segunda-feira, 2 de julho de 2012

Por la autogestión y la desmercantilización


Carlos Taibo
Rebelión


Dentro del movimiento del 15 de mayo --y dentro de otras muchas iniciativas--
hay, si así se quiere, dos grandes posiciones. La primera entiende que el
cometido principal del movimiento estriba en elaborar propuestas que se espera
sean escuchadas, en un grado u otro, por nuestros gobernantes. La segunda, muy
diferente de la anterior, aspira, antes bien, a crear espacios de autonomía en
los cuales procedamos a aplicar reglas del juego diferentes de las que nos
impone el sistema que padecemos. Y a hacerlo, por añadidura, sin aguardar nada
de esos gobernantes que acabo de mencionar.
Mi impresión es que la segunda de las posiciones ha ido ganando terreno en el
15-M. No se olvide al respecto que el panorama general en lo que hace a
ganancias de la mano de la primera de las perspectivas enunciadas es
manifiestamente desalentador. Claro que no sólo se trata de eso: hora es ésta de
recordar que en una de sus matrices principales el movimiento del 15 de mayo
nació, un año atrás, al amparo de un propósito expreso de cuestionar un sistema
seudodemocrático en el que al cabo, y de siempre, son los grandes poderes
económicos los que dictan las reglas del juego. Sobre esa base estaba servida la
conclusión de que, aun siendo comprensibles las demandas de reforma de ese
sistema que formulaban muchos sectores del 15-M, la inercia del movimiento
conducía muy a menudo a lo que cabía entender que era una apuesta por la
construcción de un orden distinto y plenamente autónomo.
No está de más que proponga dos ejemplos que permiten perfilar el escenario de
la discusión. El primero remite a la muy extendida petición, que algunos
asimilan sin más con el 15-M como si una y otra realidad se solapasen, de
reforma de la ley electoral. Supongamos, que es mucho suponer, que los dos
grandes partidos aceptan la reforma en cuestión y que ésta tiene un perfil
saludable. ¿Qué cambios profundos cabe augurar que se derivarían de ello? La
posibilidad de que PP y PSOE perdiesen una parte, sin duda menor, de los escaños
de los que hoy disfrutan en el parlamento, ¿modificaría sustancialmente la
realidad que palpamos en estas horas? ¿No es lamentablemente ingenuo suponer que
una reforma de la ley electoral va a resolver alguno de nuestros problemas
principales?
El segundo ejemplo que me interesa rescatar es el de la propuesta de creación de
una banca pública. No se trata ahora de discutir el buen o mal sentido de tal
propuesta. Se trata de preguntarse, antes que nada, cuánto tiempo podemos
aguardar para que se perfile esa fórmula de banca. Lo diré con un punto de
ironía: ¿cuánto tiempo habrá de transcurrir para que Izquierda Unida cuente con
150 representantes en el Congreso de Diputados? ¿Podemos permitirnos esperar
hasta entonces o, como me temo, los deberes son mucho más acuciantes e
imperativos? Mal haríamos en olvidar que la gestación de una banca pública
reclama inexorablemente del concurso de partidos, parlamentos y leyes, o, lo que
es lo mismo, exige el beneplácito de fuerzas políticas y de grupos de presión
que apuestan con descaro, apoyados en las mayorías, por otros horizontes. Y ojo
que no cabe en modo alguno descartar que populares y socialistas acaben por
perfilar una banca pública con cometidos bien diferentes de los que, cargados de
respetables buenas intenciones, pretenden asignar a aquélla nuestros economistas
socialdemócratas de bandera.
Ante el panorama que acabo de mal retratar de la mano de los dos ejemplos
propuestos, ¿no es mucho más hacedero y realista el proyecto que nos invita a
construir desde abajo un mundo --unas relaciones económicas y sociales-- nuevo y
desmercantilizado? No estoy hablando, por lo demás, de un proyecto etéreo. Las
realidades correspondientes ya están ahí. Pienso en los grupos de consumo que
han proliferado en tantos lugares, en las perspectivas que surgen de las
cooperativas integrales, en las ecoaldeas e instancias similares, en los bancos
sociales que rehúyen el lucro y el beneficio o, por cerrar aquí una lista que
bien podría ser más larga, en el incipiente movimiento que plantea el horizonte
de la autogestión por los trabajadores en el caso de muchas empresas amenazadas
de cierre. En todas estas iniciativas lo que despunta es un esfuerzo encaminado
por igual a rechazar la delegación del poder en otros y a alentar la práctica de
la socialización sin jerarquías, las más de las veces sobre la base de
postulados antipatriarcales, antiproductivistas e internacionalistas. ¿No
empiezan a acumularse los argumentos para sostener que el viejo proyecto
libertario de la autogestión generalizada es, no sin paradoja, mucho más
realista que aquel otro que, al amparo de la vulgata socialdemócrata de siempre,
todo lo hace depender de partidos, leyes y parlamentos?
A menudo me encuentro a personas que, con argumentos respetables, subrayan que
las dos opciones a las que me refiero en este texto no son incompatibles. Lo
aceptaré de buen grado: no tengo por qué concluir, en particular, que quien
legítimamente pelea por reformar la ley electoral es hostil a la gestación de
espacios de autonomía no mercantilizados (y viceversa). Creo, sin embargo, que
lo suyo es subrayar que esas dos opciones no sólo remiten a objetivos y métodos
diferentes: se materializan también en proyectos organizativos distintos.
Mientras en el primer caso el movimiento en que se concretan no es sino un
instrumento al servicio de un proceso que debe discurrir fuera de él, en el
segundo --el de los espacios de autonomía-- ese movimiento se convierte, de la
mano de la asamblea, de la democracia directa y de la autogestión, en objeto con
vida propia que, cabal y autosuficiente, no precisa de representaciones
externas. De cara al futuro, y por su dimensión de demostración de que es
posible hacer las cosas de forma diferente, parece que esta última es una
apuesta más inteligente.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
************
In: Rebelión
http://rebelion.org/noticia.php?id=152344
España 2/7/2012

Nenhum comentário:

Postar um comentário