sexta-feira, 5 de maio de 2023

Sudamérica con la fractura del mundo

 



PABLO GANDOLFO, PERIODISTA ESPAÑOL

*/Estados Unidos se prepara para la guerra contra China en todo el
mundo. La planificación bélica incluye a Sudamérica./* */Su estrategia
tiene dos espacios donde la obsecuencia debe ser total: Europa y América
Latina/…*

Frente al debilitamiento progresivo de su hegemonía mundial —con la
guerra que promovió en Ucrania— Estados Unidos inauguró una nueva fase
en su proyección geoestratégica, la fractura del globo para contener a
China. Equivale a reconocer que en una fracción del mundo, Estados
Unidos no será hegemónico, y China y sus aliados tendrán su parte. Lo
cual no es lo mismo que decir que el aparato de estado norteamericano se
vaya a resignar pasivamente.

Esa estrategia tiene dos espacios donde la obsecuencia debe ser total:
Europa y América Latina. En Europa, todo marchaba según lo planeado, la
guerra en Ucrania obró como fuerza centrípeta, la OTAN se muestra
revigorizada, las burguesías europeas no se desalinearon a pesar de que
el capital estadounidense utiliza el conflicto para ganar competitividad
respecto a ellas, y la posibilidad de que esa marcha se rompa no pasa
por las élites sino por la reacción de los pueblos, a medida que las
burguesías trasladan la factura —creciente— hacia sus propias clases
trabajadoras.

Sin embargo, en las últimas semanas aparecieron síntomas de
resquebrajamiento de ese orden. Un pueblo con larga tradición de
revueltas —el francés— se levantó contra una reforma jubilatoria. Cuál
será la jubilación que los franceses tengan es un tema sobre el cual
también influye —y mucho— cómo se resuelva el conflicto en Ucrania.

Como venimos desarrollando en artículos anteriores en El Salto, hoy
menos que nunca, podemos leer el acontecer como fragmentos inconexos,
sin vinculación. Pero, hoy más que nunca, los medios de comunicación
hegemónicos tienden a presentarnos la información de ese modo. Está en
curso una batalla por el reordenamiento del mundo, y cada movimiento
afecta a todos los demás. No solo a los países, también a las clases
sociales dentro de ellos, y a las fracciones de clase. Las relaciones de
fuerza entre clases sociales dentro de un país tienen un correlato en su
política exterior. Y viceversa.

El cambio de relaciones de fuerza en la sociedad francesa producto de
ese levantamiento es uno de los motores detrás de las declaraciones de
Emmanuel Macron durante su viaje de vuelta desde China, las más
disonantes hacia el alineamiento automático con Estados Unidos que un
alto funcionario europeo haya realizado en más de un año de conflicto.

Macron dijo que “Europa debe reducir su dependencia de Estados Unidos y
evitar verse arrastrada a una confrontación entre China y Estados Unidos
por Taiwán”. Agregó que de no hacerlo “el gran riesgo” es “quedar
atrapada en crisis que no son las nuestras, lo que le impide construir
su autonomía estratégica”. Y sacó una conclusión lapidaria: “Si las
tensiones entre las dos superpotencias aumentan… no tendremos el tiempo
ni los recursos para financiar nuestra autonomía estratégica y nos
convertiremos en vasallos”.

Uno de los tres periodistas a los cuales Macron concedió la entrevista
era del medio Político. Al final de la nota aclara que el contenido fue
revisado y pulido por los asesores de Macron. Y termina diciendo que
“algunas partes de la entrevista en las que el presidente habló aún más
francamente sobre Taiwán y la autonomía estratégica de Europa fueron
eliminadas por el Elíseo”. El presidente francés fue aún más crudo en la
realidad que en la versión lavada que nos llega.

*La guerra llega al cono sur*

En América Latina, el imperativo geoestratégico estadounidense aún no se
expresa con la claridad que lo hace al otro lado del Atlántico, pero ya
clarea en el horizonte. En el subcontinente las piezas decisivas son
Brasil y Argentina. Centroamérica carece de fuerza para marcar el rumbo,
y el margen de maniobra de México, dado los nudos de dependencia
respecto a la economía estadounidense, son limitados.

Además, el país azteca busca beneficiarse —¿ingenuamente?— de la nueva
geoeconomía que pretende construir Washington con el near, friend y
ally-shoring [cadenas de suministro], acortando las cadenas de valor, y
utilizando al país como plataforma cercana para mano de obra barata, en
reemplazo del Sudeste Asiático y China. El nearshoring tiene una faceta
comercial pero tiene otra militar, que es prepararse para una guerra de
una escala diferente a las que conocimos en las últimas décadas.

En Beijing —parece que la capital china insufla de valentía a los
mandatarios occidentales— Lula abordó un tema muy sensible para Estados
Unidos y se sumó a la pléyade de iniciativas tendientes a comerciar por
fuera del dólar: “¿Por qué todos los países necesitan hacer su comercio
respaldado por el dólar? ¿Por qué no podemos comerciar con nuestras
propias monedas? ¿Quién decidió que fuera el dólar?”. Lo hizo en una
circunstancia cargada de simbolismos, mientras Dilma Rousseff asumía
como presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) de los BRICS, que
pretende ser la contracara del FMI.

Lula también se refirió a la situación de Argentina: “No le corresponde
a un banco asfixiar la economía de una nación como lo está haciendo
ahora el FMI con Argentina, como lo hizo con Brasil durante tanto tiempo
y como lo hizo con los países del tercer mundo. Ningún gobernante puede
trabajar con un cuchillo en la garganta porque tenga deudas“. También
denunció que el FMI toma a los países como rehenes: “Cuando el Fondo
Monetario Internacional o cualquier otra institución presta a un país
del tercer mundo, la gente se siente en el derecho de mandar, de
administrar las cuentas de esas naciones, como si fueran sus rehenes”. Y
encomió a Dilma Rousseff a que el NBD “preste dinero con miras a ayudar
a los países en desarrollo y no sofocarlos”.

Las palabras de Lula encierran un diagnóstico. La deuda externa y el
Fondo Monetario Internacional son los instrumentos principales para
lograr un sometimiento pleno de Buenos Aires a los de Estados Unidos. La
acuciante necesidad de dólares sirve para ceñir la soga alrededor del
cuello. Lo curioso es que Argentina genera los dólares que necesita,
pero el capital financiero internacional encontró en la deuda externa,
con la complicidad de la lumpen-burguesía local, la manera de devolver
esos dólares a Wall Street y reciclarlos, sumiendo al país en una
escasez cíclica.

El Gobierno anterior, encabezado por Mauricio Macri, un empresario
especializado en negocios reñidos con la legalidad, tomó 100.000
millones de dólares de nueva deuda externa. No fueron utilizados para
realizar inversiones productivas sino para pasar de pesos a dólares las
ganancias de las empresas y girarlos al exterior.

La negociación que se cerró Argentina con el FMI en marzo de 2022,
contiene condicionalidades que ya tiene a la Argentina a las puertas de
la peor crisis económica, social y política de su historia

El actual Gobierno recibió un esquema de pagos que era imposible de
cumplir, que incluía 18.901 millones de dólares en 2022 y 19.144 en
2023. La imposibilidad de pago no era un error de cálculo, sino parte
del programa original. Esa incapacidad renueva la necesidad de
renegociar imponiendo al país nuevas condiciones. La negociación que se
cerró en marzo de 2022, contiene condicionalidades que ya tiene a la
Argentina a las puertas de la peor crisis económica, social y política
de su historia. Sin embargo, este acuerdo tampoco fue escrito para ser
cumplido sino para que llegado el momento, sea un nuevo instrumento para
imponer al país la condiciones que la situación haga pertinentes. En ese
punto, las finanzas dan paso a la geopolítica.

* “La tierra me quiere arrebatar”*

La ofensiva desarrollada en el último mes sobre la Argentina es
ostensible. Veinte días atrás, el presidente argentino, Alberto
Fernández, estuvo en las antípodas de Beijing —Washington— y sus
declaraciones fueron también la contracara de las de Macron y Lula. En
la comunicación oficial consignada por la Casa Blanca, señala que los
presidentes hablaron sobre “minerales críticos, cambio climático, el
espacio y la tecnología”. Hay que recordar esos temas.

En una entrevista posterior al encuentro, el presidente argentino
transparentó el núcleo de la relación, “ayuda” financiera a cambio de
que Argentina entregue recursos invalorables: “Somos grandes productores
de alimentos, somos grandes proveedores de gas, y el primer importador
de litio de Argentina es EE UU (…) Concretamos esta reunión con los
equipos para poder trabajar en estos asuntos, sabiendo que Argentina
está viviendo una situación particularmente difícil”. En la misma
entrevista el presidente dijo que Biden mencionó la presencia de
empresas chinas en obras de infraestructura.

Entre esas preocupaciones —esto no fue mencionado en declaraciones
públicas de ninguno de los presidentes, pero se puede reconstruir a
partir de documentos y declaraciones de otros personeros de EE UU, en
especial la jefa del Comando Sur, la generala de cuatro estrellas Laura
Jane Richardson— se cuentan cinco temas críticos:

1 – Que Huawei no se quede con el 5G. El crecimiento del ancho de banda
permitirá correr sobre ella sistemas militares, inteligencia artificial,
internet de las cosas y más.

2 – Que China no construya la central nuclear Atucha 3. Según
científicos argentinos la iniciativa permitiría realizar avances propios
en el sector atómico nacional.

3 – No realizar la compra de aviones caza chinos Jf-17 para la Fuerza
Aérea, mucho menos fabricarlos.

4 – Rechazar la participación China en el puerto de Ushuaia y Río
Grande, ubicados en el extremo sur, a pocos kilómetros del Estrecho de
Magallanes. El único lugar por donde pasar del Océano Atlántico al
Pacífico en el caso de que el canal de Panamá estuviera cerrado.

5 – Que no haya empresas chinas operando en la vía navegable del Río Paraná.

* “Me acosa con la gloria perdida de su dios”*

Una mención muy especial, por el tono amenazante y su insolencia,
merecen las palabras pronunciadas por la congresista republicana María
Elvira Salazar durante una audiencia legislativa en Washington el 1 de
abril: “Voy a usar este foro para mandar un mensaje a los argentinos,
específicamente a la vicepresidenta. Quiero hacerlo en español, porque
tal vez no te escuchen y tal vez me escuchen a mí. Para advertirles que
si deciden construir una fábrica de aviones, de cazas de guerra chinos
es una muy mala idea para ellos, y para todo lo que tiene que ver con la
relación con EE UU”. Dijo en inglés y cambió de idioma: “Lo voy a decir
en español para que quede muy bien claro a mis amigos argentinos. Su
presidenta y su presidente (sic) están haciendo un pacto con el diablo
que puede tener consecuencias de proporciones bíblicas. EE UU no se va a
quedar con los brazos cruzados, porque no se puede tener un aliado que
fabrique y exporte aviones militares chinos y que los venda a los
vecinos. Hay dos mundos, el mundo libre y el mundo de los esclavos,
espero que los argentinos se queden en el mundo libre”. A María Elvira,
la sororidad la tiene sin cuidado.

Gracias al Espíritu Santo y su capacidad de obrar milagros, el mensaje
de los evangelios de nuestra época —el sacrosanto capital financiero— se
expresó 30 días después y comenzó a descargar su furia contra el país de
esclavos que realiza pactos con Belcebú. Para hacerlo decidió apoderarse
en cuerpo y alma de la humanidad de Loretta Preska, una jueza del
distrito Sur de Manhattan que falló contra el Estado Argentino y a favor
de dos fondos de inversión en la expropiación de la petrolera nacional
YPF, la empresa más importante del país. Quiénes se beneficiaron
instantáneamente fueron los propietarios de acciones de Buford Capital
—uno de los dos fondos— que subieron un 67% en la semana con un pico
superior al 80%.

 El Tribunal Superior de Reino Unido falló en favor de cuatro fondos
buitres y condena a Argentina a pagar 1.330 millones por modificar en
2013 la forma de medir el PBI

Con ese juicio, una espada de Damocles de entre 8.000 y 20.000 millones
de dólares, amenaza a la petrolera estatal que está sentada sobre Vaca
Muerta, el segundo yacimiento de shale gas más importante del mundo y el
cuarto en petróleo. Un diez en geopolítica para el Espíritu Santo.

Cinco días después de ese fallo llegó otro, esta vez desde Londres por
un monto de 1.330 millones de euros. El Tribunal Superior falló en favor
de cuatro fondos buitres por haber modificado en 2013 la forma de
medición del PBI, evitando que tenedores de bonos cobrarán un adicional
atado a esa variable. Mediante los tratados internacionales, el capital
financiero maniató a los países de tal forma que ni siquiera tienen
soberanía para modificar la forma de elaborar sus estadísticas.

La sumatoria de todos los elementos —estos últimos pero también los
mencionados por Biden y Fernández— cobran pleno sentido cuando se los
enfoca bajo la lupa de un trabajo escrito por Evan Ellis, quien oficia
de profesor e investigador en la Escuela de Guerra del Ejército de
Estados Unidos. Bajo esa mirada aparece que detrás de un velo comercial,
de lo que se trata para los estrategas estadounidenses es un tema
militar de cara a una Tercera Guerra Mundial, esta vez contra China.

*“Me acosa el carapálida con la guerra sutil”*

El trabajo de Ellis se titula “El papel estratégico de América Latina en
un conflicto global por Taiwán”. Vaticina que es factible que se
produzca una guerra en los próximos diez años y plantea la posibilidad
de que el subcontinente “se convierta en un campo de batalla en tal
conflicto”. En esa hipótesis China estaría trabajando para “garantizar
la continuidad de los suministros de alimentos”, “la colaboración con
Brasil para el acceso al niobio [utilizado para industria aeroespacial y
superconductores], y con Argentina, Chile, Bolivia y México para
garantizar los flujos de litio”.

Ellis parte del concepto que toda presencia civil china es
potencialmente un instrumento militar en caso de conflicto: “Las
empresas con sede en la República Popular China que operan en la región
podrían servir como un conducto lógico para albergar y apoyar a este
personal, así como a cualquier equipo especial que traigan. El personal
chino asignado a tales compañías, (…) apoyaría la información sobre las
condiciones locales, incluidas las relaciones con figuras políticas y la
población en general, información logística y técnica, y otras
características del terreno”.

Bajo la lógica estadounidense, si China ataca Taiwán, la responsabilidad
será de los gobernantes latinoamericanos, que permitieron que demasiadas
empresas chinas comercien con el continente

Ese personal podría actuar en “la preparación para la interrupción de
instalaciones clave o rutas de interés para los EE UU como el Canal de
Panamá”. Por eso es importante que China no participe en la construcción
de puertos en Tierra del Fuego debido al “valor estratégico de las
instalaciones para el control del Estrecho de Magallanes. Los incentivos
para que los chinos utilicen dicha instalación, y para que el Gobierno
argentino lo permita, se verían complementados por su relativa distancia
de EE UU y, por lo tanto, su seguridad frente a los ataques
estadounidenses”.

Las hipótesis incluyen un ataque biológico masivo contra la región: “La
creación de una crisis alimentaria mediante la realización de ataques
biológicos que puedan ser negados de manera plausible, contra las
plantas y los animales de la región, que abastecen a los EE UU”. Dada la
proclividad de los servicios secretos estadounidenses a los ataques de
falsa bandera, la frase también puede interpretarse como una sugerencia
operativa para ayudar a desatar el conflicto.

Una preocupación especial se sitúa en el dominio digital chino debido a
la “información recopilada por (…) Huawei, ZTE, Xiaomi, Oppo y otros
teléfonos inteligentes, datos gubernamentales, personales y comerciales
que viajan a través de las arquitecturas de telecomunicaciones”

El conocimiento que China posee, a través de sus empresas civiles de la
región, facilitaría ataques sobre “infraestructuras críticas en sectores
como las telecomunicaciones, la electricidad, las finanzas y los
puertos, entre otros”. Las acciones podrían incluir “la interrupción de
las cadenas de suministro que apoyan a las empresas clave de defensa” en
particular “minerales críticos”.

Una preocupación especial se sitúa en el dominio digital debido a la
“información recopilada por (…) Huawei, ZTE, Xiaomi, Oppo y otros
teléfonos inteligentes, datos gubernamentales, personales y comerciales
que viajan a través de las arquitecturas de telecomunicaciones de Huawei
y ZTE dominantes en la región, datos contenidos en los servidores en la
nube de Huawei y Alibaba (…) sobre la ubicación y las actividades clave
del Gobierno”. La competidora de Uber, Didi, es mencionada como fuente
de informaciones valiosas. También Hikvision y Dahua, que comercializan
cámaras para vigilancia. Esa información puede ser usada “para atacar a
los líderes políticos y del sector de la seguridad, (…) incluyendo el
chantaje aprovechando el conocimiento de sus vidas personales obtenido a
través del acceso digital anteriormente mencionado”.

Otro tanto vale para el dominio espacial: “El acceso de China a las
arquitecturas espaciales y al personal de América Latina podría darle
importantes oportunidades en tiempos de guerra para capturar señales de
inteligencia u otra información sobre objetivos estadounidenses”.

En particular, los satélites co-desarrollados que incluye cinco con
Brasil, tres con Venezuela y uno con Bolivia. En ese ítem aparece la
“construcción y operación del radar de espacio profundo en Neuquén,
Argentina, gestionado por personal del EPL” y también “la instalación de
búsqueda de alcance láser en el Observatorio de San Juan (…). El acceso
a estas instalaciones espaciales podría proporcionar datos de apoyo a
los ataques chinos desde el espacio contra los EE UU”.

El análisis de escenarios realizado por Evan Ellis incluye la
posibilidad de que en un primer momento del conflicto, China pueda
destruir las flotas navales de Estados Unidos en el Pacífico “a través
de sus misiles balísticos y de crucero antibuque” y pudiera “mantener a
raya las plataformas de proyección de poder de EE UU, como portaaviones,
anfibios y otras naves de superficie”.

Si la dinámica no se modifica radicalmente, Sudamérica pagará muy caro
sus debilidades expresadas diez años atrás, cuando no pudo constituir
una fuerte unidad alrededor de la Unasur

Este escenario es importante para Sudamérica porque el centro de
gravedad del conflicto, pasaría de manera creciente desde la costa
asiática a la de América. Como China no tendrá fuerza para avanzar sobre
la costa estadounidense debería hacerlo sobre áreas más alejadas, donde
Estados Unidos tenga menores posibilidades de proyectar su poder aéreo y
naval, para luego moverse progresivamente hacia el norte. Allí sería
clave la naviera comercial China Shipping, de la cual podemos ver sus
contenedores en cualquier puerto de Sudamérica, que permitiría
“familiaridad operativa” así como “la capacidad de hacer un uso militar
efectivo de cualquier instalación que se vería facilitada por el
conocimiento y las relaciones de trabajo con sus homólogos militares del
país en cuestión”.

El documento termina con una advertencia para a los gobernantes
latinoamericanos: “Es de interés para los líderes políticos y otros en
la región considerar cómo las interacciones militares con el EPL, así
como los proyectos comerciales con empresas con sede en la RPC por parte
de los gobiernos y socios latinoamericanos, en sectores estratégicos
como los puertos, el espacio y el dominio digital, pueden contribuir
indirectamente a la forma en que los chinos podrían buscar explotar las
oportunidades creadas por dichos proyectos en el caso indeseable de que
el creciente enfoque de la administración Xi en la incorporación forzosa
de Taiwán, desate un conflicto de alcance global”. Si China ataca
Taiwán, la responsabilidad será de los gobernantes latinoamericanos, que
permitieron que demasiadas empresas chinas comercien con el continente.

 Una década más tarde, la región asiste como un espectador privilegiado,
sin voz ni voto, a la planificación del choque en su propio territorio
por la reconfiguración del mundo

Más allá de la relación problemática que vincula a Evan Ellis con el
razonamiento lógico, si la dinámica no se modifica radicalmente,
Sudamérica pagará muy caro sus debilidades expresadas diez años atrás,
cuando no pudo constituir una fuerte unidad alrededor de la Unasur —que
hoy intenta resucitar— que permitiera blindar el subcontinente. Una
década más tarde, la región asiste como un espectador privilegiado, sin
voz ni voto, a la planificación del choque en su propio territorio por
la reconfiguración del mundo.

Em
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2023/05/05/sudamerica-en-peligro-con-la-fractura-del-mundo/
5/5/2023

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