terça-feira, 27 de novembro de 2018

En medio de las crisis latinoamericanas, ¿por qué florece la Bolivia de Evo Morales?



Santiago Mayor



El país del altiplano mantiene hace más de una década una estabilidad,
crecimiento económico y mejora de los índices sociales que contrasta con sus
vecinos.

En enero de 2006, por primera vez en la historia de Bolivia, asumía el Gobierno
un presidente indígena. Evo Morales Ayma, dirigente sindical cocalero, había
triunfado meses antes con más del 50% de los votos en una elección sin
precedentes.
Su victoria se inscribió en una oleada progresista y de izquierda que llegó a
los Gobiernos de América Latina durante los primeros años del siglo XXI. Para
ese entonces ya estaban en la presidencia Hugo Chávez en Venezuela, Lula da
Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina y Tabaré Vázquez en Uruguay. Unos
meses después se sumaría Daniel Ortega en Nicaragua y en 2007 Rafael Correa en
Ecuador.

No obstante, en comparación con sus pares (quizás exceptuando el caso uruguayo),
Bolivia logró consolidarse como un modelo social, político y económico estable
que no sufrió las crisis económicas y políticas de Venezuela o Nicaragua ni
perdió el Gobierno mediante golpes de Estado e 'impeachments' –como en Brasil,
Honduras y Paraguay– o elecciones –como en Argentina–. ¿A qué se debe esta
excepcionalidad?
Estadísticas contundentes
Según datos del Banco Mundial, en 2006 el Producto Bruto Interno (PBI) boliviano
era de 11.452 millones de dólares. Para 2017 ese número había aumentado más de
tres veces llegando a 37.509 millones. En el mismo período de tiempo, el ingreso
anual per cápita pasó de 1.120 dólares a 3.130 y la esperanza de vida subió de
64 a 71 años. A su vez, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) del país,
sostiene que la pobreza se redujo del 59,9% cuando asumió Evo Morales al 36,4%
el año pasado.
Por otra parte, como remarca el investigador y máster en Desarrollo Económico y
Sostenibilidad Sergio Martín-Carrillo, Bolivia "ha sido el país suramericano que
mayor crecimiento económico ha experimentado, incluso manteniendo un ritmo por
encima del 4% a pesar del contexto de debilidad que vive la región desde el año
2015". Esto fue acompañado de un descenso constante de la inflación, que pasó de
un 12% en 2007 a menos de un 2% en lo que va de 2018.

El presidente Evo Morales durante una conferencia de prensa en La Paz, Bolivia,
2 de octubre de 2018 / Jose Lirauz / Reuters
Estos logros se sostuvieron en una política que contradice los postulados
neoliberales que impulsan hoy Gobiernos de países vecinos como Argentina, Chile,
Paraguay o el electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Las razones
El sociólogo y escritor boliviano Antonio Abal enumeró en diálogo con este medio
"los ejes del sostenido crecimiento de la economía de Bolivia".
Según su mirada, se trata de una política basada en "nacionalizaciones de
sectores estratégicos, como las comunicaciones, los hidrocarburos y la minería";
la redistribución de los ingresos estatales, "sobre todo en infraestructura
productiva"; el "fortalecimiento del mercado interno"; una política monetaria de
"apreciación de la moneda nacional", es decir, una "desdolarización de la
economía"; y finalmente una fuerte inversión en procesos industriales como el
"litio, lácteos, textiles, etc. y fomento de las pequeñas y medianas empresas,
con facilidades en los soportes crediticios".

En el mismo sentido se expresó el vicepresidente del país, Álvaro García Linera,
en una entrevista con Página/12, donde explicó lo que para él son los cuatro
factores principales de este éxito económico.
En primer lugar, que el Estado controle como propietario los principales
sectores generadores de excedente económico: hidrocarburos, electricidad y
telecomunicaciones. Por otra parte, llevar a cabo una redistribución de la
riqueza, "pero de una manera sostenible", de forma que "los procesos de
reconocimiento y ascenso social de los sectores subalternos populares e
indígenas tenga una sostenibilidad en el tiempo".
En tercer lugar, al igual que como sostiene Abal, "apuntalar el mercado interno"
y, por último, la "articulación entre el capital bancario y el productivo, lo
que implica que el 60% de los ahorros de los bancos se dirige al sector
productivo, generando mano de obra".
Políticas públicas de redistribución
A esto se suma una serie de programas sociales que han acompañado la mejora
económica y han sido los dispositivos que han garantizado una redistribución de
la riqueza. En ese sentido, Martín-Carrillo enumeró tres que considera los más
importantes: el Bono Juancito Pinto, la Renta Dignidad y el Bono Juana Azurduy.

El primero de estos fue lanzado durante el primer año de Gobierno y apunta a que
los niños y niñas finalicen la escuela. Supone un aporte de 200 bolivianos (29
dólares) a estudiantes de escuelas públicas a cambio de que sostengan un mínimo
de un 80% de asistencia a clases. Durante 2018 hubo 2.221.000 de estudiantes
beneficiados por esta iniciativa. A su vez, esto logró que entre 2006 y 2017 la
deserción escolar en primaria cayese del 6,5% al 1,8% y en la educación
secundaria fue del 8,5% al 4%.
Por su parte, la Renta Dignidad, vigente desde 2007, apunta a la población de
adultos mayores –60 años o más– e implica 250 bolivianos (36 dólares) para las
personas con pensiones de jubilación y 300 (43 dólares) para personas que no
tienen pensiones de jubilación.
Finalmente, el Bono Juana Azurduy está dirigido a mujeres gestantes a las cuales
estipula el cumplimiento de cuatro controles prenatales, parto institucional y
control postparto, así como para niños y niñas condicionado a 12 controles
integrales de salud bimensual.

También ha habido una política agresiva de incremento del Salario Mínimo
Nacional, que en 2005 equivalía a 440 pesos bolivianos (57 dólares de aquel
entonces) y en la actualidad llega a 2.060 (298 dólares). Asimismo, este año,
debido al crecimiento económico, tal como informó la Agencia Boliviana de
Información, el Ejecutivo dispuso el pago del doble aguinaldo para todos los
trabajadores públicos y privados.
Un proceso con debates y tensiones
Más allá de su situación actual, los Gobiernos del Movimiento al Socialismo
(MAS) no han estado al margen de problemas, algunos incluso muy graves. Quizás,
el punto más álgido fue en el año 2008, cuando la llamada 'Media Luna', que
incluía cuatro departamentos orientales del país, intentó escindirse del resto
del territorio por acción de los sectores de la derecha boliviana que contaban
con el apoyo solapado de EE.UU.
No obstante, con respaldo de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), esa
crisis logró ser superada y apenas unos meses después el proceso avanzaba
proclamando una nueva Constitución a comienzos de 2009, la que declaró el
carácter "Plurinacional" del Estado, reconociendo en la ley suprema del país a
los pueblos originarios históricamente negados. Evo Morales pasó a encarnar así,
ya no solo simbólica sino institucionalmente, el ascenso definitivo de los
sectores marginados durante siglos de la política nacional.
Si bien para Abal no se puede "hablar de etapas, sino de una sostenida
aplicación de un modelo económico", a partir de ese momento se puede analizar
una profundización de algunos aspectos. Se trata de un punto de inflexión en el
cual se comienza a hablar de "socialismo comunitario", lo que el sociólogo
define como "una aproximación teórica a la aplicación del marxismo y sus
categorías para comprender las lógicas de los 'ayllus' (comunidades)", que como
indicaron muchos autores, mantenían estructuras de 'comunismo primitivo' o
comunitarias contrarias a la propiedad privada y la acumulación individual.

Por su parte, García Linera sostiene que, una vez superada esa ofensiva de la
derecha, se abrió un nuevo momento en la revolución boliviana que él ha
denominado de "tensiones creativas". Es decir, debates al interior del proceso
que lo hacen avanzar.
Al respecto, Abal asegura que en los movimientos sociales conviven dos
tendencias político-ideológicas: "una la sindical, centrada en la
reivindicaciones sectoriales, y la otra revolucionaria, como parte del proceso
de cambio y parte del gobierno". Es en la disputa de esas dos miradas donde se
dan las tensiones creativas que, desde su punto de vista, son "la dialéctica del
movimiento de conciencia de la clase".
La lógica "obrerista", según el sociólogo, no logra terminar de comprender "la
otra lógica organizativa e ideológica de los pueblos originarios". Y esto lo
atribuye a una contradicción impulsada durante décadas de enfrentar "indios
contra obreros" y que "fue fomentada en una etapa del nacionalismo
revolucionario (1952 – 1985)".
Finalmente, el analista apunta que "el vínculo potente se encuentra entre el
Gobierno y los movimientos sociales", donde "el gran articulador de este bloque
es, sin duda, Evo Morales, incluso más allá del instrumento político". Como
contracara, Estado y movimientos sociales "aún se encuentran distanciados",
porque este último "mantiene su matriz colonial no superada".
Una revolución con futuro
Si bien los procesos políticos nacionales difícilmente pueden sobrevivir mucho
tiempo aislados, además de sus fortalezas internas, Bolivia cuenta todavía con
aliados en el continente. Más allá de sus propios conflictos están Venezuela,
Nicaragua y también Cuba, países con los que integra la Alianza Bolivariana para
los pueblos de Nuestra América (Alba). Cabe recordar que, con colaboración de La
Habana, en 2008 se declaró "libre de analfabetismo" a todo el territorio
boliviano.
Por otra parte, a pesar del traspié sufrido en el referéndum de comienzos de
2016, que impedía a Morales volver a presentarse en las elecciones
presidenciales de 2019, esto finalmente fue habilitado por el Tribunal Supremo.
Con su candidatura y una derecha por ahora dividida, la continuidad del proceso
parece estar asegurada.

Por último, pero no menos importante, García Linera pronosticó en el reciente
Foro Mundial de Pensamiento Crítico, llevado a cabo en Buenos Aires, que los
Gobiernos conservadores de la región durarán poco tiempo y luego vendrá un nuevo
auge progresista y de izquierda.
"Estamos enfrentando una oleada conservadora neoliberal que tiene dos limites
intrínsecos: es fosilizada y es en sí misma contradictoria", apuntó. Y detalló
que en estos países se están "repitiendo las recetas que hace veinte años
fracasaron", por lo que "no hay inventiva, no hay creatividad, no hay
esperanza".
A su vez, "el neoliberalismo actual solamente moviliza odios y resentimientos".
Es decir, que está "fundado en la negatividad y no en la proposición. No en la
esperanza de mediano plazo, sino en el rechazo emotivo de corto plazo. Y eso
tiene patas cortas", completó el vicepresidente boliviano.
Por eso, con optimismo, sentenció: "En vez de vivir una larga noche neoliberal,
hemos de vivir una corta noche de verano neoliberal. Y ahí es donde nos toca a
nosotros reconocer lo que hicimos bien, reconocer lo que hicimos mal, y
prepararnos". "La izquierda tiene que volver a prepararse para tomar el poder en
los siguientes años en el continente", concluyó.

In
RT
https://actualidad.rt.com/actualidad/297085-crisis-latinoamerica-florece-bolivia-evo-morales
27/11/2018

Nenhum comentário:

Postar um comentário