domingo, 30 de junho de 2013

El neoliberalismo como “proyecto de clase”. Entrevista con David Harvey

por Elsa Roulet

En esta entrevista realizada por Elsa Roulet ·· David Harvey retoma el análisis
de la crisis del capitalismo, entendida como crisis del “proyecto de clase” que
es el neoliberalismo
Harvey, David. Geógrafo y Urbanista inglés, nacido en Kent en 1935. Ha
desarrollado el grueso de su carrera en los Estados Unidos y pertenece a la
cátedra de antropología del College University de Nueva York, tras haber
enseñado geografía y urbanismo en Oxford y Baltimore durante más de treinta
años. Estudioso en profundidad de la obra de Marx, en 1982 publica una obra
destacada de teoría económica, Los límites del capital. En 1985 publica dos
libros de ensayos sobre urbanismo, La conciencia y la experiencia urbana y La
urbanización del capital, y en 1989 aparece La condición de la postmodernidad
(publicado en español por Amorrortu), probablemente su obra más conocida, donde
investiga la emergencia de la cultura y del arte postmodernos como un efecto de
las transformaciones del capitalismo y de la aparición del postfordismo. Además
de las obras ya mencionadas es autor de Espacios de esperanza, Akal, (2000) y El
nuevo Imperialismo, Akal (2003). Ver en números anteriores de Herramienta, otros
trabajos publicados



En esta entrevista realizada por Elsa Roulet ·· David Harvey retoma el análisis
de la crisis del capitalismo, entendida como crisis del “proyecto de clase” que
es el neoliberalismo. Evoca asimismo las transformaciones de la clase obrera, la
situación en Europa y en EE UU, el papel que pueden desempeñar los intelectuales
críticos, y defiende la necesidad de construir una visión utópica si se desea
cambiar el mundo.

E. R. - Usted ha teorizado la adopción del neoliberalismo como una transición
del fordismo a un régimen de acumulación flexible [1]. ¿Cree que la crisis
económica que estalló en 2008 demuestra el fracaso de este modo de acumulación
flexible?
David Harvey - Esto depende de la manera en que se define el modelo de
acumulación flexible. Si se concibe como modelo para revitalizar el capitalismo
en su conjunto, yo diría que sí, pero que ya fracasó desde el principio. Si el
modelo se diseñó para concentrar y aumentar el poder de la clase capitalista, y
en particular de determinadas franjas de la clase capitalista, ha sido todo un
éxito. El crack de 2008 no fue sin duda un acontecimiento especial si se
contemplan todos los cracks que han tenido lugar desde 1997: el de Asia oriental
y sudoriental en 1998, los de Sudamérica en 2001. Todo ese periodo se
caracterizó por breves etapas de crecimientos interrumpidas por otros tantos
cracks, pero es indiscutible que estos cracks desempeñaron una función muy
importante en la consolidación de una riqueza y poder cada vez mayores en
fracciones cada vez más pequeñas de la clase capitalista. Creo que 2008 marcó
simplemente un paso más en esta vía hacia la concentración de riqueza y poder.
Por mi parte, comprendo el neoliberalismo ante todo como un proyecto de clase,
de consolidación y de refuerzo de la dominación. Creo que 2008 no marcó el final
de todo esto, una crisis de este proyecto de clase, sino un paso más.
Pero se podría decir que el liberalismo también era un proyecto de clase. ¿Cuál
es entonces la diferencia entre el liberalismo y el neoliberalismo?
Creo que la diferencia radica en el hecho de que el proyecto de clase que se
planteó a finales de la década de 1960 y comenzó a cristalizar realmente a
mediados de la de 1970 estaba mucho más centralizado, en la medida en que el
poder se había desplazado significativamente a favor del sector financiero. Este
último se convirtió en cierto modo en el agente principal. No ocurrió lo mismo
con el liberalismo. En la época del liberalismo se entendía que el sector
financiero debía facilitar la actividad productiva y su función era más la de un
lubricante que la de un motor del proceso de acumulación. Creo que el
neoliberalismo se caracteriza en mayor medida por lo que llamo la acumulación
por desposesión, y no por las formas clásicas de acumulación por expansión, por
crecimiento, formas clásicas que en determinados periodos no estaban en
contradicción con la idea del aumento del nivel de vida de los trabajadores. En
muchas partes del mundo, el aumento del nivel de vida de los trabajadores en las
décadas de 1960 y 1970 pudo producirse, en una época en que las tasas de
acumulación eran muy altas. Era un periodo en que los poderes financieros eran
significativos, pero no predominantes. Después surgió esta economía
caracterizada mucho más por la desposesión, a partir de los años setenta.

En esta evolución hacia el neoliberalismo, ¿cómo interpreta por un lado el papel
de las finanzas y por otro el de la globalización?
Ambas cosas están íntimamente ligadas. La moneda es lo que llamo la “forma
mariposa” del capital, que puede volar a donde le dé la gana. Las mercancías son
una especie de “forma oruga” del capital: se desplazan, pero lo hacen más bien
lentamente. La producción tiende a fijar la “forma crisálida” del capital. Al
otorgar más poder a las finanzas, se refuerza la “forma mariposa” del capital,
que tiene la capacidad de trasladarse casi a donde le plazca. Creo que ha habido
un proceso deliberado de refuerzo de la “forma mariposa” del capital, de modo
que ha podido posarse en territorios donde, por ejemplo, el coste de la mano de
obra es muy bajo, donde los impuestos son muy bajos. Así, los traslados resultan
más fáciles, con el resultado de que esto ha permitido rebajar los salarios de
los trabajadores en las antiguas zonas industriales del Norte, de América, de
Europa, etcétera. Asistimos por tanto a una desindustrialización de los centros
de producción clásicos. Esta desindustrialización se nutre del desplazamiento de
los puestos de trabajo a otros lugares y hacía falta algo que la facilitara; ese
algo fue la financiarización.
Parece que asistimos a una mercantilización creciente de “bienes immateriales”
como las ideas (con el fuerte aumento del número de patentes), la educación, la
cultura, así como a una mercantilización de la naturaleza (títulos financieros
sobre los genes, la lluvia, etcétera). ¿Cómo interpreta esta tendencia? ¿Qué
papel desempeña en esta crisis del capitalismo?

Producimos una cantidad cada vez mayor de plusvalía. Desde hace muchos años
existe ya un verdadero problema para encontrar lugares en los que colocar este
capital. Lo que ha sucedido en los últimos 30 o 40 años es que el capital se ha
interesado mucho más por el aumento del valor de los activos y por la
especulación en torno al valor de los activos. Sin embargo, en este proceso se
interesa cada vez más por la rentas, como hemos visto en particular con respecto
a la propiedad inmobiliaria, la renta de la tierra, los precios del suelo. Y,
desde luego, por los derechos de propiedad intelectual. De golpe se ha producido
una explosión de lo que se llama el sector rentista de la economía capitalista.
El sector rentista siempre ha sido muy importante. Por ejemplo: todo indica que
en los siglos XVIII y XIX el dinero que ganaban las clases superiores con el
arrendamiento y la apropiación de tierras era más cuantioso que el que sacaban
del sector manufacturero. Así que el sector rentista siempre ha sido importante,
en particular en la construcción de las ciudades. Y está claro que sigue
siéndolo; en determinadas áreas avanzadas del mundo capitalista, los
rendimientos de la propiedad de tierras y de activos son muy altos, y la
propiedad intelectual es una nueva forma de propiedad, que siempre ha estado
presente de alguna manera, pero que ahora ha cobrado mucha importancia. Y si uno
puede ganar dinero por el mero hecho de ser propietario de patentes, si uno
puede obtener buenos rendimientos del capital sin necesidad de emplear a ningún
trabajador, ¿por qué iba a molestarse en producir? Así pues pienso que en el
curso de los últimos 30 a 40 años ha habido numerosos signos de que estaba
construyéndose un potente sector rentista, con ingresos procedentes de las
rentas de toda clase de fuentes: tierra, propiedad de recursos, propiedad de
derechos de distinta naturaleza, entre ellos, por supuesto, los derechos de
propiedad intelectual. Este sector en su conjunto es ahora mucho más
significativo en la actividad capitalista y además no emplea a muchos
trabajadores.

Usted ha elaborado el concepto de acumulación por desposesión, que ha suscitado
numerosos debates. En ocasiones se ha considerado que es demasiado amplio. ¿Qué
conclusiones teóricas y políticas extrae de estos debates?

Creo que en cierto modo era un argumento muy general y que existen diversas
clases de desposesión. Algunos han preguntado, por ejemplo, si acaso lo que
ocurre en el proceso de producción no es una desposesión del excedente que
producen los trabajadores. Es una forma de desposesión, pero no se presta
atención a las distintas formas de desposesión que se producen en otros ámbitos,
en la circulación del capital. Esto es lo que yo quería formular teóricamente al
analizar el circuito del capital. Cuando contemplamos el circuito del capital,
vemos que está el circuito de las mercancías, el circuito de la moneda, el
circuito de la producción, todo ello está en el segundo tomo de El Capital.
Estos distintos circuitos están integrados entre sí, pero cada uno tiene su
agente: el circuito de la moneda tiene el sector financiero, el circuito de la
producción tiene el sector industrial, el circuito de las mercancías tiene el
sector comercial. Entonces la cuestión que se plantea es la siguiente: ¿de qué
manera estas esferas distintas reivindican el excedente y cómo se apropian
efectivamente de él? Mi tesis es que el sector financiero y el circuito de las
mercancías operan según un principio de acumulación por desposesión, porque lo
que hacen es utilizar su control sobre las mercancías o su control sobre la
moneda para detraer una tasa, una tasa que arrebatan a los trabajadores. Por
tanto, en cierto modo la burguesía puede recuperar a través de los banqueros y
los financieros todo lo que puede conceder en el ámbito de la producción.
Analicemos la cuestión de saber dónde se realiza la plusvalía, por oposición a
dónde se produce. Marx explica que se crea en la producción, cosa que no pongo
en duda en absoluto. Con lo que no estoy de acuerdo es con la suposición de que,
por crearse en la producción, también se realiza en la producción. De hecho, es
posible que tan solo una parte muy pequeña de la plusvalía se realice en la
producción. Si contemplamos el ejemplo que ya he utilizado y que es el de [la
cadena de supermercados] Wall Mart, que es una organización comercial
capitalista, veremos que obtiene elevadísimas tasas de beneficio sobre la base
de la subcontratación a productores chinos, que a su vez obtienen unas tasas de
beneficio muy bajas. Se trata por tanto de una relación de acumulación por
desposesión. Podemos ir todavía más lejos con la cuestión que ya he planteado de
saber cómo el capitalismo adquiere activos y luego trata de valorizar esos
activos. Pues bien, a menudo los roban a los miembros de otras clases. Hay algo
así como seis millones de viviendas en EE. UU. que han sido desahuciadas, es
decir, seis millones de familias que han perdido su hogar. ¿Qué ocurre con esas
viviendas? De momento tienen un precio muy bajo. Han sido adquiridas por grandes
grupos capitalistas que las mantienen durante dos o tres años, a la espera de
que el mercado se recupere, y entonces se llenan los bolsillos. Viviendas
recuperadas al precio de, pongamos, 200.000 dólares por unidad se venderán
entonces a 300.000 o 400.000 dólares cada una, siempre que el mercado se
relance. Se trata de una actividad especulativa, es lo que llamo acumulación por
desposesión. También existen formas de atraco directo cuando se suprimen las
pensiones de jubilación, se recortan los derechos a la sanidad, o cuando un bien
gratuito producido hasta ahora por el Estado se vuelve oneroso, como por ejemplo
la universidad o la educación en general. Yo pude gozar de una educación
gratuita en Gran Bretaña, pero ahora los que estudian tienen que pagar. En EE.
UU. el coste de la educación aumenta cada vez más, los estudiantes se endeudan y
ya existe una enorme deuda estudiantil. Esto también es una economía de
desposesión. Lo que deduzco de todo esto es que las formas que adopta la
desposesión son muy variadas, y como término general resulta probablemente
demasiado ambiguo decir tan solo que “es una economía de desposesión”. Debemos
estar más atentos a las formas de desposesión que se producen y dónde se
producen. Creo que es buena idea desarrollar una comprensión más sofisticada de
las distintas formas que puede adoptar la desposesión, esto es lo que concluyo
de los debates. Pero no quiero en modo alguno replantear la idea de que
constituye una parte muy importante de la estructura de la explotación en una
economía capitalista.

Y políticamente, ¿qué conclusión saca usted de estos debates en torno al
concepto de desposesión?

Desde el punto de vista político, lo que deduzco es la idea de la resistencia a
la acumulación por desposesión. Que hay mucha resistencia, en todas partes, y
que esas formas de lucha forman parte de la dinámica general de la lucha de
clases. Esto desplaza el centro de atención de la organización y de la
teorización política, alejándolo de lo que a menudo ha sido el centro de
atención exclusivo de determinadas organizaciones de izquierda, a saber, la
fábrica, para trasladarlo, por ejemplo, a la ciudad. Si contemplamos las
estructuras de la explotación en y alrededor de una ciudad, veremos la
explotación rentista, la explotación comercial. De este modo empezamos a tener
una noción muy distinta de lo que es la política de resistencia a la acumulación
capitalista, una vez se integran todas estas demás formas de explotación en el
paisaje.

En un artículo publicado en Counterpunch en 2009, usted escribió que la clase
obrera no siempre está, y no lo está en todos los países, en condiciones de
situarse en la vanguardia de la lucha social y política. ¿Puede desarrollar esta
idea?

Hay dos maneras de verlo. Podría decir que la clase obrera, tal como ha sido
definida tradicionalmente, no está en condiciones de estar en la vanguardia y
que en ciertos casos los movimientos sociales o políticos han estado en la
vanguardia. Si examinamos fenómenos como la revuelta zapatista, veremos que no
fue una revuelta de la clase obrera, sino una revuelta campesina. Era también
una revuelta contra la acumulación por desposesión; y lo mismo ocurre, por
ejemplo, con respecto a las guerras del agua en Bolivia, en Cochabamba, donde
también se trataba de una lucha contra la acumulación por desposesión. Y las
luchas en El Alto, donde una ciudad entera se rebela y destruye el poder
presidencial y abre la vía de acceso al poder de Evo Morales. Estos movimientos
revolucionarios han sido muy fuertes y potentes, y no se basaron en una clase
obrera tradicional. Lo que quiero decir es que si analizamos las dinámicas de la
urbanización y nos planteamos la cuestión de “¿quién produce la ciudad, quién
reproduce la ciudad?”, y si decimos que todos los que producen y reproducen la
ciudad forman parte de la clase obrera urbana, entonces esta abarca mucho más
que los trabajadores fabriles, para incluir al personal doméstico, a los
taxistas, por lo que tenemos una concepción diferente de la clase obrera. Estoy
a favor de cambiar nuestra concepción de quién constituye la clase obrera y de
qué tipos de puesto de trabajo son cruciales. Hemos visto ejemplos, he
mencionado El Alto, la gran fuerza que tenían sus habitantes para bloquear
totalmente la ciudad, lo que de hecho es una huelga general, una huelga en el
espacio urbano. Pienso que las huelgas de transportes son muy eficaces; en
Francia, por ejemplo, ha habido huelgas muy importantes en los transportes, en
la década de 1990 y en la de 2000. Se puede paralizar una ciudad, y paralizar
una ciudad es un tipo de instrumento muy eficaz en la lucha de clases. Y no son
únicamente los trabajadores de las fábricas quienes van a hacerlo, hace falta
que sea la ciudad entera la que secunde esta acción. Por tanto, o bien decimos
que “la clase obrera está aquí” y “aquellos” son otros movimientos sociales, o
bien cambiamos nuestra concepción de la clase obrera. Pienso que es preferible
cambiar nuestra concepción de la clase obrera.

¿Cómo interpreta usted la crisis de la Unión Europea? Parece que estamos
asistiendo a un proceso de radicalización neoliberal, justo en el momento en que
surgen relaciones neocoloniales entre el centro de Europa y la periferia, en
particular con la crisis de la deuda griega.

Me parece que hay que analizar la crisis de la U.E. en términos de clase. No
cabe duda alguna de que la creación del euro, por ejemplo, fue una operación muy
ventajosa para la clase capitalista, y en particular para las fracciones de la
clase capitalista que se hallaban en los sectores más avanzados, en los países
más avanzados de la Unión. Tenemos por tanto un ámbito geográfico desigual en el
que se produce una unificación, que resulta muy ventajosa para Alemania en
particular, aunque no solo para Alemania. Alemania ha ganado mucho con la
creación del euro, y cuando se examina lo ocurrido con las economías del sur de
Europa en general, y de Grecia en particular... No diré que los griegos no hayan
causado por sí mismos algunos de los desastres, al llevar a cabo toda clase de
engaños contables, etcétera, pero por otro lado Grecia se ha convertido en un
mercado maravilloso para Alemania, que ha podido explotarla al amparo de sus
superiores capacidades productivas y de organización. Alemania, en efecto, ha
podido aplicar una política de acumulación por desposesión a través de Grecia y
reducir la capacidad productiva de Grecia. Y cuando han surgido los problemas,
está claro que no había ninguna obligación por parte de ningún miembro de la
Unión de ayudar a otro miembro. A partir de entonces se produjo un desarrollo
geográfico desigual de la crisis, que se abate sobre las poblaciones y los
territorios más vulnerables. Un caso análogo en EE. UU. sería el del Estado de
California, que ha conocido dificultades notables, pero que no ha corrido la
misma suerte que Grecia porque el gobierno federal ha tenido que pagar el
Medicare etcétera, mientras que con respecto a Grecia no existe esta obligación.
Asistimos entonces a circunstancias extraordinarias en que la gente se hunde en
una penuria total en Grecia, en muchos aspectos a causa de la política de
austeridad impuesta por los poderes de la clase capitalista, cuyos intereses
principales están concentrados en Alemania y el norte de Europa. Me parece que
esta geografía desigual no cambiará a corto plazo. Tampoco percibo ningún cambio
de política, por lo que creo que este va a ser un problema duradero para Europa,
que no necesariamente se resolverá con la salida del euro de los países del sur.
Por tanto, se trata de una especie de dilema permanente que a mi juicio solo
podrá resolverse mediante una completa federalización de la base social de la
economía, mediante una colectivización de los derechos de pensión y este tipo de
cosas, cosa que políticamente es imposible, no creo que nadie votaría por eso.

¿Cree que en estos momentos asistimos a un viraje de tipo keynesiano en EE. UU.?
¿Es posible que el gobierno de Obama se aleje del neoliberalismo y aplique
políticas más keynesianas?

EE. UU. nunca ha sido puramente neoliberal, sino bastante keynesiano hasta
ahora. Ha sido neoliberal de palabra, particularmente en aspectos como el
salario social y la protección social, etcétera, pero jamás ha sido estricto con
respecto a la financiación por el déficit. El déficit de George Bush II financió
dos guerras, reducciones de impuestos para los ricos y un enorme programa social
de acceso a los medicamentos que fue muy beneficioso para las compañías
farmacéuticas. Ronald Reagan, que es una de las figuras asociadas al
neoliberalismo, era de hecho un keynesiano en materia de defensa y financió la
pulseada con la URSS a través de la deuda pública. EE. UU. siempre ha sido un
caso particular: su retórica sobre el sector público siempre ha sido muy
neoliberal, pero sus prácticas siempre han sido parcialmente keynesianas. Lo que
resulta interesante en la coyuntura actual es que el Partido Republicano, que de
hecho compartió bajo George Bush este enfoque de tipo keynesiano para hacer la
guerra, cuando perdió el poder decidió llevar de verdad hasta el extremo la
política de austeridad. Así trata de impedir la posibilidad de un programa
ligeramente expansionista, vagamente keynesiano, que preconiza el gobierno de
Obama desde el principio. Pienso que están pisando terreno resbaladizo, pues no
controlan más que la Cámara de Representantes, y si se puede demostrar a los
estadounidenses que lo que impide la recuperación de EE. UU. es la manera en que
el Partido Republicano actúa en la Cámara de Representantes, entonces
asistiremos en las elecciones de 2014 a la transferencia del poder a los
Demócratas, el Partido Republicano estará acabado. Claro que también es posible
que esto no suceda, se trata de una situación muy compleja. Creo que hay
miembros del Partido Republicano que se dan cuenta de que se hallan en terreno
resbaladizo y que intentan cambiar, aunque sin mucho éxito de momento. Hasta
ahora nunca se ha dudado en EE. UU. en emplear prácticas keynesianas, en
particular la financiación por el déficit, y en ser antikeynesianos en materia
de programas sociales, de protección social, y resueltamente antikeynesianos
cuando se trata de otorgar más poder a las organizaciones e instituciones de la
clase obrera. El neoliberalismo de EE. UU. siempre ha sido sospechoso, su
pragmatismo le ha llevado siempre a hacer lo que beneficia a las clases
superiores, y ha sido limitado por este criterio. No creo que esto vaya a
cambiar gran cosa, aunque pienso que en este momento el gobierno de Obama tiene
muy claro que la tasa de crecimiento de EE. UU. es muy baja y que existe la
posibilidad de una segunda recesión. Este gobierno, si tuviera las manos libres,
apostaría por prácticas expansionistas, hasta cierto punto incluso por prácticas
expansionistas que implicaran otorgar más poder a las organizaciones e
instituciones de la clase obrera. Creo que la idea de una política ligera y
parcialmente keynesiana bajo el gobierno de Obama ya se ha planteado y aceptado,
pero no será refrendada por la Cámara de Representantes controlada por los
Republicanos, a menos que estos últimos comprendan que esto les llevará a un
desastre electoral si la gente percibe que ellos son el obstáculo. Está por ver
cómo evolucionan las cosas.

A su juicio, ¿cuál puede y debe ser el papel de los intelectuales o
universitarios críticos?

Hay dos cosas. Lo que ocurre en el mundo universitario forma parte, desde luego,
de la lucha de clases, es la lucha de clases en el ámbito de las ideas. Por
tanto, una cosa que me gustaría que hiciéramos todos es luchar en el mundo
universitario por diferentes tipos de producción de saberes, de reproducción de
saberes. Los que están fuera de la universidad piensan a menudo que esta es una
torre de marfil, pero no es así, la universidad es un terreno de lucha bastante
encarnizada. Durante un tiempo estuve tratando de mantener abiertos los espacios
en el interior de la universidad en los que pudieran desarrollarse cosas como
las que centraban mi trabajo, y es muy duro cuando se hace frente a las
presiones de la transformación neoliberal y administrativa de las organizarse en
el seno de la universidad, y eso lleva mucho tiempo. Pero creo que también
tenemos la obligación de tomar ciertas cosas sobre las que reflexionamos y
presentarlas de manera que sean comprensibles para un público amplio, pensando
en cómo la gente puede leer esto y extraer sus propias conclusiones. No creo que
los universitarios conozcamos mejor el mundo que cualquier otra persona. Mi
opinión es que cuando trabajo con organizaciones sociales, estas saben qué es lo
que quieren y lo hacen mejor que yo, y no es mi tarea decirles qué tienen que
hacer, eso ni se me ocurriría. Pero el momento en que tal vez yo puedo ser útil
es cuando quieren saber cómo lo que están haciendo se relaciona con lo que
ocurre en el capitalismo, cuál es la relación entre lo que hacen y la lucha
anticapitalista. Si quieren reflexionar sobre esta relación, podemos sentarnos
juntos y tratar de comprender lo que hacen en relación con prácticas y
cuestiones más amplias. Creo que en el mundo universitario tratamos de
desarrollar este panorama de cómo funciona la economía, o cómo se aplica la
política, y a veces esto es útil para las organizaciones políticas y los
movimientos sociales. Así que creo que es preciso mantener abiertos los espacios
en el interior del mundo universitario para trabajos progresistas y estrechar
lazos con organizaciones sociales para aprender de ellas y que ellas aprendan de
nosotros en el proceso de lucha política.

Sin embargo, con las tendencias a la privatización de la educación, en
particular de la enseñanza superior, parece más difícil mantener este espacio y
esos debates en el seno de la universidad.

Así es. Todos estamos siendo atacados, inclusive en la universidad. Y por
supuesto, si contemplamos el proceso de trabajo en el mundo académico, en EE.
UU. ahora la mayor parte de la enseñanza corre a cargo de empleados que no
tienen un contrato fijo y que viven en unas condiciones económicas muy
precarias. Este es otro campo de batalla en relación con las condiciones de vida
de las personas empleadas en las universidades. No es una situación fácil, pero
¿qué se puede hacer? Hay que organizarse y luchar, como en todas partes.

¿Cuál es su visión personal de una sociedad socialista [2], si “socialista” es
la palabra adecuada?

Hay varias maneras de construir una visión utópica. Creo que siempre existe la
necesidad de tener en mente una visión utópica, de una manera u otra, un lugar
al que deseamos llegar, aunque al final no lleguemos, en cierto sentido no
importa mucho si se llega o no. Si se tiene una visión, tratando de cambiar las
cosas, estas se mueven en una dirección u otra. No tengo un esquema fijo, he
escrito uno en el apéndice a un libro que se titula Spaces of hope, una especie
de descripción utópica de una sociedad construida durante un periodo de 20 años.
Y creo que necesitamos un modo de construcción por la negación. Si se comprenden
los aspectos del capitalismo que no nos gustan, ¿qué rechazaríamos, cómo sería
una sociedad que ya no funcionara sobre la base del valor de cambio, sino sobre
la base del valor de uso, qué formas de coordinación de la división social del
trabajo se crearían, cómo se implementaría para asegurar que el abastecimiento
de cada uno en valor de uso fuera suficiente, que no se produjeran bloqueos
completos ni rupturas, ni penurias? Son cuestiones muy pragmáticas. Es posible
por tanto trabajar sobre esta clase de ideas, construir por negación: no
queremos hacer esto coordinándonos a través del mercado, queremos hacerlo de una
manera distinta, a través de los trabajadores asociados en colaboración, los
trabajadores asociados que organizan la división social del trabajo de manera
que todo el mundo tenga lo que necesita. Con la informática tenemos la
posibilidad de coordinar los inputs y outputs[3]/3 de un modo distinto. Algunas
fábricas recuperadas en Argentina funcionan ahora en red gracias a los
ordenadores y organizan los flujos de inputs y outputs de manera que comienzan a
coordinarse entre sí, pero no se trata de una planificación centralizada, es
algo que se organiza en red, sin ningún planificador central. Creo que con las
tecnologías que tenemos ahora existen nuevas posibilidades de plantear estas
cuestiones de un modo distinto y que podemos construir una visión utópica en la
que los trabajadores asociados controlen los medios de producción, se organicen
y tomen sus propias decisiones en cada unidad productiva, pudiendo coordinarse
entre sí, comunicarse entre sí para responder a las necesidades de todos y
todas.




·· Elsa Bouletes colaboradora de la revista Contretemps
http://www.contretemps.eu/en cuyo sitio se publicó esta entrevista el 24/03/13.
Traducción de Viento Sur http://www.vientosur.info/ Agradecemos a ambas
publicaciones amigas la autorización para su reproducción.


[1] La acumulación flexible designa el fenómeno de la “flexibilización” del
trabajo desde la década de 1970: la subcontratación, la jornada parcial, la
producción “justo a tiempo”, las actividades informales se han convertido en
elementos cruciales del procedo de producción. Esta “flexibilización” (o dicho
de otro modo, precarización) no se implanta del mismo modo en todas partes y es
más importante en los “países emergentes”. Corresponde a una transformación de
la gestión de las empresas, centrada cada vez más en un funcionamiento de
mercado (subcontratación de actividades, asegurando rentas importantes a los
accionistas) en detrimento de una gestión “interna” de la empresa.
[2] En inglés “socialist”.
[3] Términos que designan lo que “entra” (inputs) en el proceso de producción
(materias primas, fuerza de trabajo) y lo que “sale” (outputs: productos,
mercancías).
******
In:
http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/61762-el-neoliberalismo-como-“proyecto-de-clase”-entrevista-con-david-harvey.html
30/06/2013

Grécia: A fábrica autogerida Vio Me e outros temas



(VIDEO) Grecia: Una fábrica autogestionada por sus trabajadores se convierte en símbolo de lucha contra el embate neoliberal
por Kaos. Internacional
Domingo, 30 de Junio de 2013 13:37




http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/61767-video-grecia-una-fábrica-autogestionada-por-sus-trabajadorxs-se-convierte-en-símbolo-de-lucha-contra-el-embate-neoliberal.html

Fonte: Kaos en la red

sexta-feira, 28 de junho de 2013

Cuba: kilómetro 0 para cooperativas no agropecuarias

La cooperativa de construcción funcionará como una brigada y prestará servicios
en la zona de Mariel (Foto: AIN)
Las primeras cooperativas agrícolas fueron impulsadas por la Revolución desde
enero de 1959, cuando la distribución de la tierra se caracterizaba por el
predominio del latifundio, la dependencia del mercado norteamericano y la
concentración de las mejores tierras dedicadas al monocultivo en manos de unos
pocos.
La Revolución cubana, desde sus primeros años, reconoció al cooperativismo
agrícola como una forma de cooperación que permite ventajas para la
modernización de los cultivos y como una vía para explotar la tierra de forma
colectiva.
Descargue los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la
Revolución.
Zona de desarrollo especial de Mariel: es la primera de su tipo y prevé,
además de la actividad portuaria, una plataforma industrial para la
importación, elaboración de productos y su venta en el mercado interno o a
otros países. El proyecto de infraestructura, valorado en unos 900 millones de
dólares, se construye con un financiamiento conjunto de 640 millones aportado
por Brasil y el resto por Cuba.
Cuba continúa dando pasos en la actualización de su modelo económico. Una de las
medidas más recientes será la puesta en vigor, el próximo 1ro de julio, de las
primeras quince cooperativas no agropecuarias del país, una forma de gestión
hasta el momento destinada a la agricultura y que, a partir de este momento, se
extenderá hacia otros sectores.


Las quince cooperativas que comenzarán a operar de este modo se localizan en
Artemisa, una de las provincias donde se experimenta actualmente el nuevo modelo
de gestión y dirección, que posteriormente deberá extenderse al resto del país.


Entre los sectores donde se pondrá en práctica este sistema aparecen: mercados
agropecuarios, transporte, construcción y otra línea para reciclaje,
procesamiento y comercialización de materias primas.


Esta estrategia responde al Lineamiento 25 de la Política Económica y Social del
Partido y la Revolución, que tiene como objetivo la integración de las personas
que se asocien aportando bienes o trabajo, con la finalidad de producir y
prestar servicios útiles a la sociedad.


En julio de 2012, la Asamblea Nacional de Cuba aprobó la extensión de la fórmula
del cooperativismo a más de 200 actividades no agrícolas, entre ellas la
gastronomía o “servicios técnicos y personales”.


Con la puesta en práctica de estas medidas, las cooperativas tendrán
personalidad jurídica propia, libertad de autogestión, podrán abrir cuentas
bancarias y mantendrán su objeto social, de modo que no afecte el servicio del
pueblo.


Las posibilidades son diversas. Por ejemplo, para el caso de los mercados
agropecuarios se permitirá contratar excedentes productivos de los campesinos,
así como establecer relaciones contractuales con otras empresas y efectuar
compras en el mercado mayorista. Los precios se regirán por las reglas de la
oferta y la demanda, y se fijará un precio máximo para algunos productos como el
arroz, la papa y el chícharo.


La cooperativa de construcción funcionará como una brigada y prestará servicios
a estatales y a particulares de la zona de Mariel, donde se lleva a cabo la
ampliación del puerto, con la idea de convertirlo en eje de la principal Zona
especial de desarrollo en la Isla.


La cooperativa de transporte tiene más de 70 socios, los cuales arrendarán
semiómnibus JMC. El encargo social es mantener los viajes y rutas existentes,
aunque variarán los precios, explicó al diario Juventud Rebelde Severo Bernal
López, director de la Empresa Provincial de Transporte.


Por último, la cooperativa de reciclado de materiales tendrá su sede en la
capital provincial y se dedicará a la autogestión de materiales reciclables para
comercializarlos posteriormente.


De acuerdo con declaraciones ofrecidas a Juventud Rebelde por Raúl Rodríguez
Cartaya, jefe del Consejo de la Administración Provincial, el experimento “irá
adaptándose, de modo que se cumplan los objetivos para los cuales se creó. De
hecho, los socios han de tener bien claro que su función primordial es cumplir
con su objeto social, lo cual queda definido en estatutos y reglamentos”,
concluyó el directivo.
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http://www.cubahora.cu/economia/cuba-kilometro-0-para-cooperativas-no-agropecuarias#.UcyjNeuAFBk
27/6/2013
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Obs:- As cooperativas se prestam a muitos desígnios sociais, inclusive real ou virtualmente antagônicos entre si.
No caso de Cuba, todavia não estám claro qual será sua teleologia social.
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Trabalhadores e políticos do ABC Paulista

Candido G. Vieitez
O ABC paulista é, tradicionalmente, uma área industrial com importante condensação de operários e trabalhadores em geral. Quando o assunto é o mundo do trabalho, o nome de Lula é prontamente evocado.
A notoriedade de Lula está justificada. Ele não foi simplesmente Presidente da República, mas o primeiro Presidente da República de origem operária, o ex-metalúrgico do ABC paulista que se converteu em eminente personalidade nacional e internacional. Esta é uma historieta que se tornou trivial. Entretanto, o nome de Lula metalúrgico começou a circular nacionalmente muito antes que ele tivesse ocupado qualquer cargo público.
Esse fato começou a ocorrer lá pelo tempo em que uma massa de trabalhadores, desafiando a ditadura, se reunia no Estádio de Vila Euclides, em São Bernardo do Campo, para, juntamente com lideranças e dirigentes, dentre os quais se destacava Lula, deliberar a respeito de sua luta por melhores condições de trabalho e, também, em prol das liberdades democráticas.
As concentrações de Vila Euclides eram inseparáveis das greves que eclodiram na região. Estas foram as primeiras greves que ocorreram no país, após tantos anos de repressão da ditadura. Devido a isso, o redivivo movimento operário e popular (MOP) do ABC, no qual se ressaltava Lula como liderança mais carismática, virou uma referência para os demais trabalhadores organizados do país. Contudo, uma coisa é um líder ser conhecido no país nos meios operários e outra, muito distinta, é ser reconhecido por amplos contingentes da população em geral, que foi o que ocorreu com Lula (1978-1980).
Como foi possível esse acontecimento insólito? A elevação de um dirigente sindical local à condição de figura nacional foi em boa parte obra da mídia (jornais, revistas, rádios e televisões). Os motivos foram basicamente de duas ordens. A primeira é essencialmente política. A segunda é política, mercantil e até certo ponto técnica.
Quando o MOP explodiu, quadros das classes dominantes que incluíam setores estratégicos tanto do regime militar quanto da mídia perceberam que os dias do regime militar estavam contados e era necessário preparar a transição ao Estado de Direito. Eles estavam preparados para conviver com o MOP. O que não podiam admitir é que o MOP, tal qual ocorrera anteriormente a 1964, viesse a ter nos comunistas uma referência importante. Portanto, era vital agir no sentido de que o novo MOP que se estruturava decorresse livre da influência comunista. Foi nessa encruzilhada que esses quadros toparam com Lula e seu grupo. Eles execravam o Lula sindicalista e grevista e tudo o mais que a isso dizia respeito. No entanto, Lula não era comunista, bem como a maioria de seus companheiros, e o pensamento político que esposavam, se não era o desejável, era pelo menos suportável. A tarefa, por conseguinte, consistia em possibilitar a reorganização do MOP, já que esta se afigurava inevitável, sob a égide de correntes ideológicas em desafeto com a tradição comunista.
Nesse empreendimento entrou a mídia, divulgando o novo modo de fazer sindicalismo e a figura de Lula. A mídia realizou essa tarefa em parte por seu próprio interesse de classe e, em parte, por seu modus operandi enquanto negócio. Na mídia domina o pensamento liberal. E, para o pensamento liberal, o indivíduo é o centro do universo social, a origem e finalidade de todas as coisas. Devido a esse individualismo atávico (BOUVEAIS, 2008), a mídia trata de subjetivizar quaisquer que sejam os fatos que examina e apresenta ao público. É por essa razão que ela está sempre em busca de personagens arquetípicas: heróis, anti-heróis, don juans, patetas, santos, crápulas e demônios. Se não as encontra na realidade, ela as inventa. E se as personagens que encontra na realidade não são satisfatórias para seus propósitos, ela as enfeita. A alavancagem de Lula, de sua condição de liderança regional à de figura nacional, atendeu, pois, tanto aos interesses políticos da mídia quanto à sua lógica operatória de negócio da comunicação.
O MOP do ABC paulista foi subjetivizado ou encarnado em algumas personalidades e especialmente em uma. Em confronto com a ditadura, mediante a realização de eventos explosivos, como greves e concentrações, Lula e companheiros possibilitaram à mídia vender notícias durante anos. Ao mesmo tempo, a visibilidade pública necessária ao propósito político não manifesto também se realizou. Entretanto, a exposição midiática de Lula exprime as contradições contidas nesse ato. Lula e os trabalhadores eram importantes, porque foram capazes de desafiar a ditadura e, antes de mais nada, porque constituíam notícia rentável. Todavia, no retrato servido pela mídia ao grande público, Lula sempre esteve muito mais para anti-herói do que para herói.
Nesse processo de produção midiática, os termos da vida real se inverteram. O que ocorreu no ABC paulista aparece dominantemente como atividade protagonista de um punhado de lideranças e dirigentes. A classe trabalhadora ficou no fundo da cena, como coadjuvante um tanto obscuro. E, no entanto, Lula e demais lideranças nem ao menos teriam existido, sindical e politicamente, não fosse a capacidade de ação e atividade organizadora dessa classe, pois, diversamente do que sugere a socialização liberal, não são os líderes que criam o movimento social, mas o inverso.
Nas linhas seguintes, oferecemos um breve resumo assinalando a atividade das organizações coletivas de massa dos trabalhadores do ABC, a qual, longe de ter emergido em fins dos anos 1970, remonta à fundação da República.
Anarquistas, comunistas, trabalhistas e católicos
Na Primeira República, a classe operária industrial no país era diminuta. Não obstante, assinalando uma tendência, algumas indústrias iam assentando-se na região, notadamente em Santo André.
Por essa época e até o Estado novo, a corrente ideológica com mais ascendência entre os trabalhadores da indústria era a anarquista. Os anarquistas eram principalmente imigrantes, espanhóis e italianos, sobretudo estes últimos. Eles incentivaram a criação de associações de trabalhadores, fossem de ajuda mútua ou de luta. A mais importante foi a União Operária. Esta, em 1919 coordenou uma greve na fábrica Ipiranguinha, em meio à qual foi morto pela polícia o operário Constantino Castelani (DIÁRIO DO GRANDE ABC, 1979).
Em 1917, ocorreu a Revolução Soviética na Rússia, o que induziu muitos trabalhadores a criarem partidos comunistas mundo afora. Em Santo André, o PCB foi fundado em 1922, com a participação significativa de muitos anarquistas que se encantaram com a revolução.
Em 1930, surgiu aquele que foi – e em certo sentido ainda é hoje – o sindicato de referência para os trabalhadores no ABC paulista: o dos metalúrgicos. Nessa época e até 1958, esse sindicato com sede em Santo André abrangia todo o ABC paulista. Nele militavam várias tendências, contudo, os ativistas ligados ao PC iam ganhando ascendência, a começar com aquele que foi seu primeiro presidente e um dos mais respeitados dirigentes sindicais do ABC até 1964: Marcos Andreotti.
Durante o Estado Novo, o MOP retraiu-se, dado o caráter autoritário do regime político. O interregno subsequente, porém, que se estendeu do fim da 2ª guerra ao golpe de Estado de 1964, foi uma época de ascensão do MOP, que transcorreu sob o signo da Revolução Brasileira (VIEITEZ, 1999). Esse período correspondeu à primeira metade da era dourada sistêmica do capitalismo. A acumulação de capital disparou e o país seguiu num enérgico movimento de industrialização. Todavia, os problemas engendrados pela rápida acumulação, somados às expectativas de melhorias sociais dos trabalhadores, alimentaram a conflituosidade social.
Em 1947, os comunistas elegeram em Santo André o prefeito e 13 vereadores. Esse episódio insólito foi neutralizado pelo governo Dutra, com a cassação dos eleitos (MEDICI, 1999). No entanto, ele foi indicativo da atmosfera que caracterizaria os anos subsequentes. Nesse tempo, os ativistas anarquistas tinham decrescido, substituídos principalmente pelos trabalhistas (PTB) e pelos comunistas. Mas, no fim dos anos 1950, entraram em cena também os católicos de uma corrente emergente que se aproximava do MOP, sobretudo pela ação da Juventude Operária Católica. Essa foi também a época de D. Jorge Marcos, um bispo pioneiro no apoio ao MOP, o que lhe valeu o epíteto de bispo vermelho, atribuído pelo jornal O Estado de S. Paulo.
Para o MOP, esse foi um período rico em mobilizações e organizações. Os sindicatos fortaleceram-se e disseminaram-se pelo grande ABC. Funcionavam muitas sociedades amigos de bairro (SABs) e formaram-se algumas cooperativas. O Conselho Sindical da Borda do Campo, criado originalmente como uma instância sindical, atuava como uma espécie de conselho urbano geopolítico regional. O Centro Popular de Cultura (CPC) possibilitava aos trabalhadores contatos com o teatro e o cinema de qualidade, tornando-se uma referência para os estudantes e parte da intelectualidade de Santo André e da região. Essa enumeração é apenas exemplificativa. E, de qualquer modo, a ação do regime militar liquidou ou manietou a atividade do MOP até praticamente a eclosão da greve de 1978.
Compressão e retomada do movimento operário e popular (1978-1985)
A ditadura perseguiu, prendeu ou matou os ativistas do movimento popular, com ênfase nos comunistas. As organizações do movimento foram desmanteladas. Uma parte, como os sindicatos, se manteve, porém, passou a atuar sob o todo tipo de restrições. A participação em greves ou manifestações públicas era punida com repressão ostensiva, prisão ou pior.
Não obstante esses óbices, o MOP não desapareceu. Centenas de ativistas remanescentes passaram a atuar de modo clandestino ou semiclandestino nas fábricas e bairros, formando pequenos grupos ou outras modalidades de organização. Eles também estiveram presentes nos sindicatos de modo contido, atuando em meio aos interventores ou aos novos dirigentes moderados que emergiram no clima da ditadura. Esses militantes eram os portadores da tradição do MOP, parte da qual foi passando para os novos militantes que se aproximavam do Movimento.
Até o golpe de Estado, a indústria no ABC estava ainda dominada por pequenas e médias empresas, nas quais os oficiais industriais tinham bastante ascendência sobre os trabalhadores. Nos anos 1970, contudo, os tempos eram já outros. Instalara-se no ABC uma grande indústria fordista, notadamente em SBC, que implicou uma enorme massa fabril e urbana de novos trabalhadores adventícios à classe. Essa foi a base social da renovação de suas organizações. Nas fábricas, incidiram os comitês de fábrica clandestinos. Nos sindicatos, começaram a medrar os germes do posteriormente denominado novo sindicalismo. Nos bairros, destacaram-se os católicos que impulsionaram as comunidades eclesiais de base (CEBs).
Grosso modo, esse foi o humus sobre o qual foi se robustecendo o MOP. Até que, quando a situação econômica e social se tornou menos adversa ao movimento, este explodiu na greve Braços cruzados, máquinas paradas, na empresa Scania, em São Bernardo do Campo. Logo vieram outras movimentações no ABC e, seguindo seu rastro, em vários outros setores e lugares do país, formando uma maré montante que acabou culminando no fim da ditadura e na volta ao Estado de Direito.
Conclusão
A sociedade individualista na qual vivemos encontra-se edificada sobre um sistema de cooperação social que é o mais desenvolvido e extenso da história humana. Esse sistema é composto pelos trabalhadores que, em cada uma das centenas de milhares de unidades de trabalho, constituem um sistema de cooperação, um trabalhador coletivo. Paradoxalmente, porém, a cooperação não pertence ao trabalhador coletivo, porque se encontra vendida ou alienada para o capital, mediante o instituto social do assalariamento.
Devido a essa peculiaridade, os trabalhadores só podem se apropriar de suas próprias atividades cooperativas e ainda assim, muito variavelmente, em instâncias que estão fora do processo de trabalho. Esta é a razão pela qual, a contar da Revolução Industrial, os trabalhadores empenharam-se em criar organizações coletivas: mutualidades, cooperativas, centros culturais, sindicatos ou partidos políticos.
Os trabalhadores do ABC são conhecidos por produzirem carros e muitos outros bens industriais. Entretanto, existe pouca consciência social de que os trabalhadores do ABC, além desses bens, produzem artefatos de uma natureza bem distinta, cujo valor é cultural, social ou político. No plano individual, em cada época histórica, produziram ativistas, dirigentes e lideranças: Castelani, Andreotti, Lula, Frei Chico. Concomitantemente, produziram organizações, que se renovam no tempo ou que se apresentam inéditas. Uma dessas, que se notabilizou na nação, é o Partido dos Trabalhadores (PT). O que os trabalhadores pretendiam com o PT? Originariamente, pretendiam basicamente três coisas: a) contar com uma organização própria, na qual a sua necessária atividade cooperativa fosse controlada por eles mesmos; b) utilizar essa organização para interferir a seu favor, nas relações de compra e venda da cooperação nas unidades de trabalho; c) dar início a um processo de articulação social, visando à reapropriação, pelo menos de modo significativo, do sistema de cooperação nas unidades de trabalho. O empreendimento acabou não redundando, com o PT integrando-se à ordem liberal em pouco tempo. No entanto, se há algo que podemos extrair da história dos trabalhadores, é que estes não desanimam com as derrotas, sejam estas ocasionadas por forças outras, sejam pelos próprios desacertos.
Referências
BEAUVOIS, J-L. Tratado de la servidumbre liberal – análisis de la sumisión. Madrid: La Oveja Negra, 2008.
DIÁRIO DO GRANDE ABC, Santo André, 30/09/1979.
MEDICI, A. 9 de Novembro de 1947: a vitória dos candidatos de Prestes. Santo André, Fundo de Cultura do Município de Santo André, 1999.
VIEITEZ, C.G. Reforma nacional-democrática e contra-reforma: a política do PCB no coração do ABC paulista/1956/1964. Santo André: Fundo de Cultura do Município de Santo André, 1999.

segunda-feira, 24 de junho de 2013

As mentiras de Khrushchev

Grover Furr
As mentiras de Khrushchev
Galiza: Benigno Álvarez, 2013

Há versão em inglês.

"As "Mentiras de Khrushev" é un traballo marabilloso, formidábel na súa investigación e no seu razoamento, claro e preciso na sua escrita e asombroso nas súas conclusións e implicacións. Revisando vellas fontes e botando man de novo material dos arquivos soviéticos, o libro de Grover Furr exixe unha completa reformulación da historia soviética, da historia do socialismo e, da realidade da historia do século XX".

Roger Keera, Empire State College.

24/06/2013

segunda-feira, 17 de junho de 2013

Balas de goma, ¿hasta cuándo?


Esther Vivas
Público.es

A veces hay sucesos que marcan un punto de inflexión. Y el caso de Ester
Quintana, que perdió un ojo por el impacto de una bala de goma en la
manifestación de la última huelga general del 14 de noviembre del 2012, fue uno
de ellos. Ya antes se habían dado heridos graves por el uso de estos
proyectiles, pero no fue hasta entonces que, por vez primera, se encendieron las
luces de alarma y la información saltó a la opinión pública.

Las mentiras de Felip Puig, consejero de interior de la Generalitat por aquel
entonces, sin lugar a dudas, ayudaron. Comparecencia pública tras comparecencia
pública negó el uso de dichas armas en la zona donde Ester Quintana resultó
herida. Las imágenes tomadas, pero, indicaban todo lo contrario. La realidad de
los hechos se impuso y la presión al Gobierno de CiU fue máxima. Muchos
descubrieron, entonces, que las “pelotas de goma” no era sino balas que herían
gravemente a la gente.

El colectivo Stop Bales de Goma, que lleva ya tres años trabajando para que se
prohíban estos proyectiles, presentó ayer un informe contundente donde,
apoyándose en estudios científicos, demuestra el carácter letal y extremadamente
peligroso de estas armas. Los datos así lo rebelan. En los últimos tres años
ocho personas han perdido un ojo a causa del impacto de balas de goma sólo en
Catalunya. La cifra asciende a 22 en el conjunto del Estado, entre 1990 y el
2009. Y hasta dos han muerto, Rosa Zarra (1995) e Iñigo Cabacas (2013), por
balas de goma disparadas por la Ertzaintza.

A pesar de que las instituciones afirman que dichas armas son “menos letales”,
como si las armas pudiesen clasificarse entre aquellas que matan más o matan
menos, la experiencia demuestra que la mayor parte de veces en que han sido
utilizadas se han producido heridos de gravedad. La pregunta pertinente, si
dichos proyectiles no son prohibidos, es: ¿Quién será el próximo? Imagino que
ningún familiar de Felip Puig, que en su momento ya afirmó no recomendar a su
hijo pasarse por Pl. Catalunya el día del desalojo de los indignados.

Asimismo, la velocidad a la que son lanzados dichos proyectiles, 720km/hora, los
hace muy peligrosos, especialmente, al impactar en el pecho o la cabeza. Y no
son pocas las veces que, a pesar de la prohibición reglamentaria, se dispara de
cintura para arriba, como recoge el informe. Hematomas cerebrales, perforaciones
pulmonares, pérdida de un ojo, lesiones en las extremidades, perforaciones
intestinales y la muerte son las consecuencias de su uso en los últimos años.
Algunos, sin embargo, en el poder, prefieren mirar para otro lado.

Las balas de goma, pero, son tan sólo la punta del iceberg de la violencia
policial contra aquellos que no callan. La intensificación de la crisis y el
auge de la protesta indignada ha mostrado, sin cortapisas, la brutalidad
policial, amparada siempre por el poder político. Numerosos son los ejemplos que
han escandalizado, en los últimos años, a amplios sectores de la opinión
pública. Recordemos, sino, el desalojo de los indignados en Pl. Catalunya,
Barcelona, el 27 de mayo del 2011, y tantos otros. Violencia policial,
acompañada siempre de impunidad. ¿Cuántos casos de “extralimitación en sus
funciones” -según el argot oficial- se han admitido, sus autores condenados y
las sentencias cumplidas? No conozco ninguno.

A más crisis, pobreza y malestar, más criminalización de la protesta, violencia
policial e impunidad. El Estado español tiene una de las tasas de policías por
habitante más altas de Europa, unos cinco agentes por cada mil habitantes,
cuando en la Unión la cifra es de unos tres agentes y en Estados Unidos unos dos
por cada mil personas, según datos del Eurostat. La cifra no ha hecho sino
aumentar en los últimos tiempos. Mientras se recorta en educación y sanidad
pública, se aumenta la partida securitaria. Nos dicen que a más policía, más
seguridad. Ester Quintana, Nicola Tanno, Carles Guillot y tantos otros que han
perdido un ojo o han sido heridos por impacto de balas de goma nos demuestran lo
contrario. Gracias a su perseverancia, y a la de aquellos que les apoyan, el
silencio sobre dichos proyectiles, finalmente, se ha roto.
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http://rebelion.org/noticia.php?id=169836
17/6/2013

domingo, 16 de junho de 2013

A semana em que uma nuvem de bombas cobriu o céu de SP

Carta Maior - Movimentos Sociais -
A semana em que uma nuvem de bombas cobriu o céu de SP

Quarta manifestação contra o aumento da tarifa do transporte público reuniu
milhares nas ruas da capital paulista. Com um saldo de mais de 250 detidos, a
escalada de repressão chegou à imprensa sob a forma de balas de borracha contra
os seus jornalistas. Apesar das cenas de guerra, o governo estadual e o prefeito
da cidade não cedem: a tarifa e a “ordem” serão mantidas. Por Xenya Bucchioni e
Tulio Bucchioni, Esquerda.net
Xenya Bucchioni e Tulio Bucchioni - Esquerda.net
Enviar ! Imprimir ! São Paulo - Eram cinco horas da tarde. Trabalhadores,
estudantes, idosos e famílias ganhavam, pouco a pouco, as ruas, exercendo o
direito de manifestar livremente as suas opiniões em um ato contra o aumento da
tarifa do transporte público de São Paulo. Juntos, somavam 15 mil pessoas – algo
raro para um país pouco habituado às ruas, legado de seus vinte e um anos de
ditadura civil-militar. Deslegitimados pela grande imprensa desde o começo das
mobilizações, sob a alcunha de “baderneiros” e “vândalos”, os manifestantes
gritaram em coro pela não-violência e, mesmo assim, receberam, na noite de
quinta-feira, 13 de junho, um tratamento exemplar: à base de bombas de gás
lacrimogêneo, balas de borracha e muito cassetete – espetáculo promovido pela
Polícia Militar e pela Rota, polícia especial subordinada à PM. O resultado de
tal atuação contabiliza até o momento um saldo de mais de 250 presos, entre eles
cerca de dez jornalistas.

Algumas horas antes, no início da manifestação, o major Lidio Costa Junior, do
Policiamento de Trânsito da PM, já havia confessado que a situação tinha saído
do controlo e advertiu: “Não nos responsabilizamos mais pelo que vai acontecer”.
As palavras de Lidio tornaram-se realidade antes mesmo da concentração tomar
fôlego, quando a polícia militar fazia revistas em jovens e os detinham na
sequência. O motivo? Porte “ilegal” de vinagre – sim, no Brasil, andar com
vinagre, agora, pode dar cadeia. Nem mesmo os jornalistas saíram imunes. Piero
Locatelli, repórter da revista Carta Capital, teve o seu “artefato” confiscado e
seguiu para a prisão. Há relatos de jovens presos por formação de quadrilha
(crime inafiançável), fichados em presídios da capital, onde, após a nefasta
noite de quinta, passam a ter um número no cadastro de criminosos – sem sequer
terem sido submetidos a qualquer julgamento. Além disso, a criminalização do
movimento contra o aumento repercute, também, nos bolsos: a fiança para os
presos na manifestação é de inacreditáveis 20 mil reais – valor que, em uma
rápida pesquisa na internet, demonstra-se incompatível com as fianças cobradas
em atropelamentos culposos ou em casos de porte de arma ilegal no Brasil, entre
outros exemplos.

Enraízado na história do país, o autoritarismo presenciado na capital paulista
não se limita à ação policial e é, sobretudo, endossado pelas autoridades
estaduais e municipais e pela grande imprensa, sendo também compartilhado por
amplos setores da classe média. Um dia antes do ocorrido, no dia 12 de junho, o
governador de São Paulo, Geraldo Alckmin, do partido de oposição (PSDB),
elogiara o trabalho da polícia, enquanto o prefeito Fernando Haddad, do partido
do governo (PT), optara por declarações de “não diálogo em situações de
violência”. Apesar de supostamente atuarem em campos políticos opostos, ambos
viram os seus discursos convergirem para um ponto comum: a defesa da manutenção
da tarifa e da ordem contra as manifestações e o fecho de vias públicas.

Os títulos dos editoriais dos dois maiores jornais da capital paulista,
publicados no dia da manifestação, eram claros: “Retomar a Paulista” (Folha de
S. Paulo) e “Chegou a hora do basta” (O Estado de São Paulo). O repúdio à
postura da grande imprensa, de incentivo tácito à ação da polícia na repressão
aos manifestantes, foi sentido nas muitas mensagens que circularam pelo Facebook
ao longo do dia. Entretanto, foi apenas depois do primeiro estalo das balas de
borracha nos corpos de jornalistas destes dois veículos que o horror mostrou a
sua verdadeira face em uma capa de jornal. A partir daí, não havia mais como
manipular a opinião pública.

Vídeos e imagens capturadas por manifestantes e pessoas comuns invadiram as
redes e a notícia das muitas agressões contra os jornalistas vieram a público.
Uma coletânea significativa dessa produção pode ser vista no Tumblr Feridos no
Protesto em São Paulo. O caso mais emblemático, com repercussão internacional,
foi o da jornalista Giuliana Vallone, da Folha de S. Paulo, atingida no olho
direito por uma bala de borracha disparada por um policial da Rota enquanto a
jornalista prestava socorro a uma mulher durante as barricadas.

No Brasil, o transporte público coletivo urbano atende maioritariamente às
pessoas de média e baixa renda, o que torna o valor da tarifa desses serviços um
instrumento importante na formulação de políticas de inclusão social e também na
gestão da mobilidade urbana. De acordo com a inflação, com dados básicos de
correção pelo IPCA (IBGE), a passagem de ônibus que custava R$ 0,50 em 1994,
deveria custar R$ 2,16 em maio de 2013. De lá para cá, a alta da inflação foi de
332,22%. Já o valor do metrô, seguindo o mesmo índice, deveria ser de R$ 2,59.
Ambos custavam, em 2013, R$ 3,00 e passaram a custar, com o reajuste atual, R$
3,20 (aproximadamente 1,12 euros - 5 vezes maior do que a tarifa da vizinha
Buenos Aires e 4 vezes maior que na Cidade do México).

Segundo dados do Ipea (Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada), em relatório
publicado em 2011, entre 1995 e 2008 as tarifas dos sistemas de ônibus urbanos
nas nove maiores cidades brasileiras – Belo Horizonte, Curitiba, Fortaleza,
Goiânia, Porto Alegre, Recife, Rio de Janeiro, Salvador e São Paulo – tiveram um
aumento de cerca de 60% acima da inflação medida pelo Índice Nacional de Preços
ao Consumidor (INPC). O estudo ainda aponta o sucessivo aumento na tarifa do
transporte público como um dos elementos que permitem explicar a perda da
capacidade de compra do salário mínimo, observada entre 1995 e 2003. E conclui:
a retomada do poder de compra do salário mínimo, ocorrida desde 2003, por si só,
não é capaz de manter um aumento sustentado do volume de passageiros capazes de
arcar com os custos do sistema de transporte urbano. Em outras palavras, parte
da população brasileira permanece excluída do uso do transporte público coletivo
no Brasil.

Frente a esse cenário, a mobilização segue. O próximo protesto, marcado para a
segunda-feira, dia 17, já conta com mais de 70 mil confirmações pelo Facebook -
40 mil a mais do que as obtidas na última mobilização.
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Carta Maior
http://www.cartamaior.com.br/templates/materiaMostrar.cfm?materia_id=22196
15/06/2013

quinta-feira, 13 de junho de 2013

Origem e declínio do capitalismo

por Jorge Beinstein [*]
Retorno à origem

Em certos rituais funerários de tempos remotos os mortos eram colocados em posição fetal. Encontraram-se por exemplo restos de homens do neandertal sepultados dessa maneira com a cabeça a apontar para o Oeste e os pés para o Leste. Algumas hipóteses antropológicas sustentam que essa disposição do cadáver se relacionava com a crença no renascimento do morto. A civilização burguesa à medida que avança a sua senilidade parece reiterar esses ritos. Preparando-se para o desenlace final aponta a cabeça para a sua origem ocidental e vai acomodando o corpo degradado procurando recuperar as formas pré-natais, tentando talvez assim conseguir uma vitalidade irremediavelmente perdida.

O fim e a origem aparentam convergir, mas o ancião não consegue voltar ao passado e sim, antes, reproduzi-lo de maneira grotesca e decadente. Rumo ao final do seu percurso histórico o capitalismo volta-se prioritariamente para as finanças, o comércio e o militarismo no seu nível mais aventureiro "copiando" seu início quando o Ocidente conseguiu saquear recursos naturais,sobre-explorar populações e realizar genocídios acumulando desse modo riquezas desmesuradas em relação ao seu tamanho. Isso lhe permitiu expandir seus mercados internos, investir em novas formas produtivas, desenvolver instituições, capacidade científica e técnica. Em suma, construir a "civilização" que levou Voltaire a dizer: "a civilização não suprime a barbárie, aperfeiçoa-a".

A decadência do mundo burguês de certo modo imita a sua origem, mas não o faz a partir de um protagonista jovem e sim decrépito e num contexto completamente diferente: o da gestação era um planeta rico em recursos humanos e naturais disponíveis, virgem do ponto de vista dos apetites capitalistas. O actual é um contexto saturado de capitalismo, com fortes espaços resistentes ou pouco manejáveis na periferia, com numerosos recursos naturais decisivos em rápido esgotamento e um meio ambiente global desarranjado.

Fim de ciclo. Decadência: do capitalismo industrial ao parasitismo.

Toda a história do capitalismo é atravessada por numerosas crises de curta, média e longa duração, de gestação, de nascimento, de crescimento, de maturidade, de decadência, sectorial, pluri-sectorial, geral, etc. A actual conjuntura global costuma ser descrita empregando o termo crise (do neoliberalismo, financeira, sistémica, do capitalismo, de civilização...). Trata-se realmente de uma crise ou de algo mais? Encontramo-nos perante uma turbulência devastadora ou não tão truculenta mas anunciadora de uma nova ordem mundial capitalista, ou seja, de uma regeneração sistémica ou antes do canto do cisne de uma civilização caduca? No primeiro caso cabia falar de crise de reconversão, de destruição criadora no sentido shumpeteriano, no segundo poderia em princípio ser definida com uma só palavra: decadência.

Os conceitos de crise e decadência são ambíguos, o seu uso não resolve completamente as interrogações que coloca a descrição da realidade actual. Em geral falamos de crise quando enfrentamos uma turbulência ou perturbação importante do sistema social. O conceito de decadência costuma ser associado à ideia de irreversibilidade, de trajectória iniludível, de caminho mais ou menos lento, acidentado ou calmo, rumo à extinção, rumo ao final. Contudo, a história mostra tanto longos processos de declínio que culminam com o fim de uma sociedade ou civilização como fenómenos vistos como decadências mas que em algum momento se convertem em renascimento, no início de uma segunda juventude. Sobretudo durante certos períodos de transição cultural onde se combina o velho dominante mas ainda hegemónico com o novo ascendente ainda que suportando derrotas, fracassos próprios das experiências demasiado jovens, demasiado dependentes do "senso comum" estabelecido pelas antigas verdades capazes de sobreviver durante muito tempo ao seu crescente divórcio com a realidade.

Muitas vezes uma crise prolongada atravessada por turbulências que se vão sucedendo umas após as outras formando uma continuidade de calamidades surge como um mundo que se arruína quando pode chegar a ser a oficina de forja de uma nova era. A chamada "longa crise do século XVII" que afectou a Europa e que se foi convertendo gradualmente na base de lançamento planetário da modernidade ocidental foi vista por boa parte dos seus contemporâneos mais lúcidos como uma época de desastres e decadência universal.

Essa visão prolongou-se até estar bem avançado o século XVIII, quando a emergência do iluminismo, da ideologia do progresso, do culto à Razão, combinaram-se nas elites do Ocidente com o fantasma da decadência, simbolizado pelo declínio do império romano. Em 1734 Montesquieu publicava suas "Considerações acerca das causas da grandeza e decadência dos romanos" e curiosamente, em 1776 na Inglaterra, onde começava a Revolução Industrial enquanto Adam Smith publicava a primeira edição de "A riqueza das nações" estabelecendo as bases teóricas do capitalismo liberal nascente, marcando o avanço optimista do racionalismo burguês, Edward Gibbon publicava a primeira edição da sua "História da decadência e queda do Império romano" dilatando o espaço das visões pessimistas das elites tradicionais da Europa angustiadas pelo declínio do universo cultural e institucional das aristocracias.

Não é excessivo recordar aquilo que poderíamos qualificar como obsessão e nostalgia plurisecular recorrente da cultura ocidental quanto à grandeza da Roma imperial, da sua duradoura "pax romana" ou dominação "universal" (do "universo" colonial possível nessa época com centro no Mar Mediterrâneo). Desde a tentativa de restauração do império vários séculos depois do seu derrube com a proclamação em Roma de Carlos Magno no ano 800 (e em consequência do extinto Império Romano do Ocidente ), seguindo com o Sacro Império Romano Germânico (o "Primeiro Reich") no século posterior, chegando aos delírios imperiais-romanos do imperador Napoleão, continuando com o Kaiserreich ("Kaiser" derivado do César romano) ou "Segundo Reich" da Alemanha a partir de 1871 radicalizado a seguir por Hitler como "Terceiro Reich", a Itália fascista proclamada por Mussolini como Terceira Roma (a "Terza Roma" herdeira da Roma Imperial e da Roma papal ) e naturalmente falangistas, nazi e fascistas a saudarem com o braço ao alto, a saudação romano imperial, para chegar finalmente (por agora) às elucubrações durante a década passada acerca da Pax Americana imaginada pelos falcões de George W. Bush como uma espécie de reedição em escala planetária do Império Romano tal como propuseram na altura textos influentes no primeiro círculo do poder dos Estados Unidos autores como Robert Kaplan [1] .

Mas a nostalgia imperialista não pode prescindir do temor oculto que esconde por baixo da euforia, porque o esplendor escravocrata anunciava a sua decadência, seus luxos parasitários que resultavam da incessante expansão do sistema converteram-se no veneno mortal, a droga alentou a sua ruína. Como assinalava Juvenal: "O luxo, mais insidioso que o inimigo estrangeiro, apoia-nos sua mão pesada, vingando o mundo que conquistámos" [2] . A extravagante literatura que proliferou nos princípios do século XXI alentada pelo triunfalismo dos falcões do Império desenvolvendo paralelos entre Roma (dos césares) e Washington (de Bush) fê-lo em paralelo com a aparição de numerosos textos relativos à decadência romana – muitos deles a estabelecerem semelhanças com as potências ocidentais, principalmente os Estados Unidos.

A longo crise do século XVII foi uma enorme trituradora histórica de velhas estruturas e mentalidades, gerando o declive das monarquias absolutistas do Ocidente e mais adiante favorecendo a ascensão do capitalismo industrial a partir de uma crise de nascimento, do parto turbulento, dramático, do mundo moderno, entre fins do século XVIII e princípios do XIX, marcado pela revolução industrial na Inglaterra, pela Revolução Francesa, pelas guerras napoleónicas, pela Restauração, etc.

Muito tempo depois a Europa viveu uma crise relativamente longa entre 1914 e 1945. Foi pensada pelos bolcheviques como o declínio universal do capitalismo que abrir as portas à sua superação revolucionária, socialista-comunista. Na realidade, tratou-se de um processo complexo que combinava elementos incipientes de decadência, significativos mas insuficientes para forma constituir uma avalancha global imparável, com outros de recomposição, de rejuvenescimento como a intervenção estatal na economia, a massa de invenções, de ideias técnicas que se foram transformando em inovações abrindo um novo horizonte social e sobretudo a presença dos aparelhos militares em expansão conjugando potência e acção destrutiva com multiplicadores do consumo, o investimento e a renovação tecnológica da produção civil (keynesianismo militar).

Os comunistas dos anos 1920 subestimavam a capacidade de recomposição do mundo burguês mas a extrema-direita, os fascistas dessa época, super-estimavam-na pois atribuíam-lhe uma esperança de vida demasiado prolongada. É assim que Mussolini proclamava triunfalista num artigo de Janeiro de 1921: "o capitalismo está agora apenas no início da sua história", capítulo no qual o novo autoritarismo fascista projectava cumprir um papel decisivo, refundador, recuperando as raízes mais brutais do sistema. O Duce assim o sintetizava perante a Câmara de Deputado italiana alguns meses depois: "a verdadeira história do capitalismo começa agora... há que abolir o Estado colectivista, tal como a guerra nos transmitiu pela necessidade das circunstâncias e voltar ao estado manchesteriano" [3] . Disciplinamento ditatorial da força de trabalho e liberdade total para os capitalistas.

Contudo, o sistema não podia regressar ao século XIX. Seus bloqueios estruturais obrigavam-no a utilizar a intervenção estatal na economia para desenvolver novos espaços de rentabilização como a indústria de guerra e as grandes obras públicas. O que se começava a instalar não era o velho capitalismo liberal do século XIX e sim a sua tábua de salvação militarista, intervencionista, que na sua primeira etapa europeia durante os anos 1920-1930 assumiu a forma de mutação ideológica do liberalismo para o totalitarismo fascista sob o guarda-chuva legitimador da "comunidade nacional" esmagando os "interesses sectoriais" dos de baixo. Como assinalava Horkheimer, "a ideia de comunidade nacional (a "Volksgemeinschaft" dos nazis), erguida como objecto de idolatria não podia em última análise ser sustentada senão por meio do terror. Isto explica a tendência do liberalismo a derivar rumo ao fascismo" [4] .

A recomposição estatista (keynesiana) do capitalismo central, emergida da Segunda Guerra Mundial, teve uma era dourada de apenas um quarto de século (aproximadamente 1945-1970). A seguir iniciou-se uma sucessão de turbulências que duram até o presente.

Mais adiante, a partir dos anos 1980, surgiu o que os meios de comunicação anunciavam como recomposição neoliberal do sistema. Contudo, os dados frios demonstram que para além do barulho mediático optimista se verificava uma deterioração sistémica que se aprofundava com o decorrer dos anos. As taxas de crescimento produtivo global, principalmente nos países centrais, foram-se reduzindo em termos de tendência a longo prazo, a economia mundial foi-se financiarizando até que em finais da primeira década do século XXI a massa financeira global equivalia a vinte vezes do Produto Bruto Mundial. Os estados, as empresas e os consumidores dos países ricos endividavam-se vertiginosamente até ficarem esmagados pelas dívidas.

Esta longa degradação tem todas as características de uma decadência – lenta se a medirmos segundo os ritmos do século XX. Trata-se de uma trajectória de aproximadamente quatro décadas cujo arranque pode ser situado no período 1968-1973/74. A partir daí a expansão do capitalismo global combina-se com a deterioração das suas componentes fundamentais que vão sendo encobertas pelo parasitismo financeiro e consumista, por uma militarização desestruturante e onde a dinâmica tecnológica está no centro de uma depredação sem precedentes dos recursos naturais. O percurso não atinge um ponto de regeneração e sim, muito pelo contrário, por volta dos anos 2007-2008-2009 produz-se um verdadeiro salto qualitativo e a decadência radicaliza-se convertendo-se num fenómeno de auto-destruição.

Decadência geral do sistema e não crise longa nem de crescimento como ocorreu na Europa no século XVII e entre fins do século XVIII e princípios do XIX. Tão pouco aparecem, como no período 1914-1945, manifestações de declínio mescladas com outras de recomposição marcadas pelo declínio da Europa centro-ocidental e a ascensão dos Estados Unidos.

Em relação a este último é necessário assinalar que do ponto de vista da dinâmica do capitalismo mundial a China dos princípios do século XXI não é o equivalente dos Estados Unidos da primeira metade do século XX. A economia chinesa é periférica em relação às potências centrais, seu desenvolvimento depende da sua estrutura industrial-exportadora atada aos seus principais clientes: os Estados Unidos, a União Europeia e o Japão, compradores do grosso das suas exportações que constituem aproximadamente a metade da sua produção industrial e em consequência cerca de 25% do seu Produto Interno Bruto.

Ela o faz a partir da sua mão-de-obra barata, o que permite a essas potências sobre-explorar de maneira directa e indirecta uns 230 milhões de operários industriais e um leque ainda mais vasto de trabalhadores chineses. Acumula mais de 3,5 milhões de milhões de dólares de reservas, montanhas de papeis de valor futuro incerto, o endividamento estatal e empresarial cresce vertiginosamente e sua economia está plenamente integrada no emaranhado financeiro global que provoca impacto no seu interior, gerando bolhas especulativas, distorções inflacionárias, corrupção institucional [5] .

O seu desinchar actual, em acordo com o estancamento dos centros imperiais, é inevitável e as tentativas das autoridades para suavizá-lo, contê-lo dentro de limites manejáveis, chocam-se cada vez mais com uma configuração social elitista que bloqueia a expansão do mercado interno. A isto acrescenta-se a rigidez de estruturas transnacionais transnacionalizadas, incorporadas a redes comerciais e financeiras globais, tecnologicamente modeladas pela procura dos países ricos cuja reconversão à procura local constitui uma espécie de quadratura do círculo.

Enquanto isso a China saiu da existência marginal e miserável a que a havia condenado a decadência do velho império e a colonização ocidental e hoje dispõe de um potencial industrial, científico-tecnológico, militar, etc (produto dos processos de desenvolvimento iniciados há pouco mais de seis décadas) que a converte num protagonista decisivo das futuras turbulências internacionais.

A visão de uma China " mais desenvolvida" pode ser estendida ao conjunto da periferia, em especial seus grandes países como a Índia, Brasil ou Rússia e a outros de menor porte como a África do Sul, Argentina ou Venezuela, o que conduz inevitavelmente em direcção ao campo das ilusões em torno da renovação do capitalismo global a partir da periferia, do seu arranque positivo em relação à decadência ocidental (e japonesa). Mas os dados sobre a China, Índia, Brasil, Rússia, etc, mostram a integração dessas economias à rede financeira global centrada nos espaços especulativos do Ocidente. E apesar de ser certo que as economias periféricas emergentes continuam a crescer, não é menos certo que o seu crescimento se vai desinchando. Isso acontece com uma defasagem temporal que se vem sustentando durante o último lustro, mas que poderia ser corrigida proximamente de maneira abrupta.

Ainda que este esclarecimento deva ser associado ao facto de que se verificou uma mudança significativa na geografia económica mundial, sobretudo ao longo da última década. Portanto, agora uma parte significativa da periferia apresenta níveis relativos de desenvolvimento industrial, militar, urbano, etc que a tornam menos submissa à hierarquia global tradicional do capitalismo, mais independente do ponto de vista político. Medida em "paridade de poder de compra", a soma dos PIB de três países periféricos – Brasil, Índia e China – hoje é equivalente à das grandes economias ocidentais (Inglaterra, França, Canadá, Itália, Alemanha e Estados Unidos) e o comércio entre os países do Sul é quase igual ao que existe entre os países do Norte.

O futuro agravamento da deterioração do capitalismo global abre portanto importantes espaços de autonomia na periferia, que agora conta com bases produtivas e culturais que lhe poderiam permitir atravessar com maior facilidade as barreiras burguesas e defender-se de eventuais agressões externas. Pensemos por exemplo na onda de movimentos sociais e nos crescimentos produtivos da América Latina na última década, na China passando de 50 milhões para 230 milhões de operários industriais num quarto de século, numa periferia onde as comunicações expandiram-se exponencialmente: a massificação da Internet em princípios da década passada era uma marca característica dos países centrais, mas actualmente na periferia os utilizadores de Internet superam as 1500 milhões de pessoas contra pouco mais de 600 milhões nos países centrais.








Isto nos leva ao primeiro indicador da decadência global: o declínio sem substituição à vista do centro dominante (ocidental) do sistema. A integração (política, militar, financeira, etc) das grandes potências capitalistas em torno dos Estados Unidos moldou uma espécie de imperialismo colectivo que só um grau muito avançado da decadência poderia chegar a desfazer. Por outro lado, nenhuma das economias importantes da periferia está em condições de ser converter em super-potência imperialista planetária. Fica colocada a possibilidade teórica de um capitalismo mundial sem centro imperialista, ou seja, sem um amo capaz de impor regras de jogo ao conjunto do sistema diante do qual estas regras seriam o resultado de uma espécie de idílica harmonia universal. Desse modo, uma formação social essencialmente autoritária conseguiria funcionar de modo democrático no plano internacional estabelecendo regras de jogo minimamente estáveis: um verdadeiro milagre histórico. A outra alternativa seria a do funcionamento do sistema sem regras de jogo estáveis a reproduzir-se positivamente em meio ao caos: um milagre histórico ainda maior.

A este indicador decisivo é possível acrescentar outros como a tendência (desde os anos 1970 até o presente) à desaceleração do crescimento global, a hipertrofia (hegemónica) as redes financeiras cuja expansão entrou no nível da metástase invadindo-degradando a totalidade do sistema global, a evidência de rendimentos produtivos decrescentes da revolução tecnológica que submetida à dinâmica do capitalismo parasitário vai-se convertendo num factor de destruição líquida de forças produtivas, o estancamento ou declínio na extracção de recursos naturais não renováveis decisivos (como por exemplo o petróleo), a decadência do estado burguês, sua transformação nos países centrais num aparelho manipulado por bandos mafiosos, a desintegração social no centro, principalmente nos Estados Unidos.

As diferentes "crises" das últimas quatro décadas ficam portanto inscritas num processo de decadência sistémica de longa duração. A última crise iniciada em 2007-2008 inaugurou uma etapa em que a decadência experimenta um gigantesco salto qualitativo. A tendência iniciada nos anos 1970 para a redução das taxas de crescimento económico global começa a bater no piso: o fatídico crescimento zero. Ele já chegou para a União Europeia, para o Japão que depois de atravessá-lo agora navega na recessão e para os Estados Unidos, esgotam suas últimas artimanhas financeiras. As reactivações são cada vez mais custos e menos eficazes.

Os países centrais já se encontram a percorrer uma nova etapa em que o desemprego em grande escala, a concentração acelerada de rendimentos e o desmantelamento de tecidos produtivos passam a ser aspectos "normais" da sua vida económica e onde os discursos acerca de uma futura recomposição perderam toda a credibilidade. O que parecia ser uma fanfarronada de especialistas quando em Agosto de 2012 o banco francês Natixis anunciava que "a crise na zona euro pode durar até vinte anos" surge hoje como um prognóstico relativamente realista [6] . O que não parece realista é supor que a "zona euro" poderia sobreviver como espaço monetário comum durante duas décadas de contracção económica permanente, salvo se a referência futurista à "zona euro" limitar-se ao espaço geográfico.

É necessário ir mais além da economia integrando-a à totalidade social, o que nos permite descrever estratégias, interacções perversas entre estruturas militares, financeiras, mediáticas, religiosas, parlamentares, etc das potências centrais, ou seja, mecanismos de reprodução do sistema cujos manipuladores submergem-se no pântano do desespero, da psicologia do náufrago sem esperança. O capitalismo global bloqueado do ponto de vista económico elabora e põe em execução estratégias político-militares de rapina periférica destinadas a apropriar-se e explorar intensamente até ao esgotamento o conjunto de recursos naturais do planeta e espremer até a sua extinção os mercados periféricos compensando assim a redução dos benefícios produtivos e dos mercados internos centrais. A apontar contra a maior parte do território global e uma população de vários milhares de milhões de pessoas que o habitam, a referida estratégia ameaça provocar o maior desastre humano e ambiental da história.

Seria a liquidação a periferia, devorada numa poucas décadas. Mas a história do capitalismo, desde a sua origem, é a da articulação imperialista entre centro e periferia. Sendo esta última a base central na reprodução ampliada da civilização burguesa, a sua destruição integral equivaleria à anulação de um pilar decisivo do sistema. Mais ainda: se visualizarmos o "centro" e a "periferia" como formas específicas da totalidade capitalista mundial (não há desenvolvimento no centro sem subdesenvolvimento na periferia) a anulação do subúrbio global, sua transformação num caos não é o esmagamento de uma realidade externa e sim de um espaço inferior interno estreitamente inter-relacionado com os níveis superiores do sistema global através de um conjunto de redes visíveis e invisíveis, de infinitas inter-penetrações. A destruição [portanto] é a auto-destruição do mundo burguês, da sua história, de subsistemas decisivos para a sua reprodução.

A destruição do Iraque, do Afeganistão, da Líbia, da Síria, do México e das próximas vítimas pode chegar a ser pensada pelos membros mais duros das elites imperiais como uma auto-destruição parcial, sacrifício necessário para a sobrevivência do sistema. Nesse caso, encontramo-nos perante um pensamento delirante, uma profunda crise de percepção da realidade cindida artificialmente entre dois planetas: o próprio, humano, desenvolvido, e o outro, simiesco, inferior, subdesenvolvido, condenado a perecer. Mas as estratégias imperiais não se limitam a circular pelo mundo imaginário, golpeiam o mundo real e ao fazê-lo desestruturam o sistema na sua totalidade: a destruição da periferia converte-se em auto-destruição do capitalismo como totalidade universal.

As origens: do parasitismo ao capitalismo industrial

O Ocidente iniciou sua corrida imperial com uma primeira arremetida que terminou em fracasso. Ao despertar o segundo milénio produziram-se paralelamente fenómenos cuja interacção criou as bases para uma grande transformação social. As cruzadas foram a primeira tentativa séria, em grande escala, de ocupação e saqueio colonial de um espaço rico e o seu longo desenvolvimento engendrou mudanças e ampliações significativas das actividades militares. Por outro lado, redes de mercadores e banqueiros começaram a instalar-se implantando embriões de capitalismo.

Na mesma época, impulsionado por um sector "modernizador" da igreja, os monges cisterciences, desenvolveu-se um conjunto de inovações técnicas que alguns historiadores qualificam como "primeira revolução industrial". Elas causaram transformações da produção agrícola em espaços limitados da Europa ocidental (introdução do moinho hidráulico, do arado metálico, difusão de melhoras de sementes, etc). Também foram dados importantes passos estabelecendo elementos embrionários para futuros desenvolvimentos da ciência moderna. Um dos seus capítulos decisivos foi a dessacralização da "natureza", sua percepção como realidade externa, hostil mas que podia ser racionalizada, controlada, explorada, base das grandes revoluções tecnológicas do capitalismo... e do desastre ambiental que agora experimentamos [7] .

Encontramo-nos assim perante o desdobramento de uma grande transformação cultural apoiada no militarismo colonial e em emergências comerciais e financeiras, engendrando desenvolvimentos técnico-produtivos, ideológicos, etc. A ascensão do parasitismo colonial, militar, comercial e financeiro começava a produzir modernidade burguesa.

Mas as cruzadas foram derrotadas. A expansão colonial em direcção ao rico Médio Oriente foi contrariada pela resistência das vítimas, frustrando o saqueio. Por outro lado, os esforços e êxitos iniciais dos saqueadores havia desordenado a sua retaguarda: a cristandade ocidental (o espaço imperialista). A combinação desses processos gerou no Ocidente um retrocesso produtivo geral, lutas intestinas, a deterioração do sistema alimentar e do estado de saúde da população. Tudo isso culminou em meados do século XIV com a "peste negra", epidemia que se expandiu facilmente numa sociedade frágil atravessada pela fome e causou uma gigantesca queda demográfica.

Esse mega desastre significou a sepultura do feudalismo que vinha sendo desestabilizado pela sua expansão interna e externa. Isso incluiu o seu sistema militar: o ano 1348 é o do início da peste negra mas em 1346 verificou-se a batalha de Crecy onde a cavalaria francesa com as suas imponentes e pesadas armaduras, força blindada aparentemente invencível, foi derrotada pela infantaria inglesa assinalando o ocaso da velha configuração social [8] [NT] .

Mas a segunda arremetida colonial teve êxito. A sucessão de ondas de pilhagem e controle da periferia iniciada no século XV culminou, quase quinhentos anos depois, com a dominação total do planeta. Os pilares sobre os quais se instalou a modernidade foram em primeiro lugar a depredação periférica que potenciou a expansão comercial e financeira e, apoiado por esta última, o desenvolvimento das estruturas militares, sua renovação técnica, parte essencial do desenvolvimento de estados despóticos. Foi esse complexo colonial, estatal, militar, comercial e financeiro o pai da modernidade burguesa, acumulando riquezas, destruindo estruturas sociais internas e criando mercados prósperos, açambarcando terras, expulsando camponeses para as cidades, formando desde fins do século XVIII massas de pobres urbanos, mão-de-obra barata do capitalismo industrial. Historicamente não foi o capitalismo produtivo (e a cultura burguesa em geral) o berço do estado moderno, do militarismo e das finanças e sim exactamente o inverso.

Com toda razão, Robert Kurz referia-se às "origens destrutivas do capitalismo" colocando o desenvolvimento militar como o disparador da modernidade [9] . O "Arsenal de Veneza", fábrica militar avançada do século XVI sem cuja existência é impossível explicar o resultado da batalha de Lepanto, ou seja, a vitória estratégica do Ocidente sobre o Império Otomando, foi uma das escolas mais importantes de organização industrial. Suas inovações em matéria de divisão e programação do trabalho assentaram as bases da produção capitalista.

Mas junto ao senhor da guerra, à monarquia despótica, encontrava-se o banqueiro, por sua vez ligado a negócios comerciais. Exemplo: a Casa Fugger, facilitando fundos ao imperador Carlos I e seu descendente Felipe II, titulares de um vasto sistema colonial.

A revolução industrial chegará mais de dois séculos depois, disposta sobre um enorme excedente (surplús) histórico [10] que foi não só acumulação de riquezas coloniais como também disciplinamento social por parte do estado e do seu dispositivo militar.

Desta vez o parasitismo pôde parir capitalismo com tanto êxito que conseguiu ocultar a memória das suas origens e desse modo instalar armadilhas ideológicas destinadas não só a construir legitimidade produtivista como também para confundir tanto os seus partidários como os seus inimigos.

Uróboros.

O mito de uróboros, da serpente que se devora a si mesma atravessa várias civilizações desde a Grécia Clássica até o Antigo Egipto, chegando ao Ocidente medieval. Fundamenta-se na ilusão conservadora de que a serpente começa devorando sua cauda e ao fazê-lo vai regenerando seu próprio corpo num jogo infinito onde o começo é ao mesmo tempo o fim e vice-versa, consumando-se o eterno retorno, a imortalidade do mundo. O mito pareceria encontrar uma referência concreta em casos observáveis desse animal a alimentar-se e suicidar-se ao mesmo tempo. O espectáculo é aterrador.

A confrontação entre o mito e a sua referência real sugere a reflexão em torno do que poderia ser qualificado como "armadilha de uróboros": a civilização burguesa, tal como outras civilizações anteriores em decadência, considera que devorar uma parte mais longínqua, menos próxima da cabeça imperial, recupera forças e dinamiza seu funcionamento. Não experimenta nenhuma sensação de horror, não se angustia e sim, muito pelo contrário, provisoriamente sente-se melhor, melhora a sua auto-estima fundada no esmagamento e pilhagem dos fracos. Para que se ponha em marcha e avance o processo de suicídio é necessário que o suicida realize uma espécie de ruptura psicológica com a parte do seu corpo que está a ser sacrificada. A cauda deixa de ser cauda ou, talvez, passa a ser a cauda de outro animal. A periferia deixa de ser periferia do sistema e converte-se em outro universo, seus habitantes deixam de ser seres humanos. A realidade afasta-se da cabeça, a crise de percepção converte-se em loucura suicida.

O fenómeno tem antecedentes na história do sistema, nos seus mecanismos de reprodução desde as suas origens mais longínquas, atravessando suas etapas mais prósperas.

Dito de outro modo, debaixo das revoluções culturais e produtivas da modernidade, do progresso no seu sentido mais amplo, podemos encontrar pistas que nos conduzem ao actual processo de auto-destruição sistémica global. A dissociação homem-natureza, fundamento das revoluções técnicas da modernidade, converte-se finalmente em degradação ambiental planetária. A exploração imperialista da periferia, interacção desenvolvimento-subdesenvolvimento como motor histórico da expansão global de forças produtivas tende agora ao extermínio de sociedade e recursos naturais, as finanças impulsionadoras de mercados e investimentos industriais transforma-se em devoradora de tecidos produtivos e capacidades de consumo, etc.

O mito de uróboros exprimiu-se na tradição europeia-nórdica como Jörmungander, uma gigantesca serpente cujo crescimento, numa das versões do tema, leva-a a rodear completamente o planeta até chegar à sua própria cauda iniciando-se a autofagia apresentada como o resultado inevitável do êxito do processo expansivo. Este encontra o limite superior, o máximo nível de expansão, não como fronteira externa ao monstro e sim como auto-bloqueio. A solução para a tragédia não passa por persuadir a serpente, totalmente decidida a seguir o rumo escolhido inscrito na sua dinâmica de desenvolvimento, e sim na metamorfose – a transformação radical da besta num ser diferente. Não há outro capitalismo possível, o que abre a perspectiva do pós-capitalismo e instala dramaticamente a sua necessidade histórica.

(1) Robert Kaplan, " El retorno de la Antigüedad" , Ediciones B, Barcelona, 2002.
(2) Juvenal, Satiras, Editorial Gredos, Madrid, 1991, Satira VI.
(3) Angelo Tasca, "El nacimiento del fascismo", pp. 152-153, Crítica, Barcelona, 2000.
4) Max Horkheimer, "Éclipse de la Raison", pp. 29-30, Payot, París, 1974.
(5) Os dados estatísticos aqui assinalados apoiam-se em números dos anos 2011 e 2012.
(6) Natixis, " The euro-zone crisis may last 20 years ", Flash Economics-Economic Research, August 16th 2012 - Nº 534
(7) Jean Gimpel, "La révolution industrielle du Moyen Age", Éditions du Seuil, Paris, 1975.
(8) A batalha de Crecy constituiu um acontecimento decisivo mas não foi a primeira da série. Em 1302 as milícias populares de Courtrai (Bélgica) haviam derrotado a pé, com chuços e lanças, a cavalaria feudal do Conde de Artois. A cavalaria feudal foi-se desmoronando gradualmente, golpeada por uma realidade social em transformação. Em 1415, a batalha de Agincourt, onde novamente a cavalaria francesa foi aniquilada pela infantaria inglesa, encerra definitivamente o ciclo militar do feudalismo. O processo desenvolveu-se ao longo do espaço europeu durante algo mais de um século. Exemplo: a infantaria suíça derrotou a golpes de machado (uma alabarda com mais dois metros de comprimento) a cavalaria austríaca em Morgarten (1315), Laupen (1339), Sempach (1386).
(9) Robert Kurz, "Los orígenes destructivos del capitalismo", 1997,
www.oocities.org/pimientanegra2000/kurz_origen_destructivo_capitalismo.htm
(10) Anouar Abdel Malek, "Political Islam", Socialism in the World, Number 2, Beograd 1978.

[NT] Caso análogo ao da batalha de Aljubarrota, em que a infantaria portuguesa derrotou a cavalaria castelhana. Ver artigo do General Vasco Gonçalves: A Revolução de 1383-85

[*] Professor da Universidade de Buenos Aires. Comunicação apresentada na jornada internacional "CHAVEZ SIEMPRE" Crisis mundial y agresiones imperialistas: Venezuela y las luchas emancipadoras en Nuestra América. Jueves 23 mayo, Auditorio Alcaldía Girardot, Maracay. Tradução de JF.

Este ensaio encontra-se em http://resistir.info/ .

13/Jun/13