sábado, 11 de novembro de 2017

Reflexiones tras el 19º Congreso Nacional del Partido Comunista de China China y Estados Unidos: Planificación racional y lumpen capitalismo (I)



James Petras


Rebelión

      Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo


Introducción
Periodistas y analistas, políticos y sinólogos estadounidenses dedican una
cantidad considerable de tiempo y espacio a especular sobre la personalidad del
presidente chino Xi Jinping y las personas por él nombradas para dirigir los
principales organismos del gobierno chino, como si esos fueran los aspectos más
importantes del 19º Congreso Nacional del Partido Comunista de China (celebrado
del 18 al 24 de octubre de 2017)2.
Enredados en los chismes, la especulación ociosa y el menosprecio mezquino por
sus dirigentes, la prensa occidental ha sido incapaz, una vez más, de tomar en
consideración los cambios históricos que están teniendo lugar en estos momentos
en China y en todo el mundo.
Estos cambios históricos a escala mundial, expresados con claridad por el
presidente Xi Jinping, están presentes en la visión, la estrategia y el programa
del último congreso. Están basados en una evaluación rigurosa del pasado y el
presente de China, así como en sus futuros logros.
Las propuestas meditadas, las proyecciones futuras y la presencia del presidente
chino ofrecen un agudo contraste con el caos, la demagogia y las calumnias que
caracterizaron la campaña presidencial multimillonaria de Trump y sus
vergonzosos resultados.
La claridad y la coherencia de un profundo pensador estratégico como el
presidente Xi Jinping contrasta con las declaraciones improvisadas,
contradictorias e incoherentes del presidente y del Congreso estadounidenses. No
es solo una cuestión de estilo, sino de sustancia del contenido.
En este artículo procederemos a comparar el contexto, el contenido y la
dirección de ambos sistemas políticos.
 China: pensamiento estratégico y resultados positivos
China, antes que nada, ha establecido unas directrices estratégicas bien
definidas que subrayan las prioridades macroeconómicas, macrosociales y
militares para los próximos cinco, diez y veinte años. Se ha comprometido a
reducir la contaminación en todas sus manifestaciones mediante la transformación
de una economía basada en la industria pesada en otra basada en los servicios de
alta tecnología, pasando de los indicadores cuantitativos a los cualitativos.
En segundo lugar, China quiere aumentar la importancia relativa del mercado
interno y reducir su dependencia de las exportaciones. Ampliará la inversión en
sanidad, educación, servicios públicos, pensiones y subsidios familiares.
En tercer lugar, China tiene previstas fuertes inversiones en diez sectores
económicos prioritarios. Entre ellos se encuentran la maquinaria informatizada,
la robótica, vehículos de bajo consumo, aparatos médicos, tecnología
aeroespacial y transporte marítimo y ferroviario. Se propone invertir 3 billones
de dólares para mejorar la tecnología de los sectores esenciales, incluyendo
vehículos eléctricos, ahorro de energía, control numérico (digitalización) y
otras diversas áreas. Asimismo, planea incrementar la inversión en investigación
y desarrollo del 0,95% al 2% del PIB.
Además de todo eso, China ha comenzado los pasos necesarios para lanzar el
“petro-yuan” y poner fin a la dominación financiera global de Estados Unidos.
China se ha convertido en el máximo propulsor de las redes de infraestructura
global con su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda3, que atravesará Eurasia. Los
puertos, aeropuertos y ferrocarriles de construcción china conectan ya veinte
ciudades chinas con Asia Central, Asia Oriental, Sudeste Asiático, África y
Europa. China ha propuesto la creación de un banco multilateral, el Banco
Asiático de Inversión en Infraestructura (que cuenta con más de 60 naciones
miembro), contribuyendo con 100.000 millones de dólares para su financiación
inicial.
China ha combinado su revolución en la recogida y análisis de datos con la
planificación central para derrotar la corrupción y mejorar la eficiencia de la
asignación de créditos. La economía digital de Pekín se encuentra en la
actualidad en el centro de la economía digital global. Según un experto, “China
es el líder mundial en pagos realizados a través de dispositivos móviles” (11
veces más que EE.UU.). Una de cada tres empresas emergentes en el mundo,
valoradas en más de 100.000 millones de dólares, nacen en China4. Se ha adaptado
la tecnología digital a los bancos estatales con el fin de evaluar los riesgos
en los créditos y reducir en gran medida los créditos malos. Esto permitirá
crear a la financiación un nuevo modelo dinámico y flexible que combine la
planificación racional con el vigor emprendedor5.
Como resultado, el Banco Mundial, controlado por Estados Unidos y la Unión
Europea, ha perdido su posición crucial en las finanzas globales. China ya es el
principal socio comercial de Alemania y está a punto de convertirse en el
principal socio comercial y aliado contra las sanciones de Rusia.
China ha ensanchado y extendido sus misiones comerciales por todo el planeta,
reemplazando el papel que desempeñaba Estados Unidos en Irán, Venezuela y Rusia
y en todos aquellos lugares en los que Washington ha impuesto sanciones
beligerantes.
Aunque China ha modernizado sus programas de defensa militar e incrementado el
gasto en dicho campo, casi todo el énfasis está puesto en la “defensa interna” y
la protección de las rutas comerciales marítimas. China no ha participado en una
sola guerra en las últimas décadas.
El sistema de planificación central chino permite al gobierno asignar recursos a
la economía productiva y a sus sectores prioritarios. Bajo la presidencia de Xi
Jinping, China se ha dotado de un sistema de investigación y jurídico que ha
propiciado la persecución y detención de más de un millón de funcionarios
corruptos en el sector público y de empresarios privados. El estatus elevado no
es garantía de protección en la campaña anticorrupción del gobierno: más de 150
miembros del Comité Central y plutócratas multimillonarios han sido purgados por
la misma. También es significativo que el control central sobre los flujos de
capital (hacia el exterior y hacia el interior) permite la asignación de
recursos financieros a los sectores productivos high tech al tiempo que limita
la fuga de capitales o su desvío hacia la economía especulativa.
Como resultado de todo ello, el PIB de China ha venido creciendo del 6,5% al
6,9%, cuatro veces superior al ritmo de crecimiento de la UE y tres veces el de
EE.UU.
En cuanto al ámbito de la demanda, China es el mayor mercado mundial (y sigue
creciendo). La renta aumenta, especialmente para los trabajadores asalariados.
El presidente Xi Jinping ha afirmado que el capítulo de las desigualdades
sociales es el principal objetivo a mejorar en los próximos cinco años.
Estados Unidos: caos, retroceso y reacción
Por el contrario, el presidente y el Congreso de Estados Unidos no han elaborado
una visión estratégica para el país, y mucho menos una vinculada a propuestas
concretas y prioridades socioeconómicas, que podría beneficiar a la ciudadanía.
Estados Unidos posee 240.000 militares activos y en la reserva, destinados en
172 países. China tiene menos de 5.000 en un solo país, Yibuti. Estados Unidos
tiene estacionados 40.000 efectivos en Japón, 23.000 en Corea del Sur, 36.000 en
Alemania, 8.000 en Reino Unido y más de 1.000 en Turquía. China, mientras tanto,
posee un número equivalente de personal civil muy especializado encargado de
actividades productivas por todo el mundo. Las misiones chinas en el extranjero
y los expertos que las forman trabajan a favor del crecimiento económico tanto
de China como del mundo.
Los múltiples conflictos militares que Estados Unidos tiene abiertos en
Afganistán, Irak, Siria, Libia, Yemen, Níger, Somalia, Jordania y otros lugares
han absorbido y desviado cientos de miles de millones de dólares de las
inversiones productivas en la economía interior. En muy pocos casos, el gasto
militar ha sido empleado para construir carreteras e infraestructuras útiles que
podrían considerarse de “doble uso”, pero la gran mayoría de las actividades de
EE.UU. en el extranjero han sido tremendamente destructivas, como lo demuestra
el deliberado desmembramiento de Yugoslavia, Irak y Libia.
Estados Unidos carece de las políticas coherentes y el liderazgo estratégico de
China. Aunque el caos es inherente a las políticas de “libre mercado” del
sistema financiero de Estados Unidos, durante el régimen de Trump dicho caos se
ha generalizado y resulta especialmente peligroso.
Los congresistas demócratas y los republicanos, unidos y divididos, se enfrentan
activamente al presidente Trump en cualquier asunto, por insignificante que sea.
Trump improvisa y cambia sus políticas a cada momento o, como mucho, cada día.
Estados Unidos cuenta con un sistema partidista en el que el partido que
gobierna oficialmente tiene dos alas militaristas que representan a las grandes
corporaciones.
Estados Unidos ha gastado más de 700.000 millones de dólares al año en siete
guerras distintas y en promover “cambios de régimen” o golpes de Estado en
cuatro continentes y ocho regiones en las últimas dos décadas. Esto ha provocado
una disminución de la inversión en la economía doméstica y el deterioro de
infraestructuras fundamentales, pérdida de mercados, declive socioeconómico
generalizado y una reducción del gasto en investigación y desarrollo de bienes y
servicios.
Las 500 corporaciones más importantes de EE.UU. invierten en el extranjero,
principalmente para aprovechar las ventajas fiscales y la mano de obra barata,
olvidándose de los trabajadores estadounidenses y evadiendo los impuestos
nacionales. Son las mismas corporaciones que comparten la tecnología y el
mercado estadounidenses con los chinos.
En la actualidad, el capitalismo estadounidense está dirigido por las
instituciones financieras en beneficio propio, que absorben el capital que
anteriormente iba dirigido a las inversiones productivas; esto crea una economía
desequilibrada y propensa a la crisis. Por el contrario, China determina la
planificación temporal y espacial de sus inversiones así como las tasas de
interés bancario, marcando las inversiones prioritarias, sobre todo en los
sectores avanzados de la tecnología punta.
Washington ha destinado cientos de miles de millones a construir infraestructura
para uso militar cara e improductiva (bases militares, puertos, bases aéreas,
etc.) con el fin de reforzar regímenes aliados estancados y corruptos. Como
consecuencia, Estados Unidos no posee nada comparable al proyecto de
infraestructura de la Nueva Ruta de la Seda, que cuenta con un presupuesto de 10
billones de dólares, que unirá los continentes y los principales mercados
regionales y creará millones de empleos productivos.
Estados Unidos ha roto los vínculos globales con los centros dinámicos de
crecimiento. Washington recurre a la retórica chovinista irracional para imponer
su política comercial, mientras que China promueve redes globales mediante
empresas conjuntas. China incorpora conexiones de abastecimiento internacionales
que les permiten trabajar con la tecnología punta de Occidente y la mano de obra
de bajo coste de Oriente.
Las ganancias de las grandes corporaciones industriales estadounidenses y sus
acciones en alza tanto en el sector de la construcción como en el aeroespacial
son producto de sus fuertes vínculos con China. Según informaciones propias,
Caterpillar, United Technologies 3M y las compañías de automoción de EE.UU.
experimentaron un crecimiento de dos dígitos en sus ventas a China.
Por el contrario, el régimen de Trump ha asignado (y gastado) cientos de miles
de millones a compras militares que le sitúen en posición de amenazar con la
guerra a los países periféricos de China e interferir en su comercio marítimo.
La decadencia estadounidense y el frenesí mediático
El retroceso y la decadencia del poderío económico de Estados Unidos han
provocado un frenesí de estúpidos ataques personales al líder político chino Xi
Jinping en los medios de comunicación. Entre ellos, los escribas del Financial
Times se llevan la palma por su mordacidad descerebrada. Describen a los
mercenarios y a los santones del Tíbet como modelo de democracia y “víctimas” de
un floreciente Estado chino modernizador ¡que no posee los “valores
occidentales” (sic) de los tambaleantes belicistas angloamericanos!
Con el fin de denigrar el sistema de planificación nacional de China y sus
iniciativas para vincular su economía de alta tecnología con la mejora de las
condiciones de vida de la población, los periodistas del Financial Times
critican al presidente Xi Jinping por los siguientes defectos:
-No ser un comunista tan entregado como Mao Zedong o Deng Xiaoping.
-Ser demasiado “autoritario” (o tener demasiado éxito) en su campaña para
deshacerse de los funcionarios corruptos.
-Por establecer objetivos serios a largo plazo al tiempo que se enfrenta y
supera los problemas económicos abordando el “peligroso” nivel de deuda.
Mientras China ensancha su horizonte cultural, la élite global anglosajona
incide en la posibilidad de una guerra nuclear. El Financial Times menosprecia
el despliegue cultural y económico chino por todo el mundo calificándolo de
“poder blando subversivo”. Las mentes y los medios de comunicación propios de un
estado policial en Occidente consideran el despliegue chino como un complot o
una conspiración. Cualquier escritor, pensador o legislador que haya estudiado y
alabado el éxito chino es considerado con desdén un ingenuo o un agente del
taimado presidente chino. Sin aportar datos ni reflexiones, el Financial Times 
(27/10/2017) advierte a sus lectores y a los agentes de policía de que tengan
cuidado ¡para que no les seduzcan las historias del éxito chino!
El avance de China en la producción automovilística es evidente cuando se
consideran sus progresos en el dominio del mercado de vehículos eléctricos.
Todos los principales fabricantes europeos y estadounidenses han ignorado las
advertencias de los ideólogos mediáticos occidentales y se han apresurado a
crear empresas mixtas con China.
China cuenta con una política industrial. Estados Unidos cuenta con una política
bélica. China tiene previsto superar a Estados Unidos y Alemania en inteligencia
artificial, robótica, semiconductores y vehículos eléctricos para 2025. Y lo
conseguirá, porque esas son sus prioridades científicas y económicas, claramente
especificadas.
Por increíble y desvergonzado que parezca, la prensa estadounidense prefiere
difundir historias de los despreciables violadores de Hollywood, como el
poderoso magnate cinematográfico Harvey Weinstein, y sus cientos de víctimas, al
tiempo que ignoran la novedad histórica de alcance mundial que suponen los
rápidos avances económicos chinos.
Las élites empresariales estadounidenses están muy ocupadas presionando a su
presidente y al Congreso para que bajen los impuestos a los multimillonarios,
¡mientras 100 millones de ciudadanos de este país continúan sin disfrutar de
atención sanitaria y sufren un descenso en la esperanza de vida! Parece que
Washington está decidido a lograr un retroceso planificado por el Estado.
Mientras las bombas estadounidenses continúan cayendo sobre Yemen y los
contribuyentes de Estados Unidos financian el gigantesco campo de concentración
israelí antes conocido como Palestina, China construye redes de carreteras y
ferrocarril para unir el Himalaya y Asia Central con Europa.
Así como Sherlock Holmes aplicaba la ciencia de la observación y la deducción,
los medios y los políticos estadounidenses perfeccionan el arte de la ofuscación
y el engaño.
En China, los científicos y los innovadores desempeñan un papel fundamental en
la producción y el aumento de disponibilidad de bienes y servicios para las
pujantes clases media y trabajadora. En Estados Unidos, la élite económica
desempeña un papel fundamental en el agravamiento de las desigualdades, aumento
de los beneficios gracias a la reducción de la carga fiscal y la transformación
del trabajador estadounidense en mano de obra temporal y mal remunerada,
destinada a morir prematuramente debido a condiciones prevenibles.
Mientras el presidente Xi Jinping trabaja codo con codo con los mejores
tecnócratas de la nación para subordinar el ejército a los objetivos civiles, el
presidente Trump y su Administración subordinan sus decisiones económicas al
complejo militar-industrial-financiero-proisraelí.
Pekín invierte en redes globales de científicos, investigadores y académicos. En
Estados Unidos, la “oposición” demócrata y los republicanos descontentos
trabajan junto a los grandes medios corporativos (incluyendo al respetable
Financial Times) para financiar y fabricar conspiraciones y complots bajo la
cama presidencial de Trump.
Conclusión
China despide y persigue a los funcionarios corruptos y apoya a los innovadores.
Su economía crece mediante inversiones, empresas mistas y una gran capacidad
para aprender de la experiencia y una espléndida recogida de datos. Estados
Unidos despilfarra sus recursos internos en múltiples guerras, especulación
financiera y la desenfrenada corrupción de Wall Street.
China investiga y castiga a sus empresas y funcionarios corruptos, mientras que
la corrupción parece seguir siendo el principal criterio para la elección o el
nombramiento de altos cargos en Estados Unidos. Los medios de comunicación
estadounidenses adoran a sus multimillonarios evasores de impuestos y piensan
que pueden cautivar al público con una exhibición deslumbrante de fanfarronadas,
incompetencia y arrogancia.
China dirige su economía planificada para abordar sus prioridades internas.
Utiliza sus recursos financieros para crear proyectos de infraestructuras
globales históricos, que servirán para mejorar sus asociaciones internacionales
mutuamente beneficiosas.
No resulta sorprendente que se considere que China se dirige hacia el futuro con
paso decidido mientras se contemple a Estados Unidos como una amenaza aterradora
y caótica para la paz mundial y a sus propagandistas como cómplices voluntarios.
China no está exenta de limitaciones en el campo de la expresión política y los
derechos civiles. Sus fracasos a la hora de rectificar las desigualdades
sociales y detener la sangría de miles de millones de dólares de riqueza
ilícita, y los problemas de corrupción del régimen no resueltos seguirán
generando conflictos de clase. Pero lo más importante es señalar el rumbo que
China ha decidido tomar y su capacidad y compromiso para identificar y corregir
los principales problemas a los que se enfrenta.
Estados Unidos ha renunciado a asumir sus responsabilidades. Carece de la
voluntad o la capacidad para convencer a sus bancos de que inviertan en
producción interna con el fin de expandir su mercado nacional. No tiene ninguna
intención de identificar y purgar a los absolutamente incompetentes y de
encarcelar a los descaradamente corruptos funcionarios y políticos de ambos
partidos y de las élites.
A día de hoy, una inmensa mayoría de ciudadanos estadounidenses desprecia,
desconfía y rechaza a la élite política de su país. Más del 70% considera que
las ridículas discrepancias de las facciones políticas han alcanzado su mayor
nivel en cincuenta años y han paralizado al gobierno. El 80% de la opinión
pública cree que el Congreso es disfuncional y el 86% cree firmemente que
Washington miente.
Jamás un imperio con un poder tan ilimitado entró en decadencia y se vino abajo
con tan pocos logros.
China es un imperio económico en ascenso, pero avanza gracias a su compromiso
activo con el mercado de las ideas y no mediante guerras inútiles contra
competidores y adversarios competentes.
Según avanza la decadencia de Estados Unidos, así lo hace la degeneración de sus
propagandistas.
La constante denigración que realizan los medios de comunicación de los desafíos
a los que se enfrenta China y de sus logros es un pobre sustituto del análisis.
Las defectuosas estructuras política y legislativa de Estados Unidos y sus
incompetentes líderes políticos defensores del libre mercado y carentes de
cualquier visión estratégica se desmoronan cuando se les compara con el progreso
de China.
Notas:
1- El término lumpen capitalismo hace referencia a un sistema económico en el
que el sector financiero y el militar explotan la tesorería del Estado y la
economía productiva para beneficio del 1 por ciento de la población.
2- Al 19º Congreso Nacional asistieron 2.280 delegados en representación de 89
millones de miembros del partido.
3- También conocido como Puente Terrestre Eurasiático, es una ruta de
ferrocarril para pasajeros y mercancías que unirá los puertos del Pacífico del
Lejano Oriente ruso y chino con los puertos marítimos europeos.
4- Financial Times, 28/10/2017, p. 7.
5- Ídem.
 La presente traducción puede reproducirse libremente siempre que se respete su
integridad y se cite a su autor, su traductor y a Rebelión como fuente de la
misma.

In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233846
10/11/2017

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