sábado, 17 de agosto de 2019

China, el Canal de Panamá y la geopolítica - [CEPRID]

                       
   
 


Julio Yao

IELA

1. TIEMPO Y FAENA

Durante el Consejo de Seguridad de la ONU de 1973 en Panamá, el embajador de la
República Popular China, Huang Hua, posteriormente Ministro de Relaciones
Exteriores y presidente de la Asamblea Popular China, me leyó el siguiente
telegrama firmado por el presidente Mao Tsé Tung: “La República Popular China
apoyará la expulsión inmediata de las bases militares de EE.UU. si Panamá lo
pide”. Era la respuesta a una interrogante que hicimos como Asesor del canciller
Juan Antonio Tack (un panameño hijo de chino) al gobierno de Pekín.

Recordamos a Mao hoy cuando es necesario tener presente quiénes son nuestros
amigos y quiénes nuestros enemigos. A quienes acusan a China como “imperialista”
en nombre de EE.UU., les decimos que la historia de 60 siglos de China demuestra
que ella casi siempre fue emporio y nunca imperio. Un emporio llamado el Imperio
Celeste o el Reino del Medio, que jamás tuvo fuerzas militares fuera de su
territorio, salvo cuando envió voluntarios (no a sus tropas regulares) en
solidaridad con la RPD de Corea, diezmada criminalmente por EE.UU. (1950-1953).

Para entrar en materia, aclaremos lo obvio: no es el Canal sino la condición
geográfica y la posición geoestratégica del Istmo lo que produce el valor
geopolítico de Panamá. Como le manifestamos al Secretario de Estado, Henry
Kissinger, en 1975, “no existe un Panamá por y para el Canal sino un Canal por y
para Panamá”.

Panamá fue el trampolín que le permitió a España descubrir y saquear los
recursos de Abya Yala y someter a los pueblos originarios, del mismo modo como
el ferrocarril de Panamá fue, desde 1855, el medio que EE.UU. explotó para
desarrollarse y borrar del mapa a los indígenas. Sin la vía férrea, que llevó a
millones de inmigrantes, EE.UU. no existiría y, por esa razón, Washington
consideró siempre que su frontera sur no era México sino Panamá.

Hagamos las siguientes preguntas:

¿Qué rol juega la historia en el resurgimiento de China como potencia? ¿Es China
una amenaza a la seguridad o a los intereses de EE.UU. en el Canal o en la
región? ¿Puede EE.UU. invocar contra China el Tratado de Neutralidad?

El presidente Xi Jinping ha dicho que China practica un desarrollo socialista
con características chinas. Más relevante sería conocer cuáles son las
constantes de su Historia, que marcan más que la ideología. Ellas pudieran ser:
paciencia, perseverancia, cooperación, diálogo, armonía y paz.

Cuando la historia supera 6,000 años, ella se proyecta con huellas indelebles
hacia el futuro.

En 2001 visité en X’ian el Ejército de Terracota del Primer Emperador Qin Shi
Huang (247 a. C.—221 a. C.) — el museo al aire libre más grande del mundo — y le
pregunté al arqueólogo jefe cuánto tiempo haría falta para excavar los
entierros. “500 años”, respondió. Cuatro años después, le hice la misma pregunta
y repitió: “500 años”. Le corregí: “Deben ser 496 años, porque 500 fue hace
cuatro años”. Respondió impasible: “¡500 años!”.

Olvidaba que el presidente Mao había dicho: “Dentro de dos mil años el mundo se
reirá de lo que hacemos ahora”. El gran Timonel estaba seguro de que en el año
3976 alguien estaría riéndose de Mao, así que me di por vencido.

China es el país más antiguo y a la vez continuo del planeta. Hace más de 40,000
años, los primeros protochinos cruzaron el Estrecho de Behring y dieron origen
al hombre americano. Muchos aborígenes tienen el ADN chino; los Ngabes y los
Wounaan, por ejemplo.

China tiene un concepto del tiempo radicalmente distinto al de Occidente, y ello
también se extiende a la magnitud de sus obras materiales. Las obras de China le
dan un toque de eternidad a su historia, que no se mide por años, generaciones y
siglos, sino por dinastías y eras, y es que China no es sólo un país sino una
constelación de pueblos, nacionalidades, etnias y culturas.

Mao le debió el triunfo de la Revolución a un pensador y estratega militar de
hace 27 siglos: Sun Tzu, quien nació seis años después (545 a.C.) que Confucio
(551 a.C.), y tanto el maestro Sun como el maestro Kung gozan de reconocimiento
después de 2700 años.

En los días de aquellos Sabios se construía el Gran Canal más largo del mundo
(1,800 kms.) entre Hangzhou y Pekín, con 24 juegos de esclusas y 60 puentes, y
en el que trabajaron seis millones de obreros, una suma superior a nuestra
actual población.

La Gran Muralla fue construida entre el siglo V a.C. y el siglo XVI (les tomó
2,100 años) para proteger la frontera norte del Imperio. Medía 21,200 kilómetros
desde el Río Yalú, fronterizo con Corea, hasta el desierto de Gobi.

(Dicho sea de paso, el Río Yalú, que divide y une a la vez a Corea y China,
simboliza la solidaridad entre estos pueblos porque en ese río congelado, 50,000
voluntarios chinos fueron ametrallados por la aviación estadounidense en la
Guerra de Corea. Mi hermano Yau A-Mak, de Hocksang (Cantón) peleó por el pueblo
coreano y fue declarado Héroe Nacional de China. Yalú es el nombre de mi hijo
menor, Yalú Enlai, el último en honor al Primer Ministro Chou Enlai).

La antigua Ruta de la Seda era una compleja red que unía a Eurasia con Europa y
Noráfrica, el más importante proyecto mercantil y cultural de la época, aunque
tuvo como antecedente a la Ruta del Jade, del siglo XVI a.C.

Pero un siglo antes de la Ruta del Jade, en el siglo XVII a.C., los chinos ya
habían llegado a lo que son hoy Canadá, Nuevo México y Veracruz (México). Ello
fue 3,192 años antes que Colón “nos descubriera” (1492), según petroglifos
encontrados con el mismo tipo de letra que se utilizaba al final de la Dinastía
Shang en el siglo XVIII a.C.

En el siglo V de nuestra era, un monje budista de nombre Hui Shen (o Fa Hsien)
exploró “La Tierra del Fusang”, una mítica civilización ubicada en el continente
Americano, y que algunos rastrean en Norteamérica, y los más, en Nicaragua.

Mil años después, en 1421, China envió una flota – llamada “La Flota del Tesoro”
— de 317 barcos y 28,500 marinos a explorar tierras desconocidas al mando del
almirante Zheng He (o Cheng Ho), un eunuco de origen árabe. Sus barcos eran los
más avanzados y ocho veces más grandes que las carabelas de Colón, mientras que
su tripulación superaba en 28,300 marinos a los 150 que venían con los
españoles.

Zheng He recorrió el Océano Índico, los mares meridionales de China, India,
Indonesia, Malasia, Tailandia y Vietnam hasta Australia, Oceanía y los mares
antárticos; bordeó el Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica, ascendió por la
costa africana hasta Senegal, cruzó el Atlántico impulsado por la corriente y
descubrió nuestro continente entrando por Las Antillas Menores, 71 años antes
que Colón.

El almirante Zheng He actuó como embajador y respetó todas las culturas sin
someterlas, y esto ya traza una raya con el posterior colonialismo europeo y
estadounidense que esclavizó a tres continentes.

La expedición marítima terminó cuando el Emperador Zhu Di, protector de Zheng
He, falleció en 1424. Un hecho fortuito la ocasionó: un rayo que cayó sobre la
Ciudad Prohibida la incendió, y ello fue usado como pretexto por los mandarines
enemigos de Zheng He que quisieron hacer verla como una “señal del cielo” que
desaprobaba las exploraciones. Éstas fueron suspendidas; se quemaron los
informes, documentos cartográficos y bitácoras de Zheng He, y se destruyó la
flota imperial. Zheng He no volvió a viajar hasta 1431, cuando falleció,
cerrando así un capítulo luminoso en la historia marítima de China.
Descendientes de aquellos marinos se encuentran diseminados por Singapur,
Malasia, Vietnam, Tailandia, Indonesia y las Filipinas.

Al darle China la espalda al mar, surgieron las expediciones europeas que, ya
armados con mapas de Zheng He y China, redescubrieron América. Los españoles,
mayormente expresidiarios y delincuentes, contrario a los chinos, diezmaron a
decenas de millones de indígenas originarios.

China, el país más importante del planeta entre el siglo V y el XVI, fue
sometida en el XIX por Europa cuando, a partir de 1842, Inglaterra, Francia,
Alemania y otros países (incluso la pequeña Italia), infinitamente superiores a
China, le impusieron las Guerras del Opio y tratados desiguales que le
arrancaron Hong Kong, Macao y derechos extraterritoriales y comerciales. EE.UU.
pensó “más vale tarde que nunca” y se sumó a la gran piñata que hicieron de una
China feudal.

La caída de la Dinastía Qing trajo la guerra civil, y ésta culminó con la
revolución que derrotó a Chiang Kai Ser y fundó la República Popular en 1949.

2. EL PRIMER FERROCARRIL INTEROCEÁNICO DEL MUNDO

China volvió a impactar la geopolítica mundial poco después de las Guerras del
Opio. Mil trabajadores chinos fueron traídos por una compañía de Nueva York en
1854 para construir en Panamá el primer ferrocarril interoceánico del mundo.
Huían de las guerras, los Levantamientos Campesinos y la Rebelión Taiping.

Tratados como esclavos, fueron víctimas de enfermedades, reptiles y el maltrato
por parte de la empresa. Al mes de haber llegado, mil obreros se hicieron matar,
se suicidaron o fueron asesinados a un promedio de 33 diarios durante un mes.

La empresa sobreexplotó a los obreros chinos porque estaba a punto de vencerse
el contrato, en cuyo caso la compañía pasaría a manos de Nueva Granada o
Colombia. Pese a las adversidades, los chinos completaron la fase más difícil
(casi imposible) del proyecto, ya que el resto de los trabajadores irlandeses,
hindostanes, malayos y colombianos, había salido huyendo y abandonaron el
proyecto, por lo cual los sacrificios de los chinos los convirtieron en mártires
de la comunicación interoceánica.

Los chinos realizaron sin saberlo una drástica revolución en la logística y la
geopolítica del planeta. Sin ellos, ni el ferrocarril ni el Canal hubieran
existido porque la vía férrea, según los ingenieros, fue siempre apenas la
primera fase de la vía acuática.

 3. CHINA EN EL SIGLO XXI

China es, desde 2015, la segunda economía del planeta, aunque ayer nos informó
el embajador Wei Kiang que ya es la primera. China es la tercera o cuarta
potencia en términos militares, el único país en desarrollo que no tiene los
habituales cinturones de miseria en sus ciudades y donde todos tienen derecho a
un pedazo de tierra, gracias al Gran Timonel.

Contrario a EE.UU., en China la política gobierna la economía y la banca. Al no
estar sujetos a plazos cortos, su gobierno puede programar y planificar por
muchos años. En cambio, en Occidente, la política es controlada por la economía,
las finanzas y, especialmente, la banca.

El haberse librado de la humillación extranjera explica que China quiera ser una
nación “modestamente cómoda”, como dijo el presidente Xi Jinping. Entre 1981 y
2005, 600 millones de personas salieron de la pobreza según el Banco Mundial.
¡Pero es que la población total de China en la década de los sesenta era de 650
millones de habitantes! Se redujo la pobreza y aumentó la clase media, pero
también el número de ricos y superricos.

China es uno de los países más contaminados, pero también el que mejor combate
el cambio climático. Es el mayor productor de energías no renovables;
verbigracia, la eólica y la solar. El gobierno combate la corrupción; es abierto
a las críticas; es su primer fiscalizador; reconoce sus deficiencias y lacras y
está siempre listo para resolverlas. El objetivo es tener buen gobierno, algo
que se origina en la tradición de que al poder llegan los mejores tras una gran
selección.

(Ésta fue una contribución de Confucio, que creó la primera Carrera
Administrativa del mundo. Para ser funcionario – trabajar para el Estado — era
necesario formarse, en primer lugar, como poeta, tocar instrumentos musicales,
ser buen calígrafo, experto en artes marciales — Kung Fu, Win Chung - arquero,
buen jinete, conocer los Ritos y el Tao Te King. Gengis Khan aplicó los
principios administrativos de Confucio a su imperio, el más grande de la
historia).

Como ha dicho Rafael Poch, excorresponsal catalán en Pekín: “Pese a las
dificultades, los chinos nunca habían sido tan libres y prósperos, lo que
explica el optimismo que desprende la sociedad. China, aunque suene muy fuerte,
es de los países mejor gobernados del mundo.”

4. LA ANTIGUA Y LA NUEVA RUTA DE LA SEDA

Volvamos al pasado.

La antigua Ruta de la Seda se extendió entre el siglo I A.C. y XV d.C. (1,600
años) y conectaba a China con Eurasia, el Medio Oriente, los reinos hispánicos y
África Oriental. Por la Ruta, además de la seda — cuya elaboración era un
secreto chino — también transitaban piedras y metales preciosos, así como
científicos, filósofos, espías, poetas y escritores.

La Nueva Ruta de la Seda es el proyecto lanzado en 2013 por el presidente Xi
Jinping que quiere unir a Europa, Asia Sur-Oriental, Asia Central, el Oriente
Medio y África. Contempla el establecimiento de seis corredores ferroviarios y
una ruta marítima que conecta ambos lados del Pacífico. Es el mayor proyecto
comercial de la época.

La antigua Ruta protegía a Eurasia, cuyo control, según el geopolítico
británico, Harold McKinder, aseguraría el dominio del mundo. La Nueva Ruta se
propone justamente blindar esa gran masa de tierra para desarrollarla y desde
ella implementar un nuevo orden internacional multipolar.

 5. EL CANAL EN NICARAGUA Y PANAMÁ

Una controversia entre China y EE.UU. por la región es previsible, pero no
especularemos sobre las opciones. Más complicado pudiera ser un conflicto entre
EE.UU. y China por el Canal de Panamá o, algo mucho más relevante: entre la
hegemonía de EE.UU. en el Canal y la independencia de Panamá. La primera
controversia, entre China y EE.UU., no existe; el segundo, el conflicto entre la
hegemonía canalera de EE.U. Y la independencia de Panamá, sí. Veamos por qué.

En 1880, el presidente Rutherford Hayes declaró que un Canal sería “una parte de
la línea costanera de EE.UU.”; es decir, su frontera, y que, por ese motivo,
jamás permitiría que ninguna otra potencia lo construyera o controlara. EE.UU.
convirtió al Mar Caribe en su “Mare Nostrum” y expulsó a las potencias europeas.

Fue esa Declaración la que determinó la geopolítica del Canal.

El presidente Teodoro Roosevelt le añadió el “Corolario Roosevelt a la Doctrina
Monroe” para quitar y poner gobiernos a su antojo en Centroamérica y el Caribe.
A fines del pasado siglo, Washington aclaró que la Declaración de Hayes incluía
a cualquier país asiático (en referencia a China, ya que Japón había sido
eliminado con la invasión de 1989) como parte de la política de Washington de
impedir que una superpotencia surgiera en el Lejano Oriente, lo que explica por
qué tienen rodeada a China de bases militares.

Marquemos dos hitos que ilustran la obsesión de EE.UU. por el control del Canal.

Mientras la vía acuática no existía aún, EE.UU. se enteró de negociaciones
secretas en París en 1910-1911, entre Nicaragua y Japón para construir un Canal.
Para impedirlo, invadió a Nicaragua, derrocó al gobierno de José Santos Zelaya e
implantó una dictadura que dio lugar a la Dinastía Somoza.

Esto me lo confió en México en 2003 el excanciller de Nicaragua, el padre Miguel
D’Escoto, durante la Tercera Conferencia Internacional de Solidaridad con
Palestina.

En 1914, tres años después del derrocamiento de Zelaya, EE.UU. impuso el Tratado
Bryan-Chamorro a Nicaragua que le otorgó a perpetuidad el monopolio del Canal.

El actual proyecto de Canal por Nicaragua, financiado por un empresario, no es
iniciativa del gobierno de Pekín y está virtualmente en coma, de la misma manera
que el Canal francés tampoco era un proyecto del gobierno de París sino de
Ferdinand De Lesseps.

EE.UU. no pudo acusar a Francia, como tampoco puede hacerlo ahora con China, de
retar o violar la Doctrina Monroe, que de todos modos no tiene validez alguna.
EE.UU. se opuso diplomáticamente al Canal francés en 1873, y militarmente al
Canal japonés en Nicaragua en 1910 y al Canal japonés en Panamá en 1989. La
pregunta ahora es: ¿Se opondrá EE.UU. a la simple presencia de China en el Canal
de Panamá?

6. CHINA, JAPÓN Y EL CANAL

Los primeros contactos entre Panamá y la República Popular China estuvieron a
nuestro cargo en 1973. El canciller Tack me nombró su enlace con el embajador
Huang Hua durante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, así como su
enlace con el canciller del Perú, General Miguel Ángel de la Flor Valle, quien
nos coordinaba con los voceros del Tercer Mundo.

La China, y no la Unión Soviética, era en esa época una apuesta más factible
para Panamá, de tal suerte que tanto Huang Hua como yo redactamos sendas notas
para establecer relaciones diplomáticas, pero ese objetivo se malogró por
intervenciones exógenas de elementos antichinos.

El Canciller Tack me solicitó que le preguntara al embajador Huang Hua cuál era
la posición de China en torno a la neutralidad de los Canales internacionales.
En vez de una respuesta jurídica, fue el propio presidente Mao Tsé Tung quien
firmó el telegrama que mencioné al comienzo de esta ponencia, una respuesta
política en apoyo a la desmilitarización extranjera en el Canal, de EE.UU. en
primer lugar. Mao autorizó a Huang Hua apoyar el desmantelamiento inmediato de
las bases militares estadounidenses si Panamá lo solicitaba.

En este telegrama o télex, el presidente Mao se plantó firme frente a EE.UU. en
favor de nuestra soberanía y de paso enfatizó el principio clásico de que los
Canales neutrales no deben albergar bases extranjeras, una posición que el
canciller Tack siempre mantuvo conforme a la Declaración Tack-Kissinger, hasta
que fue sustituido en su doble condición como canciller y jefe responsable, y
que explica por qué él no negoció el Tratado de Neutralidad.

(A raíz de la agresión estadounidense el 9, 10 y 11 de enero de 1964, el
presidente Mao convocó una manifestación de varios millones en la Plaza
Tienanmen de apoyo a Panamá, la única convocada por parte de un jefe de Estado.
El exrepresentante comercial de China en Panamá, Wang Weihua, estuvo presente).

Para reafirmar el monopolio que EE.UU. usurpaba sobre el Canal, el Secretario de
Estado, Henry Kissinger, principal responsable de las negociaciones, declaró en
1975, lo siguiente:

“Panamá jamás gozará de independencia en el manejo de la vía acuática y no debe
ilusionarse al respecto. Los panameños nunca serán los verdaderos dueños del
Canal, porque EE.UU. retendrá su control mucho más allá del año 2000.” Resultó
profético.

Las declaraciones de Kissinger violaban la Declaración Conjunta que había
firmado con el canciller Tack el 7 de febrero de 1974 (la cual redacté por
encargo de Torrijos y Tack), pero sí reflejaban la geopolítica de la Declaración
de Hayes de 1880.

Tan ofensivas y soberbias palabras produjeron gran disgusto e indignación en el
general Torrijos y en el canciller Tack, pero se las mantuvo en bajo perfil para
que no ocasionaran un revuelo. Pero, como le expresé al canciller, las
consideraba una provocación de Kissinger y Sol Linowitz para hacer naufragar las
negociaciones. Para no romper con éstas, el canciller y el general me
comisionaron para rechazarlas desde México en nombre del Gobierno Nacional.

Allí afirmamos, con abundantes razonamientos históricos y jurídicos, que “no
existe un Panamá por y para el Canal sino un Canal por y para Panamá” y que el
tratado del Canal (entonces no se hablaba de un segundo tratado ni de
neutralidad) debía reconocer la absoluta y efectiva soberanía al finalizar el
convenio, conforme a la Declaración Conjunta.

Cuatro años después de la firma de los tratados, EE.UU. asesinó al general
Torrijos el 31 de julio de 1981 y derrocó y secuestró al general Noriega con la
invasión de 1989.

Preguntemos, ¿por qué?

Hubo varias razones, pero una indiscutible es que Torrijos y Noriega negociaban
la construcción de un Canal a Nivel del Mar u otra alternativa con Japón:
Torrijos, entre 1977 y 1981; Noriega, de 1983 a 1989. ¡Diez años de
negociaciones! Otra razón, consignada en un Memorándum clasificado como SECRETO
del Consejo de Seguridad Nacional bajo Reagan, autorizó remover a Noriega para
abrogar los tratados Torrijos-Carter (ver: Julio Yao, El Monopolio del Canal y
la Invasión, Universidad de Panamá - EUPAN, 2019).

La llamada Cruzada Civilista parecía desconocer que Panamá, a través de Omar
Torrijos y Manuel Noriega, estuvo negociando con Japón entre 1977 y 1989, y le
hizo el juego a Reagan-Bush.

A un país que no tenía ejército y cuyas penetradas y debilitadas Fuerzas de
Defensa no disponían de una mínima capacidad antiaérea ni radares, EE.UU. — en
su mayor despliegue desde Vietnam – invadió y masacró entre 4,000 y 7,000
panameños, sin contar las decenas de miles de heridos y desaparecidos, y usó a
Panamá para experimentar nuevas armas que después emplearon contra Irak, Libia,
Afganistán, Siria y el Medio Oriente.

EE.UU. expulsó a Japón de Panamá, que era el centro financiero de Tokyo para
América Latina y que en los años ochenta amenazaba con desplazar a Washington
como primera potencia comercial, igual que ahora lo hace China 32 años después.
Japón se retiró y se llevó los miles de millones de dólares que mantenía en
nuestro Centro Financiero.

EE.UU. se apoderó de la Comisión Tripartita para el Estudio de Alternativas al
Canal – que el hegemón tenía boicoteada – e hizo que la misma seleccionara
antidemocráticamente la del Tercer Juego de Esclusas y descartara el Canal a
Nivel, bajo la airada reacción del embajador de Japón.

Pero China no es Japón y EE.UU. tampoco tiene ahora la hegemonía que gozaba en
1989. Así que preguntemos: ¿por qué una lucha pacífica por mercados habría de
convertirse en una guerra internacional, tal como se insinúa tras la actual
guerra comercial entre China y EE.UU.?

Las respuestas dependen de las siguientes preguntas: ¿Por qué EE.UU. le prohibió
siempre a Panamá establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética o con
China Popular y nos permitió mantenerlas sólo con Taiwán? ¿Por qué EE.UU.
obstaculizó la participación de China en el Tercer Juego de Esclusas?
(https://mundo.sputniknews.com/politica/201710211073365334-pekin-relaciones-proyecto-washington/).

7. LA NUEVA RUTA DE LA SEDA Y EL CANAL

El 13 de junio de 2017, Panamá abrió relaciones diplomáticas con China. De los
19 acuerdos firmados, uno es relevante para nuestra región: el Memorándum de
Entendimiento sobre la Cooperación en el Marco de la Franja Económica de la Ruta
de la Seda y la Iniciativa Marítima de la Ruta de la Seda del Siglo XXI.

Es la primera vez que China firma un acuerdo para incorporar a un país
latinoamericano a esta iniciativa. El citado Memorándum dice que “Panamá se
adhiere a la iniciativa china de la Ruta de la Seda, potenciando su rol como la
gran conexión con el Canal de Panamá.” El Canal es visto como bisagra
interoceánica de la Nueva Ruta de la Seda, especialmente de cara a la Cuenca del
Pacífico, cerrada para China desde 2008 por el presidente Barack Obama.

Según la ministra de Asuntos de Ultramar de China, Qiu Yuanping, los acuerdos
con Panamá constituyeron el logro diplomático más importante para China durante
el año 2017.

Es indispensable revisar algunas peculiaridades geopolíticas entre China y
EE.UU.

8. APUNTES PARA UNA GEOPOLÍTICA DE EE.UU.

Es el principal usuario del Canal, hegemón en un mundo unipolar; la única
potencia imperialista y actúa por sí sola. Tiene acuerdos de seguridad con
numerosos países, domina la OTAN y tiene chaquiras con mil bases alrededor de su
cuello. Es la primera potencia nuclear, la mayor fuente de guerras y agresiones.
Sus gastos militares son más de un tercio del presupuesto militar mundial (35%).

EE.U. es negador por antonomasia del Derecho Internacional, actúa al margen de
la ONU y la controla. No ha suscrito o ratificado los tratados más importantes
de derechos humanos y el Cambio Climático. Busca por la fuerza la sumisión del
mundo y ensaya indiscriminadamente todo tipo de guerras, regulares, irregulares,
medios judiciales (lawfare) y psicológicos.

Se ha retirado de muchos tratados de la ONU; mantiene una guerra comercial con
China, Turquía y la Unión Europea, y una permanente actitud agresiva contra
Cuba, Corea del Norte, Irán y Siria. Es causante del mayor desplazamiento humano
del planeta; persigue el caos generalizado para destruir a los Estados, reducir
la población mundial y apropiarse de sus recursos energéticos y naturales, en
obediencia al gobierno secreto del mundo. Su política exterior trasunta el
racismo profundo de su sociedad.

EE.UU. está dispuesto a usar su poderío nuclear con cualquier pretexto, haya o
no guerra. Es la única potencia que ha usado la bomba atómica contra poblaciones
civiles. Para EE.UU., la guerra es un negocio, tanto para destruir como para
reconstruir.

E.UU. tiene bases convencionales y nucleares en torno a China en las Filipinas,
Guam, Japón, Isla Diego García y Corea del Sur. Sólo en Latinoamérica y el
Caribe, EE.UU. tiene más de 80 bases militares, disfrazadas o encubiertas,
además de la Cuarta Flota del Comando Sur. Además, tiene acceso militar a
numerosos países por aire, tierra o mar (Tratado Salas-Becker de Panamá). A la
inversa de China, en EE.UU. las finanzas y los bancos determinan la política.

En cuanto a Panamá, EE.UU. impidió su soberanía bajo un protectorado de facto;
objetó su desarrollo (por ejemplo, el ferrocarril de Panamá a Chiriquí) con el
pretexto del Canal; vedó a Panamá el uso de su espacio aéreo para
comunicaciones; disolvió el primer ejército nacional en 1904 y a las Fuerzas de
Defensa en 1989 para impedir a Panamá el cumplimiento de sus obligaciones según
el Tratado del Canal y el Tratado de Neutralidad. EE.UU. patea cuando quiere
nuestra independencia.

 9. APUNTES PARA UNA GEOPOLÍTICA DE CHINA

China es el segundo (virtualmente el primer) usuario del Canal y principal
sustento de la Zona Libre de Colón.

China no está emergiendo por primera vez sino resurgiendo como lo hizo durante
mil años. No es y nunca ha sido una potencia imperialista, como reconoce
Kissinger desde 1972. China nunca militarizó ninguna región del mundo; tiene
puertos en otros países que podrán ser un “collar de perlas”, algo mucho menos
peligroso que las bases militares y misiles que adornan el cuello de Washington.

China es una de las potencias más contaminantes, pero también la que mejor
combate el cambio climático. Actúa dentro del marco de la ONU, respeta la
independencia de los pueblos y condena el racismo. China intenta construir un
mundo multipolar a través de la armonía, el diálogo y la cooperación. Su
objetivo es el desarrollo y la coexistencia pacífica.

Su arsenal nuclear es modesto, pero suficiente. Ha dicho que no será la primera
potencia en lanzar un ataque nuclear y que sólo lo hará en caso de defensa.
Tiene una INSTALACIÓN NAVAL NO MILITAR, fuera de su territorio desde 2017, en
Djibouti, en el Golfo de Aden, con 300 miembros, para operaciones de paz y
misiones humanitarias y para prevenir la piratería en alta mar. Dicha base
humanitaria está al lado de bases navales MILITARES de EE.UU. y Japón. La
proyección de China no es geopolítica sino geoeconómica, y su herramienta es la
diplomacia.

China apoya la soberanía de Panamá y aspira a su desarrollo sostenible. No
pretende establecer presencia militar en Panamá ni controlar el Canal.

10. ¿AMENAZA CHINA LA SEGURIDAD O LOS INTERESES DE EE.UU. O LA REGIÓN?

Otro Canal en Nicaragua pudo ser un desafío para el Canal de Panamá, pero está
actualmente en coma.

El 16 de junio de 2018, el almirante Kurt W. Tidd, del Comando Sur, manifestó
ante el Senado que el deseo de Pekín de extender la Nueva Ruta de la Seda a
Latinoamérica, y su política de créditos a las naciones de la región, “dan una
amplia oportunidad a China para expandir su influencia sobre socios regionales
clave y promover negocios y prácticas laborales que son improcedentes. El mayor
alcance a puntos de acceso global cruciales como Panamá crea vulnerabilidades
comerciales y de seguridad para Estados Unidos”.

El almirante se hacía eco del “Wall Street Journal”, que había mencionado la
posibilidad de que “las terminales portuarias gestionadas por los chinos y
adyacentes al canal interoceánico pasen a integrarse al denominado ‘collar de
perlas’ (puertos operados por China en

Rutas estratégicas)
(https://www.abc.es/internacional/abci-eeuu-suspicacia-presencia-china-canal-panama-201806120350_noticia.html).

Aunque el Comando Sur no decide la política sobre Panamá, sí representa una
tendencia dentro de la rama militar. Para Tidd, el “proyecto de la Nueva Ruta de
la Seda”, es una amenaza regional. Pero, ¿desde cuándo son el libre comercio y
la libre competencia amenazas a la región? ¿No era EE.UU. el campeón de esas
libertades?

(http://laestrella.com.pa/panama/nacional/presencia-china-canal-vulnera-seguridad-eeuu/24068406).

En cambio, Mike Pompeo, Secretario de Estado, que sí es el responsable de la
política exterior, acaba de decir que China representa a mediano y largo plazo
la mayor rivalidad para EE.UU.

Pero EE.UU. no puede convertir su falsa percepción de China como amenaza en un
pretexto para violentar las relaciones entre China y Panamá o amenazarlos con el
Tratado de Neutralidad.

La presencia de China en el Canal no crea ninguna inseguridad ni vulnera
intereses comerciales de EE.UU. ya que los puertos manejados por China en el
Canal son apenas una pequeña parte de los que administra a nivel mundial,
incluyendo los puertos en California y en Miami.

No en vano el Foro de Sao Paulo acaba de hacer un llamado en su Declaración
Final para denunciar a EE.UU. por “impedir que la República Popular China
continúe su avance como potencia económica mundial con propuestas de paz y
cooperación en Latinoamérica.”

Sin embargo, a raíz de las recientes relaciones de El Salvador con China, el
pasado 23 de agosto, el gobierno de Washington declaró: “Alrededor del mundo,
los gobiernos están tomando conciencia de que las ofertas de China facilitan la
dependencia económica y la dominación, no una asociación. EE.UU. continuará
oponiéndose a la interferencia política de China en el Hemisferio Occidental.”
Como decimos, “sartén le dice a paila”.

11. ¿QUÉ HARÁN EE.UU., CHINA Y PANAMÁ?

Al confrontar los rasgos, el historial y las realidades de China y EE.UU., nos
acercamos a algunas conclusiones preliminares.

1. China no enfrentará militarmente a EE.UU. Las fuerzas armadas de China están
en el Lejano Oriente y no tienen acceso a Latinoamérica y el Caribe (LAC).

2. EE.UU. seguirá defendiendo sus intereses pero con “golpes blandos”, que
utilizan el poder mediático, el poder paramilitar (terroristas, mercenarios y
simples delincuentes) o el poder judicial, para desestabilizar a Panamá.

3. Si EE.UU. decide cortar los lazos entre Panamá y China, bastaría con
desestabilizar el escenario político con la cooperación de las élites y grupos
dominantes, siempre proclives a sus intereses.

12. ¿PUEDE EE.UU. INVOCAR CONTRA CHINA EL TRATADO DE NEUTRALIDAD?

EE.UU. no puede invocar el Tratado de Neutralidad por tres razones: primera,
porque la Condición DeConcini viola el Derecho Internacional por ser unilateral
y porque niega nuestra soberanía.

Segunda, porque dicha Condición fue anulada por una aclaración de Panamá
aceptada por el presidente Carter el 14 de junio de 1978, en el sentido de que
el Derecho Internacional y la Carta de la ONU obligan a respetar la soberanía y
la no intervención en Panamá, aunque Carter no la sometió al Senado de su país.

Tercera, porque la Condición DeConcini únicamente se refiere al supuesto derecho
de EE.UU. de reabrir el Canal cuando sea cerrado o haya amenazas al mismo (lo
cual requiere del consentimiento de Panamá), y China no amenaza al Canal.

13. CONCLUSIONES

En respuesta a las interrogantes con que iniciamos estas reflexiones, llegamos a
las conclusiones finales:

1. El resurgimiento de China como potencia en el siglo XXI reflejará su
historia: no buscará la hegemonía sino la cooperación multilateral, la no
intervención, la paz y no la guerra.

2. La participación de China en obras del Canal no es amenaza a EE.UU. ni a
Panamá y, por ende, la Condición DeConcini no es aplicable.

3. Panamá debe dejar de ser frontera y “patio trasero” de EE.UU., retornar a sus
raíces libertarias y perseguir un camino independiente.

4. Se sugiere que la República Popular China no suscriba el Protocolo de
Adhesión al Tratado de Neutralidad hasta que éste sea reemplazado por una nueva
negociación.

Ponencia en el Seminario de Relaciones entre Panamá y China. Escuela de
Sociología de la Universidad de Panamá, 11 de septiembre de 2018

 In
NODO50
https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2420
14/5/2019

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