sábado, 22 de novembro de 2025

Así opera la representación política de las élites

 


La generalidad de la población dominada ha absorbido el legado cultural de los sectores dominantes, en virtud del axioma según el cual la cultura de la clase dominante es la cultura de las clases dominadas.

 Manuel Acuña Asenjo, analista chileno 

NOCIONES ELEMENTALES

Puede parecer hasta casi infantil aseverar que, en la organización política del Estado, bajo el modo de producción capitalista, tanto los sectores dominantes como los dominados deben actuar debidamente representados por los partidos políticos. 

No es casualidad. El modo de producción capitalista es un modo de dominación, lo cual implica tener presente que los deberes exigidos a las clases dominantes se exigen, con mayor razón, a los sectores dominados pues, como dice el I Ching ‘lo que está arriba está abajo y lo que está abajo está arriba’.

Y, claro. La necesidad de actuar representados bien pudo ser aplicada solamente a los sectores dominantes y no a los dominados; pero, en los modos de dominación, lo que es bueno para quienes dominan ha de serlo, también, para los dominados. Aunque, en verdad, no lo sea. Así ha ocurrido en el pasado, así sucede en el presente y, probablemente, así seguirá haciéndose en el futuro en tanto tales modos perpetúen su vigencia y no les salga al paso alguna fuerza social organizada que busque alterar esa marcha.

RAZONES PARA ESTABLECER TAL REPRESENTACIÓN

Las razones de esa conducta son simples: los dueños del capital, ocupados en acrecentar su riqueza, no tienen tiempo de actuar en política. Quienes no lo poseen han de ser constreñidos a hacerlo pues lo accesorio sigue la suerte de lo principal. 

Sin embargo, también se señala, como causa de esa representación, la necesidad de nominar a personas determinadas por ser imposible que una sociedad sea administrada por todos sus integrantes, afirmación que, a pesar de ser histórica, soslaya la cuestión principal.

Pero, cuidado. Si bien es cierto que el afán de apoderarse de cuotas cada vez más altas de plusvalor mantiene ocupados a los dueños del capital, no quiere decir tal afirmación que así va a continuar sucediendo en el futuro. 

No. El espectacular desarrollo que experimentan las fuerzas productivas, a la vez que libera la fuerza de trabajo necesaria para acrecentar el capital y la reemplaza por maquinaria útil —produciendo, con ello, mayor percepción de plusvalor relativo—, también libera al capitalista de ciertas preocupaciones y le permite incursionar con éxito en la política, haciendo innecesarios algunos cupos de representación. 

La vieja sentencia aquella según la cual ‘al ojo del amo engorda el caballo’ inicia su rápida retirada ante el avance incontenible de la IA. La aparición de algunos empresarios dirigiendo la política nacional, en no pocos países del orbe, es la más preclara manifestación de esa tendencia[1].

La representación política de esos sectores se realiza a través de la democracia que, a su vez, se apoya en la existencia de partidos políticos y elecciones periódicas, libres, secretas e informadas. Quienes no pertenecen a partidos o no quieren dar su voto a los candidatos designados por esas organizaciones políticas pueden, en ciertos casos, votar por independientes aceptados, en esa calidad, por algunos regímenes.

CLASES SOCIALES EN EL Modo de Producción Capitalista (MPC) [2]

En la teoría clásica, dentro del MPC se reconoce la existencia de dos clases antagónicas entre sí que son compradores y vendedores de fuerza o capacidad de trabajo (no ‘izquierda’ y ‘derecha’).

Los compradores de esa mercancía se separan, en la rotación del capital, a su vez, en industriales, comerciantes y banqueros. Si tales segmentos sociales decidieran participar activamente en política, deberían hacerlo debidamente representados. En consecuencia, deberían existir partidos que asumiesen la representación de cada uno de ellos. El problema, sin embargo, es mayor.

En efecto. Las fracciones que componen la clase de compradores de fuerza o capacidad de trabajo no poseen idénticas cuotas de capital. Algunas tienen lo suficiente; otras, no tanto; y muchas de esas fracciones solamente poseen sumas pequeñas que, a menudo, tratan inútilmente de acrecentar. De todas maneras, para todas ellas es muy difícil participar en política; el camino que han elegido las absorbe. 

Se forman, entonces, grupos según el capital que poseen para conformar, de esa manera, fracciones pequeñas, medianas y grandes. Aparecen, así, pequeños, medianos y grandes empresarios que pueden ser industriales, comerciantes o banqueros. Si no pueden participar en política, ¿de dónde, entonces, extraen su representación política?

SEGMENTACIÓN DE LA CLASE VENDEDORA DE FUERZA O CAPACIDAD DE TRABAJO

La clase de los vendedores de fuerza o capacidad de trabajo (proletariado) también se segmenta, en la rotación del capital, de acuerdo al sector patronal en donde pueden vender la única mercancía que poseen: su energía corporal. No por otra circunstancia existen trabajadores industriales, trabajadores del comercio y funcionarios bancarios, que sirven a pequeños, medianos o grandes empresarios.

Sin embargo, esa clase tiene otras variables. En primer lugar, se pueden encontrar en ella ciertas ocupaciones en las cuales el patrón al que sirven no es una persona (natural o jurídica) —como sucede en los empleos normales— sino presenta rostros múltiples. En este caso, tales profesiones dan origen a una fracción de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo, manifestándose en una calidad que los asimila a los pequeños industriales, comerciantes o banqueros. Tal ocurre con las profesiones liberales cuando ellas son ejercidas individualmente. Como sucede con los abogados, médicos o dentistas, entre otros, los taxistas.

No sucede de esa manera cuando esas ocupaciones liberales o ‘profesiones’ se venden a una empresa particular o fiscal; en ese caso, se trata de la venta de la fuerza o capacidad de trabajo, es decir, de ‘proletariado’.

Ambas categorías constituyen lo que se conoce, vulgarmente, como ‘clase media’, ‘sectores de medio pelo’ o, simplemente, ‘capas medias’, nomenclatura que, aunque difícil de aceptar, ilustra con propiedad su origen o pertenencia. Pero se puede afirmar que, en realidad, es proletariado público o privado del rubro servicios.

INSTINTO DE CLASE/ CONCIENCIA DE CLASE

Contrariamente a lo que se cree, la clase de los vendedores de fuerza o capacidad de trabajo ―o proletariado―, raras veces tiene conciencia de su propia condición. La concepción romántica de ese proletariado que, por sí solo, puede construir su propio destino es una de las causas de los grandes fracasos experimentados a lo largo de la historia.

Lo real es que la generalidad de la población dominada de una nación ha absorbido el legado cultural de los sectores dominantes, en virtud del axioma según el cual la cultura de la clase dominante ―y sus fracciones―, es la cultura de las clases dominadas; o, dicho de otro modo, ‘aquel que posee el poder material posee, también, su poder espiritual’[3]. Ese segmento posee, en consecuencia, ‘instinto de clase’, lo que implica que se trata de un grupo que no sólo acepta la condición en que se encuentra sino la considerar como el mejor de los sistemas. Pero eso no impide que, en ciertas oportunidades, se rebele o proteste ante las injusticias que observa i experimenta. 

Por lo mismo, su visión de la política no va más allá de considerarla como la lucha por obtener conquistas reivindicativas. Nada más. En consecuencia, no por otra razón algunos ilustres pensadores la han comparado a ‘un saco de patatas’[4]. Esos ‘sacos de patatas’ solamente empiezan a reaccionar sobre su situación cuando sus conversaciones con otros compañeros incorporan el tema de la situación laboral, el rol que les corresponde en la sociedad, y, de esas conversaciones, nacen propuestas que los hacen organizarse en sindicatos, partidos, movimientos sociales, en fin, e iniciar la lucha por llevar adelante la defensa de sus intereses. Se dice, entonces, que han adquirido ‘conciencia de clase’.

Por ello, no debe sorprender que, en no pocas oportunidades, un grupo no despreciable de ese segmento social apoye proposiciones que benefician a sus explotadores. No se trata de ‘fachos pobres’ como, a menudo, y despectivamente, se les trata por parte de la militancia de algunas organizaciones políticas ‘de izquierda’.

 “El «facho pobre» es el ciudadano o ciudadana desencantado, con trabajos de mala calidad, con jornadas extenuantes y sueldos precarios, que vive en entornos degradados, que ya no confía en las instituciones de la democracia. Su voto no es ideológico, sino emocional: más como un castigo a los partidos democráticos llamados tradicionales. El «facho pobre» siente que los derechos ampliados de toda índole no lo incluyen, y que el sistema de democracia ha olvidado su promesa de bienestar”[5].

Estos segmentos de proletariado, son personas para quienes la situación en que se encuentran se ha transformado en ‘su realidad’, ‘su normalidad’. No reaccionan frente a ella y no solamente se niegan a hacerlo sino están convencidos que, realizando lo que se les conmina a hacer, se levantarán de la condición en que están hasta alcanzar el más alto peldaño de la escala social. Son, por ese motivo, ‘trepadores’.

SEGMENTO SOCIAL AL QUE RECURRE LA CLASE DOMINANTE (Y SU FRACCIÓN HEGEMÓNICA) PARA RECLUTAR LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA.

¿Dónde, entonces, ha de reclutar la clase dominante y su fracción hegemónica, la representación política que requiere? ¿Dónde ha de encontrarse la militancia de los partidos de la clase dominante? ¿Dónde ha de conseguirse su dirigencia?

En cierta manera, ya lo hemos dicho: pues, en parte, de esos segmentos.

Como ya lo indicamos, los empresarios ―grandes y medianos (sus hijos y nietos)―, pocas veces incursionan en el campo de la política; lo hicieron en el pasado cuando la propiedad de la tierra les obligaba a velar por esa tenencia desde la dirección política. Hoy están preocupados, más bien, de realizar la técnica que les ha hecho multiplicar su capital, y no de las veleidades del gobierno porque, a menudo, han de compenetrarse acerca de los negocios de sus padres y reemplazarlos cuando éstos hayan muerto. En consecuencia, la clase o fracción de clase de la cual proviene la representación política de los dueños del capital es otra. 

Por regla general. El primer grupo corresponde a estamentos provenientes del sector de pequeños y medianos comerciantes e industriales, de personas que desempeñan profesiones liberales, ex miembros de los institutos armados, empleados particulares o públicos y, en general, de personas consideradas ‘capas medias’. 

En realidad, es proletariado público o privado del rubro servicios, tremendamente individualista, con grandes aspiraciones y muy satisfecho de sí mismo. En este grupo, no es extraño encontrar potenciales delincuentes y, también, personajes ligados a la delincuencia, circunstancia que no impide a los dominadores extraer de tales segmentos sociales a quienes han de realizar las más abominables acciones en contra de los seres humanos. Porque ahí se encuentran los que obedecen sin vacilar las órdenes de sus superiores por descabelladas que sean, aunque provengan de los sectores más explotados.

El segundo segmento social del cual extrae su representación política la clase dominante de la sociedad es aquel que proviene del antiguo modo de producción feudal, es decir, de lo que se conoce como ‘aristocracia’ que no es la misma en los diferentes países.

En Chile, luego de la independencia, la llamada ‘aristocracia castellano/vasca’ no solamente tomó para sí la administración de las tierras de sus padres sino, también, los negocios y asuntos de dirección estatal. Con la imposición del modo de producción capitalista, algunos de estos personajes evolucionaron, se hicieron funcionales a esa nueva forma de producir y pudieron conservar sus privilegios; otros, por el contrario, no lo hicieron; se aferraron a los viejos esquemas y comenzaron a experimentar un acelerado proceso de empobrecimiento. Su salvación fue el desempeño en cargos de dirección estatal. 

Con el tiempo, y al incorporarse otros sectores a esos cargos, comenzó a conformar la burocracia estatal que, hoy, se presenta como una mezcla de aristocracia empobrecida, con sectores ‘de medio pelo’ (capas medias) y elementos del proletariado, asimilados al sistema vigente como se verá de inmediato. ¿Parasitismo? Probablemente. Sin embargo, preferimos reservar ese calificativo para recordarlo quienes no entienden la teoría del valor y siguen creyendo que son los patrones quienes dan trabajo[6]…

En consecuencia, la representación política de los estamentos dominantes no son estamento dominante. Quieren serlo. Intentan serlo. Buscan y ansían serlo. Algunos, incluso, están convencidos de poseer dicha calidad. Por eso son tremendamente individualistas. Pero no lo son. No constituyen parte de los sectores dominantes. Jamás lo serán. Considerarlos  tales constituiría una insensatez: como suponer que los vasallos (en el modo de producción feudal) poseían una calidad igual o superior a los príncipes y reyes.

La representación política de los sectores dominantes es un segmento social que, de una u otra manera, es pagado por quienes necesitan de ellos. Como lo señala un analista, la billetera empresarial se abre solamente para ellos[7]. Quienes pertenecen a esa categoría son empleados del empresariado. Son sus asalariados. Por lo que, en ese sentido, no se diferencian del proletariado. Aunque estén permanentemente subrogando en sus funciones al patrón que les paga: siempre lo harán a la manera del capataz, actuando por él y sin poder, en modo alguno, adquirir su calidad. No conocen la teoría; en realidad, no la necesitan, Y, por tanto, lo que es peor, no les interesa.

ALGUNOS RASGOS QUE IDENTIFICAN A ESTE SECTOR

Las personas que se encuentran en esa calidad, cuando disputan cargos políticos, pueden ser extremadamente peligrosas. Porque la tendencia a elevarse por encima de los demás impulsa a mostrar, a menudo, cualidades que no se poseen; hay que recurrir, entonces, a actuar, a falsear hechos o circunstancias, exhibir seguridad en las afirmaciones y violentarse al ser contradicho. Nace, para imponerse, como forma de relación social, el narcisismo. Pero, como dice un autor,

“Más que la etiqueta de narcisismo nos interesa las consecuencias que dicho proceso desencadena, no sólo en lo individual sino en lo social. Una de ellas es que el campo de batalla ha sido desplazado al interior del individuo. Lo político y lo social ha sido subjetivizado; las relaciones sociales se han psicologizado”[8].

Y ahí se encuentra el peligro. Porque tal actitud desencadena otras emociones, entre ellas el miedo y la rabia a las que, en cierta ocasión, se refirió Humberto Maturana diciendo que

“[…] cuando el miedo sustituye al amor, la convivencia social se destruye”[9].

No debe sorprender que esos segmentos defiendan la permanencia y perseverancia de lo que ha hecho posible lo que existe y su prolongación en el tiempo. No debe sorprender que muchos de ellos sean sujetos autoritarios, vociferantes, a menudo energúmenos, o presenten graves anomalías, algunas, incluso, de carácter necrófilo. 

Del mismo modo, no debe llamar la atención que aborrezcan el cambio y sostengan que el imperio de la cultura vigente jamás ha de alterarse sino, por el contrario, mejorarse. Y es que no solamente están realizados en la conservación del mundo actual sino, además, van a utilizar todos los medios a su alcance para poner fin a cualquier manifestación que pueda amenazarla.

CONCLUSIÓN

Este panorama no es nuevo. Siempre ha existido. Y, no obstante, los movimientos sociales han sabido superarlo. Pero cuando la economía empeora y las veleidades de la forma de acumular se hacen presentes, la situación se agrava, la intranquilidad hace presa de los ‘sectores medios’ y gran parte de los sectores dominados vuelven sus ojos hacia quienes dominan en la esperanza de encontrar apoyo en ellos a sus tribulaciones: las respuestas a esos requerimientos se hacen cada vez más lejanas. Y, también, la ruta hacia adquirir una robusta conciencia de clase. Lo cual podría comenzar a explicar, al menos en parte, algo de lo que está sucediendo a nivel planetario.

Notas

[1] También en el pasado ha ocurrido. Pero en la actualidad es algo más frecuente. La fracción hegemónica que ha tomado el gobierno en USA es una muestra de lo que sucede actualmente. En Chile, Félix Montano advirtió este fenómeno en su artículo “El empresariado toma el control: Sutil, Ibáñez y la derecha bajo presión”, ‘El Clarin’, 5 de agosto de 2025.

[2] MPC Modo de producción capitalista

[3] Véase la obra de Karl Marx ‘Grundisse’.

[4] Véase de Karl Marx  su obra ‘El dieciocho brumario de Luis Bonaparte’.

[5] Vieyra Poseck, Jaime: “¿Quién es el ‘facho pobre’?”, ‘El Clarín’, 13 de noviembre de 2025.

[6] A principios de este mes, un sujeto que se desempeña precisamente en un cargo de la burocracia estatal, llamado Cristián Valenzuela, escribió en La Tercera, una columna intitulada ‘Parásitos’, criticando al resto de esa burocracia. Valenzuela no conoce la teoría del valor; no por otro motivo escribe sandeces; recuerda al cura Hasbún.

[7] Cárdenas Guzmán, Andrés: “La billetera empresarial se abre sólo hacia la derecha”, ‘El Mostrador’, 20 de octubre de 2025.

[8] Jáuregui Balenciaga, Inmaculada: “Psicopatía, Ideología y Sociedad”, Researchgate,  s/fecha de publicación.

[9] Baeza, Catalina: “El peligro a gobernar desde la rabia y el miedo”, ‘El Desconcierto’, 08 noviembre de 2025.

Em

Observatorio de la crisis

https://observatoriocrisis.com/2025/11/21/asi-opera-la-representacion-politica-de-las-elites/

21/11/2025 

sexta-feira, 21 de novembro de 2025

A 50 años de la muerte del dictador: el franquismo después de Franco


Cincuenta años después, el pueblo español no enfrenta solo una coyuntura peligrosa, sino un edificio entero construido sobre la continuidad del franquismo: su cultura política, su arquitectura económica, sus mecanismos de impunidad, sus élites y sus alianzas internacionales.

Carmen Parejo Rendón, periodista española

Este 20 de noviembre se cumplen cincuenta años de la muerte del dictador Francisco Franco. Pero si algo demuestran estas cinco décadas es que, muerto el dictador, no terminó lo que significaba su régimen. Porque lo que movilizó al franquismo no empezó en 1939 ni acabó en 1975, sino que se inició con el golpe de Estado de 1936 —organizado por oligarquías agrarias, financieras y militares— y, con nuevas máscaras, sigue operando hoy.

La Segunda República fue una consecuencia política de una transformación social profunda. España tenía un movimiento obrero poderoso, mujeres que se incorporaban al espacio público, jornaleros que tomaban tierras —como en el trienio bolchevique andaluz— y un hartazgo popular estructurado. Por eso, el bloque golpista reunió a fascistas, tradicionalistas, sectores de la Iglesia, terratenientes y capitalistas. Su enemigo era claro: la España que estaba por venir. Y su respuesta es mundialmente conocida.

La reforma fiscal republicana, la reforma agraria, los derechos laborales, la educación laica y el reconocimiento de las autonomías, fueron demasiado para una clase social que estaba acostumbrada a hacer lo que le daba la gana y que no iba a permitir perder ni un poco de su poder. Así no solo promovieron un golpe de Estado que desembocó en una guerra, sino que después reorganizaron el país para que nada volviera a moverse. El famoso «atado y bien atado» de Franco.

El bloque golpista reunió a fascistas, tradicionalistas, sectores de la Iglesia, terratenientes y capitalistas. Su enemigo era claro: la España que estaba por venir.

El franquismo no solo aniquiló físicamente a la izquierda organizada. Impulsó un modelo de acumulación basado en el expolio, el trabajo esclavo y las concesiones a dedo. Los March, Koplowitz, Entrecanales o Villar Mir consolidaron imperios empresariales al calor de ese Estado. Luego, en 1959, vino la «modernización»: el Plan de Estabilización de Alberto Ullastres que desmanteló industrias, expulsó trabajadores hacia Europa y subordinó la economía al capital internacional. La transición no rompió ese ciclo, lo adaptó a las nuevas circunstancias. Y así estas élites, paridas por la dictadura, se proyectaron hacia el exterior, especialmente hacia una América Latina mutilada por otras dictaduras (de carácter similar), como las del Plan Cóndor, donde el capital español encontró nuevas vías para seguir ganando la guerra contra el pueblo que había comenzado en 1936.

El encargado de garantizar esa continuidad fue Juan Carlos de Borbón, el rey que Franco colocó a dedo. Y que, lejos de traicionar al régimen, lo administró con fidelidad, como él mismo reconoce —con emoción filial— en su reciente biografía, publicada precisamente por el Grupo Planeta, cuyo fundador participó en el golpe contra la República y llegó con las tropas franquistas a Barcelona. Desde su creación en 1949, Planeta ha levantado un imperio editorial que actúa prácticamente como un monopolio: ha absorbido sellos, adquirido canales televisivos y medios de comunicación y consolidado un poder cultural concentrado que es fundamental para entender la España actual.

Así, hoy, ese monarca impuesto —el «rey emérito»— es una suerte de prófugo institucionalizado: vive fuera del país, pero entra y sale como quiere, sin responder por los numerosos casos de corrupción que lo rodean. Las investigaciones sobre sus comisiones millonarias en operaciones internacionales, muchas de ellas conectadas con la red de relaciones que tejió en pleno franquismo y que consolidó una vez coronado, son la expresión más nítida de una institución construida desde la impunidad.

Juan Carlos no solo agradece a Franco el trono, sino que encarna el modelo de inmunidad y acumulación que define a las élites españolas surgidas de la dictadura. Un modelo que excede a la monarquía y que encuentra su reflejo también en el Grupo Planeta: un gigante cultural, como dijimos, nacido del golpe del 36, blindado durante el franquismo y convertido hoy en un actor casi hegemónico en la producción del sentido común para la sociedad en España. La historia de ambos —el rey y el imperio editorial que publica su biografía— muestra la misma lógica estructural: continuidad, concentración y protección.

Juan Carlos no solo agradece a Franco el trono, sino que encarna el modelo de inmunidad y acumulación que define a las élites españolas surgidas de la dictadura.

Porque si el poder económico y político del franquismo se recicló, no podemos afirmar lo mismo de su base ideológica. El franquismo sigue operando hoy en España como un relato mítico sostenido que sirve para anular las posibilidades de crítica o transformación, incluso sí estas son mínimas. 

A través del Movimiento Nacional, Falange y la Iglesia, se moldeó una cultura autoritaria y nacional-católica que nunca fue desmantelada. A las mujeres se las devolvió a la obediencia doméstica con el «manual de la buena esposa»; a los trabajadores se les delegó a la obediencia a los «proveedores», que es como el Fuero del Trabajo denominaba a los patrones. Solo así se garantizaba una «España de paz» que sirve, además, como una amenaza constante. Si tocas, aunque sea mínimamente, los intereses y arbitrariedades de estos, volverá la guerra. 

Hoy, esa pedagogía del orden revive como parodia entre ‘influencers’ que reivindican a Franco entre memes y banderas, sin saber lo que realmente fue. Pero no es solo ignorancia: es una consecuencia directa de una transición que no explicó que el franquismo fue terrorismo de Estado al servicio del capital.

Por eso no sorprende que cincuenta años después, el franquismo siga en el núcleo del Estado, tanto en la fortuna blindada del rey emérito, como en las grandes empresas que cotizan en el IBEX 35. En el poder cultural concentrado. Pero también en la judicatura que actúa como policía política, porque tampoco aprendieron —nadie les enseñó ni les recriminó— que debiesen actuar de otra manera.

La extrema derecha europea lo sabe, y por eso había elegido el 20N para movilizarse en Madrid. La expresión visible de un ecosistema reaccionario global en plena expansión, donde partidos, ‘think tanks’, ‘lobbies’ religiosos, magnates mediáticos e ‘influencers’ comparten estrategias, financiación, discursos y objetivos. Vox y la Comunidad de Madrid se han convertido en uno de los nodos principales de esa red: un laboratorio político donde se ensayan políticas liberales extremas, ofensivas culturales ultraconservadoras y una estética abiertamente fascistizante. 

Allí convergen actores de la derecha extrema de EE.UU., Italia, Argentina, Venezuela, Brasil o Polonia, todos articulados en una misma internacional reaccionaria.

50 años después de la muerte de Franco: jóvenes en España que no vivieron la dictadura se radicalizan

En paralelo, Europa avanza hacia un modelo cada vez más autoritario: leyes mordaza, vigilancia reforzada, criminalización del disenso y recortes de libertades independientemente de quién gobierne. Todo ello acompañado de un proceso de expolio social: privatización de servicios públicos, degradación de derechos laborales y transferencia sistemática de recursos colectivos a grandes empresas. 

Y como columna vertebral de esta reconfiguración, el militarismo europeo se consolida como un nuevo eje de acumulación del capital. La supuesta «ayuda a Ucrania» anunciada por Pedro Sánchez es un ejemplo: dinero público canalizado hacia el complejo militar-industrial español (Indra y otros) y hacia las corporaciones armamentísticas estadounidenses, bajo un relato «humanitario» destinado a encubrir lo esencial: las guerras se han convertido en el gran negocio del capitalismo europeo en crisis.

Cincuenta años después, el pueblo español no enfrenta solo una coyuntura peligrosa, sino un edificio entero construido sobre la continuidad del franquismo: su cultura política, su arquitectura económica, sus mecanismos de impunidad, sus élites y sus alianzas internacionales.

Franco murió. El franquismo —y lo que significa— sigue vivo

Em

OBSERVATORIO DE LA CRISIS

https://observatoriocrisis.com/2025/11/20/a-50-anos-de-la-muerte-del-dictador-el-franquismo-despues-de-franco/

20/11/2025 

quarta-feira, 19 de novembro de 2025

El gobierno de Trump juega con fuego, y nadie le advierte


ATILIO BORON


Deberían informarle a Trump que el resultado de su apuesta a la violencia militar puede ser un Armagedón nuclear de catastróficas proporciones y que debe cesar en su agresión militar contra Venezuela

El inusitado despliegue de naves de guerra de los EEUU en el Caribe y, sobre todo, en las inmediaciones del mar territorial de Venezuela, es concreción de las múltiples declaraciones de Trump y de altos funcionarios de su gobierno que llevan meses anunciando que en relación a Venezuela "todas las opciones están sobre la mesa."

El objetivo: producir el tan ansiado "cambio de régimen", por lo cual dicho país tiene grandes chances de ser objeto de una acrecentada agresión militar. De hecho ésta ya comenzó: 20 botes destruidos en aguas del Caribe y también del Pacífico, con 76 personas asesinadas extrajudicialmente por orden de Trump hablan de una guerra que ya ha comenzado.i

El pretexto de que se trataba de "narcolanchas" y que sus ocupantes eran narcotraficantes es una burda patraña que ninguna persona medianamente sensata puede creer. No hay evidencia alguna que sustente los dichos de la Casa Blanca: no se detuvo ni se se identificó a los que iban en los botes, no se los interrogó para saber quiénes eran sus jefes y así avanzar en el combate al narcotráfico y tampoco se incautó la supuesta droga. Lo más probable, como lo dijeran los presidentes de Venezuela y Colombia, era que las infortunadas víctimas fuesen humildes pescadores o migrantes.

Los narcotraficantes cuidan sus negocios y no son tan estúpidos como para aventarse a mar abierta cuando todos los ojos de las fuerzas armadas de EEUU están vigilando con naves y drones cada centímetro del Caribe. Pero el sórdido personaje que preside la Casa Blanca quería hacer una demostración de fuerza y enviar un mensaje a otros actores del sistema internacional -a sus aliados tanto como a sus adversarios y enemigos- y ordenó esos criminales ataques para que todo el mundo tomara nota de que EEUU "era grande otra vez" y había recuperado el cetro del matón del barrio, que podía actuar con total impunidad y que de ahora en más sus deseos serían órdenes que debían obedecerse sin chistar.

En un excelente artículo publicado pocos días atrás Vijay Prashad pasaba revista a los antecedentes históricos de las distintas modalidades de intervencionismo militar estadounidense, todas las cuales tienen, según este autor, muy escasas posibilidades de éxito en el caso de la actual ofensiva en contra de la República Bolivariana de Venezuela.ii

Veamos. Una de ellas, inspirada en la experiencia del golpe de Estado de 1964 en Brasil, consiste en desplazar un numeroso contingente militar en aguas territoriales - en aquel caso en Río de Janeiro- y que el solo despliegue del formidable poderío naval norteamericano anime a los sectores de la extrema derecha a tomar las calles, producir todo tipo de desmanes, armar sangrientas guarimbas, lo que provocaría un quiebre en las fuerzas armadas bolivarianas y el rápido tránsito de un sector de ellas al campo de la oposición fascista precipitando la ruptura del orden constitucional y la destitución del presidente Nicolás Maduro. Ni Prashad ni el autor de estas líneas le asignan chance alguna a esta conjetura.

El segundo escenario es lo que nuestro autor llama "opción Panamá", por la decisión tomada por Washington en 1989 de enviar un contingente de tropas especializadas para capturar al presidente Manuel Noriega y llevarlo prisionero a EEUU. Esa operación fue fieramente resistida por la desarmada población panameña y requirió de la movilización de unos 26.000 efectivos e insumió casi un mes de combates. Replicarla en un país del tamaño territorial y poblacional de Venezuela exigiría movilizar una fuerza expedicionaria de varios cientos de miles de efectivos para luchar contra un ejército bien pertrechado y milicias populares armadas. Esas condiciones para nada se dan en Venezuela.

La tercera modalidad sería la que Prashad denomina la "opción Irak": bombardeos masivos contra Caracas y otras ciudades provocando grandes destrozos, ocupar infraestructuras clave -electricidad, agua, servicios esenciales- sembrar el pánico en la población y desmoralizar y dividir a las fuerzas armadas, seguida de intentos de linchamiento del alto liderazgo venezolano.

Pero como señala nuestro autor, a diferencia del caso iraquí, en Venezuela el arraigo del chavismo en los barrios populares, su alto grado de organización -y de conciencia antiimperialista- y la identificación de las fuerzas armadas con el proyecto bolivariano frustrarían de cuajo esa iniciativa. Pueden hacer mucho daño y provocar muchas muertes, pero el gobierno bolivariano seguiría firme en sus puestos de mando.

Otra alternativa que no hay que descartar porque ha sido reiteradamente utilizada por EEUU es una "operación terrorista de falsa bandera." El imperio podría, por ejemplo, montar un ataque a alguna de las naves que están en la zona, o en las cercanías de Trinidad y Tobago, o Puerto Rico, o un atentado contra alguna sede de una embajada de EEUU o inclusive dentro de del país. Tal es la desesperación por apoderarse del petróleo venezolano que los delincuentes que pululan alrededor de la Casa Blanca serían capaces de ordenar la realización de un autoatentado, como detonar una bomba en Times Square o en la Grand Central Station de Nueva York para culpar al "régimen" de Maduro de esos crímenes y así justificar la agresión que entonces sería presentada como "defensiva." Sin embargo, claro está que esto no soluciona los inconvenientes expuestos más arriba.

La quinta opción sería la de un magnicidio que pondría abrupto fin a la presidencia de Nicolás Maduro. La tecnología utilizada por los israelíes para estos efectos ha sido probada con la eliminación de buena parte de la dirigencia de Hamas y de Hezbollah. Recordemos que ya lo intentaron contra Maduro con dos drones en 2018, y el ataque fue repelido.

Es probable que teniendo en cuenta que las dieciocho organizaciones que conforman la Comunidad de Inteligencia de EEUU (¡Sic!) y que en total se estima emplean aproximadamente un millón cuatrocientos mil agentes, unos cuantos cientos de ellos se encuentren estacionados y operando en Venezuela desde hace tiempo, y que hayan reclutado no pocos colaboradores locales entre la derecha y la ultraderecha fascistoide.iii

Pero una operación de este tipo, en el muy poco probable caso de que tuviera éxito y asesinase al presidente Maduro, no necesariamente produciría el tan anhelado "cambio de régimen" que persigue Washington. El chavismo es una fuerza telúrica en Venezuela, es la expresión más genuina de la soberanía popular y el legado de la siembra de Simón Bolívar, y sobreviviría a estas lamentables vicisitudes en el improbable caso que se produjeran. Habría un recambio en el liderazgo, sin duda, impuesto por las circunstancias, pero la revolución bolivariana continuaría su curso.

Ahora bien: así planteada las cosas conviene ampliar el foco de esta reflexión para tomar nota del contexto internacional en el que se produciría la agresión militar yanqui. Un dato decisivo del mismo es la mutación experimentada en años recientes y que provocó el derrumbe del unipolarismo norteamericano y la emergencia de un sistema internacional multipolar o policéntrico cuyos puntales: China, Rusia, Irán, India, los BRICS en general, ya adquirieron una gravitación económica superior al de los países del G7, es decir, a EEUU y sus indignos vasallos: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y el Reino Unido. Y quien dice gravitación económica también dice gravitación política, cultural (tomar nota de la "des-occidentalización" de la vieja periferia colonial), diplomática y militar.

Súmesele a lo anterior los claros indicios de la declinación del poderío estadounidense, advertido hasta por los más furiosos exégetas del imperialismo, en la galaxia de las nuevas tecnologías de la información, la comunicación y la robótica y la declinante presencia del dólar en la economía mundial para perfilar los contornos de un nuevo sistema internacional post-hegemónico y en el cual el retorno a la "diplomacia de las cañoneras" podría tentar a otros actores del sistema internacional a seguir el (mal) ejemplo de EEUU.

Si la fuerza bruta es ahora la que rige el funcionamiento de las relaciones internacionales, ¿qué razones tendría China para esperar hasta el año 2049, cuando se cumpla el primer centenario de la Revolución, para reintegrar a la provincia rebelde de Taiwán a la jurisdicción nacional? ¿Por qué no imitar a EEUU y hacerlo ahora, sacando partido de su enorme superioridad militar y del hecho que Washington está involucrado en una guerra costosa y prolongada en su propio vecindario? ¿Cómo reaccionaría EEUU, empantanado en una guerra imposible de ganar en Venezuela, ante semejante movida militar de Beijing? ¿Sacaría sus tropas de la república bolivariana, en caótica huida como hicieron en Afganistán, cruzando medio mundo para enfrentar al país que según todos los documentos oficiales de EEUU designan como un ente maligno y su enemigo número uno, el rival a vencer? ¿O Washington se limitaría a pedir una sesión urgente del Consejo de Seguridad, lo cual provocaría una risotada universal?

¿Enviaría de apuro al portaaviones USS Gerald Ford otra vez hacia el Asia Meridional, adonde llegaría luego de dos semanas de marcha forzada? ¿Borraría con el codo sus décadas de apoyo incondicional a Taiwán, y arrojaría a la basura los centenares de miles de millones de dólares transferidos a esa isla como ayuda militar y económica? Conviene que los asesores y expertos de la Casa Blanca piensen en estas cosas antes de escalar la agresión en contra de Venezuela.

Lo que Trump está amenazando hacer ilumina la gran diferencia existente entre la situación de una Venezuela -por ahora solamente amenazada- y la de Ucrania. ¿Cómo es esto? Washington está por atacar militarmente a un país que hace diez años sufre un bloqueo dispuesto por Barack Obama y que no representa amenaza alguna para la seguridad nacional estadounidense. Ucrania, en cambio, sufrió un golpe de estado pergeñado por la Administración Obama, destituyó a un gobierno legítimamente electo y que contaba con la bendición de la Unión Europea, que tenía relaciones normales con Moscú y lo reemplazó por una sucesión de gobiernos neofascistas que desde el día uno comenzaron a atacar a la minoría rusófona de Ucrania.

No sólo eso: la OTAN, la mayor organización criminal del mundo (Noam Chomsky dixit), estaba tratando de incorporar a Ucrania a sus filas, lo cual planteaba una amenaza existencial a la seguridad nacional rusa. Por eso Moscú no tuvo otra alternativa que lanzar su "operación militar especial", una guerra preventiva ante las claras señales de agresión que procedían de Ucrania convertida en un proxy de EEUU y la OTAN. Como lo explicó de manera irrefutable John Mearsheimer, profesor de la Universidad de Chicago, "el argumento con el que me identifico, y que es claramente la opinión minoritaria en Occidente, es que EEUU y sus aliados provocaron la guerra." iv Jeffrey Sachs, economista de la Universidad de Columbia sostiene esta misma tesis con mucha información adicional en el video que citamos más abajo.v

Ninguna de estas condiciones se aplica al caso venezolano que, preciso es reiterarlo, no menoscaba en lo más mínimo a la seguridad nacional estadounidense. Más allá de sus diferencias ideológicas y del talante agresivo de Washington el gobierno venezolano nunca dejó de venderle petróleo a EEUU. Por eso, tal como se hizo para legitimar la invasión y destrucción de Irak a partir del 2003, la Casa Blanca apela a la invención de un relato fantasioso y falaz, una narrativa ridícula según la cual el presidente Nicolás Maduro sería el jefe de un fantasmagórico "Cartel de los Soles" cuya existencia es tan verídica como las "armas de destrucción masiva" que presuntamente existían en Irak, y que en tal condición está condenando a muerte a decenas de miles de ciudadanos estadounidenses.

Dadas todas estas consideraciones sería bueno que Trump prestara atención a las declaraciones emitidas por Moscú y Beijing, rechazando la opción militar para resolver conflictos internacionales. Latinoamérica y el Caribe, ambas dijeron, no son patio trasero de nadie. La prepotencia de un Trump sobre el cual pesan numerosas acusaciones en sede judicial, a las cuales se agregó en días recientes la de pedofilia, atizaría la hoguera en los numerosos focos de tensión que pondrían al mundo en peligro ante una posible escalada nuclear y que obligaría a Washington a pelear y desangrarse en diversos frentes bélicos.

Por ejemplo, recalentar la pugna entre la India y Pakistán, dos potencias atómicas menores, estimulada por el ejemplo de EEUU atacando a Venezuela. O la interminable disputa del sionismo israelí con sus vecinos, principalmente Siria, a quien Tel Aviv despojó de los cruciales Altos del Golán, y de la ayuda del Líbano e Irán. O de la República Democrática de Corea, una pequeña potencia atómica, contra Corea del Sur. Las fuerzas armadas del imperio se encontrarían ante un cúmulo de conflictos que debilitarían muchísimo la defensa del propio territorio norteamericano.

Es sabido que el petróleo venezolano, la mayor reserva del mundo, ejerce una "atracción fatal" sobre los administradores del imperio. Pero algunos asesores deberían informarle al incompetente gabinete de Trump 2.0 que el resultado final de su apuesta a la violencia militar puede ser un Armagedón nuclear de catastróficas proporciones y que debe cesar en su agresión militar contra Venezuela y apostar por la negociación diplomática, haciendo oídos sordos a los fascistas venezolanos encabezados por María Corina Machado, máxima cultora de la violencia en ese país, y a la prédica de los delincuentes miameros que de la mano de Marco Rubio han desembarcado en Washington cegados por su odio a la Revolución Cubana y al chavismo.

Informarle también al presidente que en un ejercicio de simulación realizado por el programa de "Ciencia y Seguridad Global" de la Universidad de Princeton se concluyó que un conflicto en el que EEUU y Rusia apelaran a sus arsenales nucleares "90 millones de personas morirían o resultarían heridas solo en las primeras horas del conflicto."vi

Y en ese momento nada importaría quien se haya apoderado de petróleo venezolano, saudí o de donde fuera porque en pocas semanas la nube atómica resultante del bombardeo nuclear acabaría con todas las formas de vida del planeta. Sería la primera vez que una guerra que EEUU promovió siempre lejos de su casa: en Europa, en Asia meridional, en el norte de África tenga por tétrico escenario las grandes ciudades estadounidenses.

Primera, agreguemos, y última vez, porque después no habría otra. Aquí cabe reproducir la respuesta que Albert Einstein le diera a un periodista que le preguntó si sabía como sería la tercera guerra mundial. Su respuesta ahorra miles de argumentos: "No se cómo será la tercera guerra mundial, solo sé que la cuarta será con piedras y lanzas." Eso si sobrevivimos a veinte años de invierno nuclear.

----

Notas:

i Cifras al 9 de noviembre del 2025.

ii Ver su "EEUU continúa su intento de derrocar la Revolución Bolivariana de Venezuela", Boletín 45 (2025) del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

iii https://www.intelligence.gov/how-the-ic-works/myth-vs-fact-quiz#:~:text=Intelligence%20Community%20employees%20can't,world's%20most%20exclusive%20social%20networks!

iv https://www.sinpermiso.info/textos/quien-causo-la-guerra-de-ucrania

v Ver la amplia explicación de Sachs en este video: https://www.youtube.com/watch?v=7x5enM9Mo4M

vi Cf. https://www.elperiodico.com/es/tendencias-21/20220308/guerra-nuclear-tendria-horas-victimas-13338816

www.telesurtv.net



----

Texto completo en: https://www.lahain
e.org/mundo.php/el-gobierno-de-trump-juega-con-fuego

Em

LAHAINE

https://www.lahaine.org/mundo.php/el-gobierno-de-trump-juega-con-fuego

18/11/2025 

domingo, 16 de novembro de 2025

Regra da lei rentista: porque a Ásia Central foi condenada ao fracasso

 


Michael Hudson [*]

Escrevi a introdução de Rentier Capitalism and its Discontents: Power, Morality and Resistance in Central Asia, de Balihar Sanghera e Elmira Satybaldieva (Palgrave Macmillan, 2021). A minha análise na próxima discussão com Nima será baseada no trabalho de ambos e no texto abaixo. Mas antes, aqui está o que disse Satybaldieva sobre a mudança de rumo de Trump em relação aos metais raros:

Jantar na Casa Branca com presidentes de países da Ásia Central.

"Estamos a assistir a uma competição neoimperialista pelos minerais raros. A nova embaixadora dos EUA no Cazaquistão, Julie Stufft, afirmou que o Cazaquistão é capaz de satisfazer 50% da procura dos EUA por recursos raros. Ela apelou à rápida extração de recursos e sugeriu a exportação dos recursos extraídos através da rota transcaspiana.

"Os EUA estão particularmente interessados na mineração de tungsténio. A empresa norte-americana Cove Kaz Capital planeia desenvolver grandes depósitos deste metal estrategicamente importante no Cazaquistão (Verkhne-Kairatinskoye e North Katpar).

"Os EUA consideram o tungsténio um recurso fundamental para a indústria de defesa, utilizado na produção de munições, blindagens e equipamentos especiais. O objetivo do lado americano é reduzir a dependência da China em relação a este metal.

"As negociações estão a ser conduzidas pelo secretário de Comércio dos EUA, Howard Lutnick, que anteriormente participou num acordo bem-sucedido entre a empresa americana Wabtec e a Kazakhstan Railways.

"Está proposta uma joint venture entre a Cove Kaz Capital e o Fundo Samruk-Kazyna do Cazaquistão. A empresa americana planeia não só extrair, mas também processar tungsténio no Cazaquistão e, em seguida, fornecê-lo aos EUA. O Cazaquistão receberá uma parte dos lucros, mas o controlo sobre o projeto provavelmente permanecerá com o lado americano.

"Os Estados Unidos estão a considerar o apoio financeiro ao projeto através de agências governamentais, mas não planeiam participar diretamente no capital da empresa.

"Este projeto faz parte de uma estratégia mais ampla dos EUA para reduzir a dependência da China no fornecimento de recursos críticos. A China também está a mostrar interesse em desenvolver os depósitos do Cazaquistão, oferecendo condições mais favoráveis.

"Há uma semana, o ministro da Economia do Cazaquistão, Serik Zhumangarin, reuniu-se com empresários americanos em Washington, onde apresentou o potencial de investimento do Cazaquistão. Parece que os Estados Unidos agora conquistaram outro mineral estratégico no Cazaquistão".

Minha introdução ao livro deles:

A tragédia neoliberal da Ásia Central

O capitalismo rentista e os seus descontentes.

Em meados da década de 1980, as autoridades soviéticas viram a necessidade de abrir sua economia na esperança de alcançar a inovação e a produtividade ao estilo ocidental. Essa foi a década em que Margaret Thatcher e Ronald Reagan patrocinaram as políticas neoliberais pró-financeiras que polarizaram as economias dos EUA, da Grã-Bretanha e de outros países e as sobrecarregaram com despesas gerais rentistas.

A União Soviética seguiu uma política de privatização muito mais extrema do que qualquer coisa que o Ocidente social-democrata houvesse tolerado. Em dezembro de 1990, concordou em adotar o plano neoliberal apresentado em Houston pelo Fundo Monetário Internacional (FMI), o Banco Mundial, a Organização para a Cooperação e Desenvolvimento Económico (OCDE) e o Banco Europeu para a Reconstrução e o Desenvolvimento (BERD) para transferir propriedades até então públicas para mãos privadas. A promessa era que os privatizadores encontrariam o seu interesse na produção abundante de novas habitações, bens de consumo e prosperidade.

Os líderes soviéticos acreditavam que os conselhos neoliberais que receberam eram sobre como seguir o caminho pelo qual as nações industrializadas avançadas se tinham desenvolvido e tornado a sua prosperidade tão atraente. Mas os conselhos acabaram por ser sobre como abrir as suas economias e permitir que os EUA e outros investidores estrangeiros ganhassem dinheiro com as antigas repúblicas soviéticas, criando oligarquias clientes do tipo que a diplomacia dos EUA tinha instalado na América Latina e noutros Estados fantoches. O isolamento da antiga União Soviética durante a Guerra Fria deu lugar à transformação das suas repúblicas em presas para a exploração financeira e dos recursos naturais por bancos e corporações dos EUA e de outros países ocidentais.

CLEPTOCRACIA

O resultado foi a cleptocracia, eufemisticamente chamada de mercado livre. Os bancos, o setor imobiliário, os recursos naturais e os serviços públicos foram privatizados nas mãos de apropriadores que geriam as suas aquisições em benefício próprio, o que descobriram ser compatível com os interesses dos investidores e bancos estrangeiros. Como expressou uma piada russa da década de 1990 sobre a crise que se seguiu:   "Tudo o que nos ensinaram sobre o comunismo era falso; mas tudo o que nos ensinaram sobre o capitalismo era verdade!"

Vladimir Putin descreveu a destruição da antiga União Soviética como a grande tragédia do final do século XX. O que a tornou uma tragédia grega clássica foi o quão inevitável, mas também inesperado, foi o seu destino quando as repúblicas soviéticas aceitaram a terapia de choque e aboliram o papel do governo como investidor, criador de crédito e regulador em 1991. A privatização não acabou com o planeamento disfuncional. Apenas privatizou a disfunção social, revelando-se rapidamente tão destrutiva em termos económicos e demográficos como um ataque militar direto teria sido.

Todas as economias são geridas por uma classe ou outra. Na ausência de autoridade pública, o planeamento passa para quem controla os bancos, a terra e as fontes de riqueza relacionadas e, acima de tudo, a alocação de crédito. Hoje, três décadas após o início da divisão pós-soviética, a concentração bancária devastou, endividou e empobreceu a população, levando a uma redução da esperança de vida e ao aumento da emigração.

Este livro excelente, mas comovente, descreve a tragédia causada pela remodelação neoliberal pós-soviética do Cazaquistão e do Quirguistão. Sanghera e Satybaldieva descrevem como funcionários dos EUA, do Banco Mundial e do FMI, fingindo ser conselheiros prestativos que alegavam ajudar essas repúblicas a adotar o modelo pelo qual as economias ocidentais haviam prosperado, pressionaram esses países a agir em nome de instituições financeiras e corporações estrangeiras, mais do que em nome de suas próprias populações. Essas instituições "doadoras de ajuda" (ou, mais precisamente, criadoras de dívidas) agiram em nome de bancos e investidores ocidentais para promover a divisão e a financeirização das terras, dos imóveis, do petróleo e das riquezas minerais pós-soviéticas.

O planeamento soviético garantia o direito à habitação, juntamente com o acesso à educação e aos cuidados básicos de saúde. Não havia mercado para habitação nem dívida hipotecária. O financiamento governamental da habitação através da sua própria criação de crédito mantinha os custos da habitação baixos. Havia sobrelotação, mas pelo menos as famílias não eram levadas a endividar-se para obter habitação, educação ou tratamento médico. Essa é uma das principais razões pelas quais tantos russos e outras populações pós-soviéticas sentem agora uma certa nostalgia pelos tempos soviéticos, por piores que parecessem em 1991.

O mal-estar subsequente era desnecessário. As economias pós-soviéticas poderiam facilmente ter-se tornado vibrantes e prósperas. Podiam ter concedido títulos de propriedade imobiliária aos seus ocupantes e utilizadores existentes. No rescaldo imediato da União Soviética, os ocupantes e utilizadores de imóveis receberam títulos, obtendo propriedades livres de dívidas. Mas se os controlos estatais sobre as rendas e a especulação tivessem permanecido em vigor e a construção de habitação social tivesse sido adequadamente financiada, as pessoas não teriam de acumular dívidas enormes para possuir casas, edifícios e terrenos. Isto teria minimizado o custo de vida da economia, ajudando os Estados pós-soviéticos a desenvolver uma agricultura e uma indústria de baixo custo.

POLARIZAÇÃO

Os planeadores soviéticos prestaram pouca atenção à forma como o curso dos pagamentos de rendas e juros estava a polarizar as economias ocidentais. Não terem cobrado encargos pela renda da terra ou juros levou-os a perder a grande vantagem da sua economia em comparação com o capitalismo financeiro ocidental:   a liberdade da renda da terra, da renda monopolista, dos juros e das práticas financeiras usurárias. Foram essas receitas rentistas que acabaram polarizando e empobrecendo as economias pós-soviéticas.

As repúblicas pós-soviéticas poderiam ter usado seus próprios sistemas bancários centrais para financiar a reestruturação, mantendo a criação de crédito como um serviço público, como era na época soviética. Isso teria libertado essas economias da dependência de bancos estrangeiros para conceder crédito em dólares para ser gasto localmente. Sem o pagamento de salários ou outras receitas após o colapso da moeda ter eliminado as poupanças domésticas, havia uma necessidade imediata de financiamento da dívida para sobreviver. A banca pública teria libertado as economias da necessidade de pedir empréstimos em dólares ou outras moedas estrangeiras, especialmente para obter habitação.

Os tesouros nacionais poderiam ter dado valor a esse dinheiro tributando as rendas económicas criadas no setor imobiliário, na agricultura e na indústria. Afinal, esse era o ideal dos economistas clássicos. A tributação do valor do arrendamento da terra teria impedido que ela se tornasse um objeto de especulação. Em vez disso, a renda do arrendamento foi paga aos banqueiros comerciais que surgiram, financiados por bancos ocidentais ao invés de um novo banco central nacional. Os sistemas tributários pós-soviéticos sobrecarregaram o trabalho e a indústria, enquanto os proprietários de imóveis eram em grande parte isentos de impostos, conduzindo as suas economias ao longo de linhas rentistas.

O "Estado de direito" patrocinado pelos apoiantes ocidentais permitiu que gestores e políticos registassem terras públicas, recursos petrolíferos e minerais, serviços públicos e fábricas em seus próprios nomes e "lucrassem" em moeda forte, vendendo muitas (e muitas vezes a maioria) das ações de suas novas empresas a ocidentais. A maior parte dos lucros foi mantida no exterior, deixando as economias locais necessitando de crédito estrangeiro para funcionar.

Para tornar essa apropriação de ativos irreversível, o Estado de direito neoliberal e a “segurança contratual” eram camisas de força legais que davam aos credores o direito de executar a hipoteca dos devedores – sem direitos para os devedores e inquilinos, que eram despejados se não conseguissem pagar suas hipotecas ou rendas mais altas à medida que as moradias eram gentrificadas. Como Sanghera e Satybaldieva resumem, "Ao instituir políticas financeiras neoliberais, os Estados da Ásia Central reescreveram o contrato social e criaram uma nova dependência de classe entre as elites financeiras e os mutuários. Foram estabelecidos Estados de dívida que facilitaram, justificaram e normalizaram relações de classe desiguais para garantir a acumulação de capital impulsionada pela dívida. Minimizaram a supervisão do setor financeiro e eliminaram proteções fortes contra empréstimos predatórios. As elites políticas legitimaram o enquadramento neoliberal da dívida como empoderador". O efeito não foi empoderar a população, mas marginalizá-la, levando os pequenos proprietários à dívida e privando-os das suas casas.

O que se perdeu foi o conceito de habitação e outras necessidades básicas como um direito humano. "Na União Soviética, havia um conjunto definido de direitos de propriedade em que as pessoas podiam confiar e que o Estado respeitava e implementava", descrevem os autores. "O conjunto de direitos incluía direitos à terra e à habitação, e direitos de ocupação e uso para inquilinos e suas famílias. Rendas, juros e ganhos especulativos eram rendimentos "não laborais" e não eram permitidos".

Após 1991, no entanto, a habitação em todas as antigas repúblicas soviéticas teve de ser obtida através da contração de dívidas. Assim, trocaram a auto-suficiência financeira, fiscal e imobiliária patrocinada pelo Estado para seguir o sonho de obter uma prosperidade generalizada ao estilo americano, sem perceberem o quão polarizadora seria a política de financiamento da dívida. Na ausência de poupanças internas (que haviam sido eliminadas pela hiperinflação), os bancos comerciais obtiveram fundos emprestáveis através de empréstimos no estrangeiro. A dívida do setor privado interno encontrou assim a sua contrapartida no aumento das dívidas aos bancos estrangeiros.

Descrevendo como indivíduos ambiciosos obtiveram títulos de propriedade de habitações, centros comerciais e mercados de primeira linha antes de entrarem na política, os autores fornecem uma lista de presidentes de câmara locais que se enriqueceram ainda mais com a venda de terrenos públicos e ativos municipais. As habitações corporativas tornaram-se um veículo para os apropriadores expulsarem antigos funcionários e inquilinos de longa data, gentrificando o mercado imobiliário, tal como na Rust Belt dos EUA, onde as fábricas estavam a ser encerradas. Os novos proprietários eram livres para maximizar tudo o que pudessem extrair, sem qualquer tentativa de fornecer as proteções sociais consideradas naturais no Ocidente para devedores ou inquilinos.

Obter habitação após 1991 exigia endividar-se. Ao contrário das taxas hipotecárias de 5% no Ocidente, grande parte da população contraiu empréstimos com taxas de juro efetivas entre 25% e 50%. Era como tentar comprar uma casa recorrendo a empréstimos do tipo "payday" ao estilo americano. Havia poucas maneiras de pagá-los. Além disso, as mulheres e os migrantes rurais menos abastados que chegavam às cidades tinham de recorrer ao microcrédito, que normalmente tinha juros anuais de 80%.

PAPEL DO BM E DA USAID

Sanghera e Satybaldieva destacam a International Finance Corporation do Banco Mundial e a Agência dos Estados Unidos para o Desenvolvimento Internacional (USAID) pelos seus esforços para legitimar essa usura, enquanto afirmavam hipocritamente que isso "empoderava" as mulheres como devedoras. A realidade, salientam elas, era que "a International Finance Corporation e outros doadores internacionais obrigaram estas IMF [instituições de microfinanças] a tornarem-se totalmente comercializadas para obterem elevados retornos sobre o capital próprio. A taxa de juro média era de 44%". O resultado, como Satybaldieva salientou noutro local, foi um desastre:

Muitas mulheres, que anteriormente trabalhavam em fábricas e na agricultura, e como professoras e especialistas em saúde, foram forçadas a dedicar-se ao pequeno comércio através de esquemas de microcrédito patrocinados pelo Ocidente. ...

Em segundo lugar, muitas mulheres pediram dinheiro emprestado para pagar serviços, como cuidados de saúde e educação, que antes eram gratuitos. Os principais serviços sociais sofreram cortes significativos nos gastos do Estado, o que não só reduziu os salários do setor público, mas também privatizou e mercantilizou as necessidades básicas, permitindo que os grupos abastados tivessem acesso a serviços de melhor qualidade, enquanto os grupos de baixo rendimento foram privados deles. ... Uma pesquisa de 2021 com mutuários de microcrédito online no Cazaquistão mostrou que 29% dos inquiridos contraíram empréstimos para pagar despesas de emergência, 21% para pagar as contas e 16% para saldar dívidas de empréstimos bancários. O restante usou os empréstimos para pagar tratamentos médicos, serviços públicos e propinas escolares. Apenas uma pequena minoria dos empréstimos estava relacionada com a compra de bens de consumo.

Para garantir a cobrança, os credores locais de microcrédito mobilizaram funcionários distritais locais e anciãos para envergonhar as mulheres que não pagavam as prestações, chegando mesmo a visitar as famílias em funerais para insistir que elas assumissem a responsabilidade coletiva pelas dívidas do falecido. Os montantes envolvidos são enormes, relatam os autores. "Entre 1995 e 2012, o microcrédito permitiu uma transferência de até 125 mil milhões de dólares das comunidades pobres do Sul Global para os centros financeiros do Norte Global."

As mulheres tornaram-se as oponentes mais radicais das reformas neoliberais ao estilo ocidental. Em Bishkek, capital e maior cidade do Quirguistão:   "Em 26 de maio de 2016, cerca de 700 pessoas, na sua maioria mulheres rurais, protestaram em frente à Embaixada dos EUA exigindo a anistia da dívida dos bancos e das IMFs que haviam sido criadas e apoiadas pela Agência dos Estados Unidos para o Desenvolvimento Internacional (USAID) e pela Corporação Financeira Internacional do Banco Mundial. Segurando cartazes com os dizeres “Ocupem a FINCA”, “A dívida mata”, “Salve as nossas casas dos bancos” e “Os seres humanos acima do lucro”, os manifestantes fizeram algo muito significativo naquele dia. Eles atribuíram a responsabilidade e a culpa pela sua situação às instituições financeiras ocidentais, e não às suas falhas pessoais. Protestos e atribuições semelhantes contra a dívida ocorreram no vizinho Cazaquistão.

O que tornou o peso da dívida um problema nacional foi o facto de os compradores de casas e as empresas normalmente concordarem em denominar as suas dívidas em dólares, a fim de reduzir as taxas de juro exorbitantes cobradas pelos empréstimos em moeda local. À medida que as economias foram se dolarizando, as suas taxas de câmbio locais desvalorizaram-se como resultado dos défices da balança de pagamentos decorrentes da dependência comercial e do desequilíbrio económico geral. O custo do serviço da dívida em moeda estrangeira aumentou proporcionalmente à desvalorização da taxa de câmbio.

A pobreza levou a mão-de-obra a emigrar. Ironicamente, isso ajudou a estabilizar a balança de pagamentos de muitos países da Ásia Central. As remessas do êxodo de trabalhadores migrantes do Quirguistão representam cerca de 30% do seu PIB, e o Quirguistão tinha uma proporção semelhante de 33%. Isso era típico da Ásia Central. Da mesma forma, os trabalhadores migrantes do Tajiquistão na Rússia enviaram para as suas famílias rendimentos que representavam mais de 30% do PIB do país.

A Ásia Central pós-soviética carece das reformas básicas que são quase universais há milhares de anos. Já por volta de 2350 a.C., o governante sumério Urukagina proclamou uma reforma que impedia os credores de entrar nas casas dos devedores e simplesmente confiscar os seus bens e animais. Da Mesopotâmia e do Egito até à época romana, os direitos dos devedores eram protegidos pela exigência de registos escritos para documentar todas as reivindicações dos credores e pela limitação das taxas de juro. Mas os conselheiros ocidentais não fizeram qualquer tentativa de criar tal Estado de direito na Ásia Central. O que o seu sistema jurídico alcançou está mais próximo da barbárie, como concluem Sanghera e Satybaldieva:

Ao procurar libertar a população da forma soviética de dependência do bem-estar social, os arquitetos neoliberais produziram novas formas parasitárias e exploradoras de dependência do mercado, nas quais a poderosa classe proprietária se apropriava e explorava o valor excedente gerado por outros. O capital transnacional e rico em ativos tornou-se mais rico ao tomar os ativos dos pobres através de juros, rendas, ganhos de capital e baixos salários. A transferência maciça de riqueza deixou grande parte da população num estado de endividamento, pobreza, miséria e angústia.

Ao nível internacional, o Estado de Direito neoliberal é o que os juristas corporativos estabeleceram para permitir que os tribunais da [instituição] Resolução de Disputas entre Investidores e Estados (Investor-State Dispute Settlement, ISDS) bloqueiem as tentativas do governo de multar ou cobrar aos investidores estrangeiros pelos os danos ecológicos e sociais que causam. Os monopólios globais do petróleo e da mineração enfrentam os governos numa frente unida, tendo mobilizado o Banco Mundial, o FMI e a Organização Mundial do Comércio para pressionar os países anfitriões a cumprir regras a favor das corporações que limitam os direitos dos seus governos e bloqueiam a supervisão ou pressão eleitoral democrática. Diantes destes tribunais e dos contratos frequentemente ingénuos (ou corruptos) assinados com governos, não foi feita qualquer tentativa contraposta para criar agências reguladoras estatais, tribunais ou leis internacionais que dessem às economias pós-soviéticas as proteções comuns nos Estados Unidos e na Europa.

O que os investidores ocidentais mais queriam da Ásia Central era a sua riqueza em recursos naturais. Os autores descrevem como os consultores dos EUA, do Banco Mundial e de ONGs impuseram contratos que favoreciam os interesses das empresas petrolíferas e mineiras ocidentais. A Chevron deitou os olhos nas vastas reservas de petróleo do campo petrolífero de Tengiz, no Cazaquistão. O que o Cazaquistão queria era a experiência ocidental como empreiteiro e investidor minoritário. Mas a Chevron queria o controlo – e deixar o governo do país anfitrião com o mínimo possível de receitas da venda do seu petróleo.

O resultado foi um dos contratos petrolíferos mais predatórios do mundo — nada parecido com o que o Cazaquistão pensava que iria obter, mas uma bonança para a Chevron. O contrato prometia que o governo receberia 80% da produção, refletindo os acordos normais de partilha de produção (sharing participation agreement) de 80%-20% para os países europeus e do Médio Oriente. Contudo, descrevem os autores, o Cazaquistão acabou por ficar com apenas 2% das receitas do projeto. Os advogados corporativos redigiram um contrato obrigando o governo do Cazaquistão a não receber quaisquer lucros até que tivesse suportado os imensos custos de desenvolvimento do próprio campo petrolífero (emprestando do FMI) e atingido uma meta de produção de longo prazo – altura em que quase um quarto das reservas de petróleo de Tengiz estariam esvaziadas e vendidas.

A operação da Chevron provou ser uma história de horror ecológico tão desastrosa quanto a que causou no Equador. A empresa foi multada em 303 milhões de dólares por violar as leis de proteção ambiental, mas pressionou o presidente Nazarbayev a revogar a multa para mostrar ao mundo como o Cazaquistão era "favorável aos investidores"! Quando surgiu uma oposição popular para exigir um contrato justo, a resposta dos investidores internacionais, dos funcionários governamentais ocidentais e dos seus representantes no FMI, no Banco Mundial e na USAID foi alegar que a renegociação violaria o Estado de direito e a santidade dos contratos.

O Quirguistão sofreu de forma semelhante com poluidores estrangeiros de mineração de ouro. Estas "externalidades" foram suportadas pelos países anfitriões, sem qualquer custo para os investidores estrangeiros pelo seu comportamento ilegal, irresponsável e predatório. Se o Ocidente tivesse realmente procurado ajudar os Estados pós-soviéticos a tornarem-se prósperos, os seus diplomatas teriam ajudado a negociar acordos justos de investimento em recursos naturais, proteção ambiental, segurança dos trabalhadores e outras regulamentações públicas. Ao invés disso, Sanghera e Satybaldieva concluem:   "As regras de investimento do regime neoliberal vinculam os governos a acordos assinados com corporações transnacionais. Se os acordos forem violados, os investidores sentem-se justificados para levar os Estados anfitriões a arbitragem internacional por danos. O Estado de direito [...] afirmava que [...] o Estado não pode infringir os direitos e liberdades individuais e que o domínio da propriedade privada deve ser protegido de políticas majoritárias". O neoliberalismo, portanto, não eliminou o planeamento estatal. Ele estabeleceu o domínio corporativo sobre o Estado, forçando os governos dos países anfitriões a dar "prioridade aos interesses do capital transnacional em detrimento dos da sua própria população e a cooperar com empresas estrangeiras para limitar as vozes democráticas e enfraquecer a resistência".

Alguns países conquistados recuperam-se, como a Alemanha e o Japão após 1945. Mas a conquista dos antigos estados soviéticos assumiu a forma de corromper a sua estrutura económica através da instalação de uma cleptocracia. O destino da Ásia Central e de outros estados pós-soviéticos continua a ser moldado pela forma como as suas terras, recursos minerais e empresas públicas foram privatizados pelas mãos de uma cleptocracia cliente em aliança com o capital estrangeiro. Tal como as concessões de terras criadas pela conquista normanda e as de Espanha no Novo Mundo, a apropriação de ativos pós-soviética criou uma nova oligarquia com poderes para recolher rendas de terras e recursos naturais para si própria e para os Estados Unidos e outros acionistas e credores estrangeiros. A crescente má distribuição da propriedade e a dependência da dívida provavelmente bloquearão o seu desenvolvimento durante muitas décadas.

ELE CRIARAM O DESERTO E CHAMARAM-LHE PAZ

A acusação que Tácito colocou na boca do adversário de Roma, o líder celta Calgacus, há dois mil anos — "Eles criaram um deserto e chamaram-lhe paz" — pode ser dirigida contra os neoliberais ocidentais que impõem austeridade financeira, dependência e servidão por dívidas, e chamam à tomada do governo pelos rentistas uma regra natural e inerente ao Estado de direito. O desafio para a Ásia Central é como reformar diante dos interesses instalados que foram criados ao longo dos últimos trinta anos. A reforma é resistida não só pelos novos interesses rentistas e seus patrocinadores estrangeiros, mas também pela estreita "classe média", que não vê interesse em se juntar à maioria para reativar o gasto público e tributar a renda da terra e outras rendas económicas.

A resiliência não pode ser restaurada sem gastos públicos, mas o plano de negócios dos rentistas é minimizar os impostos através da redução do governo, especialmente através da privatização dos seus serviços públicos e outras funções a fim de criar oportunidades para cobrar rendas monopolistas e se opor à tributação da renda económica. A filosofia económica dominante e o currículo académico em todo o Ocidente apoiam este programa neoliberal, negando que exista algo como rendimento rentista ou riqueza rentista não ganhos.

Mas só um imposto sobre a renda pode recuperar o que os insiders se apropriaram. A questão principal é se o crédito, o sistema bancário e o sistema tributário serão geridos como um serviço público ou para ganho privado. Um tesouro nacional ou banco central deve ter poderes para criar dinheiro, de modo a não depender de bancos estrangeiros. A diretriz deve ser que nenhuma economia deve contrair empréstimos em moeda estrangeira que não ganha, por exemplo, exportando para ganhar a moeda estrangeira necessária para pagar dívidas. Não há necessidade de depender de bancos estrangeiros para emprestar dólares a serem convertidos em moeda nacional. Nesses casos, o banco central tem de criar a moeda nacional de qualquer maneira. O crédito estrangeiro é necessário apenas para pagar défices comerciais e de pagamentos, não para investimento ou consumo interno.

Essas reformas fiscais e financeiras fracassaram quando a economia clássica foi rejeitada após a Primeira Guerra Mundial. O mundo de hoje precisa recuperar sua abordagem básica para se libertar do desvio que tomou em favor do rentista, não apenas nas repúblicas pós-soviéticas de forma mais evidente, mas agora também afetando a Europa e a própria economia pós-industrial dos EUA.

Para evitar a dependência externa inerente ao neoliberalismo patrocinado pela diplomacia dos EUA, o Banco Mundial e o FMI exigem um corpo alternativo de teoria económica, acima de tudo a distinção entre rendimento ganho (earned) e não ganho (unearned) e o conceito de renda económica como o excesso do preço de mercado sobre o valor intrínseco do custo. Esse era o objetivo da economia política clássica no século XIX – libertar os mercados da classe rentista. A teoria do valor e do preço eram as ferramentas analíticas para isolar a renda econômica como rendimento não ganho. Esses conceitos fornecem a base para a gestão de uma economia mista pública/privada, investimento público e criação de crédito e para a proteção da mão-de-obra, indústria e agricultura nacionais. Ao elaborar uma teoria para orientar as políticas, a desastrosa promoção neoliberal dos interesses rentistas em todos os Estados pós-soviéticos fornece uma lição objetiva do que evitar.

Michael Hudson
Nova Iorque, junho de 2021

Nota de esclarecimento:
Algumas traduções adotadas por resistir.info:  rent = renda;  income = rendimento;  revenue = receita;  earning = ganho.   Elas diferem do Brasil, onde chamam de "renda" quaisquer espécies de rendimentos.

13/Novembro/2025

quinta-feira, 13 de novembro de 2025

PIB sem bens: a miragem rentista

 


Michael Hudson – 23 de outubro de 2025

GLENN DIESEN: Bem-vindo de volta ao programa. Estamos novamente com nosso bom amigo, o professor Michael Hudson, para discutir a economia neoliberal, seu fim inevitável e o que virá depois. Então, bem-vindo de volta ao programa.

MICHAEL HUDSON: É bom estar de volta, Glenn.

GLENN DIESEN: Então, este é o fim do modelo econômico que conhecemos, pelo menos desde a década de 1980? Ou, talvez, dando um passo atrás, como você definiria a economia neoliberal? E por que você acha que ela pode ter chegado ao seu inevitável estágio terminal?

MICHAEL HUDSON: Não posso falar sobre a economia neoliberal sem contrastá-la com a economia liberal original, que era a economia política clássica e toda a teoria do valor, preço e renda.

Desde os fisiocratas, passando por Adam Smith, John Stuart Mill, Marx e todo o resto do século XIX, toda a ideia de política econômica impulsionando um aumento na produção de forma mais eficiente e medindo o progresso econômico era baseada na teoria do valor e do preço. E o que Ricardo chamou de teoria do valor-trabalho era, na verdade, a teoria do preço da renda. Os preços eram o excesso do preço de mercado sobre o valor. A renda era o excesso do preço. Em outras palavras, as commodities tinham um custo de produção.

Como o preço de mercado passou a ser maior do que o custo de produção? Bem, a renda da terra foi a principal razão. E toda a luta política do início do século XIX foi para libertar o capitalismo industrial do legado do feudalismo, sobretudo na forma de uma classe de proprietários de terras, uma classe hereditária que queria a renda da terra. E toda a luta que levou David Ricardo a refinar as teorias de Adam Smith e as teorias fisiocráticas do valor foi a luta sobre as tarifas que ocorreu após as Guerras Napoleônicas.

O que estou falando pode parecer uma distração, mas é a chave para entender a economia neoliberal e sua contabilidade do PIB, sua ideia de contabilidade da renda nacional, tudo como parte de uma contrarrevolução contra o conceito de mercados livres que Adam Smith, Mill, Marx e todo o século XIX tinham.

O problema após as Guerras Napoleônicas foi o fim do bloqueio napoleônico ao comércio com a Grã-Bretanha. De repente, a Grã-Bretanha, que se tornara dependente da produção doméstica de alimentos durante as guerras, viu chegar importações de alimentos a preços baixos. Os proprietários protestaram. Eles disseram: isso significa que receberemos menos rendas. É preciso impor tarifas para bloquear as importações, para que possamos manter alta a renda de nossas terras.

E Ricardo e seus seguidores – eles eram chamados de socialistas ricardianos – disseram: “Vamos sacrificar toda a economia apenas para que os proprietários possam aumentar o aluguel?”

Os industriais disseram: “Temos esperanças de tornar a Grã-Bretanha a oficina do mundo. Para nos tornarmos a oficina do mundo, temos que criar nossos fabricantes industriais a um preço mais baixo do que no exterior. Para que o capitalismo industrial cresça e domine os rivais, estamos em uma corrida para reduzir os custos ao mínimo. E se tivermos que pagar aos nossos funcionários um salário alto o suficiente para cobrir os preços artificialmente altos dos alimentos para produzir rendas fundiárias para os proprietários, então não seremos capazes de competir com as indústrias dos Estados Unidos e de outros países que têm produção de alimentos de baixo custo e não precisam pagar salários tão altos. Portanto, toda a dinâmica do capitalismo industrial desde seu início no final do século XVIII foi racionalizar as economias e eliminar custos desnecessários de produção. John Stuart Mill resumiu isso dizendo que a renda da terra e o aumento do preço da terra são o que os proprietários ganham enquanto dormem. Não é um produto. É o que chamamos hoje de transferência de renda. E se tivermos que sustentar uma classe rentista econômica, não seremos capazes de nos tornar uma economia industrial competitiva.

Esse conceito de mercado livre é um mercado livre de renda econômica e livre de qualquer tipo de renda não auferida que não seja um produto, mas simplesmente um privilégio: o privilégio dos proprietários de possuir terras e poder usar sua riqueza para controlar parlamentos, sustentar suas rendas e, consequentemente, os preços dos alimentos; o privilégio dos monopólios de aumentar o preço de seus produtos sem realmente refletir o aumento dos custos.

O contraste entre o preço de mercado que a população tinha que pagar por seus produtos e a produção real deveria ser minimizado pelo capitalismo industrial, a fim de torná-lo mais eficiente. E, sendo mais eficientes, as economias livres de rendas se tornariam as economias industriais dominantes. Esse era todo o princípio orientador da economia clássica, desenvolvida na Grã-Bretanha e, posteriormente, pela França, Alemanha e Estados Unidos. Queria-se tributar os proprietários e as terras, em vez de tributar o trabalho e a indústria.

Toda a crítica dos fisiocratas, a crítica de Adam Smith, era que os proprietários de terras eram basicamente uma classe parasitária que obtinha renda sem produzir nada. E a ideia era não permitir que o controle dos proprietários de terras sobre o parlamento transferisse a carga tributária para o trabalho por meio de impostos especiais de consumo ou para a indústria por meio de impostos sobre lucros e rendimentos que não distinguiam entre renda auferida e renda não auferida. Toda a ideia de trabalho produtivo, gastos produtivos e investimento produtivo. Investimento produtivo era o investimento que criava um produto. E não era o investimento que criava uma oportunidade para cobrar aluguel e renda não auferida sobre esse produto. Assim, a teoria do valor tornou-se a essência da economia clássica. E isso levou à reforma parlamentar, porque os ricardianos levaram 30 anos para que os industriais da Grã-Bretanha se unissem à população para estender o voto aos trabalhadores, para que eles votassem contra os interesses dos proprietários de terras e revogassem as Leis do Milho 30 anos depois, em 1846, e então tentassem transferir os impostos da mão de obra e da indústria para a terra.

Em 1909 e 1910, a Câmara dos Comuns da Grã-Bretanha aprovou um imposto sobre a terra, que foi vetado pela Câmara dos Lordes. Isso criou uma crise constitucional que durou de 1909 a 1911. O resultado foi que a Constituição britânica aprovou uma regra segundo a qual a Câmara dos Lordes, dominada pelos interesses fundiários, nunca mais poderia vetar uma lei tributária aprovada pela Câmara dos Comuns. Essa foi toda a luta da economia clássica para dizer: queremos apoiar a renda produtiva, que é, na verdade, um custo necessário da produção. Não queremos isentar de impostos e promover a busca por rendimentos, que não é um custo de produção, mas uma cobrança como um imposto sobre o resto da economia… De qualquer forma, no final do século XIX, como você pode imaginar, os proprietários de terras reagiram contra isso. Eles tentaram argumentar contra isso e, cada vez mais, foram apoiados pelo sistema bancário. Os banqueiros descobriram que, ao se livrar da aristocracia hereditária que possuía as terras na Grã-Bretanha, você democratizaria a renda da terra, a habitação e os imóveis comerciais. Desde o final do século XIX, qualquer pessoa pode comprar sua própria casa; qualquer pessoa pode comprar seu próprio prédio comercial. Nesse sentido, é um mercado livre. Mas, para comprar uma casa, os novos compradores precisam se endividar, pois não têm dinheiro suficiente para pagar o valor total de um imóvel. Eles fazem uma hipoteca.

O resultado é que, contra a economia clássica – Adam Smith, John Stuart Mill, a primeira linha do Manifesto Comunista, todo o movimento do século XIX para tributar a renda da terra –, os banqueiros disseram: bem, se pudermos impedir que essa renda da terra seja tributada, ela estará disponível para ser paga como juros para nós. E eles se uniram ao setor imobiliário, ao setor monopolista e às indústrias de petróleo e gás para criar uma alternativa à economia liberal e à economia clássica.

Thorstein Veblen chamou isso de neoclássico. Ele não quis dizer que era uma nova forma de economia clássica. Era a antítese. E o que ele quis dizer com isso foi que essa contrarreação ideológica contra o conceito clássico de mercados livres, um mercado livre de renda econômica, transformou-o no oposto: um mercado livre para a busca de renda, para que a renda não fosse tributada e regulamentada, para que os monopólios não estivessem sujeitos à regulamentação antitruste e antimonopólio e para que os bancos fossem essencialmente livres para fazer lobby para tentar colocar em suas próprias mãos o máximo possível do aumento do preço da terra como resultado da crescente prosperidade, melhorias públicas e crescimento da população. Os banqueiros sabiam que tudo o que não era pago ao coletor de impostos estava disponível para ser pago aos banqueiros. E se você for comprar uma casa, os compradores fazem lances uns contra os outros, e o comprador vencedor é aquele que consegue obter a maior hipoteca do banco. Assim, o preço da habitação, dos imóveis, vale o que quer que um banco empreste contra ela. Portanto, a democratização da propriedade da terra e da renda econômica andou de mãos dadas com a financeirização e privatização dessa renda, e não com sua socialização, como os economistas clássicos teriam desejado.

Isso pode parecer uma digressão, mas é a vitória dos anticlássicos que afirmavam que não existia renda econômica, que a renda de todos era produtiva, que o proprietário era produtivo ao fornecer o serviço de administrar o imóvel e decidir a quem alugá-lo. O banqueiro era produtivo ao decidir quem seria digno de crédito e um cliente sólido. Até mesmo o monopolista era produtivo ao racionalizar os mercados. Então, de repente, a classe dos recebedores de renda, renda da terra, renda dos recursos naturais, renda do monopólio, juros e encargos financeiros como renda: tudo isso foi considerado produtivo, não improdutivo.

O resultado é que, nas contas nacionais de renda e produto e nas contas do PIB de hoje, toda a busca por renda por essas classes, proprietários, monopolistas, setor financeiro e indústria de petróleo e gás, todas essas rendas econômicas são contabilizadas como parte do PIB. Não existe renda não auferida. E a produtividade de, digamos, um banqueiro é o quanto ele cobra pelo serviço bancário. Em 2010, o chefe da Goldman Sachs, empresa de banco de investimento nos Estados Unidos, disse que os sócios e funcionários da Goldman Sachs eram os trabalhadores mais produtivos dos Estados Unidos porque ganhavam mais dinheiro. E você pode olhar para as contas da renda nacional e ver que toda a renda deles é considerada um custo de fazer negócios. Isso é o oposto da economia clássica, na qual não se trata de um produto, mas de uma despesa econômica. É um pagamento de transferência.

Hoje, por exemplo, provavelmente quase todo o crescimento ou até mais do que todo o crescimento do PIB dos EUA, e acho que grande parte do PIB europeu, também não é proveniente da indústria, da agricultura e do transporte que criam um produto. É essa despesa administrativa rentista que não faz parte de um processo de produção, mas parte do processo de circulação, parte dos pagamentos de transferência que são obtidos pelos interesses estabelecidos, usando seu poder político para obter benefícios econômicos de isentar suas rendas econômicas de impostos e fazer exatamente o que acontecia no feudalismo, transferindo a carga fiscal dos proprietários de terras, dos monopolistas, dos banqueiros, para a mão de obra e a indústria.

É exatamente por isso que os fisiocratas diziam que a França, a Espanha e outros países semelhantes, fortemente monarquistas, não poderiam se industrializar até que mudassem o sistema tributário. Quando Adam Smith viajou para a Europa antes de escrever A Riqueza das Nações, ele estava convencido de que essa abordagem básica estava correta. E ele começou a refinar uma teoria mais lógica de valor e preços, que foi então refinada por Ricardo, Malthus, socialistas, marxistas e, nos Estados Unidos, pelas escolas de negócios, Thorstein Veblen e todos os promotores industriais que queriam ver suas economias se industrializarem e se tornarem as principais nações industriais. Avançando para os dias de hoje, você tem exatamente a ideia oposta de um mercado livre, um mercado livre para os rentistas. Como resultado, nos Estados Unidos, grande parte do que é contabilizado como produto nacional bruto não é um produto. Você pode dizer que cobrar juros produz um produto?

Um elemento do PIB é derivado disso: o Departamento do Censo ou o Bureau of Labor Statistics (Departamento de Estatísticas do Trabalho) entrevistam famílias nos Estados Unidos e perguntam: se você possui sua própria casa, quanto você cobraria pelo aluguel do imóvel que possui atualmente? Isso porque você é o proprietário e, segundo nossos cálculos, todo o aluguel que as pessoas pagam faz parte do custo econômico dos negócios. Portanto, temos que contabilizar o valor do aumento do aluguel e do aumento do preço da casa que você possui. Bem, isso está gerando lucro quando os bancos emprestam mais dinheiro aumentando a relação dívida/renda para que os mutuários possam tomar cada vez mais empréstimos? Foi isso que levou à crise imobiliária de 2008. Hipotecas de 100% e hipotecas com juros apenas para sustentar a dívida. Tudo isso foi contabilizado como se não estivesse apenas contribuindo para o PIB, mas tornando a economia mais próspera. Mas, na verdade, não foi isso que aconteceu.

Porque, à medida que as oportunidades de busca de rendimentos se tornaram mais lucrativas do que a formação de capital tangível, a construção de fábricas e a contratação de mão de obra para produzir mais produtos, você teve a desindustrialização das economias dos Estados Unidos e da Europa. Você teve a financeirização do setor corporativo. Você teve invasões corporativas. Você teve fusões e aquisições. Você teve uma mudança no foco do que é o desenvolvimento industrial, no sentido de como fazer fortuna mais rapidamente. A economia corporativa percebeu que poderia fazer fortuna mais rapidamente usando os lucros obtidos em seus negócios para recompra de ações e pagamento de dividendos. Porque, ao fazer isso, pagar 94% de seus lucros para o S&P 500 em recompra de ações e dividendos gerou mais ganhos de capital na forma de aumento dos preços das ações do que jamais poderia ter obtido investindo mais e lucrando com a industrialização real. Essa é a motivação da mudança do foco clássico na ideia de uma economia que cria valor para a ideia neoliberal, ou seja, antiliberal/anticlássica de, bem, vamos nos concentrar apenas em ganhar dinheiro, como se tudo fosse homogêneo e não houvesse distinção entre investimento produtivo e improdutivo, nenhuma distinção entre fazer fortuna desenvolvendo um novo produto e construindo fábricas para produzir, ou assumir uma fábrica existente, dividi-la e aumentar o preço das ações, parando de investir na formação de capital de longo prazo, pesquisa e desenvolvimento de longo prazo. Vamos apenas viver no curto prazo e elevar o preço de nossas ações agora. Então, podemos usar os lucros que obtemos, os ganhos de capital que obtemos, e mais tarde.

Se você observar como a riqueza é acumulada nos Estados Unidos… imagine, aqui está o PIB em ganhos, ganhos por trabalho, salários e lucros das empresas. E, além disso, um aumento muito mais rápido no valor das ações, títulos e imóveis. Devo dizer que o preço das ações, títulos e imóveis, que aumenta a cada ano, é maior do que todo o PIB. Isso é uma distorção de todo o conceito do que é crescimento industrial. O que isso significa para a diplomacia econômica atual e para o mundo? Quase toda a mídia popular e os relatórios acadêmicos comparam o PIB dos EUA com o PIB europeu e com o PIB da China. Como se fossem todos o mesmo tipo de PIB. Um PIB é outro PIB.

A diferença é que a China tem sido o país que mais seguiu a mesma política clássica do capitalismo industrial que enriqueceu a Grã-Bretanha, a França, a Alemanha e os Estados Unidos. A China meio que reinventou a roda independentemente de olhar para a história do pensamento econômico. Ela percebeu: vamos projetar uma economia de engenheiros. E isso porque a maioria do Comitê Central do Partido Comunista da China é formada por engenheiros. Eles não são provenientes de Wall Street. Não são banqueiros. Não são engenheiros financeiros. São engenheiros industriais ou científicos, não financeiros. Portanto, eles têm um PIB de produtos reais, enquanto o PIB que os Estados Unidos e a Europa estão produzindo é em grande parte anti-produto. Eles são a esfera, a renda de rendimentos, que deve ser paga pelo trabalho e pelo capital.

Essa era toda a essência da economia ricardiana, de John Stuart Mill, da economia socialista, dos dois volumes, volumes 2 e 3 de O Capital que Marx escreveu, e da economia ensinada nas escolas de negócios americanas por professores como Simon Patten e posteriormente expressa em termos políticos por Thorstein Veblen nos Estados Unidos.

Estamos realmente lidando com duas filosofias diferentes sobre o que são a produção econômica e o crescimento econômico. Será o crescimento industrial, de produtos reais que elevam os padrões de vida e a produtividade? Ou será à custa do trabalho e do capital para criar uma classe rentista no topo da pirâmide econômica que usa cada vez mais sua renda rentista para reduzir os impostos sobre si mesma e comprar o controle do processo de campanha política para garantir que suas políticas fiscais a isentem de impostos, transfiram os impostos para a indústria e dotem as escolas de negócios para ensinar um currículo econômico neoclássico que nega o conceito de renda econômica? Milton Friedman diz que não existe almoço grátis. Mas a economia rentista tem tudo a ver com almoço grátis. Obter um privilégio de monopólio é um almoço grátis. Ganhar renda enquanto dorme, seja você um proprietário ou um banqueiro, é obter um almoço grátis. É isso que torna o neoliberalismo tão destrutivo para a economia industrial, exatamente como previsto por Ricardo.

Ricardo escreveu um capítulo maravilhoso dizendo: Estamos caminhando para o Armagedom econômico. Se não tivermos livre comércio, se insistirmos que a Grã-Bretanha dependa inteiramente da agricultura doméstica para sua alimentação, à medida que a população aumenta, Ricardo achava que você teria que se mudar para solos cada vez menos férteis e a produtividade diminuiria e você teria um aumento nos preços dos alimentos. Ele disse que a renda econômica, especificamente a renda da terra, absorverá todo o excedente econômico acima dos padrões de subsistência.

Então, não haverá como obter lucros nesse ponto, porque nenhum industrial poderá pagar por mão de obra que tenha que pagar preços tão altos pelos alimentos que, se pagarmos os preços altos que serão transferidos aos proprietários na forma de rendas mais altas, não poderemos competir com outros países com custos mais baixos de produção de alimentos. E seus seguidores acrescentaram: ou com monopólios ou com o setor financeiro. Portanto, já em 1817, havia toda uma percepção, com os escritos de Ricardo sobre a renda econômica, que antecipava essa primeira renda da terra.

No final do século XIX, havia todo o equilíbrio dos economistas clássicos, dizendo que não apenas a renda da terra forçaria o aumento do custo dos negócios, dos salários, da indústria e da agricultura. Os monopólios forçariam o aumento do custo de vida e dos negócios. As finanças, o financiamento da dívida e os bancos aumentariam o custo.

Temos que avançar em direção ao que basicamente todos chamavam de socialismo naquela época. Não era um termo ruim. Hoje, você precisa perceber que, se Adam Smith e John Stuart Mill estivessem escrevendo hoje, eles seriam chamados de marxistas. E por que seriam chamados de marxistas? Porque eles falam sobre valor e preço. E a contrarrevolução contra a economia clássica foi tão intensa a ponto de rejeitar o conceito de renda econômica que o único grupo político que continuou a falar sobre renda, renda não auferida e exploração foram os marxistas. Mas o que Marx estava fazendo era simplesmente codificar, aperfeiçoar e estender o conceito de renda da terra e renda monopolística ao setor financeiro nos volumes 2 e 3 de seu Capital e nos volumes 2 e 3 do que foi a primeira história do pensamento econômico, as teorias de Marx sobre mais-valia, que só foram publicadas após sua morte, quando foram editadas por Karl Kautsky. Mas Marx se colocou na tradição clássica. Assim, a rejeição da economia clássica tornou-se uma rejeição do marxismo, e foi chamada de marxismo e chamada de socialismo.

Os socialistas ricardianos, como se autodenominavam, não eram marxistas porque Marx ainda não escrevia.

A ideia geral do socialismo era que os monopólios naturais deveriam ser mantidos no domínio público, como serviços públicos, como eletricidade, comunicações, a BBC, educação, deveriam ser um serviço público. A saúde poderia ser um serviço público. Essa não era uma política de Esquerda. Era a política dos conservadores britânicos, liderados por Benjamin Disraeli. Ele dizia: saúde, tudo é saúde.

Todas essas ideias de que, para evitar a renda monopolista de setores que são naturalmente monopólios, o governo deveria fornecer esses serviços monopolistas. E, ao contrário das empresas privadas, o objetivo do investimento do governo em educação, saúde, transporte e comunicação não é obter lucro. É minimizar o preço para que você possa subsidiar todo o resto da economia, de modo que o resto da economia não tenha que pagar uma sobrecarga por, digamos, a mão de obra que quer ir para a faculdade para obter uma educação, para conseguir um emprego melhor.

Você não quer que a mão de obra seja sobrecarregada com dívidas de consumo, dívidas de educação, dívidas de automóveis, preços altos de transporte, privatização, comunicação privatizada, transporte e saúde privatizada, como acontece nos Estados Unidos. Nos Estados Unidos, se você olhar para o PIB e as contas da renda nacional, 18% da renda nacional dos EUA é destinada a seguro médico e assistência médica. Como os Estados Unidos podem esperar repatriar sua industrialização quando sua mão de obra tem que pagar custos tão altos com assistência médica que nenhum outro país tem que pagar? Se você é um industrial contratando mão de obra aqui com tecnologia semelhante à disponível em todos os outros países, como você vai competir com uma economia administrada de forma eficiente que socializou esses custos básicos e subsidia os custos de vida? Sem isso, os empregadores industriais teriam que pagar salários altos o suficiente para que seus funcionários pudessem pagar pelos cuidados de saúde privatizados, pelo sistema educacional privatizado e assim por diante.

Estamos lidando com duas filosofias econômicas diferentes, e o neoliberalismo é o oposto: a antítese, na verdade, uma revolução radical contra a economia clássica.

Essa é uma das razões pelas quais, nas universidades americanas, a história do pensamento econômico não é mais ensinada como disciplina obrigatória no programa de doutorado em economia. Nem mesmo a história econômica é ensinada. Portanto, temos uma geração de estudantes de economia sendo ensinada e se formando sem ter ideia de que essa luta ideológica de dois séculos ocorreu em torno dos conceitos de valor, preço, renda, o que é produção, o que é um almoço grátis, o que é renda auferida, o que é renda não auferida, o que é trabalho produtivo versus investimento versus investimento improdutivo. Todos esses conceitos básicos que guiaram todas as nações industriais bem-sucedidas em sua decolagem foram rejeitados. Portanto, não é de se surpreender que o Ocidente tenha seguido uma política oposta à dinâmica original do capitalismo industrial, e apenas o socialismo chinês com características chinesas segue a visão de mundo americana, alemã, econômica clássica e do capitalismo industrial.

GLENN DIESEN: Fico muito feliz que você tenha mencionado o PIB, porque a maneira como o PIB encobre o aumento maligno dos aluguéis e a renda monopolista é frequentemente ignorada. E, de fato, vemos o PIB como uma medida que se torna cada vez menos confiável ao longo do tempo.

Mas há algo fascinante, como você sugere, na ideologia de toda essa nova economia neoliberal. Todos perceberam, mais ou menos, que a economia neoliberal e os mercados irrestritos muitas vezes produzem esse tipo de monopólio e desigualdade econômica. Ela oferece menos proteção aos trabalhadores. Já sabemos disso. Sabemos que isso pode alimentar problemas sociais. Quando as oligarquias se desenvolveram sem limites para os rentistas, isso criou instabilidade política, pois as pessoas têm menos interesse no status quo, polarização política e ainda menos papel para a democracia.

Mais uma vez, todas essas coisas são conhecidas, mas, no discurso ideológico que temos agora, ainda são descartadas como comunismo ou socialismo. Mas essa era a linguagem de Alexander Hamilton, Henry Clay ou Friedrich List. Portanto, é algo bastante extraordinário.

Mas, após esse período de globalização, temos essa ideia do início dos anos 90 de que isso traria harmonia e crescimento perpétuo. No entanto, ao mesmo tempo, todos percebem que essas forças de mercado irrestritas criariam os problemas que temos hoje. No entanto, é bastante extraordinário que, como acadêmicos, não possamos realmente ir a nenhuma universidade no Ocidente onde seja possível questionar todo o papel dos mercados irrestritos. É bastante extraordinário.

MICHAEL HUDSON: Antes disso, deixe-me dizer uma coisa: o que você acabou de usar: a palavra mercado. É como se o mercado fosse algo universal e objetivo.

Todo mercado é moldado por leis e pelo sistema regulatório. Você pode ter um mercado com leis antimonopólio, leis antitruste que impedem monopólios, ou você pode ter um mercado onde não há leis ou onde a legislação antitruste simplesmente não é aplicada. Você pode ter um mercado que mantém monopólios naturais e educação e saúde como serviços públicos, ou um mercado privatizado. Não existe algo como um mercado em si.

E a palavra capitalismo é usada para todas as economias. Já vi pessoas chamarem a Mesopotâmia na Babilônia, no terceiro milênio, de capitalista porque as pessoas ganhavam dinheiro com o capital. A distinção entre capital industrial e capital financeiro é diferente.

Quero fazer uma observação. Digamos que estamos analisando uma economia a partir de agora e você está analisando qual é a estrutura do crescimento econômico da Europa, da América ou de qualquer outra economia. Espera-se que o PIB cresça muito, muito pouco, de 1% a 2% ao ano. Mas as taxas de juros agora, para taxas de juros de longo prazo, são de 4% ao ano.

Bem, você pode imaginar o quanto a dívida financeira cresce mais rápido do que a economia real. Isso vem acontecendo desde 1945. Na verdade, vem acontecendo há mais de 100 anos. E assim, a acumulação de fortunas financeiras cresce mais rápido do que o valor de custo de todas as fábricas, máquinas, agricultura, indústria e comércio. Você tem esse custo financeiro crescendo, e o setor de custos financeiros sustenta os custos imobiliários. E se você observar os preços e a avaliação dos terrenos, isso está indo muito mais rápido do que o PIB. Todo o crescimento da renda econômica é mais rápido do que o crescimento dos lucros e dos salários.

Os salários são o custo de vida; os salários reais nos Estados Unidos caíram. E na Alemanha agora, você vê que até mesmo o PIB mostra que está encolhendo. E, no entanto, as taxas de juros estão subindo. Você está vendo uma polarização econômica que empobrece a economia, porque essa polarização não está colocando a renda e a riqueza nas mãos dos produtores, mas nas mãos de uma classe rentista de despesas econômicas. É por isso que o conceito que falta para entender o neoliberalismo é a ausência do conceito de renda econômica.

GLENN DIESEN: Mas fiquei curioso. Se isso é mais ou menos previsível, como chegamos a este ponto? O que você acha que vai acontecer no final da estrada deste modelo econômico neoliberal? Porque, como você disse, ele se esgotou.

Os Estados Unidos, por exemplo, não conseguem competir em um mercado livre aberto contra a economia chinesa. E o grau de concentração de riqueza e busca de renda em várias economias ocidentais tornou-se tão extremo que está sufocando a possibilidade de crescimento futuro. Mesmo que você tenha uma economia impulsionada pelo consumo, a falta de consumo está causando alguns problemas aqui.

Mas o que vem depois do modelo neoliberal? Porque muitas vezes você ouve argumentos de que o neoliberalismo, por exemplo, daria lugar ao fascismo, ou tem-se a ideia de que ele poderia recomeçar do zero, mas seria necessário algum tipo de momento revolucionário… não no sentido comunista, mas algum tipo de colapso para reiniciar. Porque, tradicionalmente, quando você tem esse tipo de concentração de riqueza, por exemplo, quando você tem as guerras mundiais, isso tem um efeito de reinicialização. Mas como você vê o que vem depois disso?

MICHAEL HUDSON: Bem, prefiro usar o termo neofeudalismo ao fascismo porque as pessoas não entendem do que se tratava. Era essencialmente a financeirização tomando conta das economias e da grande riqueza corporativa. Era a guerra de classes. E acho que quando você diz neofeudalismo, você realmente olha como os interesses bancários e dos proprietários de terras controlam a sociedade.

O resultado você colocou corretamente no contexto internacional. A política de Trump e o Estado profundo por trás dele perceberam que os Estados Unidos, enquanto continuarem seguindo uma economia neoliberal financeirizada do capitalismo financeiro e não do capitalismo industrial, ficarão cada vez mais para trás.

Como ela vai lidar com isso? Bem, a primeira resposta é exatamente o que Trump fez nos últimos seis meses. Ele diz: vamos explorar os países estrangeiros e fazer com que eles forneçam à economia dos Estados Unidos a renda e a riqueza que não estamos mais produzindo aqui. É por isso que ele convenceu von der Leyen e a União Europeia a se renderem às exigências de Trump de que a Europa faça enormes concessões aos Estados Unidos e esteja disposta a cometer suicídio econômico para ajudar os Estados Unidos. Bem, para fazer isso, os Estados Unidos tiveram que implementar 75 anos de controle diplomático estrangeiro por meio da Fundação Nacional para a Democracia, de interferência e intromissão nos assuntos políticos europeus, assassinando socialistas como Aldoro Moro, da Itália, quando eles ameaçaram não apoiar o domínio dos EUA.

Os Estados Unidos dizem: bem, vamos dizer ao Japão que eles têm que pagar US$ 350 bilhões em proteção aos Estados Unidos para que não destruamos sua economia com tarifas. E os Estados Unidos viram que o Japão não estava revidando, então foram à Coreia e disseram: a Coreia tem que gastar US$ 350 bilhões. O presidente e o ministro das Relações Exteriores da Coreia disseram: não temos US$ 350 bilhões. Não somos tão ricos quanto o Japão. Trump disse: vocês têm que nos pagar de qualquer maneira, ou vamos destruir sua economia bloqueando a Hyundai, os automóveis e outras exportações, e vamos bloquear suas exportações de eletrônicos se vocês não se mudarem para cá. Essa é a política.

Os Estados Unidos não conseguem forçar países que não são seus aliados a fazer isso. Então, os Estados Unidos disseram: bem, para que servem os aliados? Para que serve a comunidade europeia? Para que servem o Japão, a Coreia, a Austrália e a Nova Zelândia, se não para fazer conosco o que o Império Britânico fez com a Índia e todos os outros países, exceto o próprio Império Britânico? Eles têm que manter todas as suas economias e excedentes econômicos no centro financeiro, que não é mais a Grã-Bretanha, mas agora são os Estados Unidos.

O resultado será uma polarização no exterior. E, em algum momento, presumivelmente, a Europa dirá: “Queremos realmente empobrecer a indústria alemã gastando quatro vezes mais dinheiro com gás natural liquefeito dos Estados Unidos do que teríamos que gastar com gás russo? O fato é que tivemos que fechar. Como ficará a Europa sem uma indústria que não pode mais pagar os altos preços da dependência dos Estados Unidos? É muito parecido com o que Ricardo definiu para o futuro britânico. E se a Grã-Bretanha tiver que depender de seus próprios proprietários para obter alimentos a preços mais altos? Bem, e se a Europa tiver que depender dos Estados Unidos para obter energia a preços mais altos e produtos monopolizados, como tecnologia da informação, construção naval e tudo mais? Bem, a reação alemã dos democratas-cristãos sob Merz tem sido: talvez o keynesianismo militar funcione. Principalmente se cortarmos nossos gastos com educação, gastos sociais, cortarmos os gastos com mão de obra, cortarmos os serviços sociais, cortarmos a economia social e reduzirmos o padrão de vida de todos em 10%, tornando-nos essencialmente uma economia militar. Talvez isso crie prosperidade.

Mas, dado que a filosofia monetária da Europa não é tão progressista quanto a filosofia americana, que é simplesmente “podemos sempre criar dinheiro para gastar na economia”, a Europa está sujeita, não diria a um orçamento equilibrado, mas a um orçamento quase equilibrado, com a restrição de que não se pode acumular uma dívida superior a 5% do PIB. Compare isso com a economia dos Estados Unidos e o aumento da dívida.

A Europa está impondo austeridade monetária à sua economia, como o Fundo Monetário Internacional vem impondo aos países do sul global nos últimos 75 anos. Mais uma vez, isso é suicídio monetário e financeiro que leva ao suicídio econômico. E, novamente, não parece haver qualquer memória do fato de que existe uma alternativa. É como se toda a Europa tivesse se tornado thatcherista e acreditasse que não há alternativa.

É claro que há uma alternativa. A China mostra que há uma alternativa. Ou a decolagem industrial americana no século XIX mostra que há uma alternativa. Ou a decolagem industrial da Alemanha que levou à Primeira Guerra Mundial a partir de Bismarck mostra que há uma alternativa. Mas isso não é mais ensinado. É como se Bismarck fosse marxista, os americanos fossem marxistas. É como se tudo isso fosse socialismo. Tudo isso é chamado de marxista, e é quase como uma religião trata o diabo. Portanto, é de alguma forma impensável ter uma alternativa em que você realmente se concentre em reindustrializar a economia, fazendo o que as economias asiáticas bem-sucedidas fizeram, o que a economia americana bem-sucedida fez e o que as economias alemã e britânica bem-sucedidas fizeram. Elas evitam a privatização dos monopólios. Elas evitam a privatização da renda da terra.

Em vez disso, você os financeiriza em vez de socializá-los. Portanto, se você vai ter uma filosofia econômica e social anti-social e anti-socialista, você vai ter uma filosofia anti-industrial.

É preciso conhecer uma alternativa econômica. É por isso que dediquei essa meia hora no início para explicar que existe todo esse conjunto de história e pensamento econômico que costumava ser de conhecimento comum nos livros didáticos de todos. Todos sabiam o que Adam Smith escreveu. Sabiam o que John Stuart Mill escreveu. Sabiam até mesmo o que Marx e os socialistas escreveram, e Thorstein Veblen e outros economistas que descreveram as leis do movimento da industrialização.

Agora, tudo isso é deixado de lado apenas para fazer uma análise estatística do que pretende ser uma análise empírica, mas que se baseia em categorias econômicas que não são um mapa… elas são um mapa, mas não um território. O mapa econômico traçado pelos economistas e governos europeus do PIB e da renda nacional e da conta de produtos não é o território da economia real. Essa é a crise, a crise intelectual e ideológica na raiz da estagnação e da desindustrialização europeia e americana.

GLENN DIESEN: Professor Hudson, muito obrigado. Surpreende-me que todos os escritos dos capitalistas industriais tenham sido reduzidos quase a slogans ideológicos. E considero os comentários sobre o PIB especialmente importantes porque eles próprios acreditam nisso sempre que avaliam as comparações entre diferentes economias. Por exemplo, o slogan comum na Europa, porque agora estamos de fato em guerra com a Rússia, é que os russos têm um PIB do tamanho da Espanha. Mas ninguém parece fazer a ponte com isso: como explicamos que a produção industrial deles pode superar toda a produção combinada da OTAN e ainda sobrar? É um excelente ponto. Muito obrigado pelo seu tempo. Sempre agradeço.

MICHAEL HUDSON: Bem, discuti esses conceitos em Killing the Host, que foi traduzido para o alemão como Der Sektor. Os livros foram publicados em alemão e inglês. Eles estão disponíveis. E meu outro livro, The Destiny of Civilization, é todo sobre como estamos hoje em uma época de capitalismo financeiro antitético ao capitalismo industrial.

GLENN DIESEN: Sim, vou deixar esse link na descrição também, Killing the Host, como os parasitas financeiros e a escravidão por dívidas destroem a economia global. Então, sim, acesse o link e leia, porque parece ser extremamente relevante nos dias de hoje. Obrigado novamente.

MICHAEL HUDSON: Bem, obrigado por me dar a oportunidade de expressar minhas opiniões.

Transcrição e diarização: https://scripthub.dev

Edição: Ton Yeh

Revisão: ced

Site: https://michael-hudson.com/2025/10/gdp-without-goods-the-rentier-mirage/

Em

SAKERLATAM 

https://sakerlatam.blog/pib-sem-bens-a-miragem-rentista/
13/11/2025