sábado, 24 de maio de 2014

La negativa al trabajo asalariado





Carlos G. Osto
Rebelión




Dicen algunos que existe una ofensiva de muchos “ideólogos” tendentes a eliminar
la conciencia de clase de los obreros (prefiero decir trabajadores) a través de
la idea de la abolición del trabajo. Habrá que recordar que de lo que se habla
es de la abolición del trabajo asalariado.

Decir que en la mayoría de los casos se habla de la abolición del trabajo
asalariado, y no debería ser el punto de partida “confundir” en el intento, y
meter en el mismo saco a los ideólogos del sistema que justifican los índices de
paro como un hecho económico irrefutable e irremediable, y la abolición del
trabajo asalariado como liberación de los trabajadores. Es cuanto menos curioso
no entender que el Sistema se basa en la explotación de la fuerza de trabajo, y
aunque la Tercera Revolución Industrial posibilite una gran reserva de la misma,
y el acelerado incremento de la parte de esta que se puede considerar como
desechable, más ahora, si se quiere acabar con el Capital, con el Sistema, hay
que acabar con el trabajo asalariado.
Es cierto que en la actualidad –y mucho antes, también-, todo aquel/aquella que
no posee medios de producción, se ve obligado -para sobrevivir-, a vender lo
único que tiene, su fuerza de trabajo por un salario. Pero incluso dentro del
Sistema, dependiendo de la fuerza demostrada en los encontronazos entre clases,
nada está cerrado en cuanto a horas de trabajo asalariado y remuneración de las
mismas. Llevamos más de cien años trabajando sobre una regulación de jornada con
las mismas horas, y dependiendo de la coyuntura social, por menos salario. Hay
que darles las gracias por esto a partidos y sindicatos mayoritarios.
Otra cosa es que el que intenta vender su fuerza de trabajo encuentre un
capitalista que quiera comprársela o si está dispuesto a vender su fuerza de
trabajo en las condiciones que le plantea el capitalista de turno. Actualmente
exista tal reserva de fuerza de trabajo, que los trabajadores se venden por
salarios que no les sacan de la pobreza; indignos.
La fuerza de trabajo marginal, la que no puede venderse, de momento malvive con
subsidios personales o familiares. La conciencia de clase no existe, pero no por
esto cejan en su empeño en venderse, aunque sea para no salir de la miseria. La
Ideología del Trabajo burguesa ha hecho bien su labor. Es mejor ser explotado
aunque ya no se pueda comprar un televisor de plasma para el dormitorio, a tener
que dar la cara ante el/los capitalistas, el Estado y sus fuerzas represivas.
Con la teorización de la abolición del trabajo asalariado no se pretende la
abolición de las ideologías y la apología del individualismo liberal, sino, muy
al contrario, el ataque a la raíz del propio sistema y la liberación de los
trabajadores. ¿Por qué no abolir el trabajo asalariado para crear otro paradigma
en que se dedique el tiempo y saber necesarios para la aportación social, y que
no sea la base del enriquecimiento de los capitalistas y esclavitud de los
trabajadores?
Mientras tanto, mientras que conseguimos llegar a la aportación social sin
creación de plusvalía, ¿qué menos que propiciar/reclamar trabajar
asalariadamente menos horas?. No nos convierte en vagos, sino en más libres si
somos capaces de asumir y disfrutar esa libertad, y además, se reparte, se
socializa dicho trabajo asalariado.
No es posible formar otro paradigma si primero no destruimos (y no me refiero a
una élite, a una vanguardia) la base en la que se sustenta el actual. Para
acabar con el capitalismo hay que acabar con la ignominia, con la esclavitud de
la venta de la fuerza de trabajo, para lo cual es necesario que la inmensa mayor
parte de la población trabajadora deje de tener como guía la ideología liberal y
sus tótem, entre los que se encuentra la visión bienhechora del trabajo
asalariado.
La supervivencia de una comarca, de un país, de un continente, de todos los
continentes, no puede justificar nunca la defensa de la venta de la fuerza de
trabajo y la legitimación del trabajo asalariado. Si el paradigma no es capaz de
asegurar las necesidades de la población, y además esclaviza, es necesario
cambiar de paradigma.
No sé si el Sistema se rie, pero desde luego los capitalistas se frotan las
manos cada vez que un “revolucionario” propugna tragar con todo con tal de
“mantener el empleo”.
Estamos ante una falsa disyuntiva; nos hablan de crisis y desempleo tecnológico
provocado por el consiguiente aumento de productividad, por lo tanto, ya nos
están diciendo que no hay empleo para todos, de lo que no hay que deducir que
esta acción tenga que ser legitimada. Si la recuperación de la tasa de ganancia
lanzada por el thatcherismo-reaganismo es legitimado por todos los gobiernos del
mundo, por todos los Parlamentos del mundo, nosotros no tenemos por qué
aceptarlo, y cuanto menos exigir que si la productividad se ha doblado, la
jornada de trabajo se tiene que reducir a la mitad con los mismos ingresos.
Sin embargo, lo que tenemos es precariedad laboral (no abolición del trabajo).
Los contratos basura por dos o por cuatro horas con jornadas de ocho o diez se
están haciendo normales y no solo afectan a los países más castigados por sus
gobiernos de “crisis”; como tampoco es un problema entre países “desarrollados”
del norte y Pigs del sur: Es la agresión del uno por ciento de la población que
acumula toda la riqueza contra el noventa y nueve por ciento que lo está
sufriendo. En esta guerra no declarado hay de momento un claro vencedor según
Buffet” [1], los ricos, los poderosos.
Nunca nada volverá a ser lo mismo; tampoco el capitalismo de las últimas
décadas. Las energías fósiles están al límite, las materias primas controladas
por multinacionales, los gobiernos e instituciones en manos de oligarquías
económicas, el sistema democrático cada vez menos creíble, las políticas
económicas condenando masivamente al paro, la deuda y la pobreza, condenando a
la marginalidad a amplias capas de la población; y nosotros aquí, todavía
discutiendo vacíamente en torno a la posibilidad de mantener egoístamente un
sistema que no funciona ni funcionara nunca para el sujeto social, y si es
legítimo y revolucionario defender el trabajo asalariado como tótem inevitable
de la clase trabajadora,… aunque esclavice.
Trabajo asalariado, fuerza de Europa, continuidad del capitalismo; si el
paradigma no sirve para la inmensa mayoría de la población, habrá que imponer
otro paradigma.

Nota

[1] “Hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que
está haciendo la guerra, y estamos ganando” Warren Buffet.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.

IN:
http://rebelion.org/noticia.php?id=184955

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