quarta-feira, 8 de março de 2017

La sociedad comunal, una alternativa a la explotación capitalista  



El economista y activista José Iglesias defiende el municipalismo como vía para
la transformación social

Enric Llopis

El riesgo de pobreza o exclusión social aumentó en España en un 4,8% durante la
crisis, al pasar del 23,8% en 2008 al 28,6% en 2015. Según la agencia Eurostat,
el estado español fue el tercer país de la UE con un mayor incremento tras
Grecia y Chipre. Otra manera de medir el impacto de la crisis es con el número
de perceptores de rentas mínimas de inserción: 789.6672 personas en 2015, una
cifra récord y superior en un 28% al del año anterior. A pesar de los discursos
triunfales del Gobierno, no es mejor el contexto vital de los menores. En
noviembre de 2016 Save the Children informó de que el estado español ocupaba la
segunda posición, tras Rumanía, en la tasa de niños que viven en hogares bajo el
umbral de la pobreza, un 29,6% (2,4 millones); la media europea se sitúa en el
21,1%. Algunos de los contrastes se ponen de manifiesto en la Encuesta
Financiera de las Familias del Banco de España (2017). Las ganancias acumuladas
en el IBEX 35 durante el periodo 2011-2014 alcanzaron el 20%, mientras la
riqueza mediana de los hogares mermaba un 22,1% en el mismo trienio.
Tampoco se avizoraba un futuro boyante a mediados de los años 90 para quienes se
aproximaban a la renta básica, como posible remedio al paro y la pobreza. Entre
ellos se encontraba José Iglesias Fernández, hoy un jubilado de 85 años que se
define como cristalero de profesión y “con esfuerzo” economista. Forma parte de
Coordinación de Luchas Baladre contra el paro, el empobrecimiento y la exclusión
social y también del Seminario de Economía Crítica Taifa. José Iglesias ha
impartido durante años conferencias, seminarios y talleres sobre economía y
renta básica; uno de los últimos, el organizado por Baladre y el Projecte Au de
l’Assemblea d’Aturades y Precàries de CGT-València. En los inicios, hace más de
dos décadas, “la ‘izquierda oficial’ proponía el reparto del trabajo pero no el
de la riqueza”, recuerda el activista. Entonces ya defendía en sus textos la
renta básica en dos sentidos: como instrumento para la distribución de la renta
en el corto plazo y, a largo término, como herramienta de lucha contra el
capitalismo. Pasado el tiempo tal vez fuera más correcto referirse a las “rentas
básicas”, por la pluralidad de modelos. Iglesias distingue entre “débiles” y
“fuerte” o “de los iguales”.
Es autor de “¿Hay alternativas al capitalismo? La renta básica de iguales”
(2006), “De la renta básica a la riqueza comunal” (2013), coautor de “¿Qué es la
renta básica de los iguales?” (2012), que sirvió de base para la primera
Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por la renta básica en Extremadura y
coordinador en 2014 de “El final está cerca, pero el comienzo también. Desde el
marxismo, reflexiones para la recuperación del ecologismo”, todos editados por
Zambra y Baladre. En estos textos y otros desgrana su alternativa económica, que
ha ido madurando y concretando. Por ejemplo, a partir de la Renta básica de las
Iguales se edifica el concepto de Riqueza Comunal. Si el PIB per cápita en el
estado español se situaba en 23.300 euros anuales en 2011, el umbral de la
pobreza habría que cifrarlo en 11.650 euros al año, lo que supondría una renta
básica de 971 euros mensuales. Pero más adelante Iglesias Fernández matizó esta
idea, y propuso tomar como indicador no el “umbral de la pobreza” sino la “renta
per cápita”, con lo que la cantidad percibida por cada ciudadano sería superior.
Además, un 80% se le entregaría a cada persona en mano, mientras el restante 20%
se destinaría a un Fondo de Riqueza Comunal, gestionado por la comunidad. Ésta
decidiría las inversiones del fondo en materia sanitaria, educativa, de
transporte, vivienda, cultura, transporte o energía. Pero el modelo no se cierra
en este punto, ya que se trataría de reducir progresivamente la “cantidad en
mano” y aumentar la inversión comunitaria. ¿Un mero “parche” contra la crisis?
José Iglesias niega que se trate de una estrategia aséptica y lenitiva. “Son
repartos de la renta como herramientas contra la sociedad capitalista y de larga
transición hacia la sociedad comunal”. Tiene claro además que los partidarios de
la Renta Básica de las Iguales y la Riqueza Comunal navegan a contracorriente.
“La ‘izquierda del mendrugo’ ya no condena el empleo capitalista como lugar de
explotación y alienación, sino que reivindica la vuelta a la explotación del
empleo ‘digno’ y el salario ‘justo’”. En alguno de sus libros se apoya en las
ideas del “Manifiesto contra el Trabajo”, del grupo Krisis: la actividad laboral
entendida como “dependencia servil” y la “adoración moderna del trabajo”, vista
como “elevación casi religiosa”. O de acuerdo con el periodista uruguayo Raúl
Zibechi, “en este momento de crisis civilizatoria, el gran desafío de los
movimientos antistémicos es encontrar modos de producir y de vivir diferentes al
capitalismo”.
Tal vez los textos teóricos de José Iglesias no se puedan desvincular de su
biografía. Nacido en 1931 en Ourense, ha pasado más de la mitad de su vida con
rentas que se acercaban a las de la pobreza severa, afirma en su página Web.
Durante 25 años trabajó en oficios albañilería, pintura, cristalería y en el
campo, y durante dos décadas en la industria química. Entre 1975 y 1987 fue
profesor de Economía Social en la Escuela de Asistentes Sociales de Tarragona.
Cuando publica artículos afila la pluma. Hace un año escribía en Kaos en la Red
sobre “Los 12 ladrones más destacados del planeta”, de modo que viraba el
sentido a los listados de las revistas Forbes y Fortune (además de “contar a
estos ‘superladrones’ también se hacen ricas y famosas”). Mencionaba a Bill
Gates (75.000 millones de dólares, Microsoft), Amancio Ortega (65.000 millones,
Inditex), Warren Buffet (60.800 millones, Berkshire Hathaway), Carlos Slim
(50.000 millones, América Móvil) y Jeff Bezos (45.200 millones, Amazon).
Después de trabajar durante más de dos décadas en la renta básica, José Iglesias
se centra en la defensa del municipalismo, que observa como un proceso que ha de
terminar en una sociedad comunal. Lo explica en “Común. Más allá de la
propiedad, el poder y el capitalismo” (diciembre de 2016). Su vía no es la
institucional, que equipara a “entrar en la casa del amo” y contribuye a
“liquidar el poco poder popular que se generó en las plazas del 15-M”. La nueva
sociedad echa raíces en los clásicos del marxismo y del anarquismo, por ejemplo
en la defensa que Marx y Lenin (en las “Tesis de Abril”) hacen de la Comuna de
París. También se apunta a la igualdad social de las comunidades primitivas,
rurales y precapitalistas, destruidas –afirma el filósofo marxista Michael Löwy
en “Marx, Engels y el romanticismo”- por el progreso, el desarrollo de los modos
productivos, la civilización, el Estado y la propiedad privada.
Otro punto de referencia es el “Manifiesto de los iguales”, alumbrado por
Sylvain Maréchal en 1796, en el que se reivindicaba la tierra, “que no es de
nadie; queremos el goce comunal de los frutos de la tierra: esos frutos son de
todos”. No se trata de huera erudición, sino de una ristra de antecedentes con
los que Iglesias Fernández fundamenta teóricamente una sociedad nueva, con una
distribución igualitaria y en la que se han abolido los salarios. También la
“Utopía” de Tomás Moro, el pueblo citado por William Morris en “Noticias de
ninguna parte” (1890) –donde no se compraba ni se vendía- o el comunitarismo de
bienes y medios de producción que figura en los textos de Cervantes.
Uno de los textos de José Iglesias Fernández demuestra ya en el título la
apuesta firme: “El municipalismo como un proceso contra el capitalismo” (junio
de 2014). Elige este ámbito de lucha porque acoge de manera inmediata las
relaciones de vecindario, laborales, culturales, asociativas, de producción y
consumo. El autor señala el ejemplo de la Koordinadora de Kolectivos del Parque
Alcosa, un barrio dormitorio del municipio de Alfafar (Valencia); la
Koordinadora constituyó en 1987 una cooperativa social para la realización de
trabajos de mantenimiento de los servicios públicos, limpieza y jardinería con
personas en riesgo de exclusión. Estas iniciativas de economía social tienen el
municipio su hábitat idóneo. Uno de los puntales del modelo es la gestión
asamblearia y colegiada, con lo que desaparecería finalmente la figura del
alcalde. Otro objetivo “irrenunciable” es la disolución progresiva del Estado.
El economista y activista no esconde la fuerte componente utópica de la
propuesta: “Es un desafío a los poderes del sistema”. Pero ha de entenderse
–insiste Iglesias- no como un dogma cerrado sino como un proceso abierto en el
que cada persona y colectivo decida su camino.
El largo proceso municipalista hacia la sociedad comunal requeriría mucha
paciencia y fases de transición. Seguramente el punto de partida se ubicaría en
la fase de mercado o con predominio del sector privado, en el que muchos de los
bienes públicos operan como mercancías. José Iglesias Fernández distingue un
segundo periodo, en el que los ayuntamientos recuperan las competencias y hacen
posible “la reconversión de la mayoría del sector privado en público”. En la
tercera fase, de transición al comunalismo, éste se convierte en dominante.
Todos los recursos del municipio pasarían a ser propiedad comunal. Durante el
camino, tanto la Renta Básica de las Iguales como la noción de Riqueza Comunal
apuntarían a la transformación social. No menos importante es el aprendizaje de
otras experiencias políticas. Iglesias destaca el libro de los periodistas Raúl
Zibechi y Decio Machado, “Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del
progresismo” (Zambra y Baladre, 2016), que introduce un mensaje para las
izquierdas europeas, pues han tomado como modelo a los gobiernos de Venezuela,
Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil o Uruguay. “Los poderes de funcionarios,
burócratas, técnicos, policías y militares continúan en activo; y mantienen
–cuando no profundizan- los modelos ‘extractivistas’ de producción”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223723
6/3/2017

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