*/Los neoconservadores y los halcones liberales están completamente
alineados en la estrategia belicista. El Wall Street Journal declara que
Estados Unidos debe demostrar su capacidad para ganar una guerra nuclear
y la élite del Consejo de Relaciones Exteriores afirma que hay que
proteger a Ucrania y a Taiwán, ya que ambos son lugares militares
estratégicos./*
DEBORA VENEZIALE , EDITORA ESTADOUNIDENSE ESPECIALISTA EN CADENAS DE
SUMINISTRO GLOBAL.
Dos sectores históricamente en pugna dentro de EEUU se alinean por
primera vez para intentar hacer caer a Rusia y China. ¿Quiénes son y qué
consecuencias globales podría tener una extensión de la guerra?
El mundo está percibiendo las crecientes intenciones bélicas de Estados
Unidos. En medio del desarrollo de la crisis de Ucrania, Estados Unidos
y la OTAN han estado tratando de escalar su guerra de poder contra Rusia
mientras continúan intensificando su asedio y provocaciones contra
China. Si había alguna duda sobre las intenciones de Washington de ir a
la guerra con Pekín, debería disiparse con el segmento sobre los «Juegos
de Guerra» simulados del programa semanal de la NBC, Meet the Press del
15 de mayo.
Cabe señalar que el Centro para una Nueva Seguridad Americana (CNAS, por
sus siglas en inglés), que organizó estos «juegos», está financiado por
una serie de empresas militares y tecnológicas estadounidenses, como
Facebook, Google y Microsoft, la Oficina de Representación Económica y
Cultural de Taiwán y la Open Society de George Soros. Esta simulación
está claramente en consonancia con las demás señales hacia la guerra
procedentes tanto del Congreso como del Pentágono. Ya el 14 de abril,
una delegación bipartidista de legisladores estadounidenses visitó esta
isla china.
El 4 de mayo, Charles Richard, comandante del Comando Estratégico de
Estados Unidos, expuso en el Congreso las «amenazas nucleares» que
suponen Rusia y China para Estados Unidos, afirmando que es probable que
China utilice la coacción nuclear en su propio beneficio. El 5 de mayo,
Corea del Sur anunció que se había unido a una organización de
ciberdefensa en el marco de la OTAN, al mismo tiempo que fue invitada
junto a Japón a participar de la cumbre de la OTAN en Madrid, lo que
sugiere la posibilidad de una rama asiática de la OTAN.
Ante la agresividad y beligerancia de la administración de Biden en
asuntos exteriores, uno no puede dejar de preguntarse: ¿quienes abogan
por la guerra en la élite gobernante estadounidense? ¿Existe todavía un
mecanismo para frenar esa beligerancia ?
Este artículo llega a tres conclusiones. En primer lugar, en la
administración de Biden, dos grupos de élite de la política exterior que
solían competir entre sí, los halcones liberales y los neoconservadores,
se han fusionado estratégicamente, formando el consenso de política
exterior más importante dentro de la élite desde 1948 y llevando la
política bélica del país a un nuevo nivel.
En segundo lugar, teniendo en cuenta los intereses a largo plazo, la
gran burguesía de Estados Unidos ha llegado a un consenso: China es el
gran rival estratégico y ha decido dar un sólido apoyo a la política
exterior de Biden.
En tercer lugar, debido al diseño de la Constitución de EEUU, la
expansión de las fuerzas de extrema derecha, la monetización de las
elecciones y las llamadas “instituciones democráticas” están fuera de
todo control y son completamente incapaces de frenar la propagación de
las políticas beligerantes.
*La fusión de las élites beligerantes de la política exterior*
Entre los primeros representantes de los halcones liberales
estadounidenses se encontraban presidentes demócratas como Harry Truman,
John F. Kennedy y Lyndon Johnson, cuyas raíces ideológicas – el
intervencionismo liberal – se remontan a la idea de Woodrow Wilson de
que Estados Unidos debía estar en el escenario mundial luchando por la
democracia. La invasión de Vietnam se guió por esta ideología.
Tras la derrota en Vietnam, el Partido Demócrata redujo temporalmente
los llamamientos a la intervención como parte de su política exterior.
El senador demócrata Henry Jackson (también conocido el «senador de la
Boeing»), un halcón liberal, se unió a otros anticomunistas que apoyaban
la intervención internacional, ayudando a inspirar a un grupo de
neoconservadores. Los neoconservadores apoyaron al republicano Ronald
Reagan a finales de la década de 1970 por su compromiso de hacer frente
al «expansionismo» soviético.
Con la disolución de la Unión Soviética en 1991 y el auge del
unilateralismo estadounidense, los neoconservadores adoptaron la
política exterior expuesta por Paul Wolfowitz, que había sido ayudante
de Henry Jackson en su momento.
En 1992, apenas unos meses después de la desintegración de la Unión
Soviética, el entonces subsecretario de Defensa, Wolfowitz, presentó su
Guía de Política de Defensa, que abogaba explícitamente por una posición
unipolar permanente de Estados Unidos. Dicha posición se establecería
mediante la expansión del poder militar en la esfera de influencia de la
antigua Unión Soviética, con el objetivo de impedir el resurgimiento de
Rusia como gran potencia.
La «gran estrategia» unipolar de Estados Unidos, con la proyección de su
fuerza militar, sirvió para guiar la política exterior tanto de George
Bush padre y George Bush hijo, como de Bill Clinton y de Barack Obama.
La primera Guerra del Golfo fue posible, en gran parte, gracias a la
debilidad soviética. A esto le siguió el desmembramiento militar de
Yugoslavia por parte de Estados Unidos y la OTAN.
Después del 11 de septiembre de 2001, la política exterior de la
administración de Bush Jr. estuvo completamente dominada por los
neoconservadores, como el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de
Defensa Donald Rumsfeld. Aunque ambos,defendían las intervenciones
militares en el extranjero, hay dos diferencias históricas entre los
halcones liberales y los neoconservadores.
En primer lugar, los halcones liberales creían que Estados Unidos debía
influir en la ONU y otras instituciones internacionales para llevar a
cabo una intervención militar, mientras que los neoconservadores
pretendían ignorar las instituciones multilaterales.
En segundo lugar, los halcones liberales buscaban que las intervenciones
militares se realizaran junto a los aliados occidentales liderados por
Estados Unidos, mientras que los neoconservadores no temían llevar a
cabo operaciones militares unilaterales y violar cualquier cosa que se
pareciera a las leyes internacionales.
Es un error común pensar que los dos partidos estadounidenses son
claramente diferentes en cuanto a la estrategia de política exterior. A
primera vista, es cierto que, entre 2000 y 2016, la Heritage Foundation
fue un importante bastión neoconservador que se inclinaba hacia la
política republicana, mientras que think tanks como la Brookings
Institution y el posteriormente la CNAS albergaron a los halcones
liberales del Partido Demócrata.
En cada think tank había miembros de ambos partidos cuyas diferencias se
centraban en propuestas políticas específicas, no en afiliaciones
partidistas. En realidad, detrás de la Casa Blanca y el Congreso, una
red de planificación política formada por fundaciones sin ánimo de
lucro, universidades, think tanks, grupos de investigación política y
otras instituciones, evangelizaba las «agendas» de las empresas y los
capitalistas con propuestas políticas e informes.
En el ámbito de la política exterior, el think tank más influyente desde
la Segunda Guerra Mundial es el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR).
Este think tank recibe donaciones de diversas fuentes, y su actual junta
directiva incluye a Richard Haass, principal asesor de Bush padre en
Medio Oriente, y a Ashton Carter, Secretario de Defensa de Obama.
Antes de 2008, el principal objetivo estratégico de los
neoconservadores, reunidos en el Partido Republicano, era la
desintegración y desnuclearización de Rusia. Sin embargo, en torno a
2008, las fuerzas de la élite política estadounidense comenzaron a darse
cuenta que el ascenso económico de China era imparable y que sus futuros
líderes no serían los próximos Gorbachov o Yeltsin. Fue a partir de este
periodo cuando los neoconservadores vieron a China desde la perspectiva
de la confrontación y la “contención”.
La victoria de Trump en 2016 creó una breve turbulencia en el consenso
logrado por el CFR. Como escribió John Bellamy Foster con Trump en la
Casa Blanca, “todo parecía tragedia y farsa”. Trump llegó al poder en
parte gracias a la movilización de un sector neofascista basado en la
clase media blanca. Sólo una pequeña parte de la élite del gran capital
lo apoyó inicialmente, incluyendo a Dick Uihlein, propietario del
gigante naviero Uline, Bernie Marcus, fundador Home Depot, Robert
Mercer, inversor del medio de comunicación de extrema derecha Breitbart
News Network, y el banquero Timothy Mellon, entre otros.
La tendencia de Trump a reducir la participación en los asuntos
mundiales – en particular la retirada de las tropas de Siria y
Afganistán, y el contacto diplomático con Corea del Norte – satisfacían
los intereses a corto plazo de la baja y media burguesía y se ganaron el
apoyo de los “realistas” en política exterior, incluido Henry Kissinger,
pero molestaron a los neoconservadores. Un grupo de neoconservadores
jugó un papel importante en la campaña contra Trump, pero unos 300
funcionarios que habían apoyado a la administración Bush se pasaron al
bando demócrata en las elecciones de 2020.
Con el fin del gobierno de Trump, el CFR volvió a la normalidad, y los
neoconservadores y los halcones liberales de la administración Biden
están completamente alineados en la orientación estratégica belicista. A
partir del atentado del 11 de septiembre de 2001 y, sobre todo, después
de la crisis de las hipotecas subprime, la conciencia del imparable
ascenso de China unió a estos dos grupos de élite.
Ahora, el Wall Street Journal declara abiertamente que Estados Unidos
debe demostrar su capacidad para ganar una guerra nuclear, mientras que
la élite del CFR afirma que hay que proteger a Ucrania y a Taiwán, ya
que ambos son lugares militares estratégicos dentro del perímetro
militar occidental.
Sin embargo, el líder de la Guerra Fría, Kissinger, ha expresado su
preocupación y oposición a la actual política exterior de Estados
Unidos, argumentando que la estrategia correcta debería ser dividir a
China y Rusia, ya que una guerra directa con los dos países nucleares
tendría peligrosas consecuencias. Si todavía estuvieran vivos, Kennan y
McNamara habrían estado de acuerdo con Kissinger. La vieja generación de
líderes de la Guerra Fría se ha marchitado, y de todos modos ya nadie
los escucha.
*La burguesía estadounidense apoya la guerra contra China*
Hay que señalar que se está produciendo un cambio en la lógica de las
relaciones entre China y Estados Unidos: la burguesía estadounidense ha
ido apurando su alianza contra China y apoyando la estrategia belicosa
de la élite diplomática. Esta situación se debe a factores tanto reales
como ideológicos. Las cifras del PIB de Estados Unidos y Occidente
esconden notoriamente las contribuciones del trabajo en las fábricas del
Sur Global.
Las ventas altamente rentables de Apple dentro de Estados Unidos
aparecen en las cifras del PIB estadounidense, pero la fuente real de
sus altos rendimientos es el excedente creado por la mano de obra
productiva avanzada, masivamente eficiente y de bajo coste, en Shenzhen,
Chongqing y otras ciudades donde se encuentran las fábricas de Foxcon.
China cuenta con una infraestructura industrial, logística y social
extremadamente sofisticada que representa el 28,7% de la producción
industrial mundial.
Pocos sectores de la economía estadounidense dependen para sus ventas
del mercado local chino, sólo los fabricantes de chips son la excepción.
Ni Boeing, ni Caterpillar, ni General Motors, ni Starbucks, ni Nike, ni
Ford, ni Apple (con un 17%), son importantes para el consumidor
chino.(Las transnacionales de EEUU obtienen apenas del 25% de sus
ingresos en China y su productos pueden ser reemplazos por la industria
de esa nación).
Por tanto, es poco probable que los directores ejecutivos
estadounidenses se opongan a la dirección de la política exterior de
Estados Unidos si a corto plazo no tienen la certeza de un mayor acceso
al creciente mercado interior de China. Una prueba más de esto es lo que
pasa con algunas industrias clave.
El primero es el zeitgeist (espíritu del tiempo) del momento, la
industria de la tecnología e Internet. Entre los 10 estadounidenses más
ricos, el único relativamente ajeno a ese sector es Elon Musk, – pese a
que su primera millonada, provino de esa industria -. En comparación con
la lista de los 20 estadounidenses más ricos de hace años, los
procedentes de la industria manufacturera tradicional, los bancos y la
industria petrolera han desaparecido. La mayoría de la élite tecnológica
tiene fuertes tracciones antichinos. Google, Amazon y Facebook
prácticamente no tienen mercado en China. Apple y Microsoft también se
enfrentan a crecientes dificultades.
Los gigantes tecnológicos estadounidenses anhelan un cambio de sistema
político en China -aunque haga falta una guerra- para abrir
completamente las puertas al mercado chino. Eric Schmidt, antiguo
presidente ejecutivo de Google, dirigió la creación de la Unidad de
Innovación de Defensa (DIU) y la Comisión de Seguridad Nacional sobre
Inteligencia Artificial (NSCAI). Su constante promoción de la teoría de
la «amenaza china» refleja la opinión predominante en la comunidad
tecnológica estadounidense. En los últimos dos años de guerra
comunicacional en torno a la pandemia, Hong Kong y Xinjiang , tanto
Twitter como en Facebook, han desempeñado un papel en la supresión de la
información objetiva de los hechos y han participado activamente en la
demonización de China.
Pocos capitalistas influyentes en Estados Unidos están dispuestos a
decir abiertamente que «China es nuestro principal enemigo». Pero, rara
vez se encuentran opiniones discrepantes o llamamientos a la moderación
en las columnas de opinión del New York Times o del Wall Street Journal.
Michael Bloomberg, que fue criticado por ser blando con China hace unos
años, ahora no llama a la moderación frente a la histeria bélica de los
medios. En cambio, fue nombrado presidente del Consejo de Innovación de
Defensa en febrero.
*El ascenso de la extrema derecha*
Bajo la élite burguesa gobernante, la hostilidad de las clases medias
estadounidenses hacia China tiene profundas raíces racistas. Los cuatro
años de gobierno de Trump fueron testigos de una alianza del populismo
con el movimiento de la derecha supremacista blanca que se autodenomina
la Alt Right. Su portavoz, Stephen Bannon, fundador del sitio web
Breitbart News, es uno de los activistas anti China más enérgicos en
Estados Unidos. Su base de apoyo proviene de la clase media baja: en su
mayoría personas blancas con ingresos familiares anuales de alrededor de
75.000 dólares.
La economía estadounidense nunca se ha recuperado del todo de la crisis
de las hipotecas subprime de 2008, cuando la política monetaria flexible
permitió a los grandes capitalistas cosechar enormes ganancias mientras
la clase trabajadora y la clase media baja sufrían grandes pérdidas.
Este último grupo, enfadado y frustrado con su situación y con una
necesidad imperiosa de un portavoz, fue el grupo electoral clave de
Trump, ahora con la ayuda del racismo «supremacista blanco», el
capitalismo racial y una «nueva guerra fría» impulsan la política de
aniquilar a China como oponente en el área internacional
*¿Estamos condenados a la guerra?*
En 2014, Xi Jinping, que se había convertido en el líder de China,
apuntó: «El amplio océano Pacífico es lo suficientemente vasto como para
abarcar tanto a China como a Estados Unidos». Por el contrario, Hillary
Clinton, entonces secretaria de Estado, afirmó : “Estados Unidos debe
llamar al Pacífico como «el mar americano».
En 2020, el Centro de Investigación Económica y Empresarial del Reino
Unido predijo que China superaría a Estados Unidos y se convertiría en
la mayor economía del mundo en 2028, un umbral que apremia a la élite
burguesa estadounidense. La política exterior y parte de la opinión
pública “americana” de los últimos años coinciden en la preparación de
una guerra caliente para contener a China antes de 2028.
La guerra de poder en Ucrania puede considerarse como el preludio de
esta guerra caliente. La movilización ideológica para preparar la guerra
ya está en pleno apogeo en Estados Unidos. Las ruedas del neofascismo
están girando y ha surgido una nueva era de macartismo. La llamada
política democrática no es más que una tapadera para el dominio de la
élite burguesa y no será un freno para detener la maquinaria de guerra,
es al parecer todo lo contrario, una justificación belicista.
Hay 140 millones de trabajadores pobres en Estados Unidos, 17 millones
de niños que pasan hambre, seis millones más que antes de la pandemia. Y
aunque una parte expresa su apoyo ia la política belicista de
Washington, hay una contradicción directa para con sus intereses reales.
Históricamente, los grupos progresistas tradicionales de Estados Unidos,
como el movimiento por los derechos civiles y el feminismo, tenían un
fuerte espíritu de lucha, y líderes como el Dr. Martin Luther King Jr. y
Malcolm X mostraron un valor asombroso en su lucha por crear una ola de
resistencia dentro de Estados Unidos contra la agresión de Washington en
el sudeste asiático.
Lamentablemente, algunos (pero no todos) de los líderes de los sectores
progresistas tradicionales de Estados Unidos se han convertido en
partidarios de la política imperialista y de las sistemáticas campañas
anti China. Tambien, importantes voces morales que se han manifiestan
contra el partido de la guerra, pero los pocos grupos progresistas que
se oponen a una nueva guerra fría han sido inmediatamente vilipendiados
por «justificar el genocidio de Xinjiang». El sistema mediático
estadounidense garantiza la impotencia de las voces de ese sector de la
sociedad.
Fuera de Estados Unidos y sus aliados, muchos países no ven con buenos
ojos la guerra que supone la agresiva expansión de la OTAN en Europa. El
2 de marzo, la Asamblea General de la ONU celebró la undécima sesión
especial de emergencia y países con más de la mitad de la población
mundial votaron en contra o se abstuvieron de votar el proyecto de
resolución titulado «Agresión contra Ucrania». Más todavía, países con
más de dos tercios de la población mundial no han respaldado las
sanciones dirigidas por Estados Unidos contra Rusia.
Los intentos de Washington de intensificar y prolongar la guerra y
forzar un desacoplamiento de Moscú y Pekín, llevarán a una dislocación
económica masiva, que a su vez provocará considerables reacciones
negativas contra el gobierno de Biden. De hecho, países como India y
Arabia Saudita están profundamente preocupados por los excesos de
Estados Unidos al congelar las reservas de divisas rusas y pretender
reforzar la hegemonía del dólar.
La resistencia al dominio de Estados Unidos está creciendo en América
Latina. Sin embargo, hay que tener en cuenta que plataformas
internacionales como la ONU no son realmente capaces de frenar a Estados
Unidos y sus guerras. Washington se niega a someterse a nada que no sea
su propio «orden internacional basado en normas».
La administración de Biden está proporcionando una ayuda militar masiva
a Ucrania para crear una guerra prolongada con el fin de debilitar a
Rusia y provocar un «cambio de régimen». También se ha desviado del
espíritu de las tres declaraciones conjuntas chino-estadounidenses y
está desestabilizando el estrecho de Taiwán.
Mientras que Estados Unidos tiene un gran poderío militar, su fuerza
económica actual, aunque aún es grande, está en un estado permanente de
declive y crisis. En 1950, Estados Unidos representaba el 27,3% del PIB
mundial (PPA), mientras que en 2020 había descendido al 15,9%. Su tasa
media de crecimiento anual ha caído a un nivel anual muy insuficiente:
apenas un 2% incluso antes de la pandemia. La producción manufacturera
de China es más de un 70% superior a la de Estados Unidos.
A pesar del reciente y enorme estímulo fiscal y monetario de más de 5
billones de dólares, la inversión fija neta de Estados Unidos sólo
aumentó un 1,4%. Esto ha provocado la actual ola inflacionaria. Esto no
se resuelve fácilmente y no tiene nada que ver con la guerra en Ucrania.
Con esta guerra Estados Unidos ha condenado intencionalmente a Europa a
un crecimiento probablemente negativo, a la inflación y al aumento del
gasto militar.
La estable gobernanza social de China, su fuerte defensa nacional y su
estrategia diplomática volcada a la paz pero desafiante pueden -como
dijo el Consejero de Estado chino Yang Jiechi- “debemos proceder desde
una posición de fuerza para que Estados Unidos acabe abandonando la
ilusión de iniciar una guerra con China y ganarla”.
Al Sur Global le interesa que China siga siendo un Estado soberano
socialista fuerte y que impulse alternativas de gobernanza global como
su programa de crear una Comunidad con un Futuro Compartido y la
Iniciativa para Desarrollo Mundial. Es el momento de revigorizar
proyectos multilaterales del Sur Global como los BRICS y el Movimiento
de los Países No Alineados.
En esto, la mayoría del mundo comparte un interés común. La gran mayoría
de los habitantes de los países en desarrollo del Sur Global serán una
fuerza importante para exigir la paz y resistirse a la guerra. Estados
Unidos no será el primer imperio,, que producto de su soberbia y
arrogancia, acabe siendo derrotado por la historia.
Em
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2022/08/05/quien-esta-llevando-a-la-guerra-a-los-estados-unidos/
5/8/2022
sexta-feira, 5 de agosto de 2022
¿Quién está llevando a la guerra a los Estados Unidos?
segunda-feira, 1 de agosto de 2022
Gramsci en el seno del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST): una entrevista con Neuri Rossetto
Instituto Tricontinental de Investigación Social,
Instituto Tricontinental de Investigación Social,
Las fotografías de este dossier, editadas por el equipo de arte del
Instituto Tricontinental de Investigación Social, son retratos de la
cultura viva expresada a través del arte, la educación, la agricultura,
la comunicación popular y las movilizaciones de masas del Movimiento de
Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil. Cada fotografía es un
retrato de quienes lucharon antes que nosotrxs y siguen alimentando
nuestras luchas hoy: Rosa Luxemburgo en una pancarta, Carlos Marighella
en un tambor de samba, Carolina María de Jesús en una bandera, Zumbi dos
Palmares en un muro, Frida Kahlo en un lienzo, Bruno Pereira y Dom
Phillips en un escenario, el Che Guevara en un cobertizo en el campo y,
por supuesto, el propio Antonio Gramsci mirando una /mística/ en curso.
Las imágenes, al igual que el texto del dossier, comparten las
experiencias concretas de un movimiento que se nutre de las ideas de
Gramsci mientras siembra las semillas para la creación de una nueva
humanidad y la transformación de la sociedad.
Créditos: Coletivo de Comunicação do Norte do Paraná
*Introducción*
A pesar de la insistente hegemonía del capitalismo y sus ideas
neoliberales imperantes, viviendo en una coyuntura marcada por la crisis
económica, política, social y ambiental, y todavía sin perspectivas de
superar la crisis sanitaria, continúan surgiendo diversas formas de
resistencia, luchas sociales y propuestas para un futuro emancipado.
Es en esta perspectiva de futuro, que se fundamenta en la posibilidad de
cambio y en la esperanza de la emancipación humana, donde nuestros
intelectuales deben “poner su corazón y su alma”, como afirmamos en el
dossier nº 13, /La nueva intelectualidad/
<https://thetricontinental.org/es/la-nueva-intelectualidad/>/,/ del
Instituto Tricontinental de Investigación Social. Tenemos que elaborar
propuestas creativas sobre cómo usar nuestra riqueza social para
resolver los problemas inmediatos de la humanidad, como el hambre, la
miseria, las enfermedades y las catástrofes climáticas; estudiar y
conocer las resistencias y luchas que surgen en cada rincón del mundo.
Algunas propuestas, en forma de boceto, están disponibles en el dossier
nº 48, /Construimos el futuro: un plan para salvar el planeta/
<https://thetricontinental.org/es/dossier-48-plan-para-salvar-el-planeta/>, elaborado por una red de institutos de investigación. También debemos desafiarnos a usar la creatividad para elaborar posibilidades de cooperación, solidaridad y enriquecimiento social y cultural entre los pueblos.
El comunista italiano Antonio Gramsci (1891–1937) ya prestó atención al
papel de las y los nuevos intelectuales que, al participar activamente
en las organizaciones políticas, se dedican a elaborar la conciencia
popular y a crear espacio para que florezcan las luchas populares.
Es en este contexto que queremos rescatar la obra de Gramsci y su legado
para las actuales trincheras de lucha, reforzando la batalla de ideas y,
como siempre dijeron Fidel Castro y José Martí, sabiendo que las luchas
dentro de las diversas instituciones culturales e intelectuales son tan
importantes como las luchas en las calles, porque estas batallas van
juntas y se alimentan mutuamente.
Por eso creemos importante traer a colación experiencias sociales
contemporáneas que beben de esa fuente, que se alimentan de las ideas de
Gramsci y consiguen, en la vida concreta, construir las semillas de
esperanza de este nuevo mundo. Hablamos de esperanza no solo con esta
perspectiva de futuro, sino también con el verbo /esperanzar/, como nos
enseñó Paulo Freire, que es levantarse, ir hacia atrás y llevar
adelante, es unirse a otros para construir desde hoy nuevas formas
sociales. Es en la acción de este verbo frente a las experiencias
sociales actuales que reside el camino alternativo de la humanidad.
El Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en Brasil tiene
como desafío cotidiano crear esa esperanza. El MST, el mayor movimiento
popular de lucha de América Latina, surgió a principios de la década de
1980, transformando rápidamente la lucha campesina en una herramienta de
disputa con el autoritarismo en medio de la dictadura militar en Brasil
en ese momento. Sus acciones, mucho más amplias que la búsqueda del
acceso a la tierra, incluyen la reforma agraria —para democratizar el
acceso a la tierra y en ella producir alimentos saludables— y la lucha
por justicia social. Hoy cuenta con aproximadamente 500 mil familias
organizadas en el campo, entre acampadas (en ocupaciones de tierra
exigiendo su legalización por reforma agraria) y asentadas (que ya
conquistaron la tierra mediante la lucha). Todas estas familias siguen
organizadas en una estructura participativa, democrática e inclusiva a
nivel local, regional, estadual y nacional.
Desde esta perspectiva, para comprender mejor la importancia de Gramsci
y su legado para la construcción de este movimiento popular, en nuestro
dossier nº 54, /Gramsci en el seno del Movimiento de Trabajadores
Rurales Sin Tierra (MST): una entrevista con Neuri Rossetto/,
conversamos con el integrante de la Coordinación Nacional del MST. En
esta entrevista, Rossetto hizo hincapié, en primer lugar, en que él no
se considera un gramsciano, un experto en su obra, sino solo un
militante político que, admirador de Gramsci, busca llevar a los
movimientos populares un poco de la inestimable y extraordinaria
contribución que el pensador italiano aportó al movimiento
revolucionario de la clase trabajadora.
Al reflexionar sobre ese legado gramsciano y sus contribuciones para la
actualidad, Neuri Rossetto considera que hay tres retos principales en
la agenda: identificar con precisión a los adversarios de los programas
que afrontan los dilemas de la humanidad (como la reforma agraria);
establecer un diálogo permanente con la clase trabajadora para construir
un proyecto político para cada país, y fortalecer la capacidad
organizativa y política de nuestra base social.
Como decía en 1919 la consigna de la Revista /L’Ordine Nuovo,/ escrita
por Gramsci, Tasca, Togliatti y Umberto Tierracini: “Instruiros, porque
necesitamos de vuestra inteligencia. Agitaos, porque necesitamos de
vuestro entusiasmo. Organizaos, porque necesitamos de toda vuestra fuerza”.
Renata Porto Bugni, subdirectora del Instituto Tricontinental de
Investigación Social, entrevistó a Rossetto en 2021. Una versión
anterior de esta entrevista fue publicada en /Notebooks: The Journal for
Studies on Power [Cuadernos: Revista de Estudios sobre el Poder],/ una
revista apoyada por GramsciLab. Agradecemos la colaboración del
GramsciLab y del Centro per la Riforma dello Stato (CRS) —ambos miembros
de la Red de Institutos de Investigación— para la realización de este
dossier.
Esta entrevista también contó con la contribución indispensable y
solidaria de la profesora Cristina Bezerra de la Universidad Federal de
Juiz de Fora (UFJF), en Brasil.
Créditos: Mídia Ninja
¿Cuál fue la importancia del legado de Gramsci para las
formulaciones de la lucha del MST? ¿Usted considera que el
pensamiento gramsciano sigue siendo útil hoy en día para la
construcción de organizaciones sociales y políticas y para la
transformación de la sociedad?
Para nosotros como MST, un movimiento popular campesino que promueve la
lucha por la reforma agraria en Brasil, la contribución de Antonio
Gramsci es inestimable y extremamente necesaria para entender la
actualidad y la complejidad de la sociedad burguesa. Su superación,
desde una perspectiva socialista, nos exige una comprensión cada vez más
precisa y actual de su funcionamiento, de su reproducción, para —desde
sus propias contradicciones— descubrir los caminos de acción política de
las clases subalternas.
El MST siempre tuvo claro que el éxito de la lucha por la reforma
agraria en Brasil no resultará solo de la fuerza y la acción política
del campesinado. Democratizar el acceso y la propiedad de la tierra
cultivable exige movilizar a la sociedad en defensa de esta bandera e
incluir la reforma agraria —y el modelo de desarrollo de la agricultura
brasilera— en el corazón de un proyecto político-económico que responda
a las necesidades y los intereses del pueblo brasilero, no a los de la
clase capitalista. En este sentido, las contribuciones de Gramsci nos
alertan sobre las luchas cotidianas por la hegemonía y la necesidad
urgente de un proyecto de sociedad que se construya con la centralidad
de las luchas de los trabajadores. Este es el camino que intentamos
construir.
Con esos objetivos, tenemos un triple desafío: 1) identificar y definir
los principales enemigos de la reforma agraria, así como Gramsci
identificó las fuerzas del fascismo; 2) establecer un diálogo permanente
con las fuerzas populares de la sociedad civil, para construir un
consenso en torno a un proyecto político para el país; 3) elevar el
nivel de organización y politización de nuestra base social.
Por lo tanto, podemos citar tres ejemplos de cómo la vasta y provechosa
contribución teórico-política de Gramsci es actual y valiosa para que
los movimientos populares se constituyan en protagonistas de la lucha de
clases en la actualidad: comprender la acción del Estado, en su forma
ampliada, en sus intentos de lograr el control de los conflictos
originados por una sociedad dividida en clases; mirar a la sociedad
civil con su potencial para que las clases subalternas abran nuevas y
diversificadas trincheras de lucha contra la dominación de una minoría
sobre la mayoría; y desafiarnos permanentemente a constituirnos como una
fuerza política, teniendo como referencia el concepto gramsciano de
hegemonía.
Según Gramsci, la sociedad civil está compuesta por lo que él
denomina aparatos privados de hegemonía (que son instituciones de
legitimación del poder, como la escuela, la iglesia, los
sindicatos, los medios de comunicación, entre otros). ¿Cómo evalúa
hoy la actuación de la sociedad civil frente al actual gobierno de
Jair Bolsonaro en medio de la pandemia? ¿Cómo actúa/dialoga el
movimiento con estas instituciones (en las trincheras y
fortalecimiento de la sociedad civil)?
Lamentablemente, la sociedad aún sigue inerte ante toda la tragedia
humanitaria causada por la pandemia de COVID-19 y maximizada por la
política genocida del gobierno de Jair Bolsonaro. Da la impresión de que
la sociedad naturalizó las miles de muertes que se produjeron y, en
menor medida, se siguen produciendo diariamente por causa de la
pandemia. Hay que destacar que esta inmovilidad de la población antecede
al período de la pandemia. Brasil es uno de los países con mayor
desigualdad social y económica del mundo; miles y miles de personas
pobres, especialmente la población negra, son asesinadas anualmente por
fuerzas policiales; y el Estado está cada vez más ausente con políticas
públicas en las crecientes aglomeraciones de favelas en los centros
urbanos. El inmovilismo social frente a la pandemia y a este gobierno
genocida tiene que ser visto en este escenario que estructuralmente
martiriza a la población pobre.
No obstante, hay signos alentadores y crecientes desde mediados de 2021
de que el letargo social ha comenzado a ser derrotado: se han dado
movilizaciones sociales en los centros urbanos.
Sobre nuestra acción, desde principios de 2020, cuando comenzó la
pandemia de COVID-19 en Brasil, el MST definió “Salvar vidas” como su
principal objetivo. Y en torno a esta bandera nos hemos estructurado en
cuatro frentes de lucha:
1)*Cuidado durante la pandemia*: a) internalizando en nuestra base
social las orientaciones y los cuidados preventivos dados por la
Organización Mundial de la Salud (OMS); b) exigiendo la vacuna como un
derecho universal para todos los pueblos; c) exigiendo al gobierno
brasilero una ayuda económica de emergencia, para que la población tenga
las mínimas condiciones de quedarse en casa mientras dure la pandemia;
d) defender y valorar la salud pública, a través del Servicio Único de
Salud (SUS).
2) Un frente de *brigadas de solidaridad* para distribuir alimentos
donados por los asentamientos rurales de la reforma agraria y, junto con
otras organizaciones progresistas, levantar cocinas populares para
distribuir al menos una comida diaria a la población en situación de
calle en los grandes centros urbanos. Solo en el estado de Pernambuco se
distribuyeron más de 720 toneladas de alimentos y 600 mil comidas entre
2020 y 2021.
No hay noticias de que el agronegocio, que acapara la tierra, el
financiamiento público y la asistencia técnica para la producción
agroexportadora, haya hecho donaciones de alimentos a la población pobre.
Además de la distribución de alimentos, en algunos estados,
principalmente en el nordeste brasilero, se formaron brigadas de agentes
populares de salud para visitar y orientar a las familias pobres en las
periferias de las ciudades.
3) La *Campaña ¡Fuera Bolsonaro, un gobierno genocida! *Tenemos un
gobierno militarizado, que, desde el comienzo de la pandemia, trabajó
sistemáticamente contra la ciencia, las directrices de la OMS y el
acceso a las vacunas, convirtiéndose en el mayor responsable de las más
de 650 mil muertes causadas por el COVID-19 en el país. “Salvar vidas”
fue la campaña que, en 2021, exigió destituir del cargo de Presidente de
la República a ese genocida y responsabilizarlo penalmente por las miles
de muertes ocurridas.
4) La *Campaña de siembra de árboles*, iniciada meses antes de la
pandemia, pero que ha cobrado aún más importancia en este período
excepcional, que nos impide realizar acciones que aglomeren a muchas
personas. Nuestra meta es plantar 100 millones de árboles en 10 años en
todo el país, es decir, hasta 2030. En los dos primeros años del plan,
se sembraron dos millones de árboles y se construyeron 100 unidades de
la Red de Viveros Populares, distribuidas por todo país. El objetivo es
avanzar en la recuperación y preservación del medio ambiente en nuestros
territorios.
Sabemos que el irracional desarrollo capitalista, que promueve la
destrucción ambiental en busca de la maximización de las tasas de
ganancia, amenaza la vida y el planeta.
Así, estas cuatro trincheras de lucha nos permiten dialogar y promover
diariamente articulaciones políticas con la sociedad civil, además de
contrarrestar los prejuicios dictados por el aparato privado de
hegemonía contra el campesinado y sus luchas.
Créditos: Wellington Lenon / MST-Paraná
En un contexto de pandemia vemos que las crisis sanitaria,
económica y política pueden dejar grietas para la organización y
movilización popular en torno a otra hegemonía. ¿Cómo analiza el
movimiento estas crisis en el país y cuáles son sus posibles
consecuencias y las alternativas que se están creando?
Vivimos una crisis estructural del capitalismo que precede a la
pandemia. A diferencia de las crisis cíclicas, resultantes de la
superproducción capitalista, y de la crisis final, caracterizada por el
colapso del capitalismo, las crisis estructurales son períodos de cambio
y nuevas formas de acumulación capitalista. Son períodos de grandes y
profundas transformaciones, que generan crisis políticas, económicas,
sociales y ambientales. Crisis que aceleran la concentración del ingreso
y de la riqueza producidos y, en consecuencia, aumentan la exclusión
social y la pobreza en todos los continentes. A este escenario se suma
la demencial y temeraria explotación capitalista de los recursos
naturales, que provoca una destrucción ambiental que amenaza la vida en
el planeta. O sea, el capitalismo se muestra, socialmente, cada vez más
inhumano, más injusto, incapaz de promover una sociedad igualitaria,
solidaria y democrática.
Así pues, vivimos un período de inestabilidad mundial que presagia
cambios de época. Y estas crisis abren posibilidades históricas para que
las clases subalternas promuevan la impugnación de la sociedad burguesa
y consoliden victorias en la perspectiva de una sociedad socialista.
El MST junto con La Vía Campesina —organización mundial del campesinado—
ya aporta banderas de lucha con fuertes contenidos anticapitalistas. Lo
hacen al defender que los recursos naturales sean excluidos de la lógica
del mercado y que se ejerza un control social sobre ellos; al luchar
para que los alimentos dejen de ser mercancías y se conviertan en un
derecho universal; al enarbolar la bandera de la soberanía alimentaria
de todos los pueblos; al defender las semillas como patrimonio de la
humanidad y la producción de alimentos libres de agrotóxicos. Estas
luchas, todavía restringidas a su carácter anticapitalista, son ya
embriones de una nueva sociedad o de una nueva hegemonía.
Existe, todavía en este escenario de inestabilidad mundial, una disputa
por la hegemonía del planeta entre Estados Unidos y China. El primero,
aunque mantiene una superioridad militar incuestionable, está en declive
frente al ascenso de China como potencia mundial. Consideramos que aquí
también se abren brechas históricas para el surgimiento de un nuevo
orden mundial. Por medio de la Asamblea Internacional de los Pueblos
(AIP) luchamos por un mundo libre de países imperialistas, libre de
guerras y de hambre, que promueva un desarrollo económico ambientalmente
sostenible, socialmente justo, igualitario y democrático. Luchamos por
una humanidad socialista.
Por ello, la AIP promueve su /3º Seminario Dilemas de la Humanidad –
Diálogos entre Civilizaciones/, con el objetivo de discutir medidas de
emergencia postpandemia y definir banderas de luchas que señalen un
mundo post-capitalista. Las actividades en marcha culminarán en 2023 en
una gran actividad internacionalista a realizarse en el continente
africano, con representantes de los pueblos de todos los continentes del
planeta.
Por último, la pandemia de COVID-19 mostró el fracaso de las políticas
neoliberales en todo el mundo, en especial en el área de salud, con la
evidente incapacidad de la medicina comercial para hacer frente a una
pandemia.
Los gobiernos que adoptaron políticas en defensa de la vida y
establecieron medidas económicas de emergencia para asegurar condiciones
de vida digna a sus pueblos, no solo tuvieron más éxito en el combate a
la pandemia, sino que también están saliendo más rápido y más fuertes de
la crisis económica generada por el COVID-19.
La pandemia, con un costo inconmensurable de cientos de miles de vidas,
nos dio la posibilidad de fortalecer nuestras luchas en defensa de las
políticas públicas de salud, vivienda, saneamiento básico, educación,
derechos de género y cuidado de la naturaleza. En fin, políticas
públicas para promover la dignidad humana.
En síntesis, la crisis estructural del capitalismo y la crisis mundial
generada por la pandemia abrieron posibilidades históricas tanto de
luchas que atiendan las demandas inmediatas de emergencia, como de las
banderas que rescatan la utopía socialista como ideal de sociedad futura.
El tiempo dirá hasta que punto las clases subalternas supieron
aprovechar las brechas que se abren hoy en la historia de la humanidad.
Gramsci resalta la importante tarea de los partidos políticos en
la sociedad moderna de crear un terreno propicio para una reforma
intelectual y moral que desarrolle una nueva voluntad colectiva
nacional-popular. En Brasil, ¿el MST ha asumido ese papel?
El MST es un movimiento popular, compuesto por trabajadores y
trabajadoras rurales y campesinos que tienen como agenda inmediata la
lucha por la reforma agraria en Brasil y la garantía de condiciones de
vida dignas para las personas asentadas. A lo largo de nuestra
existencia, nos hemos convencido cada vez más de que esta lucha no se
lleva a cabo de forma aislada en el campo ni encuentra sus límites en el
orden burgués. Así, el movimiento amplió su red de relaciones sociales y
políticas, buscando aliados en esa tarea, tanto en el campo como en la
ciudad, y convirtiéndose en aliado de muchas otras luchas que son
necesarias para enfrentar la sociabilidad burguesa.
La globalización económica neoliberal y la división planetaria de la
producción capitalista subordinaron el desarrollo económico brasilero a
una plataforma de exportación de productos primarios. Esto hizo inviable
una reforma agraria que sirviera también a los intereses de la burguesía
industrial y que al menos distribuyera tierras al campesinado para
producir materia prima para la industria y el fortalecimiento del
mercado interno. Ni siquiera eso sucedió. A la burguesía que acapara las
tierras le importan únicamente los intereses del mercado externo (para
leer más sobre ese asunto, consulte nuestro dossier nº 27
<https://thetricontinental.org/es/dossier-27-tierra/>, /Reforma Agraria
Popular y lucha por la tierra en Brasil/.
Al MST le correspondió reelaborar su propuesta de reforma agraria,
sistematizada en su /Programa de Reforma Agraria Popular/. Allí, además
de la lucha por la democratización de la propiedad de la tierra,
defiende un modelo de agricultura centrado en la producción de alimentos
saludables para la población brasilera.
Es esa complejidad actual de la lucha por la reforma agraria, tanto por
sus demandas populares como por su alcance político, la que exigió
nuevas elaboraciones de propuestas para la agricultura, una
cualificación organizativa y un amplio abanico de aliados, tanto
nacionales como internacionales.
En este escenario estamos conscientes de las responsabilidades y de la
necesidad de cualificar nuestra fuerza política, tanto en su nivel
organizativo como en su nivel ideológico, para tener una mayor
incidencia en la lucha de clases.
Sin embargo, no pretendemos asumir el papel de un partido político
/stricto sensu/, pues creemos que este instrumento político está más
allá de nuestro ámbito de actuación. Esto no significa que tengamos una
posición suprapartidista o apartidista. Consideramos que la articulación
de movimientos populares, sindicatos y partidos políticos es fundamental
para la construcción de otra sociabilidad, alternativa y contraria al
orden burgués.
Créditos: Matheus Alves
Gramsci no era un intelectual de “biblioteca”. Su construcción
intelectual se daba en las relaciones de convergencia y
divergencia que permearon su vida, que antes de la cárcel fue
políticamente muy activa. Es notable que un movimiento social
amplio como el MST haya sido capaz de desarrollar esa conexión
intrínseca entre la práctica y la teoría. Cuéntenos más sobre la
importancia de esa praxis hoy.
Ese es un desafío permanente y dinámico, como cualquier otra relación
dialéctica. Un amigo del MST, el profesor José Paulo Netto, nos dijo una
vez, explicando didácticamente la relación dialéctica entre teoría y
práctica (dos caras de la misma moneda) que, para la teoría, la
adquisición de conocimientos es un fin, para la práctica, es un medio
para cualificar la acción política. El criterio para la teoría es la
verdad, para la acción política el criterio es la correlación de
fuerzas. El tiempo para la teoría es indefinido, para la acción
política, es el momento.
Siendo así, ¿es posible pensar la una separada de la otra? O, incluso,
¿cómo priorizar una en detrimento de la otra?
Necesitamos de la teoría y del conocimiento para cualificar nuestra
acción política. Pero el conocimiento solo, aislado de la acción
política, se convierte en una fuerza muerta.
En el otro extremo, la advertencia de Lenin es actual: “Sin teoría
revolucionaria, no hay movimiento revolucionario”.
Y, además, es correcta la advertencia de Palmiro Togliatti, dirigente
del Partido Comunista Italiano (PCI) y compañero de Gramsci, cuando
afirmó que quien se equivoca en el análisis, se equivoca en la acción
política.
A partir de ese legado de grandes pensadores de la clase trabajadora y
de las luchas populares, en todos los tiempos y lugares, tratamos
siempre de consolidar el conocimiento adquirido con la acción práctica.
De nada serviría apropiarnos del conocimiento libertador del educador
Paulo Freire si no lo implementamos en nuestras escuelas en las áreas de
asentamientos y en los campamentos. Lo mismo vale para el conocimiento
sobre agroecología. Este conocimiento solo culmina cuando se pone en
práctica en el cultivo de alimentos. De poco serviría memorizar el
extraordinario /Qué hacer/ de Lenin si no tenemos la capacidad de
entender su mensaje para la acción política, de acuerdo con nuestro
tiempo y nuestra realidad.
Así, en todas nuestras áreas de actuación buscamos, de forma permanente
y, vuelvo a resaltar, con su carácter dinámico, la complementariedad
entre la teoría y la práctica. Esa dualidad-unidad exige una vigilancia
y una insistencia constante de la organización.
Por último, no subestimamos la importancia y la fuerza de la acción
política y de las movilizaciones populares como elemento educador de las
clases subalternas. Las masas populares aprenden y se educan en las
movilizaciones populares. Allí, en el movimiento de las masas, reside la
fuerza política de la organización y se mejora el nivel
político-ideológico de las masas.
¿Cómo son los procesos formativos de elevación de la conciencia en
las prácticas del movimiento? ¿Y cómo entienden y practican los
militantes la idea de intelectual orgánico de Gramsci?
La respuesta a esta pregunta se encuentra, inicialmente, en el enunciado
de la pregunta anterior, que Gramsci no era un intelectual de biblioteca.
Pero creo que el primer ejemplo de intelectual orgánico vino del propio
Karl Marx. El filósofo alemán, con su obra compleja y genial, tuvo la
permanente preocupación de revisar la forma y la metodología de
exposición de sus investigaciones a la clase trabajadora. Al menos tres
preocupaciones centrales guiaron sus presentaciones: ser mejor
comprendido por las y los trabajadores, la certeza de que solamente la
clase trabajadora podía transformar el conocimiento científico en una
herramienta para la lucha de clases, y la necesidad de promover una
síntesis entre la teoría y la práctica política.
Sobre Lenin, basta recordar que el propio Gramsci lo consideraba, junto
con Marx y Engels, uno de los fundadores de la filosofía de la praxis.
Pero ciertamente, además de su trayectoria histórica de líder
partidario, el triunfo de la revolución de 1917, bajo su liderazgo, dio
a Lenin el mérito definitivo de ser un filósofo de la praxis.
El pensador marxista Michel Löwy nos dice que los intelectuales que
necesita la clase trabajadora deben tener la responsabilidad de
transmitir la herencia del pensamiento crítico y revolucionario; tener
la capacidad de analizar las estructuras dinámicas de la sociedad
burguesa, el funcionamiento y la capacidad de renovación del
capitalismo, proponer alternativas; y tener la capacidad de aprender con
los movimientos populares.
Para el gramsciano Guido Liguori, no hay ningún momento en el que
Gramsci exalte al /pueblo/ o a los /subalternos/ tal y como son; si los
subalternos son así, continúa Liguori, pero quieren convertirse en
hegemónicos, deben antes de nada transformarse a sí mismos y adquirir
conciencia de clase. ¿Cómo hacer de los estratos subalternos una clase o
una alianza de clases? El propio Liguori responde: un grupo de líderes
conscientes debe educar a las masas, sino ellas permanecerán
estacionadas en el nivel espontáneo del sentido común, un nivel
limitado, insuficiente e intrínsecamente subalterno.
Nosotros en el MST recurrimos a todos esos conocimientos que nos han
legado las luchas por la emancipación humana y social y los elaboradores
del pensamiento crítico y revolucionario. Con este legado,
sistematizamos nuestra comprensión del intelectual orgánico y su papel
en la lucha de clases. Para nosotros, la propia clase trabajadora debe
formar a sus intelectuales, a partir de la educación formal, la
formación política y las luchas populares y de clase. Este intelectual
tiene la tarea de contribuir a la educación y organización de la clase
en torno a un proyecto político y a la construcción de una hegemonía. Y,
aún más, repitiendo a Liguori, contribuir para que los estratos sociales
subalternos adquieran un sentido crítico y una conciencia de clase,
superando el sentido común.
Por último, el dinamismo de la lucha de clases, cada vez más compleja,
impondrá, a su tiempo, renovaciones y adecuaciones en las atribuciones y
en el perfil de las y los intelectuales orgánicos que necesita la clase
trabajadora.
Créditos: Juliana Adriano
Gramsci escribió sus cuadernos de la cárcel en un momento de
derrota. Él quería saber por qué la clase trabajadora se desvió de
la hegemonía de los sindicatos y de los partidos de izquierda
hacia las organizaciones fascistas. ¿Usted podría reflexionar
sobre estas observaciones de Gramsci
Es cierto que la clase trabajadora vivía un período de derrota en el
momento de los escritos de Gramsci en la cárcel. No obstante, en el
análisis gramsciano, en ese mismo período histórico, los segmentos
sociales dominantes también estaban fragmentados con relación a las
clases subalternas.
Había contradicciones y diferencias entre los segmentos dominantes, tan
profundas y complejas que amenazaban su hegemonía sobre la sociedad. Por
lo tanto, era necesaria una unificación política de la dominación
burguesa. Esta necesidad fue la constatación más exacta de la fragilidad
de la hegemonía dominante en aquel momento.
De esta relación política proviene toda la complejidad y la riqueza de
la visión de Gramsci sobre su tiempo histórico y sobre el papel que
desempeñaría el fascismo en el restablecimiento del dominio y la
hegemonía de la clase dominante, debilitada tras la Primera Guerra
Mundial (1914 – 1918).
El extraordinario pensador latinoamericano, cubano y marxista, Fernando
Heredia, siempre nos recordaba que la clave de dominación es el momento
del /consenso/ y no el de la /coerción/. Al recurrir al fascismo, una
construcción histórica, la burguesía buscaba recomponer la centralidad
de sus intereses sobre la sociedad italiana.
En ese escenario histórico, uno de los segmentos de la clase dominante,
con el apoyo de los grandes terratenientes y del gran capital
industrial, logró obtener el /consentimiento/ de la pequeña burguesía
para su proyecto de dominación fascista. Esos segmentos dominantes, con
su proyecto fascista, promovieron un /subversionismo reaccionario/, algo
que dialoga muy bien con el concepto gramsciano de /revolución pasiva,/
esto es, un proceso que parece ser revolucionario, pero que no altera la
estructura social o estatal. Frente a un orden burgués, fragmentado y
debilitado, no nos parece difícil comprender la construcción de un
consenso alrededor de un proyecto político que lleve un mensaje de
transformación y que abra la perspectiva de un futuro que responda a los
anhelos de un pueblo, aunque este proyecto sea de carácter reaccionario
y coercitivo. Así, la pequeña burguesía, instrumentalizada por el Estado
y asociaciones capitalistas, se sintió protagonista de los
acontecimientos políticos fascistas.
A partir de estas reflexiones, Gramsci desarrolla toda su teoría sobre
la esfera de la política y de las relaciones que se construyen en esta
esfera en la lucha por la hegemonía. Descubre también que esta hegemonía
se produce a través de elementos ideológico-culturales y relata las
formas en que el fascismo utiliza estos elementos en el proceso de
dominación.
Por lo tanto, para Gramsci, la lucha por la emancipación humana y social
exige que los sujetos menos favorecidos, los más excluidos y oprimidos,
organizados de modo colectivo, promuevan la ruptura con el consenso
dominante. Paulo Freire, educador brasilero, complementaba ese desafío
diciendo que las clases subalternas deben adquirir la capacidad de
promover un desvelamiento crítico de la realidad, recrear su forma de
“leer” el mundo, ser protagonistas de su propia historia y sujetos de la
transformación de su realidad.
Por último, una de las más bellas reflexiones de Gramsci es cuando
afirma que hegemonía es un proceso que expresa conciencia y valores
organizados en torno a un proyecto político.
Créditos: Igor de Nadai
Uno de los principales conceptos estratégicos de Gramsci es el
“bloque histórico”, la estrategia de hegemonía de Gramsci. ¿Usted
podría reflexionar un poco sobre el proceso de construcción de tal
bloque histórico en el contexto brasilero?
Esa pregunta me permite complementar el concepto gramsciano de
hegemonía, como fue enfatizado en la respuesta de la pregunta anterior.
Para Gramsci el proceso de conquista de la hegemonía nunca fue algo
abstracto, limitado solo al campo de las ideas, de la conciencia o de
valores idealizados. Basándose en el método del materialismo histórico,
tan bien fundamentado por Karl Marx y Friedrich Engels, Gramsci resalta
que el proceso de conquista de la hegemonía se produce en el ámbito de
la base de la sociedad. En otras palabras, en la estructura económica.
O, más precisamente, en las relaciones de producción.
Esto es lo que sucedió con el fascismo en ese momento histórico.
Conquistó una hegemonía porque logró dar respuesta a varios procesos
económicos, culturales, ideológicos y políticos. Y así, por medio de la
pequeña burguesía, el Estado y las asociaciones capitalistas obtuvieron
el consenso y la dirección de las clases dominadas. Destaca que nunca
fue una hegemonía plena. Hubo una resistencia significativa de partes de
la clase trabajadora.
Nada más didáctico que la formulación gramsciana de que la hegemonía de
la clase trabajadora comienza en la fábrica. Es ahí, con sus luchas
económicas y empresariales, donde la clase trabajadora adquiere la
conciencia para un momento ético-político y evoluciona hacia una
conciencia en sí, una conciencia de clase.
Así pues, la hegemonía es la capacidad que tiene una determinada fuerza
política de construir consenso en torno a un proyecto político. Es el
proyecto político el que evidencia la necesidad de un bloque histórico,
para que la clase trabajadora pueda conquistar su hegemonía.
En Brasil vivimos un largo período de descenso de la clase trabajadora.
Un período que comienza en los años de 1990 y se extiende hasta la
actualidad.
Por otro lado, la crisis estructural del capitalismo evidenció la
incapacidad de la burguesía brasilera de alimentar un imaginario popular
que le asegurara victorias electorales en la conducción del país. Las
cuatro victorias consecutivas de los gobiernos del Partido de los
Trabajadores (PT) no sacudieron los cimientos de la hegemonía dominante,
pero sí asustaron a la burguesía. Lo suficiente como para que promoviera
un golpe de Estado en 2016 para destituir a Dilma Rousseff como
presidenta de la República, legítimamente reelegida en 2014. Como paso
siguiente, reflejando aún la fragilidad de su hegemonía, la burguesía,
ante la posibilidad de una nueva victoria de la candidatura del PT, no
dudó en apoyar a un candidato conocidamente delirante.
El innombrable ganador [Jair Bolsonaro], a cambio del apoyo masivo que
recibió de la burguesía, ha intentado implementar una política económica
ultra neoliberal y ejercer su mandato presidencial como un gobierno que
coquetea con el fascismo, para algunos, y con trazos de un gobierno
bonapartista, para otros.
Así, entre los sectores progresistas hay un entendimiento casi unánime,
que tendremos una larga jornada para derrotar al bolsonarismo que ha
aflorado en la sociedad brasilera, incluso si Bolsonaro es derrotado en
las elecciones de octubre de 2022.
En su libro /Qué es la revolución/, el sociólogo marxista Florestan
Fernandes se preguntaba a sí mismo cuál sería el papel de la clase
trabajadora en períodos defensivos y cuando el proletariado carece de
medios propios de organización y de autonomía de clase.
Él mismo respondía a la pregunta, diciendo que era el momento para que
la clase trabajadora promoviera luchas por reformas estructurales, /la
revolución dentro del orden/. Y enfatizaba que la participación política
de la clase trabajadora en la profundización de la /revolución dentro
del orden/ produciría consecuencias socializadoras de importancia
estratégica.
El MST, a través de su lucha por la Reforma Agraria Popular, una de las
reformas estructurales que la clase dominante de la sociedad
urbano-industrial no ha hecho, busca elevar el nivel de organización y
de politización de su base social, en una perspectiva de conquista de un
proyecto político emancipador y socialista.
En otro frente de lucha, el MST es uno de los protagonistas en la
construcción de un Proyecto Popular para Brasil. Este proyecto busca
consolidar un bloque histórico que promueva luchas anticapitalistas,
emancipatorias y conquistas económicas inmediatas que atiendan las
necesidades e intereses de la clase trabajadora. Está sistematizado en
torno a siete paradigmas:
1. Buena vida para todos
2. Defensa de la naturaleza como un bien común
3. Construcción permanente de una sociedad igualitaria
4. Valorar y respetar la diversidad social y cultural
5. Democracia y participación popular en la gestión del Estado
6. Soberanía y desarrollo en beneficio del pueblo
7. Práctica de valores humanistas
Esperamos que tanto el proyecto político de la Reforma Agraria Popular
como el Proyecto Popular para Brasil nos ayuden a incorporar más actores
sociales y populares que asuman posiciones contestatarias al sistema
capitalista, rescaten una matriz ético-político-cultural que permita
integrar todas las demandas emancipadoras y promuevan la articulación
social y política de los sujetos subalternos, como protagonistas de
alternativas emancipatorias antiimperialistas y anticapitalistas. Así,
esperamos que la consolidación de este bloque histórico en torno a los
dos proyectos nos permita avanzar en el proceso de conquista de la
hegemonía de la clase trabajadora.
Créditos: Mídia Ninja
Em
TRICONTINENTAL
https://rebelion.org/gramsci-en-el-seno-del-movimiento-de-trabajadores-rurales-sin-tierra-mst/
19/7/2022
domingo, 24 de julho de 2022
Programa anticapitalista e anti-imperialista para o Brasil
*RESUMO DO PROGRAMA POLÍTICO DO PCB PARA AS ELEIÇÕES 2022*
*PRÉ-CANDIDATURA DE SOFIA MANZANO A PRESIDENTE E ANTÔNIO ALVES
VICE-PRESIDENTE*
O Brasil vive atualmente a maior crise do último meio século – uma crise
econômica, social e política, agravada pela crise sanitária que
explicitou todas as mazelas do capitalismo brasileiro. Não podemos
esquecer ainda que a crise brasileira, apesar de suas singularidades,
está inscrita na crise sistêmica do capitalismo mundial, cujos
desdobramentos continuarão tendo profundos impactos no nosso país. Essa
crise foi agravada por mais de três décadas de políticas “neoliberais”,
que reduziram dramaticamente o crescimento econômico, aprofundaram o
processo de desindustrialização do país, entregaram o patrimônio público
para o capital nacional e internacional, dilapidaram o fundo público em
favor das grandes empresas, reduziram direitos e salários dos
trabalhadores, juventude e pensionistas, precarizaram as condições de
trabalho, concentraram escandalosamente os rendimentos e ampliaram a
miséria entre vastos setores da população.
Os ataques aos trabalhadores e trabalhadoras se intensificaram após o
golpe jurídico-parlamentar de 2016, com o governo Temer e,
especialmente, sob o governo de Jair Bolsonaro. Nessa ofensiva contra o
povo foram realizadas as reformas trabalhistas e da previdência, dezenas
de medidas que levaram à devastação das condições de trabalho, à entrega
do patrimônio público ao capital nacional e internacional e ao aumento
da miséria entre amplas camadas da população. O governo Bolsonaro é a
expressão concentrada dos interesses dos banqueiros, dos grandes
monopólios industriais, financeiros, comerciais e de serviços, do
agronegócio e do imperialismo. Um governo inimigo dos trabalhadores, da
educação pública, da ciência, do meio ambiente e, especialmente, um
governo que conspira permanentemente contra as liberdades democráticas,
sendo o principal responsável pela tragédia sanitária que matou mais de
670 mil brasileiros.
Mesmo enfraquecido pelas contínuas denúncias de corrupção entre seus
familiares, aliados e ministros de Estado, pelo aumento da inflação,
pela maior taxa de desemprego e informalidade das últimas décadas, pela
miséria que obriga os setores mais pobres da população a disputar no
lixo ossos de boi e pelancas de carne, o bolsonarismo ainda é perigoso,
tanto pela base social que construiu quanto pelo apoio de milicianos,
setores militares e de setores da classe dominante. Portanto, esse
projeto não pode ser derrotado apenas nas urnas: a luta institucional
deve estar atrelada e subordinada à organização da força independente da
classe trabalhadora, por meio da combinação dessa luta institucional às
lutas de massa nas ruas e nos locais de trabalho, rumo à paralisação da
produção e circulação. Nosso entendimento é que só a combinação dessas
lutas poderá derrotar o pacto das frações da classe dominante e abrir
perspectiva para a construção de um novo rumo para o país, na
perspectiva do Poder Popular e do socialismo.
É por isso tudo que, nas eleições de 2022, mesmo reconhecendo no
bolsonarismo a principal ameaça à classe trabalhadora, o Partido
Comunista Brasileiro apresenta de maneira independente seu programa e
suas convicções revolucionárias. Não podemos nos contentar com as
alternativas políticas reformistas, que propõe a derrota do governo
Bolsonaro por meio de um grande pacto de conciliação nacional entre os
movimentos populares e os golpistas, entre a classe trabalhadora e seus
exploradores. Essa conciliação impossível já mostrou, ao longo de 13
anos de governos petistas, que apenas favorece o acúmulo de forças da
burguesia, enquanto desorganiza e desorienta a classe trabalhadora em
sua luta política, preparando derrotas cada vez mais catastróficas.
Mesmo se conseguir derrotar o bolsonarismo nas urnas, tal política
jamais poderá deter os ataques da burguesia à classe trabalhadora, ou
desarticular efetivamente as forças reacionárias, e nem mesmo enfrentar
a deterioração das condições de vida do povo pobre.
Sendo assim, em meio à luta eleitoral, por meio do lançamento das
pré-candidaturas da professora e economista Sofia Manzano a Presidente e
do sindicalista Antônio Alves a vice, sem abandonar as lutas nas ruas,
nos locais de trabalho, estudo e moradia, fazemos de nosso programa uma
ferramenta ideológica de luta, que nos arma com uma política capaz de
expressar com nitidez os interesses da classe trabalhadora e do povo
pobre por seus objetivos imediatos e últimos, visando a conquista do
poder político pela organização autônoma dos/as trabalhadores/as. Faz-se
necessária uma alternativa popular/revolucionária centrada na autonomia
e independência da classe trabalhadora para tirar o país da crise e
avançar nas transformações sociais e políticas no Brasil, pela
construção do Poder Popular e do Socialismo.
Somos pela revogação de todas as contrarreformas e toda a legislação
neoliberal contrária aos interesses dos trabalhadores, da juventude e da
população pobre; defendemos uma política que assegure emprego e moradia
para todos, com a estatização dos transportes públicos e reestruturação
da dívida interna; a revogação da Lei de Responsabilidade Fiscal e do
teto dos gastos e a criação de uma Lei de Responsabilidade Social, que
garanta recursos para investimento público no desenvolvimento do país e
nas áreas sociais; a transformação do Banco Central num instrumento
financiador das políticas governamentais, tanto econômicas quanto
sociais; uma política para acabar com a fome e distribuir a renda, além
de uma reforma tributária progressiva que taxe os lucros e dividendos,
grandes fortunas e herança, transações financeiras, isentando da
cobrança do imposto de renda quem ganha até cinco salários mínimos; além
de uma política de recomposição das perdas salariais e valorização do
salário mínimo, aliada a uma reforma agrária sob o controle popular e ao
combate permanente a todas formas de opressão.
NOSSAS PRINCIPAIS PROPOSTAS SÃO:
1) Revogação de todas as contrarreformas neoliberais, como a
previdenciária e a trabalhista, da PEC do teto de gastos, a
autonomização do Banco Central, a legalização da terceirização, as
privatizações e todas as flexibilizações legais e tributárias em favor
dos grandes capitalistas. Revogação de todos os cortes orçamentários nos
setores de interesse social. Extinção da DRU (Desvinculação de Receitas
da União).
2) Criação da Lei de Responsabilidade Social, que assegure recursos para
educação, saúde, saneamento, programas sociais e investimentos públicos.
Revogação da Lei de Responsabilidade Fiscal. Restrição dos privilégios e
vencimentos dos altos mandatários dos poderes civis e militares.
Revogação da lei das estatais (13.303/2016), que dificulta a
planificação econômica das empresas públicas, submetendo-as à lógica de
mercado.
3) Combate ao desemprego. Redução da jornada de trabalho semanal para 30
horas sem a redução do salário real, com reajuste automático e indexação
aos níveis da inflação, para promover a criação de postos de trabalho e
melhorar a qualidade de vida das trabalhadoras e dos trabalhadores,
fomentando ainda um debate nacional sobre a semana de 4 dias de
trabalho. Abertura de concursos públicos para provimento das vagas hoje
existentes e expansão dos serviços essenciais. Programas de emprego
emergenciais, com a criação de frentes de trabalho urbanas e rurais
associadas a obras de saneamento, habitação, de reforma de escolas e
hospitais, bem como de expansão da malha ferroviária nacional.
4) Acabar com a fome. Criação de uma rede de restaurantes e mercados
populares nos bairros e no centro da cidade como forma de reduzir
emergencialmente a fome e o preço dos alimentos, devendo o governo
suprir essas instituições mediante a aquisição de grãos, verduras e
legumes diretamente do produtor. Serão mantidos e ampliados os programas
de auxílio emergencial para os trabalhadores desempregados e
precarizados. Congelamento do preço dos itens da cesta básica enquanto
durarem os efeitos econômicos da pandemia e da alta inflação.
5) Reestatização das empresas estratégicas: Vale, Embraer, CSN,
Eletrobras e Petrobras, combinada com uma política de massivos
investimentos públicos e ensino técnico de qualidade, para conduzir uma
política industrial de ampliação dos setores de tecnologia/informática e
telecomunicações, com vistas à criação de empregos. Instituir piso
salarial no serviço público federal, vinculado ao salário-mínimo do Dieese.
6) Reestruturação da dívida interna. Reestruturar a dívida interna a
partir da criação de uma Comissão Especial para analisar todo o processo
de constituição da dívida, bem como a suspensão do pagamento dos juros
pelo período em estiver sendo realizada a investigação. Recuperar as
prerrogativas do BNDES como instrumento financiador do governo e
supridor das necessidades de liquidez da economia.
7) Reforma tributária. Isenção da cobrança do imposto de renda para os
trabalhadores que ganham até 5 salários-mínimos. Congelamento das
tarifas de eletricidade, saneamento e outros serviços essenciais.
Redução da tributação sobre o consumo, com cobrança progressiva de
impostos, de acordo com o rendimento de cada contribuinte, além da
criação de um imposto especial sobre lucros e dividendos, grandes
fortunas, transações financeiras e herança.
8) Terra e agricultura. Confisco sem indenização de todas grandes
propriedades fundiárias e utilização para produção de alimentos
saudáveis. Regularização imediata dos assentamentos rurais. Demarcação e
regularização das terras dos povos indígenas, quilombolas e ribeirinhas.
Incentivo à redução do uso de agrotóxicos nas plantações, combinando o
apoio à agricultura familiar, o fomento à organização de cooperativas
para a produção agroecológica, armazenamento e escoamento de gêneros
para alimentação e a produção estatal.
9) Moradia. Confisco sem indenização dos imóveis ociosos nos grandes
centros urbanos, aliado a um vasto programa de reforma e construção de
habitações populares, de forma a superar o déficit habitacional no
período de quatro anos.
10) Saúde Pública. Expansão do sistema público de saúde, com a reversão
das privatizações e revogação dos contratos de todas as OSs no setor,
bem como estatização de todo o setor privado de saúde, incluindo a rede
de assistência (hospitais, serviços ambulatoriais, de apoio diagnóstico
e terapêutico), setores de pesquisa e produção de fármacos,
imunobiológicos, hemoderivados e de insumos, indústria de material
médico-hospitalar e de equipamentos: só uma saúde 100% pública pode
colocar a vida acima dos lucros. Proibição das comunidades terapêuticas
e fortalecimento do SUS dentro da perspectiva da luta antimanicomial.
Expansão da Fiocruz e do Instituto Butantã para outros estados, com
ampliação dos investimentos públicos. Investimento de 10% do PIB na
saúde pública.
11) Educação. Revogação da Reforma do Ensino Médio e da lei das escolas
cívico-militares. Criação de um programa nacional de alimentação escolar
para toda a educação básica. Fim do vestibular e estatização das
instituições de ensino superior. Construção de creches nas universidades
públicas federais. Destinação da maioria das vagas das universidades
públicas para os alunos de escolas públicas, principalmente os de baixa
renda.
12) Cultura. Resgate da cultura popular e de massas, buscando romper com
os interesses dos monopólios dominantes nacionais e internacionais e com
a mercantilização da cultura e das artes. Incentivo à criação de espaços
culturais nos bairros, como forma de garantir o amplo acesso da
população às artes e o surgimento de novos talentos culturais nas
regiões populares.
13) Ciência e tecnologia. Aumento da dotação orçamentária para a
promoção do desenvolvimento científico e tecnológico realizado a partir
das universidades, instituições públicas e empresas estatais. Expansão
dos programas de bolsas de metrado e doutorado e de apoio à pesquisa,
para o atendimento prioritário das demandas da classe trabalhadora, como
meio ambiente, desenvolvimento urbano, tecnologias de saúde e produção
de medicamentos, estudos sociais, artes, formação de professores/as e
outros.
14) Política de combate às opressões. O combate permanente a todas as
formas de opressão (como o machismo, o racismo, a LGBTfobia) deve
realizar-se não apenas em uma dimensão cultural e de valores, mas por
meio da efetiva garantia dos direitos e condições dignas de vida desses
grupos oprimidos. Também defendemos a manutenção da atual política de
cotas raciais, a defesa da liberdade de culto religioso, combate ao
preconceito e aos ataques às religiões de matriz africana e o fim do
genocídio dos povos indígenas e do povo negro. Além da ampliação da
licença-maternidade e paternidade, defendemos a legalização do aborto,
com garantia de atendimento na rede pública de saúde, bem como políticas
públicas que possibilitem a emancipação da mulher dos trabalhos
domésticos (creches, refeitórios e lavanderias públicas, por exemplo).
15) Direitos das pessoas com deficiência. Campanhas contra o
capacitismo, acessíveis e com ampla divulgação nos meios de comunicação
de massa. Garantia de ledores, intérpretes de Libras e mediadores
concursados em todas as escolas e universidades. Implementação de aulas
de Libras – Língua Brasileira de Sinais e Libras táteis como disciplina
obrigatória nas escolas. Acessibilidade arquitetônica e comunicacional
em escolas, universidades, hospitais, centros de lazer e cultura,
segundo os princípios do desenho universal. Criação do Programa Nacional
do cão-guia, com a construção de centros de treinamento e garantia ao
usuário da manutenção da saúde e bem-estar destes animais.
16) Transportes. Redução dos preços dos combustíveis e reestatização da
Petrobras, utilizando os bancos públicos como o BNDES, Caixa e Banco do
Brasil para tal, com o fim imediato da política de Preço de Paridade
Internacional (PPI). Expansão da malha metro ferroviária de transporte
de passageiros e cargas por todo o país. Passe-livre para estudantes e
trabalhadores isentos do imposto de renda (até cinco salários-mínimos).
Estatização do setor de transportes coletivos de passageiros, com
imediata redução da tarifa ao custo operacional do setor, com a meta de
alcançar a tarifa zero. Implementação do transporte público 24 horas nas
médias e grandes cidades.
17) Segurança Pública. Fim da política de “guerra às drogas”.
Descriminalização do uso de drogas, com legalização da maconha a curto
prazo. Desmilitarização completa da segurança pública, com unificação
das polícias e instituição do ciclo completo junto com a desvinculação
das forças de segurança do exército, sob bases curriculares e formativas
completamente reestruturadas numa lógica democrática, contribuindo
efetivamente para o fim do genocídio da população negra. Revogação
completa da lei antiterrorismo (12.850/2013). Implementação da política
de cotas raciais em todos os concursos públicos federais e estaduais.
Fim imediato das Unidades de Polícia Pacificadoras e políticas
similares. Adoção das 16 medidas contra o encarceramento em massa do
IBCCRIM.
18) Reforma Política. Fim do Senado e instituição de um Parlamento
Unicameral. Para garantir que os representantes eleitos cumpram os
programas e reivindicações de quem os elegeu, os mandatos poderão ser
revogados pela população, garantindo-se assim uma representação de
acordo com os interesses populares. Uma das normas fundamentais do novo
Parlamento será a obrigatoriedade da realização de plebiscitos e
referendos sobre temas de interesse nacional e popular. Reversão da
reforma eleitoral de Eduardo Cunha (Lei 13165/2015 e Emenda
Constitucional 91/2016). Fim da cláusula de barreira e do financiamento
privado eleitoral.
19) Justiça, Memória e Verdade. Julgamento e punição dos responsáveis
pelas torturas, assassinatos e outras violências cometidas pelos
aparatos de repressão e seus agentes contra o povo brasileiro, desde a
Ditadura Civil-Militar até os dias de hoje. Combate ao legado ideológico
não apenas da Ditadura Civil-Militar, mas também da escravidão. Abertura
total dos arquivos dos órgãos de repressão, preservando a documentação
existente e ampliando do acesso ao conhecimento sobre os períodos da
escravidão, das ditaduras e sobre o genocídio da população negra e dos
povos indígenas ainda em curso.
20) Política de comunicação. Ampliação da EBC para todos os estados, com
fortes investimentos e abertura da programação para as universidades
públicas, escolas e movimentos populares. Redução do prazo de concessão
pública dos grandes meios de comunicação para cinco anos, tendo em vista
a sua estatização a longo prazo.
21) Política internacional. Relações internacionais pautadas pelos
princípios da solidariedade internacionalista e à integração dos povos
latino-americanos e caribenhos. Fortalecimento de iniciativas como a
ALBA e UNASUL, trazendo-as para uma perspectiva de cooperação nos níveis
econômico, social, político e militar. Realização de parcerias
comerciais estratégicas priorizando o desenvolvimento industrial e
tecnológico, assim como a retenção das riquezas e lucros em nosso país.
Defender a incorporação de Chile, Bolívia, Peru, Colômbia, Equador,
Guiana e Suriname como membros plenos do Mercosul, junto com a reversão
da suspensão da Venezuela. Forte combate e denúncia às investidas
imperialistas da OTAN, OEA e Cúpula das Américas. Estabelecimento de
relações diplomáticas plenas com Estados de fato: Autoridade Nacional
Palestina, Frente Polisário, etc e defesa do fim da OTAN em todos os
fóruns internacionais. Estabelecer relações diplomáticas e econômicas
com os países em África levando em conta as vantagens mútuas,
trabalhando para quebrar a relação subimperialista da burguesia
brasileira com esses países. Pautar a criação de uma organização de
Países Exportadores de Energia, Petróleo e Riquezas Minerais em âmbito
latino-americano e africano, para proteger os interesses dessas regiões
frente às investidas imperialistas. Defender na ONU o fim do Conselho de
Segurança e das investidas imperialistas.
Em
PCB
https://pcb.org.br/portal2/29060
23/7/2022
quarta-feira, 20 de julho de 2022
O fim da civilização ocidental (1)
Michael Hudson [*]
'Destiny of Civilization', o livro mais recente de Michael Hudson.
O maior desafio que confronta as sociedades sempre foi efetuar comércio
e crédito sem deixar que mercadores e credores ganhassem dinheiro
explorando seus clientes e devedores. Toda a antiguidade reconhecia que
o impulso para ganhar dinheiro é viciante e na verdade tende a ser
explorador e portanto socialmente nefasto. Os valores morais da maior
parte das sociedades opõem-se ao egoísmo, acima de tudo na forma de
avareza e dependência da riqueza, o que os gregos chamavam de
/philarguria/ – amor à moeda, mania da prata. Indivíduos e famílias que
se entregavam ao consumo conspícuo tendiam a ser ostracizadas, porque
era reconhecido que a riqueza muitas vezes era obtida a expensas de
outros, especialmente os fracos.
O conceito grego de /hubris/ envolvia comportamento egoísta que
provocasse danos a outros. Avareza e cobiça deviam ser punidas pela
deusa da justiça Nemesis, que tinha muitos antecedentes no Oriente
Próximo, tais como Nanshe de Lagash na Suméria, protegendo o fraco
contra o poderoso, o devedor contra o credor.
Essa proteção é o que se esperava que os governantes providenciassem ao
servirem os deuses. Eis porque os governantes foram imbuídos com poder
suficiente para proteger a população de ser reduzida à dependência da
dívida e ao clientelismo. Chefes, reis e templos eram encarregados de
distribuir crédito e terra agriculturável para permitir que pequenos
proprietários servissem no exército e fornecessem trabalho de corvéia.
Governantes que se comportassem de modo egoísta era passíveis de serem
destituídos, ou os seus súbditos poderiam fugir, ou apoiar líderes
rebeldes ou atacantes estrangeiros que lhes prometessem cancelar dívidas
e redistribuir a terra mais equitativamente.
A função mais básica de reinos do Oriente Próximo era proclamar a “ordem
económica”, /misharum/ e /urarum,/ deixar um passado em branco mediante
cancelamentos de dívida, refletindo o Ano Jubileu do judaísmo. Não havia
“democracia” no sentido de cidadãos a elegerem os seus líderes e
administradores, mas a “realeza divina” era obrigada a alcançar o
objetivo económico implícito da democracia: “proteger o fraco do poderoso”.
O poder real era apoiado por templos e sistemas éticos ou religiosos. As
principais religiões que emergiram no primeiro milénio AC, as de Buda,
Lao-Tzu e Zoroastro, sustentavam que impulsos pessoais deveriam ser
subordinados à promoção do bem-estar geral e à ajuda mútua.
O que não parecia provável 2500 anos atrás era que uma aristocracia de
senhores da guerra conquistasse o mundo ocidental. Ao criar o que se
tornou o Império Romano, uma oligarquia tomou o controle da terra e, ao
seu tempo, o sistema político. Ela aboliu a autoridade real ou cívica,
mudou o fardo fiscal para classes mais baixas, e levou a população e a
indústria a endividarem-se.
Isto foi feito de modo puramente oportunista. Não houve tentativa de
defender isto ideologicamente. Não há sinal de um arcaico Milton
Friedman a emergir para popularizar uma nova ordem moral radical
celebrando a avareza, sob a alegação de que a cobiça é o que impulsiona
as economias para a frente, não para trás, convencendo a sociedade a
deixar a distribuição de terra e moeda ao “mercado” controlado por
corporações privadas e usurários ao invés da regulação comunalista pelos
governantes do palácio e dos templos – ou, por extensão, o socialismo de
hoje. Palácios, templos e governos cívicos eram credores. Eles não eram
forçados a contrair empréstimos para funcionar e, assim, não eram
sujeitos às exigências políticas de uma classe de credores privados.
Mas dirigir a população, indústria e mesmo governos à dívida a uma elite
oligárquica foi precisamente o que se verificou no ocidente, o qual está
agora a tentar estender a variante moderna deste regime económico
baseado em dívida – o capitalismo financeiro neoliberal centrado nos EUA
– a todo o mundo. É disso que trata a Nova Guerra Fria de hoje.
De acordo com a moralidade tradicional de sociedades primitivas, o
ocidente – a começar na Grécia clássica e Itália em torno do século VIII
– era bárbaro. O ocidente na verdade estava na periferia do mundo antigo
quando comerciantes sírios e fenícios introduziram a ideia da dívida
portadora de juros do Oriente Próximo a sociedades que não tinham a
tradição real de cancelamentos periódicos de dívida. A ausência de um
forte poder do palácio e da administração do templo permitiu emergirem
oligarquias credoras por todo o mundo mediterrânico.
A Grécia acabou por ser conquistada, primeiro pela Esparta oligárquica,
a seguir pela Macedónia e finalmente por Roma. Foi a avareza do sistema
legal deste último, a favor dos credores, que modelou a civilização
ocidental subsequente. Hoje, um sistema financiarizado de controle
oligárquico cujas raízes remontam a Roma está a ser apoiado e na verdade
imposto pelos EUA através da diplomacia da Nova Guerra Fria, pela força
militar e pelas sanções económicas sobre países que procuram resistir-lhe.
*Tomada de controle oligárquica da antiguidade clássica*
A fim de entender como a Civilização Ocidental se desenvolveu de um modo
que continha as sementes fatais da sua própria polarização económica,
declínio e queda, é necessário reconhecer que quando a Grécia clássica e
Roma aparecem no registo histórico uma Idade das Trevas havia
interrompido a vida económica desde o Oriente Próximo até o Mediterrâneo
oriental, de 1200 a cerca de 750 AC. Alterações climáticas aparentemente
provocaram grave despovoamento, acabando as economias de palácio, com a
vida a reverter ao nível local durante este período.
Algumas famílias criaram autocracias estilo máfia, pela monopolização da
terra e amarrando o trabalho através de várias de formas de clientelismo
coercivo e dívida. Acima de tudo estava o problema da dívida portadora
de juros que os comerciante do Oriente Próximo haviam introduzido em
terras do Egeu e do Mediterrâneo – sem os correspondentes cancelamentos
reais de dívida.
A partir desta situação “tiranos”-reformadores gregos surgiram nos
séculos VII e VI AC, desde Esparta até Corinto, Atenas e ilhas gregas.
Relata-se que a dinastia Cipselíada em Corinto e novos líderes
semelhantes em outras cidades cancelaram as dívidas que mantinham
clientes em servidão sobre a terra, redistribuíram esta terra à
cidadania e empreenderam gastos em infraestrutura pública para
intensificar o comércio, abrindo o caminho para o desenvolvimento cívico
e rudimentos de democracia. Esparta promulgou as austeras reformas
“licurganas” contra o consumo de ostentação e de luxo. A poesia de
Arquiloquos na ilha de Paros e Solon de Atenas denunciaram o impulso
para a riqueza pessoal como vicioso, levando à arrogância e prejudicando
outros – a ser punido pela deusa da justiça Nemesis. O espírito era
semelhante ao babilónio, judaico e de outras religiões morais.
Roma teve lendários sete reis (753-509 AC), que dizem ter atraído
imigrantes e impedido a oligarquia de explorá-los. Mas famílias ricas
derrubaram o último rei. Não havia líder religioso para contrapor-se ao
seu poder, pois as principais famílias aristocráticas controlavam o
sacerdócio. Não houve líderes que combinassem reforma económica interna
com uma escola religiosa e não havia no ocidente a tradição de
cancelamentos de dívida tais como Jesus advogou ao tentar restaurar o
Ano Jubileu para a prática judaica. Havia muitos filósofos estóicos e
sítios religiosos anfictiónicos
<https://pt.wikipedia.org/wiki/Anfictionia> [NT] <#nt> tais como Delfi e
Delos que exprimiam uma religião de moralidade pessoal que afastava a
arrogância.
Os aristocratas de Roma criaram uma constituição anti-democrática e um
Senado, assim como leis que tornavam a servidão da dívida – e a
consequente perda de terra – irreversível. Embora a ética “politicamente
correta” fosse evitar envolver-se em comércio e usura, esta ética não
impedia um oligarca de emergir para tomar a terra e reduzia grande parte
da população à servidão. Por volta do século II AC Roma conquistou todo
a região mediterrânica e a Ásia Menor. As maiores corporações era os
coletores de impostos publicanos, os quais relata-se terem saqueado
províncias de Roma.
Sempre houve caminhos para os ricos agirem hipocritamente em harmonia
éticas com altruístas abstendo-se da cobiça comercial enquanto se
enriqueciam. Os ricos da antiguidade era capazes de compatibilizar-se
com tais éticas evitando eles próprios o empréstimo direto e o comércio,
atribuindo este “trabalho sujo” aos seus escravos ou libertos e gastando
os rendimentos de tais atividades em filantropia ostentatórias (as quais
tornaram-se um espetáculo aguardado nas campanhas eleitorais de Roma). E
depois de a cristandade se ter tornado a religião romana no século IV
DC, o dinheiro era capaz de comprar absolvição com doações generosamente
adequadas à igreja.
*O legado de Roma e o imperialismo financeiro do ocidente*
O que distingue as economias ocidentais das primitivas do Oriente
Próximo e da maior parte das sociedades asiáticas é a ausência de alívio
da dívida para restaurar um equilíbrio económico amplo. Todas as nações
ocidentais herdaram de Roma a santidade de princípios de dívida
favoráveis ao credor que priorizam os direitos dos credores e legitimam
a permanente transferência a credores da propriedade de devedores em
incumprimento. Desde a Roma antiga até aos Habsburgos da Espanha, da
Grã-Bretanha imperial até aos Estados Unidos, oligarquias ocidentais
apropriaram-se do rendimento e da terra de devedores, enquanto se
livravam de impostos transferindo-os para o trabalho e a indústria. Isto
provocou austeridade interna e levou oligarquias a buscarem prosperidade
através da conquista estrangeira, para ganhar de estrangeiros o que não
estava a ser produzido por economias internas conduzidas ao
endividamento e sujeitas a princípios legais pró-credores, transferindo
terra e outras propriedade para uma classe rentista.
A Espanha no século XVI saqueou vastos carregamentos de prata e ouro do
Novo Mundo, mas esta riqueza fugiu das suas mãos, dissipou-se na guerra
ao invés de ser investida na indústria interna. Deixada com uma economia
desigual, polarizada e profundamente endividada, os Habsburgos perderam
as suas antigas possessões, a República Holandesa, a qual prosperou como
sociedade menos oligárquica do que a outra que auferia mais poder como
credor do que como devedor.
A Grã-Bretanha seguiu uma ascensão e queda semelhante. A I Guerra
Mundial deixou-a com pesadas dívidas de armas para com a sua antiga
colónia, os Estados Unidos. Ao impor a austeridade anti-trabalho
internamente, buscando pagar estas dívidas, a área da libra esterlina
britânica tornou-se posteriormente um satélite do US dólar nos termos do
/American Lend-Lease/ na II Guerra Mundial e do /British Loan/ de 1946.
As políticas neoliberais de Margaret Thatcher e Tony Blair aumentaram
drasticamente o custo de vida pela privatização e monopolização da
habitação pública e infraestrutura, eliminando a antiga competitividade
industrial britânica pela elevação do custo de vida e portanto dos
níveis salariais.
Os Estados Unidos seguiram uma trajetória semelhante de super-extensão
imperial à custa da sua economia interna. Seus gastos militares além-mar
a partir de 1950 obrigaram o dólar a desligar-se do ouro em 1971. Esta
mudança teve o benefício não previsto de inaugurar um “padrão dólar” que
permitiu à economia estado-unidense e à sua diplomacia militar obterem
refeições gratuitas do resto do mundo, aumentando o endividamento em
dólares de bancos centrais de outros países sem qualquer restrição prática.
A colonização financeira da ex-União Soviética na década de 1990 pela
“terapia de choque” das privatizações dádivas, seguida em 2001 pela
admissão da China à Organização Mundial de Comércio – com a expectativa
de que a China iria, como a Rússia de Yeltsin, tornar-se uma colónia
financeira dos EUA – levou a economia da América a desindustrializar-se
através da transferência do emprego para a Ásia. A tentativa de obrigar
a submissão ao controle estado-unidense através do início da Nova Guerra
Fria de hoje fez com que a Rússia, a China e outros países rompessem com
o comércio e o sistema de investimento dolarizado, deixando os Estados
Unidos e a Europa da NATO a sofrerem austeridade e aprofundamento da
desigualdade de riqueza pois os rácios de endividamento estão a
ascendfer para indivíduos, corporações e organismos governamentais.
Foi apenas a uma década que o senador John McCain e o presidente Barack
Obama caracterizaram a Rússia como um mero posto de gasolina com bombas
atómicas. Isso poderia ser dito agora dos Estados Unidos, que tem como
base do seu poder económico o controle do comércio de petróleo do
ocidente, enquanto os seus principais excedentes de exportação são
produtos agrícolas e armas. A combinação de alavancamento de dívida
financeira e privatização tornou a América uma economia de alto custo,
perdendo a sua antiga liderança industrial, tal como a Grã-Bretanha. Os
Estados Unidos estão agora a tentar viver principalmente de ganhos
financeiros (juros, lucros sobre investimento estrangeiro e criação de
crédito pelo banco central para inchar ganhos de capital) ao invés de
criar riqueza através do seu próprio trabalho e indústria. Os seus
aliados ocidentais procuram fazer o mesmo. O eufemismo deste sistema
dominado pelos EUA é “globalização”, mas isto é simplesmente uma forma
de colonialismo financeiro – apoiado pela habitual ameaça de força
militar e “mudanças de regime” encobertas para impedir países de se
retirarem do sistema.
Este sistema imperial baseado nos EUA e na NATO procura endividar países
mais fracos e forçá-los a entregar o controle das suas políticas ao
Fundo Monetário Internacional e ao Banco Mundial. Obedecer ao “conselho”
neoliberal anti-trabalho destas instituições leva a uma crise de dívida
que obriga a taxa de câmbio do país devedor a depreciar-se. O FMI então
“resgata-os” da insolvência com a “condicionalidade” de que liquidem o
sector público e comutem impostos sobre a riqueza (especialmente a de
investidores estrangeiros) para o trabalho.
Oligarquia e dívida são as características definidoras das economias
ocidentais. Os gastos militares da América e as guerras quase constantes
deixaram o seu próprio Tesouro profundamente endividado a governos
estrangeiros e seus bancos centrais. Os Estados Unidos estão portanto a
seguir o mesmo caminho pelo qual o imperialismo da Espanha deixou a
dinastia dos Habsburgos em dívida para com banqueiros europeus, assim
como a participação da Grã-Bretanha em duas guerras mundiais na
esperança de manter sua posição dominante no mundo deixou-a endividada e
acabou com a sua antiga vantagem industrial. A ascensão da dívida
externa da América tem sido sustentada pelo seu privilégio de “divisa
chave” pois emite a sua própria moeda sob o “padrão dólar” sem que
outros países tenham qualquer expectativa razoável de alguma vez serem
pagos – exceto com ainda mais “dólares de papel”.
Esta afluência monetária capacitou a elite administrativa da Wall Street
a aumentar a sobrecarga rentista da América pela financiarização e
privatização, aumentando o custo de vida e de fazer negócio, tal como
ocorreu na Grã-Bretanha sob as políticas neoliberais de Margaret
Thatcher e Tony Blair. Empresas industriais responderam mudando as suas
fábricas para economias de baixos salários a fim de maximizar os lucros.
Mas à medida que a América se desindustrializa com o aumento da
dependência da importação da Ásia, a diplomacia dos EUA prossegue uma
Nova Guerra Fria que leva as economias mais produtivas do mundo a
desligarem-se da órbita económica estado-unidense.
O aumento da dívida destrói economias quando ele não é usado para
financiar novo investimento de capital em meios de produção. A maior
parte do crédito ocidental hoje é criada para inchar preços de ações,
títulos e imobiliário, não para restaurar capacidade industrial. Em
consequência desta abordagem dívida-sem-produção, a economia interna nos
EUA tem sido esmagada pelo endividamento para com a sua própria
oligarquia financeira. Apesar dos almoços gratuitos da economia
americana na forma de contínuos aumentos da sua dívida oficial para com
bancos centrais estrangeiros – sem nenhuma perspetiva visível de a sua
dívida internacional ou interna vir a ser paga – a sua dívida continua a
expandir-se e a economia tornou-se ainda mais alavancada pela dívida. A
América polarizou-se com riqueza extrema concentrada no topo enquanto a
maior parte da economia é conduzida profundamente ao endividamento.
*O fracasso de democracias oligárquicas para proteger a generalidade da
população endividada*
O que torna oligárquicas as economias ocidentais é o seu fracasso em
proteger a cidadania de ser conduzida à dependência dos credores da
classe que possui a propriedade. Estas economias retiveram leis de
dívida baseadas no direito romano, mais notavelmente a prioridade dos
direitos do credor sobre a propriedade dos devedores. Os credores do Um
Porcento tornaram-se uma oligarquia politicamente poderosa apesar das
reformas políticas nominalmente democráticas que ampliam direitos de
voto. Agências regulatórias do governo foram capturadas e o poder fiscal
tem sido tornado regressivo, deixando o controle económico e o
planeamento nas mãos da elite rentista.
Roma nunca foi uma democracia. E, em qualquer caso, Aristóteles
reconhecia que democracias evoluíam mais ou menos naturalmente para
oligarquias – as quais afirmavam serem democráticas para objetivos de
relações-públicas enquanto pretendiam que a sua crescente forte
concentração de riqueza no topo seria pelas melhores razões. A retórica
de hoje do gotejamento /(trickle-down)/ apresenta administradores da
banca e da finança como se dirigissem as poupanças do modo mais
eficiente para produzir prosperidade para toda a economia, não apenas
para si próprios.
O presidente Biden e os seu neoliberais do Departamento de Estado acusam
a China e qualquer outro país que procure manter a sua independência e
auto-suficiência económica de serem “autocráticos”. A sua
prestidigitação retórica justapõe democracia a autocracia. O que eles
chamam “autocracia” é um governo suficientemente forte para impedir uma
oligarquia financeira orientada pelo ocidente de endividar a população
para com ela – e a seguir intrometer-se nas suas terras e outras
propriedades passando-as para as suas próprias mãos e aquelas dos seus
apoiantes americanos e outros apoiantes estrangeiros.
O duplo pensar orwelliano de chamar oligarquias de “democracias” é
seguido por uma definição de mercado livre como aquele que é livre para
a busca de renda financeira. A diplomacia dos EUA tem endividado países,
forçando-os a venderem o controle da sua infraestrutura pública e
transformando os “altos comandos” das suas economias em oportunidades
para extrair renda de monopólio.
Esta retórica autocracia vs democracia é semelhante à retórica que as
oligarquias grega e romana utilizavam quando acusavam reformadores
democráticos de buscarem a “tirania” (na Grécia) ou a “realeza” (em
Roma). Foram os “tiranos” gregos que derrubaram autocracias semelhantes
à máfia nos séculos VII e VI AC, abrindo o caminho para os arranques
económicos e proto-democráticos de Esparta, Corinto e Atenas. E foram
reis de Roma que construíram sua cidade-estado ao darem apoio à posse da
terra pelos seus cidadãos. Esta política atraiu imigrantes das
cidades-estado italianas vizinhas cujas populações eram forçadas à
servidão da dívida.
O problema é que democracias ocidentais não se demonstram aptas a
impedir a emergência de oligarquias e a polarização da distribuição do
rendimento e da riqueza. Desde Roma, “democracias” oligárquicas não
protegem os seus cidadãos dos credores que procuram apropriar-se da
terra, do seu rendimento rentístico e do domínio público para si mesmos.
Basta perguntar-nos quem hoje está a aprovar e impor políticas que
procuram por em causa a oligarquia a fim de proteger os meios de vida
dos cidadãos, a resposta é que isto é feito pelos estados socialistas.
Só um estado forte tem o poder de por em causa uma oligarquia financeira
e em busca de rendas. A embaixada da China nos EUA demonstrou isto na
sua réplica à descrição da China feita pelo presidente Biden como uma
autocracia:
Preso a uma mentalidade de Guerra Fria e à lógica hegemonista, os
EUA seguem uma política de blocos, inventam a narrativa “democracia
versus autoritarismo” … e intensificam alianças militares
bilaterais, numa clara tentativa de combater a China.
Guiado por uma filosofia centrada no povo, desde o dia sua fundação
… o Partildo tem trabalhado incansavelmente pelo interesse do povo e
tem-se dedicado a realizar as aspirações populares por uma vida
melhor. A China vem avançando em todo o processo da democracia
popular, promovendo a salvaguarda dos direitos humanos e defendendo
a equidade social e a justiça. O povo chinês agora desfruta de mais
amplos e mais extensos e abrangentes direitos democráticos.[1] <#notas>
Quase todas as primitivas sociedades não-ocidentais tinham proteções
contra a emergência de oligarquias mercantis e rentistas. Eis porque é
tão importante reconhecer que aquilo que se tornou civilização ocidental
representa uma rutura com o Oriente Próximo, a Ásia do Sul e do Leste.
Cada uma destas regiões tinha o seu próprio sistema de administração
pública para salvaguardar seu equilíbrio social da riqueza comercial e
monetária que ameaçava destruir o equilíbrio económico se não fosse
controlada. Mas o carácter económico do ocidente foi modelado pelas
oligarquias rentistas. A República de Roma enriquecia a sua oligarquia
pela retirada da riqueza das regiões que conquistava, deixando-as
empobrecidas. O que permanece na estratégia extrativa do colonialismo
europeu subsequente e, mais recentemente, da globalização neoliberal
centrada nos EUA. O objetivo tem sido sempre “libertar” oligarquias dos
constrangimentos à sua própria satisfação.
A grande questão é “liberdade” para quem? A economia política clássica
definia um mercado livre como aquele livre de rendimento não merecido
/(unearned income),/ a começar pela renda da terra e renda de outros
recursos naturais, renda de monopólio, juros financeiros e privilégios
relativos aos credores. Mas no fim do século XIX a oligarquia rentista
patrocinou uma contra-revolução fiscal e ideológica, redefinindo mercado
livre como aquele livre para rentistas extraírem renda económica –
rendimento não merecido.
Esta rejeição da crítica clássica do rendimento rentista tem sido
acompanhada redefinindo que “democracia” exige ter um “mercado livre” da
variedade oligárquica rentista, anti-clássica. Ao invés de os governos
serem os reguladores económicos no interesse público, a regulação
pública do crédito e dos monopólios é desmantelada. Isto permite às
empresas que cobrem o que quiserem pelo crédito que fornecem e pelos
produtos que vendem. Privatizar o privilégio de criar moeda-crédito
permite ao sector financeiro assumir o papel de distribuir a propriedade.
O resultado tem sido centralizar o planeamento económico na Wall Street,
na City de Londres, na Bolsa de Paris e em outros centros financeiros
imperiais. É disso que trata a Nova Guerra Fria de hoje: proteger este
sistema de capitalismo financeiro neoliberal centrado nos EUA, pela
destruição ou isolamento dos sistemas alternativos da China, Rússia e
seus aliados, enquanto procuram financiarizar ainda mais o antigo
sistema colonialista que patrocina o poder do credor ao invés de
proteger devedores, impondo a austeridade do endividamento ao invés do
crescimento e tornando irreversível a perda da propriedade através do
arresto ou da venda forçada.
*(continua)*
12/Julho/2022
[NT] Em 1826 Bolívar organizou um congresso a que denominou
“Anfictiónico
Em
RESISTIR.INFO
https://www.resistir.info/m_hudson/colapso_11jul22_1.html
12/7/2022