sábado, 31 de março de 2012

Movimiento de ocupación fabril y autogestión obrera en Argentina

Rebelion. Movimiento de ocupación fabril y autogestión obrera en Argentina
      Portada :: Argentina
         31-03-2012
Mario Hernandez
Argenpress
Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un
desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada por medios nacionales.
Pero los señores de la tierra y los señores del capital se valdrán siempre de
sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos.
(...) La conquista del poder político ha venido a ser, por lo tanto, el gran
deber de la clase obrera"
Carlos Marx

“Jaque al patrón, todo el poder al peón”
Afiche pegado por los trabajadores de Grissinópoli en la cartelera.

A lo largo del 2002 había cobrado fuerza y repercusión política un fenómeno
social que si bien tenía antecedentes históricos en el mundo y en nuestro propio
país, de poco servían para analizar lo que estaba sucediendo en la Argentina ya
que no formaba parte de una ofensiva general de los trabajadores ni tampoco de
una política de Estado. (1)
Si bien la caída del gobierno neoliberal de Fernando de la Rúa había sido
producto de la movilización popular del 19/20 de diciembre del año anterior, la
resistencia, movilización y la lucha popular comienzan mucho antes en las
localidades de Tartagal, Cutral Có y Mosconi, en los piquetes que cortan las
rutas a lo largo del país, los paros generales, la lucha de estatales y
docentes, etc.
Este proceso permite pegar el salto de la resignación, del irse para la casa y
ceder conquistas, a tomar las empresas y garantizar el empleo.
Las organizaciones sindicales habían tenido escasa participación y el gobierno
peronista de Duhalde que sucedió a la Alianza radical-frepasista lejos estaba de
alentar este tipo de experiencias.
Los movimientos de trabajadores desocupados organizados a lo largo de la segunda
mitad de la década anterior concentraban sus demandas en la necesidad de ayuda
oficial y en el mejor de los casos en micro-emprendimientos autogestionados que
limitaban su repercusión a los participantes directos.
Había surgido un multitudinario movimiento asambleario que nucleaba a vecinos de
la Ciudad y el Gran Buenos Aires pero sus demandas se orientaban a reclamos
ciudadanos de índole diversa y, lo más importante, los trabajadores ocupados se
mantenían pasivos bajo el control de la burocracia sindical, a pesar del impacto
de la devaluación que había reducido sus salarios a la mitad y de condiciones de
trabajo que habían empeorado bajo la espada de Damocles que representaba la
amenaza de la desocupación que afectaba de una u otra forma a más de la mitad de
la población económicamente activa. (2)
En medio de este panorama fueron ocupadas y puestas a producir por sus
trabajadores, con distintos grados de efectividad, más de 150 empresas medianas
y pequeñas que habían intentado cerrar sus patrones mediante procesos de quiebra
o el llamado a convocatoria de acreedores. (3)
Era común escuchar que a partir de mediados de los '90, la creciente presión
tributaria, la constante alza del costo de los servicios públicos, las altas
tasas de interés y la pérdida del mercado frente a las importaciones producto
del régimen cambiario, sumadas a la inestabilidad política desde mediados del
2000 que generó una retracción en el consumo interno, dejaron a las firmas
locales sin oxígeno. Con estos argumentos analistas económicos y periodistas
formadores de opinión intentaban explicar la actitud empresaria y concluían que
eran los propios dueños los que no intentaban recuperar la empresa dada la
inestabilidad económica y financiera del país, siendo los obreros los que por la
obvia necesidad de mantener su fuente de trabajo se lanzaban a ocupar y hacer
producir las empresas.
Es cierto que las tomas de los trabajadores fueron resultado de la necesidad, no
de la ideología y tuvieron por objetivo inmediato la defensa del puesto de
trabajo y en ese sentido asumen una postura defensiva frente a la situación de
cierre o vaciamiento de la empresa.
Pero una vez tomadas las fábricas, los trabajadores más politizados propusieron,
en asambleas, organizar la producción y las ventas sin los patrones. Estas
experiencias atrajeron a profesionales y estudiantes quienes ofrecieron consejo
técnico. La lucha y la práctica de la autogestión fueron creando más conciencia
de clase después de la ocupación y desde este punto de vista aparecen también
como formas ofensivas a diferentes niveles:
a) la gestión de la producción por parte de los trabajadores dando lugar a la
intervención en decisiones tales como la inversión en equipamiento tecnológico,
las condiciones de trabajo, la administración de los tiempos de descanso y los
ritmos productivos.
b) se construyen una serie de demandas que exceden el reclamo puntual y apuntan
a la definición de una política pública orientada al sector para acceder, por
ejemplo, a la seguridad social. Por otra parte se extienden los reclamos a la
definición de políticas públicas orientadas a la industria nacional.
Esta reacción como clase nos señala un cambio frente al cierre de miles de
empresas durante los noventa. Uno de los aprendizajes más destacados de las
empresas recuperadas será el hecho de demostrar que los trabajadores pueden
llevar adelante la producción por sí mismos y no dependen de la patronal.
Aquí aparece la centralidad de la clase obrera, diluyéndose el mito de la
función social de los empresarios y gerentes en cuanto a su capacidad de
organizar la producción.
Los trabajadores se vieron en la necesidad de crear una organización que no solo
sea capaz de garantizar la producción, sino que pueda resistir los embates de
los distintos poderes del Estado que han buscado por diferentes medios sofocar
estas experiencias a través del hostigamiento, las amenazas de desalojo, etc.
Como prueba de lo dicho, en abril de 2011 una sentencia del Tribunal de la
Cámara Comercial-Sala A, declaró la inconstitucionalidad de la Ley de
expropiación Nº 2969 sancionada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires
en diciembre 2008 dando la tenencia provisoria del inmueble a los trabajadores
de IMPA. Esta ley fue aprobada por 52 de los 54 legisladores. Sin embargo, el 31
de marzo se presentaron funcionarios judiciales haciéndose pasar por personas
interesadas en el bachillerato popular que funciona en la fábrica mientras
comentaban el valor del inmueble y su excelente ubicación.
Ante la presencia de los trabajadores en el juzgado, al día siguiente, la jueza
Isabel Míguez, reconoció que había ido por “curiosidad” y ese mismo día sacó el
fallo confirmando la inconstitucionalidad.
Recientemente, el 23 de diciembre del año pasado, el Jefe de Gobierno de la
CABA, Mauricio Macri, vetó la Ley 4008 que había prorrogado por 6 años la
vigencia de normas que dejaban en el Ejecutivo de la Ciudad la expropiación
definitiva a favor de los trabajadores donde funcionan las empresas de gestión
obrera, afectando a 29 empresas y poniendo en riesgo más de 2000 puestos de
trabajo directos. (4)
Pero la limitación que este proceso es incapaz de superar por sí mismo es la
lógica del mercado y su anarquía.
Las empresas autogestionadas tienen la ventaja de no pagar todo el trabajo
improductivo de gerentes, representantes, etc., pero a su vez, dada la necesidad
de supervivencia se encuentran envueltas en la lógica del mercado y de la
competencia y pueden actuar generando condiciones de auto-explotación,
trabajando por bajos salarios, en condiciones insalubres, con altos ritmos y
condiciones de flexibilidad por debajo del convenio colectivo de la rama o
directamente explotando a terceros. (5)
Aquí se abre el desafío de desarrollar el proceso de trabajo mediante métodos en
los que se considere y reconozca el saber obrero, se tienda a recalificar los
puestos de trabajo, revertir las estrategias empresarias que fomentan formas de
explotación a otros trabajadores como son la tercerización y subcontratación, y
a desarrollar una política que tienda a la eliminación de los accidentes de
trabajo y que tenga en cuenta la salud de los trabajadores.
En una mirada más estratégica las empresas recuperadas trascienden la producción
y se constituyen, en algunos casos, en ejes de organización popular a partir de
la articulación de distintas formas de lucha. Así encontramos la formación de
centros culturales, bibliotecas, centros educativos, proyectos de construcción
de viviendas, etc.
A su vez, en algunas empresas se piensa en darle una nueva orientación a la
producción.
Ya no basta producir mercancías porque se colocan en el mercado, sino que
empieza a generarse una producción orientada hacia las necesidades sociales,
como la provisión de alimentos para comedores populares y la confección de
indumentaria para trabajadores de la educación y la salud.
El caso Brukman
El grupo Brukman estaba conformado por 3 empresas: Brukman Construcciones,
Brukman Hermanos de electrodomésticos y Confecciones Brukman. Las 2 primeras
empresas ya habían quebrado y en 1999 se modificó la razón social de la última
por Cebex S. A. a la que se declaró en quiebra un año después. La empresa
solicitó convertirla en concurso preventivo de acreedores para lo cual la ley
exige presentar los balances de los últimos 3 años. Nunca se presentaron.
Tampoco los libros contables. Sin embargo, el juzgado favoreció a la empresa
convirtiendo la quiebra en concurso. A partir de ese momento comienza un
endeudamiento creciente que según palabras de su apoderado, el abogado Jaime
Muszkat, alcanzaba "unos cinco millones de pesos", de los cuales, "2 millones
700 mil pesos" correspondían a deudas con el Estado, según Miryam Bregman,
abogada de los trabajadores. Pero mucho antes, desde mediados del '95, los
obreros recibían vales semanales en lugar del sueldo mensual.
"Nos daban vales de $ 100 semanales, que después se convirtieron en 90, 80, 70 y
al final 5 y 2 pesos", recuerda el costurero Macario Avello, "a mí todavía me
deben $ 4.800 ($ 1 = U$S 1). En los últimos años teníamos que trabajar gratis
los sábados como "aporte" voluntario, bajo la amenaza de cierre" y "todo el
tiempo nos apuraban para que entreguemos 1000 trajes por semana para que ellos
pudieran cobrar un cheque que después nunca aparecía", agrega Amalia.
Los Brukman tampoco realizaban aportes jubilatorios, no pagaban cargas sociales
ni jubilaciones desde 1999. Habían emitido 218 cheques sin fondo por un total de
$ 750.000 y la AFIP-DGI les reclamaba más de $ 400.000 por no pagar impuestos.
La Aseguradora de Riesgos de Trabajo les rescindió el contrato por falta de pago
en setiembre del 2001. Dos meses después, cuando murió Marcelo Rojas, empleado
de 28 años, no le pagaron el seguro de vida ni el fallecimiento. "Para velarlo
-explicó Sara, su madre-, la única ayuda que recibí fue la de los empleados, que
juntaron $ 100 y me los acercaron".
El 14 de diciembre de 2001 cobraron el último vale y fueron citados por el Jefe
de Personal para 4 días después. Cuando volvieron, los patrones habían
desaparecido.
"En realidad nunca fue una toma pensada -comenta Celia Martínez. Fue por
accidente. Nosotros nos quedamos esperando que nos trajeran la plata que nos
habían prometido. Ya había comentarios de que querían cerrar la empresa y eso
nos asustaba más. Como no vinieron más, entre el 18 de diciembre a la noche y el
19 tomamos el mando hasta que nos pagaran. No pedíamos todo lo atrasado en
aguinaldo y vacaciones sino un vale mínimo de 50 ó 100 pesos para poder seguir
porque se venía Navidad. Después se llenó de compañeros la vereda, los que
querían entrar entraron y los que no se quedaban afuera. Y así fue como comenzó
todo".
Cerámica Zanón S.A.: la planta de cerámicos y porcellanato más grande de América
Latina
El fenómeno del control obrero o la gestión obrera directa de las fábricas viene
desarrollándose desde los márgenes en fábricas que poseen niveles bajos o medios
de producción. Una de las más importantes es Zanón.
Los obreros de Cerámicas Zanón, ubicada en la provincia de Neuquén, se
sorprendieron cuando después de 2 días de trabajo, habían realizado un 10% de la
producción mensual, unos 100.000 metros y tenían la cantidad de material
suficiente para pagar los sueldos de todo el personal y los servicios,
trabajando sin patrón ni supervisores que les marquen el ritmo o les den
órdenes.
"Producir sin el patrón es una satisfacción inexplicable. El saber que
desarrollás el producto, que lo ves prensar, decorar, salir en una caja. El
saber que lo que hiciste es tuyo es un orgullo muy lindo, te obliga a hacer las
cosas mejor, es un buen incentivo", comenta uno de los trabajadores y agrega:
"antes la persona que trabajaba en una máquina estaba como atada, no podía
fumar, no podía tomar nada, no podía ir al baño. A las 3 horas de estar sentado,
haciendo una tarea minuciosa que se repite miles de veces por día, comenzabas a
dormirte. Ahora, cada vez que te cansás, tomás un mate, prendés un cigarrillo,
estirás las piernas".
Esa es la situación en todos los sectores. Una especie de liberación de energías
y creatividades, de alivio por no tener el ojo del patrón en la nuca y poder
trabajar en libertad.
Un viejo encargado, Manotas, señalaba: "Acá hay mucha capacidad, están
experimentando, haciendo nuevos modelos". Se refiere a las series Mapuche y el
Obrero. El Obrero es un cerámico compacto, de decoración simple, pensado para
abastecer a un mercado de menor poder adquisitivo. La serie Mapuche, en homenaje
a los pueblos originarios, es de una fineza en el diseño que sorprende a los
entendidos.
Además, en todos los sectores se está produciendo un ahorro muy grande. Un buen
ejemplo es el laboratorio, lugar sagrado y prohibido donde sólo entraban hombres
de guardapolvo que comían en comedores separados y no tenían ningún contacto con
los obreros. Eran, en su mayoría, ingenieros y técnicos químicos, que ganaban un
poco más de sueldo que los operarios y tratados en forma diferenciada. Allí se
elaboraban los pigmentos que luego se utilizarían para decorar los cerámicos,
los materiales más caros que no se pueden derrochar en lo más mínimo. Nada podía
fallar porque la menor tonalidad, el menor detalle, significan miles de
cerámicos tirados a la basura.
Con la ayuda de un técnico, y en reemplazo de un ejército de ingenieros, 3
trabajadores pusieron manos a la obra. Trabajaban en el sector pulido y en
selección de material, nunca habían imaginado tener a su cargo tanta
responsabilidad. Primero hablaron con el técnico, aprendieron las fórmulas, los
trucos y luego hablaron con cada compañero de cada línea porque "nadie conoce el
trabajo mejor que ellos" y así aprendieron la mayoría de los procesos. En las
líneas de producción, donde antes anónimos trabajadores pasaban las horas en
silencio, descubrieron al ingeniero colectivo que hace marchar la fábrica.
Reynaldo, antiguo trabajador de la línea, está encargado de mantenimiento del
gas. Su primer conquista fue "que no haya más olor a gas, ni pérdidas que
aumenten el consumo y pongan en peligro la fábrica".
También la organización del trabajo cambió muchísimo con la gestión obrera.
Antes había un ejército de supervisores -uno cada dos obreros-, armados de
planillas y handies. La burocracia era tremenda. Algunos tenían la tarea de
buscar en los tachos de basura restos de yerba mate para delatar a quienes la
habían consumido. La prohibición de tomar mate dentro del perímetro de la
fábrica fue el primer reglamento que derrumbaron los trabajadores. Otra de las
resoluciones adoptada por la asamblea de trabajadores fue elegir coordinadores
por sector que se reúnen 3 veces por semana acompañados por un trabajador que va
rotando para que todo el mundo esté informado. "Que te propongan como
coordinador es un orgullo, pero seguís siendo uno más, acá no hay niveles
jerárquicos, simplemente sentís más obligaciones", sigue el relato Manotas, "la
gente no está presionada. Cada uno sabe lo que tiene que hacer. Es muy distinto
al trato con el patrón que viene y te ordena hacé esto o aquello sin ninguna
información. Acá sabemos
todo, lo que se gasta en luz, en gas, en sueldo. Yo tengo mi visión pero también
cuenta la del resto. Ellos conocen el sector. Yo no les puedo decir lo que
tienen que hacer, es la suma de un montón de voluntades y lo que uno trata de
coordinar es todo ese esfuerzo". (6)
Tirando vallas, construyendo el futuro
El desalojo violento de las trabajadoras de Brukman, en abril de 2002, ordenado
por 2 jueces de la ex-dictadura militar, cumplido a rajatabla con la
participación de 1.500 efectivos de la Policía Federal, dependiente del
Ministerio del Interior y bajo la atenta mirada de sus ex-dueños, fue una
muestra contundente de las dificultades que enfrentaba el movimiento de empresas
autogestionadas.
La fábrica había sido desalojada por la policía en dos oportunidades anteriores
y vuelta a recuperar por el accionar conjunto de los trabajadores, movimientos
de desocupados y de DD. HH., asambleas barriales, jóvenes y partidos políticos
de izquierda.
En esta última oportunidad, según la orden judicial, el desalojo debía
realizarse "bajo secreto de sumario", es decir, en forma clandestina y sin
derecho a defensa y con la realización de "previas tareas de inteligencia" para
determinar el momento oportuno, dejando expresa constancia de que "no hay
supremacía de la vida y la integridad física frente a los intereses económicos".
El 21 de abril a las 17:30 las trabajadoras intentaron recuperar la fábrica
acompañadas por cerca de 10.000 manifestantes que fueron duramente reprimidos y
perseguidos hasta 25 cuadras de la fábrica. Tres días después se instalaba un
acampe en la esquina y la "vigilia obrera" se prolongó durante varios meses
reclamando:
* Fuera la policía de Brukman
* Restitución de la fábrica a los trabajadores
* Expropiación sin pago inmediata y definitiva de inmuebles, maquinarias y
marcas de Brukman Confecciones, para que los trabajadores continúen con la
producción bajo gestión obrera
* Que el Estado garantice como mínimo los salarios de convenio colectivo del
sector
* Por la entrega de un subsidio no reintegrable de $ 150.000 como capital
inicial de trabajo para ampliar y diversificar la producción e incorporar más
trabajadores actualmente desocupados
* Que el Estado compre la producción en función de las necesidades de
hospitales, escuelas y otras instituciones, así como de la población carenciada
En marzo de 2002, la Legislatura porteña había rechazado un Proyecto de Ley que
contemplaba estas reivindicaciones, reiteradas por los trabajadores en octubre
del mismo año ante la Comisión de Desarrollo Económico donde señalaban "no estar
cerrados a alternativas intermedias" aunque rechazaban la idea de aceptar un
"microemprendimiento" como sugerían las autoridades nacionales y de la Ciudad de
Buenos Aires.
También Zanón pasó por duros ataques
A un año de la ocupación (octubre 2002), la fábrica fue atacada por una banda de
unas 50 personas, la mayoría jóvenes que habían sido reclutados entre la "barra
brava" del club Cipolletti y barrios pobres de la zona, encabezada por Oscar
Montes, un ex-obrero electricista y ex-secretario general del sindicato
ceramista de Neuquén durante más de una larga década. Dos años después que fuera
desplazado por una asamblea, estaba nuevamente en las puertas de Zanón
comandando un grupo de civiles con el objetivo de entorpecer la producción y
presionar por una salida judicial que favoreciera a la antigua patronal que
invirtió $ 5000 por día para financiar lo que no había podido lograr legalmente:
el desalojo violento.
Enfrente se agrupaban 700 personas, entre obreros, familiares y organizaciones
solidarias que defendían todo el perímetro de la fábrica.
Después de 4 días de enfrentamientos, en medio del festejo de los trabajadores,
los atacantes se retiraron sin haber logrado su objetivo.
En abril de 2003 la patronal vuelve a intentar el desalojo apoyada en un fallo
de la justicia nacional que ordena a los síndicos la toma de posesión y
elaboración de un inventario.
La posibilidad de desalojo movilizó a la comunidad neuquina en defensa de los
270 puestos de trabajo y los 40 nuevos creados.
El amplio arco de alianzas sociales y políticas incluyó al obispado de Neuquén y
a la Pastoral Social que exigieron a los 3 poderes públicos preservar los
puestos de trabajo y convocaron a "todos los cristianos y ciudadanos a sumarse
con una actitud no violenta en defensa del trabajo digno y de la paz".
Consultado por la prensa sobre la actitud de la iglesia católica, el obispo
Marcelo Melani sostuvo: "Hoy, los trabajadores de Zanón, dan una muestra de que
es posible a partir de su esfuerzo de 17 meses, de su entusiasmo y de su
inteligencia, llevar adelante una fábrica que brinda un trabajo digno para ellos
y sus familias".
Asimismo, el sindicato de docentes de Neuquén (ATEN) pidió a los maestros que
procuraran sumar a los padres al apoyo gremial brindado a los obreros,
utilizando el cuaderno de comunicaciones de sus alumnos. A ellos se sumaron la
Central de Trabajadores Argentinos (CTA), los docentes universitarios (ADUNC) y
la Federación Universitaria del Comahue (FUC), que junto a organizaciones de
trabajadores desocupados, resolvieron un paro provincial con movilización,
cortes y ocupaciones en caso de intento de desalojo.
La solidaridad cruzó el puente que separa la provincia de Neuquén de la vecina
Río Negro, donde los docentes nucleados en la UNTER se pronunciaron a favor de
los obreros y también en repudio al intento de desalojo.
El 8 de abril, 1500 manifestantes impidieron por tercera vez el acceso a los
síndicos. Al día siguiente los hornos volvieron a encenderse y la producción de
la planta se puso nuevamente en marcha.
Alentados por el triunfo los trabajadores presentaron en la Legislatura
provincial un Proyecto de Ley de estatización bajo control obrero, acompañado
por un petitorio con más de 40.000 firmas. En uno de sus últimos párrafos
sostiene:
"Zanón es del pueblo, dicen los obreros ceramistas y repite la comunidad de
Neuquén. La cesión de tierras provinciales, los beneficios y promociones
industriales, los créditos multimillonarios impagos otorgados por el estado
nacional y provincial, las compras millonarias de producción y, principalmente,
el trabajo acumulado de los obreros, hicieron grande esta fábrica en que la
patronal sólo ha demostrado capacidad para concretar lock out y concursarla...
Es por eso que no corresponde indemnización alguna como consecuencia de la
presente expropiación”.
Finalmente la Ley fue aprobada por la Legislatura provincial el 12.8.2009
arrancada con la lucha y la organización de desocupados, comisiones internas,
delegados y organizaciones de izquierda y de Derechos Humanos, artistas y
estudiantes, y un enorme apoyo de la comunidad en contra de la opinión de las
cámaras empresarias y la CGT local.
El gobernador Sapag dilató la finalización del trámite de expropiación que hasta
el día de hoy no se ha concretado impidiendo, entre otras cosas, el acceso a
créditos para la renovación de tecnología.
Así empresas expropiadas con Zanón o el Hotel Bauen corren el riesgo de ser
rematadas y sus trabajadores desalojados.
En el caso de Zanón cabe destacar que en la actualidad ocupa 430 trabajadores
sin haber recibido ayuda provincial ni nacional como sucedía con sus anteriores
propietarios privados. Tienen 40 trabajadores imputados en causas judiciales.
El pasado 1 de octubre cumplieron 10 años de gestión obrera y lo festejaron con
un festival. 16.000 jóvenes, trabajadores y artistas, colmaron el histórico
playón de la fábrica. Esta jornada fue transmitida vía Internet en más de 70
países y seguida por más de 12.000 personas en diferentes lugares del mundo.
“No nos conformamos con un solo Zanón, en medio de una crisis económica
internacional, el control obrero toma mayor importancia, tiene que ser un
ejemplo para esos millones de compañeros en el mundo que ven cerrar sus fuentes
de trabajo, Zanón no es una utopía…”, (7) sostuvo Alejandro López, trabajador de
la fábrica y actual legislador provincial por el Frente de Izquierda junto a
Raúl Godoy, otro de los referentes de la fábrica.
Pero el momento más esperado, fue ver a Manu Chao subiendo al escenario: “Es un
orgullo para mí estar esta noche con los trabajadores y trabajadoras de Zanón,
gracias a ellos por existir”, dijo tanto al principio como al final de su
participación que duró casi dos horas y media.
En la provincia de Neuquén también funcionan bajo control obrero otras 2
fábricas de cerámicos: Cerámica del Valle y Stefani. Esta última cumplió en mayo
un año de gestión obrera, siendo la única fábrica sobreviviente en la localidad
de Cutral-Có donde antes funcionaba la petrolera estatal YPF. Allí son 9 los
trabajadores que enfrentan causas penales y 35 los procesados. Un referendum por
la expropiación recibió el apoyo masivo de la población.
IMPA. El primer paso de una larga marcha
Fundada en el año 1918 por empresarios alemanes en el barrio porteño de Almagro,
fue la primera empresa en fabricar aluminio. Nacionalizada al finalizar la
Segunda Guerra Mundial por Juan Domingo Perón, allí se fabricaron los únicos
aviones a reacción que se hicieron en América Latina. En 1961, el gobierno
desarrollista de Frondizi decidió que se convirtiera en cooperativa siendo
manejada por su directiva como una empresa privada.
Para 1997, la competencia del monopolio Aluar redujo a un puñado los más de 500
trabajadores que la planta supo tener. Ante el peligro de cierre inminente y con
la electricidad cortada por falta de pago ocuparon la planta con la ayuda de
activistas sindicales vinculados a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Quilmes,
instalaron una olla popular con apoyo de vecinos y comerciantes del barrio,
expulsaron a la vieja dirigencia cooperativa y eligieron un nuevo Consejo de
Administración.
Lejos estaban los días de 1964 en que alrededor de 3.000.000 de trabajadores
ocuparon cerca de 4000 empresas en Argentina. Tampoco formaba parte del juego de
presiones al poder político que por aquellos años manejaba con maestría el
Secretario General de los metalúrgicos, Augusto Timoteo Vandor. Apenas eran 15
obreros con problemas de sueldo.
"A veces no nos daban nada y otras 2, 3 ó 5 pesos. Finalmente, unas 50 personas,
entre trabajadores y otros que habían sido despedidos, tomaron la fábrica
durante 18 días hasta que la Comisión Directiva aceptó que fueran los propios
trabajadores quienes controlaran la empresa. Lo hicimos por desesperación",
afirma Oracio Campos, un mecánico de laminación de 65 años que fue elegido como
presidente de la cooperativa, "no teníamos adonde ir y nos jugamos. Nos salió
bien y hoy podemos contar el cuento".
Al poco tiempo, tomaron 2 decisiones estratégicas: comprar chatarra de aluminio
para abaratar costos y eludir la competencia de Aluar y b) incorporar un
excedente de viejo personal en tareas de mantenimiento. La decisión fue tomada
por una asamblea que consideró que luego de 30 ó 40 años de servicio en la
empresa y ante el robo de la jubilación, era más digno que trabajaran en la
fábrica que darles un subsidio para que se quedaran en sus casas. Esta lógica
pone patas para arriba la del capitalismo orientado por una conducta de clase
exactamente opuesta.
Además, como en Zanello, todos los trabajadores cobraban lo mismo, sin importar
el cargo que ocupen. Si mejora la facturación, aumenta lo que recibe cada uno "a
cuenta de resultados". Aunque formaron equipos y, como en Zanón, sustituyeron a
los capataces por coordinadores de áreas o taller que son los encargados de
repartir el trabajo, en algunas secciones funcionan de forma vertical "porque el
mercado les exige tomar decisiones muy rápidas".
Actualmente, la principal producción de IMPA es vajilla descartable, pomos para
dentrífico, envolturas de golosinas y bandejas de catering.
"Ocupar, resistir y producir"
IMPA constituye una de las referencias centrales del Movimiento Nacional de
Empresas Recuperadas (MNER) que se organizó en los primeros meses del 2002,
reuniendo unas 100 firmas.
Defienden la forma jurídica cooperativa ya que según uno de sus voceros,
"facilita el acceso al crédito y el reconocimiento legal necesario para
desarrollarse como empresas rentables". (8)
En la provincia de Buenos Aires lograron que se sancione la Ley 5708 que permite
al gobierno expropiar los bienes inmuebles y cederlos en comodato a los
trabajadores y, según sea el caso, en donación. A setiembre del 2002 se habían
realizado unas 20 expropiaciones bajo esta legislación.
Por aquel tiempo, también la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires votó la
expropiación de 2 fábricas que funcionaban autogestionadas por sus trabajadores:
la imprenta Chilavert y la fábrica de materia prima de postres helados Ghelco.
Estas nuevas leyes dispusieron 2 tipos de expropiación: a) temporaria -por 2
años-, de los edificios donde funcionaban y b) definitiva, en el caso de las
maquinarias y otros bienes imprescindibles para la producción. Los equipos son
cedidos en comodato a las cooperativas de los trabajadores y durante 2 años el
gobierno pagará el alquiler de los edificios a los acreedores de cada quiebra,
luego de este período las cooperativas tendrán prioridad en la compra de la
fábrica.
Frente a las empresas autogestionadas por sus trabajadores que reclamaban la
estatización bajo control obrero, como son los casos de Brukman y Zanón, Jorge
Abelli, otro de los dirigentes del MNER, sostenía que la propuesta cooperativa
supone no delegar las tareas de dirección en instancias ajenas al colectivo
obrero, que pasa por asumir todas y cada una de las responsabilidades y riesgos,
incluyendo la comercialización de los productos y enfatiza: "no parece oportuno
entregarle las empresas que hemos recuperado y puesto en funcionamiento con
mucho esfuerzo a este Estado mafioso", al mismo tiempo, marca los límites del
movimiento: "Nosotros siempre tomamos empresas quebradas, nunca las que todavía
están funcionando, porque nuestro objetivo es librarnos del destino marginal que
significa estar desempleados". (9)
Precisamente, al ser una experiencia restringida y al no generalizarse al
conjunto de la industria y los servicios, está siempre presente la amenaza de
perder la posición conquistada. Tal vez en este sentido, el planteo de Zanón y
Brukman sobre la estatización fue un salto en relación a las experiencias de las
otras ocupaciones que organizaron cooperativas. (10)
Más allá de esta valoración, es indudable que todas estas experiencias, se trate
de formas cooperativas o no, demuestran que sus protagonistas comienzan a
librarse de las viejas costumbres de pasividad, sumisión y obediencia dentro de
la vida económica. Afirman la cooperación y la solidaridad, superando el
sentimiento de impotencia frente al patrón. Se inicia un proceso de
desajenación, de emancipación en el sentido real del término y ponen en
discusión la cuestión del dominio del capital sobre las máquinas y el trabajo.
En ese sentido tienen un enorme valor pedagógico.
Fábricas abiertas a la comunidad
"La Fábrica, Ciudad Cultural", centro cultural autogestionado en IMPA, en el que
funcionan talleres y cursos, se realizan fiestas, funciones de teatro, cine,
etc., representa un buen intento de articulación con la comunidad. Este espacio
funciona desde 1999.
El 5 de mayo de 2011 dieron comienzo a las actividades de la Universidad de los
Trabajadores con la clase inaugural del seminario “Historia del movimiento
obrero” dictada por su coordinador, el ex rector de la Universidad de las Madres
de Plaza de Mayo, Vicente Zito Lema. También funciona un bachillerato popular
con 250 alumnos.
En los salones del Hotel Bauen también se realizan actividades promovidas por
organizaciones sociales y políticas.
Otro buen ejemplo es el Centro Cultural de La Toma que funciona en el ex
supermercado Tigre de Rosario, “puesto en funcionamiento por sus trabajadores en
lucha por los puestos de trabajo” en julio de 2001 a partir de un proceso de
vaciamiento iniciado por su propietario, Francisco “Don Pancho” Regunaschi,
presidente de la Cámara de Propietarios de Supermercados, 3 años antes.
En este caso utilizaron el dinero que el Estado destinaría para los subsidios de
desempleo en la creación de un supermercado comunitario. Luego concretaron la
apertura de un comedor universitario y popular avalado por autoridades
universitarias.
También funciona un Centro de Comercialización de la Economía Solidaria con la
participación de artesanos, instituciones y organizaciones de emprendedores.
Asimismo albergan a una serie de cooperativas de trabajo y organizaciones: El
Puente (psicólogos en La Toma), Mesa Coordinadora de Jubilados, Asociación
Argentina de Actores (delegación Rosario), Sindicato de Guardavidas (CTA),
Cooperativa de Trabajo del MTL, una Librería Obrera instalada por la Fundación
Federico Engels, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos tiene un local
de atención al público, funciona un teatro, etc.
Ya en un plano político, la constitución de la Mesa Coordinadora del Alto Valle,
que agrupó a los obreros ceramistas de Zanón con el Movimiento de Trabajadores
Desocupados (Neuquén), el Sindicato de Televisión, gremios docentes de la zona,
universitarios, personal de los hospitales y organismos de DD. HH., si bien de
alcance regional, fue central en la defensa y apoyo a la lucha por la
expropiación de la fábrica.
Aunque debemos resaltar que los intentos de coordinación a través del MNER, los
Encuentros de Fábricas Ocupadas y Trabajadores en Lucha organizados por Brukman
y Zanón o las Asambleas de Trabajadores Ocupados y Desocupados organizadas por
el Bloque Piquetero Nacional, se mostraron insuficientes y de hecho agruparon a
las distintas experiencias de acuerdo a referencias políticas que en más de una
oportunidad actuaron como verdaderos "corralitos" que impidieron a los
trabajadores una verdadera solidaridad.
Nuestra Lucha, periódico de los trabajadores de Brukman y Zanón, con la
intervención del Cuerpo de Delegados de Luz y Fuerza (Córdoba) y de Supermercado
Tigre (Rosario), fue otra expresión de los esfuerzos por vincular las fábricas
autogestionadas por sus trabajadores con los movimientos de desocupados,
asambleas barriales y el movimiento obrero ocupado.
Si bien estos trabajadores no fueron la vanguardia social del proletariado,
concentrado en las grandes empresas de la siderurgia, automotrices, las
alimenticias, los servicios y el transporte, actuaron como su vanguardia
política, superando la división entre economía y política en el seno de estas
experiencias y dando un salto en la conciencia obrera muy importante.
Notas:
1) La autogestión fue la doctrina oficial del régimen socialista yugoslavo entre
1950 y la desintegración de la Federación. En Chile, bajo el gobierno de Allende
(1970-3) más de 125 fábricas estaban bajo el sistema de autogestión. En Bolivia,
surgió de la revolución popular de 1952 el control obrero sobre las minas entre
1953/63. También en Alemania Oriental (1945-53).
En Argentina, las ocupaciones de fábrica a partir de mediados de los noventa se
proponen la recuperación de la fuente de trabajo. En este sentido, son
diferentes de las ocupaciones previas que se planteaban como medio de
confrontación para negociar cuestiones salariales, condiciones de trabajo,
despidos, etc.
Durante la década del ’70, se conformaron comisiones de control obrero luego de
un proceso de ocupación motivado por condiciones de trabajo en los astilleros
Astarsa (Tigre) en 1973. En el caso de la papelera Mancuso-Rossi de La Matanza,
los trabajadores, luego de denunciar la malversación de fondos, lograron
controlar la producción a través de una comisión de control obrero que contó con
la aprobación del Ministerio de Trabajo. La petroquímica PASA, en Rosario, en el
mismo período.
Otro ejemplo lo constituye la puesta en marcha de la producción durante la
ocupación de la planta Ford de Pacheco en 1985.
En los primeros años ’50 con la crisis del sector externo y su impacto sobre el
mercado local, son numerosas las ocupaciones, especialmente en la rama textil.
La ocupación de las textiles Produtex, Royaltex y Medias Paris forma parte de
esta experiencia histórica. En el primer caso los trabajadores recorrían los
barrios con los camiones de la empresa vendiendo lo producido. En Medias Paris
una asamblea de trabajadores decidió, frente a la caída de la demanda en el
mercado local, enviar una delegación a Uruguay para comerciar la venta de su
producción.
En el período 1958-1962, con la crisis del modelo de acumulación de capitales
por la vía externa, una nueva oleada de ocupaciones se desenvuelve como es el
caso del Frigorífico Lisandro de la Torre en 1959. Son destacadas en esos años
la ocupación del Ingenio Santa Lucía, en Tucumán, que en una semana de
producción alcanzó el record histórico. La ocupación y puesta en funcionamiento
de la automotriz Kaiser, el 15 de enero del 63, los trabajadores retuvieron a
todo el personal jerárquico desde capataces para arriba, y luego pusieron en
marcha la producción sin ellos. La textil Piccaluga, en Avellaneda, que funcionó
durante tres meses bajo control obrero y las ocupaciones llevadas a cabo durante
el plan de lucha de la CGT de 1964.
Entre las experiencias pioneras en el actual período se encuentra el Frigorífico
Yaguané en La Matanza y la cooperativa CIAM (ex Aurora, planta Avellaneda)
impulsada por la UOM de Avellaneda, ambas del año 1996, el frigorífico San
Lorenzo en 1997 y la metalúrgica IMPA en 1998.
2) Para la toma de empresas el sindicato resulta el principal ausente en la
mayoría de los casos adoptando una posición crítica que deslegitima la
ocupación. En pocos casos, algunas seccionales resultan un actor central que
impulsa la recuperación, como es el caso de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de
Quilmes o la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario a través de su
Comisión Gremial.
3) De acuerdo al Programa Facultad Abierta de la UBA, coordinado por Andrés
Ruggeri, en la actualidad el total de empresas recuperadas son 205 y ocupan a
9400 trabajadores.
En una reciente entrevista realizada a Eduardo Murúa, referente de IMPA, en FM
La Boca de la Ciudad de Buenos Aires, declaró la existencia de 330 empresas
recuperadas que agrupan a 15/16000 trabajadores. Sostuvo que “hasta 2003 había
170 empresas recuperadas y a pesar del crecimiento económico y del PBI siguieron
cayendo fábricas y algunas fueron ocupadas por sus trabajadores. Este nuevo
método de lucha está instalado en el movimiento obrero argentino. Cada vez que
cierra una fábrica los trabajadores están preparados para quedarse con la
empresa. Quizás fue lo mejor que hicimos: crear conciencia”. Entrevista
realizada por el autor para el programa radial “Metrópolis”.
4) En la mencionada entrevista, Eduardo Murúa (IMPA) aclaró que: “Este veto no
anula la Ley de expropiación que sigue vigente”.
5) Un buen ejemplo de esta situación lo constituye el trabajo a façon donde la
explotación es ejercida por parte de un patrón que aparece enmascarado como
“cliente” y es aceptado por los trabajadores a falta de una mejor alternativa en
el mercado. En algunas ramas esta es una política habitual pero en la mayoría de
las empresas bajo gestión obrera se convirtió en una necesidad durante un largo
período ante la ausencia de capital de giro y de no tener acceso al crédito
bancario que le permitiera financiar la producción propia. Esta suerte de patrón
oculto, entrega la materia prima y retira el producto terminado, fija el precio
de la mano de obra y los gastos generales e impone también los ritmos de
producción, así como controla toda la cadena de distribución.
En la medida que la gestión obrera logró sostener la producción en el tiempo y
formar un pequeño capital como para financiarla ya son muchos los casos que en
distintas proporciones combinan trabajo a façon y producción propia.
6) El último censo del Programa Facultad Abierta (2009/10) constata que solo el
8% de las empresas recuperadas toma todas sus decisiones por medio del Consejo
de administración. En la mayoría de los casos éste se desempeña como
representante de la cooperativa y administrador cotidiano del día a día más que
como una autoridad equivalente a un directorio de empresa.
El grueso de las empresas recuperadas por sus trabajadores recurre a la
asamblea. El 88% declara hacerlas en forma periódica. El 44% una vez por semana
y el 35% en forma mensual.
7) Diversos encuentros permitieron tomar conocimiento de la dimensión y el
impacto de estas experiencias, que superan los estrechos marcos de las fronteras
nacionales y están instaladas en diversos países latinoamericanos. Eduardo Murúa
recuerda su colaboración para recuperar una empresa grande de papel en Venezuela
y la relación con el presidente Hugo Chávez que hizo posible poder entrelazar
empresas recuperadas de Uruguay, Brasil, Venezuela y Argentina en un encuentro
en Caracas en el 2005. (Entrevista enero 2012).
8) El 95% de las empresas recuperadas se conforman bajo la forma jurídica de
cooperativa. Según Andrés Ruggeri, es el tipo de organización legalmente válida
de mejor adaptación a las características autogestionarias adoptadas por las
empresas recuperadas, de fácil trámite y de ciertas ventajas impositivas y
jurídicas. Además, posibilita ejercer el control de la planta sin heredar las
deudas dejadas por los empresarios.
9) En la entrevista ya mencionada Eduardo Murúa sostuvo: “Nosotros no
participamos nunca dentro del movimiento cooperativo porque siempre quisimos y
estuvimos dentro de la lucha del movimiento obrero. Dentro del marco de las
cooperativas hay de todo. Algunas se adaptan totalmente al sistema y son de
productores. Aunque es un sistema superior al capitalista algunas se adaptan
totalmente. También siempre fuimos muy críticos de la autogestión porque no
creemos que sea la salvación. Nosotros creemos que los medios de producción más
importantes deben estar en manos del Estado y planificados por nuestro pueblo.
No creemos en la cooperativa como salida para un nuevo modelo. Ahora en el caso
de estas 330 empresas pequeñas la autogestión puede servir como una semillita
para ver lo nuevo, para instalar conciencia en el pueblo que no hacen falta
patrones para producir y que el trabajo es más importante que el capital que
solo es trabajo acumulado. Me parece que cuando los pueblos aprendamos eso
podemos tener una salida”.
10) Una serie de empresas se nuclean en torno al Movimiento Nacional de Empresas
Recuperadas (MNER), constituido en 2001. A comienzos de 2003 el MNER sufrió una
fractura interna de la que surgió el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas
(MNFR), constituido luego en ONG. A diferencia del primero donde “una fábrica
recuperada se convierte en un espacio de resistencia”, en el MNFR el eje está
puesto en la recuperación de las fuentes de trabajo frente al desempleo por
sobre el carácter cuestionador del proceso.
Por otro lado, una serie de casos se nuclean en torno a la Federación de
Cooperativas de Trabajo (FENCOOTRA), que se integra con cooperativas de trabajo
en la provincia de Buenos Aires a fines de la década del ’80 y recupera una
tradición ligada al cooperativismo y al mutualismo. Otro nucleamiento es la
Federación Nacional de Cooperativas de Trabajo Reconvertidas (FENCOOTER) más
cercana a los organismos gubernamentales como el Instituto Nacional de Economía
Social (INAES), constituida en agosto de 2002 y con un alcance reducido en lo
que respecta al número de fábricas que alberga.
Finalmente, encontramos una serie de casos que articularon su discurso en un
fuerte cuestionamiento a la propiedad privada y al sistema capitalista, con la
significativa participación de algunos partidos políticos de izquierda,
distintas organizaciones de derechos humanos y vinculándose también a distintas
organizaciones de desocupados. La estrategia para este sector, representado por
Brukman y Zanón, se centró en la constitución de un frente de unidad entre los
sectores de trabajadores ocupados y desocupados y la estatización con control
obrero de las fábricas.
Bibliografía:
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construcción identitaria en torno a las ocupaciones y recuperaciones de fábricas
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- Mandel, Ernest, Control obrero, consejos obreros, autogestión, Ediciones Era,
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Letras, UBA, 2010.
- Ruggeri, Andrés, “Autogestión obrera en Argentina: problemas y potencialidades
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(comp.), Editorial Caminos, La Habana, 2011.
Fuente: http://www.argenpress.info/2012/03/movimiento-de-ocupacion-fabril-y.html
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Rebelión
http://rebelion.org/noticia.php?id=147272
España 31/3/2012

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