sábado, 19 de dezembro de 2020

Engels: un revolucionario

 


*MANUEL MONLEÓN, PROFESOR UNIVERSITARIO* *(VALENCIA) *


        /En 1847 el socialismo era un movimiento de la clase media, el
        comunismo lo era de la clase trabajadora. El socialismo era de
        recibo en los “salones”, al menos en el continente; el
        comunismo, justo lo contrario. Y como desde el principio fuimos
        de la opinión que “la emancipación de la clase trabajadora ha de
        ser obra de la clase trabajadora”, no podía caber duda sobre
        cuál de los dos nombres debíamos elegir. Aún más: desde
        entonces, no se nos ha pasado nunca por la
        cabeza cambiárnoslo/[1]
        <https://observatoriocrisis.com/wp-admin/post-new.php#_ftn1>


        */Federico Engels (1820-1895)/*


        *Artículo aparecido en la edición de Diciembre de 2020 de la
        Revista «Nuestra Bandera»*

Engels es un gigante del siglo XIX. Revolucionario en armas en su
juventud, intelectual de saber enciclopédico, de intereses múltiples,
forjador de una visión del mundo, organizador y consejero de máxima
influencia del naciente movimiento obrero internacional, publicista
prolífico y precoz, …sin olvidar que también fue empresario de la
industria del algodón en Manchester, en las décadas en que esa industria
y esa ciudad eran el epicentro de la gran transformación del mundo
derivada de la industrialización basada en el vapor. El siglo de Engels
es el que emerge de las consecuencias de la paz de 1815, con la Santa
Alianza, y llega hasta los albores del capitalismo en su fase
monopolista e imperialista, el siglo que ve desaparecer y aparecer
imperios, rehacerse las fronteras, el surgimiento de nuevos estados
nacionales, guerras y revoluciones en 1830, 1848, 1871, y con éstas, la
aparición de un nuevo actor en el escenario /político/: la clase
trabajadora, el proletariado moderno. El cartismo nace en 1824, cuando
Engels tiene 4 años; durante décadas, representa la más avanzada y casi
única expresión política propiamente obrera, y está circunscrita a
Inglaterra.

En la vejez de Engels, la organización política de la clase trabajadora
es una fuerza internacional, de influencia política y cultural en todos
los países europeos. El arco que se tiende entre esos dos estadios, el
de la incepción y el de la plena madurez del movimiento obrero político,
está presidido por la figura de Engels. Dos años antes de morir, tras
una vida no fácil, llena de renuncias en lo personal, podía decir ante
una asamblea socialdemócrata que le rinde homenaje en Viena: «todo lo
que sucede en el mundo entero lo hace con la vista hacia nosotros. Somos
una potencia, temida, de la que depende más que de ninguna otra de las
grandes potencias. ¡Ese es mi orgullo! No hemos vivido en vano, y
podemos mirar atrás con orgullo y satisfacción por nuestro trabajo[2]
<#_ftn2>».

Pero Engels fue, ante todo, amigo de su gran amigo Marx, a quien, puede
decirse, dedicó la mayor parte de su vida hasta sus años finales,
incluso tras la desaparición de Marx. Desde poco después de su primer
encuentro en 1842 ambos constatan la congruencia de sus puntos de vista,
y deciden trabajar conjuntamente. Inician una relación que es un caso
singular de longeva y especialísima amistad, extendida con el tiempo a
las respectivas familias [Gabriel, 2014]. Además de artículos, informes
y comunicados, juntos firmaron /La sagrada familia/ (1845) y el
/Manifiesto del Partido Comunista/ (1848), y juntos escribieron /La
ideología alemana/ (1846), texto que no publicaron en vida, pero que
constituye la puesta en claro, mano a mano, de lo que luego se llamaría
la /concepción materialista de la historia/, un texto-fuente al que
ambos harían referencia con posterioridad, y cuyas tesis aparecen ya
vertidas en el /Manifiesto/. Las obras de Marx y Engels (incluidos
artículos, intervenciones y correspondencia) forman 42 volúmenes en la
edición standard de las /Marx Engels Werke/ (/MEW/), y son 114 en la
nueva edición histórico-crítica que se publica desde 1975 (la /MEGA/^2 ,
la /Marx Engels Gesamtausgabe/, que incluye borradores, extractos y
/marginalia/).

La correspondencia entre ambos ahí recogida muestra el continuo diálogo
intelectual, preguntas y respuestas, aclaraciones y consultas mutuas
respecto de los más variados temas. Una correspondencia que se extiende
durante toda su vida, y que en los veinte años de separación (Engels en
Manchester, Marx en Londres) por poco no alcanza frecuencia diaria en
ocasiones. El grado de imbricación y sintonía de ambos tiene en ella su
mejor prueba. Curiosa circunstancia: las obras completas de un autor
publicadas /conjuntamente/ con las de otro… pero es que, en vida, ambos
ya eran vistos por terceros como un dúo.

En la pareja /Marx & Engels/ éste ha pasado a la historia como el amigo,
el apoyo, el colaborador de Marx que divulgó su pensamiento. «Lo que
hizo Marx, no hubiera podido hacerlo yo. Marx estaba más alto, veía más
lejos y más rápido que todos nosotros. Marx era un genio, nosotros a lo
sumo talentos», dice en 1886 Engels en su /Ludwig Feuerbach/, al
rememorar su colaboración. Las muestras de admiración hacia Marx y de
enorme modestia respecto de la propia contribución a las empresas
comunes abundan en los escritos de Engels y en su correspondencia. Esta
subordinación asumida por él mismo ya en vida ha tenido como
consecuencia una minusvaloración de sus propias contribuciones, una
visión de Engels como un actor secundario. Ello no hace justicia a la
realidad. Engels fue un pensador independiente, que en puntos se
anticipa a Marx, que trata temas que éste no trató, y que, en el periodo
inicial del movimiento que se cierra con el /Manifiesto/, tiene
plenamente merecido el estatuto de /cofundador/.

*La concepción materialista de la historia*

Engels se emancipa de la religiosidad pietista de su ambiente familiar
en Barmen a través de la lectura de David Strauss y su crítica de la
religión. Durante el periodo de su servicio militar en Berlin (1841)
entra en contacto con los hermanos Bauer y el círculo de los “jóvenes
hegelianos”. Allí, en su tiempo libre, asiste como oyente a las
lecciones de Schelling en la universidad, contra quien escribe un par de
artículos: crítica en ellos la puerta abierta al irracionalismo y la
superstición que ve en la postura de Schelling; frente a éste, Engels
defiende a Hegel. Algunas de estas ideas juveniles no le abandonaran
(las formulaciones sobre la “identidad del ser y el pensar”). La
resonancia de estos trabajos es tal que, un año más tarde, Arnold Ruge
(editor de la /Gaceta renana/), al dirigirse a él por primera vez, lo
hace como /Herr Doktor/, y Engels ha de corregirle: «no soy doctor, ni
podré llegar a serlo» (carta a Ruge de 15 junio 1842). Porque, en
efecto, su padre le ha obligado a interrumpir los estudios y a formarse
como comercial para trabajar en la empresa familiar. A ello va a
Manchester, donde estará de 1842 a 1844 en estancia formativa. De
camino, pasa por Colonia para visitar la redacción de la /Gaceta
renana/, donde ha empezado a colaborar. Y allí encuentra por primera vez
a Marx. No es un encuentro caluroso este primero.

En Manchester, donde ha llegado ya con ideas republicanas y democráticas
radicales y experiencia publicística, Engels aprovecha el tiempo. No
solo se forma en la empresa de la que su padre es socio, /Ermen &
Engels/; lee y estudia economía política, filosofía, y se presenta en la
redacción del /Northern Star/, el órgano de los cartistas. Conoce y se
vincula emocionalmente a Mary Burns, una trabajadora que se convertirá
dos años después en su compañera vital. Recorre con ella los suburbios
obreros, y va a las bibliotecas a extractar libros y recopilar datos. De
alguna manera, es aquí, en este instante histórico, cuando se produce la
fusión entre el socialismo y el movimiento obrero. ‘Socialismo’ era en
ese momento un conjunto de posicionamientos morales sobre la sociedad,
con influencia en las clases acomodadas, pero no en el proletariado.
Engels es el crisol de esa fusión. Sus colaboraciones periodísticas
desde Inglaterra abren los ojos de los socialistas continentales sobre
una realidad de la que éstos poco sabían: las condiciones de vida y la
posición en la moderna sociedad industrial de la clase obrera.

Escribe en 1844 un texto que Marx y Ruge publican en los /Anales
Franco-Alemanes/: /Umrisse einer Kritik der Nationalökonomie/, “Esbozo
de una crítica de la economía política”. Es el primer intento de fundar
las reivindicaciones socialistas del movimiento obrero en un análisis de
la estructura económica de la sociedad. Es un texto primerizo, no hay en
él, por ejemplo, asomo de una teoría del valor como la que desarrollaría
Marx más tarde. Pero sí numerosas ideas que aún hoy poseen la fuerza de
entonces: la descripción de la desposesión, de los efectos de la
competencia, y de las consecuencias de tratar como mercancías al trabajo
y a la tierra (ideas que adelantan, en este punto, a las muy celebradas
tesis de Karl Polanyi en /La gran transformación/).

En 1844 es la lectura de los /Umrisse/ de Engels la que hace ‘descubrir’
a Marx que la clave de todo está en la producción de las condiciones de
la vida material (la ‘economía’), y no, como él pensaba entonces, en la
crítica del derecho y de la política (la de la religión, el tercer pilar
del estado prusiano, ya la había hecho Feuerbach), proyectos que eran
los suyos propios de ese tiempo, y que entonces abandona en beneficio
del estudio de la economía [Kopf (2015), pp 34, 58]. En el prefacio a la
/Contribución a la crítica de la economía política/ (1859) Marx llamará
“esbozo genial” a este texto de Engels, y lo citará varias veces en /El
Capital/. Al regreso de Manchester, Engels plasma en libro sus
conclusiones: /La situación de la clase obrera en Inglaterra/ (1844), un
texto que merece la consideración de /clásico/. Durante muchos años, el
único texto ‘marxista’ reseñado y presente en bibliotecas, traducido a
todos los idiomas, pionero en tantas cosas: del análisis social de la
salud, del urbanismo, del trabajo de la mujer… Y de la /metodología
materialista/ de análisis de los fenómenos sociales [Brie (2020)]. 23
años después, mientras escribe /El Capital/, Marx lo repasa… «Volver a
leer tu escrito me ha hecho notar con pesar cómo envejecemos. ¡De qué
manera más fresca, apasionada, valientemente anticipatoria, sin reparos
académicos, está tratado el tema! Y la ilusión misma de que mañana o
pasado la historia pueda alumbrar el resultado… Todo ello le confiere
calidez y un humor lleno de vitalidad» (carta a Engels de 9 abril 1867).

En ese viaje de vuelta a Barmen desde Manchester en 1844 Engels se
detiene en París a visitar a Marx, donde pasan encerrados diez días
poniendo en común sus puntos de vista. De este encuentro, esta vez sí,
nace la amistad y colaboración indisoluble de por vida. Se fragua en el
intercambio de ambos amigos la “concepción materialista de la historia”.
Las ideas fundamentales, tal como aparecerán sintetizadas en el famoso
prefacio de Marx a su /Contribución a la crítica de la economía
política/ de 1859, aparecen formulados casi /verbatim/ en los textos de
Engels de 1845 preparatorios de la /Ideología alemana/ (en la que estos
pasajes están manuscritos por… ¡Engels!, con anotaciones al margen de
Marx [Kopf (2015), pp 11-24, 59-60]). Y en muchos artículos
periodísticos de Engels durante 1847 aparecen formulaciones coincidentes
con pasajes del /Manifiesto del partido comunista/ de 1848 [Kopf (2018),
p 34]; éste viene precedido por redacciones previas de Engels (el
“ideario comunista” y los “principios del comunismo”), que es quien
primero se pone a trabajar en el encargo que les ha hecho la Liga de los
Justos: «piénsate algo lo del ideario. Creo que lo mejor es que
abandonemos la forma de catecismo y que titulemos la cosa /Manifiesto/.
Puesto que hay que contar historia en él, la forma presente no es
adecuada. Te mando esto que he hecho; es un relato sencillo, pero está
miserablemente redactado, deprisa y corriendo» (carta a Marx, 24
noviembre 1847). De ello hará Marx el /Manifiesto/. Éste fue publicado
de forma anónima; cuando lo cita Marx en /El Capital/, lo hace con
atribución de autores por primera vez, poniendo a Engels en primer
lugar. Engels mismo, sin embargo, siempre atribuyó lo esencial de “la
idea” a Marx. He aquí ésta, formulada con sus palabras en el prólogo de
1888 al /Manifiesto/:

Esta idea consiste en lo siguiente: en cada época histórica la manera de
producción y de intercambio dominante y la articulación social que
necesariamente se deriva de ella constituyen el fundamento sobre el que
se erige la historia intelectual y política de esa época, que sólo
pueden ser explicadas a partir de ese fundamento. Consecuentemente, la
historia entera de la humanidad (desde la desaparición del orden de la
gens con su propiedad comunal de la tierra) ha sido una historia de
luchas de clases; luchas entre clases explotadoras y explotadas,
dominantes y oprimidas. La historia de estas luchas de clases constituye
un desarrollo que en la actualidad ha alcanzado un estadio en el que la
clase oprimida y explotada, el proletariado, no puede alcanzar su
liberación del yugo opresor de la clase dominante, la burguesía, sin
liberar al mismo tiempo, y de una vez para siempre, a la sociedad entera
de toda explotación y opresión, de todas las diferencias de clase, y de
todas las luchas de clases.

Este núcleo fundamental de ideas Engels se dedicará a exponerlo y
divulgarlo a lo largo de toda su vida, escribiendo prefacios y
presentaciones para reediciones y traducciones de los escritos de Marx
una vez desaparecido éste, y en numerosos estudios históricos
específicos propios. Ya en su madurez, en /El origen de la familia, la
propiedad privada y el estado/ (1884) la formulación contiene una
novedad significativa:

Según la concepción materialista el momento determinante en última
instancia en la historia es el de la producción y reproducción de la
vida inmediata. Pero éste es de naturaleza doble: por un lado, la
producción de medios de vida, elementos de alimentación, vestimenta,
vivienda y las herramientas necesarias para ello; por otro lado, la
producción de los seres humanos misma, la continuación de la especie.
Las instituciones sociales bajo las que viven los humanos de un
determinado país y época histórica están condicionadas por ambos tipos
de producción: por el estadio de desarrollo del trabajo, de un lado, y
por el de la familia, de otro.

Las consideraciones de Engels en este libro sientan los rudimentos de
una teoría materialista de la civilización, con el germen de una teoría
de las relaciones entre géneros.

A partir de mediada la década de los 1870s la influencia de la
socialdemocracia, y de las ideas de Marx y Engels dentro de ella, crecen
imparablemente. En su vejez, ya como autoridad intelectual y moral
indiscutida del movimiento socialdemócrata, Engels tendrá también que
aclarar y matizar las tesis del materialismo histórico y combatir
interpretaciones simplificadas que acaban siendo caricaturas. En una
serie de cartas a militantes e intelectuales influyentes (Ernst,
Schmidt, Joseph Bloch, Borgius, Mehring, Bernstein, Kautsky, Sombart y
otros) que se dirigen a él solicitando opiniones y aclaraciones sobre la
interpretación materialista de la historia, Engels se explaya sobre cómo
entender el condicionamiento “en última instancia” de la superestructura
social por su base, sobre la relación entre libertad y necesidad
[Timpanaro (1970), pp 91-94], y expone un concepto de ley (histórica,
social) que hoy calificariamos de “emergentista” (cartas a Schmidt,  J
Bloch, Borgius, Mehring). Engels se autocritica por formulaciones suyas
y de Marx que han podido dar lugar a interpretaciones deformadas y que,
por simplificadas, se alejan de un planteamiento dialéctico (cartas a J
Bloch de 1890 y a Mehring de 1893). Estas cartas constituyen la última
contribución engelsiana a la teoría, y son una fuente riquísima de ideas
originales que trascienden los contextos en que se las formula.

*La ‘visión del mundo’*

Engels es el autor de las primeras exposiciones de conjunto de la
doctrina que Marx y él elaboraran, en los libros /La subversión de la
ciencia por el Sr Dühring/ (el ‘/Anti-Dühring/’, 1878) y /La evolución
del socialismo desde la utopía a la ciencia/ (1880), estando formado
éste último por capítulos extraídos del primero. Marx llama a este
texto, en el prólogo que le escribe, «una introducción al socialismo
científico». Junto con la reseña /Ludwig Feuerbach y el final de la
filosofía clásica alemana/ (1886) y las notas editadas póstumamente como
/Dialéctica de la naturaleza/ (1873-1882, 1ª ed 1925), estos textos
constituyeron la base de la formación de miles de militantes obreros [3]
<#_ftn3> y formaron la fuente de la que se nutrió con posterioridad el
género manualístico.

Están en el origen del marxismo como ideología difusa del movimiento
comunista internacional: el “marxismo-concepción del mundo”
(/Weltanschauungsmarxismus/), el “marxismo de movimiento obrero”
(/Arbeiterbewegungsmarximus/), términos empleados despectivamente por
quienes reprochan a Engels haber desvirtuado a Marx y haber creado “el
marxismo”, que tendría poco que ver con el ‘auténtico’ pensamiento de
Marx… Esto se ha convertido en lugar común del así llamado “marxismo
occidental” (no deja de sorprender que muchos autores de este “marxismo
occidental” reaccionen con alergia ante el concepto de ‘visión del
mundo’ si asociado a Engels, pero lo compren sin reparos cuando se trata
de Labriola o Gramsci, autores ambos en los que ocupa una importancia
central). Es cierto que estos textos, siendo como fueron lo más próximo
a exposiciones de carácter sistemático, necesariamente tenían que servir
a los fines de divulgación mejor que otros, más técnicos o más
circunstanciales, y los manuales de marxismo se nutrieron de ellos
especialmente. Ahora bien, el problema no es la existencia de manuales,
sino su calidad y, sobre todo, nuestra relación con ellos [4] <#_ftn4>.

Sobre qué sea una ‘visión del mundo’, su papel y su necesidad (también
sobre lo que no debe ser), Manuel Sacristán dejó palabras escritas que
requieren poca adición [Sacristán (1964), p 28]. Engels no se inventó
esa necesidad: hay que recordar la coyuntura ideológico-cultural de la
sociedad alemana en la que aparece el /Anti-Dühring/. Las décadas
sucesivas de los 1850s, 1860s y los 1870s conocen las denominadas como
“polémica del materialismo” (/Materialismusstreit/, Moleschott, Vogt,
Büchner,…), “polémica del darwinismo” (/Darwinismusstreit/, Haeckel,
Lange, Büchner,…) y la “polémica del /ignorabimus/”
(/Ignorabimusstreit/, du Bois-Reymond, Nägeli, Dilthey, von Hartmann,…),
respectivamente. Contra el fondo del avance impetuoso de las ciencias y
de sus aplicaciones técnicas a mediados del XIX el pensamiento
conservador reacciona o reacomoda sus parámetros. No solo académicos se
implican en estas polémicas: los salones se llenan de público para
escuchar debates. El materialismo, la cognoscibilidad del mundo, la
evolución natural y el origen de la especie humana… ¿A qué genero
pertenecen las preguntas, preocupaciones y pronunciamientos referidos a
estos temas?

La respuesta natural es: a la ‘concepción del mundo’. Engels reconoce
que una clase ascendente debe tener una visión del mundo, y debe
desembarazarse de otras. Y más aún los dirigentes: «en adelante deberá
ser obligación de los dirigentes ilustrarse más y más sobre todas las
cuestiones teóricas, liberarse de la influencia de frases que pertenecen
a concepciones del mundo superadas, y tener siempre presente que el
socialismo, desde que se ha convertido en ciencia, debe ser ejercido
también como ciencia, es decir, debe ser estudiado», dice en una nota de
1874 a la reedición de su /Guerra campesina alemana/. En el naciente
movimiento socialdemócrata (en 1869 tiene lugar el congreso de Eisenach)
influencia importante es aún la de Lassalle, y modas del momento son el
positivismo, Comte, el darwinismo social, el evolucionismo. Dühring, un
profesor universitario cercano al partido socialdemócrata, ha sido uno
de los primeros en reseñar /El Capital/, expresando severas críticas
hacia el “hegelismo” de Marx.

De modo que cuando Liebknecht alerta sobre la influencia creciente que
los puntos de vista de Dühring tienen entre los dirigentes
socialdemócratas, Marx presiona a Engels para que la emprenda con él.
Superando reticencias y aparcando los proyectos en los que está
trabajando desde hace años (singularmente, la /Dialéctica de la
naturaleza/) Engels acomete la crítica pedida. Y, como él dice en uno de
los prólogos, es el propio carácter de sistema de la obra de Dühring el
que le fuerza a hacer, él también, una exposición sistemática de
“nuestros puntos de vista” (/unsere Ansichten/), como entre ellos se
refieren Marx y Engels a sus ideas comunes en la correspondencia. La
consecuencia es que, una década después, al finalizar la legislación de
excepción contra los socialistas promulgada por Bismarck (la
‘/Sozialistengesetz/’, 1878-1890), la socialdemocracia emerge reforzada
no sólo como potencia política, sino también como potencia ideológica:
el ‘marxismo’ ha triunfado en su seno sobre todas las influencias, y se
presenta a la sociedad como la visión del mundo de la fuerza social
ascendente. Las élites dominantes así lo reconocen [Kopf (2015), pp 84
ss], y por un momento se sienten en inferioridad ideológica frente a un
adversario que les presenta «un sistema de pensamiento compacto»
[Dilthey (1893), p 91]. Wolfgang Harich llega a atribuir la “necesidad
de cosmovisión” (/Weltanschauungsbedürfnis/) diltheyana directamente a
una reacción frente al /Anti-Dühring/ y su influencia [Harich (2000), pp
212-127].

Marx y Engels fueron extraordinariamente sensibles a los desarrollos de
las ciencias naturales de su tiempo: comprendieron su importancia no
sólo para la tecnología, sino para el pensamiento contemporáneo.
Asimilaron rápidamente de ellas conceptos como el de ‘metabolismo’
(/Stoffwechsel/), ‘interacción’ (/Wechselwirkung/), ‘corte transversal’
(/Durchschnitt/) para expresar de manera precisa ideas propias de
matices nuevos, en una operación de transfección conceptual que va más
allá de la metáfora. Y quisieron pensar la naturaleza y las ciencias
naturales de manera dialéctica. ¿Cómo podrían unos pensadores
dialécticos querer pensar la naturaleza sino dialécticamente?

En el /Anti-Dühring/ y en la /Dialéctica de la naturaleza/ se habla
mucho de eso: de conceptos y problemas de las ciencias, y de dialéctica.
Se le ha hecho el cargo a Engels de inaugurar una vía que conducía a la
“ontologización” de la dialéctica, a una comprensión de ésta como
esquema dogmático, precrítico, al que las ciencias debían ajustarse; la
expresión “leyes de la dialéctica” constituiría la prueba… Pero este
término es Marx quien lo emplea por primera vez, y Engels hace uso de él
en contadas ocasiones [Liedman (1997), Kangal (2020)]. Las categorías
centrales de la dialéctica de Engels son las de interacción, nexo o
vínculo (/Zusammenhang/), movimiento, forma de movimiento, forma de
existencia… Y su programa es el de una ampliación del concepto de
materia superador del materialismo reduccionista del siglo XVIII.

Se trata del programa de una visión procesista, sistemista y
no-reduccionista, capaz de pensar la aparición de la novedad
cualitativa, como en su momento supo bien apreciar Ernst Bloch. Estas
nociones, que aparecen en los apuntes de los 1870s de Engels para la
/Dialéctica de la naturaleza/ (que, no cabe olvidar, no pudo dejar en
forma publicable: nunca sabremos qué forma definitiva hubiera acabado
adquiriendo este proyecto), las vemos operativas una década más tarde en
sus cartas sobre el materialismo histórico a interlocutores diversos
(Schmidt, Joseph Bloch, Mehring,…) en sus matizaciones y aclaraciones
sobre la relación entre base y superestructura, sobre los procesos
individuales y los colectivos, sobre la irreductibilidad de los procesos
sociales a sus fundamentos biológicos. Cuando en nuestros días se
reactivan debates sobre  reduccionismo y emergentismo y, en ellos,
‘materialismo’ sigue siendo sinónimo de mecanicismo, sólo cabe constatar
que el programa de un materialismo dialéctico sigue siendo un proyecto
inacabado para una necesidad real. Y cuando se piensa en la crisis
sistémica del metabolismo socio-natural una comprensión dialéctica de
los procesos naturales se hace imperativa [Bellamy Foster (2020)].

*Estrategia y táctica del movimiento obrero internacional*

El Engels pensador no es «ni con mucho, la mitad del hombre [5]
<#_ftn5>», pues su pensamiento y sus estudios estuvieron siempre al
servicio de la acción: de la causa de la emancipación de la clase
trabajadora y del género humano. Engels es un revolucionario, desde
antes de 1848 hasta el final de sus días. Su adhesión a las ideas del
comunismo en 1842-43 va pareja de la convicción de que la transformación
del orden social vigente sólo es posible mediante una revolución. Los
problemas asociados a la revolución son una inquietud permanente en él:
quién la debe protagonizar, cómo ha de ser, con qué aliados, con qué
programas… Y es un revolucionario práctico cuando toca: organizador de
comités de correspondencia comunistas antes de 1848, participante fusil
en mano en alzamientos y batallas contra el ejército prusiano en 1849,
dirigente de la /Internacional/ en el periodo 1870-1872 (donde su
conocimiento de 14 lenguas le hace Secretario correspondiente para
numerosos países, entre ellos España y Portugal), líder moral y
consejero de los partidos socialdemócratas y obreros europeos en su
vejez [6] <#_ftn6>…

Las ideas de Engels respecto de los problemas de la revolución
evolucionan con el tiempo, al compás de su análisis de los cambios
sociales y de la propia experiencia del movimiento. Pero hay una
constante que recorre sus pronunciamientos (y los de Marx) desde el
inicio hasta el final: la necesidad de que el proletariado se constituya
como partido político independiente. «Lo principal es conseguir que la
clase trabajadora actúe como /clase/; una vez se haya conseguido esto,
ella misma encontrará pronto la orientación correcta» (carta a Florence
Kelley, 28 diciembre 1886).

Hay en esta idea central varias dimensiones: la clase ha de constituirse
en partido /político/, y éste ha de ser /independiente/. Es la
constitución del proletariado como /sujeto político/ lo que Marx y
Engels subrayan una y otra vez, y lo que los desmarca de otras
tradiciones /apoliticistas/ presentes en el movimiento obrero (así el
anarquismo). La preocupación por el estado, por la universalización del
sufragio, por la participación las elecciones, /etc/, se explican por
esa convicción. El proletariado debe tomar el poder del estado. En
segundo lugar, es la /independencia respecto de otras clases/ lo que se
pone en el orden del día. El proletariado no puede ser un apéndice de
fuerzas políticas liberales y democrático-radicales, como lo había sido
en Inglaterra hasta la aparición del cartismo (y después de su crisis),
y como seguía siéndolo en el continente. La necesidad de esa
independencia política se deriva del /programa/: la reapropiación por
parte de la sociedad de los medios de producción. La insistencia tenaz
en estos principios, a lo largo de toda la vida de Marx y Engels,
explica también el curioso hecho de que la mayoría de sus escritos
teórico-políticos están dirigidos contra personalidades ‘cercanas’, son,
hasta cierto punto, polémicas ‘internas’: contra Bauer, Stirner,
Feuerbach, Schapper, Proudhon, Vogt, Lassalle, Bakunin, Dühring… Esta
circunstancia adquiere significado cuando se la inserta en un proceso de
aclaración de principios en la constitución de la clase como sujeto
político.

La firmeza en esos tres elementos (política, independencia, programa),
sin embargo, se combina en Engels con la más amplia flexibilidad en la
estrategia y la táctica. En el prólogo que escribe en 1895 para la
reedición de /Las luchas de clases en Francia 1848-1850/ de Marx, Engels
recuerda cómo durante los años iniciales del movimiento su concepción
acerca de qué es la revolución está muy marcada por la experiencia de la
Gran Revolución Francesa de 1789-1793: la acción de una ‘minoría’,
apoyada más o menos pasivamente por la ‘mayoría’. Ese escrito
sistematiza su reflexión de años previos sobre los cambios sociales,
tecnológicos y militares que modifican las condiciones para la toma del
poder por la clase trabajadora, y le conducen al concepto de ‘revolución
de la mayoría’, en el que lo decisivo es la participación activa de las
grandes masas.

Concienciación y política de alianzas se convierten en preocupaciones
centrales para una ‘revolución de la mayoría’. Ya desde la década de los
1850s, como resultado de la derrota de la oleada revolucionaria de 1848,
Engels comprende la necesidad de ganar al campesinado como aliado: éste
constituye la mayoría de la población, y ninguna revolución podrá
triunfar con su oposición. Esta conclusión está presente también en su
análisis del aislamiento del proletariado parisino que conduce a la
derrota de la /Comuna/ en 1871. Cuando el Partido Socialdemócrata alemán
comienza a cosechar éxitos electorales, aparece claro que la mayoría
sólo se logrará con el apoyo del campesinado. Y Engels dedica una
significativa parte de sus estudios y actividad publicística a la
cuestión campesina, tratando de hacer cobrar conciencia a esta clase de
su confluencia de intereses con el proletariado e incluso de su
tradición revolucionaria (/La guerra campesina alemana/, /La marca/, /La
cuestión campesina en Francia y Alemania/, y otros escritos).

Los problemas de la ‘revolución de la mayoría’ presiden los escritos y
cartas de Engels en su madurez [Callesen (2010)]: los problemas de la
agitación electoral, «aprender a usar las elecciones» según el ejemplo
de la Socialdemocracia alemana, los problemas de la huelga general, la
combinación de las acciones de masas y las elecciones, las consecuencias
de una llegada prematura al poder (que hace en /La guerra campesina
alemana/), la cuestión de la necesidad o no de la violencia en la
revolución, el problema del creciente militarismo como fenómeno nuevo
que ve emerger en la política internacional… También los de la
organización, los del Partido. Engels considera imprescindible la unidad
del partido en torno a principios revolucionarios claros, pero, al mismo
tiempo, defiende la necesidad de la máxima libertad de expresión en su
seno e incluso de una prensa de partido independiente de la dirección y
de la fracción parlamentaria (cartas a Trier de 18 diciembre de 1889, a
Bebel de 1 mayo 1887 y 19 nov de 1892, ‘Carta de despedida a los
lectores del /Sozialdemokrat/’ de 1890).

*Engels editor de Marx*

Es imperativo hacer referencia brevemente a la labor de Engels como
editor de Marx. Cuando Marx muere, ha publicado bajo su nombre /Misère
de la philosophie/ (1847, solo en Francia), /Las luchas de clases en
Francia 1848-1850/ (1851), la /Contribución a la crítica/… (1859) y el
Libro I de /El Capital/ (1867). Salvo éste último, que es reeditado,
ninguna otra obra suya se encuentra disponible en ese momento. Y Engels
abandona todo otro proyecto personal para emprender el rescate,
reedición, traducción a diferentes idiomas, y presentación de todos los
textos importantes de Marx, muchos inéditos (entre ellos, las /Tesis
sobre Feuerbach/ y /Salario, precio y beneficio/), con el objeto de
asegurar la influencia de su pensamiento (el de Marx) en el momento en
que la socialdemocracia se convierte en potencia política internacional.
Es de ese modo como nace “el marxismo”: siendo editado, traducido y
leído en diferentes idiomas, de manera más o menos simultánea. Y, por
supuesto, Engels edita los inconclusos Libros II (1885) y III (1894) de
/El Capital/.

El trabajo que ello le supone es ingente. Es conocido el poco efectivo
método de trabajo de Marx (que Rubel llamaba “lectura bulímica”), que le
ha impedido toda su vida completar proyectos a tiempo, o completarlos
sin más; el estado en que Engels encuentra la redacción de los Libros II
y III, que él creía poco menos que listos para la imprenta, le
descorazona. Completar una versión legible del Libro III le cuesta 10
años. Eike Kopf, durante muchos años uno de los curadores de la /MEGA/^2
, ha calculado los volúmenes de esta edición que no existirían sin
Engels; y del Libro III, dice: «Engels él solo hizo entre 1883 y 1894 lo
que un equipo de 50 colaboradores de la /MEGA/^2 en Moscú, Halle,
Berlin, Sendai y Tokio tardaron en hacer 30 años» [Kopf (2015), pp 107,
95]. Este mérito se ha convertido, a ojos de sus críticos, en un nuevo
cargo: el de haber desvirtuado el carácter de la obra marxiana, en
particular, el Libro III. Al parecer, Engels puso “Zusammenbruch”
(derrumbe) donde Marx escribió “Klappen” (abatimiento)… Michael Krätke,
Eike Kopf han dejado claro que no es tal el caso: la edición engelsiana
es lo más fiel que se puede ser a los manuscritos originales. Incluso
Rubel, nada sospechoso de ser filoengelsiano, dice que en la nueva
edición del Libro III en la /MEGA/^2 «se recobra el mismo Marx que
Engels había copiado fielmente» [Rubel (1995), p 524]. Pero sí, hay que
conceder a los críticos de Engels que sin Engels no habría marxismo.
«Sin ti nunca habría finalizado el trabajo, y te aseguro que me pesa en
la conciencia que hayas tenido que malgastar tu proverbial fuerza en el
comercio fundamentalmente por mi culpa, y que /into the bargain/
[encima] hayas tenido que pasar conmigo todas mis /petites misères/
[pequeñas miserias]» (Marx a Engels, carta de 7 de mayo de 1867, al
finalizar de escribir /El Capital/).

*Actualidad de Engels*

Engels es una extraordinaria figura histórica, cuya consideración, hoy,
no está a la altura de sus merecimientos. Están, por un lado, quienes lo
han tomado como chivo expiatorio para ataques que, en realidad, tienen
otros destinatarios (el movimiento comunista, la URSS, el /diamat/, la
fosilización doctrinaria del marxismo), y han tratado de establecer un
hiato insalvable entre su obra de pensamiento y la de Marx. Por otro
lado, están quienes, en el afán de defender la indisoluble trayectoria
teórico-política de ambos, consideran su obra una mera repetición, fiel,
de las ideas marxianas. En ambos casos, el resultado es una barrera
levantada en el acercamiento a sus escritos. Faltan traducciones de sus
obras menos canónicas: escritos históricos, prólogos e introducciones y,
sobre todo, correspondencia. Hay que saludar por ello la reciente
iniciativa de González Varela de ofrecernos los textos de Engels
anterior a Marx [González Varela (2020)]. Engels es un pensador
original, de talla propia: no es un clon de Marx ni su sombra. Sus
textos, extraordinariamente variados, están bien escritos y resultan
amenos, y sus temas son nuestros temas de hoy: cómo pensar la
revolución, cómo pensar el comunismo, la estrategia y la táctica, las
alianzas, las elecciones, las acciones de masas, la definición de una
visión del mundo racional que no sea reduccionista, la integración en
ella de los conocimientos de las ciencias… Engels ha escrito sobre ello.
¿Cómo lo ha hecho, para qué, con qué limitaciones? Fuera de toda
idolatrización, fuera cualquier pretensión de ‘sistema’, pensar con él y
aprender sobre estas cuestiones con él es tratarlo como a un /clásico/,
uno de los muy grandes del movimiento obrero.

*Literatura citada*

Bellamy Foster J (2020), “Engels’s dialectics of nature in the
anthropocene”. /Monthly review/, en:
https://monthlyreview.org/2020/11/01/engelss-dialectics-of-nature-in-the-anthropocene

Brie M (2020). “Friedrich Engels’ früher Suchprozess und seine
Wirklichkeitsanalyse”. En: /Die Natur ist die Probe auf die
Dialektik—Friedrich Engels kennenlernen/. VSA, Hamburg.

Callesen G (2010), “Eine neue revolutionäre Taktik. Zur Diskussion der
Aufgaben der Arbeiterbewegung zwischen Victor Adler und Friedrich
Engels”. /Beiträge zur Marx-Engels-Forschung Neue Folge 2010/, 209-224.

Dilthey W (1893), /Weltanschauung und Analyse des Menschen seit der
Reformation/. En: /Gesammelte Abhandlungen/ Bd 2. Teubner, Leipzig 1914.

Gabriel M (2014). /Amor y capital/. El viejo topo, Barcelona.

González Varela N (2020), /Friedrich Engels antes de Marx/. El viejo
topo, Barcelona.

Harich W (2000), /Nicolai Hartmann. //Leben, Werk, Wirkung/.
Königshausen & Neumann, Würzburg.

Kangal K (2020), /Friedrich Engels and the ‘Dialectics of Nature’/.
Palgrave Macmillan (Springer Nature Switzerland AG), Cham.

Kopf E (2015), /Marxismus ohne Engels?/ PapyRossa, Köln.

Kopf E (2018), /Ein gelungener Wurf. Studienanregungen zu Marx und
Engels. /PapyRossa, Köln

Krätke M (2020), /Friedrich Engels. Wie ein ‘Cotton-Lord’ den Marxismus
erfand/. Dietz, Berlin.

Liedman S-E (1997), “La Logique de Hegel et le matérialisme d’Engels”.
Pp 263-272 de: G Labica, M Delbraccio (eds), /Friedrich Engels, savant
et révolutionnaire/. PUF, Paris.

Rubel M (1995), “Nach hundert Jahren: Plädoyer für Friedrich Engels”.
/IWK Int wiss Korrespondenz z Gesch d deut Arbeiterbewegung/ 31 (1995)
520-531

Sacristán M (1964), “La tarea de Engels en el Anti-Dührung”. Ahora en: M
Sacristán, /Panfletos y materiales I/. Icaria, Barcelona 1983.

Timpanaro S (1970), /Sul materialismo/. Nistri-Lischi, Pisa (trad esp: S
Timpanaro, /Praxis, materialismo y estructuralismo/. Fontanella,
Barcelona 1973)

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NOTAS

[1] <#_ftnref1> Engels, prólogo a la edición de 1888 del /Manifiesto del
Partido Comunista/.

[2] <#_ftnref2> Discurso ante una asamblea de obreros socialdemócratas
en Viena, 14 septiembre 1893.

[3] <#_ftnref3> En carta de 7 de abril de 1884 Bernstein informa a
Engels de que «como mínimo, las tres cuartas partes de la [primera]
edición [del /Anti-Dühring/] ha sido leída por /trabajadores/».

[4] <#_ftnref4> Sobre los manuales y su necesidad, dice Machado: «Juan
de Mairena lamentaba la falta de un buen manual de literatura española.
Según él, no lo había en su tiempo. Alguien le dijo: “¿Y también usted
necesita un librito?” “Yo—contestó Mairena—deploro que no se haya
escrito ese manual, porque nadie haya sido capaz de escribirlo. La
verdad es que nos faltan ideas generales sobre nuestra literatura. Si
las tuviéramos, tendríamos también buenos manuales de literatura y
podríamos, además, prescindir de ellos» (Machado, /Juan de Mairena/,
/Obras /(Losada), p 384). Y Brecht: «Lo que necesitamos es un esquema…
También el “progreso” resulta utilizable solo cuando se lo hace
esquemático» (Brecht, /Schriften 1/, /GBFA/, p 386).

[5] <#_ftnref5> palabras que Engels refiere a Marx en su discurso de
despedida, y que con igual propiedad le aplican a él.

[6] <#_ftnref6> Víctor Adler, dirigente del partido austriaco, recuerda
en sus memorias que la II Internacional tuvo que dotarse de un buró
internacional sólo cuando Engels murió, para sustituir la labor de
coordinación e información que Engels hacía.

In
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2020/12/19/engels-un-revolucionario/
19/12/2020

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