quinta-feira, 25 de fevereiro de 2021

Claves para entender la guerra comunicacional en tiempos de pandemia





          ÁNGELA DIEZ, PROFESORA DE UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

*ELEMENTOS DEL DIAGNÓSTICO SOBRE EL PAPEL DE LA COMUNICACIÓN EN LA
GUERRA IMPERIALISTA EN EL CONTEXTO DE LA PANDEMIA:*

1.- La guerra imperialista es *multiforme y asimétrica*: adopta todas
las formas posibles y se da en situación de desigualdad. No es nuevo,
siempre ha sido así.

Sin embargo, habría que precisar en qué consiste esa asimetría y si en
todos los planos se da la misma desigualdad en la correlación de
fuerzas. Por ejemplo, en el caso de Venezuela, indudablemente la
potencia imperialista (USA) y sus socios tienen una fuerza superior en
el ámbito económico, en el control de las instituciones internacionales
y el sistema financiero, etc. pero el gobierno bolivariano maneja mejor
los factores subjetivos: Identidad nacional, soberanía, memoria
histórica, valores comunitarios, etc. Chávez supo ver la importancia de
construir un sujeto político revolucionario y no hacer descansar sólo en
lo objetivo (mejora de las condiciones de vida) la fuerza del proyecto
bolivariano. Esta es también la experiencia de Cuba en donde la
revolución va unida al sentimiento de independencia nacional. En los
últimos años Fidel desarrolló el arma de “la batalla de las ideas”
colocando en el centro de la contienda la defensa de los valores
revolucionarios en los que se apoyan el resto de las armas que puede
desplegar e incrementar la revolución.

2.-Dentro de la multiplicidad de formas que adopta la guerra
imperialista, *la guerra tecnológica-comunicacional se ha convertido en
central* (Guerra de cuarta generación G4G). Esto es así porque en un
mundo globalizado y supertecnologizado los medios de comunicación han
adquirido un papel hegemónico en las relaciones de poder. *Cuanto más
fragmentada es una sociedad más poder tienen los medios de
comunicación* (incluimos aquí las redes sociales e Internet)

La guerra imperialista no sería posible sin los medios de comunicación
de masas. Pero tampoco las democracias modernas podrían sobrevivir sin
unos medios cuya principal función es construir una opinión pública
cómplice, consentidora y consumidora. En el momento actual la guerra por
las mentes es una de las formas centrales de la guerra.

La tendencia de las democracias actuales es a convertirse en Estados de
excepción permanente pero sin que esto sea evidente para la mayor parte
de la población. Las corporaciones mediáticas han desarrollado
mecanismos específicos y personal entrenado para naturalizar y ocultar
la deriva autoritaria de las “democracias occidentales”. Esto se
evidencia con la pandemia. La tecnología digital y los medios
hegemónicos cobran una importancia fundamental en el control interno de
la población. Tal y como describió Naomi Klein, mantener en estado de
shock a la población permite poner en marcha las medidas que necesita el
Capitalismo para reorganizarse y eliminar las resistencias.

3.- Pedro Santander Molina en el libro “La batalla comunicacional”
señala que cuando Fidel utilizó la metáfora de “la batalla de las ideas”
y Chávez hablaba de “la artillería del pensamiento” señalaban la
dirección en la que se deben desarrollar las estrategias defensivas hoy
en día. Chávez decía que *“El hecho comunicacional es un hecho
político”,* lo que quiere decir que es tanto un arma para la revolución
como para la contrarrevolución. Pero es necesario profundizar en el
significado de “hecho comunicacional” ya que no podemos confundir la
comunicación con las herramientas que utilizamos para transmitir ideas,
señalar objetivos, acumular fuerzas y enfrentar al imperialismo. *Como
hecho político lo comunicacional está relacionado con el poder.*

*PROPUESTAS PARA EL DEBATE *^1
<https://frenteantiimperialista.org/blog/2021/02/04/la-guerra-tecnologica-comunicacional-en-el-contexto-de-la-pandemia/#fn1-10344>
*:*

*1.*– *El enemigo está “sobrediagnosticado”.* No podemos centrarnos
constantemente en denunciar lo que “el enemigo (nos) hace*”: “En la
guerra los enemigos, actúan como tal, y cumplen su rol* de acuerdo a sus
propias convicciones; no podemos pedirles que no actúen como lo que son”
El enemigo: miente, silencia, impone la agenda, divide, genera un
“régimen de verdad” y lo monopoliza.

Controlan los medios masivos, las redes sociales y la tecnología
comunicacional, y la usan contra los pueblos que se resisten. Tienen más
medios y más capacidad de influencia (asimetría) A pesar de eso han
sufrido grandes derrotas en el pasado (Vietnam, Cuba, Venezuela, Nicaragua)

Tal vez el imperialismo, en tanto que forma necesaria de la expansión
capitalista, esté “sobrediagnosticado” ¿pero el arma
tecnológico-comunicacional también lo está? ¿Sabemos realmente cómo está
funcionando esta forma de guerra? Cuando analizamos cómo se comportan,
cómo nos comportamos los militantes antiimperialistas en relación a las
redes sociales, los medios de comunicación y las tecnologías de la
comunicación y la información en general, percibimos falta de
comprensión de su naturaleza (límites y potencialidades)

*2.- Problemas del movimiento antiimperialista en relación a la guerra
tecnológica-comunicacional:*

  * Se actúa respondiendo a la agenda marcada por el
    imperialismo. *Posición siempre reactiva*. Esto no es nuevo ya que
    se actúa sin planificar, sin definir una estrategia y siguiendo
    siempre la coyuntura. Esto supone que no se priorizan los frentes ni
    las batallas y por tanto nuestra fuerzas siempre están divididas y
    cada vez más atomizadas. Lo nuevo es que con las tecnologías
    digitales la saturación informativa aumenta la dispersión, el ruido,
    la velocidad y número de los ataques imperialistas, y se multiplican
    los frentes (las causas).
  * *El voluntarismo: *La facilidad con la que se crean medios de
    comunicación digitales, los canales de mensajería rápida, y la
    facilidad para comunicarse e informarse permite la proliferación de
    medios unipersonales, y sin vínculos con organizaciones, que
    aparecen y desaparecen en poco tiempo. La incidencia y la influencia
    de estas formas y medios de comunicación es escasa y no sale del
    ámbito reducido de los ya convencidos.
  * *Se aspira a igualar la capacidad de nuestros medios de comunicación
    con los del enemigo*. Aspirar a la paridad de recursos. Destinar
    ingentes esfuerzos en crear muchos medios (crear muchos emisores) en
    vez de contenidos que son los que “crean vínculos con las audiencias”.

–*Ponemos el objetivo en la parte técnica*, en el desarrollo de medios
de comunicación más potentes, menos controlados, que lancen más cantidad
de mensajes. Pero no sabemos ni a quienes llegan ni nos preocupamos de
los efectos de nuestros mensajes, ni si realmente modifican la
percepción. También esto conduce a una sobrevaloración de lo cuantitativo.

  * Nos centramos en *desmentir los ataques y las /fake news/* de los
    medios imperialistas, lo que genera un efecto reflejo: los
    desmentidos aumentan la circulación de las fake news.
  * Siempre nos estamos defendiendo en vez de anticiparnos.

*3.- El Campo de batalla: la tecnología digital supone un salto de
escala en la guerra comunicacional. La nueva fase en la que hemos
entrado con la pandemia aumenta la capacidad e influencia de la guerra
comunicacional (limita nuestras acciones al reducirlas a acciones
virtuales, nos expone a mayor vigilancia, usamos herramientas que no
podemos controlar, potencia lo individual frente a lo político-colectivo….)*

*– Características del contexto digital* (Tecnologías de la Información
y la Comunicación): Mayor capacidad de control de la información,
vigilancia de las personas, acumulación de datos prácticamente
ilimitada, micro y nanosegmentación de audiencias, mayor manipulación y
predicción de comportamientos.

De la misma forma que se han diseminado bases militares por todo el
planeta, el imperialismo ha hecho lo mismo con las bases mediáticas (F.
Buen Abad)

  * El distanciamiento social, el aislamiento y los
    confinamientos *aumentan la dependencia de la tecnología.*
  * Aumento de la *concentración del Capital y por tanto de los medios
    tradicionales* y de los tecnológicos (GAFAM –Google, Apple,
    Facebook, Amazon, Microsoft)
  * *Articulación “glocal*”: concentración ideológica.
  * *Aumento de la velocidad y la sincronicidad*.
  * *Contexto digital total*: tendencia de llevar todo lo comunicacional
    al campo de lo digital (Se da una batalla por captar el mayor tiempo
    posible nuestra atención digital)
  * La tecnología digital permite el acceso a nuestra vida diaria. Se
    convierte en una prótesis que ordena todas nuestras actividades,
    tanto las vitales como las militantes.
  * *Infobesidad*: generación de ruido (el 50% del tráfico online
    mundial son bots (The New York Times) Caso del golpe a Bolivia.
  * Caso asalto al Congreso de USA, Twitter quita las cuentas a Trump:
    el poder de Twitter mayor que el presidente de USA.

*4.- Prácticas de los medios hegemónicos y su potenciación con la pandemia:*

  * *Resignifican la realidad*. Disputan el significado de los
    acontecimientos. Establecen la lectura hegemónica.
  * *La batalla fundamental es por lo visible y lo imaginable* de ahí
    que un objetivo fundamental sea la desmovilización mediante “la
    estrategia del desaliento”.
  * *Tácticas para el desaliento desmovilizador *(Pedro Santander):
    distopía, exageración, distorsión, despolitización, impotencia, apatía.
  * *Media-lawfare*: los medios hegemóricos reagrupan fuerzas y
    restauran en el poder a las fuerzas de derecha.
  * *Fake News y su viralización*. Aumentan con la corona-crisis.

*5.- Estrategia antiimperialista en la batalla comunicacional:*

  * *Luchar por objetivos, a largo plazo y con continuidad. *
  * Diseñar *estrategias a partir de profundizar en el conocimiento de
    cómo operan las armas comunicacionales* del enemigo.
  * En la defensa comunicacional *anticiparnos* a las actuaciones del
    enemigo (por ejemplo, conocemos que los momentos electorales son
    utilizados para campañas de propaganda mediática contra los
    gobiernos progresistas, hay que adelantarse en la difusión de
    contenidos y desenmascarar cuál será la actuación)
  * Propiciar *la inversión de agenda* (imponer la agenda social a la
    agenda mediática)
  * *Nuestro objetivo no son los medios hegemónicos sino la población
    por tanto:*

1) preparar a la población para una “resistencia cognitiva”. Esto no se
puede hacer desde los medios digitales. Hay que pensar en estrategias
más globales donde lo educacional y pedagógico estén en el centro.

2) crear “comunidades interpretativas”. La población interpreta las
informaciones que le llegan a partir de la matriz de conocimiento que ya
tiene instalada, por tanto hay que apuntar hacia la destrucción de estas
matrices.

3) generar “conexión comunicativa con la población”. Crear vínculos con
las audiencias. Estos vínculos no pueden ser débiles, y las tecnologías
digitales tienden (debido a su naturaleza) a ser débiles.

4) Conectar a los receptores de nuestros mensajes.

5) nuestros medios deben dirigirse a “organizar a los receptores”:
“receptores política y comunicacionalmente conectados entre sí, capaces
de reconocerse en comunidad interpretativa, más alertas y menos
vulnerables” (Estas cinco propuestas nos las hace Pedro Santander Molina)

f) Trabajar en la /desnormalización/ de los principios que hacen tan
eficaces las armas tecnológico-comunicacionales (no es normal que la
comunicación siempre sea mediada y no personal, no es normal la
individualización, sustituir la relación personal por la conexión…..)
Tender hacia la construcción de un sentido común distinto.

OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2021/02/24/claves-para-entender-la-guerra-comunicacional-en-tiempos-de-pandemia/
24/2/2021

domingo, 21 de fevereiro de 2021

A Lava Jato e os 11 princípios da propaganda nazista

 


 por Carol Proner

In
JORNAL GGN
https://jornalggn.com.br/editoria/cidadania/a-lava-jato-e-os-11-principios-da-propaganda-nazista-por-carol-proner/
20/2/2021

A Lava Jato não existiria sem uma aliança bem ajustada com setores da
mídia para, por meio de notícias espetaculosas, comprometer a imagem de
acusados antes mesmo da instauração de processos formais. Essa fórmula
obedeceu o modelo importado das “forças-tarefa” dos Estados Unidos,
conforme revelam informações sobre cursos de treinamento em cooperação
internacional de procuradores e agentes da polícia federal.

O Papa Francisco, ao perceber o uso da mídia em processos de perseguição
judicial na América Latina, passou a se insurgir publicamente contra o
que considerou um grave problema da justiça penal. O Pontífice ensaiou
uma explicação para o fenômeno: “O lawfare ocorre quando são imputadas
acusações falsas contra dirigentes políticos, promovidas conjuntamente
pelos meios de comunicação e órgãos judiciais colonizados” (…) “O sempre
necessário combate à corrupção é instrumentalizado, por meio do lawfare,
para combater governos indesejáveis, reduzir direitos sociais e promover
um sentimento de antipolítica do qual se beneficiam os que aspiram a
exercer o poder autoritário: a macro delinquência das corporações”

O jurista argentino Eugenio Zaffaroni também abordou o tema do lawfare
em entrevista na qual comentou a degradação política e institucional que
ocorreu na Argentina. Tendo sido, até recentemente, juiz da Corte
Interamericana de Direitos Humanos, Zaffaroni toma como referência os 11
princípios de Joseph Goebbels para descrever o raciocínio ideológico por
trás do fenômeno das guerras jurídicas. Segundo ele, “o lawfare de hoje
usa as mesmas técnicas, embora com uma tecnologia mais refinada”. Será
que a comparação dos 11 princípios vale para o Brasil?

Alguém diria, que exagero! Comparar o diabólico projeto de propaganda
nazifascista ao raciocínio ideológico subjacente à Lava Jato, é um pouco
demais.

Porém, lembro-me de extravagâncias marcantes na propaganda publicitária
da megaoperação, como a preferência por “camisas negras” no vestuário de
Sérgio Moro. O juiz nega a associação com os “camisas-negras” do
fascismo de Mussolini, mas é inegável a violência real e simbólica de
seus interrogatórios em audiências, os abusos às garantias do processo
penal e outras “licenças” que disse ter trazido da influencia italiana
da Operação Mani Pulite. Isso sem contar a justificativa do “estado de
necessidade”– combater a corrupção sistêmica transnacional – alardeada
com a ajuda da imprensa para justificar exceção ao devido processo, algo
que aproxima a corrompida República de Weimar da República de Curitiba.

Efetivamente, os 11 princípios da propaganda nazista podem nem ser do
conhecimento do bando de procuradores ou do próprio juiz. A camisa negra
pode ser apenas mau gosto, mas há coincidências impressionantes e que
sugerem que na Lava Jato nada acontece por acaso.

Vejamos como se adaptam os princípios de Goebbels à Operação Lava Jato:

1º. Princípio da simplificação e do inimigo único. Apregoa a
simplificação, e não a diversificação, na escolha de um inimigo único.
Deve-se escolher um inimigo por vez: o Nine. Deve-se ignorar o que os
outros fazem e concentre-se em um até acabar com ele: “Depois de ontem,
precisamos atingir Lula na cabeça (prioridade número 1)” (…)“Vamos
torcer pra esta semana as coisas se acalmarem e conseguirmos mais
elementos contra o infeliz do Lula”.

2º. Princípio do método de contágio: Deve-se reunir diversos adversários
em uma só categoria. Os adversários devem se constituir em uma soma
individualizada, contagiada: lulismo, petismo, lulopetismo, expressões
amplamente difundidas pela imprensa como sinônimos de corrupção tanto no
Mensalão como na Lava Jato.

3º. Princípio da Transposição. Deve-se transladar todos os males sociais
a este inimigo e, se não puder negar más notícias, deve-se inventar
outras que as distraiam. Este mandamento lembra muito a associação que a
mídia fez com o PT como sendo a origem de todo o mal da corrupção no
país, do Mensalão à Lava Jato. Apenas como exemplo, um editorial do
Jornal O Globo de 2015 definiu como título: “O DNA da corrupção no
lulopetismo”.

4º. Princípio da Exageração e desfiguração. Deve-se exagerar as más
notícias até o ponto de desfigurá-las, transformando um delito pequeno
ou menor em ameaça grave, em mil delitos, criando assim um clima de
profunda insegurança e temor. O medo difuso da corrupção associado a
capas de revista e cobertura da imprensa geraram um clima de
agressividade e ódio contra o inimigo número 1. O auge do grotesco foi a
capa da revista Veja – edição 2496 – que trouxe um ataque violento
contra o ex-presidente Lula. A agressão, que também foi um plágio da
revista norte-americana Newsweek, trouxe a imagem da cabeça decapitada
de Lula, com um fundo totalmente vermelho gerando um efeito similar a
sangue escorrendo ou um líquido fluindo como se indicasse um
derretimento. A mesma figura havia sido estampada na capa de uma edição
da Newsweek de 2011, após a morte do presidente líbio Muammar Kadafi.

5º. Princípio da Vulgarização. Toda a propaganda deve ser popular e
adaptada ao nível mais elementar entre os destinatários. Quanto maior
seja a massa a convencer, menor será o esforço mental a realizar. O
objetivo do principio é transformar tudo numa coisa torpe e de má índole
de modo que as ações do inimigo sejam compreendidas como vulgares,
ordinárias, fáceis de descobrir. Aqui, o exemplo mais evidente é o uso
do Power Point em rede nacional para apontar com flechas o inimigo
número 1: “Não temos provas, temos convicção”

6º. Princípio da Orquestração. A propaganda deve limitar-se a um número
pequeno de ideias que devem ser repetidas incansavelmente, apresentadas
uma e outra vez desde diferentes perspectivas, mas sempre convergindo
para um mesmo conceito, sem fissuras nem dúvidas. Deve-se fazer ressonar
os boatos até se transformarem em notícias, sendo estas replicadas pela
“imprensa oficial’. Aqui os exemplos são inúmeros, frases de efeito,
símbolos associativos, pixulecos com roupa de presidiário, verdadeiras
campanhas publicitárias para massacrar a imagem pública de Lula e do PT:
“Lula ladrão. Basta de corrupção. Sua hora chegou corrupto” (pichação no
muro do Instituto Lula em 2016). Cito também uma expressão atribuída ao
jornalista Reinaldo Azevedo e que consagrou a ideia de petista como
corrupto: petralha

7º. Princípio da Renovação. Há sempre que se emitir informações e
argumentos novos a um ritmo tal que, quando o adversário responda o
público, este já está interessado noutra coisa. A respostas ao
adversário nunca devem superar o nível crescente de acusações, um
bombardeamento de notícias (sobre o inimigo escolhido) para que o
receptor não tenha tempo de pensar, pois está sufocado por elas. Aqui
também os exemplos são fartos e a chamada “narrativa da Lava Jato”
prevaleceu muito tempo encobrindo os verdadeiros fatos. Nesta última
leva de diálogos da Spoofing, há um trecho em que Sérgio Moro questiona
os procuradores: “Não é muito tempo sem Operação?”

8º. Princípio do Verossímil. É necessário construir argumentos a partir
de fontes diversas, a partir dos chamados globos sondas ou de
informações fragmentadas para diversificar opiniões por meio de
interpretações de especialistas, mas todas opiniões contra o inimigo
escolhido. Aqui entra em jogo a máquina de propaganda da Lava Jato: de
séries da Netflix a outdoors com a foto da Liga da Justiça contra a
corrupção, incluindo quiosques em aeroportos com dinheiro de mentira
para criar um clima de revolta seletiva . Articulistas em jornais de
grande circulação desenvolveram a fundamentação e a justificativa que
contribuiu para o clima de vale-tudo contra a corrupção.PREMIOS…

9º. Princípio do Silêncio. Deve-se silenciar as informações sobre as
quais não se têm argumentos e dissimular ou ocultar as notícias que
favorecem o adversário. É importante ocultar toda a informação que não
seja conveniente. O principal exemplo aqui é a tentativa de censurar
todo o material que emergiu com os vazamentos tanto na Vaza Jato como na
Spoofing, ao mesmo tempo em que também atua o corporativismo e a
cumplicidade de todos os envolvidos na grande trama da Operação Lava
Jato, incluindo os órgãos correcionais, que engavetaram procedimentos
administrativos e judiciais, e a censura seletiva da mídia.

10º. Princípio da Transferência. A regra geral da propaganda opera
sempre a partir de um substrato preexistente, ou seja, uma mitologia
nacional, um complexo de ódios, de preconceitos tradicionais. Então aqui
o que vale é difundir argumentos que possam arraigar em atitudes
primitivas. Talvez este seja o mais perverso dos princípios, pois que
potencializa o ódio fascista ressignificado nos preconceitos contra a
esquerda, contra os negros e as cotas, contra o nordestino, contra o
petista e tudo o que possa remeter ao projetos de inclusão social das
últimas décadas. Conforme já referido nos exemplos anteriores, como as
odiosas capas de revista, todo o jargão antipetista levou as pessoas ao
ponto de pendurarem pixulecos de Lula enforcados nas janelas das casas,
efetivamente arraigando atitudes primitivas e violentas.

11º. Princípio de Unanimidade. O último princípio funciona como amalgama
aos demais, buscando a convergência em assuntos de interesse geral para
apoderar-se do sentimento de clamor popular contra o inimigo escolhido.
A sensação que se busca é a da unanimidade, a de que “todo mundo pensa
assim”. Aqui atinge-se o senso comum que opera a licença para exercer a
“exceção” contra o inimigo, o “estado de exceção”. Muitos exemplos
poderiam ser lembrados, mas o que melhor ilustra é a própria ascensão de
Jair Bolsonaro, consequência direta da propaganda lavajatista. Lembremos
do discurso odioso que o Capitão proferiu logo após ser eleito em 2018,
projetando um clima de ódio como jamais visto no país.

Muitas outras associações poderiam ser feitas, mas sem dúvida a chegada
da extrema direita ao poder sintetiza o resultado da produção do
sentimento fascista que é alicerce da Lava Jato. A extrema direita
chegou ao poder no embalo do sentimento antipetista que promoveu a
prisão política de Lula com a condescendência dos demais poderes e com a
tutela militar de plantão para qualquer inconveniente.

E a condescendência traz o efeito da normalização das condutas
arbitrárias. Os abusos que, na ditadura civil-militar, transitavam do
general ao guarda da esquina, agora também transitam nos arroubos
autoritários de juízes de piso atuando descontroladamente (Recordemos o
recente episódio do juiz substituto Waldemar Cláudio de Carvalho, da 10ª
Vara Federal Criminal do Distrito Federal, que decidiu simplesmente não
cumprir a decisão do ministro Ricardo Lewandowski, de garantir ao
ex-presidente Lula acesso a mensagens obtidas na Operação Spoofing).

*Carol Proner* é professora de Direito Internacional da Universidade
Federal do Rio de Janeiro (UFRJ). Doutora em Direitos Humanos pela
Universidade Pablo de Olavide na Espanha, é membro da Associação
Brasileira de Juristas pela Democracia (ABJD). É autora de artigos e
livros sobre temas de direitos humanos, direitos fundamentais e
democracia, direito internacional público e direito internacional. Veja
todos os posts de Carol Proner
<https://www.prerro.com.br/author/carolineproner/>.


sábado, 20 de fevereiro de 2021

A veces El Capital de Marx es una almohada, otras veces nos obliga a profundizar nuestras luchas

 




          *VIJAY PRASHAD, HISTORIADOR Y PERIODISTA DE LA INDIA *

Estimados amigos y amigas,

Saludos desde el Instituto Tricontinental de Investigación Social
<https://www.thetricontinental.org/es/>.

En 1911, un joven Ho Chi Minh (1890-1969) llegó a Francia, país que
había colonizado su tierra natal, Vietnam. Aunque había sido criado con
un espíritu patriótico comprometido con el anticolonialismo, el
temperamento de Ho Chi Mihn no le permitía refugiarse en un romanticismo
nostálgico. Comprendía que el pueblo vietnamita debía inspirarse en su
propia historia y tradiciones, así como también en las corrientes
democráticas que se habían desarrollado en los movimientos
revolucionarios de todo el mundo.

En Francia, se involucró en el movimiento socialista, que le enseñó
sobre las luchas obreras en Europa, aunque lxs socialistas franceses no
se decidían a romper con las políticas coloniales de su país. Esto
frustraba a Ho Chi Mihn. Cuando el socialista Jean Longuet le dijo que
lea El Capital de Karl Marx, Ho Chi Mihn lo encontró difícil y más tarde
dijo que lo usaba principalmente de almohada.

La Revolución de Octubre de 1917 que inauguró la República Soviética
levantó el espíritu de Ho Chi Mihn. No solo la clase trabajadora y el
campesinado se habían tomado el Estado para intentar remodelarlo, sino
que la dirección del nuevo Estado ofrecía una fuerte defensa a los
movimientos anticoloniales. Con mucho gusto, Ho Chi Minh leyó las “Tesis
sobre la cuestión nacional y colonial” de V. I. Lenin, texto que había
sido escrito para la reunión de 1920 de la Internacional Comunista.

Este joven radical vietnamita, cuyo país había estado sometido desde
1887, encontró en este y otros textos las bases teóricas y prácticas
para construir su propio movimiento. Ho Chi Minh fue a Moscú, luego a
China, y finalmente regresó a Vietnam para sacar a su país de la
opresión colonial y de una guerra que le habían impuesto Francia y
Estados Unidos (guerra que terminó con la victoria vietnamita seis años
después de la muerte de Ho Chi Minh).

En 1929, Ho Chi Minh dijo que “la lucha de clases no se manifiesta como
lo hace en Occidente”. No quería decir que la brecha entre Occidente y
Oriente fuera cultural, sino que las luchas en lugares como el ex
Imperio Ruso e Indochina debían tener en consideración una serie de
factores únicos de esas partes del mundo: la estructura de dominación
colonial, el deliberado subdesarrollo de las fuerzas productivas, la
abundancia de campesinxs y trabajadorxs agrícolas sin tierra, y las
miserables jerarquías heredadas y reproducidas del pasado feudal (como
la casta y el patriarcado).

Era necesaria la creatividad, y eso hizo que el marxismo en las zonas
colonizadas construyera su teoría de lucha a partir del trabajo concreto
en sus propias y complejas realidades. Los textos escritos por personas
como Ho Chi Mihn parecen ser meros comentarios sobre la situación
actual, pero en realidad estos marxistas estaban construyendo sus
teorías de lucha a partir de contextos específicos que no eran
inmediatamente evidentes para Marx y sus principales sucesores dentro de
Europa (como Karl Kautsky y Eduard Bernstein).

/(El dossier 37 del Instituto Tricontinental de Investigación Social,
Amanecer: marxismo y liberación nacional, explora la interpretación
creativa del marxismo en todo el Sur Global, desde el Perú de José
Carlos Mariátegui hasta el Líbano de Mahdi Amel. El dossier es una
invitación al diálogo, a una conversación sobre la intrincada tradición
del marxismo y los movimientos de liberación nacional, una tradición que
emerge de la Revolución de Octubre de 1917 y que tiene sus raíces en los
conflictos anticoloniales de los siglos XX y XXI –
https://www.thetricontinental.org/es/dossier-37-marxismo-y-liberacion-nacional/)
<https://www.thetricontinental.org/es/dossier-37-marxismo-y-liberacion-nacional/)>./

Cuando las categorías del marxismo salieron de las fronteras del
Atlántico Norte tuvieron que ser “ligeramente estiradas”, como escribió
Frantz Fanon en Los condenados de la tierra (1963), y la narrativa del
materialismo histórico tuvo que ser enriquecida. Ciertamente estas
categorías tienen una aplicación universal, pero no pueden aplicarse del
mismo modo en todas partes.

Cada uno de los movimientos que asumieron el marxismo —como el
movimiento por la liberación de Vietnam liderado por Ho Chi Minh—
primero tuvo que traducir esas categorías a su propio contexto. El
problema central del marxismo en las colonias era que las fuerzas
productivas en estas partes del mundo habían sido sistemáticamente
debilitadas por el imperialismo, y las viejas jerarquías sociales no
habían sido barridas por las corrientes democráticas. ¿Cómo se puede
hacer una revolución en un lugar sin riqueza social?

Las lecciones de Lenin resonaron en personas como Ho Chi Minh, porque
Lenin sostenía que el imperialismo no permitiría el desarrollo de las
fuerzas productivas en lugares como India y Egipto; estas eran regiones
cuyo rol en el sistema global era producir materias primas y comprar
productos manufacturados de las fábricas de Europa.

En estas regiones del mundo no surgió ninguna élite liberal que
estuviera realmente comprometida con el anticolonialismo o la
emancipación humana. En las colonias, fue la izquierda la que tuvo que
impulsar la lucha contra el colonialismo y por la revolución social.
Esto significó que tuvo que crear la base para la igualdad social,
incluyendo el desarrollo de las fuerzas productivas; fue la izquierda la
que tuvo que usar los escasos recursos que quedaban tras el saqueo
colonial, amplificados por el entusiasmo y el compromiso de los pueblos,
para socializar la producción a través del uso de maquinarias y de una
mejor organización del trabajo, y socializar la riqueza para avanzar en
el desarrollo de la educación, la salud, la nutrición y la cultura.

Cada una de las revoluciones socialistas posteriores a Octubre de 1917
sucedió en una zona empobrecida por el colonialismo, como Mongolia
(1921), Vietnam (1945), China (1949), Cuba (1959), Guinea Bissau y Cabo
Verde (1975) y Burkina Faso (1983). Estas eran sociedades principalmente
campesinas, cuyo capital fue robado por las potencias coloniales que los
dominaban, y cuyas fuerzas productivas se desarrollaron solo para
permitir la exportación de materias primas y la importación de bienes
manufacturados. Cada revolución fue enfrentada con una violencia brutal
por parte de sus gobernantes coloniales, quienes se enfocaban en
destruir lo que quedaba de riqueza de la sociedad.

La guerra contra Vietnam es emblemática por su violencia. Una campaña,
la Operación Hades (o Ranch Hand), ilustra lo suficiente: entre 1961 y
1971, el gobierno de Estados Unidos roció 73 millones de litros de armas
químicas para destruir toda la vegetación de Vietnam. El agente naranja,
el arma química más terrible de su tiempo, fue usado en casi todo el
cinturón agrícola del país. Este armamento no solo mató a los millones
de personas que murieron en la guerra, sino que dejó un terrible legado
para el Vietnam socialista: decenas de miles de niñxs vietnamitas
nacieron con graves condiciones (espina bífida, parálisis cerebral) y
millones de kilómetros de tierra fértil se volvieron tóxicos por estas
armas.

Tanto la devastación médica como agrícola han durado al menos cinco
generaciones, y todo indica que persistirán por varias más. Lxs
socialistas de Vietnam tuvieron que construir su país no a partir de un
modelo socialista tomado de libros, sino enfrentando los males
infligidos sobre su país por el imperialismo. Su camino socialista tuvo
que atravesar la terrible realidad que era específica de su propia
historia y contexto.

/(Nuestro dossier argumenta que muchxs marxistas en el mundo colonial
nunca leyeron a Marx. Leyeron sobre el marxismo en varios panfletos
baratos y se encontraron de ese mismo modo con Lenin: los libros eran
muy caros, y a menudo era difícil acceder a ellos. Personas como el
cubano Carlos Baliño (1848-1926) y la sudafricana Josie Palmer
(1903-1979) provenían de entornos humildes con poco acceso a las
tradiciones intelectuales de las que emergió la crítica de Marx. Pero
conocían su esencia a través de sus luchas, y a través de la lectura y
de sus propias experiencias construyeron teorías que fueron apropiadas
para su contexto.
https://www.thetricontinental.org/es/dossier-37-marxismo-y-liberacion-nacional/)
<https://www.thetricontinental.org/es/dossier-37-marxismo-y-liberacion-nacional/>./

Hoy en día, el estudio comprometido sigue siendo un pilar para nuestros
movimientos y para nuestras esperanzas de construir un futuro mejor. Por
esta razón, cada año, el 21 de febrero, el Instituto Tricontinental de
Investigación Social participa del Día de los Libros Rojos. El año
pasado, más de sesenta mil personas acudieron a lugares públicos a leer
el Manifiesto Comunista en el 172º aniversario de su publicación, el 21
de febrero de 1848. Este año, debido a la pandemia, los eventos tendrán
lugar de manera virtual.

Les animamos a buscar a editoriales y organizaciones en tu región que
puedan estar organizando un evento para el Día de los Libros Rojos y
participar. Si no hay eventos cerca tuyos, puedes realizar tu propio
evento o utilizar las redes sociales para hablar sobre tus libros rojos
favoritos y lo que significan para tus luchas. Esperamos que el Día de
los Libros Rojos se vuelva un hito tan central en nuestro calendario
como el Primero de Mayo.

A Ho Chi Minh —cuyo nombre significa “fuente de luz”— se le veía casi
siempre con su paquete de cigarrillos Lucky Strike y un libro. Amaba
leer y amaba conversar, pues ambas cosas le ayudaban a desarrollar su
comprensión sobre la marcha del mundo. ¿Qué libros rojos están cerca de
ti mientras lees este boletín? ¿Te unirás a nosotrxs en el Día de los
libros rojos y agregarás nuestro nuevo dossier a tu lista de lectura de
libros rojos?

In
OBSERVATORIO DE LA  CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2021/02/19/a-veces-el-capital-de-marx-es-una-almohada-otras-veces-nos-obliga-a-profundizar-nuestras-luchas/
19/2/2021

segunda-feira, 15 de fevereiro de 2021

*PLP 19/2019 dá CHEQUE EM BRANCO para banqueiros*

 

Maria Lucia Fattorelli

O PLP 19/2019 que será votado hoje na Câmara transformará o Banco
Central do Brasil (BC) em um supra órgão, autônomo em relação a todos os
poderes, acima de tudo e de todos!

Aquelas pessoas “de confiança do mercado” designadas para ocupar os
cargos de presidente e diretores do BC ficarão intocáveis e terão mais
poder que qualquer outra autoridade no país: comandarão a nossa moeda e
a política monetária do país como quiserem!

*BC deveria estar sendo responsabilizado pela crise fabricada desde 2014 *

O Tesouro Nacional (TN) gastou quase R$ 3 trilhões para financiar a
política monetária do Banco Central (BC) em 10 anos
(_https://auditoriacidada.org.br/conteudo/tesouro-gastou-quase-r-3-trilhoes-com-o-banco-central/
<https://auditoriacidada.org.br/conteudo/tesouro-gastou-quase-r-3-trilhoes-com-o-banco-central/>_),
sendo que os títulos públicos doados pelo TN ao BC, bem como os juros
incidentes sobre tais títulos, têm sido usados principalmente para a
generosa remuneração da sobra de caixa dos bancos que, só em juros,
custou mais de R$ 1 TRILHÃO aos cofres públicos nos últimos 10 anos.

Além desse imenso dano aos cofres públicos, tal operação gera escassez
de moeda e tem sido a responsável pela prática de juros de mercado
elevadíssimos no Brasil, amarrando toda a economia, pois em vez de
emprestar às empresas e famílias, os bancos preferem direcionar sua
sobra de caixa para o BC e receber os juros garantidos diariamente!

Isso explica porque o PLP 19/2019 dá ao Banco Central uma verdadeira
CARTA BRANCA para definir todas as características das operações com
títulos públicos, como se ele fosse o “emissor”, o que é vedado pela
legislação do país.

Este artifício que o PLP 19/2019 quer legalizar vem sendo denunciado há
vários anos pela entidade Auditoria Cidadã da Dívida (ver
_https://bit.ly/3tEyeMB <https://bit.ly/3tEyeMB>_e
_https://bit.ly/3jxWaws <https://bit.ly/3jxWaws>_), tendo em vista a
falta de amparo legal da remuneração da sobra de caixa dos bancos, que
tem custado caro ao país, aumentado a concentração de renda e elevado as
taxas de juros de mercado, além de ter sido a principal operação
responsável pela crise econômica que enfrentamos desde 2015 (ver
_https://bit.ly/3liKWeM <https://bit.ly/3liKWeM>_e
_https://bit.ly/2MRXluw <https://bit.ly/2MRXluw>_).

A URGÊNCIA DEVERIA SER INTERROMPER ESSA POLÍTICA MONETÁRIA SUICIDA E
EXIGIR QUE O BANCO CENTRAL ATUE EM FAVOR DO BRASIL E NÃO DOS BANCOS!

Mas a urgência na pauta da Câmara é outra: o PLP 19/2019 o Banco Central
passa a ser controlado, de vez, por aqueles que a instituição deveria
fiscalizar, e a política monetária suicida ficará ainda mais blindada
pelos interesses do mercado financeiro.

Além de flagrantemente inconstitucional, com vício de iniciativa (Art.61
§1º, II), trata-se de proposta extremamente perigosa, que ao passar o
controle da moeda e a política monetária do país para as mãos dos
bancos, atenta contra os objetivos fundamentais da República, contra a
democracia e contra a nossa soberania!

*Diretoria do BC INTOCÁVEL empurra os prejuízos para a sociedade*

De acordo com o PLP 19/2019, o presidente e diretores do BC só poderão
ser demitidos se quiserem ou adoecerem, pois, ainda que sejam acusados
de fraudes, só poderão ser demitidos depois de condenados, ou seja,
depois de todo o trâmite judicial até a condenação e estabelecimento de
pena. E, no caso de desempenho insuficiente, a iniciativa terá que ser
do Conselho Monetário Nacional (CMN), ou seja, do próprio BC. E ainda
dependerá de maioria absoluta no Senado! Tudo sob controle da banca!

O Conselho Monetário Nacional é composto apenas pelo presidente do BC e
pelo ministro da Economia e um subordinado seu. Na prática, é o próprio
presidente do BC que leva ao CMN todas as propostas relacionadas à
política monetária do país.

Quanto vai custar o PLP 19/2019?

Ao dar um verdadeiro CHEQUE EM BRANCO para os representantes dos bancos
que dirigirão o Banco Central,

Além de autorizar o Banco Central tomar todas as decisões relacionadas à
remuneração, limites, prazos, formas de negociação e outras condições
nas negociações com títulos públicos federais, como se ele fosse o
próprio emissor, ao arrepio da LRF, o PLP também dá liberdade total ao
BC para definir todas as condições com operações com derivativos.

Tudo isso mediante regulamentação editada pelo próprio BC!

Isso significa dar “cheque em branco” para o Banco Central para seguir
com sua política monetária suicida que provocou a crise que enfrentamos
desde 2014, e realizando as escandalosas operações sigilosas de Swap
Cambial, que geraram prejuízo de dezenas de bilhões em 2020, e não têm
servido para controlar a moeda, tendo em vista que o Real foi a moeda
que mais se desvalorizou este ano <
https://www.bbc.com/portuguese/brasil-54549137
<https://www.bbc.com/portuguese/brasil-54549137>> no mundo.

Tudo isso significa grave incompatibilidade orçamentária e financeira,
completamente desconsiderada pelo Congresso no PLP 19/2019, afrontando o
art. 113 do ACDT da Constituição, a LRF e demais normas restritivas
editadas pela própria Câmara dos Deputados, que exigem que os projetos
de lei apresentem estimativa de custo e fontes de financiamento.

Tais restrições são lembradas somente na hora de barrar o auxílio
emergencial e outros investimentos sociais!

E QUEM VAI PAGAR A CONTA? Os prejuízos do Banco Central são cobertos
pelo Tesouro, conforme Art. 7º da LRF, ou seja, seja lá qual for o dano,
sem qualquer limite ou teto, ele é transferido para nós, que teremos que
pagar a “dívida pública” gerada para cobrir tais prejuízos! E como essa
“dívida” tem sido paga? Com a entrega do nosso patrimônio público em
privatizações insanas; contrarreformas (Trabalhista, da Previdência e
agora a Administrativa, a PEC 32), além de modificações legais que
prejudicam direitos sociais para privilegiar o pagamento dessa dívida,
como a EC 95 (teto de gastos), a PEC 186 (gatilho para cortar salários),
entre várias outras.

*ILUSÕES do PLP 19/2019*

Entre os motivos levantados pelos favoráveis à aprovação do PLP 19/2019,
está a alegação de que o *BC cuidaria também do “emprego”,*o que na
realidade consta do parágrafo único do art. 1º do PLP 19/2019 como algo
secundário, uma mera intenção, e não como uma obrigação.

Outra ilusão propagada é a de que o “as *metas de política monetária
serão estabelecidas pelo Conselho Monetário Nacional*, competindo
privativamente ao Banco Central do Brasil conduzir a política monetária
necessária para cumprimento das metas estabelecidas”, conforme art. 2º
do PLP 19/2019.

Ora, quem compõe o Conselho Monetário Nacional é apenas o presidente do
BC, o ministro da Economia e um subordinado. Portanto, na prática, quem
faz as metas é o próprio BC!

Quem diz que o BC terá o mesmo nível de outros ministérios não leu o
art., 6º do PLP 19/2019, que fala textualmente da/“//*ausência de
vinculação a Ministério, de tutela ou de subordinação hierárquica*//,
pela //*autonomia*//técnica, operacional, administrativa e financeira,
pela investidura a termo de seus dirigentes e pela estabilidade durante
seus mandatos, bem como pelas demais disposições constantes desta Lei
Complementar ou de leis específicas destinadas à sua implementação.”/

Adicionalmente, oBC ficará à margem de todos os sistemas de controle,
contabilidade pública etc. e utilizará “sistemas informatizados
próprios, compatíveis com sua natureza especial”, entre outros aspectos.

Apesar de toda essa “autonomia”, o Banco Central não se responsabiliza
por seus *prejuízos que, segundo Art. 7º da Lei de Responsabilidade
Fiscal*, são transferidos e arcados pelo Tesouro Nacional, ou seja, por
todos nós!

Outra ilusão é a *“prestação de contas” que se resume, segundo **Art. 11
do PLP 19/2019, à apresentação, */*a posteriori*/, de mero relatório de
inflação e relatório de estabilidade financeira, explicando as decisões
tomadas no semestre anterior. Porém, a liberdade e autonomia para
decidir à vontade sobre todas as operações está garantida no art. 7º do
PLP 19/2019.

*COMO MINORAR O DANO?*

Se quiserem, os deputados federais podem minorar um pouco o dano
provocado pelo PLP 19/2019, conforme algumas sugestões a seguir.

Deveriam minorar a extensão do chequem em branco que está sendo dados
aos bancos. Para isso deveriam suprimir do inciso XII do art. 10 da Lei
nº 4.595, de 31 de dezembro de 1964, incluído pelo Art. 7º do PLP
19/2019, a expressão “/*consoante remuneração, limites, prazos, formas
de negociação e outras condições estabelecidos em regulamentação por ele
editada, sem prejuízo do disposto no art. 39 da Lei Complementar nº 101,
de 4 de maio de 2000*/”.

Deveriam também impedir a tentativa de legalização das escandalosas e
sigilosas operações de “swap cambial”, suprimindo o trecho que o PLP
19/2019 está inserindo na Lei 4.595/64 e que deixa o órgão à vontade
para realizar tais operações. Assim, os deputados deveriam suprimir o
trecho de seu Art. 7º que autoriza o Banco Central (BC) a “/*efetuar,
como instrumento de política cambial, operações de compra e venda de
moeda estrangeira e operações com instrumentos derivativos no mercado
interno, consoante remuneração, limites, prazos, formas de negociação e
outras condições estabelecidos em regulamentação por ele editada*/”.

Deveriam também suprimir a alínea “a” do inciso II do art. 13 do PLP
19/2019, que tenta revogar o seguinte trecho da Lei 4.595/1964:

/Lei 4.595/64:/

/Art. 3º A política do Conselho Monetário Nacional objetivará:/

/I – Adaptar o volume dos meios de pagamento ás reais necessidades da
economia nacional e seu processo de desenvolvimento;/

/II – Regular o valor interno da moeda, para tanto prevenindo ou
corrigindo os surtos inflacionários ou deflacionários de origem interna
ou externa, as depressões econômicas e outros desequilíbrios oriundos de
fenômenos conjunturais;/

/III – Regular o valor externo da moeda e o equilíbrio no balanço de
pagamento do País, tendo em vista a melhor utilização dos recursos em
moeda estrangeira;/

Conforme vem sendo denunciado desde a CPI da Dívida Pública na Câmara
dos Deputados, em 2010, a forma de definição das taxas de juros no país
viola a Lei 4.595, em seu art. 3º inciso II.

Segundo o referido dispositivo, o controle da inflação deve se dar não
somente por meio da política monetária (ou seja, somente via redução na
quantidade de moeda em circulação e altas taxas de juros, como é hoje,
conforme definido no questionável Decreto 3.088/1999, o que tem
provocado e aprofundado crises econômicas no país
_https://bit.ly/3tEyeMB <https://bit.ly/3tEyeMB>_).

O art. 3º inciso II da Lei 4.595 que o PLP 19/2019 visa revogar
estabelece que o controle da inflação deve também “*prevenindo ou
corrigindo as depressões econômicas e outros desequilíbrios oriundos de
fenômenos conjunturais*”, ou seja, impedindo a alta absurda de preços
administrados pelo próprio governo ou, por exemplo, prevenindo as altas
de preços de alimentos, priorizando a agricultura familiar ao invés do
setor primário exportador (que conta ainda com isenção de ICMS). É
absurdo que tenhamos inflação de alimentos em um país como o Brasil.

O PLP 19/2019 tenta revogar também a obrigação do Conselho Monetário
Nacional de “Adaptar o volume dos meios de pagamento às reais
necessidades da economia nacional e seu processo de desenvolvimento”.
Desta forma, o PLP 19/2019 tenta legalizar a política criminosa de
escassez de moeda (executada por meio das chamadas “operações
compromissadas”, ou seja, a remuneração da sobra de caixa dos bancos)
que gerou a crise que se arrasta desde 2015.

Portanto, se deputados(as) desejarem minorar os danos e defender as
contas públicas e a economia do país, eles podem modificar pelo menos
esses trechos acima indicados. Se não o fazem, estão descaradamente e
conscientemente privilegiando os interesses do mercado financeiro em
detrimento do interesse público!

*O Banco Central precisa ser fiscalizado e auditado permanentemente*

O Banco Central deve ser submetido a procedimentos de auditoria e
fiscalização por parte da CGU, com participação social, devendo ser
também obrigatória a divulgação ampla do nome ou razão social e CPF/CNPJ
dos beneficiários das operações compromissadas e operações de swaps
cambiais ou instrumentos congêneres que venham a ser criados,
discriminando-se os valores pagos anualmente a cada um.

Temos visto discursos de que o referido PLP 19/2019 visaria aproximar o
Banco Central do Brasil (BC) do formato de “independência” existente em
outros países.

No entanto, o PLP 19/2019 não traz uma linha sequer sobre a necessidade
de controle das atividades exercidas pelo BC. A“prestação de contas” se
resume, segundo o Art. 11 do PLP 19/2019, à apresentação, /a
posteriori/, de mero relatório de inflação e relatório de estabilidade
financeira, relatando as decisões já tomadas no semestre anterior.
Porém, a liberdade e autonomia para decidir à vontade sobre todas as
operações está garantida no art. 7º do PLP 19/2019, como uma carta branca.

Tendo em vista que os prejuízos anuais do Banco Central são transferidos
ao Tesouro Nacional (Art. 7º da LRF) e arcados por toda a sociedade, é
necessário garantir uma constante vigilância da atuação do órgão, pelo
poder público e com participação da sociedade. Afinal, se vamos pagar a
conta, temos direito de conhecer que conta é essa e a AUDITORIA é a
ferramenta que possibilita isso.

Até nos Estados Unidos da América do Norte o FED é constantemente
fiscalizado pelo Departamento de Contabilidade Governamental, órgão
semelhante à CGU aqui no Brasil, como se pode ver, por exemplo, em
relatório disponível em _http://www.gao.gov/products/GAO-11-696
<http://www.gao.gov/products/GAO-11-696>_. Ora, se querem aproximar o BC
do que existe em outros países, teriam que deixar clara a necessidade de
constante auditoria e fiscalização do BC, com participação social.

É HORA DE VIRAR O JOGO

Arthur Lira e líderes partidários foram notificados extrajudicialmente
e, portanto, não poderão alegar, no futuro, que desconheciam os imensos
danos inseridos no PLP 19/2019, assim como no PL 3.877/2020 (ver
_https://bit.ly/3p52BrR <https://bit.ly/3p52BrR>_ e
_https://bit.ly/3a4l8R4 <https://bit.ly/3a4l8R4>_) e, portanto, a
responsabilidade pela aprovação de tais projetos poderá ser cobrada.

Ainda que destruam tudo, teremos que seguir lutando para reconstruir o
que está sendo destruído, ainda mais porque esse estrago ocorre em
cenário de corrupção endêmica, descarada compra de votos para a
presidência da Câmara por R$ 3 bilhões para cada um
(_https://www.gazetadopovo.com.br/republica/eleicoes-do-congresso-planalto-libera-r-3-bilhoes-a-parlamentares-em-troca-de-voto-e-privilegia-caciques/
<https://www.gazetadopovo.com.br/republica/eleicoes-do-congresso-planalto-libera-r-3-bilhoes-a-parlamentares-em-troca-de-voto-e-privilegia-caciques/>_
) e desrespeito aos direitos humanos, pois enquanto choramos a morte de
mais de 233.000 pessoas acometidas de Covid e mais de 80 milhões de
desempregados passando fome sem o Auxílio Emergencial, assistimos à
vergonhosa, inescrupulosa e inconstitucional priorização da entrega do
Banco Central aos bancos como um “cheque em branco”!

In
AUDITORIA CIDADÃ
https://auditoriacidada.org.br/conteudo/plp-19-2019-da-cheque-em-branco-para-banqueiros-por-maria-lucia-fattorelli/
10/2/2021

sexta-feira, 12 de fevereiro de 2021

La indefinición imperial contemporánea

 
 





          *CLAUDIO KATZ, ECONOMISTA *, *PROFESOR DE LA UBA*

    El neoliberalismo trastocó el funcionamiento del sistema, pero el
    imperialismo continúa sin brújula. Serán definitorios el choque con
    el rival asiático y las resistencias populares

El imperialismo es el principal instrumento de dominación del
capitalismo. Este sistema exige despliegues militares, presiones
diplomáticas, chantajes económicos y sojuzgamientos culturales. Un
régimen social basado en la explotación necesita mecanismos de coerción,
disuasión y engaño para proteger las ganancias de los poderosos. Los
mismos instrumentos se utilizan para zanjar los conflictos entre las
potencias rivales.

El imperialismo opera en distintas latitudes a través de múltiples
dispositivos. Pero su dinámica ha presentado formas muy cambiantes en
cada época. Una revisión histórica esclarece esa mutación y el sentido
actual del concepto.

*VARIEDAD DE MODELOS*

Los imperios precedieron al capitalismo. Pero en los regímenes feudales,
tributarios y esclavistas, los mecanismos de sujeción se asentaban en la
expansión territorial o el control del comercio. En esa distinción se
basa la conceptualización propuesta por la historiadora marxista Ellen
Meiksins Wood.

Señala que Roma forjó un imperio de la propiedad cimentado en la
coerción militar, el rédito de la esclavitud y la conquista de
territorios. Gestó sistemas de gobierno que asociaban a las
aristocracias de cada lugar, con procesos de colonización y
administración de un espacio gigantesco. Ese imperio combinó la
extensión de la propiedad privada con el poder militar y cohesionó a las
elites locales romanizadas a través de una ideología asentada en la
religión.

También España comandó un vasto imperio territorial, organizado en torno
al otorgamiento de tierras a cambios de servicios militares. Los
conquistadores asumieron el control pleno de poblaciones que fueron
devastadas mediante el sobre-trabajo. Los emisarios de la Corona
justificaban esa empresa con mensajes de cristiandad (Wood, 2003: 24-41).

Los imperios comerciales asumieron otro perfil. La variante
árabe-musulmana vinculó a comunidades dispersas en una actividad común
regida por leyes, códigos morales y culturas articuladas por los líderes
religiosos de las elites urbanas.

En las ciudades italianas, el imperio comercial fue controlado por las
aristocracias financieras que monopolizaban el intercambio, en el
fragmentado universo feudal. El uso de mercenarios para perpetrar
acciones militares ilustró esa prioridad del manejo mercantil. Holanda
desenvolvió otra modalidad del mismo tipo comercial, dominando las rutas
marítimas a través de grandes compañías. No buscaba tributos, tierras, o
minerales, sino el manejo pleno de esas conexiones (Wood, 2003: 42-70).

Esta mirada destaca que ningún imperio comercial alcanzó un status
capitalista. Se sostenían en ganancias surgidas del intercambio y en la
consiguiente secuencia de comprar barato y vender caro. No incluían el
principio básico de un proceso de acumulación, sostenido en la
competencia por reducir costos mediante el aumento de la productividad.
Sólo corporizaron distintas modalidades de imperios pre-capitalistas.

Este enfoque considera que Gran Bretaña inauguró el pasaje a las formas
actuales del imperialismo, a través de prolongadas transiciones y
distintos cursos. La expansión imperial inglesa en América Norte
sintetizó esa combinación de formas que obstruían y propiciaban el
capitalismo. En el primer tipo se inscribe la reintroducción de la
esclavitud permanente y hereditaria en las plantaciones de algodón, a
fin de abaratar la industrialización inglesa. En el segundo terreno se
sitúa la introducción de reglas de la agricultura capitalista, mediante
el traslado de colonos que consumaron la apropiación del Nuevo Mundo
(Wood, 2003: 71-86).

Ese imperio de colonos -ensayando en el laboratorio de Irlanda-
incorporó relaciones capitalistas en el agro americano, a través de la
ocupación de tierras y el exterminio de la población indígena. En las
trece colonias de Nueva Inglaterra emergió el principio de la
competencia por ganancias surgidas de la explotación, que posteriormente
se extendió a la acumulación industrial en las ciudades. Ese nuevo pilar
del lucro (ya no comercial) fue introducido mediante una forma de
colonialismo pro-capitalista.

Wood igualmente recuerda que el modelo inglés en otras regiones (como la
India) adoptó las viejas modalidades del tributo. Comenzó como una
empresa comercial y se extendió a la conquista territorial. Bajo la
administración de una compañía privada forjó un lucrativo mercado para
la industria británica a costa de los artesanos locales.

Esta interpretación postula, por lo tanto, que el imperialismo
capitalista sólo emergió en el siglo XIX bajo la conducción inglesa, en
mixturas con las formas arcaicas precedentes. Gran Bretaña combinó tres
modalidades anticipatorias del imperialismo contemporáneo. Lideró formas
de colonialismo (implantación de poblaciones en territorios
conquistados), de imperio formal (dominación explícita sobre otras
naciones) y de imperio informal (preeminencia a través de la supremacía
económica).

Esa diversidad de variantes inglesas se verificó en sus dominios
coloniales (Canadá, Australia), formales (India), informales (América
Latina) e híbridos (África austral). Pero en general apuntaló el
componente capitalista, mediante la expansión del libre-comercio a fin
de asegurar la colocación de los excedentes fabriles.

El imperialismo capitalista ha sido categóricamente dominante en el
siglo XX bajo el liderazgo de Estados Unidos. Esa potencia sólo atravesó
por un breve periodo anexionista de imperio formal. Rápidamente
internacionalizó los imperativos del capitalismo. Recurrió a cierta
ampliación territorial en el hemisferio americano, pero en general
prescindió de las colonias y privilegió los mecanismos de asociación y
subordinación de las elites locales.

Wood resalta que esa forma de imperio puro del capital está regida por
la lógica del beneficio. La ocupación del nuevo espacio es
complementaria o prescindible. La vieja coerción explícita y
transparente es reemplazada por las modalidades opacas e impersonales de
tiranía económica.

El régimen social subyacente es el principal factor diferenciador de los
distintos imperios. Las antiguas formas territoriales, comerciales e
intermedias operaban en sociedades muy distintas al capitalismo
contemporáneo.

*LOS CICLOS HEGEMONICOS*

Otro modelo de dinámicas imperiales privilegia el concepto de hegemonía
para distinguir variedades históricas. Indaga cómo se combinaron la
coerción con el consenso y estudia de qué forma la supremacía económica
empalmó con la expansión territorial y la superioridad geopolítica
(Arrighi, 1999: 42-106).

Este esquema inscribe los imperios en una sucesión de ciclos sistémicos
de acumulación desde el siglo XV, que mixturaron lógicas económicas de
desarrollo productivo y control financiero, con lógicas territoriales de
ventaja militar. Cada hegemonía implicó distintas primacías mundiales,
en la era genovesa (1340-1560), holandesa (1560-1780), británica
(1740-1870) y estadounidense (1930-2000?).

El primer ciclo de ciudades italianas irrumpió en los intersticios del
sistema medieval. Privilegió el comercio de larga distancia mediante una
asociación con el imperio hispánico-portugués. Ese modelo fue sucedido
por la dominación holandesa, que innovó las estructuras estatales y las
técnicas militares sin utilizarlas para el control territorial. Priorizó
las redes financieras y los tejidos comerciales.

La hegemonía británica introdujo, en cambio, el componente territorial y
aprovechó la nueva centralidad del Océano Atlántico, para forjar un
imperio marítimo. Utilizó las ventajas de la insularidad y consolidó un
novedoso estado-nación derrotando al adversario francés. Recurrió al
implante de colonos y al uso de la esclavitud para construir una
supremacía global asentada en el libre-comercio y la preeminencia
industrial.

Estados Unidos conquistó la primacía mundial, luego de completar un
desarrollo interno signado por el exterminio de los indígenas, la
masificación de la esclavitud y el ingreso de los inmigrantes. Potenció
el uso de gigantescos recursos naturales con provechosas estrategias
proteccionistas. En la expansión militar de la frontera interna se
gestaron los cimientos del gendarme planetario del siglo XX (Arrighi,
1999: 288-390).

Este modelo de sucesiones hegemónicas resalta la vigencia de normas
capitalistas comunes a lo largo de cinco centurias. Diverge del enfoque
de Wood, centrado en la existencia de basamentos sociales diferenciados
en los regímenes tributarios, feudales y capitalistas. En este esquema
sólo Inglaterra (con formas intermedias) y Estados Unidos (con plenitud)
se amoldan al último casillero.

La principal ventaja del abordaje de Wood radica en su distinción de los
distintos imperios, en función de nítidas definiciones del capitalismo.
Este sistema se basa en la competencia por beneficios surgidos de la
explotación de los asalariados y no en la preeminencia de circuitos de
intercambios. Por esa razón las ciudades italianas y Holanda encabezaron
variedades de imperios comerciales y sus contrapartes de Roma o España
conformaron modalidades territoriales. El capitalismo estuvo ausente en
los dominios asentados en el liderazgo mercantil o la primacía espacial.

Los imperios de los últimos dos siglos no se distinguieron de sus
precursores por la magnitud de las transacciones comerciales. Ese tipo
de operaciones se ha verificado en todos los sistemas de los últimos dos
milenios. Las diferencias tampoco derivan de la vigencia de modalidades
estatales multinacionales (Gran Bretaña) o continentales (Estados
Unidos), frente a los acotados precursores citadinos (Génova) o
protonacionales (Holanda). Roma y España ya contaron con estructuras
estatales gigantescas.

La novedad del imperio inglés fue la introducción de un soporte singular
del beneficio industrial, que Estados Unidos amplificó posteriormente.
Esta peculiaridad queda borrada si se razona con modelos de acumulación
mundializados desde el siglo XV.

Es cierto que los distintos imperios no dominaron sólo a través de la
fuerza. La hegemonía fue igualmente decisiva. Pero la variedad de
ideologías obedeció a la vigencia de cimientos sociales diferenciados.
La codicia por beneficios surgidos del intercambio (Génova y Holanda) se
asentó en pilares muy distintos a la ambición de lucros derivados del
imperativo de la inversión (Inglaterra y Estados Unidos). Si la
especificidad de cada ciclo es analizada observando esos pilares, queda
despejado el camino para comprender las formas antiguas y contemporáneas
de dominación.

*EL PERÍODO CLÁSICO*

La era del imperio informal iniciada en 1830 -con dominio inglés del
libre comercio- quedó cerrada en 1870 con la reinstalación de un
escenario bélico. Ese retorno a la conflagración entre las principales
potencias generalizó el uso del término imperialismo. Esa noción fue
expuesta por teóricos como Hobson, que contrastaban el nuevo clima de
confrontación mundial con la era previa de equilibrios pos-napoleónicos
(Hobson, 1980).

En ese nuevo marco todas las potencias intentaron renovar sus
credenciales en el campo de batalla. Las rezagadas (Alemania)
ambicionaban el ensanche de su territorio para erigir un imperio formal.
Las ascendentes (Estados Unidos) ya poseían una estructura económica
privilegiada y preparaban el reemplazo del decaído líder inglés. La
efervescencia militarista, la agresividad racista y la intolerancia
chauvinista condujeron al tendal de muertos de la Primera Guerra mundial
(Arrighi, 1978: cap 3).

Los nuevos imperios (Alemania, Japón, Estados Unidos) guerreaban en
alianzas o disputas con sus precedentes (Francia, Inglaterra) por el
control del mercado mundial, en desmedro de los imperios en extinción
(Holanda, Bélgica, España, Portugal). Dirimían con protecciones y áreas
monetarias el reparto de la periferia.

La teoría del imperialismo clásico que postuló Lenin aportó la principal
conceptualización de ese período de traumáticas guerras
interimperialistas y estallidos revolucionarios. El líder bolchevique
atribuía esas conflagraciones a la competencia por mercados externos y
fuentes de abastecimiento, en un escenario de posesiones coloniales ya
repartidas entre las viejas potencias. La compulsión a disputar esos
territorios reforzaba los desenlaces bélicos y reducía los márgenes de
convivencia diplomática.

Partiendo de esa caracterización Lenin escribió un folleto político, que
polemizaba con la expectativa socialdemócrata de evitar la guerra con
propuestas de desarme y cooperación entre potencias rivales. El
dirigente comunista objetaba esos planteos señalando que el militarismo
no era una política equivocada de los capitalistas, sino el cruel
resultado de la competencia por el beneficio.

El líder ruso subrayaba la inutilidad de la persuasión pacifista, cuando
los acaudalados se disponían a resolver sus diferencias en las
trincheras. Remarcaba que el curso militarista obedecía a tendencias
objetivas y a decisiones estratégicas de los poderosos. En la coyuntura
bélica de ese momento, resaltaba el predominio de la rivalidad sobre la
asociación internacional, en las relaciones entre grandes empresas
capitalistas (Lenin, 2006).

El dirigente de la revolución rusa registró con gran realismo las
principales contradicciones de su época, frente a las utópicas
expectativas de sus críticos. Propició políticas internacionalistas de
resistencia a la inmolación de los reclutas y señaló que la paz debía
conquistarse en una lucha simultánea contra el capitalismo

En nuestra interpretación de ese enfoque hemos resaltado esa función
política del texto de Lenin en el contexto omnipresente de la guerra.
Destacamos ese sentido frente a otras interpretaciones centradas en los
aspectos económicos de ese influente libro (Katz, 2011:17-32).

En este último terreno la concepción de Lenin reformulaba la visión
expuesta por Hilferding. Resaltaba la existencia de un viraje general
hacia el proteccionismo y la creciente gravitación de banqueros, que
subordinaban a sus pares del comercio y la industria. También remarcaba
la novedosa gravitación de los monopolios por la creciente escala de las
empresas y la preeminencia de la exportación de capitales, como forma de
absorber las ganancias gestadas en la periferia.

El debate entre marxistas sobre la pertinencia estas caracterizaciones
persisten hasta la actualidad. Varios teóricos resaltan su inadecuación
para el período de entre Guerra (Harvey, 2018), otros señalan la
exageración en el rol del monopolio y la acotada relevancia de
exportación de capital (Heinrich, 2008: (218-221). Algunos también
destacan la extrapolación de rasgos de la economía alemana al resto de
las potencias Panitch, Leo (2014).

Estas objeciones aluden a problemas efectivamente presentes en la teoría
del imperialismo clásico, pero de escasas implicancias en su formulación
original. A Lenin le interesaba demostrar cómo ciertos desequilibrios
económicos desembocaban en conflagraciones inter-imperialistas.
Analizaba de qué forma cada rasgo productivo, comercial o financiero de
la nueva época acrecentaba las rivalidades dirimidas bajo el fuego de
los cañones.

La función primordial de su texto era política. Por eso convergió en la
batalla contra el militarismo con los revolucionarios que objetaban su
mirada económica (Luxemburg). Y por el contrario chocó con pensadores
que compartían su enfoque sobre los cambios financiero-productivos,
desde la vereda opuesta del reformismo (Hilferding). El tono polémico de
sus escritos no estaba referido al proteccionismo, la hegemonía
financiera o los monopolios, sino a la actitud de los socialistas frente
a la guerra.

Otro gran equívoco ha rodeado a la evaluación leninista del imperialismo
como “etapa final” del capitalismo. El dirigente comunista efectivamente
apostaba a una respuesta popular revolucionaria frente al desangre
bélico, que pusiera fin a la tiranía mundial del lucro. El debut del
socialismo en Rusia corroboró la validez de esa expectativa.

El curso posterior de la historia desembocó en otro resultado y el
período analizado por Lenin derivó tan sólo una etapa clásica de los
imperios capitalistas. Logró percibir la singularidad de una fase que
podría haber cerrado la vigencia histórica del capitalismo. Pero los
acontecimientos posteriores no condujeron a esa extinción.

*LOS CAMBIOS DE POSGUERRA*

El fin de las confrontaciones bélicas entre potencias rivales diferencia
al imperialismo de la segunda mitad del siglo XX de su precedente
clásico. Persistieron los enfrentamientos pero sin conflagraciones
generalizadas. Los choques no se extendieron a la esfera militar y
prevaleció una administración geopolítica más concertada. El monumental
arsenal bélico de Occidente fue en general utilizado para afianzar el
despojo de la periferia.

La gestión del nuevo modelo bajo el mando de Estados Unidos incluyó una
novedosa modalidad de imperialismo colectivo. La solidaridad militar
occidental empalmó con la creciente asociación económica internacional
entre firmas de distintas procedencias. La empresa multinacional se
expandió y el proteccionismo perdió peso, frente a las presiones
librecambistas desplegadas por las compañías que antecedieron a la
globalización.

La dimensión de los mercados, la diversificación de los abastecimientos
y la escala de la producción fueron determinantes de este nuevo
escenario. La compulsión a reducir costos y aumentar la productividad
afianzaron las alianzas entre firmas. A diferencia del período
precedente esa interconexión no quedó restringida a compañías de la
misma nacionalidad (Amin, 2013).

Pero como esa internacionalización de la economía no tuvo
correspondencia directa en el plano estatal, el imperialismo continuó
asentado en las viejas estructuras institucionales. Ninguna entidad
global aportó los sistemas legales, las tradiciones sociales y la
legitimidad política requerida para asegurar la reproducción global del
capital.

La supremacía de Estados Unidos fue abrumadora y el imperialismo de ese
período quedó identificado con su impronta. La OTAN se forjó bajo la
conducción del Pentágono y las Naciones Unidas se localizaron en Nueva
York. Ese predominio reflejó una superioridad económica que se
estabilizó con la neutralización de los rivales. La vieja demolición de
los competidores derrotados fue sustituida por el sostén de su
reconstrucción bajo el mando del triunfador. Estados Unidos introdujo un
sistema de alianzas subalternas para contrarrestar el resurgimiento de
sus adversarios.

La primera potencia actuó como un sheriff global. Protegió a todas las
clases dominantes de la insurgencia popular y la inestabilidad
geopolítica. Por el cumplimiento de ese rol obtuvo financiamiento
externo para sostener el dólar y los Bonos de Tesoro. El Pentágono fue
el soporte estructural de Wall Street.

A diferencia del imperialismo clásico, las clases dominantes del Primer
Mundo aceptaron ese padrinazgo militar. Por eso la seguridad colectiva
sustituyó a la defensa nacional como principio rector de la intervención
armada. Washington estableció vínculos privilegiados con las principales
elites del planeta y universalizó su ideología de celebración del
mercado y exaltación del individualismo.

La principal función del imperialismo de posguerra fue contener la
oleada revolucionaria y el peligro del socialismo. Las bases
norteamericanas se afincaron en todo el planeta para contrarrestar los
levantamientos populares en América Latina, África y Asia.

La guerra fría contra la URSS fue otro componente decisivo de esa
acción. Alineó a todas las clases capitalistas en una estrategia de
tensión con el bloque socialista. Esa confrontación fue cualitativamente
distinta a los choques inter-imperiales del pasado por la ausencia de
primacía burguesa en la Unión Soviética.

El sistema de ese país no estaba comandado por una clase dominante,
propietaria de los medios de producción y guiada por la meta de acumular
capital. La burocracia gobernante defendía sus propios intereses y
buscaba una coexistencia con Washington, para zanjar disputas en las
áreas de influencia. Pero no actuaba con el patrón imperial de someter
territorios para acrecentar las ganancias. El acoso de la URSS fue
determinante del militarismo de posguerra y el fin de ese régimen
inauguró la etapa actual de imperialismo del siglo XXI.

*COMPARACIÓN CON EL ANTECEDENTE BRITÁNICO*

En las últimas cuatro décadas se registró un cambio radical en el rol
internacional de Estados Unidos. Una persistente crisis de conducción ha
sucedido a la indiscutible primacía norteamericana de posguerra. Muchos
autores destacan la semejanza de trayectorias declinantes con el
precedente inglés (Roberts, 2016: 39-40). Señalan los parecidos en la
gestión monetaria y la acción política.

Ambas potencias conformaron los únicos imperios capitalistas globales.
En ese casillero no clasificaron los dominadores pre-capitalistas (Roma,
España, Países Bajos) y no capitalistas (Unión Soviética). Otros
imperios fallidos (Francia) o derrotados (Alemania, Japón) nunca
lograron preeminencia planetaria.

El estatus mundial dominante de la dupla anglo-americana se asentó en la
superioridad militar e incluyó también la economía, las finanzas y la
cultura. Ambas potencias lograron supremacía industrial y captura de los
flujos financieros. Ejercieron, además, una influencia intelectual
arrolladora que se verificó en la universalización del inglés como
lengua franca.

Pero el Reino Unido se distinguió de su par transatlántico por su
capacidad de adecuación al repliegue. Exhibió una flexibilidad que
Estados Unidos ni siquiera ha insinuado (Hobsbawm, 2007: cap 3).

El tamaño ha incidido en esa disparidad. En la limitada superficie de
las islas británicas primó la emigración y en la inmensidad del
territorio norteamericano prevaleció la recepción de pobladores.
Mientras que Inglaterra debió conquistar otras regiones para disputar
preeminencia, Estados Unidos se desenvolvió con la llegada de familias
desposeídas. Basó su desarrollo en la tierra y no en incursiones
marítimas externas. Mantuvo ciertos parecidos con la expansión de la
vieja Rusia hacia las estepas desde el núcleo central moscovita.
Recurrió, además, a un modelo auto-céntrico asentado en el mercado
interior y sólo actuó a escala mundial, cuando maduró su proceso
endógeno de acumulación. En ese momento ingresó en la batalla por el
liderazgo imperial.

Pero esa ventaja de tamaño ha sido en un arma de doble filo. Permite
pugnar con rivales equivalentes en el plano territorial (China), pero
obstruye la adaptación que demostró su antecesor a un lugar más apto
para continuar la carrera competitiva.

Esa carencia de flexibilidad norteamericana también deriva de su modelo
industrial. Estados Unidos forjó la empresa verticalmente integrada, con
estructuras burocráticas acordes a su monumental mercado interno. Por el
contrario, Inglaterra se transformó en el primer taller del mundo -con
abastecimiento externo y demandas de clientes foráneos- utilizando
empresas altamente especializadas y flexibles (Arrighi, 1999: 288-322).

Cuando las transformaciones del capitalismo mundial afectaron la
competitividad de ese modelo, Gran Bretaña relegó la industria renovando
su primacía en el comercio y las finanzas. El viejo fabricante se
reconvirtió en un nuevo centro de la intermediación y la banca. Estados
Unidos no ha querido (o podido) emular esa mutación. Preserva una
industria en desventaja, enraizada en la dimensión continental del país
y ensaya dudosas incursiones en la esfera transnacional. Ha intentado
compensar el repliegue fabril con la preeminencia de la moneda, las
finanzas y la tecnología. Pero afronta déficits comerciales y
desbalances de endeudamiento de mayor porte que su antecesor.

La inflexibilidad norteamericana frente a la plasticidad británica tiene
notorios determinantes militares. Estados Unidos ha forjado una
estructura bélica que supera cualitativamente a Inglaterra. Asumió un
rol de protección del capitalismo mundial que los británicos nunca
adoptaron. Ese inédito poder reduce la capacidad de maniobra para
tantear renunciamientos en el escenario multipolar contemporáneo.

Gran Bretaña conocía sus límites para mantener el liderazgo mundial y se
resignó a la pérdida del imperio durante la descolonización. Estados
Unidos tiene cerrados los senderos para repetir esa retirada. Por esa
razón se embarca una y otra vez en infructuosos operativos de
recomposición de su liderazgo.

Inglaterra pudo procesar su salida del primer plano sin renunciar al
intervencionismo externo. Ha participado en incontables operativos
militares desde 1945 y mantiene 145 dispositivos bélicos en 42 países
(Pilger, 2020). Incluso encaró con Thatcher incursiones navales de
reconquista colonial (Malvinas), para apuntalar su arremetida interna
contra la clase obrera y los sindicatos.

Pero esas acciones se enmarcan en la asociación con el sustituto
imperial norteamericano. Por eso el corolario del operativo militar
contra Argentina derivó durante el mando de Blair, en el mayor
acompañamiento subordinado a las guerras de Estados Unidos (Balcanes,
Afganistán, Irak) (Anderson, 2020).

Washington no puede emular ese curso británico de acciones militares
secundarias y complementarias del líder imperial. Ningún socio lo
reemplaza en su papel preeminente y en la función global que continua
ejerciendo.

Estas diferencias inciden en la variable aplicación del concepto de
imperio informal. Esa noción calzaba plenamente con el Reino Unido, pero
tiene una cuestionable pertinencia para el caso norteamericano. Estados
Unidos no dominó desde la posguerra sólo con primacía económica.
Instrumentó un chantaje militar sin precedentes. Es cierto que nunca
asentó su poderío en la ocupación, ni construyó dominios o áreas de
colonización. Pero hizo valer como nadie su poder de fuego.

Gran Bretaña no lideró cruzadas de todo el capitalismo contra las
revoluciones populares o las amenaza del socialismo. Por eso se adaptó
al contexto poscolonial a cambio de acuerdos económicos favorables. El
Pentágono maneja el mayor arsenal de la historia y tiene vedado ese curso.

El reemplazo imperial concertado que siguió el modelo anglo-americano no
se aplica al escenario actual de tensión con China. Por esa razón
Estados Unidos necesita renovar su primacía con exhibiciones de fuerza,
afrontando resultados cada vez más adversos.

Finalmente también gravitan las peculiaridades ideológicas de ambas
potencias. Aunque en su momento de mayor gloria Inglaterra administró
una cuarta parte del planeta, siempre defendió sus intereses económicos
en forma explícita. Invocó ciertamente un designio de “civilización”,
pero más bien recurrió a mensajes de superioridad nacional, basados en
algún mito fundador de su propia historia. No abusaba de mandatos de
salvación de los subordinados de ultramar.

Estados Unidos se forjó en cambio como una nación sin raíces milenarias
y expandió su dominación con ideologías universalistas. Siempre
enmascaró su acción imperial con alegatos de socorro de la humanidad.
Ese auto-engaño no sólo contrasta con la flexibilidad británica.
Potencia todos los ingredientes de megalomanía que atascan a Washington
en un callejón sin salida. Habrá que ver si ahora extiende ese impasse a
Inglaterra, o si por el contrario el Brexit encarna otro episodio de la
flexibilidad británica para amoldarse a una nueva era.

*DOS MUTACIONES DIFERENTES*

Los tres modelos de imperialismo que rigieron desde el siglo XIX
estuvieron estrechamente conectados con el funcionamiento del
capitalismo de cada época. Pero ambas dimensiones no están sujetas al
mismo patrón de transformación. El imperialismo asegura la continuidad
del sistema y cumple un rol protagónico en las grandes crisis. Pero
opera tan sólo como un mecanismo de protección de ese basamento. No
constituye como el capitalismo un modo de producción o una estructura
definitoria de las reglas imperantes en la sociedad.

Es importante reconocer estas diferencias entre el sistema y sus
dispositivos, para notar cómo el imperialismo se amolda a cada período
histórico del capitalismo. No conforma una de esas etapas. Sólo adapta
sus modalidades a los cambiantes requerimientos del sistema. El
capitalismo siempre incluyó modalidades coloniales o imperiales y ha
utilizado cambiantes formas de opresión para ejercer su predominio a
escala creciente.

Por esa razón es tan relevante la dimensión geopolítica y militar del
imperialismo. Permite comprender cómo afronta el capitalismo sus propias
crisis y de qué forma responde a las resistencias populares y a los
desafíos revolucionarios.

El imperialismo presenta contornos económicos e ideológicos afines a la
modalidad prevaleciente del capitalismo, pero su impronta específica
está signada por el aspecto bélico. La identificación corriente del
término con la guerra, las ocupaciones y las masacres expresa una
acertada percepción de su significado. Es también adecuado el registro
del alcance internacional de sus acciones.

Ciertamente existe una faceta económica peculiar del imperialismo que
debe ser estudiada en forma específica. Esa indagación condujo a
importantes hallazgos en las últimas décadas. Se demostró cómo los
capitalistas del centro se apropian de los recursos de los países
subdesarrollados.

El análisis de ese despojo corrobora la gravitación contemporánea del
imperialismo, pero involucra tan sólo un componente del fenómeno. Las
principales firmas de los países avanzados capturan rentas y ganancias
de la periferia, a partir de la dominación geopolítico-militar que
ejercen sus estados a nivel global. El epicentro del imperialismo se
localiza en ese control. Antes de indagar los complejos laberintos de
economía imperial hay que clarificar esos pilares bélicos y estatales
del dispositivo. Por esa razón hemos comenzado por esa dimensión nuestra
evaluación del imperialismo del siglo XXI.

La comprensión de ese dispositivo requiere esclarecer las
transformaciones económicas recientes del capitalismo. Se necesita
clarificar los cambios operados en la dinámica de la plusvalía, la
acumulación y la tasa de ganancia. La evaluación inicial del
imperialismo transita en cambio por otro camino. Antes de indagar las
inversiones externas, los términos de intercambio o las tasas
diferenciales de explotación hay que determinar quién y cómo ejerce la
dominación geopolítico-militar a nivel global.

Estas diferencias de análisis en el estudio del capitalismo y del
imperialismo se verifican en los disimiles resultados de ambas
indagaciones. Mientras que las transformaciones registradas en el primer
sistema están a la vista, los cambios en el segundo dispositivo no han
quedado aún definidos. Son dos procesos sujetos a modificaciones de
distinta índole.

El capitalismo contemporáneo ha mutado en forma radical bajo el impacto
del neoliberalismo, la globalización, la digitalización, la
precarización y la financiarización. Esas transformaciones no tienen
correlato directo en el imperialismo. Los cambios en ambos planos se
desenvuelven a un ritmo diferenciado. La mutación económica es drástica
y sus manifestaciones geopolíticas son difusas. El capitalismo del siglo
XXI es totalmente diferente a su precedente de posguerra y el
imperialismo actual mantiene muchas áreas de continuidad con el modelo
anterior. Esa asimetría presenta numerosas evidencias.

*TRANSFORMACIONES CATEGÓRICAS*

El capitalismo actual emergió de la gran crisis de los años 70. Esa
convulsión quedó cerrada en el nuevo modelo que encarnó el
neoliberalismo. Desde ese momento ha predominado un bajo crecimiento en
Occidente y una significativa expansión de Oriente, que no alcanza para
motorizar la economía mundial. El descenso de Estados Unidos y el
ascenso de China -en un marco de reducido incremento del PBI
global-sintetizan ese escenario (Katz, 2020).

La globalización ha impactado en todas las áreas del sistema. Modificó
la geografía industrial, mediante el desplazamiento de la producción
hacia el continente asiático. Esa región se convirtió en el gran taller
del planeta, en desmedro de la vieja primacía fabril de Europa y Estados
Unidos. Este giro se asienta en el incremento de la explotación de los
trabajadores y en un novedoso proceso de internacionalización
productiva, con significativos correlatos comerciales y financieros.

La mundialización de la economía introdujo un creciente acortamiento de
tiempos en la actividad productiva. Afianzó el protagonismo de las
empresas transnacionales, a través del desdoblamiento internacional del
proceso de fabricación. Profundizó una nueva división global del
trabajo, que apuntala modelos orientados por las exportaciones y
articulados por las cadenas globales de valor. Estos circuitos potencian
el peso de los bienes intermedios, consolidan la especialización
vertical, la subcontratación, la deslocalización de las inversiones y la
fragmentación de los insumos.

Ese drástico cambio del perfil productivo profundizó a su vez la
subdivisión de la vieja periferia, en un grupo de países emergentes que
se industrializa y otro que actualiza el viejo patrón de exportación de
bienes primarios.

La nueva globalización productiva también se asienta en la revolución
informática que alumbró el capitalismo digital. Esa mutación repite
muchas características de procesos análogos de transformación
tecnológica radical, que se verificaron desde el siglo XIX.

La revolución informática facilitó el abaratamiento de la fuerza de
trabajo y de los insumos, mediante una significativa reducción del costo
del transporte y las comunicaciones. Amplió el campo de negocios para
inversiones multimillonarias en procesos de digitalización, que
modificaron el ranking de las grandes firmas. Las empresas de alta
tecnología lideran las ganancias y marcan el paso a todos los actores
del sistema.

Esas transformaciones afianzan, además, un nuevo escenario laboral
signado por la precarización, la inseguridad y la flexibilización. Los
capitalistas instrumentan esos atropellos aprovechando las enormes
reservas de fuerza de trabajo disponible a nivel global. Utilizan el
recurso de trasladar plantas hacia regiones con sindicatos inexistentes,
debilitados o proscriptos, para crear un clima de temor a la pérdida del
empleo. La reconversión de los puestos de trabajo está condicionada por
esa monumental remodelación geográfica de la industria y los servicios.

El proceso laboral registró, además, una diferenciación interna entre
actividades de diseño, elaboración y fabricación, que trastocó todos los
estándares del trabajo manual y mental. Las identidades laborales
quedaron drásticamente afectadas por esa reestructuración.

La financiarización constituye otra mutación visible del capitalismo
contemporáneo. No involucra sólo el gigantesco incremento de los activos
financieros. Incluye significativas modificaciones cualitativas en la
autofinanciación de las empresas, la titulación de los bancos y la
gestión familiar de las hipotecas y las pensiones. Las convulsiones que
genera esa expansión del universo financiero se entrelazan con
conmociones derivadas del deterioro del medio ambiente.

La valorización capitalista socavó durante centurias los basamentos
materiales de la reproducción económica. Pero el desastre ambiental de
las últimas décadas tiende a quebrar los equilibrios ancestrales, que
permitieron construir sociedades basadas en el intercambio con la
naturaleza. Si el calentamiento global continúa profundizando la huella
ecológica, el descalabro en ciernes dejará muy atrás a todas las
convulsiones conocidas.

La debacle ambiental presenta ciertas semejanzas con la demolición
generada por las dos guerras mundiales del siglo pasado. Se han forjado
tendencias destructivas que escapan al control de los propios
capitalistas y pueden desembocar en desastres sin retorno.

Estos peligros emergen periódicamente a la superficie a través de las
crisis capitalistas del siglo XXI. Esas eclosiones no provienen de
arrastres anteriores. Irrumpen como estallidos de los mercados a partir
de las burbujas generadas por la financiarización. La convulsión del
2008 fue ilustrativa de esa variedad de desajustes. Comenzó con el
impago de los deudores subprime y derivó en un traumático colapso de
operaciones interbancarias.

Estas crisis difieren significativamente de las prevalecientes en los
años 30. Ya no están signadas por la deflación y las quiebras bancarias.
En la dinámica contemporánea perdura el rescate estatal de los bancos y
la combinación de expansión monetaria con austeridad fiscal. Esa
secuencia confirma el carácter perdurable del intervencionismo estatal.

Cuando esas crisis financieras precipitadas por la especulación con
títulos y monedas alcanzan intensidades mayúsculas, emergen también los
desequilibrios productivos subyacentes. La vieja y conocida
sobreproducción es la principal causa de esas convulsiones, pero asume
otra escala en la economía mundializada.

Nuevas modalidades de sobreproducción global itinerante impactan sobre
todas las cadenas de valor. Esas tensiones desbordan la tradicional
disputa entre potencias por la colocación de las mercancías sobrantes y
provocan turbulentos procesos de desvalorización del capital.

Las mutaciones en el poder de compra acrecientan a su vez el efecto de
esas crisis contemporáneas. La vieja norma de consumo estable ha sido
reemplazada por modalidades de adquisición más imprevisibles y la
erosión del poder adquisitivo profundiza el deterioro de los ingresos y
la inseguridad laboral. Esa retracción del consumo corona la espiral de
contradicciones del capitalismo actual.

Este repaso de los cambios en el funcionamiento y en las tensiones de
ese sistema ilustra la enorme envergadura de las mutaciones registradas.
El capitalismo del siglo XXI es radicalmente diferente a sus precedentes
de la centuria pasada.

*ALTERACIONES INCIERTAS*

Las transformaciones en la esfera imperial no presentan la misma
contundencia que las modificaciones en el capitalismo. En el primer
terreno se verifica una crisis signada por el reiterado fracaso del
proyecto estadounidense de recuperación del liderazgo mundial.

La correlación que imperaba entre el capitalismo librecambista y la
supremacía inglesa en el siglo XIX o entre el capitalismo
intervencionista y la primacía norteamericana en la centuria posterior,
no se verifica en la actualidad. El capitalismo globalizado, digital,
precarizador y financiarizado se desenvuelve sin un comando
geopolítico-militar. Estados Unidos no logra dirigirlo, ni tiene
reemplazantes a la vista.

La primera potencia persiste como el gendarme del sistema. Con un
presupuesto bélico gigantesco domina los mares, controla los cielos y
maneja las redes informáticas. Todavía resuenan los ecos de la mortífera
advertencia que emitió con el lanzamiento de las bombas atómicas en
Japón y los efectos de las sangrientas incursiones aéreas de las últimas
décadas.

Pero ese poder ha quedado socavado por las limitaciones de una potencia
corroída por crisis internas, que paralizan su función directriz de la
política global. La OTAN subsiste como un mastodonte afectado por agudas
divergencias de financiación. La norma de viejos imperios subordinados
en forma sigilosa (Inglaterra) o conflictiva (Francia) perdura, pero
cada potencia busca su propia reubicación global tomando distancia de la
obediencia a Washington.

Estados Unidos se apoya en ramificaciones regionales para sostener su
poder global. Incentiva el colonialismo tardío de Israel para controlar
el Medio Oriente y acrecienta el arsenal de Australia para custodiar
Oceanía. Mantiene el acompañamiento de Canadá a sus operaciones y
consolida las bases de Colombia para auditar a América Latina. Sus
misiles de Europa del Este apuntan contra Rusia y el armamento provisto
a Japón y Corea del Sur amenaza a China.

¿Pero qué capacidad demuestra Washington para imponer su agenda a esta
red de socios, apéndices o vasallos? En las últimas décadas ha fallado
en todas las regiones. Mantiene la misma primacía formal de posguerra en
un escenario radicalmente opuesto. Exhibe un poder bélico descomunal,
sin la cohesión requerida para hacer valer esa fuerza.

Por esta razón el imperialismo del siglo XXI no presenta una fisonomía
definida. Es una categoría en gestación, que sólo adoptará un contorno
nítido cuando la crisis de Estados Unidos alcance un punto de resolución.

*CONVULSIONES A LA VISTA*

Los estudios sobre el imperialismo florecieron durante la centuria
pasada y disminuyeron drásticamente al comienzo del nuevo milenio. La
propia utilización del término quedó excluida del vocabulario corriente
de las Ciencias Sociales. El neoliberalismo y la globalización
monopolizaron la atención de los analistas y dominaron todas las
reflexiones sobre el capitalismo contemporáneo.

La escalada de guerras regionales, el drama de los refugiados y el
impacto del terrorismo reintrodujeron el interés por el tema. Los
interrogantes sobre el imperialismo quedaron asociados a la evaluación
del alicaído intento estadounidense de recuperar primacía.

En la década pasada esa indagación incluyó una generalizada
revitalización del término imperio. Pero ese cambio de lenguaje no
modificó la sustancia del problema. En los hechos resulta indistinto el
manejo de las dos denominaciones. Imperialismo e imperio encajan por
igual en el rol que desenvuelve Estados Unidos. Desde la posguerra ya no
opera como un contrincante más en el tablero interimperialista y tampoco
devino en un imperio único de todo el sistema.

La primera potencia no ha confrontado en términos bélicos con rivales
equivalentes y tampoco incorporó a su entramado a las principales clases
dominantes o estados de planeta. Se ubicó en la cima de una estructura
asociada de imperialismo colectivo.

Como ese dispositivo se encuentra en plena de remodelación, su
tipificación en plural (imperialismo) o en singular (imperio) no aporta
ninguna clarificación. El sistema de dominación mundial actual no se
asemeja a la era clásica de batallas innterimperiales, ni tampoco
consagra un centro exclusivo de gestión global.

Otras aplicaciones más valorativas de imperio e imperialismo afrontan
más inconvenientes. Suelen ponderar o denigrar las modalidades de la
gobernanza mundial. En las Ciencias Políticas convencionales el primer
término es sinónimo de orden y el segundo de confrontación. Ambos
sentidos eluden indagar la conexión de esas variantes con el
funcionamiento del capitalismo o con las necesidades de las clases
dominantes.

Todos los interrogantes que genera el imperialismo del siglo XXI han
cobrado otra dimensión desde el shock generado por el Gran Confinamiento
del 2020. La crisis de la pandemia ha puesto de relieve la magnitud de
los cataclismos naturales que potencia el capitalismo. El coronavirus
constituye una señal de alarma de la catástrofe en ciernes si no se
logra atemperar el cambio climático.

La paralización mayúscula de la economía y el inédito socorro estatal
para evitar la depresión, confluyeron el año pasado con la contracción
del ingreso de los trabajadores, la ampliación de la precarización
laboral y la consolidación de la desigualdad. La pandemia ha retratado
el funcionamiento de un sistema asentado en la opresión. Ese régimen no
podría subsistir sin la protección que brinda el imperialismo a los
dominadores.

Ese dispositivo cumple numerosas funciones, pero prioriza el
sometimiento de los trabajadores. Es un mecanismo construido para lidiar
con las resistencias populares masivas. El imperialismo incluye la
intervención militar contra esos levantamientos y el fomento de la
guerra entre los propios desposeídos para desviar el descontento popular.

Las grandes revoluciones populares fueron el principal trasfondo de las
acciones bélicas del sistema. Esas sublevaciones determinaron el curso
seguido por el imperialismo clásico y su corolario de posguerra. La
variante actual quedará también signada por la dinámica que asuman las
rebeliones de los oprimidos. Pero la arena más inmediata de definición
del imperialismo del siglo XXI se localiza en el choque que opone a
Estados Unidos con China. Abordaremos ese tema en nuestro próximo texto.

*REFERENCIAS*

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-Anderson, Perry (2020) ¿Ukania perpetua? New Left Review, 125, nov dic

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-Harvey, David (2018). Realities on the Ground, http://roape.net/2018/02/05

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-Katz, Claudio (2011). Bajo el imperio del capital, Luxemburg, Buenos Aires.

-Katz, Claudio (2020). América Latina en el capitalismo contemporáneo.
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-Pilger, John (2020). El virus más letal no es el covid-19, es la
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-Roberts Michael (2016). The long depression, Haymarket Books, 2016.

-Wood, Ellen Meiksins (2003) Empire of capital, Londres/Nueva York, Verso.

Claudio Katz

Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del
EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

In
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2021/02/11/la-indefinicion-imperial-contemporanea/
11/2/2021