quarta-feira, 5 de julho de 2023

Geopolítica, guerra, clima y economía: necesitamos un paradigma económico y social global alternativo

 





DIMITRIS KONSTANTAKOPOULOS , EXPERTO GRIEGO EN ECONOMÍA Y MEDIO AMBIENTE
(Intervención en el Foro Económico de Petrogrado)

El actual sistema económico mundial, aún dominante, es una forma
generalizada, ampliada y globalizada del que prevaleció en el
capitalismo occidental durante el siglo XIX, basado en las mismas
doctrinas económicas neoclásicas.

El capitalismo «neoclásico» ha provocado las dos grandes crisis
económicas (1873 y 1929), dos guerras mundiales, la Revolución Rusa y el
ascenso del nazismo en Alemania. Es natural que el mismo modelo, aunque
ampliado y globalizado después de 1980 y 1990, haya provocado la crisis
económica mundial en la que vivimos desde 2008. Crisis que nos ha
llevado al borde de una guerra mundial que ya se habría iniciado, de no
ser por la existencia de las armas nucleares.

Este modelo también está acelerando nuestro descenso hacia un holocausto
climático y medioambiental. Después de todo, este comportamiento del
capital es natural, en la medida que el valor básico que subyace a la
economía «neoclásica» y «neoliberal» es la competencia «sin trabas» -y
de hecho una lucha mortal- de todos contra todos.

Una guerra mundial o un mundo contra nuestro entorno natural no es más
que el resultado inevitable de la búsqueda del poder absoluto y de una
acumulación siempre acelerada -por todos los medios- del Capital, que ha
caracterizado el funcionamiento de este sistema social . El sistema es
donde se encuentran la economía, la geopolítica, la ecología y la cultura.

*1980-90: El triunfo neoliberal y neoconservador*

Sólo en las condiciones políticas creadas, como resultado de la victoria
principalmente soviética sobre el nazismo, en 1945, hemos asistido a la
realización del New Deal en Estados Unidos, al establecimiento del
compromiso socialdemócrata entre el Trabajo y el Capital en Europa y al
surgimiento de regímenes más independientes en China y en algunas
antiguas colonias.

Este equilibrio posterior a la Segunda Guerra Mundial se empezó a
liquidar con el ataque del Gran Capital , con los neoliberales liderados
en su momento por Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Fue en los años 80
cuando se impuso un nuevo modelo económico, codificado en el Consenso de
Washington.

El colapso, del régimen burocrático soviético entre 1989 y 1991, en una
dirección neocapitalista, neoliberal y cleptocrática, constituye un
triunfo global para el nuevo paradigma dominante. Las instituciones
internacionales básicas como el BM, el FMI y la OMC se reforman de
acuerdo con el nuevo modelo económico. Se suprimen todas las
restricciones a la acticidad del capital financiero, impuestas tras la
crisis de 1929. Europa adopta el Tratado de Maastricht por el que se
reconoce el neoliberalismo como principio constitucional básico de un
nuevo «superestado» europeo, un tanto sui generis.

Este Tratado también oficializa la autoridad última de la OTAN sobre la
política exterior y militar de la UE. El ascenso de los
Neoconservadores, la desaparición de la estructura internacional de
Control de Armamentos, la constante expansión de la OTAN y las guerras
en Yugoslavia y en todo Oriente Medio no son sino el corolario
geopolítico de este cambio masivo de la correlación de fuerzas entre
Capital y Trabajo, entre naciones dominantes y explotadas.

Mirando las crisis del siglo XX y en analogía con lo que ocurrió en ese
pasado reciente , es aconsejable que busquemos en el triunfo del modelo
capitalista neoliberal la razón profunda y última por la que estamos de
nuevo al borde de una nueva Guerra Mundial . Una Guerra que ya se habría
iniciado de no ser por la existencia de las armas nucleares. Por cierto,
esto es propio de este sistema: si la lucha general de todos contra
todos es la regla principal en la economía, entonces todo tipo de
guerras son un resultado normal.

La integración del antiguo Bloque «socialista» en el capitalismo mundial
ha sido un momento triunfal del modelo y el fundamento de la
“unipolaridad», aunque sen han producido tres importantes excepciones a
esta subordinación, cuya trascendencia se ha hecho ahora evidente.

En primer lugar, Rusia conservó parcialmente algunos de los mecanismos y
el grado de independencia del Estado soviético, nacido de una revolución
anticapitalista y socialista y, con un arsenal nuclear que garantiza la
paridad estratégica con Estados Unidos.

En segundo lugar, en China, a pesar del amplio uso del capital
extranjero y de concesiones al capitalismo, el régimen ha conservado el
grado de independencia que heredó de la Revolución de 1949. China sigue
siendo un país no capitalista con una economía planificada, aunque no
dirigida por métodos administrativos sino por el mercado, y el país se
niega con firmeza a sucumbir a la globalización financiera, es decir, al
poder mundial de las Finanzas internacionales.

En tercer lugar, las intervenciones militares masivas de Occidente en el
Oriente Medio han transformado una gran parte de éste en una zona de
ruinas, aunque occidente no ha sido capaz ni derrotar las fuerzas de
resistencia de la región, ni de integrarlas en Occidente.

<http://www.defenddemocracy.press/us-lawmakers-concerned-russians-chinese-buying-businesses/>*El momento de la crisis*

Hoy, más de cuarenta años después de Reagan y Thatcher, más de treinta
años después del colapso soviético y de la creación de la UE, el modelo
económico mundial dominante no ha logrado ninguno de los objetivos
básicos que se había fijado y que sus teóricos creían que alcanzarían
gracias a su aplicación sin trabas.

Por el contrario, el modelo ha exacerbado una multitud de graves
problemas y crisis, algunos de los cuales amenazan incluso la propia
supervivencia de la humanidad, y nos ha puesto al borde de una nueva
Guerra Mundial:

  * El capitalismo occidental ha entrado en una crisis económica
    permanente desde 2008, algo no previsto por el modelo. Los Estados
    volvieron a asumir papeles críticos para rescatar, regular y «guiar»
    a los «mercados». La crisis causó una destrucción social
    generalizada, incluso la destrucción de la economía de Estados
    enteros (como en Grecia, el chivo expiatorio de la crisis de la
    deuda europea) y mantiene bajo una enorme presión lo que queda de
    democracia y de los Estados-nación en Occidente, por ejemplo en
    Francia. El sistema dominante no dejó que los mercados hicieran su
    trabajo, es decir, que quebraran los bancos, ya que se argumentó que
    eran «demasiado grandes para quebrar». En lugar de quebrar los
    bancos, ahora están quebrando a Estados y a sociedades enteras.
  * El modelo actual se basa en una «competencia económica leal y sin
    trabas» entre múltiples actores económicos. Sin embargo, con el
    modelo nunca hemos tenido en toda la historia del capitalismo una
    concentración internacional del capital tan enorme, con estructuras
    monopolísticas tan grandes y vitales sectores para la alimentación,
    la medicina, la información, etc. Toda la pequeñas y medianas
    empresas están sucumbiendo al control oligopolístico, bajo los
    auspicios generales del capital financiero.
  * El modelo se basa en el supuesto que el «mercado global» es acéfalo,
    no tiene un líder que decida y mucho menos un «dictador» que pueda
    violar sus propias leyes. Pero, el papel del dólar, el sistema
    SWIFT, el control de Internet por un puñado de grandes empresas, el
    papel de las agencias privadas de calificación, etc., combinados con
    la centralización del capital financiero y el secuestro de procesos
    que tradicionalmente han pertenecido al poder de los Estados (como
    el secuestro indirecto de la producción de dinero a través de la
    industria de derivados) desmienten esta imagen. Hoy, el Gran Capital
    Financiero Mundial actúa violando la ley del valor si sus resultados
    no se ajustan a sus normas. Washington ha impuesto sanciones a
    docenas de países en todo el mundo, mientras declara abiertamente
    que es completamente inaceptable que China se convierta en una
    potencia económicamente más fuerte que Estados Unidos. Algo que, por
    cierto, nunca se planteó cuando se aceptó a China como miembro de la
    OMC. Occidente proclama todo el tiempo su apoyo a un «orden
    internacional basado en reglas», pero viola constantemente esas reglas.
  * Se supone que el modelo dominante garantiza, mediante los mecanismos
    del mercado y la competencia, el aumento continuo de la
    productividad y, en última instancia, una distribución equitativa
    tirando «hacia arriba» a las capas sociales más pobres y a los
    países más atrasados. La realidad es diametralmente distinta ,
    asistimos a una explosión de las desigualdades tanto entre los
    Estados como dentro de los Estados, mientras que la estructura de
    los productos incluye cada vez más elementos antisociales y
    antiecológicos. En lugar de caminar hacia la «paz eterna» kantiana y
    al «fin de la historia» como lo sostienen los teóricos de la
    escuela, neoliberal, pasamos a la generalización de guerras cada vez
    más peligrosas, pero también a la generalización de una inseguridad
    desintegradora de los ciudadanos y de países enteros en todo el
    planeta. Una gran parte de la humanidad se debate bajo una enorme
    Deuda mientras que un pequeño número de empresas e individuos han
    acumulado una gran parte de la riqueza del mundo, amenazando con
    esclavizar a toda la humanidad. En la actualidad, tras el rápido
    retroceso del Movimiento Obrero en Occidente, sólo la multipolaridad
    puede ser una condición necesaria, aunque no suficiente, para evitar
    esa esclavización de todos los humanos.
  * Como el sistema de «mercados libres” se ha mostrado completamente
    incompetente es la hora de abordar problemas vitales e incluso de
    supervivencia de la humanidad, en particular porque estamos
    traspasando los límites naturales del planeta. Nos enfrentamos a una
    contaminación generalizada del medio ambiente, a una crisis
    climática, al control de la información en manos de puñado de
    empresas privadas y , también, al desarrollode tecnologías muy
    peligrosas y socialmente incontroladas, como la biotecnología, la
    inteligencia artificial, la bioquímica, la neurociencia y muchas
    otras, tecnologías capaces de provocar la destrucción de la especie
    humana o de constituir la base de una «sociedad» totalitaria.
  * Además, el sistema económico, objetiva y subjetivamente, fomenta la
    formación de élites locales que socavan el esfuerzo de las naciones
    o las regiones que tratan de conquistar soberanía e independencia.

<http://www.defenddemocracy.press/the-war-between-east-and-west-the-non-aligned-and-the-struggle-for-the-salvation-of-humanity/>
Éstas son algunas de las razones por las que urge sustituir el Consenso de Washington por un Nuevo sistema económico, a escala nacional,
regional y mundial. Si la búsqueda de la multipolaridad es la condición necesaria, sólo la creación progresiva de un nuevo orden económico,
social y ecológico mundial es la condición necesaria para hacer frente a las crecientes amenazas que se ciernen sobre la civilización humana y sobre nuestra propia existencia.

Pero, ¿sobre qué principios puede y debe fundarse una alternativa al
modelo actual?

*¿Una alternativa al modelo actual?*

A la luz de los múltiples problemas del modelo soviético y de todos los
modelos económicos y políticos ultracentralizados, no se puede, negar la
utilidad de los mecanismos de mercado, al menos durante un período
largo, tanto por razones económicas como psicológicas y culturales.

Sin embargo, la función del mercado debe estar limitada por la
existencia del Plan. El “mercado» podrá funcionar sólo en la medida que
contribuya al aumento de la productividad, pero, al mismo tiempo, deberá
estar “corregido» y «limitado» por la existencia de un plan general
nacional, regional y mundial, que debe dar prioridad a las necesidades
sociales básicas, a nivel nacional e internacional, y a la protección
del medio ambiente natural.

Dado la crisis ecológica que coloca en peligro la supervivencia de la
humanidad no tiene sentido hablar de economía ni de política. Por lo
tanto, los mercados y su combustible propulsor, el beneficio y la
acumulación perpetua de capital, deben ser sustituidos por el papel del
Estado y su poder debe ser reducido y limitado por la ciudadanía.

La «corrección» también puede hacerse utilizando herramientas
económicas. Sin embargo las medidas administrativas deben evitarse en la
medida de lo posible. Por ejemplo, China ya está experimentando
limitaciones entre el capital natural gastado en la creación por un
producto.

En realidad, cuando un avión transporta, por ejemplo, ensaladas de Chile
a Noruega, nadie tiene en cuenta el daño causado a la estratosfera
terrestre a la hora de calcular costes y precios. Por cierto, cada vez
hay más actividades económicas que exponen a los ecosistemas al riesgo
de cambios irreversibles. Cuando una actividad empresarial crece sin
controles el «daño esperado» al medio ambiente tiende al Infinito. Estas
actividades deben eliminarse gradualmente.

No se puede permitir la propiedad privada en las fuerzas productivas muy
grandes o estratégicas . Es inaceptable que un puñado de
personas/empresas puedan controlar fuerzas productivas críticas o
tecnologías de vanguardia. Como, por ejemplo, las relacionadas con el
ADN y los organismos genéticamente modificados, la fabricación de virus,
la circulación de información en Internet, las armas cibernéticas, los
flujos de energía y dinero, la inteligencia artificial y muchas otras
actividades económicas o tecnológicas, que puedan influir decisivamente
en la alimentación humana, la educación la medicina y los medios de
comunicación (Prensa, televisión, Internet).

El control estatal o social no es suficiente, porque los dueños de estos
medios adquieren un poder tan desproporcionado que se imponen, como ha
demostrado la experiencia de todas las supuestas regulaciones

La propiedad en estos sectores debe pasar a manos de los Estados y las
sociedades. Pero, también la gestión debe alejarse del modelo clásico de
control estatal, que crea una clase de gestores que, en última
instancia, operan para su propio beneficio y no para el de la sociedad.
Además, tanto la experiencia soviética como la de los sectores estatales
de los Estados capitalistas han demostrado que la eficacia -incluso en
el plano puramente económico- es limitada.

Para ello, es necesaria la aplicación simultánea de métodos de
autogestión y de control social, a fin de tener en cuenta los intereses
generales de la sociedad y no sólo los intereses de los trabajadores de
una unidad de producción o de una industria.

La gestión de las nuevas fuerzas y tecnologías productivas por un
sistema hipercentralizado no es posible ni deseable, en el largo plazo.
Los problemas a los que se enfrenta la humanidad se deben abordar
mediante una elevación general del nivel de la inteligencia colectiva de
la sociedad, con colectivos cada vez más conscientes y responsables que
participen activamente en la toma de decisiones.

También es evidente la necesidad de una democratización progresiva del
sistema monetario internacional, quizá mediante el establecimiento de
instrumentos monetarios regionales, pero también mediante la creación de
un sistema de intercambios internacionales que intente anular la ley del
«intercambio desigual», tal como la formuló Argyris Emmanuil, teniendo
en cuenta la necesidad de elevar el nivel de las naciones más pobres y
la crisis ecológica.

Es importante recordar en este punto que la Unión Soviética era, a
diferencia de la Unión Europea, una organización que realizaba por
principio la transferencia de excedentes de las regiones más ricas a las
más pobres, una idea que Maynard Keynes, defendió, en términos
diferentes, para el sistema económico internacional. Al regular los
intercambios económicos internacionales hay que tener en cuenta la
necesidad de hacer frente a las desigualdades a escala mundial y la
necesidad de proteger el medio ambiente que hace posible la vida y la
civilización.

Por supuesto se puede decir como dijo el Fausto de Goethe: Muéstrame la
meta, pero también muéstrame el camino. Nos parece que nuestra tarea no
es el «camino» sobretodo porque es imposible describir en detalle ese
camino. En realidad , pienso, que no hay un camino prediseñado para lo
que Marx describió como la transición de la prehistoria a la historia.

Todavía estamos muy lejos de poder implementar estas ideas a escala
global. En la actualidad, y dadas las tendencias políticas y sociales
que prevalecen en Occidente, una etapa de transición debe incluir
necesariamente la lucha por un mundo multipolar y la formación de
asociaciones regionales independientes tanto en América Latina como en
África, por ejemplo. Es apropiado, sin embargo, introducir en este
proceso elementos que contribuyan a la reforma general del sistema
mundial capitalista.

Em
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2023/07/04/geopolitica-guerra-clima-y-economia-necesitamos-un-paradigma-economico-y-social-global-alternativo/
4/7/2023

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