domingo, 20 de agosto de 2023

¿Que paso y que está pasando en la lucha contra el neocolonialismo occidental?

 



DENIS A. DEGTEREV, PROFESOR DE HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE MOSCÚ

*/Desde las décadas de 1920 y 1930 el proyecto soviético fue una
alternativa de modernidad diferente al establecido por occidente. En el
siglo XXI , la República Popular China se está desarrollando
rápidamente, ofreciendo también un modelo alternativo («socialismo con
características chinas»), y en el actual modelo ruso el papel del estado
es cada vez más grande…/*

Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el
mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.

Karl Marx, 11 Tesis sobre Feuerbach

Este artículo es un nuevo comienzo para la revista académica
“Postcolonialismo y Modernidad” . Hemos vuelto a aparecer después de una
pausa de casi cuarenta años (!), Esta vez volvemos en un nuevo contexto
histórico donde una genuina lucha anticolonial está regresando al
escenario mundial. ¿Qué ha pasado durante la larga pausa en la lucha
anticolonial?

¿Cuándo y por qué se “puso en pausa” a la lucha anticolonial?

Las feroces y sostenidas luchas anticoloniales de la década de 1960 casi
habían desaparecido a mediados de la década de 1980, dejando a docenas
de países en un profundamente arraigado sistema neocolonial (Taylor,
2020). La razón principal fue la retirada de la escena histórica de
un país que había sido un luchador irreconciliable con el colonialismo:
la Unión Soviética.

De hecho, la URSS desempeñó un papel decisivo en la adopción de la
Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones
Unidas (Declaración sobre la concesión de la independencia a los países
y pueblos coloniales) del 14 de diciembre de 1960, que fue aprobada por
una abrumadora mayoría de los entonces miembros de la ONU (89 de 99
países), con solo 9 abstenciones [Denisov, 2010] [1] <#_ftn1> .

En las décadas siguientes, la URSS brindó asistencia económica a los
países recién liberados en una escala tan grande que todavía tenemos que
evaluar objetivamente su verdadero tamaño, pues recién se están
estudiando los innumerables archivos soviéticos sobre el tema.
[Vasiliev, Degterev, Shaw, 2022].

Mientras que a mediados de 1957, la URSS había firmado acuerdos de
asistencia técnica y económica con solo 17 países, en 1986, se firmaron
acuerdos con 84 naciones , 72 de ellos en desarrollo incluyendo a 36
países africanos (Grekov et al. 1987)

El colapso del sistema socialista llevó a la pérdida de la subjetividad
en los países en desarrollo y a la reducción de la cooperación política
y económica Sur-Sur en sus diversos formatos: UNCTAD, Grupo de los
77, Movimiento de Países No Alineados. Esto hizo que conceptos tan
importantes como la “autosuficiencia colectiva” hayan sido difíciles de
implementar. [Gosovic, 2018; Kuznetsov, 2019].

En realidad, la lucha anticolonial comenzó a retroceder antes del
colapso de la URSS. A mediados de la década de 1980, las élites
soviéticas se habían embarcado en una política de integración con el
«Occidente colectivo», cuya implementación práctica se convirtió en el
«/nuevo pensamiento/» publicitado por Gorbachov [1987].

Y si a mediados de la década de 1980 los expertos soviéticos de la
teoría del comunismo científico hablaban contra un “sofisticado sistema
de explotación neocolonialista” [Portnyagin, 1988], un par de años más
tarde – determinados por el /nuevo pensamiento/ –  algunos empezaron a
hablar que «el imparable proceso de transformación socioeconómica en los
países en desarrollo está haciendo inaceptable el /viejo pensamiento/”
[Portnyagin, 1990] [2] <#_ftn2> .

Al constatar este tendencia se nos plantea un imperativo: necesitamos un
análisis crítico e imparcial de los estudios soviéticos sobre la lucha
anticolonial para separar los trabajos con valor teórico de
aquellos insustanciales y puramente oportunistas.

A fines de los 80 especulaciones llenas de hipocresía se habían
instalado en la academia rusa. Esto ocurría mientras
todavía habían feroces batallas en el “Stalingrado angoleño” – el
legendario combate en Cuito Cuanavale, que 30 años después los
africanos siguen considerando la mayor victoria sobre el régimen racista
de Sudáfrica [Campbell, 2020].

Pero, con el colapso soviético el destino de la mayoría de los países de
Asia, África y América Latina volvió a estar en las manos de sus
antiguos colonizadores durante las siguientes tres a cuatro
décadas. ¡Después de todo, es imposible luchar simultáneamente por la
integración con el «Occidente colectivo» y luchar contra él en África!

Junto con el cambio en el estado de ánimo de la URSS, también aumentaba
la presión del “Occidente colectivo”. Y si en el ámbito militar la Unión
Soviética “aguantó el golpe” hasta el final, su poder estructural
financiero dejó mucho que desear [Degterev, 2021].

En la década de 1940, la URSS llegar a negociar la posibilidad de ser
miembro de las instituciones de Bretton Woods (FMI y Banco Mundial),
pero luego abandonó la idea. Sin embargo, la URSS no bloqueó la
cooperación de la ONU con estas instituciones, aunque no apoyó el
establecimiento de la Corporación Financiera Internacional. El carecer
de recursos financieros comparables con los de EEUU y sus aliados, quedó
claramente demostrado con la creación del Fondo Especial de las Naciones
Unidas para el Desarrollo Económico [Larionova, 2019].

La URSS no pudo ofrecer una alternativa a estas instituciones, lo que
provocó “desorden y confusión” entre sus aliados. Por ejemplo, Polonia
fue miembro del FMI hasta 1950 y se reincorporó en 1986, Checoslovaquia
hasta 1954 y Cuba hasta 1964 [3] <#_ftn3> . La República Popular China
se convirtió en miembro de las instituciones de Bretton Woods en 1980,
mucho antes del colapso.

Muchos países africanos comenzaron a cooperar activamente con el FMI ya
en las décadas de 1970 y 1980, mientras continuaban recibiendo
asistencia soviética (Grekov et al., 1987). Más tarde la cooperación del
FMI en África tuvo importantes cambios. Aunque en algunos países
hubo guerras civiles y en otros se robaron la ayuda el papel de los
programas de ajuste económico de las instituciones de Bretton Woods,
literalmente reformatearon los modelos socioeconómicos nacionales
[Perkins, 2014].

A pesar de las diferencias entre países, estos programas condujeron a la
devaluación de las monedas nacionales, la reducción de la participación
estatal en la economía, la eliminación de subsidios, de gastos sociales
y la liberalización del comercio [Riddell, 1992]. El estado simplemente
se retiró de sectores enteros de la economía, la industria nacional fue
destruida [Carmody, 1998] una industria que fue construida con la
participación de la URSS. Con esta destrucción planificada la soberanía
real fue desapareciendo.

El papel “contrarrevolucionario” de los programas de ajuste estructural
de Bretton Woods en el proceso de re-colonización aún no se ha explorado
aún seriamente. Uno por uno, los países se fueron integrando al sistema
de relaciones económicas internacionales centrado en Estados Unidos.

¿Contra quién luchar? ¿ Que es el neocolonialismo colectivo?

A principios del siglo XXI , el neocolonialismo había evolucionado
considerablemente. Sus “agentes” contemporáneos son muy diferentes a las
imágenes del medio siglo anterior. La única excepción fue Francia que
mantuvo tropas [Amara et al., 2022; Davidchuk et al., 2022; Sidorov,
2019; Filippov, 2017; 2020; Vershave, 2003], debido el creciente
sentimiento de autodeterminación de los territorios franceses de
ultramar [Nezhentsev y Ponomarenko, 2017], cuya pequeña población tiene
derechos similares a los de las metrópolis [Sirotkina, 2020].

Es mucho más difícil describir estas nuevas prácticas neocoloniales en
las antiguas colonias británicas [Tarabrin, 1969], donde inicialmente no
se utilizó el control directo y con los años se fue haciendo cada vez
más “indirecto”, hasta el punto de delegar algunas funciones
a sus “primos” estadounidenses.

En este contexto, es de interés estudiar la redistribución de la
influencia global efectuada entre EE. UU. y Gran Bretaña con la firma de
la Carta del Atlántico en 1941, así como la Carta del Atlántico 2.0 en
2021 [4] <#_ftn4> y, sobre todo el proceso que ha seguido después del
Brexit, con el debate sobre la formación de una “Gran Bretaña
global”, a través de la reactualización de la Commonwealth of Nations
[Hearne et al., 2019].

Alemania, privada de sus colonias en virtud del artículo 119 del Tratado
de Versalles de 1919 [5] <#_ftn5> , ha tratado de expiar los crímenes
cometidos hace más de un siglo y beneficiarse de una asociación en
apariencia humanitaria . Por los caracteristicas a este encubrimiento se
le ha denominado “neocolonialismo fantasma” [ Ivkina, 2021].

A pesar de estas nuevas estrategias los principales problemas del
neocolonialismo contemporáneo están a la vista.

En primer lugar, a medida que avanzaba la integración europea, las
antiguas metrópolis avanzaron hacia un “neocolonialismo colectivo”,
principalmente dentro del formato UE-ACP. Y mientras en 1884 la
Conferencia de Berlín llegó a acuerdos para repartirse las posesiones
coloniales en África, las Convenciones de Lomé de las décadas de 1970 y
1990 formaron un sistema institucionalizado de comercio preferencial y
cooperación económica entre las antiguas metrópolis europeas y sus
viejas colonias [ Amuhaya, Degterev, 2022].

El Tratado de Cotonou de 2000 y el emergente sistema de Acuerdos de
Asociación Económica (AAE) de la Unión Europea del siglo XXI con bloques
de Asia, África y América Latina [6] <#_ftn6> han producido un cambio
disruptivo en las relaciones comerciales con los países en desarrollo.
El mayor grado de integración (unión aduanera) con un socio desarrollado
(UE) ha cerrado las perspectivas de una integración con los países
vecinos. Este infame mecanismo está descrito explícitamente en los
textos de los acuerdos implementados por la Unión Europea [Amuhaya,
Degterev, 2022].

El papel perjudicial de los acuerdos comerciales de la UE con terceros
países es parte fundamental de la formación del moderno sistema
neocolonial, basado en un intercambio no equivalente y en relaciones
centro-periferia desiguales .

Y esto a pesar que tanto el Maidán ucraniano como el fallido golpe en
Bielorrusia tenían como objetivo central prevenir una integración
euroasiática alternativa que ya estaba en marcha . En otras palabras,
¡la configuración de acuerdos comerciales beneficiosos para la UE se
establece literalmente “a fuego y espada”!

¡Hasta el comienzo de la operación militar especial, en la Federación
Rusa se creía más en las bonitas imágenes de la propaganda europea, que
en los textos de los acuerdos de asociación y los hechos concretos! Esto
es tanto más sorprendente cuando los propios europeos describen
críticamente la naturaleza neocolonial de la cooperación de la UE, con
terceros países [Hurt, 2012; Muntschick, 2018].

Con el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) institucionalizado y
reforzado la Dirección General de Desarrollo de la Comisión Europea, /el
neocolonialismo colectivo europeo ha pasado de una dimensión
estrictamente comercial y económica a una dimensión política-militar.
/[Lucía, 2017].

En segundo lugar, de 1945 a 1991 hay “una etapa del establecimiento de
la hegemonía del imperialismo estadounidense sobre el capitalismo
europeo” [Sirotkin, 2020]. Con el tiempo, las prioridades
estadounidenses y el neocolonialismo colectivo europeo en Asia, África y
América Latina se han yuxtapuesto y complementado con la creación de la
Organización para la Cooperación Económica Europea (OCDE) De hecho, el
Comité de Asistencia para el Desarrollo de la OCDE, está formado como un
«donante occidental colectivo» que tiene como proposito «torcer los
brazos» en las negociaciones con los países en desarrollo [Degterev, 2021].

Las antiguas metrópolis europeas se convirtieron en sub-imperiales de un
“Occidente colectivo” liderado por la
hegemonía norteamericana [Davidchuk et al., 2022], y los Estados Unidos
pasó de ser una nación interesada en la descolonización ( primera mitad
del siglo XX ), ha convertirse en uno de los principales actores del
neocolonialismo.

La literatura soviética tardía y el discurso oficial reconocieron esta
realidad aunque con cierto patetismo: “Los países en desarrollo son
explotados por todos los estados imperialistas, pero el imperialismo
estadounidense sin duda lo hace de la manera más arrogante” [Portnyagin,
1988]. Anteriormente, RA Ulyanovsky y LM Kuznetsov escribieron sobre el
neocolonialismo estadounidense en África y en América Latina. También lo
hizo Gvozdarev., así como NA Ermolov y, OI Zemtsova et al. [Sirotkina,
2020].

En las décadas de 1960 y 1970, EE. UU. «garantizó” a las potencias
neocoloniales europeas sus zonas de influencia tradicionales (Francia en
África francófona), permaneciendo principalmente en las sombras. Empero,
el capitalismo estadounidense pasa a primer plano en la década de 1980,
implementando los programas de reestructuración económica mencionados
anteriormente.

Las instituciones de Bretton Woods re-colonizaron efectivamente las
economías nacionales re-formateando los modelos socioeconómicos menos de
un siglo después que lo hicieran los colonizadores europeos [Riddell,
1992]. Por supuesto, los programas de ajuste estructural
eran un “neocolonialismo despersonalizado”, que no siempre se podía
vincular directamente con la política estadounidense, ya
que estos programas han sido implementados por administradores del FMI y
del Banco Mundial y de la “nueva burocracia” de los países occidentales
[Kassae Nygusie , Ivkina, 2000].

Sin embargo, como explicó, el presidente de Tanzania, J. Nyerere:
“/Actúan como grupo y toman decisiones en su propio interés. El
liderazgo de este grupo está en manos de la nación con la economía más
poderosa: los Estados Unidos… El FMI se ha convertido en un instrumento
de control económico e ideológico de los países pobres por parte de los
ricos” [Nyerere, 1985]. /

“Estos programas nunca fueron neutrales”: documenta S. George, un
destacado crítico británico del neoimperialismo. Al eliminar las medidas
para proteger la industria local, las reformas del FMI devolvieron la
estructura económica de las antiguas colonias a su antiguos estado
colonial, con especialización en la agricultura y en la extracción de
materias primas (Riddell, 1992).

Desde una economía diversificada, muchos países en desarrollo regresaron
a la agricultura de subsistencia en aldeas, al comercio informal y la
producción artesanal en ciudades. Todo el sistema ha llevado a modelos
económicos más primitivos reforzando una economía
informal post-desarrollista como una forma de escapismo socia. En
algunos casos (Liberia, Somalia, Etiopía) estas políticas económicas han
desmantelado el Estado como tal, constituyendo los llamados “estados
fallidos”.

A medida que las multinacionales europeas y estadounidenses penetraron
en los países en desarrollo efectuaron cambios cardinales ; reubicaron
la producción contaminante, hicieron uso intensivo en mano de
obra barata, se apropiaron de la energía y los recursos naturales
, montaron la producción de partes y componentes y lograron una
participación accionaria mayoritaria en las empresas locales [Koptev,
1988].

Se puede demostrar empíricamente el “papel clave» que han jugado las
corporaciones y los bancos transnacionales (MNCS y TNB) en la
implementación de la estrategia imperialista neocolonial [Koptev,
1988]. Todo este proceso tuvo lugar en medio del declive del papel del
estado-nación en los países occidentales, lo que contribuyó de manera
decisiva a que las transnacionales jugaran un rol relevante. [Perkins,
2014].

De hecho, se produjo una transición del neocolonialismo nacional al
neocolonialismo global con un papel central de las estructuras
supranacionales de un neocolonialismo de carácter monetario- financiero:
en su implementación las grandes corporaciones han utilizado con
eficiencia las redes descentralizadas de las MNC y las ONG [Sirotkina,
Alpidovska, 2020].

En esta nueva situación , es indicativo observar el tránsito en la
literatura académica neomarxista desde las teorías del desarrollo
dependiente (incluido el estructuralismo latinoamericano) al paradigma
del sistema-mundo, entendido como un reflejo más adecuado de
las nuevas realidades [Degterev, 2021]

En el campo de la seguridad, se produjo una transición cualitativa tras
los hechos del 11 de septiembre de 2001 y el despliegue de la lucha
global “contra el terrorismo”. Los estadounidenses comenzaron a “salvar
el mundo” destruyendolo y legalizando la tortura [Dabashi, 2011]. El
enfoque estadounidense de la “gestión de conflictos” provocó millones de
muertes en Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, hasta que “tropezó” con
Siria [Dolgov, 2021; Judaykulova, 2016].

En paralelo la presencia militar de EEUU en territorio africano se
fortalece con la formación del Comando Militar para África en 2008 que
tiene como objetivo declarado el */control total/* (en lugar de focal) y
vigorizar las relaciones de vasallaje con sus aliados a quienes se les
exige mantener bases militares en el continente . Todo este cambio
crucial evidencia la transición a “la etapa del neocolonialismo
sistémico como una nueva fase del desarrollo del colonialismo”
[Sirotkina 2020]

“El momento poscolonial”

Se ha llamado a la “pausa en la lucha anticolonial” (desde mediados de
la década de 1980 hasta fines de la década de 2010) como “el momento
poscolonial” por varias razones.

En primer lugar, porque este período dio paso al “momento unipolar” de
la década de 1990, un período de dominio indiviso de Estados Unidos en
la arena internacional, después del desmantelamiento del sistema
socialista [Krauthammer, 1991].

El florecimiento de la globalización al estilo estadounidense convierte
a New York en la capital intelectual del mundo, mientras que los centros
de las antiguas metrópolis (por ejemplo, París) se convierten en
semiperiferias intelectuales del “Occidente colectivo” ( aunque
todavía pueden atraer a estudiosos del poscolonialismo desde los países
periféricos europeos, por ejemplo, Yu Kristeva, se muda de Bulgaria a
París).

Desde un punto de vista macrohistórico, el mundo unipolar duró poco. Ya
después de 2010, aparecieron los primeros signos de multipolaridad, así
como un creciente papel de la República Popular China,

En segundo lugar, no estamos hablando de poscolonialismo (con un guión)
en el sentido convencional es decir, utilizando la retórica del periodo
de tiempo posterior a la liberación de las colonias. Más bien hablamos
de una narrativa sin contenido político, que tuvo lugar en la academia
occidental en las décadas de 1980 y 1990 [Shohat,1992] Esta narrativa
dejó atrás un análisis antiimperialista y una crítica real del
neocolonialismo [Amin, 1973; Nkrumah, 1965] desplazando sus trabajos
hacia elementos intangibles y subjetivos [Fituni, Abramova, 2020].

A partir del momento poscolonial, ante la ausencia de alternativas de
autorrealización en sus propios países, millones de personas del Sur
Global se vieron obligadas a emigrar e “integrarse” a las economías de
los países industrializados del centro del sistema-mundo. Las
experiencias personales de los “subalternos” formaron la base de un
discurso poscolonial que reemplazó gradualmente los imperativos de la
descolonización real.

La autorrepresentación y la creatividad literaria se convirtieron en el
foco de atención de los europeos [Fituni, Abramova, 2020] . También, se
produce  un cambio gradual en la ciencia académica y en la política a
favor de las profesiones creativas y el activismo cívico. El papel
protagónico en el discurso poscolonial sobre África es asumido el
afropolitismo [Mbembe, Balakrishnan, 2016], una filosofía de los
“africanos en el mundo” que provienen de las personas que vienen de la
periferia del sistema-mundo, pero que se integran con éxito en su centro. .

El surgimiento de los estudios culturales poscoloniales cayó sobre un
terreno preparado por las ciencias sociales. El cambio de las cuestiones
de desarrollo al nivel del individuo se reflejó por primera vez en la
Declaración de Cocoyó del PNUMA/UNCTAD de 1974, según esta nueva noción
el desarrollo debería ser el desarrollo del individuo y no el
“desarrollo de las cosas”.

La formación del derecho al desarrollo como un derecho humano estuvo
liderada por Keba M’Baye, presidente de la Comisión de Derechos Humanos
de la ONU , así como K. Wasak, Secretario General del Instituto de
Derechos Humanos de Estrasburgo, ambos formularon el concepto de
derechos humanos de tercera generación (derechos de solidaridad). Este
discurso fue en contra de los planteamientos de la URSS y de los países
socialistas, que promovieron ante todo un modelo de desarrollo nacional
y un Estado fuerte.

Bajo la influencia de los países desarrollados en las décadas de 1970 y
1980 se produjo una verdadera “contrarrevolución en las teorías del
desarrollo” [Peet, Hartwick, 2009] que se expresó en el rechazo
explícito a las políticas neokeynesianas para el Tercer Mundo; estas
fueron cambiadas a favor de la autorrealización neoliberal del
individuo, siguiendo el paradigma de los “límites al crecimiento” del
Club de Roma.

Las cuestiones del desarrollo han pasado gradualmente del derecho
colectivo al derecho individual, desde las cuestiones del desarrollo
económico a sólo algunos factores sociales, ambientales y de otro
tipo. La academia anticolonial debería hacer un viaje intelectual
considerable en la dirección opuesta para comprender dónde y quiénes han
cometido errores de análisis.

En tercer lugar, los estudios poscoloniales, con toda su
diversidad, después de todo son /«solo un momento”/. El hecho es que,
con el comienzo de la operación militar especial en Ucrania , la imagen
del mundo, tan cuidadosamente formada por el occidente se empezó a
derrumbar.

En los últimos años, se han gastado enormes recursos en remodelar la
conciencia de las masas y también la erudición. Se ha querido educar a
las generaciones más jóvenes en una “nueva consistencia cognitiva»
basada en la «sociedad del rendimiento» (Dabashi, 2011) de la cual los
estudios poscoloniales fueron parte importante.

Sin embargo, debido al fortalecimiento de la República Popular China y
el “tránsito de poder” acelerado entre EE.UU., y el gigante asiático, el
conflicto en Ucrania estalló demasiado pronto para los estadounidenses.
Lo ha hecho antes que la vieja generación pierda su memoria
histórica. Los. relatos de los veteranos sobre los horrores de la
Segunda Guerra Mundial y la naturaleza de principios de la Guerra
Fría, que colocaron en la primera línea de la lucha real contra el
colonialismo, se convirtieron nuevamente en el centro de la cosmovisión
en cuestión de días.

La “flor poscolonial” se “evaporó” rápidamente porque en la mayoría de
las universidades rusas no logró convertirse nunca en la corriente
principal. Después de todo, la generación anterior, siendo la columna
vertebral del personal docente, tradicionalmente vio estos estudios con
escepticismo, y la juventud académica aún no había madurado.

En cuarto lugar, el período desde el colapso del sistema socialista
hasta el presente es también «/solo un momento” e/n términos
históricos. Y es claramente insuficiente para reflejar adecuadamente en
los estudios poscoloniales el papel actual de la Federación Rusa
y de otros países del antiguo Segundo Mundo.

A pesar de las relaciones interestatales y comerciales activas con
África durante y después de la Guerra Fría, el “Segundo
Mundo” generalmente ha estado al margen del discurso poscolonial de
occidente. Esto es particularmente cierto en el caso de la Federación
Rusa [Moore, 2001] y, en menor medida, de China, que ha sido objeto de
una ola de publicaciones “exponiendo la supuesta esencia imperial de
China” en África [Carmody et al., 2020].  Al mismo tiempo, mientras los
expertos occidentales ( P. Bond y P. Carmody) hablan de la naturaleza
neocolonial de la política china, los expertos rusos (TL Deich, EN
Grachikov) hablan de su carácter anticolonial [Vasiliev et].

La falta de interpretaciones del Segundo Mundo en los estudios
poscoloniales parece deberse a varias razones. Primero, no
había ningún discurso racial en la URSS y los intelectuales de Asia,
África y América Latina no tenían necesidad de romper ningún estereotipo
de supremacía blanca como tuvieron que hacer en Occidente.

En segundo lugar, la mayoría de los estudiantes africanos que estudiaban
en la URSS y en otros países socialistas regresaron a sus países de
origen para desarrollar economías nacionales. Pocos se quedaron en la
URSS. En la mayoría de los casos, por lo tanto, la experiencia personal
del Segundo Mundo se limita a los recuerdos de juventud. Además, en los
últimos años, ha habido una serie de estudios sobre repensar esta
experiencia incluido un número temático de Cahiers d’études africaines
titulado “Élites de retour de l’Est” [7] <#_ftn7>.

Los intentos de equiparar la llamada “descolonización” al espacio
postsoviético (e incluso del territorio de la Federación Rusa) y la
lucha antiimperialista en África son claramente inapropiados [Fituni,
Abramova, 2020, p. 35; Moore, 2001]. En cuestiones de desarrollo dentro
de la ONU, la URSS, como donante y ubicada solo geográficamente en el
norte, siempre ha estado del mismo lado que los países en desarrollo,
incluso al votar sobre resoluciones sobre el «Derecho al desarrollo» y
sobre una serie de otros aspectos [ Degterev, 2016; Larionova,
2019]. ¡Es muy difícil llamar a un país así un “depredador imperialista”!

Personas e ideas poscoloniales: ¿qué ha funcionado mal?

En contraste con los trabajos académicos sustantivos sobre
descolonización, teoría y práctica de los movimientos de liberación
nacional del Tercer Mundo en las décadas de 1960 y 1970, la literatura
poscolonial es el discurso académico del Primer Mundo de las décadas de
1980 y 1990” [Fanon, 1986], pero , paradójicamente, fue producido por
inmigrantes del Tercer Mundo.

A medida que EE. UU. se convirtió en el centro intelectual del mundo,
con casi un millón de estudiantes de países periféricos en sus campus
[Degterev, 2021c, p. 129], se requirió ó un enfoque más global de la
educación y las ciencias sociales [Dabashi, 2011] para gestionar las
expectativas (o manipular la conciencia) de cientos de miles de personas
de Asia, África, América Latina.

La tarea era “ampliar el alcance” de las disciplinas sociales centradas
en Occidente sin “diluir” el discurso “correcto”. De este
modo, ha surgido un sistema jerárquico de creación y difusión de
conocimiento, liderado por editoriales angloamericanas e instituciones
de educación superior.

En la parte superior de la “pirámide del conocimiento” están los
editores /A/ que representan a dos universidades británicas (Oxford y
Cambridge) y ocho estadounidenses (principalmente Ivy League). Por regla
general, estas editoriales universitarias de élite tienen un elaborado
sistema de distribución internacional, y sus libros son los que se
preparan con mayor profundidad (2-3 años cada uno).

Es en estos editores donde se forman los significados, que
posteriormente se transmiten a los pisos inferiores de la “pirámide del
conocimiento”. /Las editoriales B/ , como Springer (incluida Palgrave
Macmillan) y Taylor & Francis (y Routledge), que no están vinculadas a
universidades específicas, tienen mayor distribución en el mundo. Sin
embargo, replican los significados formados en las casas editoriales
(universidades) de más alto nivel.

Conceptos como “democracia”, “desarrollo”, “derechos humanos”, etc. se
formulan primero en las editoriales de categoría /A/ , y luego las
monografías de las editoriales de categoría /B/ exploran cómo se
desarrollan/observan estos conceptos en diferentes países del mundo.
Además, el discurso crítico del orden mundial existente (después del
colapso del sistema socialista) también se ha concentrado en los EE. UU.
y el Reino Unido, donde se encuentran la mayoría de los centros
intelectuales y editoriales neomarxistas.

Estos son los centros que publican la mayor parte de los libros sobre el
Sur Global; el más destacado es Monthly Review, con sede en Nueva York,
que también publica una revista del mismo nombre, New Left Review se
publica en Londres desde 1960, publicando Verso Books a partir de 1970,
Pluto Press abrió en Londres en 1969 y Zed Books en 1976, y The Review
of Radical Political Economics se publica en Estados Unidos desde 1969,
y Alternatives desde 1975 [Degterev, 2021

Por un largo tiempo hubo una gran demanda de “compradores de productos
intelectuales” en las capitales del mundo occidental [Massad,
1997; Dabashi, 2011] mientras que en los antiguos países socialistas la
ciencia y la educación se encontraban en una profunda crisis.

Los llamados “estudiosos nativos”, como dijera el intelectual iraní H.
Dabashi, eran particularmente populares en los Estados Unidos. Su tarea
era proporcionar información sesgada sobre sus países de origen (“nuevo
orientalismo”), tergiversando los hechos calificando a las
víctimas como agresores y terroristas [Dabashi,
2011]. Estos informadores hablan y escriben sobre las “atrocidades” que
han tenido lugar en sus países, justificando así las acciones
estadounidenses como “liberadoras” y ayudando de paso a implementar la
“gran estrategia” del dominio imperialista [Dabashi, 2011] y además
estableciendo la superioridad de la cultura hegemónica sobre las
culturas locales [Dabashi, 2011], incluido el ruso.

Dabashi compara a estos investigadores con intelectuales mercenarios,
“pensadores sin hogar y el vínculo intelectual”. Estos intelectuales
hacen una importante contribución a la formación de la civilización
occidental, de hecho, son parte de la “religión civil” de Occidente
(según R. Bell) – que es “una combinación de eventos históricos,
desarrollos sociológicos, creencias
metafísicas, fetiches y representaciones visuales”.

La presencia de esta ideología es otra señal de una forma más “avanzada”
de neocolonialismo, con nuevas formas de dominación, que incluye los
neologismos ideológico [Dabashi, 2011]. El dominio cultural occidental y
la globalización no deben confundirse con el universalismo. Se trata
de un pseudo-universalismo, que justifica la dominación e imposición de
una sola cultura y discurso, con la falsa idea de la formación de una
sociedad civil pseudo-global [Fanon, 1986].

Por supuesto, no todos los intelectuales en Estados Unidos se convierten
en “informantes”. Sin embargo muchos de ellos ayudan a obtener una
visión objetiva de sus países trabajando como consultores y traductores
en los llamados «idiomas de seguridad» (árabe, persa, urdu y ahora ruso
y chino) en las academias militares. De esta manera, ayudan a los
servicios militares y de seguridad estadounidenses a reprimir mejor la
resistencia y luchar contra los países no occidentales.

Los estadounidenses atraen a los investigadores más talentosos de muchos
países del mundo, lo que explica gran parte de su excepcionalismo. Los
“subalternos” son inmigrantes altamente calificados que se han integrado
con éxito en la comunidad académica de Estados Unidos y de los países
europeos, así como en la vida cultural del mundo occidental (el Norte
Global).

Por otro lado, a la “trinidad” de los intelectuales del “poscolonialismo
global” (E. Said, G. Spivak, H. Baba) se suma la “trinidad” poscolonial
africana: (VY Mudimbe, CE Appiah y A. Mbembe) seguido por otros
investigadores y activistas cívicos. Estos estudiosos han sido honestos
y francos al denunciar sin ambages los efectos del colonialismo-
imperial, ayudando a corregirlos en algunos casos.

Desilusionadas con la posibilidad de progreso socioeconómico en los
países recién liberados, la modernización de las economías nacionales y
la diversificación de los suministros de exportación, las élites
intelectuales bien educadas de los países recién liberados se volcaron
gradualmente hacia esferas no materiales, deconstruyendo su pasado para
formar un “presente aceptable” en el espíritu de la era posmoderna (y de
la posverdad).  

De hecho, su resistencia se transformó en una protesta intelectual
interna, trasladada a una esfera “confusa” dedicada a una contabilidad
estadística precisa [Fituni, Abramova, 2020, p. 30].

Muchos de ellos no tenían las condiciones de realización académica en
sus países de origen y simplemente tuvieron que irse a Estados
Unidos. Pero al trabajar en un entorno académico estadounidense (y
europeo) fortalecen la experiencia occidental y, por lo tanto, extienden
la hegemonía del «Occidente colectivo».

Es digno de mención que H. Dabashi, quien con tanta vehemencia denuncia
a la élite compradora. Dabashi concluye su trabajo diciendo que, dado
que sus hijos viven en Estados Unidos, debe luchar para garantizarles un
entorno favorable . Y termina con estas palabras “¡Bienvenido a
América! ¡Bienvenido a casa!» [Dabashi, 2011, pág. 135].

Muchos intelectuales palestinos (solo la primera generación realmente
luchó contra la ocupación israelí), intelectuales soviéticos (después
del colapso) y estructuralistas latinoamericanos (incluidos FE Cardoso
), cambiaron sus opiniones hacia un pragmatismo pro-occidental [Dabashi,
2011].

Dos figuras icónicas que nunca se rindieron definen la genuina lucha
anticolonial son F. Fanon y E. Said. Ambos nos permiten “sentir la
diferencia” y hoy son reconocidos en los estudios poscoloniales (E. Said
es visto como su fundador) aunque incluso en la Rusia contemporánea se
les considera un tanto “tóxicos ” y “simpatizantes del terrorismo” (¡son
demasiado anticoloniales!) [9 ] <#_ftn9> .

Fanon, que apoyó al Frente de Liberación Nacional de Argelia, es
ciertamente un intelectual “terrorista”, sobre todo si NO tenemos en
cuenta las actividades de la Organización Armada Secreta francesa (OAS),
que desató un terror masivo sobre todos los que se
autodefendían con determinación en Argelia.

Al-Sayyid y todos aquellos que simpatizan con la resistencia palestina,
con Hamás (que surgió tras la primera intifada en 1987) y Hezbolá (que
surgió como respuesta a la ocupación israelí del Líbano en 1982) también
son “terroristas” para occidente (un poder hegemónico que se cuida de
calificar de terrorista a la organización Irgun que en las décadas de
1930 y 1940 convirtió a millones de palestinos en refugiados mediante un
terrorismo planificado militarmente).

Esto incluye hacer la vista gorda ante la toma armada del poder en Kiev
en 2014, los manifestantes pacíficos quemados vivos en Odessa el 2 de
mayo de 2014, los cientos de activistas prorrusos encarcelados y el
“Callejón de los Ángeles” en Donetsk con los nombres de los niños
muertos por el bombardeo sistemático de los nacionalistas ucranianos.

Es esta “reticencia” la que convierte a los “marrones” (árabes) en los
“nuevos negros” (“negros de las arenas”), a los musulmanes en los
“nuevos judíos” [Dabashi, 2011].

Después de 2014, pero especialmente después del inicio de la operación
militar especial rusa, el papel de los “nuevos negros” (el “Otro”
moderno) del mundo occidental pasó a los rusos, los primeros en desafiar
la hegemonía occidental de una manera real, no imitativa o suicida. Al
respecto es de destacar que F. Fanon atribuyó el concepto de “negros” a
todo el mundo no occidental [Fanon, 1986].

Una segunda ola de interés por F. Fanon surgió en la década de 1990
entre los autores poscoloniales. Fanon un teórico y
practico estrictamente anticolonial, no solo se convirtió en el
principal ideólogo de la revolución argelina, sino que atrajo la
atención de los poscolonialistas con su enfoque disciplinario.

Después de todo, Fanon ofreció el análisis más penetrante de la
psicología social del colonialismo (una deconstrucción e interpretación
psicoanalítica del problema de los negros para superarlos y liberarlos)
y describió el complejo de su estatus secundario. Además, escribió su
texto cuando tenía 27 años, en medio de los hechos sangrientos en Argelia

¿La “gente poscolonial” tuvo elección? ¿Podrían haber seguido el camino
de los verdaderos luchadores por la independencia, de los líderes de la
primera generación? ¿De aquellos que se educaron principalmente en
Europa, pero luego regresaron a casa y pasaron de interpretar el
mundo para cambiarlo como Fanon?

En la segunda mitad de los 80, en los 90  en el 2000, definitivamente
no. En la década de 2010 surgieron las primeras esperanzas, y en la
década de 2020, ¡definitivamente sí! Esto es en lo que se centrará la
sección final de este artículo.

El regreso del anticolonialismo

Como sabemos, 1960 fue el año de África, ya que la mayoría de las
colonias africanas (principalmente francesas) se
independizaron. Simbólicamente, el regreso de las luchas anticoloniales
a principios de la década de 2020 todavía se asocia con el África
francófona.

Ahora, en estos días, el colapso del neocolonialismo francés se
desarrolla ante nuestros ojos, involucrando a la República
Centroafricana, seguida de Malí, Burkina Faso, Níger y otros países y
dependencias.

Millones de jóvenes africanos están pendientes de cada palabra de una
nueva generación de panafricanistas y luchadores por la descolonización
real: Kemi Seba, Natalie Yamb, Franklin Nyamsi y otros. ¡El Sur
Global está una vez más despierto y zumbando!

¿Qué ha cambiado en el mundo poscolonial? Por primera vez desde el
colapso de la Unión Soviética, ahora hay dos nuevos elementos clave:
¡subjetividad o agencia! Los países africanos ahora tienen una
alternativa estratégica en forma de Rusia y China.

El antiguo Tercer Mundo, el Sur Global en el período del «momento
poscolonial», se ha convertido repentinamente … en un «no-occidente
colectivo», que no puede ser «empujado a un lado» y «aplastado» por la
fuerza combinada del «Occidente colectivo”!

De hecho, durante varios años se ha producido una transición de poder,
es decir, del cambio de poder internacional de los EE. UU. a la
República Popular China (y, más ampliamente, de Occidente a
los NO occidentales), con el reemplazo de las instituciones centradas en
los EE. UU. a instituciones “no occidentales”.

Al mismo tiempo, el poder duro de los países de la OTAN es
significativamente menor que el potencial correspondiente de los países
de la OCS: 25,6 % y 36,6 % en 2018 respectivamente [10], y eso
sin contar <#_ftn10> a Irán y otros países que pronto se unirán a la OCS.

El tránsito de poder es un período de inestabilidad en el que
se esta cambiando el orden mundial anterior, un cambio que ya ha
entrado en una fase activa con el inicio de la operación militar especial.

La Federación Rusa y los países no occidentales, incluida la mayor parte
de Asia, África y América Latina, se encuentran de un lado de las
barricadas y las antiguas metrópolis del “Occidente colectivo” del
otro. Se está desarrollando rápidamente una nueva bipolaridad, la
disciplina de bloque se está cristalizando y desacoplando, es decir, se
está intensificando la brecha entre los dos circuitos (occidental y no
occidental) en la economía, la tecnología, la ideología, la política y
otras esferas.

La retirada de occidente en África es principalmente impulsada por los
militares, ya que el factor de seguridad en el continente es
decisivo. La Federación Rusa actúa como proveedor de seguridad (y, más
ampliamente, de soberanía) para muchos países del mundo.

Pero no se trata sólo de una cuestión de seguridad en sentido
estricto. También se trata de seguridad energética, seguridad
alimentaria, seguridad informática, seguridad crediticia y
financiera. Por tanto, surgen nuevos desafíos para la política de ayuda
internacional y relaciones económicas exteriores de Rusia ¡En este
caso, a diferencia de la URSS, la Federación Rusa no promueve el
socialismo, sino la soberanía en su sentido más amplio.

La formación de un mundo multipolar que comenzó en la década de 2010
ofrece la esperanza de un futuro mejor para Asia, África y América Latina .

Es el periodo en que se desarrolla la narrativa de las modernidades
múltiples, presentada por primera vez por CN Eisenstadt [Bhambra,
2007]. Eisenstadt señala acertadamente que “la modernidad y la
occidentalización no son idénticas”. Así, la “desconexión” de un país
del proyecto occidental no es una“condena”, sino… nuevas oportunidades
en proyectos alternativos de modernización del no-Occidente.

Históricamente, desde el siglo XVI , existió un predominio del proyecto
de modernización occidental, pero esta no es la única modernidad. El no
occidentalismo en sí mismo no es antónimo de modernidad.

Desde las décadas de 1920 y 1930, la modernidad alternativa del proyecto
soviético [Eisenstadt, 2000], que también afectó a África, se hizo
evidente ante el mundo entero. Ahora en el siglo XXI , la República
Popular China se desarrolla rápidamente, ofreciendo un modelo
alternativo el socialismo con características chinas, y el papel del
estado en el modelo ruso vuelve a ser importante. La Turquía moderna
también ofrece una interesante combinación de modernidad con elementos
del Islam.

En el período pasado de lucha anticolonial activa, a fines de la década
de 1970 y principios de la de 1980, se lograron importantes éxitos
políticos en el desarrollo del nuevo orden económico mundial [Degterev,
2016], pero estos no fueron respaldados por medios económicos de lucha.
[Koptev, 1988, p. 41-42] y finalmente el esfuerzo de millones de
luchadores quedó en nada.

Es importante no cometer este error en la próxima ronda de
anticolonialismo reformando el sistema de regímenes económicos
internacionales. ¡Estas nuevas configuraciones estarán a la orden del
día después del “reinicio” del sistema internacional en su conjunto,
pero es necesario trabajar ahora en unir los esfuerzos internacionales
en la lucha contra el neocolonialismo!

El discurso poscolonial no desaparecerá por completo, pero dejará de ser
la corriente principal ideológica de los estudios críticos de Asia,
África y América Latina. Ya no será posible
ofrecer torcidas interpretaciones de la dominación imperial frente a las
luchas reales y olvidar los millones de víctimas de los pueblos no
occidentales por su independencia (Siria, Venezuela, Malí, RCA,
Afganistán, Ucrania y más allá en Asia, África y América Latina).

Los estudios de casos específicos sobre el fortalecimiento de la
soberanía real del mundo no occidental están en la agenda, ¡porque no
hay nada mejor para la práctica que una buena teoría! Estoy convencido
que algunos de los artículos más sólidos sobre este tema aparecerán en
las páginas de la revista: “Postcolonialismo y Modernidad”.

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*Agradecimientos* : El autor agradece a los organizadores y
participantes de la conferencia «Rusia y el despertar africano:
perspectivas para combatir el neocolonialismo en el siglo XXI » ,
celebrada en la Cámara Pública de la Federación Rusa el 27 de junio de
2022, que ayudaron a capturar el espíritu de los tiempos (Zeitgeist). El
autor también agradece a OA Morgunova (Universidad RUDN) por sus
comentarios y comentarios críticos.

[1] <#_ftnref1> Australia, Bélgica, República Dominicana, Francia,
Portugal, Sudáfrica, España, así como Reino Unido y Estados Unidos
(Dahomey, ahora Benin, no participó en la votación). Para más detalles
ver: Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y
Pueblos Coloniales (1960). A/RES/1514(XV),
14.12.1960. URL: https://digitallibrary.un.org/record/662085
<https://digitallibrary.un.org/record/662085> (consultado: 10.06.2022).

[2] <#_ftnref2> Cabe señalar que se trata de dos versiones de un resumen
para una tesis doctoral en la teoría del comunismo científico (ciencias
históricas) del mismo autor [Portnyagin 1988; Portnyagin 1990], quien se
mudó a los Estados Unidos en la década de 1990, donde enseñó con éxito
en la Universidad Johnson & Wales.

[3] <#_ftnref3> Lista de Miembros. FMI,
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[4] <#_ftnref4> La Nueva Carta del Atlántico. La Casa Blanca, 10 de
junio de 2021.
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[5] <#_ftnref5> Tratado de paz con Alemania (Tratado de Versalles),
1919. URL: https://guides.loc.gov/treaty-of-versailles
<https://guides.loc.gov/treaty-of-versailles> (consultado: 20.08.2022)

[6] <#_ftnref6> Acuerdos y negociaciones comerciales de la UE. Comisión
Europea. Dirección General de
Comercio. URL: https://policy.trade.ec.europa.eu/eu-trade-relationships-country-and-region/negotiations-and-agreements_en <https://policy.trade.ec.europa.eu/eu-trade-relationships-country-and-region/negotiations-and-agreements_en> (consultado: 20.08.2022)

[7] <#_ftnref7> Élites de retour de l’Est. Revue Cahiers d’études
africaines, No. 226.
URL: http://editions.ehess.fr/revues/numero/elites-de-retour-de-lest/
<http://editions.ehess.fr/revues/numero/elites-de-retour-de-lest/> (consultado: 10.06.2022).

[8] <#_ftnref8> Ranking Sense de Editores
Académicos. URL: http://www.sense.nl/gfx_content/documents/ABCDE-indeling%20Scientific%20Publishers%20SENSE_approved_May_2009.pdf <http://www.sense.nl/gfx_content/documents/ABCDE-indeling%20Scientific%20Publishers%20SENSE_approved_May_2009.pdf>(consultado: 06/10/2022).

[9] <#_ftnref9> Véanse los comentarios de AV Lukin sobre el artículo de
OA Morgunova “Raíces no occidentales de las teorías poscoloniales:
personas e ideas” // Teorías no occidentales de las relaciones
internacionales en un mundo policéntrico, Universidad
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<https://we.hse.ru/ml/seminartmo> (consultado: 10.06.2022).

[10] <#_ftnref10> El Índice Compuesto de Capacidad Nacional (CINC) se
utiliza para operacionalizar el concepto de poder.

*Fuente* : Traducido del ruso: Degterev DA Hacia el final del “momento
poscolonial” de la lucha anticolonial: contornos del programa de
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Em
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2023/08/20/que-paso-y-que-esta-pasando-en-la-lucha-contra-el-neocolonialismo-occidental/
20/8/2023

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