terça-feira, 21 de março de 2023

Las guerras sostienen al dólar, el dólar sostiene a la guerra

 

 


PABLO GANDOLFO, PERIODISTA ESPAÑOL ESPECIALIZADO EN ECONOMÍA*

*/Las quiebras de tres bancos en Estados Unidos pertenecen a esta trama.
Es el resultado del desarrollo durante cinco décadas de una economía
financiarizada y endeudada, en función de mantener el beneficio del gran
capital.El mismo gran capital que, mientras tanto, trasladaba sus
fábricas al sudeste asiático en busca de salarios más bajos y mayores
beneficios, y dejaba un país con la base industrial debilitada que ahora
se busca revertir./*

El poder mundial de Estados Unidos desde el final de la segunda guerra
se sostuvo en una tríada: su capacidad industrial, el dólar, y su
aparato militar. En 1945 su industria estaba intacta mientras que en
Europa y Japón comenzaba la reconstrucción. Lo mismo vale para su
aparato militar, que había sufrido un daño menor que el de sus rivales y
socios-competidores. Una industria dominante a escala mundial, permitía
mantener un aparato militar aplastante, y la moneda emergente de ese
sistema ostentaba la fuerza para imponerse sobre los demás países.

Desde entonces y a lo largo de estas décadas, las industrias de Japón,
Alemania y detrás de ella, otros países europeos, fueron ampliando su
participación en el mercado mundial en detrimento de la industria
estadounidense. Les fue permitido en el contexto de Guerra Fría, porque
Estados Unidos necesitaba ese éxito económico frente a la Unión
Soviética y porque quiénes los protagonizaban eran —y son— dos
derrotados, militarmente ocupados.

En los 80 y los 90, el proceso se aceleró con la deslocalización y el
ingreso al mercado mundial, primero de los tigres asiáticos —Corea del
Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur—, luego de los Tigres de segunda
generación —Malasia, Tailandia, Indonesia y Filipinas— y de dos casos
particulares, países que tuvieron sendas revoluciones, Vietnam y China.
La sumatoria generó sobrecapacidad en el sector industrial a escala
mundial y una competencia creciente para ocupar espacios de mercado.

A lo largo de ese proceso de casi 80 años, el producto de Estados Unidos
pasó de ser el 50% del PBI mundial a ubicarse entre el 20% y el 24%,
según las distintas mediciones. Su gasto militar llega al 37% del total
planetario, en tanto que el dólar alcanza el 59% como moneda de reserva
según cifras del 2021.

Esos números no alcanzan a reflejar la situación interna de Estados
Unidos, que es devastadora. A su vez, sin dimensionar su situación
interna, es difícil comprender las motivaciones de su agresiva política
exterior.

Vamos a ilustrarla con algunos datos variopintos. La deuda de los
hogares alcanzó en diciembre de 2022 los 17 billones de dólares (cada
vez que ponemos billones son efectivamente billones en español, no es
una confusión con el inglés billones) mientras que la deuda pública
federal es de 24,6 billones. Por su parte el déficit comercial acaricia
un billón por año.

*/“La deuda de los hogares en Estados Unidos alcanzó los 17 billones de
dólares, mientras que la deuda pública es de 24,6 billones y el déficit
comercial es de un billón al año”/*

De ese billón, un tercio corresponde a su relación comercial con China,
que arroja un saldo negativo de 332.515 millones de dólares. Muy
significativo es que el principal producto que exporta Estados Unidos a
China es soja, mientras que China envía ordenadores.

Más llamativo es el caso de Vietnam, país al que Washington literalmente
borró del mapa. Estados Unidos importa 83.211 millones de dólares y
exporta apenas 9.989 millones de dólares. La balanza arroja un negativo
de 73.222 millones. Aquí se repite la misma matriz que con China, el
déficit está concentrado en bienes de consumo y bienes de capital y solo
favorece a Estados Unidos en materias primas. Es decir exporta productos
de bajo procesamiento y Vietnam le devuelve productos terminados.

Irak, otro país que padeció la ira del Pentágono —que no es poca—,
también presenta una balanza negativa para Estados Unidos. Exporta 771
millones de dólares e importa 3.266. Quién abastece a Irak es China, que
envía productos por 10.900 millones de dólares. Las cifras son poco
relevantes en términos económicos, pero son indicativas del
debilitamiento estadounidense.

Por su parte, China supera a Estados Unidos como socio comercial
respecto a casi todos los países del mundo. En el mapa de abajo, vemos
en amarillo a quienes importan más de China que de Estados Unidos, y en
azul a la inversa.

La japonesa Toyota pelea mano a mano con General Motors y Ford la
primacía en el mercado interno estadounidense, de lo que es el símbolo
del American Way of Life. China está cerca de triplicar la producción de
vehículos de Estados Unidos.

Ese estado de situación aprovechó Donald Trump para captar la escucha de
la población y popularizar sus eslóganes “Make America Great Again” y
“América First”. Fue el puntapié inicial para impulsar una política de
reindustrialización, que se continúa hasta nuestros días con pocos
resultados. La guerra de Ucrania abrió una nueva situación que es vista
como oportunidad: reindustrializar Estados Unidos, desindustrializando
Europa.

La distancia entre la industria que Estados Unidos tiene puertas adentro
y la que debería tener para evitar un enorme ajuste es muy grande. ¿Será
posible?

*El dólar y la guerra*

En el lapso para reindustrializar el país y reequilibrar ese triángulo,
el dólar —emisión y deuda— debe sostener ese aparato militar con
esteroides. Si esto no tuviera matices, el triunfo estaría asegurado.

El problema de emitir dólares sin valores subyacentes para mantener un
aparato militar que excede a la base industrial que lo sostiene es que,
llegado a un límite, la emisión afecta al poder de la propia moneda,
abre una brecha que puede ser utilizada por quienes tengan interés en
limar la hegemonía del dólar, y pone en manos de otros países
instrumentos financieros en capacidad de afectar su fortaleza.

*/“La relación comercial de EE UU con China arroja un saldo negativo de
332.515 millones de dólares. Muy significativo es que el principal
producto que exporta EE UU a China es soja, mientras que China envía
ordenadores”/*

Para evitarlo, el despliegue militar y la voluntad de usarlo —lo cual
está bien probado— debe ser tan intimidante como para sostener al dólar
como moneda hegemónica y disuadir iniciativas que lo debiliten. La tarea
de ambos, dólar y aparato militar, es ganar tiempo y recrear una base
industrial acorde con los dos factores que actualmente se mantienen por
encima de la ley de la gravedad.

La relevancia del rol que juega la violencia en ese mecanismo es clave.
Luego de que Nixon abandonara el patrón oro, fue reemplazado por uno
menos formal pero no menos eficiente, el petrodólar. El comercio de
petróleo se debe hacer en dólares; esa es una línea roja y no
cualquiera, sino la más sensible para Estados Unidos. Si se rompe,
peligra la arquitectura financiera que sostiene al dólar.

En los últimos días del milenio pasado, la OPEP se encontraba en estado
catatónico y el precio del barril de petróleo en valores mínimos. El 10
de agosto del año 2000, Hugo Chávez viajó por tierra desde Irán hasta
Bagdad y se entrevistó con Saddam Hussein. Era el primer presidente que
visitaba Irak desde 1991. Dos días después, Chávez aterrizaba en Trípoli
y se entrevistaba con Muammar Gaddafi. Un mes más tarde, se realizaba en
Caracas la segunda cumbre de la OPEP y el barril de petróleo comenzaba
un camino ascendente.

Chávez fue el artífice de rearticular la OPEP; Saddam Hussein tuvo la
osadía de pensar en comercializar petróleo en euros; Muammar Gadafi cayó
en la misma tentación; Irak fue invadido, Libia bombardeada y Venezuela
padece la guerra híbrida más acabada que se conozca. Hussein fue
ahorcado y Gadafi linchado. El Estado venezolano tiene elementos que
conducen a pensar que la enfermedad de Chávez no fue obra de la naturaleza.

El aparato militar sostuvo al dólar. 20 años después las amenazas
crecieron/.   /

*El señoreaje del dólar*

La ventaja que brinda a Estados Unidos tener la moneda de reserva a
escala mundial es mayor que lo que nos dicta nuestro sentido común,
malnutrido por los medios de desinformación masiva. Gracias a ello
cuenta con una panoplia de recursos que no tienen los demás países para
vivir muy por encima de lo que produce, durante un lapso
excepcionalmente largo.

La diplomacia china llama a esa ventaja el “señoreaje” del dólar. En un
comunicado conceptual —raro para una cancillería, en general también
malnutridas— e inusualmente duro, emitido recientemente lo describe así:
“Al aprovechar el estatus del dólar como la principal moneda de reserva
internacional, Estados Unidos recauda ‘señoreaje’ de todo el mundo; y
utilizando su control sobre las organizaciones internacionales obliga a
otros países a servir a la estrategia política y económica de Estados
Unidos.

Con la ayuda del ‘señoreaje’, Estados Unidos explota la riqueza mundial.
Cuesta solo alrededor de 17 centavos producir un billete de 100 dólares,
pero otros países tienen que pagar 100 dólares en bienes reales para
obtener uno. Hemos señalado que hace más de medio siglo que Estados
Unidos disfruta de privilegios y déficits exorbitantes (…) y usa el
billete de papel sin valor, para saquear los recursos y fábricas de
otras naciones”. ¡¡Uffff!!

*/“La guerra de Ucrania abrió una nueva situación que es vista como
oportunidad: reindustrializar Estados Unidos, desindustrializando Europa”/*

Y continúa: “La hegemonía del dólar estadounidense es la principal
fuente de inestabilidad e incertidumbre en la economía mundial. Durante
la pandemia de covid-19, Estados Unidos abusó de su hegemonía financiera
global e inyectó billones de dólares en el mercado, dejando que otros
países, especialmente las economías emergentes, pagarán el precio.

En 2022, la Reserva Federal puso fin a su política monetaria ultra
flexible y recurrió a un aumento agresivo de las tasas de interés, lo
que provocó turbulencias en el mercado financiero internacional y una
depreciación sustancial de otras monedas como el euro, muchas de las
cuales cayeron a un mínimo de 20 años. Como resultado, un gran número de
países en desarrollo se enfrentaron a una alta inflación, depreciación
de la moneda y salidas de capital. Esto fue exactamente lo que el
secretario del Tesoro de Nixon, John Connally, comentó una vez, con
autosatisfacción y con aguda precisión, ‘El dólar es nuestra moneda pero
el problema de ustedes’”.

China y Japón son los mayores tenedores de bonos del Tesoro
estadounidense. Ambos en los últimos tiempos, se están deshaciendo,
lentamente, de esos bonos. En ese cuadro, agitar Taiwán no es una
irracionalidad sino parte de una estrategia, una herramienta a la mano
para ser utilizada cuando sea necesario.

*El yuan y el rublo bajo la cobertura de un paraguas nuclear*

Desde el inicio de la guerra en Ucrania, comenzaron a proliferar
iniciativas de comercio energético por fuera del dólar. Rusia vendiendo
petróleo en rublos a India; Xi Jinping tentando al punto arquimédico del
petrodólar —Arabia Saudita— para vender en yuanes; Irán participando del
mismo juego; Turquía y Paquistán, en algún momento sólidos aliados
estadounidenses, manteniendo la equidistancia.

*/“El comercio de petróleo se debe hacer en dólares; esa es una línea
roja y no cualquiera, sino la más sensible para Estados Unidos. Si se
rompe, peligra la arquitectura financiera que sostiene al dólar”/*

Obligados por las sanciones, China y Rusia tocaron otra fibra muy
sensible, sistemas alternativos al SWIFT para las transacciones
financieras globales. A diferencia de las iniciativas de Irak, Libia y
Venezuela, en esta ocasión están involucradas la segunda potencia
económica —China— y la segunda potencia militar —Rusia— unidas por una
alianza estratégica. Todo bajo cobertura del paraguas nuclear ruso.

El límite de la geoestrategia estadounidense es el alineamiento europeo,
si se distancia, todo el constructo se derrumba. Si se mantiene
alineado, permite avanzar en la fractura del mundo y ganar tiempo. Es
por eso que “la lucha de clases en Francia” de la semana pasada también
tiene que ser leída en esta clave.

La patronal francesa va a necesitar muchas medidas para reducir “gastos”
—salarios, jubilaciones, salud, educación— para competir en esta nueva
geoeconomía. Serán imprescindibles grandes movilizaciones que enfrenten
esa política adaptativa y demuelan el poder político que garantiza ese
alineamiento. Francia debe ser solo un primer capítulo.

También las quiebras de tres bancos en Estados Unidos pertenecen a esta
trama. No es la irresponsabilidad de sus directivos lo que está en
juego. Es el resultado del desarrollo durante cinco décadas de una
economía financiarizada y endeudada, en función de mantener el beneficio
del gran capital, con la Reserva Federal conduciendo ese proceso. El
mismo gran capital que, mientras tanto, trasladaba sus fábricas al
sudeste asiático en busca de salarios más bajos y mayores beneficios, y
dejaba un país con la base industrial debilitada que ahora se busca
revertir.

Hay algo irresponsable en quiénes realizan presagios sobre temas tan
complejos, pero parece difícil no suponer que aceleramos hacia un punto
de fractura. Por eso Joe Biden necesita enviar al Congreso un
presupuesto de defensa récord de 842.000 millones de dólares.

El dólar sostiene el aparato militar. Enciendan las impresoras.

Em
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2023/03/21/las-guerras-sostienen-al-dolar-el-dolar-sostiene-a-la-guerra/
21/3/2023

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