sábado, 6 de junho de 2020

Restauración Neoliberal o Proceso Revolucionario






Pepe Escobar

El espectro de una nueva Gran Depresión se cierne sobre gran parte del
planeta y las perspectivas de la “realpolitik” no son precisamente
alentadoras.

Las élites dominantes de Occidente emplearán una miríada de tácticas
destinadas a perpetuar la pasividad de las poblaciones que apenas han
empezado a salir de un arresto domiciliario de facto, que ha incluido el
disciplinario masivo por parte de los estados y de los círculos
financieros-empresariales.

En su libro más reciente, La Desaparición de los Rituales, Byung-Chul
Han, expone que la comunicación total, especialmente en tiempos de
pandemia, coincide con la vigilancia total: «es una dominación que ha
transformado en un fantasma la libertad”.

El Big Data genera un conocimiento que abre la posibilidad de intervenir
en la psique humana y manipularla. Visto desde este ángulo, la
transparencia de los datos es un  imperativo. El Big Data no representa
la continuidad de la Ilustración, sino su fin.

Esta nueva versión de la Disciplina y Castigo de Foucault coincide con
la idea que la muerte de la era neoliberal es una perspectiva exagerada.

Lo que está surgiendo no parece ser una simple inmersión en un
nacionalismo populista, sino más bien una restauración del
neoliberalismo – narrado ahora como una novedad que incorpora algunos
elementos keynesianos.  Al fin y al cabo, en la era posterior al
confinamiento, para «salvar» los mercados y la iniciativa privada, el
Estado también facilitará una posible “transición ecológica”.

En resumen: nos encontramos ante un mero cambio cosmético, que ignora la
profunda crisis estructural del capitalismo zombi y que seguirá cargando
con sus impopulares «reformas» y sus deudas infinitas.

Mientras tanto, ¿qué pasará con los diferentes tipos de fascismos? Eric
Hobsbawm en La Era de los Extremos explicó que la clave para entender a
la derecha fascista es su capacidad para movilizar a las masas: «Los
fascistas son los revolucionarios de la contrarrevolución.

Tal vez nos dirigimos a algo más allá de un crudo fascismo. Podríamos
llamarlo Neofascismo Híbrido. Sus estrellas políticas se inclinan ante
los imperativos del mercado global, mientras la competencia política se
traslada al ámbito cultural.

En esto consiste el verdadero «iliberalismo»: una mezcla de
neoliberalismo y de autoritarismo político. Ahí se ubica Trump, Modi y
Bolsonaro.

*Del Antropoceno al Capitaloceno*

Para contrarrestar el neoliberalismo zombi, algunos sueñan con un
renacimiento social-demócrata o al menos un neoliberalismo con rostro
humano.

A este respecto, el libro «El Comunismo de Lujo» de Aaron Bastani, es un
manifiesto utópico que sostiene que cuando la sociedad se deshaga de
todo lo superfluo será posible encontrar los medios técnicos para tener
una «vida de lujo» sin tener que recurrir al crecimiento interminable
impuesto por el Capital. 

Estas afirmaciones nos llevan al vinculo entre el Antropoceno y lo que
conceptualizó el economista francés Benjamín Coriat como el Capitaloceno.

El capitaloceno significa que nuestro estado actual de degradación
planetaria no debería asociarse a una «humanidad» indefinida, sino a una
«humanidad claramente definida y organizada por un sistema económico
depredador».

El estado del planeta en el Antropoceno se asocia imperativamente al
sistema económico hegemónico de los dos últimos siglos: la forma en que
desarrollamos nuestro sistema de producción y legitimamos prácticas
depredadoras  indiscriminadas.

Para superar este estado de cosas, la economía tendrá que ser
reorientada y reconstruida por medio de un «big bang en políticas
públicas y económicas».

En el Antropoceno, la humanidad tiene que ser contenida para tratar
adecuadamente la depredación  de la Madre Tierra. Y lo que hace el
concepto “Capitaloceno” es describir al Capital como la raíz y el
condicionamiento del sistema mundial actual.

El resultado de la lucha contra los efectos devastadores del Capital
determinará el posible futuro del ecosocialismo.

 Y esto trae de vuelta la importancia de los bienes comunes – que van
mucho más allá de la oposición entre propiedad privada y propiedad pública.

La pandemia provocada por la COVID 19 según Benjamín Coriat ha puesto de
manifiesto dos cuestiones cruciales: la importancia de los bienes
comunes y la incapacidad del neoliberalismo capitalista para solucionar
los problemas de la humanidad .

Entonces ¿Cómo construir el ecosocialismo? ¿Deberíamos empezar con el
ecosocialismo en un solo país? ¿Deberíamos coordinar su despliegue en
toda Europa? ¿Es posible luchar desde el interior de las estructuras
osificadas de la Unión Europea?

Después de todo, el neoliberalismo restaurado y el neoliberalismo
autoritario tienen redes y estados muy poderosos. Un buen ejemplo es
Hungría y Polonia, que siguen funcionando como partes de la cadena de
suministros de la industria alemana.

¿Cómo evitar que alguien como Bill Gates tome el control de una agencia
de las Naciones Unidas como la OMS, obligándola a invertir en programas
que se ajusten a su agenda comercial?

 ¿Cómo modificar las normas de libre mercado que permiten la compra de
aceite de palma y de soja genéticamente modificada, contribuyendo así a
la deforestación de vastas zonas de África, Asia y América Latina?

Este estado de cosas es lo que permite que las naciones ricas de
occidente y sus empresarios destruyan los ecosistemas del planeta.

* Revolución, no reforma*

Incluso si el neoliberalismo estuviera muerto – y no lo está-  el mundo
seguiría cargando su cadáver, parafraseando a Nietzsche cuando habla de
dios.

Y aunque la triple catástrofe – sanitaria, social y climática – es ahora
innegable, la clase dominante al mando del Casino Financiero – seguirá
oponiéndose, por cualquier medio, a cualquier impulso de cambio.

Necesitamos una ruptura radical con los dictados de la Diosa del
Mercado, una justa rebelión contra un neoliberalismo ultra-autoritario
de  Trump y compañía.

Las tácticas diversionistas que apoyan una supuesta «transición
ecológica» no engañan a nadie. El capitalismo financiero se especializa
en adaptarse a la crisis provocadas o desencadenadas por él mismo, e
incluso se beneficia de ellas.

Para actualizar mayo de 1968, lo que se necesita es L’Imagination au
Pouvoir. Pero es una pérdida de tiempo esperar algo de meras marionetas
como Trump, Merkel, Macron o BoJo.

La “realpolitik”, una vez más, se sostiene en una estructura
turbocapitalista donde el “iliberalismo” -con sus elementos fascistas
del 1% – y, la turbo-financiación se verán reforzados.

Si no hay rebelión de masas el capital podrá seguir una explotación de
una mano de obra exhausta y ahora en gran parte desempleada.

El turbocapitalismo posterior al confinamiento parece revalidarse
después de cuatro décadas de thatcherización. Las fuerzas progresistas
todavía no tienen municiones para alterar la lógica de los altísimos
beneficios que se canalizan hacia las clases dominantes y a las grandes
corporaciones mundiales (incluida la gobernanza de la Unión Europea).

El economista y filósofo Frederic Lordon, investigador del CNRS francés,
va directo al grano: la única solución es una insurrección
revolucionaria. Y él sabe perfectamente que la combinación de negocios
financieros y mediáticos no permitirá que esto ocurra fácilmente. El
Gran Capital es capaz de cooptar y sabotear cualquier cosa.

Esa, entonces, es la elección que nos queda: o la Restauración
Neoliberal o un avance revolucionario. Sin nada en medio. Se necesita
alguien del calibre de Marx para construir una ideología ecosocialista
para el siglo XXI, una fuerza capaz de promover una movilización
sostenida del pueblo. “Aux armes, citoyens”.

In
OBSERVATORIO DE LA CRISIS

https://observatoriocrisis.com/2020/06/05/restauracion-neoliberal-o-proceso-revolucionario/
5/6/2020

Nenhum comentário:

Postar um comentário