sexta-feira, 29 de novembro de 2019
Se tambalea el narconeoliberalismo fascista de Colombia: el 'uribismo'
A nivel regional, con excepción de México que se adelantó a la revuelta
del índice Gini de los millennials con la elección pacifica del
presidente antineoliberal López Obrador, prácticamente toda
Latinoamérica está incendiada a diferentes grados. En particular, el
narconeoliberalismo de Colombia se tambalea con su rebelión de los
estudiantes.
Teoremas van y vienen sobre las causales de la revuelta
<https://mundo.sputniknews.com/blogs/201911141089310906/> de los
/millennials/ en Latinoamérica que se aplica a cualquier tipo de régimen
en la ya caduca taxonomía de 'izquierda' y 'derecha', como es el caso
*de Bolivia <https://mundo.sputniknews.com/trend/evo_morales_dimite/>* y
*Chile <https://mundo.sputniknews.com/trend/violentas_protestas_chile/>*
cuyos gobiernos se han tambaleado primordialmente debido a factores
geopolíticos superpuestos como es el control del litio
<https://mundo.sputniknews.com/economia/201911231089418325-arabia-saudi-america-latina-esta-litio-golpe-bolivia/>
cuando China empezó a controlar el 'oro blanco' tanto en Bolivia como en
Chile en detrimento de los intereses digitálicos de EEUU que libra una
guerra comercial
<https://mundo.sputniknews.com/radio_contante_y_sonante/201906041087493284-guerra-comercial-china-eeuu-afecta-a-america-latina/>,
en esta fase, que encubre su guerra tecnológica de mayor envergadura.
Cabe señalar que el litio forma parte de las baterías de los carros
eléctricos, en medio del auge de la agenda del cambio climático, así
como de los celulares.
Las revueltas de los /millennials/ en Latinoamérica tienen como común
denominador *varios factores multidimensionales*:
1. el colapso del modelo neoliberal
<https://mundo.sputniknews.com/radio_voces_del_mundo/201911021089192611-neoliberalismo-en-america-latina/>
global;
2. la ausencia de futuro de los jóvenes en esta fase intermediaria del
desorden global;
3. el desplome de las /commodities/ (materias primas);
4. el índice Gini (que denota la disparidad entre pudientes y
miserables), donde Latinoamérica exhibe el peor /ranking/ global
desde Chile hasta Colombia;
5. la protesta contra los gobernantes en turno (/incumbent/) sean de la
caduca taxonomía de 'izquierda' o de 'derecha' arrasada por el
neoliberalismo omnímodo cuando impera la nueva colisión entre
globalistas, a la baja, y los nacionalistas/soberanistas al alza, en
espera de la inminente nueva dicotomía que (en)marca el 'nuevo Muro
de Berlín digital' de la inteligencia artificial
<https://mundo.sputniknews.com/defensa/201909021088566757-nos-arrastrara-la-inteligencia-artificial-a-una-guerra-nuclear/>
entre EEUU y China.
Protestas contra el Gobierno en Chile
Chile llamó la atención por su colapso, pese a la propaganda
/goebbeliana/ de haberla colocado como "el modelo a seguir" por los
publicistas de la casi quebrada Televisa de México
<https://www.letraslibres.com/mexico/revista/chile-modelo-seguir>, así
como perturbó el 'litiogolpe
<https://www.jornada.com.mx/2019/11/24/opinion/014o1pol>' de Bolivia con
su teledirigido cambio de régimen
<https://mundo.sputniknews.com/firmas/201911271089459301-bolivia-los-errores-ingenuos-de-evo-morales/>
operado por EEUU y su instrumento de la OEA, el caso de la rebelión de
los /millennials/ *en Colombia
<https://mundo.sputniknews.com/trend/paro_nacional_colombia_2019/>* es
paradigmático debido a que EEUU no solamente ostenta varias bases
militares en su suelo, con participación de entrenamiento
militar/paramilitar de Israel, sino que también se había vuelto "el
ejemplo a seguir" para combatir en forma tramposa el narcotráfico
<https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201809261082201022-surge-en-brasil-cartel-drogas-transnacional-narcosur/>.
A grado tal que su similar batalla en México fue bautizada como Plan
Colombia, para luego ser rebautizada como Plan Mérida por su entonces
presidente Felipe Calderón Hinojosa, connotado aliado, para no decir
clon, del expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez.
El caso colombiano marca *el fracaso de toda la política estadunidense*
que usó al único país bioceánico de toda Suramérica como un conejillo de
indias para experimentar sus políticas de abatimiento del narcotráfico
que nunca declinó.
Su presidente, Iván Duque, es un vulgar títere de Álvaro Uribe quien,
desde su mafia en Medellín controla la oferta y la demanda del régimen
narconeoliberal fascista.
En Colombia se había detenido el tiempo real y no se había gestado un
paro general desde hace 42 años.
Narcotráfico y paramilitarismo, las herramientas políticas de Trump
<https://mundo.sputniknews.com/blogs/201909281088822104-la-ilegalidad-y-la-mentira-en-el-manejo-de-la-situacion-de-venezuela/>
El problema no es que protesten los estudiantes sino cómo se puede
sostener el uribismo al cual, quizá Trump le esté otorgando la extrema
unción debido a los coqueteos subterráneos con China como su aliado en
México Felipe Calderón. Para el neomonroista Trump los coqueteos con
China son imperdonables en Latinoamérica.
De todas las revueltas legitimas de los /millennials/ en Latinoamérica,
que carecen de futuro
<http://www.capitalqueretaro.com.mx/global/los-millennials-salen-a-la-calle-porque-no-tienen-futuro-jalife/> —sea
por el litio de Chile o de Bolivia, o por *las medidas ultraneoliberales
<https://mundo.sputniknews.com/trend/crisis_ecuador_reformas_Lenin_Moreno/>*
a destiempo de Lenin Moreno en Ecuador, quien traicionó a su mentor
Rafael Correa, cuando el conglomerado ALBA se convirtió en el enemigo a
vencer por EEUU en el hemisferio americano—, de los 4 países del segundo
nivel de importancia (Perú/Chile/Venezuela/Colombia),—cuando el primer
nivel, en la medición reduccionista del PIB lo constituyen Brasil,
México y Argentina—, la debacle de Colombia es sorprendente debido a su
exagerado militarismo/paramilitarismo apuntalados por EEUU e Israel.
Llama la atención que en Colombia no haya existido un detonador para la
explosión volcánica de su revuelta que quizá haya representado la
acumulación de agravios superpuestos.
Lo peor es que ahora *la protesta
<https://mundo.sputniknews.com/trend/colombia_protestas_nueva_ola/>*
cuenta con un símbolo icónico: el asesinato del joven estudiante
<https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201911261089439075-fallece-joven-que-fue-herido-por-policia-del-esmad-en-protesta-pacifica-en-bogota/>
Dilan Cruz por las fuerzas de la siniestra policía de ESMAD.
Las protestas de estudiantes en Colombia
No faltaran razones a los abogados unifactoriales para explicar la
metáfora del 'cono de arena' —*cuando basta un solo grano para su
colapso* debido a que destruye la resiliencia de su centro gravitatorio
socioeconómico y sicopolítico: desde el programa de austeridad del
narcouribismo, pasando por la falta de implementación de los acuerdos de
paz
<https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201910031088863960-farc-se-suma-a-denuncia-contra-gobierno-colombiano-por-implementacion-de-la-paz/>
con la guerrilla de las FARC, hasta el descenso en la ventas de
carbón/oro/níquel/cobre/ esmeraldas.
La remilitarización de Latinoamérica se gestó en Colombia avant la
lettre a la coyuntura presente.
Los estudiantes, apuntalados por las organizaciones obreras, rechazan el
modelo narconeoliberal imperante: concomitante a su corrupción, la
precarización laboral y el desfalleciente sistema de salud que nunca
existió en la realidad.
El gobierno narconeoliberal fascista del uribismo es rehén tanto del
Pentágono y del Ejercito de Israel, como de las recetas del FMI.
Las protestas
<https://mundo.sputniknews.com/radio_contante_y_sonante/201911281089461467-colombia-movilizada-por-que-ahora/>
llevan dos meses y las promesas etéreas del uribista Iván Duque de
destinar 1.300 millones de dólares a las universidades no han conmovido
a los aguerridos estudiantes cuando las poblaciones hambrientas no viven
de las estadísticas de los burócratas bien remunerados.
El caso del asesinato del icónico joven de 18 años Dilan Cruz es
doloroso porque exhibió la barbarie de la fuerza policiaca ESMAD —cuyos
matones parecen /robocops/ de Hollywood— así como la desigualdad en el
acceso a la educación:
El ya icónico Dilan Cruz fue un joven consagrado al estudio y al
trabajo, cuyo padre fue también asesinado
<https://www.elespectador.com/noticias/bogota/fallecio-dilan-cruz-el-joven-que-marchaba-para-pedir-educacion-articulo-892690>,
y que recientemente terminó su bachillerato y estaba en búsqueda de un
crédito para estudiar administración.
El plan del Gobierno de Colombia para detener las protestas: seis ejes
<https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201911251089433138-el-plan-del-gobierno-de-colombia-para-detener-las-protestas-seis-ejes/>
Como si lo anterior fuera poco, la divulgación de la grabación de la
nueva canciller Claudia Blum y el embajador de Colombia en EEUU,
Francisco Santos, contaminó el ambiente político, donde el locuaz
embajador puso al tanto a la flamante canciller sobre la incertidumbre
de las relaciones de Colombia con Trump.
Santos divulgó en forma pueril cinco consideraciones explosivas que
*dejan fluctuantes las relaciones con EEUU*, lo cual es imperdonable en
la óptica supremacista neomonroista estadunidense:
1. "el Departamento de Estado está destruido". Luego el muy novato
Santos le asesta un golpe a Trump: "tienes que saber manejar al
personaje porque todo gira alrededor de él";
2. "Trump no se va a meter en Venezuela";
3. "si Maduro no se va, Colombia no tiene futuro", lo cual se ha
agravado por el flujo masivo de migrantes venezolanos a Colombia;
4. "el Grupo de Lima está totalmente debilitado";
5. "Holmes no tenía estrategia y Botero no trabajaba". Holmes pasó de
la Cancillería al Ministerio de Defensa en sustitución de Boterno,
mientras que la interlocutora de Santos Claudia Blum tomaba
<https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50511903> el
lugar de Holmes, al unísono de la volcánica renuncia del ministro de
defensa Guillermo Botero acusado de solapar las ejecuciones
extrajudiciales por el Ejército y de haber ocultado la muerte de
ocho menores de edad.
Si Colombia no cuenta con el apoyo de Trump, el narconeoliberalismo
fascista del uribismo está perdido tanto al exterior como al interior.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
In
SPUTNIK
https://mundo.sputniknews.com/firmas/201911291089478898-se-tambalea-el-narconeoliberalismo-fascista-de-colombia-el-uribismo/
29/11/2019
terça-feira, 26 de novembro de 2019
Elementos de contraposição à cidadania burguesa nas práticas pedagógicas do MST (livro)
Cláudia Maria Bernava Aguillar
Elementos de contraposição à cidadania burguesa nas práticas pedagógicas do MST
Marília: Lutas anticapital, 2019
Prefácio
Vivemos
em uma época assombrosa. A tecnologia não cessa de aportar maravilhas. O fim do
trabalho preponderantemente físico parece estar próximo, e as grandes potências
já anunciam a ocupação da lua e de marte. Ao mesmo tempo, posicionando-se numa
trajetória reversa, a classe dominante está determinada a remeter os
trabalhadores às condições de vida e trabalho manchesterianas do século XIX. Como tal inflexão histórica é potencialmente
explosiva, ela busca o apaziguamento das massas trabalhadoras. Para tanto, os
seus aparatos ideológicos estão empenhados em saturar a mente da população com
uma visão do mundo que combina teorias, dados empíricos, fantasias
destrambelhadas, meias verdades, omissões, distorções dos fatos ou simplesmente
falsificações da realidade. Por paradoxal que pareça, essa metodologia vem
tendo sucesso apreciável em atrair uma parcela de trabalhadores para o campo político
burguês, inclusive para sua variante ressurgida mais grotesca, a fascista.
No entanto, devemos estar cientes de
que a “lumperização” da comunicação mais imediata não impede, muito ao
contrário, que a classe dominante opere também com conceitos consistentes. Com efeito, em instâncias pautadas por um modus operandi mais mediado, como a do
direito ou da educação, por exemplo, encontramos aquelas categoriais sociais conspícuas
com as quais os intelectuais orgânicos recriam a concepção burguesa do mundo.
O que significa isso para os
trabalhadores que se propõe mudar o rumo dos acontecimentos? Significa que é necessário fazer a crítica das
categoriais sobre as quais se apoia a ordem social. Do mesmo modo que, também é
necessário estudar judiciosamente aqueles outros conceitos que se apresentam
com o propósito de se antepor a essa ordem.
Esse é o procedimento que adota Cláudia
M.B. Aguillar neste trabalho ao erigir como seu objeto de investigação o
conceito de cidadania em sua relação com a pedagogia. A ideia de cidadania está
por toda parte, mas na escola, soa como um mantra. “Na nossa experiência como
docente”, afirma a autora, “principalmente nas últimas três décadas, a
categoria cidadania fez-se presente no planejamento político e pedagógico das
escolas com o propósito de contribuir para a formação cidadã dos alunos”. No
entanto, complementa, “algumas questões de ordem descritiva e explicativa
apareceram: o que é cidadania?”. “O que é formar para a cidadania?”. “Existe no
Brasil alguma pedagogia que rompe ou que procura romper com a formação cidadã oficializada pelo Estado?”.
Para Aguillar, o momento
privilegiado para essa investigação apresentou-se quando a UNESP, a CEETEP e o
MST estabeleceram uma parceria para ministrar um curso técnico em agroecologia.
O MST, organização dos trabalhadores demonizada pela propaganda oficial, tem
uma pedagogia própria. Estaria essa pedagogia igualmente orientada para a
formação cidadã dos alunos?
O cotejamento das ementas
curriculares para esse curso não apresentou contradições. No entanto, a
pesquisadora, não se deteve nas narrativas pedagógicas formalizadas. Em vez
disso, empreendeu um estudo mais trabalhoso, histórico-empírico, que consistiu
de um repasse da trajetória do conceito cidadania, bem como da observação das
práticas pedagógicas nas duas escolas escolhidas para ministrar o curso - uma
pública e outra do MST- mediante
observação presencial e coleta de materiais de fontes escritas e orais.
Os resultados da investigação nos
mostram que cidadania, seja como conceito, seja como categoria vigente na sociedade,
teve uma trajetória cambiante.
No mundo antigo, onde supostamente
surgiu, a cidadania era apanágio de um grupo minoritário da população formado
por homens adultos, que eram detentores de um conjunto de privilégios exclusivos, que iam do monopólio do poder estatal ao
controle da família.
Passando à modernidade (burguesa), a autora
verifica que a cidadania aparece agora
como acontecimento universal. No entanto, verifica também que os direitos
inerentes a esta nova concepção de cidadania são em grande parte formais. Isto porque, tal como no
passado, a cidadania efetiva, ou seja, o poder de Estado e o poder de
exploração da força de trabalho, segue sendo privilégio de um segmento
minoritário da população, a classe dos capitalistas. A grande mudança ocorreu na forma de exploração
da força de trabalho que é realizada agora basicamente por meio do trabalho
assalariado denominado livre.
Uma vez tendo contextualizado
historicamente seu objeto, a autora responde à sua indagação inicial respeitante
ao significado do que é formar para a cidadania na escola oficial. Sintetizando
sua narrativa podemos dizer que educar para a cidadania é, em última análise:
a) qualificar a força de trabalho para que esta possa vir a ser explorada de
modo produtivo nas unidades de trabalho segundo o cânone da sociedade
tecnológica; b) produzir nos estudantes, futuros trabalhadores assalariados,
uma aderência intelectual, psíquica e afetiva às categorias constitutivas da
ordem social.
Quanto ao MST, a pesquisa de
Aguillar corrobora o suposto de que este Movimento conta efetivamente com uma
concepção própria de educação. Essa concepção encontra-se enunciada em
princípios praticamente antitéticos aos princípios da pedagogia oficial.
Mencionamos os mais sugestivos: gestão democrática efetiva da escola,
articulação do trabalho pedagógico com o trabalho real, orientação primária
para o exercício de atividades propiciadas pela reforma agrária como trabalho
coletivo em cooperativas ao invés de venda individual da força de trabalho no
mercado, e estudo e valorização do movimento operário e popular (MOP) ausente
da escola oficial. Numa perspectiva mais ampla, nos cabe notar que esses
princípios não se somam a uma cidadania concreta, que é inexistente, mas
apontam para uma possível cidadania
futura em acorde com a utopia política do MST. Essa utopia seria o
socialismo, que está enunciada em muitos de seus documentos, embora de modo
ainda indeterminado.
No entanto, a autora observou também
que, em que pese o empenho dos educadores, na prática pedagógica do Movimento
há uma duplicidade. Esta decorre do fato de que ao se exercer uma atividade
pedagógica numa escola habilitada para emitir certificados, não é possível
ignorar as normas pedagógicas oficiais formuladas pelo Estado. A consequência é
que, em parte, a ação educativa do MST na escola estrito senso considerada, também
é relativamente funcional à cidadania vigente. Posto em outros termos, um aluno
formado na pedagogia do MST pode ser muito crítico com relação à ordem social.
No entanto, está habilitado a vender sua força de trabalho no mercado
assalariado, o que não raro ocorre.
Antes de tudo porque é portador da certificação que é um pré-requisito da
empregabilidade. E depois porque, do ponto de vista científico-técnico, se
encontra adequadamente preparado.
Seja como for, Aguillar considera
que, medindo-se a prática pedagógica do MST pelo que ele se propõe fazer em
termos de educação, o saldo da atividade pedagógica do Movimento deve ser
considerado bastante positivo. Segundo os indicadores levantados pela
autora, a maior parte dos alunos que passaram por essa pedagogia são portadores
de uma forte crítica ao trabalho alienado, ou seja, à sociedade burguesa e seus
valores. Dizendo o mesmo de modo menos
abstrato, esses alunos ou ex-alunos encontram-se inclinados a valorizar
atividades econômicas que possibilitem aos trabalhadores meios de subsistência autônomos nas quais se respeite a natureza
(agroecologia), tais como as propiciadas, real ou virtualmente, pela reforma
agrária popular: a pequena produção agrária familiar e as cooperativas de
trabalho associado dentre outras. Em
outro plano, mas não menos importante, a dimensão alternativa da pedagogia do
MST, na qual o movimento popular aparece como protagonista meritório e de
estatura histórica, e não como o vilão da versão ideológica escolar oficial,
contribui para a reprodução do Movimento, agregando quadros, militantes ou
simpatizantes.
A educação autônoma da classe
trabalhadora sempre foi uma preocupação dos clássicos do materialismo
histórico, assim como de outras correntes críticas ao capital. E também tem
sido preocupação do MOP, de modo que a história está pontilhada por ações
pedagógicas alternativas. Contudo, na contemporaneidade, abstraindo o MST, a
experiência do Movimento Operário Popular na luta pelo controle do processo de produção pedagógica na
escola, -aí incluído o movimento da educação - não parece ser extensa. Assim, se supusermos
que o inverso dessa situação seria o desejável, este trabalho da professora Aguillar
apresenta-se aos movimentos sociais como uma contribuição preciosa. Primeiro,
por seu potencial de socialização de uma prática educativa que provavelmente
devirá importante nas lutas contra o capital, em geral, e a educação
capitalista em particular. E depois, porque trata-se de uma reflexão
conscienciosa, muito bem documentada e ilustrada; que apresenta exuberância de
dados os quais só a pesquisa histórico-empírica pode propiciar; que não se
detém ante quiméricas pretensões de neutralidade axiológica; e que, ao mesmo
tempo, tampouco se deixa intimidar diante do repto de expor as aporias da vida
social.
Candido
G. Vieitez
Abril, 2019.
segunda-feira, 25 de novembro de 2019
A letter to intellectuals who deride revolutions in the name of purity
A letter to intellectuals who deride revolutions in the name of purity
Roxanne Dunbar-Ortiz
Ana Maldonado
Pilar Troya Fernández
Vijay Prashad
Revolutions do not happen suddenly, nor do they immediately transform a
society. A revolution is a process, which moves at different speeds
whose tempo can change rapidly if the motor of history is accelerated by
intensified class conflict. But, most of the time, the building of the
revolutionary momentum is glacial, and the attempt to transform a state
and society can be even more slow.
Leon Trotsky, sitting in his Turkish exile in 1930, wrote the most
remarkable study of the Russian Revolution. Thirteen years had elapsed
since the Tsarist empire had been overthrown. But the revolution was
already being derided, even by people on the Left. ‘Capitalism’, Trotsky
wrote in the conclusion to that book, ‘required a hundred years to
elevate science and technique to the heights and plunge humanity into
the hell of war and crisis. To socialism its enemies allow only fifteen
years to create and furnish a terrestrial paradise. We took no such
obligation upon ourselves. We never set these dates. The process of vast
transformation must be measured by an adequate scale’.
When Hugo Chavez won an election in Venezuela (December 1998) and when
Evo Morales Ayma won an election in Bolivia (December 2005), their
critics on the left in North America and in Europe gave their
governments no time to breathe. Some professors with a leftist
orientation immediately began to criticise these governments for their
limitations, and even their failures. This attitude was limited
politically—there was no solidarity given to these experiments; it was
also limited intellectually — there was no sense of the deep
difficulties for a socialist experiment in Third World countries
calcified in social hierarchies and depleted of financial resources.
Pace of Revolution
Two years into the Russian Revolution, Lenin wrote that the newly
created USSR is not a ‘miracle-working talisman’, nor does it ‘pave the
way to socialism. It gives those who were formerly oppressed the chance
to straighten their backs and to an ever-increasing degree to take the
whole government of the country, the whole administration of the
economy, the whole management of production, into their own hands’.
But even that—that /whole/ this, and /whole/ that—was not going to be
easy. It is, Lenin wrote, ‘a long, difficult, and stubborn /class
struggle/, which, /after/ the overthrow of capitalist rule, /after/ the
destruction of the bourgeois state…. does not disappear…. but merely
changes its forms and in many respects becomes fiercer’. This was
Lenin’s judgment /after/ the Tsarist state had been taken over, and
/after/ the socialist government had begun to consolidate power.
Alexandra Kollantai wrote (such as in /Love in the Time of Worker Bees/)
about the struggles to build socialism, the conflicts within socialism
to attain its objectives. Nothing is automatic; everything is a struggle.
Lenin and Kollantai argued that the class struggle is not suspended when
a revolutionary government takes over the state; it is in fact,
‘fiercer’, the opposition to it intense because the stakes are high, and
the moment dangerous because the opposition—namely the bourgeoisie and
the old aristocracy—had imperialism on its side. Winston Churchill said,
‘Bolshevism must be strangled in its cradle’, and so the Western armies
joined the White Army in an almost fatal military attack on the Soviet
Republic. This attack went from the last days of 1917 to 1923—a full six
years of sustained military assault.
Neither in Venezuela nor in Bolivia, nor in any of the countries that
turned to the Left over the past twenty years, has the bourgeois state
been totally transcended nor has capitalist rule been overthrown. The
revolutionary processes in these countries had to gradually create
institutions of and for the working-class alongside the continuation of
capitalist rule. These institutions reflect the emergence of a unique
state-form based on participatory democracy; expressions of this are the
/Misiones Sociales/ among others. Any attempt to fully transcend
capitalism was constrained by the power of the bourgeoisie—which was not
undone by repeated elections, and which is now the source of
counter-revolution; and it was constrained by the power of
imperialism—which has succeeded, for now, in a coup in Bolivia, and
which threatens daily a coup in Venezuela. No-one, in 1998 or 2005,
suggested that what happened in Venezuela or Bolivia was a ‘revolution’
like the Russian Revolution; the election victories were part of a
revolutionary process. As the first act of his government Chavéz
announced a constituent process for the re-foundation of the Republic.
Similarly, Evo affirmed in 2006 that the Movement to Socialism (MAS) had
been elected into the government but had not taken power; it was later
that a constituent process was launched, which was itself a long
journey. Venezuela entered an extended ‘revolutionary process’, while
Bolivia entered a ‘process of change’ or—as they called it—simply the
‘process’, which even now—after the coup—is ongoing. Nonetheless, both
Venezuela and Bolivia experienced the full thrust of a ‘hybrid war’—from
sabotage of physical infrastructure to sabotage of the ability to raise
funds from capital markets.
Lenin suggested that after capturing the state and dismantling
capitalist ownership, the revolutionary process in the new Soviet
republic was difficult, the stubborn class struggle alive and well;
imagine then how much more difficult is the stubborn struggle in
Venezuela and Bolivia.
Revolutions in the Realm of Necessity
Imagine, again, how hard it is to build a socialist society in a
country, in which—despite its wealth of natural resources—there remains
great poverty, and great inequality. Deeper yet, there is the cultural
reality that large parts of the population have suffered from and
struggled against centuries of social humiliation. Little surprise that
in these countries, the most oppressed agricultural workers, miners, and
the urban working class are either from indigenous communities or from
communities that descend from Africans. The crushing burdens of
indignity combined with the lack of easy to access resources makes
revolutionary processes in the ‘realm of necessity’ all the harder.
In his /Economic and Philosophic Manuscripts/ (1844), Marx makes a
distinction between the ‘realm of freedom’—where ‘labour which is
determined by necessity and mundane considerations ceases’—and the
‘realm of necessity’—where physical needs are not met at all. A long
history of colonial subjugation and then imperialist theft has drained
large parts of the planet of its wealth and made these regions—mainly in
Africa, Asia, and Latin America—appear to be permanently in the ‘realm
of necessity’. When Chavez won the first election in Venezuela, the
poverty rate was an incredible 23.4%; in Bolivia, when Morales won his
first election, the poverty rate was a staggering 38.2%. What these
figures show is not just the absolute poverty of large sections of the
population, but they carry inside them stories of social humiliation and
indignity that cannot be made into a simple statistic.
Revolutions and revolutionary processes seem to have been rooted more in
the realm of necessity—in Tsarist Russia, in China, in Cuba, in
Vietnam—than in the realm of freedom—in Europe and the United States.
These revolutions and these revolutionary processes—such as in Venezuela
and Bolivia—are made in places that simply do not have accumulations of
wealth that can be socialised. The bourgeoisie in these societies either
absconds with its money at the moment of revolution or revolutionary
change, or it remains in place but keeps its money in tax havens or in
places such as New York and London. This money, the fruit of the
people’s labour, cannot be accessed by the new government without
incurring the wrath of imperialism. See how quickly the United States
organised for Venezuela’s gold to be seized by the Bank of London, and
for the US to freeze the bank accounts of the governments of Iran and
Venezuela, and see how swiftly investment dried up when Venezuela,
Ecuador, Nicaragua, and Bolivia refused to abide by the World Bank’s
investor-State settlement mechanism.
Both Chavez and Morales tried to take charge of the resources in their
countries, an act treated as an abomination by imperialism. Both of them
faced rebuke, with the accusation that they are ‘dictators’ because they
want to renegotiate the deals cut by previous governments for the
removal of raw materials. They needed this capital not for personal
aggrandizement—no one can accuse them of personal corruption—but to
build up the social, economic, and cultural capacity of their peoples.
Every day remains a struggle for revolutionary processes in the ‘realm
of necessity’. The best example of this is Cuba, whose revolutionary
government has had to struggle against a crushing embargo and against
threats of assassinations and coups from the very beginning.
Revolutions of Women
It is admitted—because it would be foolish to deny it—that women are at
the centre of the protests in Bolivia against the coup and for the
restoration of the Morales government; in Venezuela as well, the
majority of people who take to the streets to defend the Bolivarian
revolution are women. Most of these women might not be /Masistas/ or
/Chavistas/, but they certainly understand that these revolutionary
processes are feminist, socialist, and against the indignity visited
upon the indigenous and the Afro-descendants.
Countries like Venezuela and Bolivia, Ecuador and Argentina, faced
immense pressure from the International Monetary Fund through the 1980s
and 1990s to make deep cuts in state support for health care, education,
and elder care. The breakdown of these crucial social support systems
put a burden on the ‘care economy’, which is largely maintained—for
patriarchal reasons—by women. If the ‘invisible hand’ failed to take
care of people, the ‘invisible heart’ had to do so. It was the
experience of the cuts in the care economy, that deepened the
radicalisation of women in our societies. Their feminism emerged from
their experience of patriarchy and structural adjustment policies;
capitalism’s tendency to harness violence and deprivation hastened the
journey of working-class and indigenous feminism directly into the
socialist projects of Chávez and Morales. As the tide of neoliberalism
continues to wash over the world, and as it engulfs societies in anxiety
and heartache, it is women who have been the most active in the fight
for a different world.
Morales and Chavez are both men, but in the revolutionary process they
have come to symbolise a different reality for all of society. To
different degrees, their governments have committed themselves to a
platform that addresses both the cultures of patriarchy and the policies
of social cuts that burden women with holding society together. The
revolutionary processes in Latin America, therefore, must be understood
as deeply cognizant of the importance of putting women, the indigenous,
and the Afro-descendants at the centre of the struggle. No-one would
deny that there are hundreds of errors made by the governments, errors
of judgment that set back the fight against patriarchy and racism; but
these are errors, which can be rectified, and not structural features of
the revolutionary process. That is something that is deeply acknowledged
by indigenous and Afro-descendent women in these countries; the proof of
this acknowledgement is not in this or that article that they have
written, but by their active and energetic presence on the streets.
As part of the Bolivarian process in Venezuela, women have been
essential in re-building social structures eroded by decades of
austerity capitalism. Their work has been central to the development of
people’s power and for the creation of participatory democracy.
Sixty-four percent of the spokespersons of the 3,186 communes are women,
so are a majority of the leaders of the 48,160 communal councils;
sixty-five percent of the leaders in the local supply and production
committees are women. Women not only demand equality in the workplace,
but demand equality in the social domain, where the /comunas/ are the
atoms of Bolivarian socialism. Women in the social domain have fought to
build the possibility of self-government, building dual-power, and
therefore slowly eroding the form of the liberal state. Against
austerity capitalism, women have shown their creativity, their strength,
and their solidarity not only against neoliberal policies, but also for
the socialist experiment and against the hybrid war.
Democracy and Socialism
Left intellectual currents have been badly bruised in the period after
the fall of the USSR. Marxism and dialectical materialism lost
considerable credibility not only in the West but in large parts of the
world; post-colonialism and subaltern studies—variants of
post-structuralism and post-modernism—flourished in intellectual and
academic circles. One of the main themes of this seam of scholarship was
to argue that the ‘State’ was obsolete as a vehicle for social
transformation, and that ‘Civil Society’ was the salvation. A
combination of post-Marxism and anarchist theory adopted this line of
argument to deride any experiments for socialism through state power.
The state was seen as merely an instrument of capitalism, rather than as
an instrument for the class struggle. But if the people withdraw from
the contest over the state, then it will—without challenge—serve the
oligarchy, and deepened inequalities and discrimination.
Privileging the idea of ‘social movements’ over political movements
reflects the disillusionment with the heroic period of national
liberation, including the indigenous peoples’ liberation movements. It
also discards the actual history of people’s organisations in relation
to political movements that have won state power. In 1977, after
considerably struggle indigenous organisations forced the United Nations
to open up a project to end discrimination against the indigenous
population in the Americas. The La Paz-based South American Indian
Council was one of these organisations, which worked closely with the
World Peace Council, the Women’s International League for Peace and
Freedom, as well as a number of national liberation movements (African
National Congress, the South-West Africa People’s Organisation, and the
Palestinian Liberation Organisation). It was from this unity and this
struggle that the UN established the Working Group on Indigenous
Populations in 1981, and that it declared 1993 as the UN International
Year of Indigenous Peoples. In 2007, Evo Morales lead the push for the
UN to pass a /Declaration on the Rights of Indigenous Peoples/. This was
a very clear example of the importance of unity and struggle between
people’s movements and fraternal states—if not for both the people’s
movements struggles from 1977 to 2007, aided and abetted by fraternal
states, and if not for the Bolivian government in 2007, this
Declaration—which has immense importance to take the struggle
forward—would not have been passed.
Indigenous intellectuals from the Americas have understood the
complexity of politics from this struggle—that indigenous
self-determination comes from a struggle through society and the state
to overcome bourgeois and settler-colonial power, as well as to find
instruments to prepare the transition to socialism. Amongst those
forms—as recognised by Peru’s José Carlos Mariátegui and Ecuador’s Nela
Martínez almost a century ago—is the /comuna/.
The revolutions in Bolivia and Venezuela have not only politically
sharpened the relations between men and women, between indigenous
communities and non-indigenous communities, but they have also
challenged the understanding of democracy and of socialism itself. These
revolutionary processes not only have had to work within the rules of
liberal democracy, but they at the same time built a new institutional
framework through the /comunas/ and other forms. It was by winning
elections and taking charge of state institutions that the Bolivarian
revolution was able to turn resources towards increased social
expenditure (on health, education, housing) and towards a direct attack
on patriarchy and racism. State power, in the hands of the left, was
used to build these new institutional frameworks that extend the state
and go beyond it. The existence of these two forms—liberal democratic
institutions and the socialist-feminist institutions—has led to the
bursting of the prejudice of fictitious ‘liberal equality’. Democracy if
reduced to the act of voting forces individuals to believe that they are
citizens with the same power as other citizens, regardless of their
socio-economic, political, and cultural positions. The revolutionary
process challenges this liberal myth, but it has not yet succeeded in
overcoming it—as can be seen in both Bolivia and Venezuela. It is a
struggle to create a new cultural consensus around socialist democracy,
a democracy that is rooted not in an ‘equal vote’, but in a tangible
experience of building a new society.
One of the textbook dynamics of having a left government is that it
takes up the agenda of many social and political movements of the
people. At the same time, many of the personnel from these movements—as
well as from various NGOs—join the government, bringing their various
skills to bear inside the complex institutions of modern government.
This has a contradictory impact: it fulfils the demands of the people,
and at the same time it has a tendency to weaken independent
organisations of various kinds. These developments are part of the
process of having a left government in power, whether it be in Asia or
in South America. Those who want to remain independent of the government
struggle to remain relevant; they often become bitter critics of the
government, and their criticisms are frequently weaponised by
imperialist forces towards ends that are alien even to those who make
such criticisms.
The liberal myth seeks to speak on behalf of the people, to obscure the
real interests and aspirations of the people—in particular of women, the
indigenous communities, and the afro-descendants. The left inside the
experiences of Bolivia and Venezuela has sought to develop the
collective mastery of the people in a contentious class struggle. A
position that attacks the very idea of the ‘State’ as oppressive does
not see how the state in Bolivia and Venezuela attempts to use that
authority to build institutions of dual power to create a new political
synthesis, with women at the front.
Revolutionary Advice with no Revolutionary Experience
Revolutions are not easy to make. They are filled with retreats and
errors, since they are made by people who are flawed and whose political
parties must always learn to learn. Their teacher is their experience,
and it is those amongst them who have the training and time to elaborate
their experiences into lessons. No revolution is without its own
mechanisms to correct itself, its own voices of dissent. But that does
not mean that a revolutionary process should be deaf to criticisms; it
should welcome them.
Criticism is always welcome, but in what form does that criticism come?
These are two forms that are typical of the ‘left’ critic who derides
revolutions in the name of purity.
1. If the criticism comes from the standpoint of perfect, then their
standard is not only too high, but it fails to understand the nature
of class struggle that must contend with congealed power inherited
over generations.
2. If the criticism assumes that all projects that contest the
electoral domain will betray the revolution, then there is little
understanding of the mass dimension of electoral projects and dual
power experiments. Revolutionary pessimism halts the possibility of
action. You cannot succeed if you do not allow yourself to fail, and
to try again. This standpoint of critique provides only despair.
The ‘stubborn class struggle’ inside the revolutionary process should
provide someone who is not part of the revolutionary process itself to
be sympathetic not to this or that policy of a government, but to the
difficulty—and /necessity—/of the process itself.
In
MRonline
https://mronline.org/2019/11/20/a-letter-to-intellectuals-who-deride-revolutions-in-the-name-of-purity/?fbclid=IwAR3hCN1_oFpBDrCgMjd7KCijqkYMM2D9B4YDbnwdtTCY04DBO4-sfrvxM-o
Nov. 20, 2019
domingo, 24 de novembro de 2019
¿Un pueblo desarmado siempre será derrotado?*
Bruno Guigue ,Investigador francés en filosofía política y analista de
relaciones internacionales.
La República española creía en la democracia parlamentaria, y Franco
impuso su dictadura. Salvador Allende creía en la democracia
parlamentaria, y Pinochet termino con la tradición democrática liberal
en Chile. Evo Morales creía en la democracia parlamentaria, y un golpe
de estado lo sacó del poder.
Estos ejemplos entre muchas otros, es una ley de la historia: para
enfrentarse a los lobos, nunca debemos “hacer” de corderos.
Al igual que las experiencias anteriores, la de Evo Morales no estuvo
exenta de defectos, pero era muy prometedora. Ningún gobierno
latinoamericano había logrado sus resultados: alto crecimiento,
redistribución de la riqueza, disminución espectacular de la pobreza.
Bolivia es el país latinoamericano con la menor proporción de
analfabetos después de Cuba y Venezuela.
Pero estos avances sociales, basados en la nacionalización de las
compañías de gas, son precisamente los que marcaron el destino de Evo
Morales. Un presidente indígena que trabaja para los humildes es un
escándalo y un ejemplo que tenía que terminar. Sedienta de venganza, la
burguesía boliviana logró interrumpir un experimento progresista, que
contaba con el apoyo mayoritario de sectores populares e indígenas.
Este triunfo temporal de la reacción nos plantea preguntas urgentes.
/¿Cómo es posible que un gobierno legal sufra la quema de las casas de
sus ministros y esto ocurra con total impunidad ? ¿Porqué tuvo que
abandonar el país el presidente electo de un estado soberano,
visiblemente amenazado por las fuerzas armadas ? /
Desafortunadamente, la respuesta es obvia: esta humillación del poder
legítimo por parte de los facciosos solo fue posible porque el pueblo
estaba desarmado.
La policía boliviana y los jefes del ejército, debidamente capacitados
en la «Escuela de las Américas», traicionaron al presidente socialista.
Y dieron un golpe de estado que permitió que una senadora de un pequeño
partido de extrema derecha se auto-proclamara presidenta, blandiendo una
Biblia frente a una reunión sin quórum !
El presidente legítimo Evo Morales prefirió el exilio al derramamiento
de sangre. Su elección es respetable, pero este hecho no nos exime de
una reflexión sobre el ejercicio del poder cuando se pretende cambiar la
sociedad.
El contraste con Venezuela es evidente. El mismo tinglado golpista
fracasó miserablemente en Caracas. A pesar de la crisis económica el
ejército venezolano ha resistido las amenazas y los intentos de
corrupción de Washington.
La fidelidad de los militares a la República Bolivariana es un muro que
se opone a las actividades imperialistas. Esto no es producto del azar :
un militar experimentado, Hugo Chávez conquistó al ejército para proceso
de cambio, y Maduro aprendió la lección. El patriotismo antiimperialista
es el cemento ideológico de la revolución bolivariana. Apoyada por una
milicia popular de un millón de miembros, esta fuerza armada educada en
los valores progresistas protege a la República.
El pacifismo rara vez disuade a las bestias feroces, y no hay animal más
feroz que una clase dominante enervada por el miedo a perder sus
privilegios, en ese momento esta lista para arrasar con todo con el fin
de evitar el veredicto de la historia.
Para lograr los fines en política, dijo Maquiavelo, que uno debe ser a
la vez «león y zorro», utilizando la fuerza y la astucia según las
circunstancias. Pero para hacer uso de la fuerza, es necesario tenerla.
Aunque las políticas progresistas sean beneficiosas para la mayoría de
la población estás medidas indefectiblemente despiertan el odio de los
que más tienen. Ese odio de clase, una auténtica peste en la mente de
los privilegiados, nunca se extingue. Hay que saberlo y procurarse los
medios para evitar que su odio de clase dañe al pueblo.
En las condiciones reales de la lucha política, lo que determina el
resultado final no es la pureza de las intenciones, sino el ejercicio
efectivo del poder.
Frente a la alianza de la burguesía local y el imperialismo, los
progresistas no tienen elección: el pueblo debe tener un aparato armado
leal para enfrentar la violencia de la reacción.
Obviamente el ideal es no tener que usar nunca las armas. Desde el punto
de vista teórico podríamos contar con la baja propensión de la burguesía
al “suicidio épico”. Sin embargo para ejercer este efecto disuasorio, es
necesario tener miles de voluntarios fuertemente armados y listos para
defender la revolución a riesgo de sus vidas.
Sin duda uno de los efectos colaterales de la pasión de la izquierda
contemporánea por las elecciones, es haber olvidado la frase de Mao: «El
poder nace del fusil».
La ingenuidad ante la crueldad del mundo conduce raramente al éxito, y
el desarme unilateral es una forma de autoinmolación voluntaria. Es
cierto; nuestra conciencia rechaza la violencia, pero esta actitud en
condiciones de un fuerte enfrentamiento tiene la desventaja de reducir
significativamente la esperanza de vida de un proceso revolucionario.
Si queremos mantenernos vivos para alcanzar el cambio social, es mejor
renunciar a las «visiones morales del mundo», como explicó Hegel, y
enfrentar “sin ceguera la realidad”.
El pacifismo rara vez disuade a la bestia feroz, y no hay bestia más
feroz que una clase dominante temerosa de perder su base material, Sin
armas, el pueblo siempre será derrotado. No es casualidad que los únicos
experimentos revolucionarios que han producido una transformación real
de la sociedad hayan incluido tanto la política como la organización
militar.
Siempre podemos discutir la naturaleza y los límites de esas
transformaciones, pero todas las revoluciones han tenido un componente
militar.
La Revolución Francesa organizó un ejército en el Año II del
levantamiento popular. En Haití, Toussaint Louverture, que dirigió la
primera insurrección exitosa de esclavos negros a las colonias, fue
primero un general de la Revolución Francesa.
La Revolución Rusa creó el Ejército Rojo, que derrotó a los blancos
(apoyados por catorce naciones imperialistas) y, luego venció las hordas
hitlerianas después de una lucha titánica.
La revolución china debe su éxito en 1949 a las victorias militares de
Zhu y a las ideas de Mao. La República Socialista de Vietnam derrotó al
ejercito de los Estados Unidos. El socialismo cubano debe su
supervivencia a la derrota del imperialismo en Bahía de Cochinos en 1961
La experiencia histórica verifica una constante: armas o derrota. Si
pudiéramos prescindir de ellas, por supuesto que lo haríamos.
Pero, ¿acaso el bando contrario utiliza otra opción que no sea la
violencia?
Desde Washington se sabotean las economías de los países que buscan
emanciparse, se imponen embargos asesinos, se financian pandillas de
criminales, se utilizan a políticos marionetas con fines golpistas, se
emplea el caos y el terror como armas contra el pueblo.
¿ Ofrecen estas bestias feroces alguna opción a sus victimas?
Si la Cuba socialista no se hubiera atrincherado en la defensa
inflexible de los logros de la revolución, si Castro no hubiera cortado
de raíz los intento subversivos de la CIA, ¿tendría hoy el pueblo cubano
el mejor sistema de salud y educación de América Latina?
*El camino electoral*
En realidad, el camino electoral elegido por los partidos progresistas
es honorable, pero choca con las contradicciones de la democracia
formal. Es ingenuo creer que la sociedad se transformará sólo obteniendo
una mayoría parlamentaria. Bajo las condiciones objetivas de la sociedad
capitalista, los partidos de las clases dominantes nunca son leales con
la democracia.
Sabemos que la burguesía controla la economía y los medios de
comunicación. Aun así, los partidos progresistas creen poder ganar. Aun
así, alimentan la esperanza que poder contrarrestar la influencia de
unos medios que pervierten sistemáticamente la conciencia de segmentos
enteros de la sociedad. Pero, ¿alguien puede nombrar un solo lugar donde
este escenario idílico se haya realizado un cambio sin la reacción
violenta de los dueños del dinero?
Este enfoque ideal se basa en creer ingenuamente en el “juego
democrático” de los países capitalistas. Esta fábula es para la política
lo que los romances edulcorados de los folletines son para la buena
literatura.
Para socavar el poder de la clase dominante hay que expandir nuestra
base social formando alianzas, pero finalmente debemos golpear el hierro
cuando está caliente.
La competencia electoral es uno de los instrumentos de la conquista del
poder, pero no es el único. Una fuerza armada comprometida con las
clases populares no es una opción, es una condición de supervivencia
para un movimiento verdaderamente progresista.
Sin embargo, la constitución de esta fuerza armada popular sería inútil
si las fuentes de alienación no son desmanteladas desde el principio.
Todavía la gran mayoría de los medios de comunicación bolivianos
pertenecen a la burguesía neocolonial. ¡El pueblo de Bolivia ha
enfrentado el combate con un jugador que juega con todos los naipes
marcados!
Sin embargo, plantear la cuestión de los medios de comunicación es
plantear la cuestión de /la propiedad/ de los medios de información y
también es enfrentar el tema de /la propiedad/ de los medios de producción.
Para revertir el brutal desequilibrio de poder y garantizar el éxito de
la transformación social, debemos despojar los medios de producción
(incluidos los medios de producción de información) de las manos de la
clase dominante.
Si no llegamos a este punto de inflexión, el fracaso está asegurado.
«El estado, dijo Gramsci, es la hegemonía blindada de la coerción «, es
decir, es la ideología dominante apoyada por la fuerza militar, y
viceversa.
Esta idea es totalmente aplicable a cualquier Estado popular, donde su
conquista por parte de las fuerzas progresistas tiene por objeto
transformar la sociedad en beneficio de los humildes.
*Artículo publicado por RT en Francia
Las opiniones de este artículo no necesariamente corresponden a la
opinión de esta pagina web
In
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2019/11/24/siempre-sera-derrota-un-pueblo-desarmado/
24/11/2019
sábado, 23 de novembro de 2019
Guerra de classe: a “esquerda” entra no jogo a perder! Porquê?
Luniterre
O que se passou recentemente com a iníqua resolução anticomunista no
Parlamento europeu deixou de novo em evidência que não pode existir
anti-comunismo ou anti-sovietismo «de esquerda». Que se trata de opções
ideológicas inculcadas pela classe dominante. E que transigir com elas
é, desde logo, aceitar a derrota.
/“Há uma guerra de classes, é um facto. Mas é a minha classe, a classe
dos ricos, que está a travar essa guerra e está em vias de a vencer.”
/Ninguém esqueceu realmente essa afirmação “chocante” do multimilionário
Warren Buffet. Foi no canal CNN dos EUA, em 2005. Após a crise de 2008 e
sua “solução” financeira exponencial, ele afirmava mesmo o carácter
definitivo dessa vitória …!
Até há pouco tempo, quase 15 anos depois, a história, apesar da
violência exacerbada dos vários conflitos no planeta, parecia ainda
dar-lhe razão. Nos últimos tempos, no entanto, as múltiplas e massivas
revoltas em todo o mundo reintroduziram de certa forma uma séria dúvida
sobre essa afirmação. Porque sucede que, apesar de sua aparência maciça,
todas essas lutas parecem sistematicamente encalhar em impasses, por
falta de uma perspectiva política realmente alternativa ao sistema em
vigor, que assim parece permanecer inamovível. E isso apesar da gritante
evidência de desigualdades gigantescas que ele continua a cavar e das
aberrações económicas e ecológicas que gera.
O gerador desta catástrofe planetária está no entanto perfeitamente
identificado, e em particular precisamente desde a crise de 2008: é
claramente a dominação planetária do capital financeiro sobre
praticamente todas as formas de expressão do poder.
A “democracia” liberal deixou de ser o campo delimitado onde os
diferentes lobbies se confrontam pela partilha de influências
lucrativas, através de seus fantoches políticos cada vez mais
confrangedoramente agitados no palco e dos quais Trump parece ser o
arquétipo, caricatural ao extremo.
E a guerra de classes, no domínio ideológico e cultural, nunca parou
realmente, muito pelo contrário! A burguesia não deixou de perseguir a
menor reminiscência do período em que uma alternativa ao capitalismo
parecia possível, e era-o realmente assim, em certa medida.
Por um lado, o absurdo do sistema actual é tão flagrante que uma parte
substancial da intelligentsia e das classes médias ao seu serviço
regularmente se declara mais ou menos “anticapitalista”, mesmo que isso
não tenha outras consequências senão movimentos de contestação puramente
formal rapidamente recuperados sob as diferentes formas de reformismo da
sua classe política. Mas, por outro lado, o verdadeiro medo que ainda
parece afectar a burguesia é o possível ressurgimento do “espectro
comunista” que ele não cessa de perseguir onde quer que pudesse retomar
forma.
Ao contrário das esperanças que fundou na “queda do muro” e no período
1989-92, é o chamado “fim da história” que pertence já claramente ao
passado e, se um “fim” parece estar a aproximar-se novamente a grandes
passos, é de facto o” fim” possivelmente apocalíptico do próprio
sistema, não necessariamente devido a sabe-se lá qual hipotético”
inimigo “, mas muito simplesmente pelas suas próprias contradições.
Nestas condições, o sistema mantém constantemente um olho alerta sobre
todos os vestígios de memória, sejam eles quais forem, do período
soviético. Foi o que vimos por ocasião do centenário de Outubro em que
toda uma bateria de “especialistas” e “historiadores” entrou em cena,
por vezes muito oficialmente designados e, se não, indirectamente, por
para garantir um sono profundo a este terrível fantasma …
Mas o sistema, à falta de resolver a sua própria crise, tem todo o
interesse em alimentar ele mesmo o “messianismo” milenar de um fim
apocalíptico próximo, seja ele “ecológico” ou não, e contra o qual possa
portanto apresentar-se como “baluarte da humanidade”, e assim tentar
prolongar-se, através de algumas fórmulas “choque”, como única
“alternativa” possível … ao desastre que ele próprio engendrou!
Para a burguesia, tudo o que não é ela própria ou diretamente dependente
dela mesmo é “apocalíptico”. Desde o nascimento da URSS, esforçou-se
para forjar uma visão “apocalíptica”, a ponto de tentar torná-la um mito
de pesadelo federador da sua própria classe, e até mesmo passando por
cima dos seus próprios conflitos internos de interesses. . É assim que o
verdadeiro monstro nazi, potencialmente criado em 1919 pelo Tratado de
Versalhes pôde ser chocado como um antídoto potencial a esse pesadelo,
apesar dos seus desmandos no próprio coração do capitalismo europeu e
internacional.
Mas a burguesia tinha claramente subestimado a bulimia desse monstro
gerado no seu seio, e cuja natureza profunda não era, portanto,
diferente dela mesma. Ela esperava simplesmente que essa bulimia apenas
fosse orientada para leste …
Esse “erro de perspectiva” acabou por levá-la a uma inversão, mesmo que
muito provisória, na atribuição do papel dos monstros a exorcizar …
É isso que nos lembra um filme notável recentemente encontrado por um de
nossos camaradas e que apresentamos no TML. Este filme foi realizado no
essencial em 1943, pouco depois da vitória soviética de Estalinegrado.
Realizado por encomenda para as autoridades dos EUA, foi manifestamente
pensado por cineastas que tinham já uma visão histórica espantosamente
pertinente do conjunto da “Frente Oriental”, tendo em conta a reduzida
distância temporal em relação a acontecimentos muito recentes para eles
e para o mundo dessa época!
A Batalha da Rússia pelo governo dos EUA em 1943 !!!
https://my.pcloud.com/publink/show?code=XZUUn8kZMKew9HkqsdyqR7hwHoT88m6hYjek
Evidentemente, esses cineastas tinham portanto acesso a fontes em
primeira mão, o que o torna ainda hoje um documento histórico
excepcional. Mas o que é mais característico relativamente aos pontos de
vista “oficiais” actuais sobre aquela época é a importância que atribuem
à vida social das infraestruturas económicas soviéticas, que tornaram
precisamente possível e eficaz o esforço de guerra.
Fica claro neste filme que a vitória desse esforço de guerra é de facto
a vitória do conjunto da sociedade socialista soviética, e não a de um
tirano maquiavélico secundado por um punhado de generais e burocratas
despóticos. É a vitória dos soviéticos que se mobilizaram na ordem dos
milhões, seja na linha de frente ou como guerrilheiros, por detrás das
linhas inimigas, ou simplesmente nos seus postos de trabalho, todos eles
essenciais para o esforço de guerra .
É um vislumbre da realidade soviética, neste filme norte-americano de
1943, que é, portanto, concretamente a antítese da visão supostamente
“histórica” que nos é dada nos manuais escolares actuais, nos registos
Wikipédia, nas emissões de televisão etc.
E, é claro, é também a antítese da desde agora votada “oficialmente” no
Parlamento Europeu por sua “resolução” sobre a “memória” da 2ª Guerra
Mundial, que atribui sem rodeios à URSS a responsabilidade pelo
desencadeamento da guerra! (*)
E é nesse sentido que este filme é hoje particularmente significativo!
De facto, o Parlamento Europeu, ao endereçar directamente a sua
“resolução” assimilando o comunismo ao nazismo ao parlamento da
Federação Russa, ordena expressamente ao governo russo que na prática
cesse de comemorar essa vitória soviética.
E por que razão real, se não para tentar novamente apagar a memória, não
apenas dessa vitória, mas da sociedade socialista soviética que a tornou
possível?
De facto, porquê tantos esforços e sacrifícios da parte dos cidadãos
soviéticos, se não para defender este país, a URSS, que vinham de
reconstruir quase inteiramente numa dezena de anos, desde o final da NEP
e o início da colectivização?
Porque teriam eles feito tanto esforço e sacrifícios, se o seu país
correspondesse de algum modo à visão de pesadelo que dela dão hoje os
manuais escolares, a Wikipédia e outros media?
Porquê tanto esforço e sacrifício por este país, se a “resolução” de
19/09/2019 do Parlamento Europeu não passa simplesmente de uma
manipulação enganosa da história?
Através da memória nacional russa, o que ainda hoje é massivamente
comemorado, em todas as ocasiões possíveis e com o apoio efectivo do
governo da Federação Russa, não é apenas a festa da vitória, mas é
precisamente a memória desse esforço colectivo e de todos os sacrifícios
que foram necessários para construir, passo a passo, essa vitória.
É nesse sentido que essas comemorações se tornaram uma comunhão nacional
popular que constitui ainda hoje uma parte essencial da alma russa.
E acontece que essa memória coletiva da Rússia coincide completamente
com a realidade filmada em 1943 pelos cineastas norte-americanos, e não
com a actual caricatura ocidental de pesadelo que o Parlamento Europeu
vem de “legalizar” pelo seu voto.
Este voto é, no campo da “memória” em que pretende situar-se, uma
declaração de guerra ideológica, nem mais nem menos.
O que o Parlamento Europeu procura expressamente, nas expectativas do
seu voto, é todo o conjunto do período socialista soviético que permitiu
a construção dessa capacidade de derrotar o fascismo. É um momento
histórico particularmente emocionante deste período que nos é dado a
entender no filme de 1943, e ele mostra-nos precisamente o que o
socialismo real significava na URSS, para a classe operária e o conjunto
das classes populares desse país. Este acto de guerra ideológica
fomentado pelo Parlamento Europeu é, portanto, também, e acima de tudo,
um acto de guerra de classe.
Agora, como é que a “esquerda” francesa se situa face a este acto de
guerra de classe? Situa-se verdadeiramente do lado do proletariado e das
classes populares? É ela é capaz de conduzir uma contra-ofensiva?
Na realidade, desde há décadas que ela não cessa de denegrir a URSS,
seja durante a sua vida seja após sua queda! E autoflagela-se pelo o
período em que a apoiou.
Orgulha-se de “antifascismo” mas é incapaz de assumir o desafio deste
confronto, quando é atacada a memória da URSS que é realmente o país que
fez o essencial do esforço de guerra contra o nazismo, infligiu-lhe a
primeira derrota às portas de Moscovo em Dezembro de 1941 e finalmente o
derrotou em Estalinegrado antes de o vencer finalmente em Berlim!
Uma boa parte da esquerda encaixa-se mesmo directamente nos apoios a
esta “resolução”, e se uma outra parte esboça protestos, é sempre de
maneira a de algum modo caucionar o anti-sovietismo fundamental,
directamente ou não. Nenhum desses “esboços” retóricos, por mais
alambicados e sofisticados que sejam, assume o essencial daquilo que
exacta e realmente fazia a força da URSS na época: a construção do
socialismo e o desenvolvimento das forças produtivas que ele tornou
possível, na década anterior à guerra.
A vitória da URSS sobre o nazismo não é simplesmente a vitória do
exército de uma nação sobre outra, mas antes de tudo a vitória da
construção do socialismo, a vitória do proletariado e das classes
populares, precisamente, na guerra de classes!
E certamente a maior vitória histórica do proletariado nesta guerra de
classes da qual hoje os financeiros multimilionários, como Warren
Buffet, que estão a acabar de destruir o planeta, ousam proclamar-se
vencedores!
Reduzir a responsabilidade da vitória histórica proletária da URSS à de
um só homem, seu líder político, Joseph Stalin, e tentar fazer dele ao
mesmo tempo uma espécie de demiurgo, concentrando na sua pessoa toda
força de um país do tamanho de um continente e apresentá-lo como um
burocrata despótico irresponsável e paranoico, uma caricatura de diabo
de opereta, é essa a estratégia de comunicação conduzida em todas as
direcções pelo Ocidente, da direita à «esquerda», desde há décadas, como
contra-ofensiva nesta guerra de classe, para mascarar a mais do que
culpável tolerância que a burguesia demonstrou em relação à sua própria
e verdadeiramente monstruosa descendência, o nazismo!
Não podendo apagar historicamente o comportamento criminoso desse avatar
ideológico da sua própria classe, a burguesia negou-o oficialmente como
ela sabe fazer de qualquer descendência indigna, escorraçando-o pela
grande porta das suas proclamações humanistas, para o deixar entrar pela
pequena janela das suas necessidades urgentes, como continua a fazer na
Ucrânia, por exemplo.
É o que normalmente emerge desta resolução de 19 de Setembro de 2019,
que de facto cauciona os regimes europeus legalizando e incentivando o
anticomunismo, o anti-sovietismo e a russofobia.
Pretendendo embora equiparar o comunismo ao nazismo, trata-se de facto
de uma tentativa de apagar a responsabilidade do Ocidente “liberal” e a
sua complacência de Munique em relação ao nazismo, ou seja, a sua
responsabilidade real na génese da Segunda Guerra Mundial, a mais
mortífera de todas, e que assassinou mais de 25 milhões de cidadãos
soviéticos em quatro anos!
Como pode a actual esquerda pretender afirmar-se antifascista ao
caucionar, directa ou hipocritamente, essa mentira da burguesia europeia
e sentar-se, de facto, sobre essa montanha de cadáveres proletários?
Como pode ela, por um único segundo, falar em nome das revoltas
proletárias e populares que se levantam, um pouco por toda a parte,
hoje, ao redor do mundo?
Não apenas não pode, mas é muito natural que se veja rejeitada pelo
proletariado pelo que realmente é: uma emanação do pensamento “liberal”
escravizada ao sistema que destrói o planeta e condena cada dia para
novos retrocessos sociais, e em muitos países a uma miséria cada vez
mais negra.
Se alguns raros elementos sinceramente de esquerda, sinceramente
decididos a acabar com este sistema ainda estão nessa esquerda, este
filme pode constituir para eles matéria de reflexão sobre a realidade
histórica da guerra de classe.
E perante a ofensiva ideológica da burguesia expressa nesta “resolução
europeia”, deve ser para eles logicamente o tempo de uma escolha
política essencial: a do campo em que realmente querem estar na guerra
de classe.
Já em 1941, apenas seis meses após a sua entrada “triunfal” na URSS, o
exército nazi era detido às portas de Moscou e obrigado a recuar 200 km.
Para o nazismo, era o verdadeiro começo do fim.
Na guerra de classe, não há derrota que seja irremediável. Mas sem uma
contra-ofensiva adequada, a vitória permanece com os Warren Buffet e
seus zeladores políticos, direita e “esquerda” misturados. Eles são o
campo determinado a manter o sistema mortífero no seu lugar.
Eles são o campo dos destruidores do planeta, o campo dos financeiros
imperialistas para os quais a memória da URSS e da sua vitória
antifascista é intolerável. A mentirosa resolução europeia de 19 de
Setembro de 2019 é o culminar da sua ideologia na guerra de classe.
A vitória antifascista do proletariado na Segunda Guerra Mundial não
repousa obviamente sobre os ombros de um único homem, Joseph Stalin, mas
sobre os de todo um país socialista reconstruído em dez anos com base na
sua ideologia de classe, o legado da Revolução de Outubro, o legado de
Marx e Lénine: o Marxismo-Leninismo.
Enquanto a esquerda continuar a rejeitar os fundamentos que permitiram a
histórica vitória do proletariado permanecerá no campo dos inimigos do
proletariado, no campo da burguesia e, enquanto se proclamava
“antifascista”, no campo dos neonazis, no fim de contas. E a sua derrota
não será senão a demolição de um dos muitos palermas descartáveis do
sistema, e não a do proletariado que tenta hoje levantar a cabeça por
meio das suas múltiplas revoltas no planeta.
/
Fonte:
https://www.legrandsoir.info/guerre-de-classe-la-gauche-joue-desormais-perdant-pourquoi.html./
In
O DIÁRIO.INFO
https://www.odiario.info/guerra-de-classe-a-esquerda-entra/
14/11/2019
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