terça-feira, 1 de maio de 2012

¿Un mundo de confrontación de espectro completo?

Dragones neoliberales, sueños húmedos surasiáticos, y fantasías de Robocop
¿Un mundo de confrontación de espectro completo?

Pepe Escobar
Tom Dispatch

      Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


  Introducción del editor de Tom Dispatch
  En diciembre pasado, un súper-secreto RQ-170 Sentinel, parte de un extenso
  programa de vigilancia de drones de la CIA sobre Irán, descendió (o fue
  derribado, o secuestrado por ordenador y obligado a descender) y recuperado
  intacto por los militares iraníes. Esta semana, un general iraní anunció
  orgullosamente que expertos de su país habían logrado acceder al ordenador del
  avión –ofreció información que lo prueba– y ahora estaban realizando
  “ingeniería inversa” del drone para crear uno propio.
  La mayoría de, o todas sus afirmaciones, han sido ampliamente puestas en duda,
  ridiculizadas, o simplemente descartadas en nuestro mundo, y que yo sepa lo
  que hizo fue ciertamente pura fanfarria y bluf. Pero si fuera así, igual se
  las arregló para echar mano de un deseo ardiente que subyace desde hace un par
  de siglos de historia global: adaptar los aspectos más sofisticados de
  Occidente para resistir a Occidente. Ese deseo ha sido esencial para la forma
  en que se ha desarrollado nuestro planeta. Después de todo, gran parte de los
  dos últimos siglos podría llevar el título en términos tecnológicos,
  económicos, e incluso políticos, de “La historia de la ingeniería inversa”.
  Desde que en el Siglo XVIII en el Imperio Otomano, en China o en cualquier
  otra parte los barcos europeos con cañones parecían derribar puertas y
  conquistar países o someterlos a una voluntad ajena, el tema de la ingeniería
  inversa siempre estuvo al alcance de la mano. Durante interminables décadas,
  la cuestión preeminente, lo esencial a discutir, era precisamente lo que se
  podría adaptar del arsenal occidental de armas, política, tecnología, e ideas,
  y cómo podía fusionarse con la cultura local, cómo podría acceder a
  “características” otomanas, indias, chinas, japonesas y lograr que controlara
  o revirtiera el curso de los eventos. El ascenso de Japón en el Siglo XIX y el
  más reciente crecimiento espectacular de China son, sin duda alguna, casos de
  historia de ingeniería inversa.
  Sean cuales sean los éxitos y fracasos de ese proceso, la pregunta actual
  –mientras EE.UU. decae, Europa se estanca, y los explosivos países del BRICS
  van de camino al centro del escenario– es probablemente la siguiente: ¿Puede
  realmente llevarnos más lejos la ingeniería inversa, o simplemente terminará
  por derribarnos? ¿No es hora de que haya algo nuevo en el universo de la
  ingeniería o tal vez para la llegada de la ingeniería inversa-inversa a este
  planeta nuestro de clima abominable y puesto a prueba?
  ¿Quién puede ofrecernos mejor una pequeña visión de ese planeta, de un extremo
  al otro, integral, en este momento de estrés global que el propio autor
  peripatético de Asia Times y TomDispatch, Pepe Escobar? Él lo ha visto todo.
  Ahora, también lo veréis. Tom
¿Un mundo de confrontación de espectro completo?
Dragones neoliberales, sueños húmedos surasiáticos y fantasías de Robocop
Goldman Sachs –por medio del economista Jim O’Neill– inventó el concepto de un
ascendiente nuevo bloque en el planeta: los BRICS (Brasil, Rusia, India, China,
Sudáfrica).
Goldman espera ahora que los países del BRICS representen casi un 40% del
producto interno bruto global (PIB) en el año 2050, y que incluyan a cuatro de
las cinco principales economías del mundo.
Dentro de poco, de hecho, es posible que haya que expandir ese acrónimo para
incluir a Turquía, Indonesia, Corea del Sur y, sí, Irán nuclear: ¿BRIIICTSS? A
pesar de sus bien conocidos problemas como nación bajo bloqueo económico, Irán
también avanza como parte de los N-11, otro concepto embriagador. (Simboliza las
próximas 11 economías emergentes).
La pregunta multibillonaria global sigue siendo: ¿es la emergencia de los BRICS
una señal de que hemos entrado verdaderamente a un nuevo mundo multipolar?
El sagaz historiador de Yale Paul Kennedy (famoso por la expresión “sobre-estrés
imperial”) está convencido de que estamos a punto de cruzar o de que ya hemos
cruzado un “punto clave histórico” que nos lleva lejos, más allá del mundo
unipolar post Guerra Fría de “la única superpotencia”. Existen, argumenta
Kennedy, cuatro razones principales para eso: la lenta erosión del dólar de
EE.UU. (antes representaba un 85% de las reservas globales, ahora menos de un
60%), la “parálisis del proyecto europeo”, el ascenso de Asia (el fin de 500
años de hegemonía occidental) y la decrepitud de las Naciones Unidas.
El Grupo de Ocho (G-8) es cada vez más irrelevante. El G-20, que incluye a los
BRICS, podría, sin embargo, ser lo que se necesita. Pero hay mucho que hacer
para cruzar ese punto clave en lugar de ser simplemente arrastrado de grado o
por fuerza: la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y sobre
todo la reforma del sistema de Bretton Woods, especialmente esas dos
instituciones cruciales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial.
Por otra parte, puede que este sea, de grado o por fuerza, el rumbo del mundo.
Después de todo, como celebridades emergentes, los BRICS tienen una tonelada de
problemas. Es verdad, en solo siete años Brasil ha agregado 40 millones de
personas como consumidores de clase media; en 2016, habrá invertido otros
900.000 millones de dólares –más de un tercio de su PIB– en energía e
infraestructura; y no está tan expuesto como algunos miembros del BRICS a los
imponderables del comercio mundial, ya que sus exportaciones representan solo un
11% del PIB, incluso menos que EE.UU.
A pesar de todo, el problema clave sigue siendo el mismo: falta de buena
administración, para no mencionar un cenagal de corrupción. La descarada nueva
clase adinerada resulta que no es menos corrupta que las antiguas, arrogantes,
elites compradoras que solían dirigir el país.
En India, la alternativa parece estar entre un caos manejable y otro
inmanejable. La corrupción de la elite política del país podría enorgullecer a
Shiva. El abuso del poder estatal, el control nepotista de contratos
relacionados con la infraestructura, el saqueo de recursos minerales, los
escándalos con la propiedad de bienes raíces, lo tiene todo, incluso si India no
es un Pakistán hindú. Todavía no, en todo caso.
Desde 1991, “reforma” en India ha significado solo una cosa: comercio
desenfrenado y sacar al Estado de la economía. No es sorprendente, por lo tanto,
que no se haga nada por reformar las instituciones públicas, que son un
escándalo por sí solas. ¿Administración pública eficiente? Más vale olvidarlo.
En resumen, India es una dinamo económica caótica y sin embargo, en cierto
sentido, no es ni siquiera una potencia emergente, y ni hablar de una
superpotencia.
Rusia, también, todavía sigue tratando de hallar la mezcla mágica, incluida una
política estatal competente para explotar los abundantes recursos naturales del
país, su extraordinario espacio e impresionante talento social. Tiene que
modernizarse rápido ya que, fuera de Moscú y San Petersburgo, sigue
prevaleciendo un relativo atraso social. Sus dirigentes siguen intranquilos ante
la vecina China (conscientes de que cualquier alianza chino-rusa dejaría a Rusia
como un evidente socio menor). No confían en Washington, están inquietos por la
despoblación de sus territorios orientales, y preocupados por la alienación
cultural y religiosa de su población musulmana.
Y luego ‘Putinator’ vuelve como presidente con su fórmula mágica para la
modernización: una cooperación estratégica alemana-rusa que beneficiará a la
elite del poder y a la oligarquía empresarial, pero no necesariamente a la
mayoría de los rusos.
Muerte de Bretton Woods
El sistema de Bretton Woods, posterior a la Segunda Guerra Mundial, está ahora
legítimamente muerto, es totalmente ilegítimo, ¿pero que planean los BRICS al
respecto?
En su cumbre en Nueva Delhi a fines de marzo, presionaron por la creación de un
banco de desarrollo de los BRICS que pueda invertir en infraestructura y
suministrarles crédito de respaldo para cualesquiera crisis financieras que se
encuentren por el camino. Los BRICS saben perfectamente que Washington y la
Unión Europea (UE) jamás renunciarán al control del FMI y del Banco Mundial. No
obstante, el comercio entre esos países llegará a impresionantes 500.000
millones de dólares en 2015, sobre todo en sus propias monedas.
Sin embargo, la cohesión de los BRICS, en la medida en que exista, se concentra
en frustraciones compartidas con la especulación financiera al estilo de los
Amos del Universo que casi precipitó la economía global por un despeñadero en
2008. Es verdad, la gente de los BRICS también muestran una notable convergencia
de política y opinión cuando se trata del acosado Irán, un Medio Oriente de la
Primavera Árabe y el Norte de África. A pesar de todo, el problema que enfrentan
por el momento es el siguiente: no tienen una alternativa ideológica o
institucional al neoliberalismo y al dominio de la finanza global.
Como ha señalado Vijay Prashad, el Norte Global ha hecho todo lo posible por
impedir toda discusión seria de cómo reformar el casino financiero global (Vea
“The G-77 awakes”, Asia Times Online , 17 de abril de 2012). No es sorprendente
que el jefe del grupo G-77 de naciones en desarrollo (ahora G-132 en los
hechos), el embajador tailandés Pisnau Chanvitan, haya advertido contra la
“conducta que indica el deseo de un nuevo amanecer de otro neocolonialismo”.
Mientras tanto, las cosas se desarrollan en todo caso, desordenadamente. China,
por ejemplo, sigue promoviendo informalmente el yuan como moneda globalizadora,
si no global. Ya está comerciando en yuan con Rusia y Australia, para no
mencionar toda Latinoamérica y Medio Oriente. Los BRICS apuestan cada vez más
por el yuan como su alternativa monetaria a un desvalorizado dólar
estadounidense.
Japón utiliza tanto el yen como el yuan en su comercio bilateral con su inmenso
vecino asiático. En realidad ya se está formando una zona de libre comercio
asiática no reconocida, en la que participan China, Japón y Corea del Sur.
Lo que nos espera, aún si incluye un futuro brillante de los BRICS,
indudablemente será muy complicado. Casi todo es posible (rayando en probable),
desde otra Gran Recesión en EE.UU. hasta un estancamiento europeo o incluso el
colapso de la eurozona, a una ralentización en todos los BRICS, una tempestad en
los mercados de divisas, el colapso de instituciones financieras, y un crasc
global.
Y hablando de complicado, quién podría olvidar lo que dijo Dick Cheney en el
Instituto del Petróleo en Londres en 1999, cuando todavía era director ejecutivo
de Halliburton: “Medio Oriente, con dos tercios del petróleo del mundo y el
menor coste, es donde se encuentra en última instancia la recompensa”. No es
sorprendente que, cuando llegó al poder en 2001, su asunto de primer orden fuera
“liberar” el petróleo de Iraq. Evidentemente, ¿quién no recuerda cómo terminó el
asunto?
Ahora (otro gobierno pero la misma línea) tiene lugar un embargo del petróleo
junto con una guerra económica contra Irán. Los dirigentes de Pekín ven todo el
psicodrama iraní de Washington como un complot de cambio de régimen, lisa y
llanamente, que no tiene nada que ver con armas nucleares. Una vez más, el
ganador hasta ahora en el embrollo iraní es China. Con el sistema bancario de
Irán en crisis y el embargo de EE.UU. causando estragos en la economía de ese
país, Pekín puede esencialmente dictar sus condiciones para la compra de
petróleo iraní.
Los chinos están expandiendo la flota de buques tanque petroleros de Irán, un
acuerdo por un valor de más de 1.000 millones de dólares, y ese otro gigante de
los BRICS, India, compra ahora más petróleo iraní que China. Sin embargo,
Washington no aplicará sus sanciones a los BRICS porque estos días, desde el
punto de vista económico, EE.UU. los necesita más de lo que ellos necesitan a
EE.UU.
El mundo a través de ojos chinos
Lo que nos lleva al dragón en el asunto: China.
¿Cuál es la máxima obsesión china? Estabilidad, estabilidad, estabilidad.
La habitual autodescripción del sistema de ese país como “socialismo con
características chinas" es, claro está, tan mítica como una Gorgona. En
realidad, hay que pensar en un liberalismo de la línea dura con características
chinas, dirigido por hombres que tienen la firme intención de salvar el
capitalismo global.
Por el momento, China está de lleno en medio de un cambio tectónico,
estructural, de un modelo de exportación/inversión a un modelo dirigido por los
servicios y el consumo. En términos de su explosivo crecimiento económico, las
últimas décadas han sido casi inimaginables para la mayoría de los chinos (y el
resto del mundo), pero según el Financial Times , también han llevado al 1% más
rico del país a controlar entre 40 y 60% de toda la riqueza. ¿Cómo encontrar un
camino para superar un daño colateral tan impresionante? ¿Cómo hacer que un
sistema con tan tremendos problemas internos funcione para 1.300 millones de
personas?
Es la hora de la “manía de la estabilidad”. En 2007, el primer ministro Wen
Jiabao advirtió de que la economía china devendría “unstable, unbalanced,
uncoordinated, and unsustainable (inestable, desequilibrada, descoordinada e
insostenible)”. Los famosos “cuatro uns”.
En la actualidad los dirigentes, incluido el próximo primer ministro Li Leqiang,
han dado un nervioso paso adelante, purgando “inestable” del léxico del Partido.
Para todos los propósitos prácticos, ya ha llegado la próxima fase del
desarrollo del país.
Será interesante observarlo en el futuro.
¿Cómo conducirán a China más allá de las “Cuatro Modernizaciones” los
principitos, nominalmente “comunistas” , los hijos e hijas de altos dirigentes
del Partido revolucionario, todos inmensamente ricos gracias, en parte, a sus
cómodos arreglos con corporaciones occidentales, más los sobornos, las alianzas
con gángsteres, todas esas “concesiones” al mejor postor y toda la oligarquía de
compinches ligada a Occidente? Especialmente con toda esa fabulosa riqueza que
saquear.
El gobierno de Obama, expresando su propia ansiedad, ha reaccionado ante la
evidente aparición de China como potencia con la que hay que contar a través de
un “pivote estratégico”, de sus desastrosas guerras en Gran Medio Oriente a
Asia. Al Pentágono le gusta llamarlo “reajuste” (aunque las cosas están lejos de
estar reajustadas o terminadas para EE.UU. en Medio Oriente).
Antes del 11-S, el gobierno de Bush se había concentrado en China como su futuro
enemigo global número uno. Entonces el 11-S lo reorientó a lo que el Pentágono
llamó “el arco de inestabilidad”, las principales zonas petroleras del planeta
desde Medio Oriente hasta Asia Central. En vista de la distracción de
Washington, Pekín calculó que podría gozar de una ventaja de unas dos décadas en
la cual la presión habría desaparecido en gran parte. En esos años podría
concentrarse en una versión precipitada de desarrollo interior, mientras EE.UU.
desperdiciaba montañas de dinero en su insensata “Guerra global contra el
terror”.
Diez años después, esa ventaja se borró de un golpe ya que desde India,
Australia y las Filipinas hasta Corea del Sur y Japón, EE.UU. declara que ha
vuelto al negocio de la hegemonía en Asia. Cualquier duda de que ese era el
nuevo camino estadounidense fue disipada en noviembre de 2011 por el manifiesto
de la Secretaria de Estado Hillary Clinton en la revista Foreign Policy ,
titulado de un modo no demasiado sutil “El siglo del Pacífico de EE.UU.” (¡Y
hablaba de este siglo, no del pasado!)
El mantra estadounidense es siempre el mismo: “Seguridad de EE.UU.”, cuya
definición es: cualquier cosa que pase en el planeta. Sea en el Golfo Pérsico
rico en petróleo donde Washington “ayuda” a sus aliados Israel y Arabia Saudí
porque se sienten amenazados por Irán, o Asia, donde una ayuda semejante se
ofrece a un grupo creciente de países de los que se dice que se sienten
amenazados por China, siempre es en nombre de la seguridad de EE.UU. En ambos
casos, en casi cualquier caso, es lo que supera todo lo demás.
Como resultado, si hay una Muralla de Desconfianza de 33 años entre EE.UU. e
Irán, hay una nueva, creciente, Gran Muralla de Desconfianza entre EE.UU. y
China. Recientemente, Wang Jisi, decano de la Escuela de Estudios
Internacionales de la Universidad Peking y un importante analista estratégico
chino, presentó la perspectiva de los dirigentes de Pekín sobre ese “Siglo del
Pacífico” en un ensayo influyente del que fue coautor.
China, escribe con su coautor, espera ser tratada actualmente como potencia de
primera clase. Después de todo “superó exitosamente… la crisis financiera global
de 1997-98” causada, desde el punto de vista de Pekín, por “profundas
deficiencias en la economía y política de EE.UU. China ha sobrepasado a Japón,
la segunda economía del mundo, y también parece ser número dos en la política
mundial… los dirigentes chinos no acreditan esos éxitos a EE.UU. o al orden
mundial dirigido por EE.UU.”
EE.UU., agrega Wang, “es visto generalmente por China como una potencia
decadente a largo plazo… Ahora es cuestión de cuántos años, más que cuántas
décadas, tardará antes que China reemplace a EE.UU. como la mayor economía del
mundo… parte de una nueva estructura emergente.” (Pensad en: los BRICS.)
Resumiendo, como lo presentan Wang y su coautor, los chinos influyentes ven que
el modelo de desarrollo de su país provee “una alternativa a la democracia
occidental y experiencias para que aprendan de ellas otros países en desarrollo,
mientras que muchos países en desarrollo que han introducido valores y sistemas
políticos occidentales padecen desorden y caos”.
En resumidas cuentas se tiene una visión china de un mundo en el cual un EE.UU.
que pierde efectividad sigue sediento de hegemonía global y sigue siendo
suficientemente poderoso para bloquear a potencias emergentes –China y los otros
BRICS– de su destino en el Siglo XXI.
El sueño húmedo del Dr. Zbig
Ahora bien, ¿cómo ve el mundo la elite política de EE.UU.? Prácticamente nadie
está mejor cualificado para tratar el tema que el ex consejero nacional de
seguridad, promotor del oleoducto BTC, y brevemente consejero fantasma de Obama,
Dr. Zbigniew ("Zbig") Brzezinski. Y no duda en hacerlo en su último de libro:
Strategic Vision: America and the Crisis of Global Power (Visión estratégica:
EE.UU. y la crisis del poder global).
Si los chinos tienen sus ojos estratégicos fijos en los demás BRICS, Dr. Zbig
sigue aferrado al Viejo Mundo, nuevamente configurado. Ahora argumenta que
EE.UU., para mantener alguna forma de hegemonía global, debe apostar a un
“Occidente expandido”. Eso significaría fortalecer a los europeos (especialmente
en términos energéticos), mientras acoge a Turquía, que imagina como un modelo
de nuevas democracias árabes, e involucra a Rusia, política y económicamente, de
una “manera estratégicamente sobria y prudente”.
Turquía, a propósito, no es un modelo semejante porque para el futuro
previsible, a pesar de la Primavera Árabe, no existen nuevas democracias árabes.
A pesar de todo, Zbig cree que Turquía puede ayudar a Europa, y por lo tanto a
EE.UU., de maneras mucho más prácticas, a resolver ciertos problemas energéticos
globales facilitando su “acceso sin impedimentos al petróleo y el gas de Asia
Central a través del Mar Caspio”.
En las actuales circunstancias, sin embargo, esto también sigue siendo una
especie de fantasía. Después de todo, Turquía solo puede convertirse en un país
de tránsito crucial en el gran juego energético en el tablero de ajedrez
eurasiático que he llamado “Ductistán” si los europeos actúan conjuntamente.
Tendrían que convencer a la “república” autocrática de Turkmenistán, rica en
energía, para que ignore a su poderoso vecino ruso y les venda todo el gas que
necesitan. Y luego existe otro asunto energético que parece poco probable por el
momento: Washington y Bruselas tendrían que abandonar sanciones y embargos
contraproducentes contra Irán (y los juegos de guerra que los acompañan) y
comenzar a trabajar seriamente con ese país.
Dr. Zbig propone, a pesar de todo, la noción de una Europa a dos velocidades
como clave para el futuro poder estadounidense en el planeta. Hay que verlo como
una versión optimista de un escenario en el cual la actual Eurozona
semi-colapsa. Mantendría el papel dirigente de los ineptos peces gordos
burocráticos en Bruselas que dirigen actualmente la UE, y apoyaría otra “Europa”
(sobre todo los países meridionales del “Club Med”) fuera del euro, con un
movimiento nominalmente libre de personas y bienes entre las dos. Su apuesta –y
esta refleja una línea clave de pensamiento en Washington– es que una Europa a
dos velocidades, un Big Mac eurasiático, todavía estrechamente unida a EE.UU.
podría ser un protagonista clave para el resto del Siglo XXI.
Y luego, claro está, Dr. Zbig muestra todos sus colores de la Guerra Fría,
ensalzando una futura “estabilidad en Lejano Oriente” estadounidense inspirada
por “el papel que Gran Bretaña jugó en el Siglo XIX como estabilizador y
balanceador de Europa”. Estamos hablando, en otras palabras, del diplomático de
la cañonera número uno de este siglo. Concede gentilmente que una “exhaustiva
cooperación global estadounidense-china” todavía podría ser posible, pero solo
si Washington retiene una presencia geopolítica significativa en lo que sigue
llamando “Lejano Oriente” – “con o sin la aprobación de China”.
La respuesta será “no”.
En cierto modo, todo esto es algo familiar, como es gran parte de la verdadera
política actual de Washington. En su caso, es realmente un remix de su magnum
opus de 1997
The Grand Chessboard (El gran tablero mundial) en el cual, vuelve una vez más a
certificar que “el inmenso continente trans-eurasiático es la arena central de
los asuntos mundiales”. Solo que ahora la realidad le ha enseñado que Eurasia no
se puede conquistar y que la mejor opción para EE.UU. es tratar de admitir a
Turquía y Rusia en el grupo.
Robocop manda
Sin embargo, Brzezinski parece positivamente benigno si se comparan sus ideas
con los recientes pronunciamientos de Hillary Clinton, como en su discurso en la
Conferencia de Asuntos Mundiales del Consejo de la OTAN 2012. Allí, como hace
regularmente el gobierno de Obama, destacó “la perdurable relación de la OTAN
con Afganistán” y elogió las negociaciones entre EE.UU. y Kabul sobre “una
cooperación estratégica a largo plazo entre nuestras dos naciones”.
Traducción: a pesar de haber perdido durante años la partida frente a una
insurgencia minoritaria pastuna, ni el Pentágono ni la OTAN tienen la menor
intención de reajustarse para salir de sus posesiones en Gran Medio Oriente.
Mientras ya negocia con el gobierno del presidente Hamid Karzai en Kabul los
derechos de quedarse después de 2024, EE.UU. tiene toda la intención de
conservar tres importantes bases estratégicas afganas: Bagram, Shindand (cerca
de la frontera iraní) y Kandahar (cerca de la frontera con Pakistán). Solo los
ingenuos terminales podrían creen que el Pentágono es capaz de abandonar
voluntariamente semejantes puestos avanzados para el monitoreo de Asia Central y
de los competidores estratégicos Rusia y China.
La OTAN, agregó ominosamente Clinton, “expandirá sus capacidades de defensa para
el Siglo XXI”, incluyendo el sistema de defensa de misiles que la Alianza aprobó
en su última reunión en Lisboa en 2010.
Será fascinante ver lo que podría significar la posible elección del socialista
François Hollande como presidente francés. Interesado en una cooperación
estratégica más profunda con los BRICS, está comprometido con el fin del dólar
como moneda de reserva del mundo. La pregunta es: ¿Estropeará su victoria los
planes de la OTAN, después de estos años bajo el Gran Liberador de Libia, el
neo-napoleónico creador de imagen, Nicolas Sarkozy, (para quien Francia no es
más que mostaza en el steak tartar de Washington)?
No importa lo que piensen Dr. Zbig o Hillary, la mayoría de los países europeos,
hartos de sus aventuras de agujero negro en Afganistán y Libia, y con el modo en
que la OTAN sirve ahora los intereses globales de EE.UU., apoya a Hollande al
respecto. Pero, a pesar de todo, será una batalla difícil. La destrucción y
derrocamiento del régimen libio de Muamar Gadafi fue el clímax de la reciente
agenda de cambio de régimen de la OTAN en MENA (Medio Oriente – Norte de
África). Y la OTAN sigue siendo el plan B de Washington para el futuro, por si
la red usual de think tanks, fondos de donación, fondos, fundaciones, ONG, e
incluso la ONU, no logran provocar lo que podría ser descrito como “cambio de
régimen YouTube”.
En pocas palabras: después de ir a la guerra en tres continentes (en Yugoslavia,
Afganistán y Libia), de convertir prácticamente el Mediterráneo en un lago de la
OTAN, y de patrullar ininterrumpidamente el Mar Arábigo, la OTAN se basará,
según Hillary, en “una apuesta al liderazgo y a la fuerza de EE.UU., como
hicimos en el Siglo XX, durante este siglo y más allá”. Por lo tanto, 21 años
después del fin de la Unión Soviética –la razón de ser original de la OTAN–
podría ser la forma en que termina el mundo; no con un estruendo, sino con la
OTAN, gimoteando, pero cumpliendo todavía su papel de perpetuo Robocop global.
Y volvamos al Dr. Zbig y la idea de EE.UU. como “promotor y garantía de la
unidad” en Occidente, y como “equilibrio y conciliador” en Oriente (para lo cual
necesita bases desde el Golfo Pérsico hasta Japón, incluyendo las afganas). Y no
olvidemos que el Pentágono nunca ha renunciado a la idea de lograr la Dominación
de Espectro Completo.
A pesar de toda esa fuerza militar, sin embargo, vale la pena recordar que
estamos claramente ante un Nuevo Mundo (y tampoco será en Norteamérica). Contra
los cañones y las cañoneras, los misiles y los drones, está la potencia
económica. Ahora se libran guerras monetarias. Los BRICS, China y Rusia, tienen
montañas de dinero. Suramérica se une rápidamente. ‘Putinator’ ha ofrecido a
Corea del Sur un oleoducto. Irán planifica vender todo su petróleo y gas en un
canasto de monedas, ninguna de ellas dólares. China está pagando para expandir
su Armada y su armamento de misiles contra barcos. Puede llegar el día en que
Tokio llegue a comprender que mientras siga ocupado por Wall Street y el
Pentágono, vivirá en eterna recesión. Incluso Australia puede llegar a negarse a
ser forzada a una guerra comercial contraproducente con China.
Por lo tanto este nuestro Siglo XXI, se está conformando ahora mismo como una
confrontación entre EE.UU./OTAN y los BRICS, con todos los defectos de cada
lado. El peligro: que en algún momento se convierta en una Confrontación de
Espectro Completo. Porque no hay que equivocarse, a diferencia de Sadam Hussein
o Muamar Gadafi, los BRICS serán realmente capaces de defenderse.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving
into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad
during the surge . Su libro más reciente, que acaba de publicarse es Obama does
Globalistan (Nimble Books, 2009).
Para contactos: pepeasia@yahoo.com
(Copyright 2012 Pepe Escobar.)
Fuente:
http://www.tomdispatch.com/post/175534/tomgram%3A_pepe_escobar%2C_a_full_spectrum_confrontation_world/#more
*******************************
In: Rebelión
http://rebelion.org/noticia.php?id=148839
Espanha 1/5/2012

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