sexta-feira, 17 de fevereiro de 2017

Trabajadores del Hotel Bauen esperan que Macri no vete la Ley de expropiación



Revista Cítrica

En la última media hora de sesión ordinaria del Senado se aprobó la expropiación
del histórico Hotel Bauen Cooperativa de Trabajo, pese al rechazo del
interbloque de Cambiemos.

Un abrazo grande como un hotel
Anoche, el Senado aprobó la Ley de Expropiación del Bauen. La historia del hotel
es un mosaico de la del país: cerró en 2001, sus trabajadores fueron estafados,
pero lo recuperaron y lo convirtieron en un emblema de lucha y dignidad.
Cuando el Hotel Bauen cerró sus puertas, treinta y cinco de los escasos sesenta
trabajadores que la empresa tenía por aquel entonces tuvieron la voluntad y las
condiciones personales dadas para soportar los primeros tiempos difíciles, y se
la jugaron por resistir. Y la apuesta funcionó. Surgida de la vivencia de
quedarse sin laburo a pesar de cumplir impecablemente con sus funciones, la
convicción de esas personas por crear sus propios trabajos dio sus frutos. Hoy
 la cooperativa genera 130 puestos de trabajo y el hotel crece día a día.A fines
de 2015 Diputados dio media sanción a la Ley de Expropiación, durante todo 2016
la norma durmió en el Senado. Para hacerse escuchar, los trabajadores realizaron
una campaña, juntaron firmas y con la consigna Ponete la camiseta del Bauen
consiguieron lo que parecía imposible: durante los últimos quince minutos de la
última sesión del año lograron la sanción en el Senado. Ahora solo resta que el
presidente Mauricio Macri no la vete.

Pero la historia empieza antes, hace ya casi quince años, con la quiebra. Con
los treinta y cinco trabajadores que resisten. Con el respaldo de los
movimientos de empresas recuperadas. Con más compañeros que se van sumando a la
lucha. Con artístasy grupos de rock que hacen recitales para defender los
puestos de laburo cooperativo. Con políticos de distintos sectores que entienden
al Bauen como un lugar al que hay defender.
“Cuando el hotel cierra, el 28 de diciembre del 2001, quedamos en la calle.
Pasamos más de un año intentando cobrar lo que nos adeudaban. Hasta que
finalmente decidimos tomarlo pacíficamente y ponernos a trabajar”, rememora el
inicio de la apuesta Horacio Lalli, socio fundador de la Cooperativa de Trabajo
Buenos Aires Una Empresa Nacional. Él entró a trabajar en 1999 y desdes el
principio ya supo que las perspectivas eran desfavorables. El hotel tenía
problemas por todos lados, nunca estaba lleno y el contexto no ayudaba. Así fue
que en diciembre de 2001 vio cómo -al igual que muchas otras empresas que
también serían recuperadas por sus trabajadores- el Bauen había llegado a su
fin.
Los 19 pisos del edificio de Callao y Corrientes en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires fueron recuperándose de a poco. “Cuando entramos al hotel después de la
quiebra no había nada. Se habían llevado todo, estaba sucio, no había agua
caliente, no había ropa de cama. Hicimos algunas reparaciones básicas para
empezar a funcionar”, explican los trabajadores el inicio de la reconstrucción.
“En esa época eran todos jóvenes llenos de ímpetu, había una alegría en el
movimiento interno que en una empresa privada no existe, era como estar en un
parque de diversiones dentro de un laburo. Ese fue el momento más disfrutable”,
aseguran los trabajadores más veteranos.
Aquel tiempo de reconstrucción y sueños cumplidos no solo significó recuperar el
trabajo y aclimatar al hotel a las necesidades de los clientes. También
significó nutrirlo de una nueva identidad y de ordenarlo legalmente. Fue mucho
más trabajo. “Tuvimos que encuadrar todo dentro del sistema cooperativo, que era
y es la figura legal que nos permite trabajar. No teníamos noción de lo que era
una cooperativa y tuvimos que entender el funcionamiento. Y así  fue como
supimos que los responsables de todo lo que sucediera íbamos a ser nosotros”,
cuenta Horacio, con orgullo y responsabilidad.
Justamente de responsabilidades habla Armando Casado, especie de gurú o de viejo
sabio que permanece para presentar batalla. “Hablen con Armando, él tiene una
parla impresionante”, nos sugieren. Armando es un referente. Se bancó en los 90
servir a la alta burguesía: era maitre de eventos y banquetes. Con un cambio de
administración se fue. Lo llamaron cuando se conformó la cooperativa para que
fuera socio fundador pero no pudo. Menos de un año más tarde se sumó. Ahora es
simplemente mozo. Y cooperativista, lo que implica una gran responsabilidad.
“Cuando trabajas para un privado obedeces, acá no. Un hotel es distinto a otras
empresas recuperadas. Se trabaja con gente. El producto bruto terminado es un
pasajero que se va contento. Tenes que afilar bien los sentidos para darle a ese
pasajero lo mejor. Entonces el trabajo se hace, se obedece y la discusión tiene
que quedar para después”, nos enseña Armando.
Y precisamente con la noción de responsabilidad, con la convicción de defender a
un trabajo realmente colectivo, realmente propio y para toda la vida, los
trabajadores pasaron de 35 a 133 y las habitaciones de 10 a 400. Aunque el
crecimiento también genera envidia y eso da dificultades. Vinieron los tiempos
en los que algún juez, algún diputado trasnochado o algún gobierno ordenó un
desalojo y propuso buscarle otros trabajos a los cooperativistas. Como si todos
los trabajos fueran lo mismo. “Me podés reubicar en un restaurante que tenga
filetes de oro en la puerta pero yo no me voy a sentir cómodo, esto con todas
las falencias edilicias que tiene, y aún con problemas internos, para mí sigue
siendo algo especial. No es lo mismo otro trabajo. Acá yo tengo un sentido de
pertenencia por tantos años de lucha. Más ahora que es nuestro. No me interesan
las jaulas de oro”, dice Armando, sentado en una de las mesas a las que todos
los días le toca atender.
Como no es lo mismo este trabajo que cualquier otro, también se defiende de otra
manera. Horacio detalla las diferencias entre el trabajo cuando el hotel era
regenteado y ahora que es autogestionado: “La participación es muy distinta,
ahora todos los compañeros somos responsables de lo que pasa en el hotel, hay un
consejo de administración pero las decisiones más importantes se resuelven en
asamblea donde cada compañero tiene una voz y un voto. Nosotros trabajamos de lo
que producimos, nuestro sueldo es un retiro de utilidades. Y eso está
condicionado por lo que hay que invertir en el edificio, porque cuando lo
construyeron lo hicieron con fecha de vencimiento, así que hay que estar
reparando cosas permanentemente”.
Desde que el Bauen es cooperativa ha crecido también como un espacio cultural.
Ciclos y festivales de cine, Teatro x la Identidad, debates y programas de radio
tienen lugar en el auditorio y distintas partes hotel. “El Bauen se transformó
en un símbolo donde mucha gente lo utiliza para llevar adelante otras luchas. La
del sindicato del Subte, o la de igualdad de género son ejemplos. Y todos los
partidos políticos han utilizado el auditorio y lanzado candidaturas. También
pasan universidades, organizaciones sociales”, destaca Horacio. “Durante su
historia como empresa de capital el Bauen era un hotel de los sectores
dominantes. Después del conflicto se transforma en su versión antagónica: es la
casa del pueblo, no hay asamblea del mundo del trabajo o la economía social que
no pase por acá”,  rescata Federico Tonarelli,  actual responsable de Relaciones
Institucionales del Hotel Bauen
Los últimos años fueron los más duros. Vaivenes judiciales, ordenes de desalojo,
legisladores que los bancaron y otros que hasta redactaron leyes para
perjudicarlos y beneficiar a los antiguos dueños. “Lo más jodido fue el último
tiempo: por la incertidumbre de no saber qué nos va a pasar. No por mi, yo ya me
jubilé y mis hijos ya están grandes. Pero por los otros chicos, que se van a
quedar sin laburo a los 30 años. Ellos tienen sentido de permanencia. Discuten
con el corazón. Si nos sacan de acá y aún si nos dan otro trabajo, sería nefasto
desde el punto de vista espiritual. Nos desarraigamos, es como a los indios, les
das un pedazo de tierra acá, otro allá…¿y de qué les sirve eso?”, interpela
Horacio, como un padre que ve orgulloso cómo sus hijos toman la posta pero aún
quiere quedarse a pelear con ellos.
La expropiación le pondría fin a todas las ordenes de desalojo e intentos de la
Justicia y de los viejos dueños por impedir el normal funcionamiento de una
empresa argentina que funciona y genera trabajo: “No ganamos sólo nosotros:
ganaron todos los que creen en este proyecto y nos dan fuerza día a día.
Demostramos que los negros pueden llevar una empresa adelante y es un mensaje a
muchas cooperativas que necesitan fuerza para seguir”, fue el discurso
victorioso de Eva Losada, la actual presidenta, cuando en diciembre de 2015
Diputados dio media sanción al proyecto.
La lucha no es fácil porque, como explica Horacio Lalli, trabajadores que ponen
en marcha una empresa ponen al descubierto una contradicción: “Nosotros además
de cooperativa somos empresa recuperada. Una empresa recuperada no surge del
acuerdo de unos compañeros que tienen dinero para invertir en algo; sino de una
crisis, de una quiebra, de quedar en la calle y tener que realizar cosas. Cuando
sucede este fenómeno de que los trabajadores ponen en funcionamiento la empresa
hay un sector que se siente molesto. Somos un mal ejemplo. Si todos
defendiéramos la autogestión, ¿los que viven de los otros de qué vivirían?”

Fotos: Sub coop y La vaca
In
FACTA
http://www.facta.org.ar/news/el-hotel-bauen-obtuvo-la-ley-de-expropiacion-definitiva/
Febrero 2017

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