quinta-feira, 23 de dezembro de 2021

La teoría de la alienación de Marx

 


*MARCELLO MUSTO, PROFESOR DE SOCIOLOGÍA EN LA UNIVERSIDAD DE YORK, CANADÁ*

La alienación fue uno de los temas más importantes y debatidos del siglo
veinte y la teoría del fenómeno propuesta por Karl Marx jugó un rol
fundamental en la creación del concepto. Sin embargo, contra lo que uno
podría imaginar, la teoría de la alienación en sí misma no se desarrolló
de manera lineal, y la publicación de textos inéditos en los que Marx
analizó el concepto, definió un momento significativo en la
transformación de su teoría y en su diseminación a escala global.

En los Manuscritos económico y filosóficos de 1844, con la categoría de
«trabajo enajenado», Marx no solo extendió el alcance del problema de la
alienación de la esfera filosófica, religiosa y política a la esfera
económica de la producción material, sino que también convirtió a la
última una condición indispensable de la comprensión y superación de la
primera.

Con todo, esta primera elaboración, escrita a los 26 años, no fue más
que el bosquejo inicial de su teoría. Aunque muchas de las teorías
marxistas de la alienación posteriores se fundaron erróneamente en las
observaciones incompletas de los Manuscritos económico y filosóficos de
1844 —que sobrestiman el concepto de «autoalienación»
(Selbst-Entfremdung)—, no debemos olvidar que las más de dos décadas de
investigación que Marx emprendió antes de publicar El capital
conllevaron una evolución considerable de sus conceptos.

En los escritos económicos de las décadas de 1850 y 1860, Marx
profundizó su pensamiento sobre la alienación. Las ideas que Marx
presenta en esos textos destacan por combinar la crítica de la
alienación en la sociedad burguesa con la descripción de una alternativa
posible al capitalismo.

*La larga marcha del concepto de alienación*

En La fenomenología del espíritu (1807), Georg W. F. Hegel propuso la
primera elaboración sistemática del problema de la alienación. Con el
fin de describir el proceso mediante el cual el Espíritu deviene otro en
la esfera de la objetividad, adoptó los términos Entausserung
(«extrañamiento»), Entfremdung («alienación») y Vergegenständlichung
(literalmente: «convertir-en-un-objeto», traducido usualmente como
«objetivación»). El concepto de alienación ocupó un rol destacado en los
escritos de la izquierda hegeliana.

Una importante contribución en este sentido es la teoría de la
alienación religiosa propuesta por Ludwig Feuerbach en La esencia del
cristianismo (1841), es decir, la idea de que la religión surge de la
proyección de la propia esencia del hombre en una deidad imaginaria.
Pero después desapareció de la reflexión filosófica y ninguno de los
pensadores importantes de la segunda mitad del siglo XIX se detuvieron
en el problema. En sus obras publicadas en vida, Marx rara vez utiliza
el término, y la discusión sobre la alienación estuvo completamente
ausente del marxismo de la Segunda Internacional (1889-1914).

No obstante, cabe destacar que durante el período muchos intelectuales
desarrollaron otros conceptos, posteriormente asociados al de
alienación. En La división del trabajo social (1893) y en El suicidio
(1897), Émile Durkheim introdujo el término «anomia» para designar un
conjunto de fenómenos que se producen cuando las normas que garantizan
la cohesión social entran en crisis tras una ampliación considerable de
la división del trabajo.

Las tendencias sociales concomitantes a las grandes transformaciones del
proceso de producción también fueron el eje del pensamiento de los
sociólogos alemanes. En La filosofía del dinero (1900), Georg Simmel
estudió la dominación que ejercen las instituciones sociales sobre los
individuos y la impersonalidad creciente de las relaciones humanas.

Por su parte, Max Weber, en Economía y sociedad (1922), abordó los
fenómenos de la «burocratización» a nivel social y del «cálculo
racional» a nivel de las relaciones humanas, a los que definió como la
esencia del capitalismo. Pero estos autores pensaban que estaban
describiendo tendencias imparables de las relaciones humanas y sus
reflexiones estuvieron guiadas por el deseo de mejorar el orden político
y social existente (no el de reemplazarlo por uno distinto).

Debemos el redescubrimiento de la alienación a Georg Lukács, quien en
Historia y conciencia de clase (1923) introdujo el término «reificación»
(Versachlichung) para describir el fenómeno del trabajo que se opone a
los seres humanos como algo independiente y objetivo, y los domina
mediante leyes externas y autónomas. En 1932, la aparición de los
Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, obra de juventud de Marx
inédita hasta entonces, fue un acontecimiento decisivo.

En el marco de esa obra, el concepto de alienación remite al fenómeno
por el cual el producto del trabajo se opone al trabajo como algo ajeno,
como un poder independiente del productor. Marx definió cuatro formas de
alienación del trabajador en la sociedad burguesa: (1) por el producto
de su trabajo, que se convierte en un objeto extraño que ejerce un poder
sobre él; (2) en su actividad laboral, a la que percibe como dirigida
contra sí mismo y como si no le perteneciera; (3) por la «esencia
genérica» del hombre que se transforma en un ser ajeno; y (4) por otros
seres humanos y en relación con su trabajo y con el objeto de su trabajo.

A diferencia de Hegel, Marx sostiene que la alienación no coincide con
la objetivación en sí misma, sino con un fenómeno particular que se
produce en una forma precisa de economía: es decir, el trabajo
asalariado y la transformación de los productos del trabajo en objetos
autónomos de los productores. Mientras que Hegel presentaba la
alienación como una manifestación ontológica del trabajo, Marx estaba
convencido de que era el rasgo de una época de producción específica: el
capitalismo.

Por el contrario, a comienzos del siglo veinte, casi todos los autores
que abordaron el problema consideraban que la alienación era un aspecto
universal de la vida. En Ser y tiempo (1927), Martin Heidegger trató la
alienación en términos puramente filosóficos.

En esa especie de fenomenología de la alienación, acuñó la categoría
«caída» [Verfallen] para referirse a la tendencia de la existencia
humana a perderse a sí misma en la inautenticidad del mundo circundante.
Heidegger no consideraba esta caída como una propiedad negativa y
deplorable de la que, «tal vez, etapas más avanzadas de la cultura
humana sean capaces de despojarse», sino más bien como un «modo
existencial de ser-en-el-mundo», es decir, como una realidad que forma
parte de la dimensión fundamental de la historia.

Después de la Segunda Guerra Mundial, bajo influencia del
existencialismo francés, la alienación se convirtió en un tema
recurrente tanto en la filosofía como en la literatura. Pero fue
identificada con un malestar difuso del hombre en la sociedad y una
división entre la individualidad humana y el mundo de la experiencia:
una insuperable condition humaine.

Los filósofos existencialistas no propusieron un origen social de la
alienación, sino que la concibieron como algo vinculado inevitablemente
a la «facticidad» —perspectiva reforzada, sin duda, por el fracaso de la
experiencia soviética— y a la otredad humana.

Marx intentó desarrollar una crítica de la dominación buscando asidero
en su oposición a las relaciones de producción capitalistas. Los
existencialistas siguieron el camino inverso: intentaron absorber las
partes de la obra de Marx que consideraban útiles para sus propios
enfoques, en el marco de un debate meramente filosófico, vaciado de toda
crítica histórica específica.

Otro caso fue Herbert Marcuse, quien también identificó la alienación
con la objetivación en vez de con su manifestación en el marco de las
relaciones de producción capitalistas. En Eros y civilización (1955) se
distanció de Marx y argumentó que la emancipación solo podría ser
alcanzada mediante la abolición —no la liberación— del trabajo y la
afirmación de la libido y del juego en las relaciones sociales. Marcuse
terminó oponiéndose a la dominación tecnológica en general, de modo que
su crítica de la alienación dejó de apuntar contra las relaciones de
producción capitalistas, y sus reflexiones sobre el cambio social se
volvieron tan pesimistas que muchas veces llegó a incluir a la clase
obrera entre los sujetos que operaban en defensa del sistema.

*La fascinación irresistible de la teoría de la alienación*

Una década más tarde, el término entró en la sociología estadounidense.
La sociología dominante trató el problema como si hiciera referencia al
ser humano individual, no a las relaciones sociales, y centró la
búsqueda de soluciones en la capacidad de los individuos para adaptarse
al orden existente, no en las prácticas colectivas que buscan
transformar la sociedad. Este desplazamiento terminó degradando el
análisis de los factores socio-históricos.

Mientras que, en la tradición marxista, el concepto de alienación había
contribuido a algunas de las críticas más agudas del modo de producción
capitalista, su institucionalización en la esfera de la sociología lo
redujo a un fenómeno de inadaptación individual a las normas colectivas.
Estas interpretaciones contribuyeron al empobrecimiento teórico del
discurso sobre la alienación que, alejándose de aquel fenómeno complejo
vinculado a la actividad laboral humana, incluso llegó a convertirse en
un fenómeno positivo, en un medio de expresar la creatividad. Por lo
tanto, terminó diluyéndose al punto de volverse virtualmente insignificante.

Durante el mismo período, el concepto de alienación también se abrió
paso en el psicoanálisis, donde Erich Fromm lo utilizó para construir un
puente con el marxismo. Sin embargo, el filósofo alemán terminó
colocando todo el énfasis en la subjetividad, y su noción de alienación,
sintetizada en Psicoanálisis de la sociedad contemporánea (1955) como un
modo de experiencia en que el individuo se percibe como extraño, terminó
de definir su vocación individual.

Fromm se basó exclusivamente en la concepción expuesta por Marx en los
Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, y mostró no comprender la
especificidad y la centralidad del trabajo enajenado en el pensamiento
de Marx. Esta laguna impidió que otorgara su debido peso a la alienación
objetiva (es decir, la que afecta al trabajador en el proceso de
producción y define su relación con el producto del trabajo).

En los años 1960 las teorías de la alienación se pusieron de moda y el
concepto parecía expresar a la perfección el espíritu de la época. En La
sociedad del espectáculo (1967), Guy Debord vinculó la teoría de la
alienación con la crítica de la producción inmaterial. Argumentó que con
la «segunda revolución industrial», el consumo alienado se había
convertido, en igual medida que la producción alienada, en un deber de
las masas.

En La sociedad de consumo (1970), Jean Baudrillard se distanció del
enfoque marxista, es decir, la centralidad de la producción, y también
identificó al consumo como el factor fundamental de la sociedad moderna.
Entonces, la época del consumo, en la que la publicidad y las encuestas
crean necesidades espurias y consensos de masas, se convirtió en la
«época de la alienación radical».

Sin embargo, la popularidad del término y su aplicación indiscriminada
crearon una profunda ambigüedad conceptual. En pocos años, la alienación
se convirtió en una fórmula vacía que atravesaba todo el espectro de la
infelicidad humana y su amplitud generó la creencia de que remitía a una
situación inmodificable. Se escribieron y publicaron cientos de libros y
artículos en todo el mundo.

Fue la época de la alienación tout court. Autores de distinta formación
política y académica propusieron distintas causas para explicar el
fenómeno: mercantilización, superespecialización, anomia,
burocratización, conformismo, consumismo, pérdida de sentido generada
por las nuevas tecnologías, incluso aislamiento personal, apatía,
marginación étnica o social y contaminación ambiental. El debate alcanzó
un límite paradójico en el contexto académico estadounidense, donde el
concepto de alienación sufrió una verdadera distorsión y terminó siendo
utilizado por los defensores de aquellas clases contra las cuales había
sido elaborado en primera instancia.

*La alienación según Karl Marx*

La difusión de los Grundrisse, manuscrito redactado entre 1857 y 1858
que ganó popularidad a comienzos de los años 1970, evidenció el concepto
de alienación con el que trabajaba Marx en sus escritos de madurez. Su
estudio retomaba las observaciones de los Manuscritos económicos y
filosóficos de 1844, pero las enriquecía con una comprensión mucho más
amplia de las categorías económicas y un análisis social más riguroso.

En los Grundrisse, Marx utilizó más de una vez el término «alienación» y
argumentó que, en el capitalismo: «El intercambio general de las
actividades y de los productos, que se ha convertido en condición de
vida para cada individuo particular y es su condición recíproca [con los
otros], se presenta ante ellos mismos como algo ajeno, independiente,
como una cosa. En el valor de cambio el vínculo social entre las
personas se transforma en relación social entre cosas; la capacidad
personal, en una capacidad de las cosas» [Grundrisse, Ed. S. XXI, tomo
1, pp. 84-85).

Los Grundrisse no eran el único texto incompleto de madurez donde Marx
abordó la alienación. Cinco años después, el borrador de la parte VI del
libro primero de El capital (1863-1864) estableció un vínculo más
estrecho entre los análisis económicos y políticos y el concepto de
alienación. Marx argumentó entonces que «la dominación del capitalista
sobre el trabajador es la dominación de las cosas sobre los seres
humanos, del trabajo muerto sobre el trabajo vivo y del producto sobre
el productor.

En la sociedad capitalista, la transposición de la productividad social
del trabajo en los atributos materiales del capital promueve una
verdadera personificación de las cosas y una reificación de las
personas, y crea la apariencia de que las condiciones materiales del
trabajo no están sometidas al trabajador, sino que es él quien está
sometido a ellas».

El progreso que representa esta concepción frente a los escritos
tempranos es evidente también en la famosa sección de El capital (1867)
titulada «El fetichismo de la mercancía». Según Marx, en la sociedad
capitalista, las relaciones entre las personas no se presentan como
relaciones sociales, sino como «relaciones entre cosas». Este fenómeno
es lo que denominó «el fetichismo que se adhiere a los productos del
trabajo no bien se los produce como mercancías, y que es inseparable de
la producción mercantil».

En cualquier caso, el fetichismo de la mercancía no reemplazó a la
alienación de los escritos de juventud. Marx siguió sosteniendo que, en
la sociedad burguesa, las cualidades y las relaciones humanas se
convierten en cualidades y relaciones entre cosas. Esta teoría —que
anticipa lo que Lukács llamaría reificación— ilustra el fenómeno desde
el punto de vista de las relaciones sociales, mientras que el concepto
de fetichismo aborda la misma cuestión desde el punto de vista de las
mercancías.

La difusión de todos estos escritos de Marx abrió el camino a una
concepción de la alienación distinta de todas las que se volvieron
hegemónicas en la sociología y en la psicología. Es una concepción
dirigida a la superación de la alienación en la práctica: a la acción
política de los movimientos sociales, partidos y sindicatos que se
movilizan para transformar las condiciones de vida y trabajo de la clase
obrera.

La publicación de esos textos, que —después de la edición de los
Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 en 1930— podríamos
denominar la «segunda generación» de escritos de Marx sobre la
alienación, no solo brindó una base teórica coherente a los nuevos
estudios del fenómeno, sino también una plataforma ideológica
anticapitalista al servicio del extraordinario movimiento social y
político que surcó el mundo en aquella época. La alienación abandonó los
libros de los filósofos y las salas de conferencias de las
universidades, tomó las calles y los lugares de trabajo y se convirtió
en una crítica general de la sociedad burguesa.

Durante las últimas décadas, el mundo del trabajo sufrió una derrota
histórica y la izquierda todavía enfrenta una profunda crisis. Con el
neoliberalismo volvimos a un sistema de explotación que en muchos
aspectos es similar al del siglo XIX. Por supuesto, Marx no tiene una
respuesta para todos nuestros problemas, pero supo plantear las
preguntas esenciales.

En una sociedad dominada por el mercado y la competencia entre
individuos, el redescubrimiento del concepto de alienación de Marx
brinda una herramienta crítica indispensable, tanto para entender el
pasado como para criticar el capitalismo contemporáneo.

Em
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2021/12/22/la-teoria-de-la-alienacion-de-marx/
22/12/2021


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