quarta-feira, 17 de dezembro de 2014
Comuna Libre: donde el pueblo manda y el gobierno obedece
Henry Renna
En las últimas décadas el factor territorial ha adquirido nuevo protagonismo
como espacio clave de la lucha de clases. No sólo por su estructura de
oportunidades para enfrentar el sistema, sino la potencialidad inscrita en él de
prefigurar uno diferente. En este ámbito se han multiplicado las organizaciones
de base y más importante se han fortalecido experiencias y prácticas
autogestionarias y de construcción de poder popular. Estas nos regalan el
derecho a pensar nuevamente en una alternativa masiva de transformación radical
del país y el mundo, nos invitan a soñar con la proyección de las autonomías en
una oleada de comunas libres que se reproduzcan revolucionando toda la ciudad.
El cambio territorial para una transformación social
El desmantelamiento de la sociedad industrial a manos del neoliberalismo, supuso
no solo un cambio en el régimen económico de acumulación sino además en la forma
de dominación. En una de sus dimensiones, se pasó de un poder disciplinario
concentrado dentro de los límites de la fábrica, a una fase de control a cielo
abierto sobre los cuerpos. Con ello la lucha de clases en las ciudades de
América latina sufrió una redirección en la intensidad de su conflicto, del
ámbito de la producción (trabajo) al de la reproducción social (modos de vida),
haciendo del espacio territorial un campo geopolíticamente clave para las
resistencias.
Así como el capitalismo ha invadido esferas de la vida antes impensadas también
ha permitido con ello una pluralidad de ejes de enfrentamiento entre las
comunidades y los defensores del sistema. Desde los territorios se han
desencadenado en los últimos años importantes procesos de insumisión. Por
nombrar algunos ejemplos emblemáticos en la región está el caso de los caracoles
del EZLN en México, las Juntas Vecinales de El Alto en Bolivia, las comunidades
del Movimento Sem Terra en Brasil y la organización piquetera en Argentina. En
Chile esta tendencia se observa en los últimos (i) levantamientos regionalistas
(Magallanes, Aysén, Calama, Arica, Tocopilla), (ii) luchas sectoriales (Castro
por salud, Cabildo, La Ligua y Petorca por el agua, Peñalolén y La Florida por
suelo y vivienda, Dichato por la reconstrucción, Freirina por la crisis
sanitaria, Santiago centro por el comercio popular), batallas ecológicas (Ralco,
Alto Maipo, Aysén, Punta de Choros, Penco-Lirquén, por proyectos de inversión
energética, Huasco alto contra Pascualama, Huasco bajo, Arica, Coronel y
Quintero contra la contaminación de azufre, plomo, arsénico y el derrame de
petróleo), choques contra el gobierno local (Renca, Ñuñoa, Conchalí, Peñalolén
ante la defensa de espacios comunitarios, Cerro Navia, La Florida y Talcahuano
por el cierre de escuelas, Concepción, Chiloé y Valparaíso contra obras de
infraestructura) y como no, la histórica lucha de la nación-pueblo Mapuche que
sigue a vivo fuego.
Todos los casos más allá de sus particularidades, tienen en común (de forma) una
organización asamblearia con un fuerte arraigo de base territorial, (en su
contenido) trabajar por la reconstrucción de la vida social mediante la
auto-organización de la clase en sus territorios y la colaboración solidaria de
sus participantes, y sobre todo (en el fondo) ser acciones dirigidas a la
construcción y ejercicio de un poder, un poder propio. Un poder-hacer de los de
abajo en los territorios que nada a contracorriente del poder-sobre que los de
arriba tienen sobre nuestras vidas.
La autogestión como forma de lucha y producción social
Este proyecto adquiere cuerpo lentamente con las innumerables prácticas de
trabajo de base autogestionario existentes hoy en Chile. Ellas las vemos como
los embriones de un área de reproducción social donde los modos de vida
propuestos, sus lógicas y formas de organización, no son estatales, ni
mercantiles, sino sociales, las que se da la propia gente. Son alternativas a
las que ha recurrido la población para hacer efectivo en los hechos, los
derechos que el Estado no garantiza y que el Mercado viola permanentemente.
Modalidades de planeación, control y ejecución del trabajo, educación, vivienda,
salud, cultura, otros, levantadas por las mismas comunidades cuando recuperan la
confianza en sus capacidades y dan respuesta con sus propias manos a las
necesidades más sentidas, desde estructuras solidarias, mutualistas y
autogestionarias.
Algunos ejemplos son:
§ Prácticas de educación autogestionaria que reproducen por grietas de una
ciudad escolarizante y autoritaria alternativas de educación liberadoras bajo
control directo de la gente (jardines comunitarios, primarias populares,
escuelas autogestionadas de jóvenes y adultos, espacios permanentes de
autoformación, etc.).
§ Experiencias de producción social del hábitat que siembran gérmenes en la
misma trama urbana capitalista de un habitar crítico, un poblar alternativo que
nace desde las propias poblaciones (apoyo técnico colaborativo para proyectos
habitacionales y urbanos, dispositivos de autogestión del hábitat, cooperativas
y constructoras populares, entre otras).
§ Esfuerzos de organización cooperativa y economíalocal que lentamente recuperan
espacio perdido en el ámbito del trabajo articulando economías otras en el seno
del neoliberalismo (cooperativas de servicios, empresas sociales,
emprendimientos mutualistas).
§ Trabajos de comunicación, arte y cultura popularque hacen frente al silencio
de los medios, el individualismo, y los grises y opacos del sentido común
hegemónico (centros culturales, periódicos, radios, canales de TV, asociaciones
de artistas, sellos autogestores, entre otras).
§ Casos de salud comunitaria que desafían la medicalización y patologización del
bienestar abordando sus determinantes sociales a través de distintas técnicas y
prácticas, ancestrales y alternativas, de auto-cuidado individual y colectivo
(apoyo mutuo psico-social, medicina indígena, consultorios populares, grupos de
crianza, etc.).
§ Entre otras.
A revolucionar la ciudad desde abajo
La reforma urbana de la Nueva Mayoría, como era de esperarse, no sólo omite el
problema de la tierra, la cuestión de la segregación, el tema del lucro con la
ciudad, la construcción de barrio, la planificación social del espacio y pensar
un habitar de nuevo tipo, sino además incorpora nuevas exenciones e incentivos a
la empresa privada. Así las cosas, con las cartas del progresismo en la mesa, no
basta con reivindicar al mal gobierno el derecho a la vivienda o el acceso a la
ciudad. No será suficiente exigir una reforma mejor a las de antes, o una
política de desarrollo urbano mejor a la que propone el gobierno. Es urgente,
aquí y ahora, revolucionar la ciudad desde abajo; una larga travesía, que
comienza hoy, por disolver la urbe capitalista en múltiples comunas libres;
comunas donde el pueblo mande y se mande, gobierne y se autogobierne.
La construcción de estas comunas es una gran batalla, un combate cuyos primeros
golpes debiese considerar:
§ Levantar la asamblea territorial como entidad gestora de proyectos de
producción social en todos los ámbitos que sean de su interés (vivienda,
trabajo, salud, educación, cultura, etc.) y el área social como un espacio no
estatal, ni mercantil, de desarrollo, sino autogestionario.
§ Crear (auto)gobiernos comunitarios donde se encuentren la mayoría de las
organizaciones de base, organizaciones políticas y movimientos sociales y
populares de los territorios en cuestión.
§ Disputar el acceso al suelo mediante el establecimiento de áreas de manejo
comunitario de interés social definidas participativamente, el traspaso de todo
el suelo público a un conservador local de suelo social y la instauración de
mecanismos que controlen el alza en el valor del suelo privado, la recuperación
de plusvalías para los habitantes, y medidas impositivas sobre su transferencia
y especulación.
§ Impulsar el acceso a la vivienda adecuada mediante la masificación de la
autogestión habitacional y la conformación de cooperativas de construcción de
viviendas y empresas sociales sin fines de lucro.
§ Dar vida a los consejos populares de planificación territorial cuyo objetivo
sea velar por la justicia espacial del ordenamiento territorial, con carácter
resolutivo y cuyas decisiones sean vinculantes.
§ Articular polos productivos de economía local y solidaria dirigidos a la
transformación secundaria de materia prima, convergencia colaborativa de
servicios y, transferencia tecnológica a cooperativas populares familiar y
comunitaria.
§ Implementar una política de ecología barrial dirigida a la arborización,
reciclaje y creación de huertas urbanas en cada grieta del espacio comunal.
§ Luchar por la integración inicial en el sistema de salud comunal de los
centros de autocuidado comunitarios, como espacio paralelo de trabajo familiar y
barrial en torno al buen vivir.
§ Intencionar la creación de una red de educación autogestionaria paralela a
independiente a la educación estatal-municipal compuesta por centros de
infantes, escuelas primarias, secundarias y de adultos, como de capacitación,
especialización y de formación con financiamiento público y administrados
directamente por las comunidades y organizaciones educativas autogestoras.
§ Apoyar y reproducir los medios de comunicación alternativos, centros
culturales, las artes y artistas populares en cada barrio bajo autogobierno
comunitario.
Todos estos elementos no son líneas de un novedoso manifiesto del cambio social,
sino en su mayoría son realidades que ya se están construyendo en los sótanos
del modelo. Detrás de ellas hay mujeres y hombres que decidieron tomar una
opción distinta -y en contra- del modo de vida capitalista, su esclavitud
soterrada, la violencia estatal aceptada, y un pensamiento único naturalizado.
Lentamente estas manos se entrelazan en los territorios, donde nace un nuevo
habitante, un poblador y una pobladora en lucha que construirá territorios
libres por donde vaya transformando el mundo y cambiando su propia vida.
A ese sur, vamos caminando.
Henry Renna, Movimiento de Pobladores y Pobladoras en Lucha
In:
REBELION.ORG
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=193178
17/12/2014
Assinar:
Postar comentários (Atom)
Nenhum comentário:
Postar um comentário