quarta-feira, 5 de abril de 2023

Socialdemocracia, Fascismo y Guerra ante el movimiento comunista de la humanidad

 




ANDRÉS PIQUERAS , PROFESOR DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD JAUME I

/*“Nosotros los marxistas nos diferenciamos de los pacifistas, así como
de los anarquistas, en que nosotros reconocemos la necesidad de analizar
históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de
Marx) cada guerra por separado.”*/

/«Los de arriba dicen:
La paz y la guerra
son de diferente sustancia.
Pero su paz y su guerra
son como el viento y la tormenta.
La guerra crece de su paz
Como hijo de su madre.
Él lleva sus espantosos rasgos».
Bertolt Brecht/

*Socialdemocracia*

La socialdemocracia nació como corriente dentro de la izquierda europea
para promover una cierta redistribución de la riqueza, democratización
del Poder y la participación social en los asuntos públicos. Se basó en
la democracia representativa
<https://es.wikipedia.org/wiki/Democracia_representativa> y en que la
regulación de la economía en las disposiciones de interés general
quedara siempre dentro del marco del orden capitalista.

Adjunto, por una vez y sin que sirva de precedente, esta larga cita de
Wikipedia sobre esos orígenes, porque creo que sintetiza bien el
contenido principal, decirlo con otras palabras:

/“El término socialdemocracia apareció en Francia durante la revolución
de 1848 en el entorno de los seguidores del socialista Louis Blanc. Karl
Marx lo utilizó en su célebre obra El 18 Brumario de Luis Bonaparte,
cuya primera edición se publicó en Nueva York en 1852, para designar la
propuesta política del que llama partido socialdemócrata formado tras
las «jornadas de junio» por la unión de la pequeña burguesía democrática
con la clase obrera socialista. «A las reivindicaciones sociales del
proletariado se les limó la punta revolucionaria y se les dio un giro
democrático; a las exigencias democráticas de la pequeña burguesía se
las despojó de la forma meramente política y se afiló su punta
socialista. Así nació la socialdemocracia». Según Karl Marx, en esta
alianza predominaba la ideología de la pequeña burguesía: «su carácter
peculiar» estribaba «en el hecho de exigir instituciones
democrático-republicanas, como medio no para abolir los dos extremos,
capital y trabajo asalariado, sino para atenuar su antagonismo,
convirtiéndolo en armonía», o lo que es lo mismo, «la transformación de
la sociedad por vía democrática, pero una transformación dentro del
marco de la pequeña burguesía». (…) lo cierto es que el primer grupo que
se autodenominó socialdemócrata fue un partido alemán fundado en 1863
por Ferdinand Lassalle con el nombre de Asociación General de
Trabajadores de Alemania (Allgemeiner Deutsche Arbeiterverein) y cuyo
periódico se llamó La Socialdemocracia. Este grupo se fusionó en 1875
con el Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania (Socialdemokratische
Arbeiterpartei), de inspiración marxista, creado por Wilhelm Liebknecht
y August Bebel en 1869, dando nacimiento al Partido Obrero Socialista de
Alemania (Sozialistische Arbeiterpartei Deutschands), que años después
adoptó el nombre definitivo que mantiene en la actualidad de Partido
Socialdemócrata de Alemania (Sozialdemokratische Partei Deutschlands,
SPD). El nuevo partido intentó aunar las dos herencias de las que había
surgido, la lasselleana y la marxista, mediante el Programa de Gotha
aprobado el año de su fundación (1875) pero este fue objeto de una dura
crítica por el propio Karl Marx —en un famoso opúsculo titulado Crítica
del Programa de Gotha—. Este decía que a la sociedad sin clases no se
podría llegar con «lindas menudencias» democráticas meramente
«burguesas», sino tras un período de «dictadura del proletariado» que
pusiera fin a la «lucha de clases»”./

Es cierto que después, entre 1880
<https://es.wikipedia.org/wiki/1880> y 1914
<https://es.wikipedia.org/wiki/1914>, la socialdemocracia estuvo guiada
por el marxismo, sólo que la versión del mismo que prevaleció en la II
Internacional (1889) fue la que construyeron Kautsky y Bernstein,
reformista y bastante mecanicista, como se ha señalado ya tantas veces,
que hacía esperar, sin más, en el propio desarrollo del capitalismo la
venida del socialismo, a través de la tendencia del capitalismo a ir
haciéndose cada vez más “social”, más “democrático”, mejorando
progresivamente las condiciones de vida de la fuerza de trabajo. Algunos
de sus más destacados líderes se basaban en la máxima que hoy todavía
repiten demasiados marxistas: “hay que desarrollar el capital, pues sólo
un capital llevado hasta el último estadio de su desarrollo podrá ser
socializado”. En el camino hacia ello la socialdemocracia presa de tal
concepción albergaba igualmente, como consecuencia lógica, una por demás
ingenua posición reformista
<https://es.wikipedia.org/wiki/Reformismo> volcada sobre todo en
conseguir que el Estado capitalista se orientara hacia el bien común
[premisa que ya Marx reprochara a los lassallianos en su “Crítica del
Programa de Gotha” (a quienes por cierto en esa misma crítica les afeó
que cambiaran el internacionalismo proletario por la moralizante frase
de “la fraternización internacional de los pueblos”, que según Marx
estaba plagiada de la Liga burguesa por la Paz y la Libertad)].​

Tamaño “revisionismo”, ni que decir tiene, se alejaba crecientemente del
hecho de que cuando los revolucionarios europeos aceptaron el título de
/socialdemocracia/ fue para apelar a la democracia social, aquella que
garantizaba la progresiva autoemancipación de la fuerza de trabajo como
clase explotada.

Desde la década de los años 70 del siglo XIX, es decir al poco de
consolidarse como proyección política multitudinaria, la
socialdemocracia comienza a vincular su evolución al entramado
institucional de la sociedad capitalista, en la estela de su propia
institucionalización. Esto en principio fue pretendidamente estratégico,
teniendo como meta la superación del capitalismo a través del
anticipamiento o construcción en el propio seno del sistema capitalista
el embrión que le superaría: el socialismo. Pronto, sin embargo, la
Segunda Internacional daría una variada gama de pruebas de que su propio
devenir quedaba ligado de forma subordinada al del mismo Sistema que
decía querer trascender (para empezar porque para que se dé un mínimo de
reformas en beneficio del conjunto social al Sistema le tiene que ir bien).

De hecho, la socialdemocracia se terminará posicionando contra toda
recuperación política (esto es, revolucionaria) del movimiento obrero;
contra toda manifestación autónoma de éste en la Política, (es decir,
que no cuente con su mediación). Abortando la constitución del Trabajo
como sujeto político antagónico e interviniendo, por tanto, cada vez más
como izquierda /del /Sistema y /para /el Sistema.

*Fascismo*

Cuando el Capital se ve realmente urgido de enfrentar la fuerza y
combatividad de la clase trabajadora recurre históricamente al
matonismo-bandidismo, al pistolerismo y a todo tipo de medios violentos,
jurídicos, propagandísticos, mediáticos…   antihuelguísticos y
antiobreros. En su grado extremo se impone el golpe militar y el /fascismo/.

A principios del siglo XX la crisis de acumulación capitalista generaría
un amplio deterioro de las todavía débiles condiciones de integración de
la fuerza de trabajo, que sufrirán un duro revés. Si tenemos en cuenta
que, además, tras la Revolución Soviética se produce una recomposición
revolucionaria de las vanguardias del movimiento obrero, que tiene una
de sus más destacadas expresiones en la Tercera Internacional y la
fundación de los Partidos Comunistas, podemos entender el estado de
inestabilidad social que se propaga en las formaciones centrales en los
últimos años 10 y década de los 20, parejo a la condición de insurgencia
del Trabajo (soviets de Hungría, Berlín, la Viena Roja, las comunas
ucranianas…). De ahí la decantación del Sistema hacia el fascismo.

Este último se constituiría no sólo en una vía de acumulación
capitalista radicada en un remedo de planificación económica (ante el
envidiado éxito del modelo soviético), pareja a una involución del
mercado (y al consiguiente colapso del factor reformista-democrático) en
aras de una intensificación de la producción de bienes de equipo basada
en un brutal disciplinamiento de la fuerza de trabajo; constituiría
también, por eso mismo, el principal ariete de agresión político-social
y militar del Capital contra el Trabajo. Su sombra o amenaza, junto con
la de la guerra, sirvió igualmente en todas las formaciones sociales
centrales para la represión interna del movimiento obrero.

Fue, asimismo, el instrumento elegido por el Gran Capital para lanzar
una /guerra de exterminio/ contra la Unión Soviética, haciendo de la
reconstitución de Alemania, como principal potencia económica europea
que sin embargo fue devastada por la Gran Guerra, el principal agente de
tal propósito. Para ello hubo que financiarla y rearmarla. Y a ello se
aplicaron las grandes corporaciones capitalistas, como Kodak, Bayer,
Coca Cola, Nestlé, IBM, IG Farben, Siemens, Krupp, Adidas, BMV,
Volkswagen, General Motors, Ford, Porsche, entre otras[1] <#_edn1>.

/“El momento crucial en la secuela de los sucesos que condujeron a la
agresión internacional fascista fue el 7 de marzo de 1936, cuanto las
tropas alemanas entraron en Renania. Ninguno de los pasos subsiguientes
dados por Hitler en la Europa Central y Oriental hubiera sido posible
sin la separación de la Europa Central de la Occidental por una línea de
fortificaciones en el Rin. Esta fuerte jugada alemana amenazó a Austria,
Checoslovaquia, Lituania y Polonia y quebrantó el sistema de alianzas de
Francia. Fue, tal vez, la última oportunidad para poner término a los
planes de conquista de Adolfo Hitler sin peligro de una nueva
conflagración1 mundial.” (Sturmthal, Adolf. La tragedia del movimiento
obrero. FCE. México D.F., 1945, pg. 273). /

Pero no se aprovechó porque los planes eran, efectivamente, otros.

El Eje Anglosajón consiguió atraer a la formación social alemana al lado
“occidental” a partir de los Acuerdos de Locarno, de 1925 (que buscaban
dejar sin utilidad el Tratado de Rapallo, por el que la marginada
Alemania de la república de Weimar había llegado a acuerdos de
colaboración tecnológica y económica con la URSS, en 1922), fijando sus
fronteras occidentales y dejándola manos libres en las orientales, de
tal manera que la URSS no sólo quedaba aislada en Europa sino en
permanente peligro frente a la potencia alemana y otras “occidentales”,
las mismas que la habían invadido (EE.UU., Francia y Gran Bretaña, a las
que se sumaría en oriente, Japón) al poco de llevarse a cabo la
Revolución, provocando una guerra por demás ruinosa (1917-1921) para,
como ha hecho siempre el Imperio Occidental, dificultar al máximo
cualquier desarrollo revolucionario, sobre todo pacífico y con
posibilidades de una amplia apertura democrática interna.

El fascismo había llegado a ser definitivamente un artículo de
exportación (así fue sobre todo por lo que respecta al sudeste de
Europa). En todas partes brotaron organizaciones fascistas, alentadas
material y moralmente por las potencias del Eje bajo la pasividad
cómplice de las “democracias occidentales” y de sus partidos
socialdemócratas, que incluso se pronunciaron, esta vez sí, por no hacer
ningún movimiento bélico ni de rearme contra Hitler. Al estallar la
primera guerra contra el fascismo (mal llamada “guerra civil española”),
la movilización y resistencia contra esa barbarie se convirtió
manifiestamente en una urgencia para la clase trabajadora mundial, una
urgencia malgastada por las distintas entidades socialdemócratas del
conjunto de Europa.

Así que, efectivamente, la invasión alemana se llevaría a cabo. La mayor
invasión jamás conocida por el mundo: la /Wehrmacht/
<https://es.wikipedia.org/wiki/Wehrmacht> movilizó cerca de 3,2 millones
de soldados hacia la frontera soviética, junto con un millón de soldados
de países aliados y satélites, para iniciar una ofensiva general desde
el mar Báltico <https://es.wikipedia.org/wiki/Mar_B%C3%A1ltico> hasta
los Cárpatos <https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1rpatos>, con la
máquina de guerra terrestre y aérea más mortal que hasta ese momento se
hubiera conocido, causando un daño sin parangón en la URSS. La unión de
repúblicas soviéticas perdió entre 27 y 30 millones de sus hijos e hijas
-de los cuales sólo unos 8 o 9 millones eran combatientes-; 60 millones
quedaron mutilados, fueron destruidas unas 32.000 empresas industriales,
65.000 kilómetros de vías férreas, 1.710 ciudades, 70.000 aldeas, 6
millones de edificios, 40.000 hospitales, 84.000 escuelas, 98.000
cooperativas agrícolas, 1.876 haciendas estatales. Los nazis trasladaron
a Alemania 7 millones de caballos, 17 millones de cabezas de ganado, 20
millones de puercos, 27 millones de ovejas y cabras, 110 millones de
aves de corral. La URSS tuvo una pérdida de más del 30% de sus riquezas,
por un valor de unos 3 billones de dólares actuales. Más de un 25% de la
población quedó sin hogar y las infraestructuras de ese país fueron
destruidas casi en su totalidad. La derrota del nazismo costó tamaño
sacrificio.

Un sacrificio que hoy no sólo se ignora u oculta deliberadamente, sino
que ni se reconoce, llevándose a cabo una de las manipulaciones
históricas más esperpénticas y brutales que haya hecho la burguesía y
sus izquierdas con ella alineadas, hasta el punto de pretender (y lograr
en gran medida) que se considere a quienes liberaron a Europa del
nazismo, como agresores (por todos lados se derriban símbolos del
Ejército Rojo liberador, y este año, como parte del “progromo” existente
contra todo lo ruso, se ha llegado al monstruoso absurdo de no invitar a
Rusia al Día de la Memoria del Holocausto -27 de enero-, celebrado en el
antiguo campo de exterminio de *Auschwitz*, precisamente al país que lo
rescató de la barbarie nazi).

*Fascismo y socialdemocracia*

En su genial previsión del curso de los acontecimientos históricos,
Lenin enmendó la plana a la II Internacional, que veía al capitalismo
condenado a autodestruirse en el corto plazo, por lo que asumió una
actitud pasiva o de espera ante ello. Lenin señaló que no, que en
realidad el capitalismo estaba transformándose en algo distinto,
alcanzando una “fase superior” (que parece ser le tradujeron mal del
ruso, pues su idea de “superior” como “ulterior”, no quería decir “última”).

El nuevo capitalismo entrañaba una enorme concentración de capital o
proceso de monopolización que era acompañado por la expansión planetaria
en la apropiación de recursos, territorios y poblaciones y en la pugna
entre grandes monopolios por liderar esa apropiación (pugna que derivó
en dos guerras mundiales).   

En general, los materialistas histórico-dialécticos indicaron que las
crisis y las guerras del capital tienen razones inherentes al propio
sistema, que a menudo se manifiestan de forma cíclica, y se acompañan
mutuamente. Advirtiendo que con cada guerra que no es contestada por las
poblaciones del mundo, el capitalismo corporativizado a escala global
concreta una derrota al internacionalismo socialista.

De hecho, con el cambio de siglo la socialdemocracia se haría cómplice
de la acumulación interna de capital a costa de la expansión imperial
del capitalismo, así como de la subordinación explotada de la fuerza de
trabajo a escala estatal. Cuando llegó el momento, la impulsó a
masacrarse entre sí a través de la Guerra.

Así lo denunció claramente Rosa Luxemburgo en el /Folleto Junius/, en el
mes de abril de 1915. El verdadero título del cual fue “La crisis de la
socialdemocracia alemana”, que firmó con el seudónimo Junius, al parecer
por el nombre de Lucius Junius Brutus, patriota romano de quien se dice
que dirigió una revolución republicana en la Roma clásica (esto de tomar
nombres de la época romana parece que fue recurrido por la izquierda que
rompió con el partido socialdemócrata alemán con el nombre de “Liga
Espartaquista”).

Con el /Folleto Junius/ Luxemburgo muestra el conocimiento claro que
tenía acerca de la tormenta imperialista que se avecinaba y de la
necesidad vital de la clase trabajadora de oponerse a ella. Intentó
alertar sobre eso desenmascarando a la socialdemocracia como agente del
capital y de sus guerras. La misma socialdemocracia que a través de
Friedrich Ebert (primer canciller de la república, socialdemócrata -que
abogaba por la “concordia entre las clases sociales”-) y el ministro de
defensa Gustav Noske
<https://es.wikipedia.org/wiki/Gustav_Noske>, recurrió al matonismo
protofascista, los /Freikorps/
<https://es.wikipedia.org/wiki/Freikorps> (organizaciones paramilitares
antirrepublicanas, integradas en buena parte por antiguos soldados) y a
lo más reaccionario del Ejército, para acabar con el levantamiento
espartaquista y de los soviets alemanes. Entre el 8 y el 13 de enero de
1919 los /Freikorps/ asesinaron a cientos de revolucionarios, incluyendo
a Liebknecht y Luxemburgo. Todo esto bajo la pánfila mirada de muchos de
los “pacifistas” socialdemócratas, que siguieron apoyando a Ebert y a
otros de sus líderes asesinos.

Es por esto que hoy, en que el pensamiento único otanero (la “OTAN
cultural” lleva unos 70 años conformando la cosmovisión de las
sociedades europeas)[2] <#_edn2>, tan seguido por “pacifistas” y gente
bien de toda condición izquierdista, se impone en la práctica totalidad
de las izquierdas europeas, cuando el conjunto de sociedades del
continente se ven arrastradas a una guerra aún más devastadora al tiempo
que se practica la censura más burda y la represión interna de la
disidencia, se hace más que aconsejable la relectura del */Folleto
Junius/*.  

En sus primeras páginas ya nos recuerda mucho a la frase de Marx en su
capítulo sobre la acumulación originaria en su obra cumbre, *“/El
capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros,
desde los pies hasta la cabeza/”:*

/“Los negocios florecen sobre las ruinas. Las ciudades se convierten en
escombros, países enteros en desiertos, aldeas en cementerios, naciones
enteras en mendigos, iglesias en establos. Los derechos del pueblo, las
alianzas, los tratados, las palabras santas, las más grandes
autoridades, están hechos pedazos (…) El hambre campea en Venecia, en
Lisboa, en Moscú, en Singapur; la peste en Rusia, la miseria y la
desesperación en todas partes. Avergonzada, deshonrada, nadando en
sangre y chorreando mugre: así vemos a la sociedad capitalista. No como
la vemos siempre, desempeñando papeles de paz y rectitud, orden,
filosofía, ética, sino como bestia vociferante, orgía de anarquía, vaho
pestilente, devastadora de la cultura y la humanidad: así se nos aparece
en toda su horrorosa crudeza. Y en medio de esta orgía, ha sucedido una
tragedia mundial: la socialdemocracia alemana ha capitulado (…) /

Reviste igual importancia en la actitud de la socialdemocracia la
adopción de un programa de paz civil, es decir, la cesación de la lucha
de clases hasta el fin de la guerra. La declaración del bloque
socialdemócrata en el Reichstag el 4 de agosto era fruto de un acuerdo
con representantes del gobierno y los partidos capitalistas. Fue poco
más que un recurso teatral patriótico, preparado entre bambalinas y
pronunciado a beneficio del pueblo, en casa y en el extranjero. Para los
dirigentes del movimiento obrero, el voto a favor de los créditos de
guerra por el grupo parlamentario fue la señal para la terminación de
todos los conflictos laborales. Más aun, se lo anunciaron a los
empresarios como deber patriótico asumido por el movimiento obrero
cuando acordó observar la paz social. Los mismos dirigentes obreros se
abocaron a encontrar trabajadores de la ciudad para el campo, para
garantizar la rápida recolección de la cosecha. Las dirigentes del
movimiento femenino socialdemócrata se unieron con las mujeres
capitalistas para el “servicio nacional” y colocaron los elementos que
quedaron luego de la movilización a disposición del trabajo nacional
samaritano. Las socialistas fueron a trabajar a las ollas populares y
comisiones asesoras en lugar de agitar por el partido.

Bajo las leyes antisocialistas el partido había utilizado las elecciones
parlamentarias para difundir su agitación y mantener una firme ligazón
con la población a pesar del estado de sitio declarado contra el partido
y la persecución a la prensa socialista. En esta crisis, el movimiento
socialdemócrata ha abandonado voluntariamente toda propaganda y
educación por la lucha de clase del proletariado, durante las elecciones
al Reichstag y a los landtag. En todas partes se ha reducido las
elecciones parlamentarias a la simple fórmula burguesa; la obtención de
votos para los candidatos del partido sobre la base de acuerdos
amigables y pacíficos con sus adversarios capitalistas.”
(grupgerminal.org/?q=system/files/1915-00-00-junius-luxemburg.pdf
<http://grupgerminal.org/?q=system/files/1915-00-00-junius-luxemburg.pdf>, pgs. 12 y 13 y pg. 53).

Luxemburgo avanzaba así la crítica a la complicidad del electoralismo
partidista que se instalaría posteriormente en el conjunto de
“izquierdas integradas” en el orden del capital, mientras que convertía
su crítica contra la guerra en una crítica contra el capitalismo, al
establecer la relación entre la guerra mundial con la naturaleza misma
del modo de producción capitalista, mostrándonos cómo su competencia, la
concentración de capitales y la expansión colonialista e imperialista
(sobre cuyas matanzas la socialdemocracia tampoco tenía nada que decir)
que le caracterizan, conducen irremediablemente a aquélla[3] <#_edn3>.

 “Con la guerra mundial se enterraron los resultados del trabajo de
cuarenta años de socialismo europeo, arruinando la importancia de la
clase trabajadora revolucionaria en tanto que factor de poder político,
desarticulando la Internacional proletaria, conduciendo sus secciones a
un mutuo aniquilamiento y encadenando las aspiraciones y las esperanzas
de las masas populares en los países capitalistas más desarrollados al
imperialismo (…) El movimiento proletario internacional se desmembró y
se circunscribió a luchas nacionalistas, en defensa del capitalismo…”
[El Folleto de Junius* de Rosa Luxemburgo (bloquepopularjuvenil.org)
<https://bloquepopularjuvenil.org/el-folleto-de-junius-de-rosa-luxemburgo/>]

Como resultado, en 1914 la burocracia obrera reducía el movimiento
socialista internacional a espacios nacionales, por lo que los
bolcheviques llamaron a los socialdemócratas europeos “social-patriotas”
o “social-chovinistas”.

Fijémonos solamente en una de las observaciones que en su prefacio le
hace al /Folleto Junius/ Clara Eissner (más conocida -lástima, ¿verdad?-
 por su apellido de casada, como Zetkin) en 1919:

“Al despojar la Guerra Mundial de su travesti ideológico, mostrando al
descubierto lo que es: un affaire, un gran affaire, el capitalismo del
comercio internacional sobre la vida y la muerte, Rosa arranca sin
miramientos de la política socialdemócrata del 4 de agosto todas las
máscaras ideológicas. En el fresco de la mañana del análisis científico
del fenómeno histórico mundial y su contexto, las expresiones retóricas
como la ‘lucha por la civilización’, ‘contra el zarismo’, o ‘por la
defensa de la patria’ se evaporan. Rosa Luxemburgo muestra de manera
concluyente que, en el marco imperialista actual la idea de una guerra
defensiva, modesta, virtuosa y patriota ha desaparecido. La política de
guerra seguida por la socialdemocracia se revela en toda su fealdad:
marca la quiebra, la renuncia de un partido obrero social-patriota
aburguesado (…)”. Clara Zetkin – Prefacio al folleto de Junius.pdf
(juventudes.org)
<https://archivo.juventudes.org/textos/Clara%20Zetkin/Clara%20Zetkin%20-%20Prefacio%20al%20folleto%20de%20Junius.pdf>

Contra ello, en Zimmenwald (Suiza), a instancia de los partidos
socialistas suizo e italiano que buscaban salvar a la II Internacional
de su claudicación al tiempo que se oponían a la guerra, se reuniría, en
septiembre de 1915, la izquierda internacional e internacionalista que
también había roto con esa socialdemocracia, para discutir un plan de
acción. Treinta y ocho delegados socialistas de once países, tanto
neutrales como beligerantes. ​ Doce de ellos de la URSS, como Trotski
o Axelrod <https://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%A1vel_Axelrod>
(representantes de los mencheviques
<https://es.wikipedia.org/wiki/Mencheviques>) y​ Lenin​ y Zinóviev
<https://es.wikipedia.org/wiki/Grigori_Zin%C3%B3viev> por los
bolcheviques; socialdemócratas alemanes (Luxemburgo
<https://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Luxemburgo> y Liebknecht
<http://www.laizquierdadiario.com/A-cien-anos-de-El-enemigo-principal-esta-en-el-propio-pais> se hallaban presos en Alemania <https://es.wikipedia.org/wiki/Alemania> por oponerse a la guerra). La delegación francesa, tras el asesinato de Jaurés, estuvo formada sólo por algunos sindicalistas, lo que daba muestras de su debilidad. También hubo algunos de los que luego se conocerían como “izquierdistas” o “ultra-izquierdistas”, como el holandés Hermann Gorter <https://es.wikipedia.org/wiki/Hermann_Gorter>.

La *izquierda de Zimmerwald *que lideró Lenin propuso, frente al sector
mayoritario “pacifista”, no sólo enfrentar la guerra, sino aprovecharla
para desatar procesos revolucionarios (guerra de clases frente a guerra
entre pueblos) y la necesidad de crear una nueva Internacional, dada la
entrega de la II a la causa capitalista. De hecho, aunque no logró el
apoyo de la mayoría en ese momento, Zimmerwald sería el germen
ideológico de la III Internacional e incluso de la Revolución de Octubre.

Una vez formada la Komintern o III Internacional, la socialdemocracia
reaccionaría intentando apaciguar y encauzar de nuevo los anhelos y
esfuerzos revolucionarios dentro del orden capitalista, proponiendo una
suerte de “vía intermedia” entre la Segunda Internacional
<https://es.wikipedia.org/wiki/Segunda_Internacional> y la Komintern
<https://es.wikipedia.org/wiki/Comintern>, con la Unión de Partidos
Socialistas para la Acción Internacional (UPSAI), llamada
también /Internacional Dos y Medio/ o Internacional de Viena. Fundada
allí en una reunión realizada el 27 de febrero
<https://es.wikipedia.org/wiki/27_de_febrero> de 1921
<https://es.wikipedia.org/wiki/1921>, en la que estuvieron presentes 10
partidos entre los que destacaron la USPD
<https://es.wikipedia.org/wiki/USPD> de Alemania, SFIO
<https://es.wikipedia.org/wiki/SFIO> de Francia, Partido Laborista
Independiente
<https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Laborista_Independiente> (Reino
Unido), Partido Socialista Suizo
<https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Socialista_Suizo>, Partido
Socialista Independiente (Rumania) y el SPÖ
<https://es.wikipedia.org/wiki/SP%C3%96> de Austria; a los que en
seguida se uniría el PSOE <https://es.wikipedia.org/wiki/PSOE> de España
(fue disuelta en 1923 al fusionarse con los remanentes de la II
Internacional para crear la Internacional Obrera y Socialista
<https://es.wikipedia.org/wiki/Internacional_Obrera_y_Socialista>, con
un nuevo triste papel contra el comunismo en los años 20).

Tras la Segunda Guerra Mundial, los efectos económicos políticamente
integradores de la onda larga expansiva capitalista motivaron un
corrimiento hacia la derecha de todo el espectro político de mayoritaria
composición de clase trabajadora. La socialdemocracia “clásica” se
confinó a sí misma dentro de los límites del keynesianismo a partir del
Congreso de Bad Godesberg del SPD alemán, en 1959 (en adelante ya no
contemplaría al sistema capitalista como un orden a superar), y tiene
una de las máximas expresiones de su derrotero burgués en la política
del que fue una de sus figuras más emblemáticas, Willy Brandt, quien al
finalizar la década de los años 60 declaró que “debía buscarse la
desintegración progresiva de la Europa de economía no capitalista”. Más
tarde, en 1975, el Ministro para Asuntos Ambientales de Inglaterra,
Anthony Crosland (a quien Francis Stonors sitúa en la órbita de la “OTAN
cultural”), intentó de alguna forma dar un lavado de imagen a una
socialdemocracia europea cada vez más comprometida con el proceso de
acumulación capitalista y con su geoestrategia imperialista, mediante
los que se conocerían como principios de Crosland (democracia con
justicia, anteposición de la dignidad humana a la rentabilidad
económica, equidad entendida como redistribución).

Todo ello quedaría, lógicamente, en nada. A partir de la década de los
90’, con la caída del valor, el nuevo estallido de la sobreacumulación
de capital y su huida financiera hacia adelante, incluida la
globalización, la intensificación de la explotación del trabajo y el
desmontaje del “Estado de Bienestar”, el Sistema entraría en franca fase
degenerativa (“senil” la llamó Amin), cada vez más incompatible con
reformas de calado en favor de las grandes mayorías (como he intentado
explicar en /La opción reformista. Entre el despotismo y la
revolución/). Con ello, la socialdemocracia se hunde un escalón más al
plegarse al nuevo orden de cosas impuesto bajo la etiqueta de
“neoliberalismo”, convirtiéndose, ya como “neo socialdemocracia”,  en
el  pretendido  apéndice “humano” suyo en forma de “Tercera Vía” (no tan
preocupada ya por la redistribución, sino por la paliación y prevención
de ciertas marginalidades, sobre todo las potencialmente disruptivas, y
el mantenimiento de algún poder adquisitivo entre las capas medias de la
población). En la práctica, la vía socialdemócrata se fundía en un magma
amorfo con el resto de variantes capitalistas, como se evidenciaría con
la instauración del neoliberalismo-financiarizado.  De hecho, las
cúpulas socialdemócratas ya venían desde hace tiempo formando parte de
la oligarquía del capital.

Por eso el eje izquierda-derecha ha ido perdiendo sentido[4] <#_edn4>,
quedando cada vez más subordinado a la /política pequeña/, la que se
ocupa de dirimir las pugnas entre los distintos sectores de la misma
clase dominante, y por tanto centrada en la gestión y administración del
Estado capitalista y de sus crisis. La /Política /en grande, por contra,
es la que se empotra en el conjunto del metabolismo social capitalista,
donde tienen lugar los decisivos envites de las luchas entre clases para
la reproducción o bien para la superación de ese metabolismo (con
palabras parecidas lo señalaba Grasmci en /Notas sobre Maquiavelo, sobre
la política y sobre el Estado moderno/).

La /política pequeña /ha querido apaciguar, desviar o entretener la
contradicción de clase, representada más o menos acertadamente en el eje
/izquierda-derecha/, mediante las coordenadas /nuevo-viejo/ o
/abajo-arriba/, perfectamente subsumidas ambas en el orden del capital,
y donde se encuadra hoy la práctica totalidad de la gama de las
“izquierdas light”, convertidas en “izquierdas/del/ Sistema”, desde la
neosocialdemocracia hasta el neoanarquismo y el “pc-rismo” de corte
eurocomunista. También la “nueva izquierda” estilo “podemita”, “Syriza”,
“5 Stelle”, “Boric”, “verdes alemanes”, etc, que surgió con supuestas
pretensiones de acabar con lo viejo y que ha venido reproduciendo el más
rancio electoralismo subordinado al capital (en el que todo indica que,
en el caso concreto del Reino de España, el proyecto otanero-empresarial
de “Sumar” cavará un peldaño más en ese pozo -al paso que termina de
dejar sin existencia práctica al PCE y a su IU-). Todas ellas enmarcadas
en el proceso de desdemocratización y destrucción social que expande un
capitalismo en degeneración.

“El marco normativo global que inserta a individuos e instituciones
dentro de una lógica de guerra implacable se refuerza cada vez más y
acaba progresivamente con la capacidad de resistencia, desactivando lo
colectivo. Esta naturaleza antidemocrática del sistema neoliberal
explica en gran parte la espiral sin fin de la crisis y la aceleración
ante nuestros ojos del proceso de desdemocratización, por el cual la
democracia se vacía de su sustancia sin que se suprima formalmente”
(Dardot y Laval, “Anatomía del nuevo neoliberalismo”,
https://vientosur.info/anatomia-del-nuevo-neoliberalismo/
<https://vientosur.info/anatomia-del-nuevo-neoliberalismo/>).

De ahí que hoy las formas degeneradas de la “opción reformista” o
socialdemócrata capitalista pueden ofrecer, a lo sumo, concesiones
“epidérmicas”, que no afecten en nada a la reproducción del capital. Lo
cual no quiere decir que no revistan importancia social, como por
ejemplo matrimonios gays, paridad en el permiso por
maternidad-paternidad, más carriles bici, elementos de reconocimiento
socio-identitario, legalización de la transexualidad, etc. El problema
radica en que al tiempo que se dan estas medidas /epidérmicas respecto
de la acumulación de capital/, el artrítico movimiento del /valor/ se
expresa en /Política/ a través del drástico deterioro del ciclo de la
vida: de los cuidados, la sanidad, el acceso a la vivienda y, en
general, de las condiciones laborales y sociales de la población.

Por eso y a diferencia de la propuesta micropolítica de la neoizquierda,
el eje que se perfila cada vez más decisorio para la Política en grande
es el de /capitalismo-comunismo/, entendido este último componente de la
contradicción no necesariamente como un modo de producción, sino como
/el movimiento de la humanidad en pro de su autoemancipación/ /y
equilibrio con el resto de la Vida/ (el cual podría terminar dando lugar
a un “modo de hacer vida en común” -quizás como designación más
evolucionada que la de “modo de producción”-, a partir de la
colectivización de todos los recursos y la abolición de las
desigualdades y las dominaciones sociales). De momento, hoy por hoy, y
después de los reveses históricos sufridos, esa batalla está en una fase
de reconstitución incipiente, dándose en gran medida entre lo que
podríamos llamar capitalismo privado desorganizado, y “capitalismo de
Estado”. Pero las posibilidades de emprendimiento del socialismo (como
parte del camino comunista) que se generan a partir de aquel último
elemento (“capitalismo de Estado”), pueden empezar a ampliarse en la
estela de las luchas históricas por la superación del capitalismo -sobre
todo a través de la evolución de las luchas de clase en China y la
dirección de su partido comunista-, encauzando cada vez más las
contradicciones capitalistas hacia el mencionado eje
/capitalismo-comunismo/.

Obviamente, el eje capitalismo /privado-capitalismo de Estado/ no es
nítido en ninguna de las partes ni garantiza nada con la victoria de
este último, pero sí que resulta, en cambio, un paso imprescindible,
sine qua non, no sólo para la posibilidad del arranque socialista a
escala internacional, sino incluso para poder tener alguna oportunidad
de */soberanía/* en el ámbito estatal e interestatal.

No entender esto es lo que imposibilita a las múltiples izquierdas del
Sistema no ya sólo a desempeñar algún papel relevante en las luchas de
clase o Política en grande al interior de cada formación social, sino
tampoco a tener nada que aportar en términos geoestratégicos de lucha
antiimperialista y de emprendimiento del socialismo.

Y ello es especialmente grave en la actual etapa de agudización de la
crisis crónica que arrastra el capital global y que le hace entrar en su
/fase bélica total/. Crisis de sobreacumulación que lleva a una falta de
rendimientos en la inversión productiva y a la consiguiente desviación
especulativa-rentista-parasitaria del capital a interés, con un
periódico pinchazo de burbujas propias de la huida hacia adelante de
esos capitales excedentes ociosos, y que terminan en quiebras bancarias
y empresariales, invención de dinero sin valor (“dinero mágico”) para su
rescate, así como puesta a su servicio de fondos estatales (es decir,
subvención del capital privado por parte de la sociedad), con los
consecuentes procesos de deudas y sobreendeudamiento y sus
correspondientes ajustes estructurales que destrozan aún más servicios
sociales, capacidad adquisitiva de las poblaciones y calidad de vida por
doquier…

*Socialdemocracia, fascismo y guerra*

Sólo la guerra recurrente se ha mostrado eficiente a lo largo de la
historia del capitalismo para limpiar capitales obsoletos en gran escala
y empezar un nuevo gran ciclo de acumulación. El problema es que la
destrucción tiene que ser cada vez más grande para compensar el tamaño
cada vez mayor de la gangrena y ficción de la economía capitalista -de
sobreacumulación de capital sin posibilidades de valorización-, a la
cual no le basta con guerras parciales, localizadas o “de pequeña
escala”, sino que necesita una nueva guerra de dimensiones globales.

Así lo enunciaba (y anunciaba) ya Henryk Grossmann, en 1929:

“El imperialismo se caracteriza tanto por el estancamiento como por la
agresividad. Estas tendencias tienen que explicarse en su unidad; si la
monopolización causa estancamiento, ¿cómo podemos explicar el carácter
agresivo del imperialismo? De hecho, ambos fenómenos tienen sus raíces
en última instancia en la tendencia a la descomposición, en una
valorización imperfecta debido a la sobreacumulación. El crecimiento del
monopolio es un medio para mejorar la rentabilidad mediante el aumento
de los precios y, en este sentido, es solo una apariencia superficial
cuya estructura interna es una valorización insuficiente vinculada a la
acumulación de capital.

 El carácter agresivo del imperialismo también se deriva necesariamente
de una crisis de valorización. El imperialismo es un esfuerzo por
restaurar la valorización del capital a cualquier precio, para debilitar
o eliminar la tendencia a la ruptura. Esto explica sus políticas
agresivas en el país (un ataque intensificado a la clase trabajadora) y
en el extranjero (un impulso para transformar naciones extranjeras en
afluentes). Esta es la base oculta del estado rentista burgués, del
carácter parasitario del capitalismo en una etapa avanzada de
acumulación. Debido a que la valorización del capital falla en los
países en una etapa dada y más alta de acumulación, el tributo que fluye
desde el extranjero adquiere una importancia cada vez mayor. El
parasitismo se convierte en un método para prolongar la vida del
capitalismo.

La oposición entre el capitalismo y sus fuerzas de producción es una
oposición entre el valor y el valor de uso, entre la tendencia a una
producción ilimitada de valor de uso y una producción de valores
limitada por los límites de la valorización”  [del romanticismo al
revisionismo.- superproducción, crisis y derrumbe del capitalismo.-9.-la
superproducción absoluta de capital: Henryk Grossman (nodo50.org)
<https://www.nodo50.org/gpm/quintana/10.htm> pgs. 90-91. Grossmann era
el marxista que entonces, a mi juicio, mejor supo entender la
formulación marxiana de la tendencia al derrumbe capitalista].

La /Guerra Total/ se ha evitado hasta ahora por su carácter nuclear, es
decir, debido a las consecuencias de catástrofe global sin vencedores
que acarrearía, si bien todas las tendencias sistémicas nos han
arrastrado hacia ella, y nos encontramos ya sumergidos en sus primeras
manifestaciones, que han venido gestándose con la otanización de toda la
Europa del Este, más las batallas contra Rusia en Georgia, Chechenia,
Yugoslavia y Azerbaiyán, entre otros lugares, hasta su principio de
eclosión con la ofensiva en Ucrania.

Ese mortífero derrotero se hace aún más probable si se considera que con
la degeneración del capitalismo va también impresa la decadencia de su
potencia dominante a escala planetaria, la cual está empeñada en dividir
al mundo en dos bloques, los que aceptan sus órdenes y los que no, para
emprender la destrucción de las formaciones socio-estatales y alianzas
capaz de relevarle, especialmente China y sus redes de interconexiones
planetarias (aunque para ello tenga que deshacerse primero de Rusia). En
ese objetivo obliga a todos sus subordinados a la autodestrucción
económica y bélica (como la UE, Australia y Japón ejemplifican
patéticamente).

Pero un nuevo ciclo de guerra de tales dimensiones requiere además un
nuevo ciclo de fascistización o nazificación, así como de una renovada
complicidad total de la (neo)socialdemocracia. También, como acabo de
decir, de la militarización de todas las formaciones socioestatales
subordinadas directamente a EE.UU. (alineadas en su “bloque” contra el
mundo emergente, cual Eje del Caos contra la Gran Alianza de Estabilidad
y Mutuo beneficio en las relaciones internacionales que busca China).

Esta es, precisamente, una declaración de la Oficina de Información del
Consejo de Estado de la República Popular China[5] <#_edn5>:

“El fascismo corporativo o corporativismo fascista es la única manera
que concibe el capitalismo occidental de organizar la sociedad para
ponerla al servicio de decisiones centralizadas del gran capital.

Es la reacción de occidente frente a los logros de la planificación
económica del socialismo del pueblo chino organizado en su Partido
Comunista.

Las erráticas dinámicas del ‘mercado’ han ido derivando en cada vez una
mayor concentración de capital en cada vez menos manos. Una
centralización nada democrática que pretende dirigir la política sin
tener que sostener el costoso circo mediático de la democracia
representativa burguesa.

La guerra y el complejo militar de EEUU se convierten en vectores de
fuerza mayor que someten todo occidente al fascismo corporativo que ya
vemos funcionar a pleno rendimiento a un año de la respuesta rusa a 8
años de provocaciones nazis en el Donbass por indicaciones de la OTAN.”

El fascismo-nazismo que se está creando desde los centros neurálgicos
otaneros en esta fase histórica, no será a buen seguro una repetición
del que se forjó en el siglo XX, sino que adquirirá formas nuevas,
inadvertidas para una parte importante de la población hasta que no
caiga dentro de su red de araña (incluso hasta ahora en buena medida las
opciones fascistas o parafascistas que crecen en el campo electoral,
vienen cumpliendo el papel del ogro en los cuentos de miedo, con el fin
de hacer ver a la “neo socialdemocracia” como aceptable, o al menos un
mal menor al que hay que apoyar frente al ogro). Pero es ya un hecho la
familiarización y lenta aceptación del fascismo del siglo XXI que van
adquiriendo las poblaciones europeas, las cuales apoyan o asisten con
resignación a medidas laborales, sociales, migratorias, fiscales,
monetarias, financieras y bélicas cada vez más atroces promovidas desde
los órganos de mando de la UE-OTAN (la primera al servicio de la
segunda) y sus Estados miembros.

Como quiera que sea, debe quedar claro, en definitiva, que en la
coyuntura de Guerra Total el Sistema no puede andarse con discrepancias
democráticas y necesita un cierre de filas de todas las izquierdas /del/
capital o izquierdas integradas (“compatibles”, como las designó la
propia OTAN, y a menudo “creadas” o recreadas –remodeladas- por ella
misma –ver nota 2-). Y a eso estamos asistiendo hoy: al seguidismo, por
pasiva como por activa, de la OTAN por las /izquierdas del Sistema/. La
neosocialdemocracia, tanto al frente de gobiernos como en la oposición
se ve, una vez más, como la más decidida belicista. Junto a ella, la
neoizquierda, partidos verdes, nacionalistas e independentistas, así
como partidos comunistas, aplauden a nazis ucranianos, no se rebelan
contra el militarismo-armamentismo otanero, cuando no directamente
aprueban o se muestran a favor de aumentar los presupuestos militares y
de enviar sin cesar armas a unas u otras guerras, y especialmente a la
de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Todo ello al tiempo que secundan (o
aceptan) el bloqueo a Rusia y la auto-supresión de suministro
energético, en lo que a todas luces constituye el suicidio económico
pero también político de Europa, en detrimento acelerado de su posición
en el mundo. Suicidio en buena parte explicable porque se trata de un
pseudocontinente invadido por EE.UU. desde la II Guerra Mundial (con
decenas de bases militares esparcidas por buena parte de su territorio,
albergando algunas de ellas armas nucleares), además de estar cada vez
más vinculado a la economía ficticia estadounidense.

De ahí que la denuncia de las guerras capitalistas sólo servirá de algo
(nunca los movimientos contra las guerras o para la paz han impedido una
guerra, porque éstas no tienen razones “personales”, no están vinculadas
a consideraciones éticas o de valores, sino a razones estructurales,
generadas por el sistema capitalista, como parte de la violencia que han
promovido todas las sociedades desigualitarias), si se señalan al tiempo
las causas estructurales, a menudo cíclicas, que llevan a ellas y los
objetivos que a través de las mismas persigue la clase capitalista en
cada lugar y momento, de tal manera que con ello se pueda convocar a
crecientes partes de la población para oponerse a tamañas matanzas, lo
que a su vez y a la postre pasa necesariamente por la oposición al
propio sistema que las genera.

Mas no, nuestras /izquierdas integradas/, sean “viejas” o “nuevas” e
institucionales o no, en el mejor de los casos se pronuncian por no
pronunciarse, y dan claras muestras de no (querer) entender nada de lo
que se juega en el mundo ni apuntar nunca a las causas profundas que
subyacen a cada acción bélica. Por otra parte, a las que supuestamente
desempeñan el papel de encarnar el purismo revolucionario, haciendo gala
del *izquierdismo*[6] <#_edn6> más inconsciente y cómplice, como la
mayor parte del anarquismo y, en general, las corrientes basistas
(vengan del marxismo o no), así como el trotskismo internacional[7]
<#_edn7>, la /OTAN cultural/ (que siempre sabe qué masaje hacer
prevalecer en cada ámbito social y político, y que mueve
estratégicamente sus piezas políticas de izquierda en cada momento) hace
tiempo que les lanzó la consigna de no estar “ni con unos ni con otros”
en las sucesivas guerras de destrucción, ya sea por procuración o
directas, mediante “revoluciones de colores” o con intermediación de
yihadistas y paramilitares, que desata EE.UU. por doquier, bien solo o
con la colaboración de algunos de sus subordinados europeos, o bien
poniendo a la OTAN por medio (como Imperialismo Occidental Colectivo).
Afganistán, Irak, Somalia, Siria, Libia, Yugoeslavia, Yemen, Sudán… son
dramáticos ejemplos de ello, como medios para destrozar la conexión
productivo-comercial-financiera y de entendimiento internacional que,
con todos sus defectos y problemas pretende China en el mundo
(parámetros coherentes con su economía productiva planificada frente a
la economía de ficción y especulativa del Eje Anglosajón)[8] <#_edn8>.

El “*ni-nismo*” en general se hace más peligroso cuanto que asiste tanto
más impertérrito cuán impotente a la aniquilación de sociedades enteras,
a la extensión de la barbarie y a las agresiones imperiales por doquier,
abogando siempre por una “paz abstracta”, atemporal, imposible, sin idea
alguna ni atisbo de construcción de los sujetos internacionales e
internacionalistas capaces de enfrentar verdaderamente cada guerra, y
carentes por tanto de análisis y fundamentos de las posibilidades y vías
de la paz, que son necesariamente las contrarias de las que desatan las
guerras dentro del Sistema. Sus proclamas son tan inútiles, por tanto,
como una oración. Y lo son porque el resultado de la “equidistancia”
(del “ni-nismo”) es invariablemente dejar las cosas como están, y a los
poderes fuertes del capital global campando y destruyendo a sus anchas.

Es decir, el “ni-nismo”, como corriente potenciada por los centros
globales de mando del capital, como consigna y actitud a seguir por el
izquierdismo y el buenismo social hacia sus guerras, hace a éstos en
general y al conjunto de la población que se atiene a tales consignas,
cómplices unas veces conscientes otras ingenuos, pero necesarios, de la
barbarie del capital.

“El ‘no a la guerra’ carente de una alternativa política a esta
sociedad, se inscribe en la raíz de todas las guerras. Está en el
comportamiento de muchos espíritus sensibles a los males de este mundo,
a la vez sensualizados por las gratificaciones que la propiedad privada
capitalista todavía les proporciona, subyugados por las magnificencias
del capitalismo, pero que no quieren sus necesarias consecuencias. De
ahí que se conformen con la sola protesta fácil, nacida del mero
sentimiento negativo (tanto más débil cuanto más festiva y pacífica) de
lo que no se quiere que pase en una sociedad que consideran suya y
contribuyen a sostener ilusionando a los demás con su propia ilusión en
el ‘nunca más’ de lo que, sin embargo, vuelve a suceder una y otra
vez.”  [guerra de Irak 2003.- 08 La lucha por la paz es inseparable de
la lucha por hacer prevalecer los principios científicos del
proletariado como clase (nodo50.org)
<https://www.nodo50.org/gpm/guerra2003/08.htm>].

*La imprescindibilidad del movimiento comunista*

Porque la PAZ en su pleno sentido (no como ausencia de estallidos de
conflictos ni como sumisión consentida) significa la eliminación de las
desigualdades y opresiones. Y en el camino de su conquista a veces hay
que apoyar intervenciones militares defensivas y ciertas acciones
virulentas, poco agradables, poco “light”, de las propias luchas de
clase. Porque la Política en grande no es un baile de salón en el que
los intereses antagónicos de la clase dominante respecto del resto de la
sociedad se resuelven con charlas y buenas intenciones. Porque, como
dejan entender las palabras de mi querido Brecht con las que se iniciaba
este artículo, las élites del capital van a seguir haciendo la guerra y
cada vez con más intensidad según se les acaban los recursos básicos, se
les estrangula el combustible del valor y desciende la tasa de ganancia
real, productiva. Por mucho que nos empeñemos en cerrar los ojos y decir
“no a la guerra” y “ni unos ni otros”. Por eso se trata perentoriamente
de organizarse para lo que nos viene, por eso resulta imprescindible
saber ubicarse en el tablero geopolítico donde se juega el destino de
los pueblos, el de la verdadera *PAZ* y el de la soberanía, saber a
quién apoyar en cada momento frente al Imperio OTAN, quién se está
defendiendo y quién atacando a pesar de las apariencias, junto a quién
hay más posibilidades de conseguir el fin de unos u otros estallidos
bélicos, por mucho que su realidad sociopolítica no sea nuestro ideal.

Viene al caso recordar una vez más las palabras que Lenin pronunciara en
1915:

/*“Nosotros los marxistas nos diferenciamos de los pacifistas, así como
de los anarquistas, en que nosotros reconocemos la necesidad de analizar
históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de
Marx) cada guerra por separado.”*/

Y en 1917:

*/“Nosotros los marxistas no somos adversarios incondicionales de
cualquier guerra. Nosotros decimos: nuestro objetivo es la instauración
del socialismo que, al eliminar la división de la humanidad en clases,
al eliminar toda explotación del ser humano por el ser humano y de una
nación por otras naciones, eliminará indefectiblemente toda posibilidad
de guerra en general.”/*

Si hay una cosa que parece clara, es que en el juego a muerte que el
capital desata contra la humanidad en estos momentos, la Guerra que
engorda en el escenario mundial y la Violencia contra las condiciones de
vida de la fuerza de trabajo, tienen cada vez una tendencia más
pronunciada a barrer al conjunto de “izquierdas del sistema” del
protagonismo político relacionado con la acción reactiva de las
poblaciones en los próximos lustros. Porque ya han demostrado esas
izquierdas que no tienen nada real, eficaz, que oponerle a la creciente
barbarie del capital, al haberse integrado mansamente (como a la postre
quería la burocracia socialdemócrata de la II Internacional) en las
dinámicas (hoy ya decadentes, eso sí) de acumulación de capital.

Así que, para enfrentar esa barbarie, para transcender este estado de
cosas, se perfila cada vez más necesaria para el conjunto de sociedades
del mundo una nueva denuncia de la complicidad de la totalidad de las
/izquierdas integradas/, en todas sus vertientes y caras (incluidas las
“izquierdistas”), denunciando específicamente el papel de las
organizaciones herederas de la II, III y IV Internacionales en el
entorpecimiento o en el enfrentamiento directo contra el *movimiento
comunista de la humanidad*. Sería de gran ayuda para ello la elaboración
de un *nuevo /Folleto Junius/* enriquecido, en orden a buscar la
articulación de un más desarrollado*Zimmerwald,* que agrupara a la
/izquierda integral/, altersistémica, comunista, con la intención,
pudiera ser, de desembocar a medio plazo en una nueva Internacional.
Porque el movimiento comunista está forzado a modificar sus expresiones
políticas históricas en función de los logros que el enemigo de clase
haya obtenido en la absorción, inoculación, cooptación o derrota de sus
expresiones anteriores.

Saber en cada momento decantarse en la fina línea que separa el
izquierdismo estéril y a menudo funcional al Sistema, por un lado, la
política integrada y connivente, por otro, de la praxis /efectivamente/
revolucionaria o transformadora, deviene prioridad estratégica del
movimiento comunista de la humanidad, a partir de las nuevas expresiones
político-sociales de masas que va a tener que volver a levantar.

Pero una *Internacional* no se puede lanzar desde el espontaneísmo de
grupos minoritarios. Ese camino sólo es transitable a través de grandes
fuerzas de masas organizadas, en diversos lugares a la vez, o bien desde
la toma del Estado por parte de alguna poderosa organización dirigente,
a ser posible en más de una formación socio-estatal. Chávez lo intentó
sin demasiada claridad programática, sin fuerzas suficientes y sin
apoyos internacionales en ese momento. China, sin embargo, podría llevar
a cabo hoy esa tarea si de una vez se decidiese a emprender un
internacionalismo claro y contundente, para empezar con las formaciones
sociales en transición al socialismo.  

No obstante, intentar preparar las condiciones locales, en cada lugar,
para poder apoyar un proyecto así, sí puede ser tarea a nuestro alcance.
De hecho, esta es hoy parte substancial de cualquier esfuerzo que busque
la supervivencia y unas condiciones de vida dignas para la humanidad.
Sólo la vía comunista nos podría llevar hasta esa meta. Lo que en el
corto plazo significa la confluencia de organizaciones y gentes de
praxis comunista, la suma de fuerzas altersistémicas en cada lugar,
primero que todo para la protección de las poblaciones y a través de
ello para su concienciación y organización social transformadora, camino
de la auténtica democracia (la que no es compatible con desigualdad ni
explotación) capaz de enfrentar verdaderamente las guerras del capital.

Hoy ya no puede haber duda de que la (neo)socialdemocracia (como la
neoizquierda), el fascismo y la guerra van de la mano contra el
Movimiento Comunista de la Humanidad. O queda claro esto o no sólo el
movimiento comunista tendrá más posibilidades de caer aniquilado, sino
que asistiremos a una brutal acentuación de la barbarización social, de
la guerra y del caos sistémico. Algo que, a todas luces, ya estamos
sufriendo.

*/Andrés Piqueras 3 de abril de 2023/*

*/En memoria de mi entrañable amigo y compañero Marcos González Sedano,
con quien escribí en 2015, en el centenario del Folleto Junius, unas
breves líneasal respecto del mismo, aplicadas al momento. “París, la
Guerra Imperial y el ‘Folleto Junius’”./*

*NOTAS*

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[1] <#_ednref1> Hay mucha documentación al respecto, aunque dadas las
características de este texto, indicaré algunas referencias cortas pero
bien esclarecedoras, comenzando por la de Albert Rosés, El capitalismo
alemán: los orígenes del nazismo – Archivos de la Historia
(archivoshistoria.com)
<https://archivoshistoria.com/el-capitalismo-aleman-y-los-origenes-del-nazismo-la-liga-antibolchevique-1918-y-el-socialismo-de-los-industriales-del-acero/> y la muy reciente del Diario Octubre, ARTEKA. El capital industrial y fascismo: una amistad forjada en acero | Diario Octubre (diario-octubre.com) <https://diario-octubre.com/2023/02/28/arteka-el-capital-industrial-y-fascismo-una-amistad-forjada-en-acero/>. Nos cuentan en ellas cómo el nazismo-fascismo no sólo fue un engendro de la gran burguesía nacional y anglosajona, sino cómo se ganó a las masas mediante la fusión monstruosamente adulterada de los dos movimientos más importantes del siglo XIX y principios del XX: el nacionalismo y el socialismo. Más enlaces significativos: Cómo algunas empresas estadounidenses colaboraron con los nazis | Cuba Si <https://cubasi.cu/es/noticia/como-algunas-empresas-estadounidenses-colaboraron-con-los-nazis>; Siemens y el nacionalsocialismo (o la cárcel de los trabajadores) / Nodo50. Contrainformación en la Red <https://info.nodo50.org/Siemens-y-el-nacionalsocialismo-o.html>;   https://vermelho.org.br/2020/01/06/bayer-fiat-volks-siemens-ibm-os-aliados-de-hitler-e-do-nazismo/ <https://vermelho.org.br/2020/01/06/bayer-fiat-volks-siemens-ibm-os-aliados-de-hitler-e-do-nazismo/>; Deportados.es <http://deportados.es/culpables-empresarios>; El papel de las grandes empresas en el Holocausto – Derecho Penal Online <https://derechopenalonline.com/el-papel-de-las-grandes-empresas-en-el-holocausto/>

[2] <#_ednref2> Llamo /OTAN cultural/ al conjunto de políticas,
actividades, acciones e infiltraciones que como  complemento de la
intervención política directa contra los partidos y organizaciones
comunistas, fueron realizadas por la OTAN junto a los diferentes
servicios de inteligencia de los países en ella incluidos, y
especialmente el Eje Anglosajón (EE.UU.-Inglaterra), destinadas a
implantar un pensamiento y sus correspondientes formas de proceder entre
la población europea primero y resto del mundo después, afectando
también a las políticas partidistas, sindicales y movimientistas, para
hacerlas compatibles con el dominio y la forma de capitalismo que
exportaba EE.UU. Lo cual conllevó desde el principio de la Guerra Fría
la intervención en ámbitos académicos, artísticos, literarios,
políticos, asociativos, etc. (que tuvo en la Universidad el toque de
batalla dado con el Manifiesto Powell
 -https://rebelion.org/el-memorando-confidencial-de-lewis-f-powell-1971-o-del-acta-de-nacimiento-del-neoliberalismo-organizado/- contra el pensamiento comunista en las aulas –seguido más tarde en Europa por el Plan Boloña-), y que ha supuesto durante más de 7 décadas la penetración e infiltración de organizaciones de todas esas índoles, cuando no la creación ad hoc de otras para coadyuvar a los mismos fines. Todo esto ha sido bien detallado en la actualidad por Francis Stonor, de quien tomo la designación de “Otan cultural”, en /La CÍA y la Guerra Fría cultural/ (http://www.abertzalekomunista.net <http://www.abertzalekomunista.net/>).  También Gabriel Rockhill, desde una mirada marxista, da cuenta en terrenos más acotados de ese proceso en diferentes textos (ver, por ejemplo, https://conversacionsobrehistoria.info/2022/09/02/la-cia-y-el-anticomunismo-de-la-escuela-de-frankfurt/ <https://conversacionsobrehistoria.info/2022/09/02/la-cia-y-el-anticomunismo-de-la-escuela-de-frankfurt/>, https://canarias-semanal.org/art/33563/gabriel-rockhill-la-industria-de-la-teoria-global-capitalista-al-descubierto-video <https://canarias-semanal.org/art/33563/gabriel-rockhill-la-industria-de-la-teoria-global-capitalista-al-descubierto-video>. Y este con más que significativo título: The U.S. Did Not Defeat Fascism in WWII, It Discretely Internationalized It <https://www.counterpunch.org/2020/10/16/the-u-s-did-not-defeat-fascism-in-wwii-it-discretely-internationalized-it/>.” /CounterPunch/ (October 16, 2020).

El exitoso desarrollo de esta ofensiva es lo que permite explicar, por
ejemplo, la complicidad de la absoluta mayor parte de la izquierda
europea con los planes y acciones de la OTAN en la actualidad,
especialmente en su guerra contra Rusia por intermediación de Ucrania.
Véase también, verbigracia, el trabajo de Gil de San Vicente, del que
extraigo estas palabras:

“La OTAN está desarrollando programas de penetración en Universidades e
institutos de secundaria; (…) Nos enfrentamos a una propaganda de
carácter teológico: se establece una verdad a base de repetir los
mensajes hasta que se ha normalizado como dogma; a partir de entonces,
quien se salga de ellos es considerado un hereje (…) Los «delicados
eufemismos» de la CIA y otros servicios para aumentar la alienación
social eran uno de los primeros indicios de que la OTAN empezaba a ver
la necesidad de mejorar su terrorismo múltiple, y uno de sus objetivos
inmediatos era ganar la «guerra por el sentido» para lo que tenía que,
entre otras urgencias, desprestigiar el marxismo, derrotar al
antiimperialismo creciente y pulverizar a los pueblos que avanzaban al
socialismo. En el primer paso había que ocultar el imparable efecto
concienciador que tenía la bomba heurística del concepto marxista de
‘industria de la matanza’ (para designar la maquinaria productiva,
industrial-bélica del capitalismo y sus consiguientes guerras)” [Vencer
en la guerra cognitiva (observatoriocrisis.com)
<https://observatoriocrisis.com/2023/03/23/vencer-en-la-guerra-cognitiva/>].

[3] <#_ednref3> Lenin, que entonces no sabía de quién era la autoría del
Folleto, además de elogiarle y prodigar numerosas consideraciones sobre
el mismo, le hace el siguiente comentario crítico en 1916:  

“El defecto principal del trabajo de Junius, lo que lo hace inferior a
la revista legal (aunque inmediatamente suprimida) Internationale, es su
silencio respecto a la conexión entre el social-chovinismo (el autor no
utiliza este término ni el menos preciso de social patriotismo) y el
oportunismo. El autor habla con acierto de la “capitulación” y caída de
la socialdemocracia alemana y de la ‘traición’ de su ‘dirección
oficial’, pero no va más allá. Internationale, en cambio, criticó al
‘Centro’, es decir al kautskismo, y correctamente lo ridiculizó por su
cobardía, su prostitución del marxismo, su servilismo hacia los
oportunistas. (…) ¡Ni el Folleto Junius ni las tesis dicen una palabra
acerca del oportunismo o el kautskismo! Este es un error teórico, porque
es imposible explicar la ‘traición’ sin ligarla al oportunismo como
tendencia que posee una larga historia, la historia de la Segunda
Internacional. Es un error político porque es imposible comprender la
‘crisis de la socialdemocracia’ y superarla sin clarificar el
significado y rol de dos corrientes: la explícitamente oportunista
(Legien, David, etc.) y la tácitamente oportunista (Kautsky y Cía.)”.
Rosa Luxemburgo – Acerca del folleto Junius, por Lenin (archivochile.cl)
<https://archivochile.cl/Ideas_Autores/luxembr/s/luxemburgorsobre0004.pdf>

[4] <#_ednref4> A partir de la plena integración socialdemócrata al
orden capitalista, el concepto de izquierda se resintió gravemente y
para albergar en adelante algo de su tradicional significado hubo que
ponerle apellidos: “altersistémica”, “transformadora”, “revolucionaria”,
“radical” o, como preferimos utilizar aquí, “integral”. Sin embargo,
todos esos apellidos pueden desgajarse del término “izquierda”, para
marchar solos en busca de nuevas coagulaciones simbólicas y
conceptuales, si con ello se ayuda a evitar el confusionismo que
promueve hoy el Capital al respecto. Teniendo en cuenta que cualquier
término que se utilice se convierte en etiqueta vacía si no incluye
contenidos práxicos de carácter vital y estratégico respecto a un
objetivo básico: la transformación o construcción social en pro de las
grandes mayorías, la que se da en la Política en grande y necesariamente
pasa por la superación del capitalismo a través del socialismo.


  [5] <#_ednref5> Es de gran interés, a mi entender, prestar cuidadosa
  atención a lo que está diciendo China en los siguientes documentos:


  A     «La hegemonía estadounidense y sus peligros»
  (https://www.fmprc.gov.cn/mfa_eng/wjbxw/202302/t20230220_11027664.html
  <https://www.fmprc.gov.cn/mfa_eng/wjbxw/202302/t20230220_11027664.html>)


  B.     «Documento Conceptual de la Iniciativa de Seguridad Global»
  (https://www.fmprc.gov.cn/eng/wjbxw/202302/t20230221_11028348.html
  <https://www.fmprc.gov.cn/eng/wjbxw/202302/t20230221_11028348.html>)  


  C.     “Posición de China sobre la Solución Política de la Crisis de
  Ucrania”
  (https://www.fmprc.gov.cn/esp/zxxx/202302/t20230224_11030757.html
  <https://www.fmprc.gov.cn/esp/zxxx/202302/t20230224_11030757.html>).

[6] <#_ednref6> El ”izquierdismo” se ha descalificado y definido de
muchas maneras, yo lo entiendo como una posición política que proclama
la pureza revolucionaria y la quiere llevar a cabo sin evaluación de
posibilidades, movimientos tácticos, alianzas coyunturales, tomas de
partido en conflictos e incluso en luchas de clase a escala estatal como
interestatal, en función de máximas invariables que no tienen en cuenta
correlaciones de fuerza, grado de desarrollo de conciencia antagónica ni
de sujetos colectivos que la porten, etc…  Con estas premisas no es de
extrañar que sus éxitos y logros en toda su historia (en
transformaciones sociales efectivas, ya no digamos en “revoluciones”)
hayan ascendido a la impresionante cifra de cero.

Miremos estas líneas del GPM o Grupo de propaganda Marxista (a pesar de
que a menudo ellos, como trotskos no trotskistas, no se apliquen a sí
mismos sus análisis –por eso aunque no coincido con su proyección
práxica, que les ha llevado también a una nula acumulación de fuerzas a
lo largo de los años, sí considero que vale la pena prestar atención a
ciertas partes de su argumentación crítica-) al respecto de ese
izquierdismo, que aquí entiendo que quedaría designado como
“practicista”, para ciertos casos históricos concretos:

“Esta confusión de los comunistas de izquierda, es la consecuencia
lógica del reduccionismo *_permanente_* de la lucha de clases, a
su *_forma política cruenta_* entre dos enemigos declarados en un
conflicto abierto, con las trincheras perfectamente *_delimitadas y
visibles_*. Para el militantismo practicista tradicional —por lo general
sin vocación de poder alguno, incapaz de concebir otra lucha que la
meramente contestataria contra el poder ajeno establecido, anclada en la
conciencia puramente negativa que se adquiere luchando contra lo que no
se quiere, sin saber exactamente lo que se quiere— esta concepción de la
lucha de clases es la única válida y posible. Al no concebir que pueda
haber otra forma de lucha que no sea ésta, los practicistas se niegan
para sí mismos, la necesidad y posibilidad de trascender su condición de
clase subalterna para asumirse como clase dominante.

Los practicistas revolucionarios no comprenden que la lucha de clases
pueda en determinado momento no estar planteada en términos de
confrontación social física, de unos frente a otros por objetivos
explícitos, más o menos evidentes, como en la guerra; no comprenden lo
que pueda ser una lucha sorda, soterrada, no manifiesta, tenaz y
encarnizada aunque al mismo tiempo incruenta, aparentemente inexistente
e intrascendente y, sin embargo, tan decisiva como cualquiera otra,
dependiendo siempre de las *_condiciones_* a transformar y de la
capacidad de las fuerzas disponibles en cada bando sin trincheras
visibles. Los practicistas revolucionarios jamás se atienen a
las *_condiciones_* de la lucha. Para ellos, la lucha proletaria es
primordial y exclusivamente una cuestión de principios y de voluntad
política (…) De este modo, a los practicistas revolucionarios la lucha
siempre les sorprende, no piensan ni creen que se puede y se debe prever
la necesidad de esa lucha, tanto como sus formas, medios y métodos a
emplear en ella. Y menos aún se les puede pasar por la cabeza ni la
imaginación, plantearse luchar contra alguien a través de una alianza
con él, como hicieron magistralmente los bolcheviques desde el poder
en la Rusia soviética con la burguesía alemana durante la Primera Guerra
Mundial, o con la pequeño burguesía durante la N.E.P.

Como si la lucha económica por el control y el registro en las empresas
confiscadas contra el sabotaje del individualismo pequeñoburgués
residual en el grueso de la clase obrera —lucha que se impone desde el
día siguiente a la toma del poder— no fuera una lucha política
estratégicamente decisiva; como si al principio de la construcción del
socialismo, el necesario desarrollo de las fuerzas sociales productivas
no descansara casi exclusivamente en el esfuerzo de su componente
subjetivo fundamental: el factor humano en términos de conciencia,
esfuerzo, organización y disciplina en el trabajo”  [evolucionismo
reformista y gradualismo revolucionario (nodo50.org)
<https://www.nodo50.org/gpm/referendumUE/06.htm>].

[7] <#_ednref7> El trotskismo se enfrentó desde su mismo nacimiento al
movimiento comunista de la humanidad, o en el mejor de los casos lo
entorpeció, pero hace ya tiempo que se ha convertido en un ariete
otanero internacional contra cualquier manifestación de soberanía y
lucha por sacudirse explotaciones en el mundo, posicionándose casi
invariablemente del mismo lado del Eje Anglosajón y la red sionista
mundial en cada batalla de  clases y conflicto bélico (ver estas breves
y sencillas consideraciones que, aunque bastante localizadas para el
caso de Argentina -no por casualidad tiene allí el trotskismo tanta
importancia-, ofrecen transparencia sobre ello:
https://plsergio.wixsite.com/lasemanapolitica/post/dos-coincidencias-t%C3%A1cticas-con-el-trotskismo-y-cinco-diferencias-de-fondo <https://plsergio.wixsite.com/lasemanapolitica/post/dos-coincidencias-t%C3%A1cticas-con-el-trotskismo-y-cinco-diferencias-de-fondo>). En cuanto al anarquismo actual, cada vez más desintegrado en grupúsculos “anarcoides” en su mayor parte creados por el Sistema o a lo menos funcionales al mismo, lleva también largo tiempo no defendiendo aquellos procesos soberanistas y quedando por pasiva y a veces por activa en el mismo lado de la trinchera otanera.

[8] <#_ednref8> En 4 entregas ha intentado explicar las claves profundas
de esa guerra, para ayudar a ubicarla como /Guerra Total/ del Imperio
Occidental:

1ª parte: Un capitalismo en la UCI / Acumulación bélica de capital.

    Razones y pasos de una guerra «total» (o de la guerra del fin)
    <https://observatoriocrisis.com/2022/11/24/__trashed-3/>

2ª parte: Algunos entresijos de la Guerra Total o Guerra sin fin /El
asedio a Rusia dentro de la Guerra Total: ciertos pasos decisivos.

    Algunos entresijos de una guerra «total» (o de la guerra sin fin).
    <https://observatoriocrisis.com/2022/11/28/12767/>

3ª parte: Por qué estas batallas de la Guerra Total no son una lucha
entre imperios/ El fin del orden mundial del siglo XX

    Por qué las batallas de la «guerra total» no son una lucha entre
    imperios
    <https://observatoriocrisis.com/2022/12/04/porque-las-batallas-de-la-guerra-total-no-son-una-lucha-entre-imperios/>

4ª parte: El Gran Reinicio y las luchas de clase horizontales
inter-capitalistas y entre élites.

    El Gran Reinicio y las luchas de clase horizontales
    inter-capitalistas y entre élites
    <https://observatoriocrisis.com/2022/12/09/el-gran-reinicio-y-las-luchas-de-clase-horizontales-inter-capitalistas-y-entre-elites/>

Publicado en: Artículos
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Em
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2023/04/04/socialdemocracia-fascismo-y-guerra-ante-el-movimiento-comunista-de-la-humanidad/
4/4/2023

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