terça-feira, 22 de agosto de 2023

La transición hacia un nuevo orden mundial

 


MIGUEL MANZANERA SALABERT, HISTORIADOR ESPAÑOL

Estos días de verano han traído una nueva noticia que confirma la
hegemonía económica de China a nivel mundial: la República Popular China
supera a los EE.UU. en avances tecnológicos. Según el ASPI (Instituto de
Política Estratégica Australiano), China lidera 37 de las 44 tecnologías
críticas y emergentes consideradas en su Informe, incluidas la
inteligencia artificial, la robótica, la biotecnología y las
manufacturas avanzadas. Además China es dominante en investigación para
la defensa, la seguridad y el espacio exterior. Esto
confirma su posición hegemónica en el terreno económico, y es
prioritario extraer las consecuencias políticas de la nueva situación
mundial.

Teniendo en cuenta que el /capitalismo de estado /chino está dirigido
por el Partido Comunista Chino, controlando los sectores fundamentales
de la economía, nos encontramos ante una nueva formación social, que
podemos catalogar como capitalismo por el desarrollo industrial y
tecnológico, fundamentado sobre la plusvalía arrancada a los
trabajadores chinos; pero que no adopta la forma típica del capitalismo
liberal fundada en la propiedad privada de los medios de producción. Por
otro lado, aunque tiene rasgos monopolistas, no es un imperialismo al
servicio de la burguesía financiera, ni su estructura de clases sigue la
pauta de ese modo de producción. La clase dominante es la burocracia del
estado, que ha permitido el desarrollo de la burguesía china, hasta
ahora siempre en una posición subordinada.

Frente a esa nueva potencia económica china y su proyecto
transformador de las relaciones internacionales, el
imperialismo liberal no ha sabido ofrecer más que una presión militar
continuada, que ha generado la destrucción de Oriente Medio, además de
varios estados africanos y europeos. Ante la crisis económica, la
burguesía liberal ha vuelto a sus vicios tradicionales, incrementando la
tensión bélica a nivel mundial y favoreciendo el crecimiento de los
movimientos fascistas. Es decir, ese imperialismo sigue mostrando los
rasgos que descubrió Hilferding en su investigación publicada en 1910.

Sin embargo, ese proceso bélico nos ha mostrado que los ejércitos de la
OTAN ya no son capaces de imponer su superioridad militar sobre el
bloque asiático, cuyo eje está constituido por la Federación Rusa, la
República Popular China y la República Islámica de Irán. Aunque el
proceso bélico va a continuar aun por largo tiempo, ha sido
especialmente admirable la defensa de Rusia de sus posiciones
internacionales, que ni siquiera la propaganda occidental ha podido
ocultar para importantes sectores de la opinión pública mundial. Esa
humillante incapacidad de la OTAN para imponer sus condiciones, a la
Federación Rusa apoyada por el bloque asiático, ha significado un alivio
para el resto de los estados a nivel mundial.

El proyecto que China ofrece al mundo es la /multipolaridad/,
sustituyendo la hegemonía unipolar del imperialismo liberal hasta ahora
dominante –constituido por el capital financiero con la OTAN como brazo
armado-, cuyo centro hay que situarlo en los EE.UU., como heredero del
viejo imperialismo europeo arruinado tras la Segunda Guerra Mundial.

La multipolaridad es un proyecto pacifista de entendimiento entre las
potencias mundiales, con la ONU como centro de diálogo y toma de
decisiones consensuadas internacionalmente. Con todos los defectos que
podrían achacársele, el proyecto Chino es mucho mejor que el
imperialismo belicista de la OTAN, que ha sembrado el mundo de cadáveres
con sus continuados genocidios. Y aunque todavía no se ha completado el
proceso, podemos entrever hacia donde se dirige: el final de la
globalización imperialista de los últimos treinta años: será sustituido
por un nuevo sistema de relaciones internacionales.

Esa multilateralidad está ya constituida en ciernes en los numerosos
tratados económicos, tanto internacionales como regionales, fuera de las
normas impuestas por el imperialismo y su sistema de imposiciones
legales creadas para sostener la supremacía económica de los centros
financieros capitalistas.

El crecimiento económico del comercio mundial, en la etapa de la
globalización que acaba de terminar, se hizo sobre la base del dólar
como moneda de intercambio y las normas impuestas por la presión militar
de la OTAN. En esta nueva fase del desarrollo capitalista –la
‘post-globalización’ se hará efectiva con el establecimiento de
relaciones internacionales multipolares-, pues las principales potencias
emergentes han decidido prescindir del dólar en sus intercambios
comerciales; lo que augura grandes dificultades para las antiguas
potencias imperiales.

No olvidemos que el euro se apoya en el dólar, y esto explica la
política de los estados europeos subordinados al capital financiero, con
un imperialismo militar coordinado por la OTAN. La
depresión económica que comenzó con la crisis del año 2008 va a
continuar en estos países, y su superación vendrá de otros continentes y
otras latitudes.

El imperialismo financiero no puede imponerse ya al bloque asiático que
sigue la estela del Estado chino en el terreno económico, con
importantes aliados en el terreno económico, agrupados en el Tratado de
Cooperación de Shanghái, compuesto por China, India, Kazajstán,
Kirguistán, Rusia, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán. A nivel
mundial los integrantes del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica) forman una asociación comercial en auge, que además
cuenta con numerosos países asociados en diferentes tratados comerciales
y que han manifestado su intención de formar parte de la misma asociación.

Para interpretar esta nueva situación mundial desde la perspectiva
comunista, podemos recordar lo que dijo Lenin al respecto: los
monopolios capitalistas, con su concentración y centralización del
proceso productivo, son un paso hacia el socialismo una vez que son
estatalizados.

Cuando una vez consumado el proceso revolucionario soviético en Rusia,
Lenin se dio cuenta que no se había logrado la dictadura del
proletariado por el fracaso de la revolución europea, definió la nueva
formación social como un capitalismo de estado. Se dio cuenta, como
muestran sus textos de los últimos años, que la estructura social que
comenzaba a desarrollarse tenía en la burocracia un elemento central. Y
observó que la oposición del proletariado contra la burocracia era la
contradicción principal en la nueva era que nacía con el capitalismo de
estado. También predijo que esa contradicción exigiría una larga lucha
política y estableció las tácticas proletarias para desarrollarla.

Una vez que el capitalismo de estado acabe asentándose como modo de
producción dominante por la hegemonía china estamos entrando en una
nueva fase de la historia. El viejo mundo del imperialismo capitalista
se muere de viejo. El nuevo mundo ya está naciendo. No es la dictadura
del proletariado, pero tal vez sea el camino para llegar a ella.

Em
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2023/08/19/la-transicion-hacia-un-nuevo-orden-mundial/
19/8/2023

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