sábado, 20 de fevereiro de 2021

A veces El Capital de Marx es una almohada, otras veces nos obliga a profundizar nuestras luchas

 




          *VIJAY PRASHAD, HISTORIADOR Y PERIODISTA DE LA INDIA *

Estimados amigos y amigas,

Saludos desde el Instituto Tricontinental de Investigación Social
<https://www.thetricontinental.org/es/>.

En 1911, un joven Ho Chi Minh (1890-1969) llegó a Francia, país que
había colonizado su tierra natal, Vietnam. Aunque había sido criado con
un espíritu patriótico comprometido con el anticolonialismo, el
temperamento de Ho Chi Mihn no le permitía refugiarse en un romanticismo
nostálgico. Comprendía que el pueblo vietnamita debía inspirarse en su
propia historia y tradiciones, así como también en las corrientes
democráticas que se habían desarrollado en los movimientos
revolucionarios de todo el mundo.

En Francia, se involucró en el movimiento socialista, que le enseñó
sobre las luchas obreras en Europa, aunque lxs socialistas franceses no
se decidían a romper con las políticas coloniales de su país. Esto
frustraba a Ho Chi Mihn. Cuando el socialista Jean Longuet le dijo que
lea El Capital de Karl Marx, Ho Chi Mihn lo encontró difícil y más tarde
dijo que lo usaba principalmente de almohada.

La Revolución de Octubre de 1917 que inauguró la República Soviética
levantó el espíritu de Ho Chi Mihn. No solo la clase trabajadora y el
campesinado se habían tomado el Estado para intentar remodelarlo, sino
que la dirección del nuevo Estado ofrecía una fuerte defensa a los
movimientos anticoloniales. Con mucho gusto, Ho Chi Minh leyó las “Tesis
sobre la cuestión nacional y colonial” de V. I. Lenin, texto que había
sido escrito para la reunión de 1920 de la Internacional Comunista.

Este joven radical vietnamita, cuyo país había estado sometido desde
1887, encontró en este y otros textos las bases teóricas y prácticas
para construir su propio movimiento. Ho Chi Minh fue a Moscú, luego a
China, y finalmente regresó a Vietnam para sacar a su país de la
opresión colonial y de una guerra que le habían impuesto Francia y
Estados Unidos (guerra que terminó con la victoria vietnamita seis años
después de la muerte de Ho Chi Minh).

En 1929, Ho Chi Minh dijo que “la lucha de clases no se manifiesta como
lo hace en Occidente”. No quería decir que la brecha entre Occidente y
Oriente fuera cultural, sino que las luchas en lugares como el ex
Imperio Ruso e Indochina debían tener en consideración una serie de
factores únicos de esas partes del mundo: la estructura de dominación
colonial, el deliberado subdesarrollo de las fuerzas productivas, la
abundancia de campesinxs y trabajadorxs agrícolas sin tierra, y las
miserables jerarquías heredadas y reproducidas del pasado feudal (como
la casta y el patriarcado).

Era necesaria la creatividad, y eso hizo que el marxismo en las zonas
colonizadas construyera su teoría de lucha a partir del trabajo concreto
en sus propias y complejas realidades. Los textos escritos por personas
como Ho Chi Mihn parecen ser meros comentarios sobre la situación
actual, pero en realidad estos marxistas estaban construyendo sus
teorías de lucha a partir de contextos específicos que no eran
inmediatamente evidentes para Marx y sus principales sucesores dentro de
Europa (como Karl Kautsky y Eduard Bernstein).

/(El dossier 37 del Instituto Tricontinental de Investigación Social,
Amanecer: marxismo y liberación nacional, explora la interpretación
creativa del marxismo en todo el Sur Global, desde el Perú de José
Carlos Mariátegui hasta el Líbano de Mahdi Amel. El dossier es una
invitación al diálogo, a una conversación sobre la intrincada tradición
del marxismo y los movimientos de liberación nacional, una tradición que
emerge de la Revolución de Octubre de 1917 y que tiene sus raíces en los
conflictos anticoloniales de los siglos XX y XXI –
https://www.thetricontinental.org/es/dossier-37-marxismo-y-liberacion-nacional/)
<https://www.thetricontinental.org/es/dossier-37-marxismo-y-liberacion-nacional/)>./

Cuando las categorías del marxismo salieron de las fronteras del
Atlántico Norte tuvieron que ser “ligeramente estiradas”, como escribió
Frantz Fanon en Los condenados de la tierra (1963), y la narrativa del
materialismo histórico tuvo que ser enriquecida. Ciertamente estas
categorías tienen una aplicación universal, pero no pueden aplicarse del
mismo modo en todas partes.

Cada uno de los movimientos que asumieron el marxismo —como el
movimiento por la liberación de Vietnam liderado por Ho Chi Minh—
primero tuvo que traducir esas categorías a su propio contexto. El
problema central del marxismo en las colonias era que las fuerzas
productivas en estas partes del mundo habían sido sistemáticamente
debilitadas por el imperialismo, y las viejas jerarquías sociales no
habían sido barridas por las corrientes democráticas. ¿Cómo se puede
hacer una revolución en un lugar sin riqueza social?

Las lecciones de Lenin resonaron en personas como Ho Chi Minh, porque
Lenin sostenía que el imperialismo no permitiría el desarrollo de las
fuerzas productivas en lugares como India y Egipto; estas eran regiones
cuyo rol en el sistema global era producir materias primas y comprar
productos manufacturados de las fábricas de Europa.

En estas regiones del mundo no surgió ninguna élite liberal que
estuviera realmente comprometida con el anticolonialismo o la
emancipación humana. En las colonias, fue la izquierda la que tuvo que
impulsar la lucha contra el colonialismo y por la revolución social.
Esto significó que tuvo que crear la base para la igualdad social,
incluyendo el desarrollo de las fuerzas productivas; fue la izquierda la
que tuvo que usar los escasos recursos que quedaban tras el saqueo
colonial, amplificados por el entusiasmo y el compromiso de los pueblos,
para socializar la producción a través del uso de maquinarias y de una
mejor organización del trabajo, y socializar la riqueza para avanzar en
el desarrollo de la educación, la salud, la nutrición y la cultura.

Cada una de las revoluciones socialistas posteriores a Octubre de 1917
sucedió en una zona empobrecida por el colonialismo, como Mongolia
(1921), Vietnam (1945), China (1949), Cuba (1959), Guinea Bissau y Cabo
Verde (1975) y Burkina Faso (1983). Estas eran sociedades principalmente
campesinas, cuyo capital fue robado por las potencias coloniales que los
dominaban, y cuyas fuerzas productivas se desarrollaron solo para
permitir la exportación de materias primas y la importación de bienes
manufacturados. Cada revolución fue enfrentada con una violencia brutal
por parte de sus gobernantes coloniales, quienes se enfocaban en
destruir lo que quedaba de riqueza de la sociedad.

La guerra contra Vietnam es emblemática por su violencia. Una campaña,
la Operación Hades (o Ranch Hand), ilustra lo suficiente: entre 1961 y
1971, el gobierno de Estados Unidos roció 73 millones de litros de armas
químicas para destruir toda la vegetación de Vietnam. El agente naranja,
el arma química más terrible de su tiempo, fue usado en casi todo el
cinturón agrícola del país. Este armamento no solo mató a los millones
de personas que murieron en la guerra, sino que dejó un terrible legado
para el Vietnam socialista: decenas de miles de niñxs vietnamitas
nacieron con graves condiciones (espina bífida, parálisis cerebral) y
millones de kilómetros de tierra fértil se volvieron tóxicos por estas
armas.

Tanto la devastación médica como agrícola han durado al menos cinco
generaciones, y todo indica que persistirán por varias más. Lxs
socialistas de Vietnam tuvieron que construir su país no a partir de un
modelo socialista tomado de libros, sino enfrentando los males
infligidos sobre su país por el imperialismo. Su camino socialista tuvo
que atravesar la terrible realidad que era específica de su propia
historia y contexto.

/(Nuestro dossier argumenta que muchxs marxistas en el mundo colonial
nunca leyeron a Marx. Leyeron sobre el marxismo en varios panfletos
baratos y se encontraron de ese mismo modo con Lenin: los libros eran
muy caros, y a menudo era difícil acceder a ellos. Personas como el
cubano Carlos Baliño (1848-1926) y la sudafricana Josie Palmer
(1903-1979) provenían de entornos humildes con poco acceso a las
tradiciones intelectuales de las que emergió la crítica de Marx. Pero
conocían su esencia a través de sus luchas, y a través de la lectura y
de sus propias experiencias construyeron teorías que fueron apropiadas
para su contexto.
https://www.thetricontinental.org/es/dossier-37-marxismo-y-liberacion-nacional/)
<https://www.thetricontinental.org/es/dossier-37-marxismo-y-liberacion-nacional/>./

Hoy en día, el estudio comprometido sigue siendo un pilar para nuestros
movimientos y para nuestras esperanzas de construir un futuro mejor. Por
esta razón, cada año, el 21 de febrero, el Instituto Tricontinental de
Investigación Social participa del Día de los Libros Rojos. El año
pasado, más de sesenta mil personas acudieron a lugares públicos a leer
el Manifiesto Comunista en el 172º aniversario de su publicación, el 21
de febrero de 1848. Este año, debido a la pandemia, los eventos tendrán
lugar de manera virtual.

Les animamos a buscar a editoriales y organizaciones en tu región que
puedan estar organizando un evento para el Día de los Libros Rojos y
participar. Si no hay eventos cerca tuyos, puedes realizar tu propio
evento o utilizar las redes sociales para hablar sobre tus libros rojos
favoritos y lo que significan para tus luchas. Esperamos que el Día de
los Libros Rojos se vuelva un hito tan central en nuestro calendario
como el Primero de Mayo.

A Ho Chi Minh —cuyo nombre significa “fuente de luz”— se le veía casi
siempre con su paquete de cigarrillos Lucky Strike y un libro. Amaba
leer y amaba conversar, pues ambas cosas le ayudaban a desarrollar su
comprensión sobre la marcha del mundo. ¿Qué libros rojos están cerca de
ti mientras lees este boletín? ¿Te unirás a nosotrxs en el Día de los
libros rojos y agregarás nuestro nuevo dossier a tu lista de lectura de
libros rojos?

In
OBSERVATORIO DE LA  CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2021/02/19/a-veces-el-capital-de-marx-es-una-almohada-otras-veces-nos-obliga-a-profundizar-nuestras-luchas/
19/2/2021

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