quarta-feira, 18 de outubro de 2023

Xi Jinping y la sinización del marxismo

 




Por Xulio Ríos

Para el Partido Comunista de China (PCCh), el marxismo forma parte del
vademécum ideológico fundacional. A pesar de los cambios registrados en
la política implementada a lo largo de sus cien años de existencia, en
ningún caso ha abdicado de él.

Esa continuidad y coherencia ha coexistido con un firme afán de
integrarlo con la realidad objetiva del país. En rigor, este es el
fundamento de la búsqueda de un camino propio para hacer triunfar la
revolución primero y para después completar la modernización siguiendo
un patrón de orientación socialista. Y con el paso del tiempo, esa
tendencia no ha hecho más que acentuarse.

La Revolución de Octubre alentó la propagación del marxismo en China. A
Li Dazhao se le reconoce la condición de pionero en ese empeño, en el
que también participaron figuras como Chen Duxiu, uno de los líderes
intelectuales del Movimiento de la Nueva Cultura. El progresismo
revolucionario chino de principios del siglo XX mostró una profunda
simpatía por las corrientes marxistas (PCCh, 2023: 6).

El maoísmo tiene en la sinización del marxismo un epítome esencial. Al
invocar la necesidad de corresponder a la realidad del país, Mao sugería
que debe tener en cuenta las peculiaridades propias de China. El líder
chino insistía en la necesidad de partir de la realidad de China para
acertar en la agenda y en las políticas y basó de forma irreversible su
liderazgo interno en dichas coordenadas frente a quienes postulaban
cierto seguimiento dogmático y ciego de las orientaciones de matriz
ajena. En gran medida, la defenestración de Wang Ming y los “28
bolcheviques” escenificaba ese punto y aparte. La “línea marxista
correcta” fue establecida en la reunión de Zunyi (1935), y su fundamento
exigía otorgar prioridad a las características singulares de la
revolución china. El VII Congreso (1945) celebrado en Yan´an precisó a
quien cabe decidir cuáles de los principios del comunismo clásico
internacional son aplicables a China.

La adaptación del marxismo al contexto chino se erigió en garantía de
triunfo de la revolución. El “buscar la verdad en los hechos”,
establecido como “un punto de vista fundamental del marxismo y una
exigencia fundamental a los comunistas chinos para conocer y transformar
el mundo” (Xi, 2014: 31) se completó con todo un catálogo de prácticas
políticas de ascendencia original, desde la línea de masas (de las masas
a las masas) a la crítica-autocrítica o las sucesivas campañas de
rectificación, de fuerte ascendencia cultural. Sin embargo, el maoísmo,
abiertamente anticonfuciano, hostigó algunas de las vigas estructurales
de la cultura china.

También el denguismo, a pesar de impulsar políticas que a menudo se han
asociado con cierta desideologización que habría dado alas al
liberalismo, insistió en la defensa del marxismo (Deng, 1987: 65). Su
“socialismo con peculiaridades chinas” es una expresión política
concreta de esa innovación teórica y representaría un desarrollo del
marxismo, no su abandono.

La preocupación de Deng Xiaoping por desarrollar las fuerzas
productivas, señalada por él mismo como el asunto “al que mayor
importancia atribuye el marxismo” (Deng, 1987: 67) fue indicada también
como una anteposición del crecimiento económico a la ideología. Pero
Deng, en realidad, no tenía intención alguna de abandonar la ideología
marxista si bien priorizaba el desarrollo económico porque estimaba que
el “socialismo está llamado a acabar con la pobreza” (Deng, 1987: 203) y
que era preciso y urgente elevar progresivamente el nivel de vida so
pena de fracasar en el propósito de la modernización.

A tono con el axioma de las cuatro modernizaciones, formuladas en el
periodo de la restauración tras el Gran Salto Adelante, lo que Deng
priorizaba era establecer una mejor base material del proceso chino como
manifestación de un “auténtico marxismo”. No se trataba, por tanto, de
la promoción alternativa del liberalismo a modo de reacción frente al
extremismo del período maoísta anterior, exasperado por los desmanes de
la Revolución Cultural. Los cuatro principios irrenunciables (persistir
en el camino socialista, en la dictadura democrático-popular, en la
dirección del Partido Comunista y en el marxismo-leninismo y el
pensamiento Mao Zedong) fueron establecidos para combatir la acción
“corrosiva” de la ideología burguesa.

El denguismo provocó un mayor pluralismo en la sociedad que el PCCh
decidió gestionar rehuyendo de cualquier apelación a la lucha de clases.
Esta vivió su momento de esplendor durante el maoísmo.

En consecuencia, en este periodo, la labor teórica priorizó la atención
a los aspectos relacionados con la caracterización de la “etapa primaria
del socialismo” (Jiang, 2010); por tanto, los asuntos relacionados con
la construcción económica o la reforma y apertura, ya nos refiramos al
mercado y su gobierno, las propiedades o las políticas de distribución,
entre otros, incluyendo el fomento de la democratización, ganaron en
relevancia ante la necesidad apremiante de dotarse de una guía teórica
que diera respuesta a la onda de experimentación promovida por la reforma.

En la concepción científica del desarrollo sugerida por Hu Jintao, se
sintetiza esta etapa abordando una visión de conjunto e integradora de
los preceptos y experiencias sugeridas por el denguismo.

*Una “nueva era” para el marxismo *

Una de las características más destacadas del xiísmo (Ríos, 2021: 281)
es la relevancia otorgada al papel del marxismo en la actual y decisiva
fase del proceso de modernización. Con motivo del bicentenario de su
nacimiento, el propio Xi llegó a calificar a Marx como el más grande
pensador de los tiempos modernos.

Xi ha definido el marxismo como “el alma de los ideales y las
convicciones de los comunistas chinos” (Xi, 2021:105) y atribuye el
éxito histórico del PCCh a la especial atención prestada a la formación
ideológica y teórica de sus militantes y cuadros. Al señalar que los
principios generales del marxismo “siguen siendo totalmente válidos”, Xi
reclama su estudio incesante pero igualmente su innovación constante, su
continuo desarrollo y apela a la apertura de una nueva frontera para
adaptar el marxismo al contexto chino y las necesidades de los tiempos.

Si Mao y Deng reclamaron la adaptación del marxismo a la realidad china,
Xi pone el énfasis en la necesidad de un esfuerzo adicional e imperioso
para adaptarlo a las necesidades de la época presente, en un momento de
inflexión histórica, de cambios vertiginosos en China y en el mundo. “El
marxismo se desarrollará ineludiblemente en función del progreso de la
época, la práctica y la ciencia, no será invariable” (Xi, 2014: 28).
Esas nuevas realidades deben servir para promover la innovación teórica.

La renovación del compromiso con el marxismo tiene como propósito
gestionar esa nueva realidad persistiendo en la fidelidad a los
fundamentos ideológicos fundacionales. Además, constituye una
reafirmación de la legitimidad del PCCh para liderar el proceso e instar
la adaptación tanto en el trazo grueso como fino sin que de ello se
derive un cambio en su orientación principal. Y reclama basarse en la
experiencia práctica y no en “ilusiones infundadas”.

El marxismo, además, provee de la razón ideológica para que el PCCh siga
desempeñando su papel nuclear y vertebrador en la sociedad china,
reforzando su propia autoridad. Dicho proceso se complementa con el
énfasis en la “auto-renovación”, sustentada en una más estricta
observación de la disciplina y la ética militante como garante del
servicio al bien común.

Xi, en suma, reafirma la utilidad del marxismo para China y, en
paralelo, refuerza el eclecticismo ideológico del PCCh incluyendo a la
cultura y la civilización china en un mosaico de influencias que integra
sus respectivas sinergias a modo de blindaje frente a la penetración del
ideario liberal.

Las indicaciones de Xi a propósito de la promoción de una confianza
cultural más fuerte cabe inscribirlas en ese afán de desarrollar las
teorías culturales marxistas en línea con la procura de una fuerte
garantía ideológica. Y recuerda que el marxismo no puede adaptarse al
contexto chino ni a las necesidades de los tiempos sin considerar la
raíz de la cultura tradicional china. El énfasis en este aspecto es más
apreciable que en sus antecesores, si bien ya se apuntaban maneras en el
denguismo tardío (Hu Jintao).

La reciente enunciación del pensamiento de Xi Jinping sobre la cultura
(que se suma a los formulados sobre la política exterior, el estado de
derecho, la economía, la política ambiental o la defensa nacional) y las
“nueve adhesiones” que plantea tienen como un sustrato esencial el
reforzamiento del papel rector del marxismo en la esfera ideológica.

*Impacto internacional*

La revalorización del marxismo que en la actualidad se promueve en China
puede tener consecuencias internacionales importantes a medida que pasa
a tener un papel mayor como ingrediente teórico en la diplomacia
partidaria del PCCh.

Una renovación de la adhesión al marxismo al amparo del éxito del
proceso liderado por el PCCh necesariamente se traduce en una exaltación
de la adaptación a las condiciones locales, del ejercicio de la plena
soberanía y el rechazo a cualquier forma de injerencia política, es
decir, la institución /urbi et orbi/ de la independencia y la
autodecisión. Ambas han sido establecidas por el PCCh como conclusión
necesaria de su propia experiencia política en el proceso de la
revolución y también de la modernización.

El PCCh, además, asume el compromiso de actualización del marxismo (Xi,
2018: 76) partiendo de que su propia transición le provee de una mejor
cualificación para hacer contribuciones originales a su desarrollo. Y
también apela a ampliar la visión para interpretar acertadamente los
cambios en el mundo e investigar las cuestiones teóricas que deben ser
resueltas, prestando atención a los resultados del estudio sobre el
marxismo fuera de China con un enfoque inclusivo y que aproveche las
fortalezas de terceros.

El diálogo que el PCCh pueda promover con otras formaciones marxistas
constituye una variable que el xiísmo ha promovido de forma activa en
los últimos años. Y todo indica que dicha tendencia se va a desarrollar
en mayor medida.

En el siglo XXI, un marxismo mejor adaptado a la sociedad y al mundo
contemporáneo aspira a tener una nueva oportunidad para idear políticas
alternativas que ofrezcan mayor bienestar y otro rumbo a la humanidad.
El nuevo estatus global de China y el compromiso de su liderazgo con
este empeño otorgan cierto aval al ambicioso alcance de este propósito.

*Referencias bibliográficas*

Deng Xiaoping (1987), Problemas fundamentales de la China de hoy,
Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.

Jiang Zemin (2010) Textos escogidos, Tomo I, Ediciones en Lenguas
Extranjeras, Beijing.

PCCh (2023). Historia concisa del PCCh, Central Compilation &
Translation Press, Beijing.

Ríos, Xulio (2021). La metamorfosis del comunismo en China. Una historia
del PCCh. 1921-2021, Kalandraka, Pontevedra.

Xi Jinping (2014). La gobernación y administración de China, Tomo I,
Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.

Xi Jinping (2018). La gobernación y administración de China, Tomo II,
Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.

Xi Jinping (2021). La gobernación y administración de China. Tomo III,
Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.

Xi Jinping (2023), A governança da China, Tomo IV, Ediciones en Lenguas
Extranjeras, Beijing.

*Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China.*

Em
REBELION
https://rebelion.org/xi-jinping-y-la-sinizacion-del-marxismo/
18/10/2023

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