todas as sociedades até então isoladas, isto é, o facto de que há um impulso imperialista subjacente à busca de mercados por todo o terceiro mundo, fora reconhecido por Marx e Engels no próprio Manifesto Comunista, mas o facto de o imperialismo sugar o excedentes destas regiões remotas não figurava em qualquer dos escritos anteriores de Marx.
Em segundo lugar, uma vez que este excedente ia além do que era apropriado "em casa" aos trabalhadores explorados pelo capital metropolitano, desempenhava claramente um papel e também um papel de significância considerável, considerando a escala da extracção da Índia mencionada por Marx, na dinâmica do capitalismo metropolitano. Por outras palavras, muito embora Marx não o diga explicitamente, torna-se claro a partir das suas observações que a dinâmica capitalista não poderia ser analisada sem considerar esta enorme extracção. Isto seria, se não exactamente afim a encenar Hamlet sem o Príncipe da Dinamarca, pelo menos a encenar Hamlet sem Claudius, o usurpador do Reino da Dinamarca. Em terceiro lugar, trata-se do único reconhecimento em Marx de qualquer papel significativo do imperialismo na dinâmica do capitalismo metropolitano, para além do palco da acumulação primitiva de capital. O imperialismo figura na discussão de Marx da acumulação primitiva de capital. Mas depois disso mal se vê que ele desempenhe qualquer papel significativo na sua análise. Isto sempre foi um facto curioso, uma vez que ninguém escreveu com maior conhecimento do que Marx, e com maior percepção também, do que o capitalismo metropolitano fez às economias colonizadas; e os seus sentimentos para com os povos colonizados eram palpavelmente cheios de simpatia. Mas há muito pouco em todos os três volume do Capital acerca do impacto do imperialismo sobre as economias metropolitanas. No Volume III do Capital há alguma discussão do papel do comércio colonial para contrariar a tendência de queda da taxa de lucro, mas em outros contextos há uma ausência completa de qualquer papel assinalado por Marx para o imperialismo na sua análise do capitalismo metropolitano. O que é particularmente estranho acerca desta ausência é que Marx estava a escrever seus artigos seminais acerca do domínio britânico na Índia para o New York Daily Tribune quase exactamente ao mesmo tempo em que trabalhava em O Capital; e sem dúvida suas visitas ao Museu Britânico que ele fazia nas investigações sobre o Capital também eram utilizadas para desenterrar informação sobre o impacto do domínio britânico na Índia. E ainda assim não há qualquer traço no núcleo central do argumento do Capital de qualquer impacto do domínio britânico na Índia sobre a economia britânica, quase como se o domínio britânico fosse apenas uma espécie de espectáculo secundário para o drama principal do capitalismo, como acontecera nos escritos de clássicos da economia política, especialmente de David Ricardo. O modelo de capitalismo analisado por Marx em O Capital é para todos os propósitos práticos o modelo de uma economia fechada e isolada. Certamente alguém pode estender este modelo a fim de incorporar um relacionamento colonial, encarado essencialmente como providenciando um mercado onde bens metropolitanos são transformados para aqueles produtos do terceiro mundo os quais são exigidos pelas metrópoles. Mas o colonialismo como um fornecedor de excedente para a acumulação na metrópole, exactamente no mesmo nível do valor do excedente apropriado internamente aos trabalhadores, simplesmente não figura na análise. A carta a Danielson é a primeira vez em que isso figura nos escritos de Marx. A quarta razão para a importância desta carta é deixar claro que Marx não vê o processo de acumulação primitiva como pertencendo apenas à pré-história do capitalismo; ele encara-a como algo que continua ao longo da história desse modo de produção. Não é como se o capitalismo recorresse à acumulação primitiva só antes de começar a existir, mas que uma vez posto de pé prosseguisse inteiramente na base da sua acumulação do valor excedente extraído dos trabalhadores, nada mais tendo a ver com qualquer expropriação das colónias. Mais correctamente, o processo da acumulação primitiva continua através da sua história, ao longo do que se poderia chamar "acumulação normal", isto, é, a acumulação de valor excedente apropriada dentro do sistema. Em suma, a carta a Danielson é extremamente importante para marcar uma certa nova tendência no pensamento de Marx. E levanta-se a questão: como é que Marx chegou aos números mencionados naquela carta e aos componentes daquela "drenagem"? Não obstante a sua extraordinária erudição ele não poderia ter chegado àqueles números por si próprio, uma vez que era exigido um certo conhecimento especializado dos orçamentos indianos, para os quais ele dificilmente teria tempo. Como então chegou a estas conclusões? Uma pista para este puzzle é dada pelo facto de que Dadabhai Naoroji , o qual chegou a estes números e foi o primeiro a fazê-lo (já em 1867 apesar de a sua magnum opus, Poverty and Un-British Rule in India, ter sido publicada só em 1901) e Karl Marx partilhavam um amigo comum na pessoa de HM Hyndman , que foi um homem de negócios próspero e se tornou um socialista comprometido depois de ler o Manifesto e o Volume 1 de O Capital e constituiu uma organização chamada Federação Social Democrática. Marx e sua filha tiveram jantares na casa de Hyndman onde não é inconcebível que possam ter-se encontrado com Naoroji e discutido com ele a questão da "drenagem do excedente" da Índia. Mesmo que Marx e Naoroji não se tenham encontrado pessoalmente, é mais do que provável que as estimativas de Naoroji tenham sido passadas a Marx por Hyndman, o qual conhecia Naoroji há muitos anos e tinha acesso às suas ideias. Há alguma evidência interna deste contacto, directo ou indirecto, no texto da carta para Danielson. Hyndman escreveu um livro sobre as grandes fomes na Índia sob o domínio britânico, para o qual consultou Naoroji a fim de obter fontes e evidências factuais sobre a extensão da pobreza. A ligação entre as fomes e a "drenagem" é óbvia e deve ter figurado de forma tão destacada na mente de Naoroji – e portanto também no pensamento de Hyndman – que a referência de Marx a "anos de fome" imediatamente depois de mencionar o "processo hemorrágico" sugere um claro compartilhar de ideias. Marx morreu, infelizmente apenas dois anos após esta carta a Danielson e não teve tempo de desenvolver as ideias contidas na mesma. Mas aquela carta, a qual marca um ponto de viragem do pensamento de Marx, dá testemunho da sua abertura mental, assim como do facto de que no seu pensamento havia um fluxo subterrâneo paralelo o qual permaneceu inexplorado até aquela data. Ela nega a visão mantida por muitos, inclusive Edward Said , de que na sua análise Marx não era suficientemente sensível a toda a questão da exploração imperialista.
24/Dezembro/2017
Ver também: [*] Economista, indiano, ver Wikipedia O original encontra-se em peoplesdemocracy.in/2017/1224_pd/marx-imperialism Este artigo encontra-se em http://resistir.info/ . |
sábado, 23 de dezembro de 2017
América Latina: el péndulo se desplaza a la derecha
James Petras
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Introducción
Es evidente que en América Latina el péndulo se ha desplazado a la derecha en
los últimos años. De esta observación surgen numerosas preguntas. ¿De qué tipo
de derecha estamos hablando? ¿Por qué prospera? ¿Son sostenibles los regímenes
derechistas? ¿Quiénes son sus aliados y sus adversarios internacionales? Una vez
en el poder, ¿qué tal les ha ido y cuáles son los criterios por los que se mide
su éxito o su fracaso?
Aunque la izquierda está en retroceso, retiene el poder en algunos estados.
Surgen preguntas como: ¿Cuáles son las características de la izquierda actual?
¿Por qué algunos regímenes se mantienen mientras otros están en decadencia o han
sido derrotados? ¿Podrá la izquierda recuperar su influencia? ¿Qué condiciones
hacen falta para ello? ¿Qué programa deben llevar para atraer al electorado?
Empezaremos examinando el carácter y las políticas de la derecha y de la
izquierda y hacia dónde se dirigen, para concluir analizando las dinámicas de
sus programas, alianzas y perspectivas futuras.
La derecha radical: El rostro del poder
La pretensión de los regímenes de derechas es poner en marcha cambios
estructurales: quieren reordenar la naturaleza del Estado, las relaciones
sociales y económicas, la política exterior y las alianzas económicas. Regímenes
de derecha radical gobiernan en Brasil, Argentina, México, Colombia, Perú,
Paraguay, Guatemala, Honduras y Chile.
Los regímenes de extrema derecha han acometido cambios bruscos algunos países,
mientras en otros los van incorporando gradualmente. Las transformaciones
sufridas por Brasil y Argentina son ejemplos de cambios extremadamente
regresivos destinados a invertir la distribución de la renta, las relaciones de
propiedad, las alianzas internacionales y las estrategias militares. El objetivo
es redistribuir los ingresos de manera ascendente, volver a concentrar la
riqueza y la propiedad en el extremo superior de la pirámide social y en
elementos externos al país, y plegarse a la doctrina imperial. Estos regímenes
están dirigidos por gobernantes que hablan abiertamente en favor de los
inversores nacionales y extranjeros más poderosos y son generosos en la
adjudicación de subsidios y recursos públicos: practican una especie de
“populismo para plutócratas”.
La llegada al poder y la consolidación de regímenes de extrema derecha en
Argentina y Brasil se ha basado en varias intervenciones decisivas, que combinan
elecciones y violencia, ´purgas e incorporaciones, propaganda en los medios de
comunicación de masas y profunda corrupción.
Mauricio Macri contó con el apoyo de los principales medios convencionales,
encabezados por el grupo del diario Clarín, así como por la prensa internacional
financiera (Financial Times, Wall Street Journal). Los especuladores de Wall
Street y el aparato político de Washington en el extranjero subsidiaron su
campaña electoral.
Macri, su familia, sus amigotes y sus cómplices financieros transfirieron
recursos públicos a cuentas privadas. Los popes políticos de provincias y sus
actividades clientelares se unieron a los sectores adinerados de Buenos Aires
para asegurar el voto en la capital. Una vez elegido, el régimen de Macri
transfirió 5.000 millones de dólares al conocido especulador de Wall Street,
Paul Singer firmando un crédito multimillonario, con altos tipos de interés;
multiplicó por seis el impuesto a algunos servicios; privatizó el petróleo, el
gas y terrenos públicos; y despidió a decenas de miles de funcionarios.
Macri organizó una purga política y la detención de dirigentes de la oposición,
incluyendo a la antigua presidenta Cristina Fernández Kirchner. Varios
activistas de provincias fueron encarcelados o incluso asesinados.
Macri ejemplifica la figura del triunfador desde la perspectiva de Wall Street,
Washington y la élite empresarial porteña. Los salarios de los trabajadores
argentinos se han reducido. Las compañías de servicios se han asegurado los
mayores beneficios de la historia. Los banqueros duplicaron el índice de
beneficios. Los importadores se han convertido en millonarios. Los ingresos de
la agroindustria se dispararon al reducirse sus impuestos. Pero para las
pequeñas y medianas empresas argentinas, el régimen de Macri ha sido un
auténtico desastre. Miles de ellas han quebrado a causa del elevado coste de
algunos servicios y la feroz competencia de las importaciones baratas chinas.
Además de la caída de los salarios, el desempleo y el subempleo se han duplicado
y el índice de pobreza extrema se ha triplicado.
La economía lucha por mantenerse a flote. La financiación de la deuda no ha
conseguido promover el crecimiento, la productividad, la innovación y las
exportaciones. La inversión extranjera se ha visto favorecida, ha conseguido
pingües beneficios y saca fuera del país sus ganancias. La promesa de
prosperidad apenas ha beneficiado a un cuarto de la población. Para debilitar el
descontento público fruto de estas medidas, el régimen ha acallado las voces de
los medios independientes, ha dado rienda suelta a las pandillas de matones que
actúan contra los críticos y ha cooptado a los jefes sindicales maleables para
que rompieran las huelgas.
Las protestas públicas y las huelgas se han multiplicado, pero el gobierno ha
hecho oídos sordos y multiplicado la represión. Los líderes populares y los
activistas han sido estigmatizados por los gacetilleros financiados por el
gobierno.
A menos que se produzca un gran levantamiento social o un colapso económico,
Macri se aprovechará de la fragmentación de la oposición para asegurar la
reelección que le permita seguir actuando como un gánster de Wall Street. Macri
está dispuesto a firmar nuevas bases militares y acuerdos de libre comercio con
EE.UU. así como a incrementar la colaboración con la siniestra policía secreta
de Israel, el Mossad.
Brasil ha puesto en práctica las mismas políticas derechistas de Macri. Tras
alzarse con el poder mediante una operación de destitución falsaria, el gran
estafador Michel Temer procedió acto seguido a desmantelar la totalidad del
sector público, congelar los salarios por veinte años y ampliar la edad de
jubilación de cinco a diez años. Temer estuvo a la cabeza de un millar de cargos
electos corruptos en el saqueo multimillonario de la compañía estatal de
petróleo y múltiples grandes proyectos de infraestructuras.
Golpe, corrupción y desacato quedaron ocultos por un sistema que garantiza la
impunidad de los congresistas hasta que algunos fiscales independientes
investigaron, acusaron y metieron en prisión a varias docenas de políticos, pero
sin llegar a Temer. A pesar de contar con el 95 por ciento de desaprobación
popular, el presidente Temer se mantiene en el cargo con el respaldo absoluto de
Wall Street, el Pentágono y los banqueros de Sao Paulo.
Por otra parte, en México, el narcoestado asesino, continúan alternándose en el
poder los dos partidos ladrones, el PRI y el PAN. Miles de millones de dólares
obtenidos de manera ilícita por banqueros y mineras canadienses y
estadounidenses continúan viajando a paraísos fiscales para su conveniente
lavado. Los fabricantes mexicanos e internacionales han amasado inmensos
beneficios que exportan a cuentas en el extranjero y paraísos fiscales . El país
superó su triste record de evasión de impuestos al tiempo que ampliaba sus
“zonas de libre comercio”, sinónimo de salarios bajos e impuestos reducidos a
las empresas. Millones de mexicanos han cruzado la frontera para huir del
capitalismo gansteril depredador. El flujo de cientos de millones de dólares de
beneficios propiedad de multinacionales canadienses y estadounidenses son el
resultado del “intercambio desigual” de capital estadounidense y mano de obra
mexicana, que se mantiene en vigor gracias al fraudulento sistema electoral
mexicano.
Al menos en dos ocasiones bien documentadas, las elecciones presidenciales de
1988 y 2006, los candidatos de izquierda Cuahtemoc Cárdenas y Manuel López
Obrador ganaron con suficiente margen a sus contrincantes, para ver como
posteriormente les robaba su triunfo un conteo fraudulento de los votos.
En Perú, los regímenes extractivistas de derechas han alternado entre la
dictadura sangrienta de Fujimori y regímenes electorales corruptos. Lo que se
mantiene sin cambios en la política peruana es la entrega de los recursos
minerales del país al capital extranjero, la persistente corrupción y la
explotación brutal de los recursos naturales por parte de corporaciones mineras
de EE.UU. y Canadá, en regiones habitadas por comunidades indígenas.
La extrema derecha expulsó del poder a los gobiernos electos de centro izquierda
de Fernando Lugo, en Paraguay (2008-2012) y Manuel Celaya en Honduras
(2006-2009), con el apoyo activo y la aprobación del Departamento de Estado de
EE.UU. Sus narcopresidentes ejercen ahora el poder mediante la represión contra
los movimientos populares y el asesinato de decenas de campesinos y activistas
urbanos. Este año, una elección burdamente amañada en Honduras ha asegurado la
continuidad del régimen corrupto y las bases militares estadounidenses.
La difusión de la extrema derecha desde Centroamérica y México hasta el Cono Sur
está preparando el terreno para la reimplantación de alianzas militares con
Estados Unidos y acuerdos comerciales regionales.
El ascenso de la extrema derecha garantiza las privatizaciones más lucrativas y
los mayores beneficios para los créditos otorgados por bancos extranjeros. La
extrema derecha está preparada para aplastar el descontento popular y los
desafíos electorales con violencia. Como mucho, permite que unas pocas élites
con pretensiones nacionalistas se vayan alternando en el poder para ofrecer una
fachada de democracia electoral.
El giro del centro-izquierda al centro-derecha
El desplazamiento político hacia la extrema derecha se ha extendido como una
onda, y los gobiernos nominales de centro-izquierda se han desplazado hacia el
centro-derecha.
El ejemplo más claro lo ofrece el Uruguay gobernado por el Frente Amplio de
Tabare Vázquez, y Ecuador, con la reciente elección de Lenin Moreno de Alianza
País. En ambos casos el terreno ya había sido preparado al reconciliarse estos
partidos con los oligarcas de los partidos tradicionales derechistas. Los
anteriores gobiernos de centro-izquierda de Rafael Correa, en Ecuador, y José
Mújica en Uruguay consiguieron fomentar la inversión pública y las reformas
sociales, usando una retórica izquierdista y capitalizando el aumento global de
precios y la alta demanda de las exportaciones agrominerales para financiar sus
reformas. Con la caída de los precios mundiales y la exposición pública de los
casos de corrupción, los recién elegidos partidos de centro-izquierda nominaron
a candidatos de centro-derecha que convirtieron las campañas anticorrupción en
vehículos para la adopción de políticas económicas neoliberales.
Los nuevos presidentes de centro-derecha marginaron a los sectores más
izquierdistas de sus respectivos partidos. En el caso de Ecuador, el partido se
fraccionó y el nuevo presidente aprovechó para cambiar sus alianzas
internacionales apartándose de la izquierda (Bolivia y Venezuela) y acercándose
a Estados Unidos y la extrema derecha, al tiempo que abandonaba el legado de su
predecesor en cuanto a programas sociales populares.
Con la caída de precios de los productos de exportación, los regímenes de
centro-derecha ofrecieron generosos subsidios a los inversores extranjeros en
agricultura y silvicultura en Uruguay y a los propietarios de minas y
exportadores en Ecuador.
Los recién convertidos regímenes de centro-derecha se acercaron a sus homónimos
ya asentados en Chile y se unieron al Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica (TPP), con las naciones asiáticas, Estados Unidos y la Unión Europea.
El centro-derecha ha intentado manipular la retórica social de los anteriores
gobiernos de centro-izquierda con el fin de retener al electorado popular al
tiempo que se aseguraba el apoyo de las élites empresariales.
La izquierda se desplaza hacia el centro-izquierda
El gobierno de Evo Morales en Bolivia ha demostrado una capacidad excepcional
para mantener el crecimiento, asegurarse la reelección y neutralizar a la
oposición combinando una política exterior de izquierda radical con una economía
mixta público-privada de carácter moderado. A pesar de que Bolivia condena el
imperialismo estadounidense, las principales multinacionales del petróleo, el
gas, los metales y el litio han realizado fuertes inversiones en el país. Evo
Morales ha moderado su postura ideológica pasando del socialismo revolucionario
a una versión local de democracia liberal.
Al adoptar la economía mixta, Evo Morales ha conseguido neutralizar cualquier
hostilidad abierta de Estados Unidos y los nuevos gobiernos de extrema derecha
de la región.
Manteniendo su independencia política, Bolivia ha integrado sus exportaciones
con los regímenes neoliberales de la región. Los programas económicos moderados
de su presidente, la diversificación de las exportaciones minerales, la
responsabilidad fiscal, las graduales reformas sociales y el apoyo de los
movimientos sociales bien organizados han permitido la estabilidad política y la
continuidad social, a pesar de la volatilidad de los precios de las materias
primas.
Los gobiernos de izquierda de Venezuela, con Hugo Chávez y Nicolás Maduro han
llevado un curso divergente con duras consecuencias. Totalmente dependiente de
los precios internacionales del petróleo, Venezuela procedió a financiar
generosos programas asistenciales en el ámbito interno y en el exterior. Bajo el
liderazgo del presidente Chávez, Venezuela adoptó una consecuente política
antiimperialista y se opuso al acuerdo de libre comercio promovido por EE.UU.
(ALCA) con una alternativa antiimperialista, la Alianza Bolivariana para las
Américas (ALBA).
Los programas sociales progresistas y las ayudas económicas a los aliados
extranjeros, sin dedicar recursos a diversificar la economía y los mercados ni
incrementar la producción, estaban basados en los ingresos elevados constantes
procedentes de un único y volátil producto de exportación: el petróleo.
A diferencia de la Bolivia de Evo Morales, que edificó su poder con el respaldo
de una base popular organizada, disciplinada y con conciencia de clase,
Venezuela contaba con una alianza electoral amorfa compuesta por habitantes de
los suburbios humildes, tránsfugas de los partidos tradicionales corruptos (de
todo el espectro) y oportunistas en busca de un puesto y beneficios. La
educación política se reducía a consignas para corear, vítores al presidente y
la distribución de bienes de consumo.
Los tecnócratas y políticos venezolanos afines al régimen ocupaban posiciones
muy lucrativas, sobre todo en el sector petrolero, y no tenían que rendir
cuentas ante consejos de trabajadores o auditorías públicas competentes. La
corrupción era generalizada y se robaron miles de millones de dólares
procedentes de la riqueza petrolera. Este saqueo era tolerado por el flujo
constante de petrodólares motivado por los elevados precios históricos y el auge
de la demanda. Todo ello condujo a un extraño escenario en el que el gobierno
hablaba de socialismo y financiaba enormes programas sociales mientras los
principales bancos, la distribución de alimentos, la importación y el transporte
eran controlados por oligarcas hostiles al régimen que se embolsaban enormes
beneficios mientras fabricaban la escasez de artículos y promovían la inflación.
A pesar de todos estos problemas, los votantes venezolanos avalaron al gobierno
en una serie de victorias electorales, sin prestar atención a los agentes de
EE.UU. y los políticos de la oligarquía. Esta dinámica de triunfos llevó al
régimen a pensar que el modelo socialista bolivariano era irrevocable.
La precipitada caída de los precios del petróleo, de la demanda global y de los
beneficios procedentes de las exportaciones llevó a un retroceso de las
importaciones y del consumo. A diferencia de Bolivia, las reservas de divisas
menguaron, el saqueo rampante de miles de millones fue finalmente sacado a la
luz y la oposición derechista apoyada por EE.UU. recurrió a la “acción directa”
violenta y al sabotaje, al tiempo que acaparaba alimentos, bienes esenciales de
consumo y medicamentos. La escasez dio paso a un mercado negro generalizado. La
corrupción del sector público y el control que ejerce la oposición hostil de la
banca privada, el sector minorista y el industrial, con el respaldo de Estados
Unidos, paralizó la economía. La economía entró en caída libre y el apoyo
electoral se ha debilitado. A pesar de los graves problemas del régimen, la
mayoría de votantes de renta baja comprendió que sus probabilidades de
sobrevivir bajo la oposición oligárquica apoyada por EE.UU. serían todavía
peores y la asediada izquierda ha continuado ganando las elecciones regionales y
municipales celebradas durante 2017.
La vulnerabilidad económica de Venezuela y el índice de crecimiento negativo han
provocado un aumento de la deuda pública. La animadversión de los regímenes de
extrema derecha de la región y las sanciones económicas dictadas por Washington
han acentuado la escasez de alimentos y el desempleo.
Bolivia, por el contrario, consiguió derrotar los intentos de golpe de Estado
promovidos por las élites locales y EE.UU. entre 2008 y 2010. La oligarquía
regional de Santa Cruz tuvo que decidir entre compartir sus beneficios y la
estabilidad social sellando pactos sociales (con trabajadores y campesinos, la
capital y el Estado) con el gobierno de Morales o hacer frente a una alianza del
gobierno y el movimiento sindical dispuesto a expropiar sus posesiones. Las
élites optaron por la colaboración económica manteniendo una discreta oposición
electoral.
Conclusión
La izquierda ha perdido casi todo el poder estatal. Es probable que la oposición
a la extrema derecha vaya en aumento dado el ataque grave e inflexible que están
sufriendo los ingresos y las pensiones; el aumento del coste de la vida; las
graves reducciones en los programas sociales y los ataques al empleo en el
sector público y el privado. La extrema derecha tiene varias opciones y ninguna
de ellas ofrece concesiones a la izquierda. Han elegido reforzar las medidas
policiales (la “solución Macri”); intentan fragmentar a la oposición negociando
con líderes sindicales y políticos oportunistas; y sustituyen a los gobernantes
caídos en desgracia con nuevas caras que continúen sus mismas políticas (la
solución brasileña).
Los antiguos partidos, movimientos y dirigentes revolucionarios de izquierda han
evolucionado hacia la política electoral, las protestas y la acción sindical.
Por el momento, no representan una alternativa política a nivel nacional.
El centro-izquierda, especialmente en Brasil y Ecuador, está en una posición
fuerte y cuenta con líderes dinámicos (Lula Da Silva y Correa) pero tiene que
enfrentarse a acusaciones falsas promovidas por fiscales derechistas que
pretenden excluirlos de la contienda electoral. A menos que los reformistas de
centro-izquierda tomen parte en acciones de masas prolongadas y a gran escala,
la extrema derecha conseguirá debilitar su recuperación política.
El Estado imperial de EE.UU. ha recuperado temporalmente regímenes títere,
aliados militares y recursos y mercados económicos. China y la Unión Europea se
aprovechan de las óptimas condiciones económicas que les ofrecen los regímenes
de extrema derecha. El programa militar estadounidense ha conseguido neutralizar
la oposición radical en Colombia y el régimen de Trump ha impuesto nuevas
sanciones a Cuba y Venezuela.
Pero la celebración triunfalista del régimen de Trump es prematura: no ha
logrado ninguna victoria estratégica decisiva, a pesar de los progresos a corto
plazo conseguidos en México, Brasil y Argentina. No obstante, las grandes fugas
de beneficios, transferencias de propiedades a inversores extranjeros, tasas
fiscales favorables, bajos aranceles y las políticas de comercio todavía no han
generado nuevas infraestructuras productivas, crecimiento sostenible ni han
asegurado las bases económicas. La maximización de los beneficios y el descuido
de las inversiones en productividad e innovación para promover la demanda y los
mercados internos han provocado la bancarrota de miles de pequeños y medianos
locales comerciales e industrias. Esto se ha traducido en un aumento del
desempleo crónico y del empleo de mala calidad. La marginación y la polarización
social están creciendo a falta de liderazgo político. Esas condiciones
provocaron levantamientos “espontáneos” en Argentina en 2001, en Ecuador en 2000
y en Bolivia en 2005.
Puede que la extrema derecha en el poder no provoque una rebelión de la extrema
izquierda, pero sus políticas seguramente socavarán la estabilidad y la
continuidad de los regímenes actuales. Como mínimo, pueden hacer surgir cierta
versión del centro-izquierda que restaure los regímenes de bienestar y empleo
actualmente hechos pedazos.
Mientras tanto, la extrema derecha seguirá presionando con su plan perverso que
combina un profundo retroceso del bienestar social, la degradación de la
soberanía nacional y el estancamiento económico con una formidable maximización
de beneficios.
La presente traducción puede reproducirse libremente siempre que se respete su
integridad y se nombre a su autor, su traductor y a Rebelión como fuente de la
misma.
In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235687
23/12/2017
quinta-feira, 21 de dezembro de 2017
Crisis de “Paradigma” o de Sistema ¿Estallará la ´madre´ de todas las burbujas?
Wim Dierckxsens y Walter Formento
Desde que Bernanke asumió la presidencia de la Reserva Federal de EUA (Fed), en
febrero de 2006, se ha instalado como legal que se puede resolver un problema
creando $ 1 Billón de la “nada” , al comprar una gran cantidad de activos con
ese billón de dólares. A partir de este momento nada parecía más fácil para los
bancos centrales; cada vez que el mercado de valores está a la baja, la solución
será crear dinero nuevo, comprar y comprar más fondos del índice bursátil y el
problema estaría resuelto, ya que el mercado de valores deja de caer y rebota
rápidamente porque los bancos centrales los respaldan. Las políticas de los
bancos centrales son señaladas cada vez más como la fuente de la creciente
desigualdad en los ingresos y riqueza. Estas políticas respaldan las burbujas de
crédito/activos pero una vez que se vean limitadas o interrumpidas,
estallaran/explotaran y con ello todas las burbujas de crédito/activos. La
pregunta del millón es cuándo sucederá.
El capitalismo se encuentra sin posibilidad de generar un nuevo ciclo, es
decir, es un capitalismo en agonía. Si la madre de todas las burbujas estallara
en esta coyuntura, se revelará la imposibilidad absoluta de un retorno del
capital al ámbito productivo dentro de la lógica del capital y con ello revelará
también el carácter sistémico de la crisis. Por ende, el estallo de la ´madre´
de todas las burbujas podría desembocarse en un movimiento popular a escala
mundial, reivindicando esa nueva civilización.
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Introducción
Desde que Bernanke asumió la presidencia de la Reserva Federal de EUA (Fed), en
febrero de 2006, se ha instalado como legal que se puede resolver un problema
creando $ 1 Billón de la “nada” , al comprar una gran cantidad de activos con
ese billón de dólares. A partir de este momento nada parecía más fácil para los
bancos centrales; cada vez que el mercado de valores está a la baja, la solución
será crear dinero nuevo, comprar y comprar más fondos del índice bursátil y el
problema estaría resuelto, ya que el mercado de valores deja de caer y rebota
rápidamente porque los bancos centrales los respaldan. Las políticas de los
bancos centrales son señaladas cada vez más como la fuente de la creciente
desigualdad en los ingresos y riqueza. Estas políticas respaldan las burbujas de
crédito/activos pero una vez que se vean limitadas o interrumpidas,
estallaran/explotaran y con ello todas las burbujas de crédito/activos. La
pregunta del millón es cuándo sucederá.
Cuando las altas tasas de interés estaban inhibiendo los préstamos y el
crecimiento, la solución fue crear unos pocos billones de dinero ´nuevo´ creados
de la nada y comprar con ellos suficientes bonos soberanos para reducir las
tasas de interés a cero e incluso más allá, a tasa negativa. Igualmente cuando
bajo la demanda de inmuebles por los altos precios, la solución (china
recientemente) fue crear dinero sin respaldo, que en manos de los agentes de los
gobiernos locales servía para comprar los edificios vacíos. Para terminar con
los ejemplos, si hay deflación por una demanda a la baja, una posible solución
será emitir un billón en bonos del gobierno con cuyo dinero se financian
megaproyectos de defensa, cuyo encadenamiento futuro con la economía real solo
se garantizara (al menos en parte) en tanto que se consigan ventas sustanciales
en el extranjero.
El mecanismo para resolver los problemas económicos, creando billones de dinero
de la nada, pareciera una máquina de movimiento perpetuo y sin límites a la
cantidad de dinero nuevo que puede crearse con un interés cercano a cero o cero,
ya que hasta los pagos de intereses pueden financiarse con ese dinero ficticio,
emitido sin respaldo. Es más aún, la Reserva Federal (Fed) compro incluso bonos
del Tesoro y con los ingresos que ese “dinero de la nada” genera devuelven
dinero al Tesoro para volver a emitir más bonos, poniendo así en marcha una
máquina de creación de dinero en movimiento aparentemente perpetuo. La política
de crear Billones de la nada para comprar Billones en activos, ha inflado una
´burbuja madre´ en todas las clases de activos respaldadas o compradas por los
bancos centrales y sus representantes. Entonces nos podemos preguntar: ¿Podría
explotar la ´madre´ de todas las burbujas o más bien ya no habrá más crisis
bursátiles?
Trataremos primero dar respuesta a una pregunta con otra: ¿hay problemas que no
se pueden resolver creando otro billón y comprando activos? Los últimos ocho
años han creado la ilusión reconfortante de que esencialmente todos los
problemas en la era moderna del capitalismo basado en la deuda en todos sus
formas, sea americano, europeo japonés o incluso chino, pueden resolverse
creando tantos billones como sea necesario y comprando activos o emitiendo
líneas de crédito garantizadas con la nueva moneda creada de la nada. Sin
embargo, como afirma Charles H. Smith, hay algunos problemas estructurales que
no pueden ser resueltos por este mecanismo, algunos principalmente económicos,
otros político-sociales, pero todos ellos afectan al sistema como un todo y no
solo al ámbito financiero.
La fragilidad sistémica introducida por la financiarización en algún momento
llegará a su fin. Todo el mercado global de activos -acciones, bonos, bienes
raíces y ´commodities´-, en esencia constituye un esquema ponzi piramidal en el
que la rápida expansión del crédito (capital ficticio) impulsa los precios de
los activos hacia arriba, y dado que los activos son colaterales para la deuda
adicional, las mayores tasas de beneficio (ficticio) habilitan una nueva ronda
para la expansión del híper-crédito. Esto empuja las valoraciones de los activos
aún más hacia arriba, lo que crea el escenario para una expansión adicional del
crédito (capital ficticio), basada en un supuesto aumento asombroso en el
´valor´ de la garantía que respalda la nueva deuda. Los bancos centrales han
impulsado este esquema piramidal comprando bonos y acciones con divisas creadas
de la nada y con ello han fomentado la desigualdad económica y social como no se
ha visto nunca antes en la historia del capitalismo.
Pero, a partir de noviembre de 2017, se observa un “cansancio” en la bolsa de
valores. Además, el banco central estadounidense (Fed) desde octubre ya no está
con la política de fomentar la expansión monetaria (QE) y más bien ha anunciado
que va retirar dinero del mercado, aumentando las tasas de interés. No solo
Charles H. Smith sino muchos otros anuncian que está por explotar la ´madre´ de
todas las burbujas financieras creadas. No tenemos dudas que este colapso
financiero se puede atribuir primero que todo a la fragmentación de las élites
en pugna. Para nosotros son las élites financieras unipolares globalistas las
que bien podrían provocar dicho colapso mientras tengan el control sobre la
Reserva Federal de EUA, es decir hasta febrero de 2018.
1. Trump vs el capital financiero unipolar y globalista
Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump ha venido actuando efectivamente
primero que nada para limitar el control que las élites financieras unipolares
globalistas ejercen sobre el mundo de las finanzas y la emisión de dinero
ficticio, a fin de desarrollar la economía real de EUA. En este contexto, Trump
acaba de poner a Jerome Powell a la cabeza de la Reserva Federal. Es la primera
vez que esa institución tiene un presidente que no es economista sino jurista.
Su misión, a partir de marzo de 2018, será poner fin a la política monetarista y
a las reglas en vigencia desde el fin de la convertibilidad del dólar en oro a
principios de los años setenta (1971/73). Jerome Powel, afirma Thierry Meyssan,
tendrá que concebir nuevos reglamentos que pongan el capital al servicio de la
producción y no de la especulación, como hasta ahora sucede.
Para obstruir la expansión del capital financiero globalizado, Trump sacó a
Estados Unidos del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica, concebido
para subordinar a China. En reciprocidad, Pekín redujo de manera considerable
sus derechos de aduana, demostrando así que es posible instaurar la cooperación
entre Estados en lugar de la anterior situación de enfrentamiento. En noviembre
de 2017, el Congreso de EUA aprobó una reforma tributaria que también el Senado
aprobó el 2 de diciembre. La reforma fiscal de Donald Trump debería suprimir
todo tipo de exoneraciones y reducir las tasas sobre las empresas de 35 a 22%, o
incluso a 20%.
Está claro que ni las clases medias ni mucho menos las clases populares se
beneficiarán con esta reducción en los impuestos, al contrario si les tocará
pagar de alguna forma la cuenta. En realidad los expertos están divididos en
cuanto a saber qué fracciones de clases se van a beneficiar con esas medidas.
Está también por verse si las transnacionales regresarán o no a los EUA para que
la reforma genere indirectamente ingresos populares mediante el flujo de regreso
de empleos al país. A nuestro parecer, la creación de un billón tras otro para
comprar activos fue una política que ha enriquecido primero que nada a las
élites financieras a expensas de cualquier otra fracción de clase. La política
de emisión sin respaldo (QE) ha favorecido más a la élite del capital financiero
unipolar y globalista que a las elites del capital financiero unipolar
continentalista y ni hablar de los capitales nacionales, fracción que expresa
Trump directamente. En la opinión de Thierry Meyssan que compartimos, está claro
que la reforma fiscal vinculada con la reforma aduanera, harán menos rentables
los numerosos puestos de trabajo que las transnacionales han transferido al
extranjero y llevará a que diversas industrias regresen a suelo estadounidense.
Una verdadera pugna entre fracciones de clase comienza a darse cuando el
aumento de la desigualdad social y económica divide a las propias élites y
provoca la desunión política del “Estado Profundo”, hecho que llevó al poder a
Trump en las elecciones pasadas. La política de emisión sin respaldo (QE) ha
sido la política por excelencia del capital financiero unipolar y globalista, lo
cual ha generado también conflictos entre las dos élites financieras creando el
espacio político para un tercero: Trump. Estas contradicciones intra-clase se
dan, en nuestra perspectiva por una batalla por la riqueza ya existente, al no
poder vislumbrar una opción clara del reinicio de otro ciclo económico en la
economía real ampliando dicha riqueza.
La política de Trump primero que nada es anti-globalista. En vez de disolver el
brazo armado de las élites financieras globalistas (la OTAN), Trump ha logrado
obligarla a abandonar el uso del terrorismo como método de guerra y la ha
llevado a convertirse en una alianza antiterrorista. Estamos a un año de
gobierno Trump y en febrero la presidencia de la Fed pasará a manos de un
abogado alineado con la política de Trump.
Con Jerome Powell en la presidencia de la Reserve Federal podemos estar seguros
que luchará por una economía sin recesión al menos en el primer año de su
mandato, ya que un debacle en el mercado financiero sería la mayor amenaza no
solo para su mandato sino también para el presidente Trump en persona a quién se
le atribuirá semejante crisis. Sin embargo, una vez que esté bien instalado en
su cargo las prioridades de la Fed cambiarán drásticamente y el enfoque de
Powell estará dirigido a equilibrar las balanzas financieras una vez que pueda
dejar de preocuparse por el riesgo de una recesión
La pérdida del control, por la élite financiero globalista, sobre la Fed
constituyó el momento oportuno para que planearan aumentar las tasas de interés
y causar así inflación creando las condiciones para que explotara una bomba de
tiempo: la ´madre´ de todas las burbujas atribuyendo el desastre a la
administración Trump y pidiendo su ´impeachment´ o demisión. El tiempo para los
globalistas se está acabando. No vemos que logren, con la tercera alza de la
tasa de interés en diciembre de 2017, haber creado las condiciones necesarias
para lograrlo. Aunque la actual presidente de la Fed anunció que habrá otras
tres alzas en las tasas de interés en el año 2018, ya en febrero se acaba su
mandato y con ello el tiempo para lograr imponerlos. Es probable que a partir de
ahí las fuerzas globalistas y el partido demócrata se concentren en el
´impeachment´ o en la destitución del presidente de la república por la vía
legal.
2. La obsesión globalista por la inflación: la ´madre de todas la burbujas´
El Banco de Pagos Internacionales (BIS) de Basilea, otro instrumento importante
de las fuerzas globalistas, emitió en 2017 un informe, elaborado por Charles
Goodhart y Manoj Pradhan, que afirma que el cambio demográfico revertirá las
tendencias mundiales de varias décadas. Estaríamos ante una población que
proporcionalmente envejece a nivel mundial (longevidad en los trabajadores
jubilados) y una fuerza de trabajo formal que se contrae (mientras se expande la
informal y la que se encuentra desarrollando economía popular de subsistencia),
para revertir las tendencias a la baja de la inflación, así como el alza de las
tasas de interés. Argumenta el documento que la amplia expansión del
crédito/deuda que impulsó la expansión monetaria global en los primeros 15 años
de siglo XXI está llegando a su límite. La deuda no es capital real sino capital
ficticio. Dicho de otra manera: los ahorros siguen siendo importantes ya que son
capital real de trabajo y, a medida que la generación anterior de trabajadores
se jubile, dichos ahorros se reducirán lo que hará que el capital real sea más
escaso y por ende más costoso que el propio capital ficticio. Esta tendencia
contradictoria conllevaría, concluye el BIS, a alzas en las tasas de interés y
las mismas a la inflación.
De acuerdo al documento del BIS, la política económica de la demografía es como
una batalla de generaciones (´a clash of ages´). La batalla política consistirá
en que las generaciones mayores lucharán sobre todo por defender su seguridad
social cada vez más costosa y la población trabajadora luchará en primer lugar
por mejores ingresos reales (poder adquisitivo del salario). Por el momento los
trabajadores adultos mayores sabrán defenderse todavía al engrosar sus filas con
el envejecimiento de la población, pero habrá un momento que las generaciones
económicamente activas cuestionaran el consumo suntuario e improductivo de los
adultos mayores.
El caso demográfico del documento del BIS en realidad es un estudio de trabajo,
capital y ahorro, afirma Smith. En esencia, dice que la gran expansión de la
fuerza de trabajo global (liderada por el surgimiento de China como el taller
mundial) es algo único y que está a punto de revertirse a medida que el ´Bono
Demográfico´ (la relativa sobre-representación de la población en edad activa en
la población total) es cada vez más un hecho del pasado y que la
sobre-representación de la generación ´Baby Boom´ , en edades de alcanzar en
masa la edad de retiro, es un fenómeno cada vez más global y difícil de soportar
para la población económicamente activa que está a la baja relativa.
El BIS anuncia, en otras palabras, que la inflación se debe al envejecimiento
de la población y con ello preparan argumentos para implementar políticas de
redistribución desde la mal llamada clase rentista e improductiva (los
trabajadores adultos mayores jubilados) hacia la población trabajadora en
activo, fomentando una lucha intergeneracional para solucionar el problema. Una
forma sería condonando las deudas estudiantiles cuando estalle la burbuja. Estas
deudas alcanzan sumas muy elevadas y no solamente en EUA. El efecto inmediato
sería un alza en la demanda de bienes y servicios por parte de esta nueva
generación. Para atenuar este efecto inflacionario es posible transferir el
costo a los adultos mayores improductivos en edad de retiro que todo lo tienen.
Semejante política tendría su público en un partido socio-liberal-demócrata
(globalista) y no afectaría la verdadera concentración de riqueza a favor de las
élites en el mundo.
Viendo las cosas más a fondo, los economistas ´main stream´ (Banco Mundial, FMI,
BIS) no han profundizado mucho el tema de la inflación ya que hay inflación
oculta. Es un hecho que China y otros países emergentes pueden exportar la
deflación en bienes que son comercializables, disimulando la inflación en los
productos y servicios ´locales´. Aquellos bienes y servicios no transables tales
como los del gobierno local, vivienda, comestibles, comida rápida, la mayoría de
los servicios de salud y educación y hasta cortes de pelo, etc., en otras
palabras, son una parte sustancial de la economía real y se disparan a medida
que el suministro de dinero se expande más rápidamente que la
producción/suministro de estos bienes y servicios. La inflación ya está
extremadamente alta en los sectores no transables pero es in-visibilizada al
estar a menudo dominada, financiada o controlada por el sector público/gobierno.
La deflación en cambio se da sobre bienes transables tales como televisores,
juguetes, celulares, software, etc., y estas rebajas de precio resultan bien
visibles al consumidor al verlo en su propia billetera.
Según un índice de ´precios sombra´ (Burrito Index), los precios al consumidor
han subido 160% desde 2001 al 1 de agosto de 2016. Gran parte de la inflación
real en sectores como la salud es invisible para las clases protegidas porque
está siendo absorbida por el gobierno y los empresarios .
Gráfico: La inflación según bienes y servicios seleccionado 1996-2016
Al perder el control sobre la banca central (la Reserva Federal) en febrero de
2018, las fuerzas globalistas y sus grandes medios de comunicación necesitaran
un medio más eficaz para aumentar la inflación. Las predicciones son que muy
pronto estaremos viendo que los globalistas, representados por el partido
Demócrata en EUA, van por la ‘opción nuclear’, demandando una expansión
monetaria (QE), es decir, crear dinero de la nada por la Fed para inyectarlo
directamente en ´Main Street´, en beneficio de la población en general. Con la
introducción de dinero nuevo “creado de la nada” en la economía real, aumentaría
rápidamente la demanda de productos de consumo y servicios sin generar una
correspondiente oferta nueva de productos y servicios. Se crearán así las
condiciones para un rápido proceso inflacionario.
Es un hecho que las políticas de expansión monetaria (QE) han aumentado la
desigualdad social como nunca antes se ha visto. El siguiente gráfico muestra la
cruda realidad: la creación de dinero de la nada por el banco central de EUA
(Fed) para la compra de activos, ha enriquecido a la parte superior de la
pirámide social de riqueza y poder (línea de puntos en rojo), que se limita al
10% superior (más específicamente al 1% superior) y ha producido también efectos
cada vez más negativos para el 90% inferior (línea de puntos en gris).
Conforme se acentúa la desigualdad social de ingresos y riqueza al extremo, se
acentúa la privación relativa e incluso absoluta de productos populares básicos
claves como cereales, agua dulce, gasolina, etc. Con ello, aumenta también la
disconformidad social y por ende crea una coyuntura óptima para ejercer presión
política sobre el gobierno y los bancos centrales de hacer algo al respecto.
Después de haber logrado una victoria en la elección del senador demócrata en
Alabama, los demócratas se sentirán más alentados de presionar sobre el gobierno
de Trump para un QE popular (PQE por sus siglas en inglés). Jeremy Corbyn, como
líder del Partido Laborista del Reino Unido, ya propuso una flexibilización
cuantitativa en el Reino Unido para la gente en vez de para los bancos. Otro
tanto intentó el Parlamento Europeo en Estrasburgo, pero sin éxito, afirma Ellen
Brown, debido a la preocupación alemana por un proceso inflacionario al estilo
de la República de Weimar en los años treinta del siglo pasado.
En su trabajo ´Estímulo monetario: ¿a través de Wall Street a Main Street ?´,
Diego E. Vacaflores señala que existe un fuerte cuestionamiento sobre el
favoritismo percibido respecto del sistema financiero. Al observar que pueden
perder el control sobre la Fed no podemos excluir que su actual presidenta
globalista Yellen, opte a último momento por una expansión cuantitativa popular,
es decir, para Main Street (Pueblo) en vez de Wall Street (Capitalistas). Aunque
no es muy probable, sería la última opción de la Fed para hacer estallar la
´madre´ de todas las burbujas y así poder crear un ´caos´ (un golpe financiero
de estado) para retomar el poder perdido.
Si se trata de aumentar los ingresos de Main Street hay otras opciones más
populares, pero que requieren a la vez de una mayoría en el Congreso. Los
partidos social-globalistas, como el Partido Demócrata y los Medios de
comunicación dominantes, seguramente van a abogar por el Ingreso Universal
Básico (UBI por sus siglas en inglés), presionando al gobierno y los bancos
centrales para que emitan “nuevo dinero de la nada”, para financiar UBI y/o sus
equivalentes. En este caso, el gobierno arrojaría dinero en efectivo creado de
la nada a la economía real. Este llamado ´dinero de helicóptero´ se presenta en
diferentes formas: como condonación de deudas como la estudiantil,
desgravaciones fiscales de la clase media y más social-demócrata y globalista
aún: como Ingreso Universal Básico. En todos los casos, este dinero de
helicóptero no expande ni la producción ni el suministro de bienes y servicios
en la misma medida en que si lo hace sobre la demanda. Lo que suele hacer es
expandir los fondos disponibles para el consumo popular, generando inflación
inmediata y con ello fomentando que explote ´la madre´ de todas las burbujas, un
gran golpe de estado global. Mucho mayor que aquel primer golpe global que
inicio Bernanke en junio de 2013, al anunciar la suba de las tasas de interés
del 0 al 2,5% para noviembre de 2013. Cuando este anuncio creo la salida
violenta de las inversiones financieras de capital ficticio (dinero emitido sin
respaldo desde 2010) de 22 países emergentes.
3. Trump vs. el capital financiero unipolar y continentalista
Trump se enfrenta primero que todo a la élite financiera globalista, pero
también apunta su política contra el capital financiero unipolar continentalista
e imperial al desmantelar, al decir de Thierry Meyssan, el «Imperio Americano» y
restaurar la República, o sea garantizar el interés general en EUA. En este
contexto, desde que inició su administración, Trump también ha ido contra del
Tratado de Libre Comercio entre EUA, Canadá y México, proyecto clave para la
élite financiero unipolar y continentalista.
La administración Trump apuesta firmemente a disparar los gastos militares, pero
no para dominar el mundo como imperio unipolar sino para reactivar la economía
real norteamericana buscando de hecho una mayor aproximación al mundo
multipolar. En nuestro estudio del mes de marzo de 2017 , ya señalamos que el
producto del complejo industrial y militar como tal no encadena con la economía
real en el ciclo económico siguiente y por ello, al ver las cosas tomando a la
economía como un todo y desde el contenido, los productos bélicos son
considerados como resultado de un trabajo improductivo. Tratase de riqueza
ficticia ya que en un ciclo económico siguiente en nada contribuye este producto
a ampliar el proceso de reproducción. Lo anterior por el motivo que los medios
de destrucción no amplían el stock de medios de producción para ampliar la
economía real, ni tampoco contribuyen al stock de medios de consumo necesario
para la reproducción de la fuerza de trabajo en ciclos económicos siguientes.
Sin embargo, EUA al poder exportar su producto en el mercado exterior gracias a
su capacidad tecnológica aún existente en este sector, aunque ya cuestionada su
primacía por Rusia en las batallas en Siria desde 2014 contra la OTAN/ISIS, EUA
logra transferir este gasto improductivo a terceras naciones. A nivel de la
economía mundial como un todo, el gasto militar sigue siendo un gasto
improductivo, que podemos llamar riqueza ficticia. Desde el punto de vista del
país exportador, sin embargo, al transferir dicha riqueza ficticia o capital
improductivo a terceras naciones, el capital ficticio se torna capital real en
forma de dinero solo para EUA y para que opte eventualmente por una reproducción
ampliada de su economía real. De esta manera contrarrestaría la reproducción
´limitada´ de su economía. En la realidad, parte de las elevadas ganancias
obtenidas en dichas ventas al exterior, EUA suele reinvertirlas en Investigación
y Desarrollo en el complejo industrial y militar para así mantener el nivel de
desarrollo tecnológico y la lucha por la primacía en dicho sector con Rusia. El
complejo industrial y militar podrá sostener así su posición competitiva a
través de varios ciclos económicos. Esto suele llamarse ´Keynesianismo militar´.
En este sentido hemos de comprender el gran aumento del presupuesto militar para
2018, propuesto por Trump con el apoyo prácticamente unánime de todo el Congreso
aunque sea por intereses diferentes. Con ello Trump obtendría un “incentivo
económico” del orden de los 150 mil millones de dólares al año. En el ´Global
Europe Anticipation Bulletin´ 119, noviembre de 2017, lo llaman equivocadamente
la “QE militar” pero si consideramos aciertan al decir que, ahora más que nunca
(lo que es mucho decir para EUA), la economía estadounidense se apoya en el
complejo industrial y militar.
Es nuestra opinión, y en esto coincidimos con GEAB, el gobierno de Trump en
lugar de invertir en acciones militares en el mundo entero a fin de sostener el
imperio construido bajo la hegemonía del capital financiero continentalista y
unipolar, su administración lo está invirtiendo en la producción de armas por el
complejo industrial y militar (el principal sector económico de EUA) y menos en
gastos de defensa. La reforma económica responde a un principio de racionalidad
económica basada en una disminución de los gastos imperiales, lo que implica
tener menos bases militares, hombres, misiones, etc. en el mundo y un aumento
considerable en los ingresos mediante la venta en gran escala de más armamento
producido.
Es correcto que, con esta lógica siempre existe el riesgo de avivar un
conflicto, como los grandes medios de comunicación globalistas anuncian con
bombos y platinos, especialmente en torno a Corea del Norte. La visita de Trump
a varios países en Asia, en la opinión de los globalistas (CIA, OTAN, la Fed,
los grandes Medios), giraba en torno a la búsqueda de aliados (Japón y Corea del
Sur) y potenciales aliados (China) para iniciar un ataque preventivo sobre Corea
del Norte antes del 20 de marzo de 2018. Es más, calculan que el presidente de
China no se alineará con este plan y con ello habrá el escenario perfecto para
poner en marcha una guerra global. Aquí se revelan, en pocas palabras, las
intenciones de la OTAN y las fuerzas globalistas. Es entonces coherente con la
política de Trump, que el Secretario de Estado Tillerson anuncie en diciembre de
2017 estar dispuesto a sentarse en la mesa con el presidente de Corea del Norte
sin condiciones previas, noticia apenas mencionada por los grandes medios.
El torrente de problemas que Donald Trump ha desatado en diciembre al reconocer
a Jerusalén como la capital de Israel, según Rashid Jaladi de Palestine Square,
afectará positivamente a la construcción de la paz en Oriente Próximo. Al
reconocer a Jerusalén como la capital de Israel sitúa a Estados Unidos en una
posición que contraría prácticamente a todos los palestinos, a los árabes y a
los musulmanes, y a la mayoría de los pueblos y gobiernos de todo el mundo. Al
precipitar esta dilatada crisis de Oriente Próximo, Trump ha puesto en evidencia
una realidad que nunca reconocerán los grandes medios globales: ha hecho añicos
el podrido statu quo del “proceso de paz” estadounidense que durante un cuarto
de siglo no ha servido más que para afianzar y legitimar la ocupación militar y
la colonización de territorios palestinos, dificultando aún más una paz justa y
duradera entre el pueblo palestino y los israelíes.
Está claro, afirma Jaladi, que Donald Trump con su último movimiento puede
ayudar a los palestinos y a los árabes a salir del “desierto” en el que vagan
desde hace mucho tiempo. Es posible que su acción aliente a los europeos y a
muchos otros actores internacionales a superar la histórica resistencia (de
Estados Unidos en primer lugar), a asumir sus responsabilidades internacionales
y a empezar a comprometerse de verdad en Oriente Próximo.
Trump al asestarle un gran golpe al derecho internacional, a las múltiples
decisiones de Naciones Unidas y a 70 años de política estadounidense, al
retroceder a la Resolución de la partición de noviembre de 1947, ha mostrado
(involuntariamente desde luego según los medios) una vía para abordar la
cuestión de Palestina de mejor forma que cualquiera de las que se han ofrecido
durante mucho tiempo. Frente a los argumentos sesgados que han guiado todas las
negociaciones previas (de globalistas y continentalistas), hay que retornar a
los principios fundamentales de justicia e igualdad para ambos pueblos
involucrados en este conflicto.
En lugar de que Estados Unidos siga monopolizando las negociaciones, lo que
hacía falta era, sigue Jaladi, un intermediario internacional verdaderamente
imparcial. Hay que abandonar ya la camisa de fuerza de Oslo, diseñada
expresamente por el gobierno israelí para confinar y controlar a los palestinos,
lo que le permitió colonizar y ocupar territorios palestinos a su antojo. Las
bases completamente renovadas para establecer negociaciones deben ser todas las
resoluciones de la ONU, incluida la Resolución 181 de la Asamblea General, que
reconoce el derecho de los palestinos a un Estado mucho más grande que
Cisjordania y Gaza y la Resolución 194, que garantiza el retorno y la
indemnización a los refugiados palestinos expulsados durante el establecimiento
de Israel. Este proceso calza mejor en la lógica de un mundo multipolar que con
la visión unipolar e imperial del mundo. Coincidimos con el informe de GEAB de
diciembre de 2017 que una vez que se asiente todo el polvo que ha levantado
Trump, es entonces cuando el mismo Trump desvelará su plan para la paz, cuyo
contenido se mantiene en secreto, sin duda por respetar el tiempo de decantación
de su anuncio. Un plan de paz en el que han trabajado varios países, en
particular Arabia Saudita e Israel, pero que debe ser irresistible para llegar a
funcionar.
En un mundo multipolar se busca el equilibrio de las fuerzas y es más factible
lograr la paz. Un equilibrio de fuerzas implica una distribución más equitativa
de fuerzas militares. En un mundo multipolar la exportación estadounidense de
armas se verá considerablemente más potenciada que en un mundo unipolar e
imperial donde procura imponer su voluntad. En este contexto hay que entender
que la política de Trump crea el espacio para que los países de la Unión Europea
mantengan mayor independencia estratégica y tengan menos subordinación a la OTAN
o al país imperial. Con la presencia de la administración Trump, la Unión
Europea puede apuntar más que nunca a tener su propio sistema de defensa
regional.
A fin de aumentar las exportaciones de armas, Trump está tratando de recuperar
la confianza de sus potenciales clientes, adoptando una mayor imparcialidad en
los conflictos, incluso participando con Rusia en la reducción de las tensiones
en general y en Medio Oriente en particular. Se espera que EUA aumente las
ventas de armas en un 50%, lo que supondría un aumento de ingresos de 25 mil
millones de dólares. Buenos clientes para la compra de armas norteamericanas hoy
son Japón y Arabia Saudita. Japón, al igual que Alemania en la posguerra, se vio
políticamente limitado en sus gastos de defensa, pero en los últimos años con el
desarrollo de una crisis estructural (que pone en cuestión el orden mundial pos
Breton Woods de 1944) se abren los espacios e intereses nuevamente para ser más
“permisivos” con las naciones derrotadas en la segunda guerra mundial, Japón y
también Alemania están volviendo a militarizarse rápidamente.
En un mundo multipolar, el dólar inevitablemente ha de ceder espacio al
´petro-yuan-oro´ y eso ya empezó a suceder. Conforme el pago del petróleo y gas
se hace cada vez más fuera del ámbito del dólar, EUA ya no podrá disponer de los
petro-dólares que necesita para poder mantener las 800 bases militares que posee
en el extranjero y que le cuestan unos 160 mil millones de dólares al año. En
tal contexto Trump opta por abandonar muchas de sus posiciones y bases
extranjeras. Honduras es uno de los países latinoamericanos donde hay una base
importante de EUA que bien podría ser una de las en ser abandonadas por Trump
para que deje de ser la cuña en el área del Caribe que bloquea su integración y
desarrollo. El hecho que después de tres semanas de las elecciones no se ha
confirmado quien ha sido electo presidente en Honduras en medio de unas
elecciones fraudulentas, donde que a medio camino del conteo paralizaron el
proceso, para horas después presentar resultados invertidos a favor de la
continuidad y del presidente en funciones muy afín a comando sur. El candidato
de la oposición ha sido invitado a Washington a tres semanas del día de
elecciones y el secretario general de la Organización de Estados Americanos
(OEA), Luis Almagro, propuso el lunes 18 de diciembre la celebración de unos
nuevas elecciones en Honduras ante “la imposibilidad” de dar certeza en el
recuento final de las elecciones del pasado 26 de noviembre. No sería extraño
que la propuesta encuentre buenos oídos, lo que podría revertir el proceso no
solo en Honduras, en el Caribe sino en América latina en general.
Es claro que EUA busca recuperar ingresos económicos y ahorrar en gastos de
defensa (bases militares), algo que lograra más aún en la medida en que deje de
´ser imperio´ y reconocer el avance del poder estratégico integral que
manifiesta la China multipolar y los universalismos multipolares en general. Si
EUA abandonara la mitad de las bases, ahorraría alrededor de 80 mil millones al
año. Que sumados a los 25 mil millones de ingresos por exportación de armas, la
economía alcanzaría más de cien mil millones de dólares al año entre ahorros y
beneficios. Puesto estos cien mil millones de U$ en relación con el aumento en
150 mil millones del presupuesto, constituye una recuperación/reducción de dos
tercios en el presupuesto.
Las cantidades de dinero en juego son evidentemente mucho menores que en el caso
de las emisiones de dinero sin respaldo (QE) desarrolladas por las políticas de
la Fed desde la crisis de 2008 e iniciadas hacia fines de este año . Para
dinamizar la economía real, sin embargo, esta política económica de la
administración Trump es más eficaz. Las balanzas comerciales crónicamente
negativas de EUA desde hace décadas, no son posibles de sostenerse sin el
petrodólar. Como imperio unipolar, EUA lograba apropiarse de riqueza imprimiendo
dólares sin respaldo por ser quien tenía (¿tiene?) el poder emitir la moneda de
reserva mundial que todos los países utilizaban (sobre todo para la compra de
petróleo) e imponer un sistema monetario basado en el petro-dólar.
Al reducirse sustancialmente el papel del petro-dólar no habrá de otra vía que
hacer un forzoso “aterrizaje económico” estadounidense y reducir las
importaciones drásticamente, aumentando a la vez sus exportaciones y volver a
funcionar por sí mismo, es decir aislándose del mundo neoliberal global. Esto ha
sido la política anunciada por Trump desde su campaña. Los importantes contratos
de exportación de armas estadounidenses a Arabia Saudita y Japón, junto con la
simultánea rebaja sustancial en la importación de petróleo debido a su
sustitución por el desarrollo del suministro de combustibles propios (gas
natural de esquisto no convencional) por un lado y la baja sustancial en
mantenimiento de bases militares en el exterior por el otro, son ejemplo claro
de una política para reequilibrar la balanza comercial de EUA.
Ya señalamos en trabajos anteriores que China está diseminando un nuevo
paradigma económico en el mundo, y con los acuerdos de comercio e inversión que
el presidente Trump consiguió con este país, logra inyectar más de $ 80 mil
millones en 20 años a la economía norteamericana mediante un ´proyecto piloto´
gigantesco del estado de West Virginia, al recibir inversiones en plantas de
energía, tecnologías de producción de energía y químicos, empleo calificado,
etc. Esta inversión en West Virginia triplica el tamaño del presupuesto total
del Departamento de Energía de EUA y aun así no se reporta en los grandes medios
globalistas y apenas en los de West Virginia. La razón es sencilla de adivinar,
la política de Trump es una bofetada para la política unipolar y un claro paso
para poner en marcha la economía de EUA con un viraje de facto hacia el mundo
multipolar.
4. El aun frágil futuro del mundo multipolar
Es un hecho que los mercados están empezando a dudar de la capacidad del dólar
para continuar desempeñando su papel histórico de moneda de referencia mundial.
La confianza en el dólar, piedra angular de este estatus, está empezando a
romperse, aunque la confianza en el Yuan aún está por probarse y consolidarse,
pues aún falta ver si el resto de las potencias monetarias como Japón y la zona
euro querrán participar en serio en el juego de la multipolaridad.
La clave para impulsar una moneda al estatus de referente mundial es la
“confianza”. El inversor debe confiar en el sistema financiero del país emisor y
en su estabilidad política, confiar en que este esquema tiene la capacidad de
avanzar sobre otros y consolidarse sumando y/o subordinado a otros esquemas, lo
cual no es una movida o juego que se reduce solo a la órbita económico
financiera. Esto es lo que hizo fuerte al dólar y otorgó peso al marco alemán,
al yen, al franco suizo y a la libra esterlina. Es cierto que el dólar-oro
adquiere su peso a partir de la preponderancia económico-industrial desarrollada
a partir de la I y II guerras mundiales y eso también respalda al petro-dólar a
partir de 1971-73. Bejín no puede ofrecer tales garantías a corto plazo para el
mundo de las grandes finanzas y las oligarquías financieras.
Es un hecho que China ya es la economía real más grande del mundo superando a
EUA observado por PBI-Paridad y considerando a China como parte de la propuesta
multipolar Brics esta ha ya desplegado todo un nueva arquitectura financiera
multipolar e incluso una nueva arquitectura productiva y comercial multipolar,
ha hecho reconocer el yuan multipolar y ahora propone un nuevo sistema monetario
internacional.
La degradación de su calificación soberana por parte de las agencias
internacionales de calificación ha mostrado la capacidad de los Unipolarismos en
manejar unilateralmente las calificadoras de riesgo crediticio. Son el FMI y las
agencias de calificación de riesgos Standard & Poor’s (fuerza globalista) y
Moody’s (fuerza continentalista) los que han causado la degradación de la
calificación china en mayo y en septiembre de 2017 respectivamente. Bejín temía
una crisis financiera y dejar que el yuan se devaluara hubiera ocasionado una
huida de los capitales hacia el dólar, que hubiera podido desencadenar una
oleada de pánico y el derrumbe del sistema financiero chino. De ahí la decisión
y capacidad de china de recuperar el control del yuan y no dejarlo fluctuar
libremente, para así mantener su cotización estable de manera regulada.
Hemos de señalar que la situación financiera en China tiene aún flancos débiles
que la hace precaria. El crecimiento actual radica fundamentalmente en el
crédito y la burbuja inmobiliaria que generó no ha contribuido precisamente a la
estabilidad económica. En este contexto la Nueva Ruta de Seda busca reconectar
el crédito con la economía real a escala internacional. China se enfrenta a dos
desafíos, en parte, contradictorios. Por un lado, necesita avanzar en consolidar
al yuan como moneda de referencia mundial y por otro, tiene la obligación de
evitar una caída del sistema financiero chino en caso de una fuerte depreciación
del yuan (remimbi) al dejarlo funcionar al libre juego del mercado, es decir al
dejarlo expuesto a la puja en el terreno (mercado) donde las transnacionales
financieras globalistas y sus agencias calificadoras son fuertes.
La nueva política de Xi Jinping, pos congreso, ha dado los pasos en esta
dirección y se caracteriza ya por la decisión de estabilizar la economía. La
utilización del yuan como moneda de intercambio internacional y particularmente
en las transacciones de petróleo y gas, ha constituido un paso importante para
llegar a acuerdos similares en aquellos ámbitos donde el yuan-multipolar será la
moneda de referencia. Tratase principalmente de iniciativas de asociación
global/universal, particularmente la iniciativa universalista del Cinturón y
Ruta de la Seda. Es un proyecto de inversión china masiva, pero sobre todo a
base de crédito. Estas inversiones han de favorecer la posición del yuan en los
balances de las empresas y gobiernos que participen en el proyecto.
Bejín inició el 30 de junio de 2017 un programa que permite a los inversores
internacionales invertir en el mercado de bonos chino a través de Hong Kong y
viceversa (el llamado Bond Connect). Esto posibilitaría una gran afluencia de
capitales hacia China y por tanto hacia el yuan. Se prevé una “reasignación de
las inversiones en bonos” del resto de Asia hacia China. Deutsche Bank estima
que al menos 800.000 millones de dólares en bonos podrían destinarse a la
República Popular. Los dispositivos del Cinturón y Ruta de la Seda, el Bond
Connect y el petro-gas-yuan han de permitir que se consolide la posición
internacional de la moneda china a mediano y largo plazo.
En el corto plazo, la estrategia de China será no atacar frontalmente al sistema
del petro-dólar, sino minarlo progresivamente para hacer que el yuan y otras
monedas como el Euro, el Yen, etc. lleguen a ser tan imprescindibles como el
dólar, es decir, construyendo el mundo multipolar de monedas. Hay acuerdos entre
el Banco Central de China (PBoC) y el Banco Central de la Unión Europea (BCE)
para permitir intercambios directos entre el yuan y el euro. Han firmado estos
acuerdos para hacer posible que, finalmente, ambas monedas se fortalezcan
mutuamente de manera autónoma y fomentando la interpenetración de los sistemas
financieros de ambas regiones. En el corto plazo la fragilidad del
multipolarismo continuará, lo que implica cierta vulnerabilidad frente a un
eventual estallido provocado de la ´madre´ de todas las burbujas en el mercado
de valores.
5. La dificultad estructural de volver a la economía real
A pesar de todos los esfuerzos para construir un mundo multipolar, hay que tomar
en cuenta que el capital real se encuentra ante un callejón sin aparente salida.
Con el afán de obtener una mayor tasa de ganancia, el trabajo humano está siendo
reemplazado por la robotización y automatización con la esperanza de poder
reducir los costos del trabajo sin lograrlo y, por ende, sin lograr tampoco un
aumento en la tasa de ganancia. En medio de la robotización, donde Japón lleva
la delantera, se preguntan los neoclásicos ¿por qué aumentarían los salarios de
los trabajadores cuando ya se ha reducido a un mínimo la fuerza laboral? ¿Si con
la robotización y automatización la fuerza laboral se reduce a casi cero, como
es posible que no aumente la tasa de ganancia? La respuesta a los neoclásicos es
que no es la tecnología la que produce la plusvalía sino solamente la fuerza de
trabajo. Al ver que la innovación tecnología en la era de la robotización da
pérdidas en vez de ganancias, los neoclásicos de a poco van a tener que concluir
que es solo la fuerza de trabajo la creadora de valor y no la tecnología.
Para mejor entenderlo volvemos a señalar que es un dogma en las ciencias
económicas afirmar que el proceso de crecimiento económico es impulsado por la
innovación tecnológica, creyendo que es sobre todo la tecnología misma la que
crea valor y hay que reducir al mínimo posible el trabajo humano. El propósito
del capital es la maximización de la tasa de ganancia-beneficios. Aumentar la
productividad del trabajo a partir del desarrollo tecnológico solo es el medio
para lograrlo. Para sobrevivir en la competencia-concurrencia entre capitales,
el capital invierte en aquella tecnología que ahorre más trabajo. El aumento en
la productividad implica una baja en el tiempo necesario para producir una
unidad de producto o servicio y ese tiempo de trabajo tiende a disminuir
conforme aumenta la inversión en tecnología y capital fijo en general. Al
aumentar la ganancia de esta forma, este incremento en la ganancia se lo
atribuyen los neoclásicos básicamente al desarrollo tecnológico y no al trabajo.
La automatización y robotización libere trabajo en la planta lo que no quiere
decir todavía que el costo de la fuerza de trabajo restante (cada vez más
reducida a Investigación y Desarrollo) sea menor que el costo de toda la fuerza
de trabajo empleada anteriormente. Un aumento en la composición orgánica
significa un aumento marginal cada vez menor en la productividad de trabajo. Lo
anterior se da no solo por el incremento en el costo de la fuerza de trabajo
restante, sino también por el aumento geométrico en el costo de capital fijo a
transferir (a cada unidad de producto) en el proceso productivo. Para poder
obtener la tecnología de punta del momento, el capital acorta la vida media útil
del capital fijo (maquinaria y edificios esencialmente). Esta tendencia ha dado
un enorme impulso al capital productivo en la posguerra así como a la
Investigación y Desarrollo en particular para lograrlo. El efecto es claro:
tenemos una fuerza de trabajo asalariada menor en términos cuantitativos, lo que
exige mayor calidad y por tanto costo, sobre todo cuando el costo de
Investigación y Desarrollo va en aumento geométrico y se reduce al mismo tiempo
la vida útil de la tecnología empleada.
El capital fijo se consideraba un factor más o menos constante en tiempos
pasados del capitalismo. En la actualidad la vida media útil del capital fijo se
ha reducido cada vez más. El resultado es que el costo tecnológico por
transferir al producto o servicio ha llegado a tales niveles que ya no es
compensado por la reducción en el tiempo (costo) de trabajo necesario para
emplear esa nueva tecnología. La tendencia actual por lo tanto es a la baja de
la tasa de ganancia debida justamente a la contradicción aparente en la
productividad del trabajo: a mayor productividad menos ganancia.
Estamos, en otras palabras, ante el momento en que el desarrollo de las fuerzas
productivas (particularmente la tecnología) se torna un estorbo para aumentar la
tasa de ganancia, es decir, para dar más vida a la propia relación de producción
vigente. Dicho de otro modo, la propia relación de producción existente ya no
permite un mayor desarrollo de las fuerzas productivas. Llegó el momento que
terminó, en nuestra opinión, la era de las crisis cíclicas del capitalismo y
estamos en medio de una crisis sistémica. El capitalismo se encuentra sin
posibilidad de generar un nuevo ciclo, es decir, es un capitalismo en agonía. Si
la madre de todas las burbujas estallara en esta coyuntura, se revelará la
imposibilidad absoluta de un retorno del capital al ámbito productivo dentro de
la lógica del capital y con ello revelará también el carácter sistémico de la
crisis.
La transición al mundo multipolar podrá subsanar temporalmente la crisis con un
keynesianismo de periferias o desarrollismo productivo a nivel mundial (La Ruta
de Seda ampliada en diferentes continentes). Es un proceso sostenido a puro
crédito, en cuyo proyecto participen eventualmente todos los grandes jugadores,
pero aún está por verse si las grandes obras de infraestructura a las que
apunten, constituirán un verdadero puente hacia otro ciclo de acumulación de
capital, o que más bien revela su carácter improductivo desde la óptica del
capital a nivel mundial, al no relanzar la tasa de ganancia por ningún medio en
ningún lugar. Nosotros creemos que esto último es el escenario que se impone
como el más probable, razón por lo cual las inmensas deudas caerían en default
(cesación de pagos) y nos encontraremos no solo ante un cambio de paradigma sino
ante la transición a otra civilización. Una crisis civilizatoria puede conllevar
también un mundo donde las múltiples civilizaciones que la conforman y conviven,
aunque fueron negadas y opacadas por la visión eurocentrista de civilización
desde 1770, pueden retornar desde las periferias al escenario de las decisiones
para ser parte de una nueva solución. Por ende, el estallo de la ´madre´ de
todas las burbujas podría desembocarse en un movimiento popular a escala
mundial, reivindicando esa nueva civilización.
In
La Página de Wim Dierckxsens
http://mariwim.info/?p=77
Diciembre 2017
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