terça-feira, 14 de janeiro de 2020
América Latina se rebela, pero necesita dar un salto cualitativo
América Latina se está rebelando. Asistimos a una contraofensiva del
movimiento popular continental, sin banderas políticas, pero que marca
un “momentum” en la historia de sus pueblos. Y es claro que se trata de
una rebelión contra el neoliberalismo y el imperio. Los pueblos están
diciendo: ¡Ya basta!
Los gobiernos progresistas fallaron en algo, perdieron la conducción del
Estado; y los partidos de izquierda igual que los movimientos
progresistas detrás de esos gobiernos ahora deben tomar lo que está
ocurriendo como una escuela en la que hay que aprender lecciones y hacer
de nuevo la tarea, pero dando un salto cualitativo.
Recapitulemos: Primero fue la ofensiva de los pueblos, con gobiernos
progresistas y de izquierda, entonces el imperio atacó y ganaron
Honduras, Paraguay, Brasil, Argentina, Ecuador, pero luego están
perdiendo el control de la situación y les era preciso contratacar como
medida de contención. En Venezuela ya saben que la tienen difícil,
atacarla puede significar incendiar el continente y atascarse como les
pasó en Vietnam, con la gravedad de que ahora es al lado de su casa. En
esa aventura saben que ya no habría el factor sorpresa; los están
esperando, y empantanarse hasta las orejas sería muy fácil. Entonces
decidieron jugarse la carta de Bolivia, que desde hace ratos venían
trabajando con sigilo.
Con lo sucedido en Bolivia queda muy pero muy claro que la derecha no
aceptará jamás que un mundo solidario, de mayor igualdad y oportunidades
para todos es posible, porque esto lesiona sus intereses. Para la
derecha la democracia solo existe cuando es para su beneficio, si el
beneficio es para todo el pueblo, entonces se llama totalitarismo.
Las oligarquías locales, para mantener los privilegios que les da la
explotación hasta la muerte de los sectores más pobres de la población,
harán todo lo que este a su alcance, aunque esto traiga más dolor y
derrame más sangre de la población.
Por otro lado, el imperio seguirá apoyando a las oligarquías locales con
tal de seguir robando los recursos naturales de los países donde ponen
la bota, aunque después las hagan a un lado, como pasa en El Salvador
con ARENA, partido de una oligarquía que por su tozudez y anacronismo
resulta obsoleta y problemática para sus ambiciones hegemónicas. Lo
mismo le pasará a los lacayos golpistas bolivianos cuando terminen de
prestar sus servicios.
Es tiempo de que nos acostumbremos a llamar con el nombre correcto a
esta realidad política: Lucha de clases. Y la lucha de clases es una
guerra a muerte entre dos opciones de sociedad, una fraterna y
solidaria, la otra egoísta y perversa. Una que es viable para toda la
humanidad y la otra que está acabando con los recursos del planeta y
poniendo en peligro la existencia de la vida.
Y aquí están las lecciones de lo que está pasando: entender de una vez
por todas, que al llegar al gobierno gente progresista o de izquierda,
deben tomar las riendas y aplicar medidas drásticas y audaces para
beneficio de la población. Cero tolerancia de nepotismo o corrupción,
mucha transparencia y ninguna concesión a la derecha; campañas de
educación política para la población; trabajo al interior del partido,
para desarrollar cuadros y dar formación continua a los existentes.
Desarrollar el músculo ideológico de toda la militancia y fortalecer los
valores morales, éticos y la mística revolucionaria.
Que a la mujer y al hombre de partido le quede bien claro, que al
partido, al gobierno, no se llega para lucrase, ni para abrir una
agencia de empleos para familiares, amigos cercanos, amores clandestinos
y antiguos amores, sino por vocación de servicio. Un error el enemigo lo
amplifica hasta la irrealidad. Por eso: No deben cometerse errores.
El paso de la formación en la organización debe ser el de un guerrero:
disciplinado, ágil y preciso. Y los que no entiendan esto y se quedan,
pues se quedan. El partido no debe ser un “modus vivendi” para nadie.
Debe consolidarse un partido con ética, mística y valores
revolucionarios: regresar a los viejos métodos de trabajo celular.
Para esta nueva guerra, con nuevas tecnologías, con nuevas modalidades,
en las que se ocupan de manera silenciosa territorios y la mente de las
personas, en la que la persecución política se disfraza de combate a la
corrupción, y con las variadas formas para llevar a cabo golpes de
estado, el movimiento revolucionario y de manera amplia el movimiento
social y progresista, necesita de mujeres y hombres que ya dieron un
salto cualitativo en su concepción de la lucha. Hombres y mujeres que
hayan elevado a grados superlativos del ser humano sus valores morales,
su mística de lucha, su ética de luchadores sociales, perfilándose como
el embrión del nuevo ser humano que se trata de construir para una nueva
sociedad.
De lo que pasa en Bolivia y en el resto de países del continente,
incluyendo la heroica lucha del pueblo en Haití y en Puerto Rico,
debemos aprender que la corrupción es un arma del imperio y por eso la
fomentan. Que corrupción es la explicación de los viajecitos a
seminarios de formación profesional. A estos funcionarios, militares y
algunos civiles, luego los irán ganando para sus planes
desestabilizadores de los gobiernos no afines con sus intereses
hegemónicos. Que es a través de programas aparentemente sociales, de
organismos como USAID, que irán haciendo el trabajo de penetración
cultural y de incitación para la desestabilización de gobiernos en donde
no es la oligarquía local la que gobierna y les permite el robo de
recursos naturales.
Las fuerzas guerrilleras o partidos progresistas y de izquierda, una vez
llegados al gobierno, deben tener la capacidad de dar golpes de timón
audaces y a veces bruscos para ir cambiando de dirección esa nave que
conducen llamada Estado. No tener miedo de perder privilegios como
resultado de la lucha contra aquellos que antes fueron opresores.
Nacionalizar lo que haya que nacionalizar, limpiar el aparato de
gobierno de quienes hacen labor de zapa, no permitir la llegada a la
función pública de vividores, de oportunistas ni de corruptos.
En El Salvador esto no se hizo, con la esperanza de que podrían
eternizarse como funcionarios al perder el gobierno. Creyeron que lo
lograrían con dulces alianzas, dando concesiones al enemigo y tomando
distancia de los suyos. La historia les demostró que no es así. No
entendieron que la esencia de la derecha y el pensamiento colonial del
imperio es implacable y que lejos de guardarlos en sus puestos les
esperaba la persecución política, como la que vimos en Argentina, la que
vemos en Brasil, en Ecuador, en Bolivia y ahora en El Salvador; y que lo
que viene en el continente es la aplicación con más severidad del Plan
Cóndor de la CIA.
La Operación Cóndor iniciada en los años 1970 es la coordinación de los
aparatos de inteligencia de los gobiernos civiles sometidos, y las
dictaduras militares de los países de América Latina y los gobiernos de
los partidos, Liberal y Conservador de Canadá, con el aparato de
inteligencia de Estados Unidos: la CIA. Su finalidad era el intercambio
de información para el seguimiento, detención, interrogación, tortura,
desaparición o asesinato de personas consideradas peligrosas para sus
fines coloniales y la implementación de políticas neoliberales en el
continente. Fue ideado por el nobel de la paz Henry Kissinger, conocido
como el “asesino serial internacional”. En 1992 se encontraron en
Paraguay los llamados archivos del terror (de este plan) que dan cuenta
de 50 000 personas asesinadas, 30 000 desaparecidas y 400 000
prisioneros sin duda torturados. El Plan nunca dejó de funcionar.
Contra eso y para eso debe ser la rebelión de los pueblos, y por eso
debe darse el salto cualitativo en la lucha. Construir un solo frente de
resistencia y de lucha en todo el continente, haciendo uso de los viejos
métodos revolucionarios, de lo contrario todo quedará registrado en las
páginas de nuestra historia continental como un periodo de turbulencias
antidemocráticas. Esa es la deuda que tienen quienes fueron gobiernos
progresistas y de izquierda, pero que fallaron.
In
ALAINET
https://www.alainet.org/es/articulo/204167
13/1/2020
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