terça-feira, 13 de maio de 2014

La patronal ganó la batalla salarial




El 50% de los españoles tiene ingresos inferiores a los 900 euros
La patronal ganó la batalla salarial


Manuel Medina
Canarias-semanal.org




La batalla del gobierno y sus patrones, los empresarios, ha sido dura, pero
finalmente lo están consiguiendo. En el curso de los últimos años han estado
forcejeando perseverantemente para lograr arrastrar hacia abajo el listón
salarial. Periódicamente, controlaban a través de encuestas el nivel de
oposición que los asalariados ofrecían a la hora de aceptar la precarización
laboral. Pero los resultados obtenidos en estas encuestas no solo les permitían
detectar esta resistencia, sino también construir sofisticadas campañas
publicitarias para persuadir a los trabajadores de que en situaciones de crisis
como la actual sería inaceptable aspirar a salarios "decentes". "Mejor poco que
nada", fue el lema difundido a través de sus medios de comunicación. La campaña
no fue dirigida exclusivamente a los que ya habían perdido su puesto de trabajo,
sino también a aquellos otros a los que se amenazaba con la posibilidad de
perderlo. Había que implantar un nuevo y falso "sentido común" en la mentalidad
de la gente a través del cual el asalariado pudiera llegar a convencerse de que
la mejor forma de salvar parte de lo conseguido era entregarse en cuerpo y alma
a la voluntad de su enemigo de clase.
Una "labor" concertada
La verdad es que la patronal no ha hecho sola su trabajo. Además de con los
apoyos de sus representantes en el Ejecutivo gubernamental, los grandes
empresarios han contado con la contribución inestimable de los intermediarios de
las dos centrales sindicales amarillas, CCOO y UGT. El papel que ambas han
jugado en la quiebra de la resistencia de los asalariados no ha sido
irrelevante. En lugar de poner en pie de lucha a los que lo iban a perder casi
todo si renunciaban a defender lo suyo, han llamado a los trabajadores a
concertar acuerdos de recortes salariales con los patrones, haciendo pender
sobre ellos la amenaza de los ERES.
Pero las razones que los dos "sindicatos" han tenido a la hora de desempeñar su
obsceno papel de defensa de los intereses patronales no han sido únicamente las
originadas por su largo proceso de degradación ideológica, aunque éste haya
tenido una notoria influencia. Tras la felonía sindical de las dos grandes
centrales ha estado también el lucrativo negocio de los ERE, sobre el que solo
hemos empezado a conocer los aspectos más superficiales.
Vienen estas breves reflexiones a propósito de la última encuesta del CIS, que
pone al descubierto la magnitud de los cambios que se han operado en el mapa
salarial español. Según el estudio sociológico realizado por esta institución
oficial, el 48% de los españoles -la mitad de los encuestados- están viviendo
con unos ingresos inferiores a los 900 euros. El 14,1% cobra entre 601 y 900
euros al mes. El 12,7% tiene unos ingresos que se encuentran entre los 301 y los
600. El éxito de la patronal y del gobierno en su disputa con los trabajadores
para lograr quebrar su resistencia a aceptar salarios misérrimos, o su negativa
a reducir aquellos que percibían, es evidente. Difícilmente podía haber habido
un resultado diferente con una clase obrera desorganizada y sometida a la
influencia de formaciones sindicales que cada día se asemejan más a los
sindicatos norteamericanos de la década de los cincuenta que a organizaciones de
clase.

¿Desaparición de las "clases medias"?
Hay otro aspecto del informe del CIS que ofrece interesantes datos sobre los que
reflexionar. Durante los últimos decenios, los sociólogos del sistema han estado
perseverantemente empeñados en hacer desaparecer el peso de la clase
trabajadora. Estaban convencidos de que si lograban aplicar unos nuevos
criterios de clasificación social, en función de la cuantía de los salarios
percibidos, el mapa de la división de clases en las sociedades modernas variaría
sustancialmente, y la preponderancia numérica de los trabajadores disminuiría.
Se trataba de una simple operación cosmética: los asalariados mejor remunerados
pasaban a engrosar las filas de lo ellos denominan "clases medias". Hasta
entonces, se había entendido que las clases medias estaban constituidas por
pequeños comerciantes, pequeños empresarios o propietarios rurales con
posesiones limitadas.
Pero la "nueva estructuración" artificiosa que se inventaron los ingenieros del
sistema iba a provocar efectos mágicos en el seno de no pocas sociedades
occidentales. Entre los asalariados mejor remunerados empezó a cundir la
sensación de pertenencia a una "nueva clase social" en ascenso, que tendía a
imitar las formas, costumbres y valores de las élites realmente poderosas.
Sin embargo, la treta de los teóricos empeñados en ofrecer una cara más amable
al sistema capitalista era tan solo un espejismo que tenía las patas muy cortas,
como ahora la crisis ha terminado poner en evidencia. Y es que la clave para
pertenecer a una clase social u otra no reside, como estos sociólogos pretenden,
en la cuantía de las percepciones mensuales, sino en la relación que los
individuos tienen con la propiedad de los medios de producción. Si a cambio del
trabajo desempeñado recibes un salario, serás siempre un asalariado de cuyos
emolumentos el patrón se encargará de arrancar las plusvalías que engordarán sus
beneficios. Las ilusiones que no pocos trabajadores asalariados sustentaron
durante años -generalmente administrativos, profesionales, técnicos...- de haber
abandonado las filas del proletariado no fueron suficientes para que estas se
convirtieran en realidad. La arrasadora fuerza del tsunami de la crisis ha
servido para poner a cada uno en su lugar de la pirámide social. Otra cosa es
que los sujetos afectados por semejante conmoción hayan sido capaces de
asumirlo.
El hecho de que en los últimos decenios se produjeran unas condiciones muy
específicas en el desarrollo del capitalismo y en la correlación de fuerzas en
el planeta capaces de enmascarar aspectos de esa realidad, no implicó que ésta
desapareciera. La clave de la bóveda que mantiene en pie el edificio del
capitalismo reside en la apropiación de las plusvalías resultantes del proceso
de trabajo por parte de los propietarios de los medios de producción. Si tal
apropiación no se diera la existencia del sistema capitalista carecería de
sentido.

Lo que dicen los datos del CIS al respecto
Los datos que ofrece la encuesta del CIS constatan que el 49,4% de los hogares
españoles viven con unos ingresos netos inferiores a 1.800 euros mensuales. Que
un 15,2% de las familias ganan entre 1.201 y 1.800 euros al mes. Que las
percepciones salariales del 14,2 % están comprendidas entre 901 y 1.200 euros.
Las familias que ingresan más de 3.000 euros netos mensuales -en una media
teórica de dos salarios de 1.500 euros- alcanzan tan solo el 4,8%.
Nos encontramos, pues, ante unos porcentajes reveladores que nos obligan a
preguntarnos: ¿Dónde han quedado aquellas "clases medias" sobre las que los
partidos de la socialdemocracia vergonzante y los sindicatos amarillos lanzaron
sus reclamos de conciliación de las clases sociales?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.

In:
http://rebelion.org/noticia.php?id=184599
13/5/2014

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