terça-feira, 2 de outubro de 2012

Cooperativistas, asalariados y comunitarios

Bolivia  02-10-2012
Álvaro Jordán Medrano
Rebelión
La pelea entre mineros cooperativistas y asalariados colocó nuevamente al Estado
en una encrucijada, la que con mucha dificultad está logrando sortear, después
de paros nacionales de parte de los cooperativistas por un lado y de parte de la
Central Obrera Boliviana, por el otro, incluido muerto y heridos. El Presidente
muy suelto de cuerpo declaraba que el problema debía ser resuelto mediante el
diálogo de los sectores enfrentados, se sobreentiende que con la participación
del Estado, presionando y manipulando a los litigantes para lograr una solución
acorde a los intereses de la burocracia oficial. Para evitar cualquier
responsabilidad sobre un posible descontrol con trágicas consecuencias, el
presidente viajó al exterior y para eludir una confrontación con el presidente
también viajó el vicepresidente.
Si los cooperativistas y asalariados pudieran, en un arranque de lucidez
sentarse a dialogar, demostrarían que no hace falta el Estado para buscar
soluciones acorde a los intereses de ambos sectores. Esta situación en las
actuales condiciones no es posible porque existen otros sectores cuyos intereses
tienen que coordinarse y/o complementarse a los de los mineros, como ser los de
educación, salud, caminos, transporte, vivienda, alimentos, etc, etc., además de
los intereses propios del Estado.
Los intereses de los distintos sectores y los del Estado, los maneja éste, por
supuesto que priorizando los suyos y acomodando todos los demás a ellos. En
resumen todo el conjunto trabaja para satisfacer, en primer lugar, los intereses
que el Estado representa, esto es la burocracia masista, los banqueros
nacionales e internacionales, los intereses de la coca del Chapare y a través de
estos, en forma indirecta, los del narcotráfico y no olvidar los exorbitantes
recursos para las Fuerzas Armadas y la Seguridad.
Los intereses del Estado son contrarios al de los distintos sectores sociales y
económicos. La burocracia como grupo de confianza del ejecutivo apenas logra
conformar una deformante oclocracia masista. Los banqueros constituyen el grupo
privilegiado, beneficiario del excedente del trabajo producido por el pueblo en
su conjunto. El sector cocalero se transforma en el instrumento de explotación
patronal del trabajador por el embrutecimiento generado con el masticado de la
coca. Lo más grave es que la coca de las federaciones del Chapare, de la cual el
presidente Evo Morales es su presidente, es la que se utiliza para la producción
de la cocaína, droga con la que se degrada la juventud boliviana y extranjera.
Finalmente, no hay que olvidar los ingentes recursos utilizados en las fuerzas
armadas y seguridad, recursos que se le quita a los trabajadores y a la juventud
impidiendo la atención de la salud, la educación y otros.
Las cooperativas mineras son una forma de organización productiva de la minería,
que emerge de las crisis de la misma minería, esto es de la incapacidad de la
minería formal para garantizar las fuentes de trabajo, y se consolida en la
época de bonanza por su mayor productividad.
Sus antecedentes se remontan a la época colonial, en Potosí. Kajcha se llamaba
al trabajo libre, de apropiación directa del producto del trabajo que realizaba
el minero fuera del horario normal de trabajo, generalmente los fines de semana.
Esto es lo que posteriormente se conoció como cuentapropistas o sea trabajadores
por cuenta propia que entregaban su producción a rescatadores o
comercializadores mayoristas.
Con la nacionalización de los barones del estaño y la creación de la Corporación
Minera de Bolivia (Comibol) el trabajo libre del minero creció lo suficiente
como para adoptar la forma orgánica conocida como cooperativa. Estas son
agrupaciones que reciben en alquiler alguna área minera, ya abandonada por
Comibol, para su explotación por los cooperativistas, trabajadores en principio,
abandonados totalmente a su suerte, sin ninguna protección legal, de seguridad
social u ocupacional, sin ninguna planificación técnica que mejore la eficiencia
en la recuperación del mineral. Los mineros experimentados, silicosos y
tuberculosos, eran expulsados por Comibol para disminuir las cargas sociales,
constituyendo el ejército creciente de cooperativistas, reconocidos por ley del
13 de setiembre de 1958 y agrupados en la Federación de Cooperativistas Mineros
(Fencomin). La organización cooperativa del trabajo minero se va generando en
forma espontánea al margen de la organización formal del trabajo y como un
complemento de ésta. Es un proveedor de fuentes de trabajo imposibles de ser
generadas por el Estado. El sector asalariado de Comibol apenas sobrepasa los
10.000 mineros en la actualidad, mientras que los cooperativistas ya bordean los
100.000.
La importancia numérica de los cooperativistas los ha transformado en una
poderosa fuerza política, que se multiplica enormemente en su alianza con las
comunidades campesinas, quienes reclaman la propiedad de los recursos naturales
encontrados en sus territorios, dándoles la posibilidad de que sus movimientos
de presión logren bloquear las carreteras de todo el país, como ha sucedido
durante las protestas del 24 al 26 del presente mes y ha logrado arrancar del
Estado un acuerdo favorable.
En la lucha por las áreas de trabajo entre cooperativistas y asalariados, en un
enfrentamiento similar en Huanuni, en octubre de 2006, luego de la muerte de
cerca de 20 mineros y un centenar de heridos, el gobierno resolvió el conflicto
a favor de los asalariados, incorporando a los cooperativistas a la planilla de
Comibol. Ahora en Colquiri, con las adelantadas declaraciones del presidente
Morales, atendiendo a sus necesidades electorales futuras, el poder se inclina
por los cooperativistas.
La Cooperativa 26 de Febrero, en el anterior acuerdo logrado con el gobierno de
Morales, pasaron de marginales a dueños de un sector importante de la mina de
Colquiri con lo que, transformados en empresa, están en condiciones de iniciar
una etapa de desarrollo minero superior con todos los avances de la técnica
moderna. Evidentemente esto exige una nueva legislación de cooperativas, que
reconozca su rol como generador de fuentes de trabajo, que a su vez asegure
recursos económicos en forma de regalías e impuestos, otorgue los beneficios
sociales a sus miembros, además, las cooperativas deben estar prohibidas de
transferir sus derechos a terceros, hay que recordar que en 1999 la Cooperativa
26 de febrero (1) ya vendió su concesión a Mercosur por 2.000.000 de dólares.
Los mineros asalariados insisten en su vieja consigna de la lucha de clases y la
transformación de la economía en monopolio del Estado, componente esencial del
último documento del Congreso de la Central Obrera de Bolivia (COB). Es el
Caballo de Troya con el que sueña la agonizante izquierda clasista en busca de
su renacimiento, una perfecta estratificación del poder en su beneficio. La
arrogante Federación de mineros ya convertida en indiscutidos reyezuelos de la
COB busca la consolidación del monopolio del Estado para su administración por
el partido único de la nueva dictadura, siguiendo el antiguo modelo soviético.
Al movimiento cooperativista se le plantean dos alternativas extremas: una
conservadora y la otra revolucionaria.
La alternativa conservadora estaría enmarcada con su desarrollo hacia la
consolidación del poder del Estado, con lo que se reproducirían los defectos de
todo Estado verticalista por lo tanto centralista, colonialista y explotador.
Como muestras de los efectos deformantes del capitalismo sobre las cooperativas
podemos mencionar: las cooperativas de ahorro y crédito a nivel nacional, que
lucran con los intereses de los ahorristas y algunas cooperativas de servicios
de Santa Cruz, donde nada más que los consejeros (2) tienen salarios que
alcanzan los 50.000 bolivianos.
La alternativa revolucionaria, calificada así por la profundidad de sus
propuestas y no por algún contenido violentistas, tiene como objetivo central
transformar el Estado autoritario en una administración al servicio de los
intereses de las bases propietarias, intermediados por la socialización en las
organizaciones comunitarias, esto en otras palabras es la formación de una
sociedad administrada por un poder generado en las bases y estrechamente
controladas por las mismas.
Evidentemente los valores que sustenta la organización cooperativista minera
están estrechamente emparentados con los valores humanistas que sostiene el
movimiento nativo comunitario de la cuenca amazónica-platense y de los aynis del
altiplano por lo que es en su asociación donde se podrán efectivizar los
principios del cooperativismo (3): de solidaridad, igualdad, reciprocidad,
equidad, finalidad social y no lucro de sus asociados, que es imposible realizar
en un Estado escindido en clases.
Notas:
1) Página Siete, 22/09/2012, La Paz.
2) Hoybolivia.com, 24/06/2011, La Paz.
3) Constitución Política del Estado, Art. 55, Bolivia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.

In: Rebelión
http://rebelion.org/noticia.php?id=156965
2/12/2012
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