sábado, 11 de fevereiro de 2017

Globalización, Desglobalización, Capital y Crisis Global


Walter Formento y Wim Dierckxsens

Se ha abierto el debate acerca de si la Globalización ha muerto, si está viva,
moribunda, incluso si es o no es. Consideramos importante e imprescindible
participar de este debate iniciado por el compañero García Linera porque nos
permite y obliga a tratar uno de los temas de mayor centralidad y actualidad, y
de alto impacto político estratégico su comprensión y resolución. En este
sentido haremos nuestras reflexiones y consideraciones siempre desde el lugar
del más profundo respeto reconociendo en él no sólo su capacidad
científico-académica para tratar el tema sino, fundamentalmente su legitimidad
política para llevarlo a cabo.
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 - Introducción
Se ha abierto el debate acerca de si la Globalización ha muerto, si está viva,
moribunda, incluso si es o no es. Consideramos importante e imprescindible
participar de este debate iniciado por el compañero García Linera porque nos
permite y obliga a tratar uno de los temas de mayor centralidad y actualidad, y
de alto impacto político estratégico su comprensión y resolución. En este
sentido haremos nuestras reflexiones y consideraciones siempre desde el lugar
del más profundo respeto reconociendo en él no sólo su capacidad
científico-académica para tratar el tema sino, fundamentalmente su legitimidad
política para llevarlo a cabo.
Este debate se abre justamente en un momento en que la crisis estructural del
capitalismo (que se manifiesta en un avance lento, freno e incluso retroceso de
las diferentes áreas del mundo en términos de crecimiento de PBI y por ende,
cierres de fábricas, crisis bursátiles, disminución de los flujos de comercio,
corridas cambiarias, fuga al oro, aumentos flagrante de la pobreza y la
indigencia, coeficiente de Gini creciendo, aumento de la dinámica de las
migraciones, pérdidas de calidad en el empleo y desempleo crecientes) se
profundiza hasta llegar a hacer visibles opciones alternativas al sistema
capitalista.
Estamos, en otras palabras, en una fase de transición hacia otras formas de
poder, valor y estado, que incluye incluso el escenario de un post-capitalismo,
cuyo tiempo de duración es difícil de estimar y cuya alternativa aún está
abierta. Una batalla entre las fracciones más poderosas del capital financiero
transnacional justo en el centro de poder del capitalismo (Estados Unido de
América –EUA-), que luego de la batalla de Alepo pierde posibilidad de poder
hacerlo escalar y exportarlo a escenarios más complejos (China, Rusia, India,
etc.), lo cual deja entrever que el escenario real del conflicto puede situarse
en los EUA, manifestándose primero como una gran profundización de la crisis,
como crisis político institucional e incluso de enfrentamientos entre facciones
armadas.
Los hechos político institucionales que abren este debate son la victoria de
Trump y del Brexit. Hechos que suceden en EE.UU. y en Gran Bretaña justamente y
que irradian la desesperanza globalista y con ello la esperanza en la
“desglobalización”. Hechos que nos muestran triunfos electorales de
nacionalismos que claman por una reindustrialización nacional (y/o trabajo
nacional) de potencias imperiales que parecen ya no ser. Nacionalismos que son
observados y propagados como fascismo-nazismo por los comunicadores
pro-globalistas.
El intento del capital financiero globalizante y sus medios de comunicación
dominantes (CNN/BBC/Euronews/Al Jazzera/Bloomberg, etc) es estigmatizar a la
alternativa industrialista nacionalista de Trump como nacionalismo-fascista,
para reivindicar el lugar de antifascistas para sí, cuando “jueguen” a la
corrida o crisis financiera. Crisis que ellos mismos crearan y que presentarán
como el resultado de tal nacionalismo fascista y nos propondrán la opción que
sólo un Estado Global podrá evitarla o corregirla. Los globalistas aún están en
posición de provocar la crisis financiera, con un fuerte aumento en las tasas de
interés a través de la Reserva Federal, que hasta febrero de 2018 estará bajo su
control.
En la crisis de los años treinta, con la lucha también entre facciones
imperialistas que llevan el crac de la bolsa de valores de nueva york y a la
quiebra de muchas empresas, el liberalismo tocó fondo, pues ya no servía más a
la burguesía “expansionista”. Al fracasar, el liberalismo fue sustituido por un
proteccionismo de corte nacionalista en los países centrales que se retrasaban
en sus condiciones para dar el salto a la nueva situación, escala y composición
orgánica. Los que avanzaban se llamarón el bando de los “Aliados”,
“Democráticos”, y los que se retrasaban fueron llamados “el Eje”, “Fascistas”.
Crisis, división y lucha de poder que recorría y fragmentaba a todos y cada uno
de los países. No hay un solo país central o metrópolis en la cual no
encontremos la fractura del capital financiero imperialistas en estos dos
“bandos”. La diferencia de a qué “bando” pertenecía cada país se definió por la
fracción de capital financiero que fue hegemónico.
Quedan por fuera de estos “bandos” de capital financiero y su caracterización,
los países dependientes, periféricos, semicoloniales, coloniales o
subdesarrollados. Los cuales fueron solo parte auxiliar, subordinada y oscilante
en estos “bandos” según las circunstancias centrales del capital financiero. Y
según los momentos en los cuales su posición de estar alineado o neutral (lo
cual implicaba un alineamiento) beneficiaba a cada nación dependiente en su
desarrollo con proyecto estratégico propio, lo cual siempre se manifestó como un
nacionalismo industrialista de país dependiente, un nacionalismo industrialista
popular antimperialista. Lo cual siempre los enfrentó a ambos bandos del capital
financiero.
En el “bando financiero del eje/fascista” formo parte: Alemania, Francia,
Italia, Japón, España, Portugal, etc. En estas se construyó un poder estatal
corporativo, burocratizado, militarizado, autoritario y antidemocrático, que
rechazaba el parlamentarismo, basado en el mismo individualismo atomizador que
caracterizaba al liberalismo económico y que también caracteriza al
neoliberalismo de mercado. En el “bando financiero aliado/democrático” formó
parte EUA, Gran Bretaña, Francia, Italia, España, etc. Donde al igual que en los
países del bando fascista se militarizo la sociedad civil, se clausuró todo
parlamentarismo, medios de comunicación y movilizaciones sociales. Porque el
enfrentamiento entre fracciones de burguesías financieras al pasar de la guerra
económica-financiera a la guerra militar, conllevó la militarización de todas
las sociedades civiles, la clausura de todo liberalismo político formal en
función de la acumulación capitalista y en todas el Estado se centralizó en
administrar esa acumulación.
El gran negocio capitalista, para los bandos en pugna, fue la guerra misma, como
motor de acumulación acelerada y en la batalla militar solo se definió la
fracción financiera ganadora. Esto permitió y obligó siempre al despliegue en
todos los gobiernos financieros en los países centrales, de una política
populista y corporativa. La burguesía financiera capitalizaba mediante el
“populismo”, las demandas sociales de inclusión corporativa de la base social en
un proyecto de Estado Corporativo (un estado burocratizado-militarizado). La no
exclusión de los elegidos de la nación dependía de la no exclusión de la
burguesía en la competencia internacional. Solo en las naciones periferias
dependientes, etc. los gobiernos tuvieron espacios, aunque limitados, para
desarrollar políticas populares que incluían con actores políticos centrales a
los pueblos y como objetivo desarrollar soberanía política, económica, cultural,
social y estratégica.
En el mundo actual, donde la crisis y una gran depresión se manifiestan cada día
más, el enfrentamiento entre las dos mayores fracciones del capital financiero
transnacional tiene lugar en un mismo país: los EUA. Este conflicto se da de
modo principal dentro de EUA y no entre naciones. Aparece como un enfrentamiento
entre EUA y China, lo que principalmente sucede en EUA. A partir del proceso de
globalización, la fracción del capital financiero globalista en su avance
procura crear e imponer el Estado global, su forma Estado, que subordina a todas
las naciones incluso a los EUA. Para ese capital financiero global el mundo no
solo ya dejó de tener fronteras nacionales, sino que tampoco cuenta con
ciudadanos, como sí era aún el caso en los años treinta. El Estado global sin
fronteras ni ciudadanos consiste en las llamadas redes financieras globales con
su red de empresas transnacionales (ETN´s) y cities financieras. Las fuerzas en
pugna buscan hoy estar por encima de todos los pueblos y de todas las naciones y
quien constituye un peligro real para el retorno del nazismo es el mismo capital
financiero globalizante.
Para una economía de mercado a ultranza, como la globalización, sólo existimos y
tenemos razón de existir en tanto que intercambiemos nuestro (fuerza de) trabajo
por dinero. En la visión (neo)liberal, los derechos sociales y nuestra
ciudadanía no se desprenden de una visión que parta de la totalidad, sino que
parecen nacer a partir del intercambio y dentro de los límites de éste. En la
visión neoliberal a ultranza, el desempleado crónico y los excluidos tienden a
perder todos los derechos. Los derechos de ciudadano no se derivan del hecho de
ser miembro de una sociedad que se define a priori como nación o pueblo. Somos
miembros de la sociedad en tanto y en la medida en que participemos en el
mercado (en tanto somos pro-veedores de bienes y servicios, piezas y partes para
ser ensambladas por las ETN´s Globales).
A partir de esta visión, los derechos como ciudadanos se crean y perecen dentro
de los límites del mercado, y no surgen o se pierden con base en el hecho de que
seamos miembros de una nación, sociedad o comunidad humana. Sólo somos y tenemos
realmente derecho de existir en tanto que intercambiemos nuestro (fuerza de)
trabajo en el mercado. Aquella población excluida que no intercambia su (fuerza
de) trabajo en el mercado y se ve privada de forma paulatina de todo derecho
económico y social, pierde ciudadanía. En un mundo donde no haya lugar para
ciudadanos, los excluidos constituyen una amenaza creciente para la totalidad y
tienden a perder incluso el derecho a la vida, o sea, son tendencialmente
eliminables-exterminables. De este modo la lógica neoliberal culmina, en su
extremo, en una concepción nazi/fascista.
Un gran dilema para el capital financiero globalizado es que en un conflicto
geopolítico entre intereses de fracciones de capital financiero a nivel mundial
difícilmente podrá prescindir de la mediación política de estados con fronteras
y primero que nada de la mediación con el Estado norteamericano. Esta batalla se
está dando en este momento y podría conllevar a la profundización de la crisis
no solo del proceso de globalización, sino del sistema capitalista como tal.
Todo proceso de crisis estructural es un proceso complejo de luchas,
confrontaciones y debates, en donde una heterogeneidad de actores capitalistas
que avanzan y se retrasan, van dando el tono a la puja de intereses y que,
además, en un momento generan espacios de insurgencia para actores
no-capitalistas.
Lo alentador es que surge una discusión acerca de la sociedad en que vivimos y
el lugar de los seres humanos en ella. Esta reflexión es fundamental para dar
respuestas reivindicativas ante la progresiva exclusión. La exclusión significa
pérdida de lugar y de identidad, y la crítica a la misma puede conducir a la
reivindicación de una sociedad con lugar para todos. Ello implica cuestionar el
sistema excluyente. Sin embargo, una crisis de identidad no significa, a priori,
una crisis de legitimación del sistema. Puede también desarrollarse una posición
crítica sobre la legitimidad de la exclusión, sin que implique poner en duda la
legitimidad del sistema. Lo segundo suele anteceder a lo primero.
El peligro de reivindicar la legitimidad de la inclusión sin cuestionar al
sistema es que conduce rápidamente a una “legitimación” de la exclusión del
otro. Con ello no se enfrenta el problema de la exclusión en su raíz. Más bien
ocurre lo contrario. Al sustituir una modalidad de exclusión vía el mecanismo
del mercado, por otra vía, la pertenencia o no a determinada nacionalidad,
condición social, religión, raza, género, cultura, etc., se deshumanizan aún más
todavía las relaciones, sociales. Los seres humanos no se solidarizan para
reivindicar una sociedad donde haya lugar para todos sino, por el contrario, se
enfrentan los unos a los otros para acaparar los cada vez más escasos lugares.
Ante el miedo de perder su lugar, pueden reclamar con fuerza creciente su
inclusión, aunque sea a costa de ciudadanos de otros países (inmigrantes,
refugiados) religiones (musulmanes), etc.
Al encaminarse hacia un mercado unificado con un Estado global se debilita la
identificación de los ciudadanos con este nuevo espacio económico. La realidad
para los ciudadanos es que el proceso de regionalización (Unión Europea, NAFTA)
y mundialización ha dado lugar a una formidable concentración de capital y
riqueza en pocas manos a costa de una exclusión progresiva. El resultado de ello
no es el desarrollo de una mayor identificación con el mercado crecientemente
abstracto (ser ciudadano se reduce a ser consumidor de productos, servicios,
espectáculos electorales, noticias prefabricadas a menudo falsas, opiniones
doctrinarias, etc.).
El resultado es más bien la identificación con una comunidad más concreta, y más
antigua (la nación o incluso la localidad) donde en el pasado hubo más derechos
económicos y sociales, y vida aparentemente más digna, aunque los espacios
objetivos para que triunfe el capital sobre la base de ese retorno sean casi
nulos. La regionalización y mundialización de la economía así como la
integración de bloques económicos (UE y NAFTA) conducen así, de forma
contradictoria, a tendencias nacionalistas y hasta separatistas basadas en
razones extraeconómicas. He aquí el motivo del éxito de Brexit y de la victoria
de Trump y la crisis consecuente para el capital financiero globalizante. He
aquí la tarea difícil de la administración Trump.
2. La globalización es el proceso de desarrollo de una nueva forma de capital
financiero
Es capital financiero de forma global o transnacional que emerge y lucha por
imponerse frente a la forma dominante anterior, el capital financiero
multinacional. En un mundo donde el crecimiento y la tasa media de benefi¬cio
tendía a la baja, en los años ochenta se desarrolló una fuerte evolución de las
IDE (Inversión Extranjera Directa) dentro de la Tríada (EUA, Japón y Europa),
orient¬ada a fortale¬cer las posici¬ones de compe¬ten¬cia de las Multinacionales
en el mundo. La guerra económica entre las Multinacionales se desarrollaba a
partir de este esquema para mejorar posiciones en el mercado mundial restante,
mediante IDE en el exterior.
El capital financiero multinacional entra en crisis entre 1980-1991-2001, cuando
emerge el proceso de flexibilización y deslocalización de empresas
transnacionales que salen de los países centrales y se localizan en las
economías emergentes; cuando va en profundidad la destrucción de estructuras de
la administración pública de las naciones bajo la consigna del estado mínimo;
cuando el poder en el gobierno cada vez más se desplaza de los presidentes de
gobierno electos a los presidentes de los bancos centrales impuestos por las
grandes bancas financieras globales en cada city financiera.
La globalización es un proceso que emerge como alternativa capitalista al
capitalismo multinacional de país central y que en esa lucha abre una crisis
estructural en el periodo de tiempo 1999-2001-2008. En la cual aún estamos
inmersos. La globalización es también un proceso de luchas capitalistas
financieras inter-imperialistas. La globalización es parte de la crisis, es
parte de la lucha que se observa como crisis. Es la parte que avanza o sale
hacia adelante en la lucha y crisis del capitalismo financiero.
2.1 Un recorrido histórico del capital financiero
 El mercantilismo recorre un largo camino desde el siglo XV, fines de 1400,
hasta mediados del siglo XIX, 1850, cuando se transforma en dominante el
capitalismo industrial, a partir del capital industrial, de la fábrica, de la
gran industria mecanizada, y en estado-nacional en Inglaterra subordinando a la
monarquía feudal, al estado-reino, a la producción feudal y mercantil. Habiendo
transitado el momento de los talleres manufactureros.
El estado-nacional que nace es un Estado nacional de metrópolis enfrentado a las
monarquías feudales y que desarrolla naciones coloniales o semicoloniales.
Constituye el régimen específicamente capitalista de producción.
 El capitalismo llega a ser dominante como modo de producción cuando desarrolla
e impone una forma de capital industrial de gran industria mecanizada. De ahí en
adelante es capital industrial pero en su recorrido subordinado a los modos
feudales fue primero corporaciones artesanales feudales y talleres
manufactureros antes de poder ser gran industria mecanizada. En este momento
subordina al campo y lo redefine con el paso de los años como producción agraria
industrial. El campo era el terreno del poder de la monarquía feudal y la ciudad
industrial el del poder del capitalismo industrial y lo agrario su extensión,
así como la city financiera es la del capital financiero global.
El capitalismo industrial se transforma en capital financiero entre 1880-1890,
crisis económica y 1era guerra mundial mediante, cuando el capital industrial en
su desarrollo absorbe al capital bancario y se transforma en capital financiero,
y transforma también a la fábrica en grupo económico financiero (ggee). La
transforma porque la unidad económica básica ya no es la fábrica de la gran
industria sino un grupo económico de fábricas diversificadas en sectores de la
actividad (producción para el consumo industrial-ciencia-tecnología y producción
para el consumo personal) y diversificada en áreas dentro de cada sector. Esta
centralización de la conducción estratégica del capital y descentralización del
mando operativo caracteriza y define al capital financiero.
Porque por primera vez el capital, como capital financiero, desarrolla un
aparato administrativo estratégico privado que disputa, confronta, provee y
acuerda con la administración política pública de cuadros y como políticas de
estado. Y lo desarrolla porque ahora su objetivo-terreno es el mundo y su
política internacional de nación-estado metrópolis a naciones colonias o
semicolonias. El instrumento central es el crédito y la relación de
acreedor-a-deudor, donde el acreedor impone las condiciones y el producto a
través del financiamiento para el desarrollo de industrias que van a producir en
las colonias/ semicolonias lo que el acreedor necesita como materia prima o
piezas/partes.
 El capital financiero internacional entra en crisis a en el período 1929-1940,
se manifiesta a partir de la guerra/crisis financiera de 1929 y posterior guerra
militar (1936-44), porque emerge y se desarrolla la corporación financiera
multinacional que da sustento al capitalismo financiero multinacional (como
forma avanzada de la época), que se impone volviéndose hegemónico en el
resultado de la segunda guerra mundial (1936-44). La corporación multinacional
se expresa en el estado multinacional de país central, con su casa matriz
central que hace al país central y sus empresas filiales en los países/naciones
dependientes/ periféricos/subdesarrollados.
Las filiales de la casa matriz coinciden en la mayoría de los casos con las
empresas más importantes y dinámicas en cada rama de producción, que se
desarrollaron en las semicolonias a partir de la relación deudor/acreedor cuando
era dominante el capital financiero internacional. Ahora, el capital financiero
multinacional impone el capitalismo multinacional que tiene presencia directa y
cuantitativa en cada nación, en las cámaras empresarias, en los partidos
políticos, etc.
El capital financiero multinacional entra en crisis como vimos entre
1980-1991-2001, cuando emerge el proceso de flexibilización y deslocalización de
empresas transnacionales. La banca financiera global de este modo inicia la
subordinación real de lo nacional y continental por lo Global, re-denominándolo
como Local. Donde el par Global-Local caracteriza al desarrollo del capital
financiero global. Esto altera geográficamente la producción y realización de
valor/riqueza capitalista y comienzan a mostrarse diferenciales de crecimientos
de PBI y participaciones mundiales dando paso al llamado mundo emergente.
El capital financiero deslocaliza sus estructuras estratégicas de los países
centrales hacia el mundo, globalmente lo llama, de modo que pone en crisis la
escala del poder de las casas matrices en cada país central, porque eleva la
escala umbral de poder de multinacional a global. Pero no solo deslocaliza su
estructura económica, política y estratégica globalmente también deslocaliza su
estructura de producción en lo nacional/local cuando hiper-especializa
funciones-tareas laborales y de gerencia, cuando terceriza en proveedores de
bienes y servicios los que antes eran trabajadores formales en áreas y secciones
de la misma empresa.
El fenómeno de la deslocalización no debe opacar sin embargo el descomunal
proceso de desarrollo de las fuerzas productiva de toda esta época. Pues aun
observando el creciente peso de las denominadas economías emergentes en la
generación de la riqueza global, también puede verse el crecimiento aunque
relativamente menor de la riqueza en los llamados países desarrollados,
principalmente EUA. La crisis ahí no parece tanta consecuencia de un proceso de
destrucción de riqueza sino más bien de un importante deterioro en la
participación de la misma.
Es que el proceso de lenta pero profunda inserción en de nuevas tecnologías,
robótica, inteligencia artificial, etc., es decir automatización creciente y ya
no sólo de lo manual sino de la función intelectual, (máquinas inteligentes)
produce saltos enormes de productividad que no se trasladan a salarios ni
ingresos de las clases medias. Es un proceso de rutinización extensa y profunda
que precariza la condición de trabajo al punto que, mientras la productividad en
los 80 daba cuenta de la necesidad de 25 obreros industriales para generar un
millón de dólares en mercancías, en 2016 sólo se necesitan 5 para el mismo
resultado. Sin dudas este resultado se explica en parte por la automatización
creciente de la producción y en parte por la tercerización. Pero este proceso
que tiende a mostrar una participación creciente en el PBI de las ex economías
centrales de los “servicios” a la producción también sufre un proceso de
automatización. Un ejemplo es la automatización de los servicios de transporte y
logística. Es decir, ahí donde había peso del ingreso asalariado (servicios)
también comienza a ser erosionado por el desarrollo tecnológico. Este aspecto
estructural del funcionamiento de capitalismo (con independencia de sus fases)
es el que explica en todo caso la tendencia a la caída de la tasa media de
beneficio, la necesidad de los saltos de escala ahorrando costos y con ello la
deslocalización como mecanismo auxiliar.
La empresa global se compone en un 10% de los trabajadores formales de la
gerencia y ensamble de bienes y servicios. El otro 90% lo componen trabajadores
proveedores de bienes y servicios, donde algunos tienen la función de gerenciar
las unidades proveedoras y parecen pequeños empresarios. Este fenómeno fue
caracterizado como la “postmodernidad”, donde los servicios pasan a explicar
supuestamente en mayor proporción los PBI, hecho que antes se denominaba el
sector industrial. En realidad solo deja de contabilizarse dentro de la unidad
fábrica precisamente por la misma tercerización.
Esto asume la forma de redes flexibles de proveedores de bienes y servicios,
informales para las plataformas capitalistas globales de ensamble de bienes y
servicios para la plataforma global de producción y, de bienes y servicios para
la plataforma global financiera (la cultura del outsourcing).
El capital financiero global lucha por imponerse y esta lucha se hace observable
como crisis por primera vez en septiembre de 2001 con la caída (implosión) de
las Torres Gemelas del Centro del Comercio Financiero Global (World Trade
Center) de la City de Nueva York. La “caída” la producen los intereses
financieros multinacionales continentales, expresados directamente en Washington
en el poder político, en el poder judicial, en el poder financiero
multinacional, en el complejo industrial militar y en la policía federal.
La caída de los edificios del centro financiero global es la respuesta
militar-policial (durante el gobierno de Bush) al poder financiero global por
imponer la derogación de la ley Glass Steagall en 1999 (durante el gobierno
Clinton), ley que bloqueaba desde 1934 la integración de la banca comercial
(legal) y la banca de inversión (ilegal, según la Ley Glass Steagal) cuya
conjunción constituye el capital financiero global. La derogación de la Glass
Steagal es el hecho central instituyente del capital financiero global y sus
fondos financieros de inversión global, paraísos financieros fiscales y su red
de cities financieras globales.
La segunda acción en contra del capital financiero global vendrá en septiembre
de 2008, cuando la suba de tasas de interés de la Fed en manos de los Bush, abra
paso a la crisis financiera de la hipotecas basura y a la “caída” de la banca de
inversión Lehman Brothers, que supone un gran golpe al Citigroup (la primera
gran banca global), y el ingreso a la gran crisis financiera global en la cual
aún nos encontramos.
En este camino histórico hemos tratado de recorrer la crisis final del
feudalismo en el siglo 15 (1400) y como en ello se desarrollaban y fortalecían
las primeras formas del mercantilismo o del capitalismo mercantil. Desde
aquellos momentos donde los mercaderes daban a los trabajadores, en relación de
dependencia servil personal (con sus señores de la tierra), las materias primas
para que estos elaboraban en sus casas (en el tiempo que no trabajaban para el
señor) que luego serían pagadas para poder venderlas en sus rutas de mercadeo.
Pasando por los talleres manufactureros donde se concentraron por primera vez
grandes masas de trabajadores manuales en las ciudades que hizo la gran
mediación y crisis del feudalismo que solo pudo subordinar, sepultar la fábrica
de la gran industria y con esto ahora si imponer al capital industrial de la
gran industria como modo y relación social de producción dominante.
 No hay capitalismo dominante hasta el capitalismo industrial basado en la gran
industria mecanizada como relación social de producción y en la fábrica como
unidad económica básica, categoría económica y espacio específico donde modo,
relación social y unidad económica básica se constituyen y constituyen a los
seres humanos como sujetos/actores de este modo de ser.
La emergencia-insurgencia de un modo de producción: el capitalismo industrial
nacional, el nacionalismo industrial, el capital industrial y el movimiento
obrero industrial organizado presupone la fábrica como unidad básica, la gran
industria mecanizada como relación social del capital y el capitalismo
industrial como modo y estado.
 La crisis del estado nación, del nacionalismo industrialista, del capital
industrial siempre impone un proceso de luchas y negociaciones hasta que se
impone un nuevo modo, relación y unidad económica. Esto es válido también para
el globalismo, para el capital financiero global y su red de cities financieras.
El camino histórico recorrido por el capital financiero tiene tres grandes
etapas con sus crisis desde 1880: de 1880/90 a 1929/39; de 1945/1950 a
1990/2001; de 2006/08 a >>>. El Estado nación metrópolis de los grupos
económicos financieros, el estado nacional de país central de la corporación
financiera multinacional; el estado global de la red financiera global en
proceso de crisis financiera, económica, militar e institucional. El globalismo
financiero ha constituido su unidad económica: la red financiera global, su
relación social de producción: el capital financiero global y su modo de
producción: capitalismo financiero global. Pero no lo ha instituido política y
estratégicamente. No lo ha vuelto hegemónico aun. La crisis global, el proceso
de la crisis y su profundidad estructural expresan eso.
¿La conducción del proceso de la crisis/lucha en el proceso de la revolución
política por parte del globalismo financiero se ha debilitado a partir de que
insurge el multipolarismo universalismo Brics/Humanismo ecuménico-interreligioso
en 2013-2014 y, de la reacción anti-globalista de los elites nacionales del
Brexit y de Trump? Sí es así, es claro. ¿El globalismo pasa por una crisis de
conducción del proceso general? Sí también es así. ¿Qué aparece como
alternativas? El Nacionalismo industrialista de EE.UU., el Continentalismo
financiero de país central y los Universalismos multipolares no financieros.
3. ¿Hacia los universalismos multipolares no financieros con Trump?
En lo que concierne a Pekín, el presidente Trump puso fin a la participación
estadounidense en el Acuerdo Transpacífico, que había sido concebido en contra
de China, excluyendola. Es sabido que Trump tuvo conversaciones sobre la posible
adhesión de Washington al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (Asian
Infraestructure Investment Bank o AIIB). Si Estados Unidos se suma a esa
institución, estaría aceptando no solo cooperar con China –en vez de oponerse a
ella– y ambos países podrían participar en el establecimiento de dos «rutas de
la seda». Lo anterior es señal clara hacia los universalismos no financieros lo
cual haría contraproducentes las guerras del Donbass y de Siria (Thierry
Meyssan, Contra Donald Trump, la propaganda de guerra, Voltaire, 7 de febrero de
2017).
 .
 En aras de resolver el conflicto ucraniano, Donald Trump está buscando cómo
deshacerse del presidente Petro Porochenko. Por eso recibió en la Casa Blanca a
la jefa de la oposición, Yulia Tymochenko, incluso antes de aceptar una llamada
telefónica del presidente Porochenko. En Siria e Irak, Donald Trump ya inició
las acciones comunes con Rusia, aunque su vocero lo niegue. El ministerio de
Defensa ruso, después revelarlo imprudentemente, suspendió de inmediato toda
declaración al respecto.
En el plano financiero, el presidente Trump ya inició el desmantelamiento de la
ley Dodd-Frank, que trató de resolver la crisis de 2008 evitando la quiebra
abrupta de los grandes bancos estadounidenses –en aplicación de la línea
política llamada «too big to fail». A pesar de algunos aspectos positivos –su
texto consta de 2 300 páginas–, la ley Dodd-Frank instituye un tutelaje del
Departamento del Tesoro sobre los bancos, lo cual evidentemente frena su
desarrollo. Donald Trump parece disponerse también a reinstaurar la diferencia
entre los bancos de depósitos y los bancos de inversiones mediante el
restablecimiento de la Glass-Steagall Act (Ibid).
Trump también ha iniciado la limpieza en el seno de las instituciones
internacionales. Los fundadores de la ONU nunca previeron el despliegue militar
con 100 000 cascos azules en conflictos internos. La ONU fue creada para
prevenir o resolver conflictos entre Estados, nunca conflictos internos. Las
actuales operaciones de «mantenimiento de la paz» tienen como objetivo imponer
el respeto de una solución impuesta por el Consejo de Seguridad de la ONU y
rechazada por una de las partes en conflicto, lo cual es prolongar el
colonialismo. Poner fin a ese sistema sería regresar al espíritu y el contenido
iniciales de la Carta de la ONU, renunciar a los privilegios coloniales y
pacificar el mundo.
 Es importante entender que en Washington ha comenzado una guerra a muerte con
el capital financiero globalizado.
 La prensa atlantista bajo control de ese capital comente las declaraciones de
Trump de manera malintencionada y no deja ver los hechos. Donald Trump se ha
dedicado a garantizar su control sobre los órganos de seguridad. Sus 3 primeros
nominados –el consejero de seguridad nacional Michael Flynn, el secretario de
Defensa James Mattis y el secretario de Seguridad de la Patria John Kelly– son 3
generales que cuestionaron el «Gobierno de Continuidad» desde el año 2003.
Después reformó el Consejo de Seguridad Nacional para excluir al jefe del Estado
Mayor Conjunto y al director de la CIA. En este viraje político de 180 grados
Trump da al traste con un sistema instaurado durante los últimos 16 años y que
se originó en la guerra fría, la opción que Estados Unidos adoptó en 1947. Ese
sistema ha gangrenado no solo instituciones como la ONU (con el embajador
estadounidense Jeffrey Feltman) sino (con Jens Stoltenberg y el general
estadounidense Curtis Scaparrotti) también la OTAN (Ibid).
4. Nacionalismo, Continentalismo y Globalismo/Universalismo
La llamada “crisis del globalismo” o “desglobalización” se observa y plantea por
muchos intelectuales a partir de que los actores e intereses globalistas pierden
el control del Gran Bretaña y la City de Londres y por lo tanto, de la capacidad
de influencia sobre la Unión Europea (UE). Este proceso se inicia con la pérdida
del referéndum por la permanencia o no en la UE de Gran Bretaña, donde gana el
Brexit, la salida de la UE. Hecho que se expresa en una diferencia de menos del
2% y que se explica por el voto de los obreros blancos industriales del norte de
Inglaterra y la decisión de la Corona Británica de apoyar el Brexit.
El otro hecho es la perdida por parte del Globalismo Financiero de la city
financiera de Nueva York (Wall Street), del control e influencia sobre el
gobierno de los EE.UU. con el triunfo de Donald Trump, aunque momentáneamente
mantiene el control de la política monetaria de la Reserva Federal.
Estos dos hechos marcan y delimitan el inicio del debate acerca de la
globalización/desglobalización. Pero la llegada de Trump al gobierno de EEUU,
observado por sus decisiones de gobierno, muestran una política que expresa una
orientación hacia un nacionalismo industrialista anti-oligarquía financiera
global (contra China y salida de los TPP) y anti-oligarquía financiera
Continentalista (contra México y salida del TLCAN). Un nacionalismo
industrialista que plantea la relocalización de las inversiones industriales en
EE.UU. y salida de los países emergentes. La reversión del proceso iniciado en
1991-94.
Una política industrialista que rememora a aquella que se desarrolló durante la
segunda guerra mundial, en la cual EE.UU. participó como gran proveedor de
bienes industriales haciendo saltar en escala su proceso de industrialización
hasta diciembre de 1942 y que solo ingreso a la guerra directa cuando esta
estaba definida por el agotamiento de ambos bandos, que dejo a EE.UU. como el
gran vencedor de Occidente, que le permitió subordinar a Gran Bretaña e imponer
el dólar como moneda dominante en su órbita. EE.UU. sale de la segunda guerra
mundial, que fue el modo de resolver la crisis/guerra financiera de 1929, como
la gran potencia capitalista imperialista y se planta como un nacionalismo
industrialista expansivo imperialista. Que era, como fue planteado en su tiempo,
un Continentalismo imperialista enfrentado al Continentalismo soviético.
Los EE.UU de Trump tienen muy grandes obstáculos para que pueda hacer realidad
su plan de nacionalismo industrialista antioligárquico financiero, lo cual
plantea la realidad de la profundización de la lucha y crisis económica como
lucha y crisis institucional política.
Incluso cuando el presidente de China, Xi Jinping, en Davos se yergue como la
personificación del globalismo, es decir, de todos los globalismos en general y
del globalismo multipolar no financiero en particular, porque en las economías
emergentes conviven en 2017, en especial en el Asia-pacifico, las
transnacionales financieras globales y las grannacionales universales. Todo lo
cual marca que la escala del umbral de poder mundial es el
Universalismo/Globalismo. La escala nos muestra cual es la magnitud de poder en
la cual se produce/realiza poder/valor. Es el espacio más probable que triunfe a
partir del conflicto interno entre las dos fracciones de capital financiero que
se agudiza con el proyecto de un nacionalismo industrialista de Trump.
Hoy parece no haber margen para el poder de un nacionalismo industrialista, en
el límite sí podría haberlo para un continentalismo militarista norteamericano,
solo por el poder militar del complejo industrial militar y su amenaza de guerra
termonuclear. Depender de este único instrumento de poder no le da status de muy
probable. El nacionalismo industrialista tampoco podría ser contenido/subsumido
por el continentalismo financiero militarista porque el primero necesita negar
toda posibilidad de su despliegue como tal, pues lo fragmentaria.
El nacionalismo industrialista antioligárquico solo podría ser
contenido/subsumido por el universalismo multipolar industrialista de los BRICS
y del Humanismo ecuménico-interreligioso. Porque su desarrollo es necesario para
este, lo que no podría desarrollar es ser su motor y país central. En la misma
situación se encuentra Alemania, Francia y la UE. Esta posición tiene historia y
base social en EE.UU. en aquellos que siguen a Thomas Jefferson, y su lucha
contra el imperialismo británico, y a F.D.Roosevelt, y su ley Glass Steagall
contra la banca financiera angloamericana en la Reserva Federal.

 5. Estamos ante un momento crucial en la historia.
 Nos encontramos en una situación donde las fisuras del globalismo neoliberal se
hacen cada vez más evidentes y la “inseguridad” acerca de la estabilidad del
sistema capitalista como tal crece. En un mundo donde no solo caben cada vez
menos ciudadanos, sino también importantes fracciones de capital financiero
dentro de los propios EUA como nación hegemónica quedan excluidas, pueden
desembocar en un proceso de desgaste del propio proceso de globalización e
incluso del capitalismo como sistema. Tarde o temprano el rumbo de la economía
tiende a reorientarse hacia una re-regulación económica a nivel mundial.
En el marco de un mundo multipolar no hay subordinación de unas naciones por
otras ni la subsunción de todas a un Estado global. Si Rusia y China reivindican
a ultranza algo para un mundo multipolar, es precisamente la soberanía nacional.
El papa Francisco reivindica a nivel espiritual el respeto de cada religión por
la otra y la convivencia ecuménica entre las mismas. Las dos concepciones se
refuerzan. No vemos que el proceso de acumulación de capital tenga larga vida a
partir del mundo multipolar cuando apuestan con la ´Nueva Ruta de Seda´, a una
especie de proyecto desarrollista productivo a escala mundial desde las
periferias. Es una salida al menos temporal donde hay lugar para todos los
capitales, hasta el capital de los EUA y con Trump podrían entrar.
La gran pregunta que nos hacemos es si una vez concluidas las grandes obras de
infraestructura en EUA y con la Ruta de Seda, si estas inversiones encadenan o
no un próximo ciclo de reproducción del capital. Nosotros creemos que el
escenario más probable es que no-encadenarán, como hemos señalado en nuestro
libro “Geopolítica de la Crisis Económica Mundial”. De ser así la transición
hacia el post-capitalismo estaría en proceso.
Los cambios de fondo nunca se procesan en períodos de calma sino en medio de
tempestades que ponen todo patas arriba. Uno de los más importantes problemas
que enfrenta la lucha emancipadora en las últimas décadas es la subordinación de
los movimientos anti-sistémicos al capital financiero globalista. La elección de
Donald Trump es una de las insubordinaciones políticas más espectaculares que,
en conjunto con Brexit y otros menos llamativos, apuntan a un colapso de la
hegemonía neoliberal. Aun cuando difieren en ideología y objetivos, esos motines
electorales comparten un blanco común: rechazan la globalización de las grandes
corporaciones, el neoliberalismo y el establishment político que los respalda.
Sus votos son una respuesta a la crisis estructural de esta forma de
capitalismo, crisis que quedó expuesta por primera vez con el casi colapso del
orden financiero global en 2008.
La victoria de Trump no es solamente una revuelta contra las finanzas globales.
Lo que sus votantes rechazaron no fue el neoliberalismo sin más, sino el
neoliberalismo progresista. El neoliberalismo progresista es una alianza de las
corrientes dominantes de los nuevos movimientos sociales (feminismo,
antirracismo, multiculturalismo y derechos LGBTQ) por un lado y, por el otro, el
más alto nivel de sectores de negocios “simbólicos” y de servicios (Wall Street,
Silicon Valley y Hollywood). En esta alianza, las fuerzas progresistas se han
unido efectivamente con las fuerzas del capitalismo cognitivo, especialmente la
financiarización. Ideales como la diversidad y el “empoderamiento”, que en
principio podrían servir a diferentes propósitos, ahora dan lustre a políticas
que han resultado devastadoras para la industria manufacturera y para lo que
antes era la clase media (Nancy Fraser, Trump o el fin del neoliberalismo
progresista, Rebelión, 23 de enero de 2017).
El neoliberalismo progresista se desarrolló en los EEUU durante estas tres
últimas décadas y fue ratificado por el triunfo electoral de Bill Clinton en
1992. Clinton fue el principal organizador y abanderado de los “Nuevos
Demócratas”, el equivalente estadounidense del “Nuevo Laborismo” de Tony Blair.
Clinton tiene una pesada responsabilidad en el debilitamiento de las uniones
sindicales, en el declive de los salarios reales, en el aumento de la
precariedad laboral y en el auge de las familias con dos ingresos que vino a
substituir al difunto salario familiar. Cubrieron el asalto a la seguridad
social con un barniz de carisma emancipatorio, tomado prestado de los nuevos
movimientos sociales.
Al identificar “progreso” con meritocracia -en lugar de igualdad-, se equiparaba
la “emancipación” con el ascenso de una pequeña elite de mujeres, minorías y
gays “con talento” en la jerarquía empresarial basada en la noción de
“quien-gana-se-queda-con-todo” (validando la jerarquía en lugar de abolirla).
Esa noción liberal e individualista del ´ser progresivo´ (´homo oeconómicus´ del
siglo XXI) fue reemplazando gradualmente a la noción emancipadora,
anticapitalista, abarcadora, anti-jerárquica, igualitaria y sensible al concepto
de clase social que había florecido en los años 60 y 70. El resultado fue un
“neoliberalismo progresista”, amalgama de truncados ideales de emancipación y
formas letales de financiarización. Ante sus ojos, las feministas y Wall Street
eran aves de un mismo plumaje, perfectamente unidas en la persona de Hillary
Clinton (Ibid).
Para los de abajo, la llegada de Trump al gobierno de la mayor potencia del
mundo, es síntoma de descomposición del sistema que nos afecta como los
latigazos de una tormenta. Es en medio del caos sistémico como nos empeñamos en
construir lo nuevo, con todos los riesgos que eso implica, pero con la voluntad
intacta (Raúl Zibechi, La oportunidad Trump, Rebelión, 10 de febrero de 2017).
Concluyendo, el globalismo financiero imperial está en un momento de crisis, que
es lucha y confrontación estructural. No ha muerto y la lucha interimperialista
que forjó y desarrolla contra el continentalismo financiero con base en EE.UU. y
el TLCAN sigue su curso bajo otras condiciones, formas y modos. El relato
ideológico del neoliberalismo y el neoprogresismo globalista ha sufrido un duro
golpe, al haberse mellado su halo determinista de neo-destino manifiesto global.
No ha muerto, pero ha perdido toda su potencia discursiva virginal de “tercera
vía”. Seguramente hará todo un gran intento por retornar con aureolas remozadas.
La historia no se repite, salvo como farsa, la crisis actual debate su
superación a veces bajo la forma de reacción.

In
LA PÁGINA DE WIM DIERCKXSENS
http://mariwim.info/?p=63
Fevereiro 2017

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