segunda-feira, 28 de janeiro de 2013

“No hay que esperar a la revolución para las pequeñas iniciativas de economía social”

 28-01-2013
Entrevista a Enric Valero, activista social y coordinador de cursos de
Agricultura Ecológica y Cooperativismo
“No hay que esperar a la revolución para las pequeñas iniciativas de economía
social”

Enric Llopis
Rebelión


Cuando el sistema cierra las todas las puertas, la gente se ve forzada a buscar
respiraderos para sobrevivir. De ahí la constitución de asambleas de parados,
cooperativas y todo tipo de iniciativas de economía social. Enric Valero
coordina los cursos de Agricultura Ecológica y Cooperativismo de las asambleas
de parados de Paterna y Montcada, en la provincia de Valencia. Lleva, además,
más de 40 años en el activismo social.
Enric Valero participó en la lucha antifranquista, fue uno de los promotores de
CCOO del País Valencià (a finales de los 60 y en los 70) y militó en el Moviment
Comunista (MC). También se enroló en los 70 en la pionera Assemblea d’Aturats de
l’Horta. Áños después, contribuyó a la fundación de Ca Revolta, centro de
actividades de calado sociopolítico y cultural en Valencia, de la que hoy es
coordinador.
El capitalismo está en crisis. El estado español roza los 6 millones de parados.
¿Qué hacer?
Estoy convencido de que tenemos una gran oportunidad. Hay mucha gente que en
otro momento nunca se plantearía opciones de economía alternativa, porque
resulta más cómodo trabajar en una empresa privada. Personalmente, las luchas
reivindicativas me parecen muy bien, pero si los parados se juntan y organizan
pueden ofrecer respuestas concretas a la situación que padecemos. Hemos de
aprovechar la coyuntura para promover una economía solidaria, inclusiva y que no
sólo piense en el dinero, en la maximización del beneficio. La rentabilidad hay
que medirla en otros términos: la calidad de vida de las personas, el respeto
por el medio ambiente y la sostenibilidad a largo plazo.
¿Existen referentes claros o ejemplos de la economía social que describes?
Pienso, sobre todo, en el tercer mundo. No han perdido el sentido comunitario
que hace falta para la construcción de una sociedad alternativa. Pero hay
numerosos ejemplos próximos. No hay más que mirar a Cataluña. En Euskadi, la
mayoría de los productores de agricultura ecológica se encuentran organizados y
cuentan con canales muy sólidos de distribución de alimentos. Incluso han
constituido una red de consumidores de productos ecológicos. Por lo demás, estas
iniciativas de economía social están muy desarrolladas en Francia y Alemania. Lo
mismo ocurre en Italia, donde cuentan con una legislación de apoyo a las
cooperativas. Se trata de un sector en crecimiento durante los últimos años y
que ni mucho menos se limita a la agricultura ecológica: existen iniciativas
para el trabajo de imprenta, la construcción de viviendas o la fabricación de
muebles con madera reciclada, entre otros muchísimos ejemplos.
¿Cuál consideras que sería el modelo idóneo? ¿Las cooperativas?
Creo que no existen ideales fijos ni un solo modelo. Además, los fines de las
iniciativas de economía social pueden ser muy diversos, y eso depende del
momento y de las circunstancias. Ahora bien, los valores sí deben estar claros.
Que no se explote a los trabajadores, ni se destruya el medio ambiente y,
además, que los productos sean de calidad. Lo primero, en todo caso, es conocer
los saberes de la gente que pone en marcha la iniciativa. Todos sabemos hacer
cosas y todos somos útiles. No existen los maestros imprescindibles.
¿Y a continuación?
En función de los conocimientos de la gente que se organiza, y de las
necesidades, hay que observar lo que ocurre en el entorno. Por ejemplo, en un
municipio con huerta abandonada alrededor, y donde los productos alimenticios
son habitualmente de poca calidad, éste sería un campo de actuación. Luego hay
que buscar los medios de financiación. También hay otro punto decisivo. Hemos de
apostar por la producción artesanal y de calidad. Por iniciativas que perduren
en el tiempo. Se ha de aspirar a un salario justo y ofrecer un buen servicio, no
a maximizar el beneficio, como ocurre en el capitalismo.
Hablas de proyectos a largo plazo, pero ¿Cómo garantizar la financiación?
Resulta esencial la financiación pública de las iniciativas. Por mi experiencia,
para que los ayuntamientos aporten recursos, hay que luchar mucho. Las asambleas
de parados de Montcada y Paterna han obtenido financiación tras “encierros” en
los consistorios. Hay que considerar, además, que la Administración se gasta
mucho dinero en cursos de formación que no sirven para nada. Ni siquiera han
cambiado los temarios a raíz de la crisis. Por el contrario, las asambleas de
parados piden muy poca financiación. Y, en sus proyectos, la gente trabaja
mientras se forma. Directamente se genera empleo. Pero también hemos de explorar
otras vías como el micromecenazgo.
¿Han de ser rentables las iniciativas de economía social?
Rentables y sostenibles a largo plazo, pero alejadas de la obsesión capitalista
por maximizar el beneficio. Cuando se le pide dinero a la Administración, ha de
ser presentando proyectos serios y viables. Ahora bien, ayuntamientos y
gobiernos autonómicos funcionan con las inercias de dar el dinero a sus
clientelas. Por eso, siempre verán con recelo las iniciativas de economía
social. Y, por eso, hemos de considerar siempre los mecanismos de presión.
¿Cómo funcionan las dos experiencias concretas en las que participas?
Se trata de dos cooperativas, en Paterna y Montcada, de agricultura ecológica y
bioconstrucción en caña, que impulsan las asambleas de parados de estos
municipios. Consisten, básicamente, en cursos de formación que duran dos o tres
años. Pero mientras los trabajadores aprenden, trabajan. Se trata de cursos
útiles y prácticos. Dedicamos tiempo a la producción y comercialización de
productos ecológicos, pero también a la divulgación (por ejemplo, con pequeños
huertos escolares en colegios). El primer paso consiste en aprender el oficio. Y
preparar las tierras, poner en marcha los campos para empezar a hacer algunas
ventas. Se adquieren conocimientos de todas las fases del cultivo y a trabajar
con todos los productos, también a hacer abono orgánico. Y se contacta con
granjas y puntos de distribución. También hemos propuesto al Ayuntamiento que
disponga un “banco de tierras”, con el fin de poner en cultivo –mediante
acuerdos con los propietarios- tierras abandonadas. Finalizada la fase
formativa, la cooperativa ya debe dar dinero para que la gente pueda vivir.
¿Tiene viabilidad la agricultura ecológica?
Su potencial es cada vez mayor. Entre otras razones, porque los cultivos no
ecológicos resultan cada vez menos rentables. De hecho, es imposible competir
con las grandes explotaciones de África y Latinoamérica, que venden a precios
muy bajos (por el uso de mano de obra muy barata) y sin reparar en la calidad de
los productos. Por lo demás, la viabilidad de la agricultura ecológica responde
a que la gente se inclina cada vez más por la alimentación saludable y de
calidad. Pero, ojo, hay que pagar estos productos por lo que valen.
¿Qué valores han de impregnar estas iniciativas?
Valores antagónicos a los del capitalismo, que únicamente nos propone
agresividad, competitividad y descontrol cultural, social y ambiental. La
alternativa ha de partir de una economía solidaria y que reparta los beneficios.
También, que la gente se empodere de su destino y no, como ocurre hoy, que una
elite tenga el control de la economía y de la sociedad. En definitiva, se trata
de fomentar una economía democrática y participativa, que respete la autonomía
del individuo y asimismo piense en la comunidad.
Por último, ¿Qué haría falta para arrancar con un proyecto?
Que se junte un grupo de gente. A partir de ahí, seguro que surgen ideas. Todo
el mundo tiene algo que aportar y, en el entorno, siempre hay cosas que hacen
falta. O cosas que se rechazan y podrían reciclarse. Y sumar conocimientos, por
ejemplo, mediante sinergias con la universidad, porque la formación y la
investigación resultan decisivas. La gran conclusión es que no hemos de esperar
a la revolución para empezar con pequeñas iniciativas de economía social. Hay
mucho que podemos hacer ya.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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In:
http://rebelion.org/noticia.php?id=162910

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