quarta-feira, 7 de abril de 2021

Crece el peligro de guerra

 





 *DE LA DEMENCIAL ESTRATEGIA DE EE.UU. Y DE SUS SERVIDORES EUROPEOS*

*/ANDRES PIQUERAS , SOCIOLOGO, PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD JAUME I/*

Para todas aquellas personas que se alegraron de la victoria electoral
de Biden, me temo que hay malas noticias. Quienes ya advertimos que con
los demócratas el peligro de guerra se dispararía parece que no hemos
fallado. Los peores augurios que del discurso del nuevo presidente se
pudieron extraer tras su toma de posesión se han ido materializando.

1.Ha advertido (amenazado) a Alemania de no seguir adelante con su
proyecto de abastecimiento energético (Nord Stream 2), y da marcha atrás
en la retirada de tropas del territorio germano, lo que de paso deja
claro que sigue siendo un país colonizado (la administración USA,
riéndose una vez más del “libre comercio”, acaba de amenazar
directamente con represalias a las compañías que participan en la
construcción del gaseoducto, detectándose incluso hostigamiento militar
al mismo).

2.Ha llamado a Putin “asesino”, lo que en términos diplomáticos equivale
a solamente medio escalón previo a una declaración abierta de guerra.
Presiona cada vez más las fronteras rusas a través de la OTAN, poniendo
en alarma tanto al Báltico (e incluso las latitudes polares) como a la
Europa oriental, también desestabilizando el Cáucaso.

3.Se permite invitar a China a su casa (Alaska) para acto seguido
ponerse a insultar a los diplomáticos chinos sobre supuestas violaciones
de derechos, sobre todo en territorio uigur (claro, los emisarios
norteamericanos se cuidaron mucho de comentar cómo EE.UU. lleva
infiltrando desde hace años redes terroristas y paramilitares en ese
territorio para desunir China).

4.Ha amenazado con sanciones a India si no revierte la compra y
despliegue de misiles rusos S-400.

5.Quiere renovar la unión contra Irán para doblegar a ese país y cortar
el núcleo vital de la Ruta de la Seda china.

6.Asedia a la propia China en el mar que la envuelve.

7.Amenaza a Corea mediante nuevas maniobras militares navales.

8.Frena la retirada de tropas de Asia occidental, y en el caso concreto
de Siria (donde ocupa ilegalmente sus pozos petrolíferos), pretende
reactivar la guerra con nuevas infiltraciones de paramilitares y
yihadistas en el país.

9.Está gestando una intervención contra Venezuela a través de tropas
irregulares, paramilitares, narco-bandas y grupos delincuentes armados,
con la colaboración del ejército colombiano, en la frontera entre ambos
países.

10.Pero lo más descabelladamente peligroso de todo es que está activando
una nueva escalada bélica en Ucrania, de ominosas consecuencias. El
ejército ucraniano ha comenzado a desplegar masivamente sus sistemas de
cohetes de lanzamiento múltiple en Donbass, para atacar las Repúblicas
Populares de Donetsk y Lugansk, a las que vuelve a hostigar desde hace
semanas. Y, más grave aún, ya ha declarado su intención de ir a por
Crimea. Todo eso tras recientes conversaciones de alto nivel entre
funcionarios estadounidenses y ucranianos. EE.UU. está abasteciendo de
armas a Ucrania, al tiempo que despliega algunas de sus más mortíferos
aparatos de combate en la zona.

Esto marca un peligro inminente de guerra total, especialmente
sobrecogedor para las sociedades europeas, dado que Rusia parece tener
superioridad militar sobre la OTAN. De desencadenarse un enfrentamiento
podría destruir Europa en breve tiempo.  Mientras, EE.UU. quedaría una
vez más lejos del escenario bélico.

Antes de seguir, dejemos claras unas cuantas cosas

En un capitalismo globalizado pero carente de una entidad política
territorial global (algo así como un Estado mundial), buena parte de las
estrategias de mando vienen ejercidas directa o indirectamente por la
potencia dominante, un hegemón que se encarga en mayor medida que ningún
otro de crear o recrear, organizar y dirigir el conjunto de
instituciones mundiales necesarias para la regulación global del sistema.

Este sistema, el capitalista, sólo muy casualmente puede procurar
“bienestar” y mejoras a las poblaciones del mundo, puesto que su
principal fin es la reproducción ampliada de capital a través de altas
tasas de beneficio empresarial.

EE.UU. como potencia hegemónica, es el principal valedor de esa
acumulación de capital y del beneficio privado de la clase capitalista,
al coste que sea.  Por eso, entre otras muchas cosas, a EE.UU. lo único
que le preocuparía de los DD.HH. es que en realidad se cumplieran. De
ahí que haya promovido y mantenido dictaduras en todo el planeta, desde
las del Cono Sur americano, hasta las monarquías salvajes del Golfo,
pasando por la Suráfrica del “apartheid”.

Por eso su principal aliado y destinatario de apoyo
financiero-político-estratégico es Israel, el Estado que comete más
violaciones de resoluciones de la ONU, que practica un sistemático
‘apartheid’ y limpieza étnica, que se basa en una constitución racista,
que practica sistemáticamente el terrorismo y que es un continuo peligro
para toda Asia occidental.

Por eso tiene como aliado a Turquía, miembro de la OTAN, otro
plusmarquista en limpiezas étnicas y en terrorismo contra su propia
población y las adyacentes. Por eso su principal receptor de “ayuda” en
América es Colombia, campeón del terrorismo de Estado, con matanzas
sistemáticas de su población, y causa de un creciente riesgo de
desestabilización de toda la región (ver este excelente informe al
respecto:
https://isrobinson.org/investigaciones/la-construccion-de-una-zona-de-guerra-difusa-en-la-frontera-colombo-venezolana/).

En cuanto al capítulo de invasiones y destrozo de países, estas han sido
las intervenciones militares directas de EE.UU. (solo o con la OTAN)
tras la caída de la URSS:     

Irak (1991): con sanción de la ONU

Somalia (1993): EE.UU. y algunos “aliados”, con sanción de la ONU

Yugoslavia (1995): OTAN, sin sanción de la ONU

Afganistán y Sudán (1998): ataque unilateral de EE.UU.

Yugoslavia (1999): OTAN, sin sanción de la ONU

Afganistán (2001): OTAN, sin sanción de la ONU [dura hasta hoy]

Irak (2003): EE.UU. y algunos “aliados”, sin autorización de la ONU

Pakistán, Yemen, Somalia (2002): ataques con aviones no tripulados,sin
autorización de la ONU [dura hasta hoy]

Libia (2011): intervención de la OTAN, con sanción de la ONU

Siria (2014): EE.UU. – OTAN [dura hasta hoy]

Intervenciones que Arthur K. Cebrowski, almirante y director de la
Office of Force Transformation in the U.S. Department of Defense,
concibió hechas sobre “países desechables” a los que había que destruir
sus estructuras estatales.

Fundamentalmente están en el punto de mira del hegemón aquellas
formaciones sociales que se encuentran dentro del espacio territorial o
la zona de seguridad de lo que fue la URSS y de sus alianzas. También
los países susceptibles de consolidar la Ruta de la Seda china.

En cuanto al propio continente americano, recientemente, EE.UU. ha
promovido golpes de Estado judiciales, con intervención de fuerzas
policíaco-militares, en Paraguay, Brasil, Bolivia y Honduras. Ha
destruido casi toda Centroamérica (a la que invadió o dio golpes de
Estado en repetidas ocasiones en el siglo XX), con guerra
contrainsurgencia, bandas paramilitares, promoción de Estados de terror
y bandas de delincuencia armada por doquier, consiguiendo un
empobrecimiento brutal de las poblaciones que ahora se le vuelve en
forma de “caravanas migrantes”, masas desesperadas huyendo de la miseria
y la muerte.

Dentro de esa estrategia de muerte se incluyen las llamadas guerras de
cuarta generación o “híbridas”, que combinan el uso de la presión
político-económica, los “levantamientos populares” y el terrorismo en
sus diferentes expresiones (operaciones subversivas, actuaciones
clandestinas y de falsa bandera, guerra por delegación…), incluida la
utilización de cuerpos armados irregulares y redes terroristas
potenciadas o creadas ad hoc. Se usa también la propaganda mediática, la
cibernética y la inteligencia artificial. En buena parte con la
inestimable ayuda de Gran Bretaña y su BBC.

Todo esto en un contexto histórico de decadencia capitalista, de crisis
estructural sistémica sin perspectivas de recuperación sostenida.

Tenemos, entonces, un capitalismo degenerativo más una potencia
hegemónica en declive: una situación perfectamente explosiva. Máxime si
consideramos que esa potencia se niega a ser superada y se ha convertido
en un monstruo que se revuelve contra todo, incluida su propia
población, cada vez más parte de la cual queda ajena los mínimos
derechos de ciudadanía [un peligro para el mundo como ya se indicó en
EEUU contra el mundo (y contra sí mismo) – Dominio público (publico.es)].

Pero hay también un actor secundario, a la par triste y vil: la UE. Este
“supra-Estado” paradigma de la institucionalidad del capitalismo
financiarizado, ha decidido seguir sumisamente todos los planes del
decadente hegemón, aun a costa de sus intereses vitales. Uno y otros
están haciendo de las sanciones político-económicas su principal razón
contra países emergentes a los que ya no pueden dominar con el “libre
mercado”. Un arma de guerra sucia.

Alegan los líderes y lideresas de la UE que esas sanciones son para
hacer respetar los Derechos Humanos. Sería para reír si detrás de eso no
hubiera tanta muerte y dolor.

Si quieren sancionar a alguien por no cumplir con los Derechos Humanos,
ahí tienen a EE.UU. por las acciones descritas.

Si quieren un caso como el de Navalni, pero esta vez cierto, ahí tienen
a Assange, perseguido, encarcelado y torturado por denunciar con pruebas
los crímenes de EE.UU. (ante el apabullante silencio y complicidad de la
mayor parte de la “prensa libre occidental”). Si quieren hablar sobre
torturas, ahí tienen Guantánamo (además de las decenas de centros de
tormento “clandestinos” que USA mantiene en todo el mundo, a veces a
bordo de barcos de guerra). Pero parece que a la servil dirigencia
europea no le salen los colores cuando se inventa excusas.

Desesperadas ante el caos sistémico que generan, con debacle económica
incluida, y ante su inocultable ineptitud para salvaguardar ni siquiera
la salud de sus poblaciones frente a la actual pandemia, las elites del
capital global han anunciado en el último Foro Económico Mundial, el
Gran Reinicio del capitalismo.

Una vuelta de tuerca a la pérdida de democracia, al control poblacional,
a la precarización de los mercados laborales, al empobrecimiento
generalizado, al deterioro ambiental. Las mismas elites lo anuncian como
la convergencia de los sistemas económicos, monetarios, tecnológicos,
médicos, genómicos, ambientales, militares y de gobierno.

En términos económicos y de política monetaria, el Gran Reinicio implica
una consolidación de la riqueza, por un lado, y la probable emisión de
una renta básica universal, por otro, para “mantener” a poblaciones sin
empleo. Podría incluir el paso a una moneda digital, con una
centralización de las cuentas bancarias y de los Bancos, una fiscalidad
inmediata en tiempo real, tipos de interés negativos (cobrando cada vez
más por tener dinero en el Banco) y una vigilancia y un control
centralizados del gasto y la deuda.

El Gran Reinicio significa también la emisión de pasaportes médicos,
pronto digitalizados, incluyendo la historia médica, la composición
genética y los estados de enfermedad. La covid-19 está suponiendo un
entrenamiento ideal para que las poblaciones acepten cosas así. El Gran
Reinicio acentúa además la guerra como instrumento económico,
geoestratégico y de relaciones internacionales, especialmente contra
Rusia y China.

Como es obvio, lo que está provocando de momento, por reacción, es un
mayor acercamiento entre esos dos países, que intentan tejer también una
diplomacia constructiva como contrapeso al caos. China acaba de
estrechar lazos estratégicos con Irán; ha propuesto una coordinación con
los países árabes, tentando también a Turquía para que se vuelva hacia
Asia, y mostrando a India el interés de la Ruta de la Seda, basada en el
comercio, la economía productivo-energética y, en definitiva, el
beneficio mutuo. Rusia es una potencia energética, fulcro ya
insoslayable de Eurasia.

Lamentablemente, todo indica que la UE ha decidido suicidarse al lado
del hegemón en decadencia. Irse por el mismo sumidero de la historia que
él. Eso quiere decir que la diplomacia “occidental” queda confinada cada
vez más a acciones de guerra. Es decir, se niega a sí misma como
“diplomacia”. Una loca “estrategia” que acerca precipitadamente al
enfrentamiento militar y que pone en riesgo al planeta entero. Una nueva
“Guerra Fría” con cada vez más posibilidades de convertirse en caliente
y que se ceba en las propias poblaciones europeas como víctimas de otra
guerra que acompaña indisociablemente a la anterior: la guerra de clases


In
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2021/04/07/crece-el-peligro-de-guerra/
7/4/2021

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