terça-feira, 7 de fevereiro de 2017

La Revolución Rusa: El Significado de Octubre

   

Escrito por Alan Woods  

Este año se conmemora el centenario de la Revolución Rusa, un acontecimiento que
alteró el curso de la historia humana. Por primera vez –si excluimos el breve
pero glorioso episodio de la Comuna de París– los obreros tomaron el poder en
sus manos y comenzaron la gigantesca tarea de la reconstrucción socialista de la
sociedad. Aquí publicamos un artículo escrito en 1992 por Alan Woods. El
artículo da una excelente panorámica de la revolución y resalta sus principales
lecciones.
"La Revolución de Octubre sentó las bases para una nueva cultura que tomara a
todo el mundo en consideración, y por esa misma razón adquirió inmediatamente
importancia internacional. Aun suponiendo que debido a las desfavorables
circunstancias y a los golpes hostiles, el régimen soviético fuera derrocado
temporalmente, la huella inexpugnable de la Revolución de Octubre, empero, sería
un ejemplo para todo el desarrollo futuro de la humanidad"”- Leon Trotsky -  La
Historia de la Revolución Rusa
Hace 75 años, este mes, se produjo un evento que alteró todo el curso de la
historia humana. Por primera vez –si  excluimos el breve pero glorioso episodio
de la Comuna de París– los obreros tomaron el poder en sus manos y comenzaron la
gigantesca tarea de la reconstrucción socialista de la sociedad.
Ahora, en vísperas de este gran aniversario, las masas de la antigua Unión
Soviética se enfrentan al espectro de la contrarrevolución capitalista. En medio
de las escenas más aterradoras de caos económico y social, todas las fuerzas
oscuras que habían sido barridas por la marea revolucionaria están volviendo a
flotar. La propiedad privada, la especulación, la iglesia ortodoxa, el racismo,
el nacionalismo, los pogroms, la prostitución, el desempleo y la desigualdad,
surgen como un enjambre de insectos grotescos y venenosos bajo una piedra.
Y esto es aclamado como un "nuevo amanecer" por los medios occidentales. Las
personas capaces de identificar esas monstruosidades con "progreso" no pueden
detenerse ante nada. Ninguna mentira es demasiado grande para ellos, ninguna
distorsión demasiado vil. Y la avalancha de mentiras ya ha comenzado.
Para justificar el sistema capitalista, es necesario ennegrecer el nombre del
socialismo, y especialmente del socialismo científico, expresado en las ideas de
Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Ante todo, es necesario mostrar que la revolución
es algo malo, que representa una horrible desviación de las "normas" de la
evolución social pacífica, que inevitablemente termina en un desastre.
No hace mucho, celebramos el 200º aniversario de la revolución francesa. A pesar
de que se trataba de una revolución burguesa, a pesar de que ocurrió hace dos
siglos, no obstante, la clase dominante de Francia y de otros lugares no podía
dejar de denigrar la memoria de 1789-1793. Incluso un acontecimiento histórico
tan distante era un incómodo recordatorio para los ricos y poderosos de lo que
sucede cuando un determinado sistema socioeconómico alcanza sus límites. Incluso
proponen cambiar las aterradoras palabras de "La Marsellesa".
Sin embargo, las revoluciones ocurren, y no por accidente. Una revolución se
vuelve inevitable cuando una forma particular de sociedad entra en conflicto con
el desarrollo de las fuerzas productivas, que constituyen la base de todo
progreso humano.
Uno de los libros más grandes del siglo XX es la Historia de la Revolución Rusa
de León Trotsky. Este monumental estudio de los hechos de 1917 nunca ha sido
igualado. Es un sobresaliente ejemplo del uso del método del materialismo
histórico para elucidar los procesos tal y como se dan en la sociedad. Los
acontecimientos que condujeron a Octubre no sólo son narrados, sino que se
explican de una manera que tiene una validez y una aplicación mucho más extensa
que la propia experiencia histórica de la Revolución rusa.
En un intento por desacreditar la Revolución de Octubre, la clase dominante, a
través de sus agentes contratados en las universidades, ha cultivado asiduamente
el mito de que la revolución bolchevique no fue más que un "golpe de Estado"
organizado por Lenin y un puñado de conspiradores.
Intervención de las masas
En realidad, como explica Trotsky, la esencia de una revolución es la
intervención directa de las masas en la política y en el día a día de la
sociedad. En los períodos "normales", la mayoría de las personas se contentan
con dejar la gestión de la sociedad en manos de los "expertos" –los
parlamentarios, consejeros, abogados, periodistas, dirigentes sindicales,
profesores universitarios y demás.
Durante un período, que puede ser un período prolongado de años o incluso
décadas, la sociedad puede adquirir la apariencia de un cierto "equilibrio".
Esto es particularmente cierto en un período prolongado de crecimiento económico
capitalista, como el que duró casi cuatro décadas después del final de la
Segunda Guerra Mundial.
En tales períodos, las ideas del marxismo no son fácilmente aceptadas o
entendidas, porque parecen llevar la contraria a los "hechos". Por el contrario,
las ilusiones de los líderes obreros reformistas de un cambio lento, gradual y
evolutivo – “hoy mejor que ayer, y mañana mejor que hoy"– logran una audiencia
generalizada.
Sin embargo, bajo la superficie aparentemente tranquila, se están acumulando
fuertes corrientes. Hay una acumulación gradual de descontento y frustración en
las masas, y un malestar creciente entre las capas medias de la sociedad. Esto
es sentido particularmente por los intelectuales y los estudiantes, que son un
barómetro sensible que refleja los cambios de humor de la sociedad.
En una frase maravillosamente gráfica, Trotsky se refiere al "proceso molecular
de la revolución", que continúa ininterrumpidamente en la mente de los
trabajadores. Sin embargo, dado que este proceso es gradual y no afecta a la
fisonomía política general de la sociedad, pasa desapercibido para todos,
excepto para los marxistas.
De la misma manera, el suelo nos parece sólido y firme bajo nuestros pies ("tan
firme como una roca", como dice el refrán). Pero la geología nos enseña que las
rocas no son en absoluto estables, y que la tierra está cambiando constantemente
bajo nuestros pies. Los continentes están en movimiento, y en un estado de
perpetua "guerra", uno colisionando con otro. Dado que el cambio geológico no se
mide por años o incluso siglos, sino por eones [período geológico que mide el
tiempo por cientos de millones de años, NdT], los cambios continentales
permanecen inadvertidos, excepto para los especialistas. Pero las líneas de
falla se acumulan, sujetas a presiones inimaginables, que eventualmente estallan
en terremotos.
Guerras y revoluciones
Existen líneas de falla similares en todas las sociedades. La repentina erupción
de guerras y revoluciones obedece aproximadamente a las mismas leyes que los
terremotos, y son igual de inevitables. El momento inevitablemente llega cuando
la masa del pueblo decide que "las cosas no pueden seguir así por más tiempo".
La ruptura se produce cuando la mayoría se mueve para tomar sus vidas y su
destino en sus propias manos. Esto, y nada más, es el significado principal de
una revolución.
Para el académico acomodado, una revolución es una aberración, un "monstruo",
una desviación de la norma. La sociedad temporalmente se vuelve "loca", hasta
que eventualmente el "orden" es restaurado. Para tal psicología, la imagen
mental más satisfactoria de una revolución es la de un rebaño ciego que se ha
asustado repentinamente o, mejor aún, la de una conspiración creada por
demagogos.
En realidad, los cambios psicológicos que ocurren con extrema brusquedad en
cualquier revolución, no son accidentales, sino que están arraigados en todo el
período anterior.
La mente humana, en general, no es revolucionaria, sino conservadora. Mientras
las condiciones de vida son generalmente aceptables, la gente tiende a aceptar
el estado de cosas existente dentro de la sociedad. La conciencia tiende a estar
muy por detrás de los cambios que ocurren en el mundo objetivo de la economía y
la sociedad.
Sólo en último recurso, cuando no hay alternativa, la mayoría opta por una
ruptura decisiva con el orden existente. Mucho antes de esto, intentarán por
todos los medios adaptarse, comprometerse, buscar la imaginada "línea de menor
resistencia". Ese es el secreto del atractivo de la política reformista,
especialmente en un período de auge capitalista, pero no sólo en él.
La Revolución de Octubre fue el producto de todo el período anterior. Antes de
optar por los bolcheviques, los trabajadores y campesinos rusos ya habían pasado
por la experiencia de dos revoluciones (1905 y febrero de 1917) y dos guerras
(1904-5 y 1914-17).
La Rusia zarista, que estaba considerada como uno de los principales Estados
imperialistas con un poderoso ejército, era sin embargo una potencia capitalista
económicamente atrasada. Por la ley del desarrollo desigual y combinado, se
estableció la industria a gran escala en un puñado de centros (principalmente
Moscú, San Petersburgo, la región occidental, los Urales y el Donbass) como
resultado de la inversión occidental. Sin embargo, la gran mayoría de la
población eran campesinos, hundidos en condiciones de atraso casi medieval. En
muchos aspectos, la composición social del zarismo ruso era similar a la de
muchos países del Tercer Mundo en la actualidad.
A pesar de su pequeñez numérica, la clase obrera rusa fijó tempranamente su
sello en los acontecimientos de manera decisiva. En la ola tempestuosa de
huelgas de la década de 1890, anunció su existencia al mundo. A partir de ese
momento, la "cuestión obrera" ocuparía una posición central en la política rusa.
El crecimiento tormentoso de la industria en los primeros años del siglo XX
llevó a un rápido crecimiento de la clase trabajadora. A diferencia de Gran
Bretaña, donde el capitalismo experimentó un crecimiento lento, gradual y
orgánico durante 200 años, el desarrollo del capitalismo en Rusia se dio en un
par de décadas.
Como resultado, la industria rusa no tuvo que pasar por la fase de la artesanía
o la pequeña industria artesanal, sino que se implantó directamente a través de
grandes empresas. Ase establecieron grandes fábricas con las técnicas más
modernas importadas de Gran Bretaña, Alemania y los EE.UU. Junto con la
tecnología más moderna importada de Occidente, llegaron las ideas más modernas y
avanzadas del socialismo.
A partir de la década de 1890, el marxismo logró desplazar a la antigua
tendencia socialista terrorista y utópica del “narodnismo” (literalmente,
“populismo”) como la tendencia dominante en el movimiento obrero.
Narodnikis
Los críticos más sofisticados del bolchevismo intentan hacer una distinción
entre el marxismo "occidental" civilizado y el leninismo crudo y bárbaro, un
producto, supuestamente, del atraso ruso.
De hecho, poco o nada hay de ello en  un personaje específicamente ruso como es
Lenin y sus ideas, ya que pasó toda su vida luchando incansablemente contra los
Narodnikis (o Populistas) en su "vía rusa hacia el socialismo".
Tanto Lenin como Trotsky dedicaron sus vidas a la defensa del internacionalismo
socialista. Sus ideas no pueden considerarse más "rusas" que las ideas de Marx
como "alemanas". Lenin y Trotsky desarrollaron y expandieron el marxismo, pero
defendieron las ideas y principios fundamentales elaborados por Marx y Engels a
partir de 1848.
La primera gran prueba para los marxistas rusos llegó en 1905.
La profunda crisis social fue frenada por la guerra ruso-japonesa, que terminó
en un desastre militar para el zarismo. El nueve de enero de 1905, los
trabajadores de San Petersburgo se reunieron con sus familias para una
manifestación pacífica en la plaza del Palacio de Invierno. Su objetivo era
presentar una petición al zar, el «padrecito».
La mayoría de estos trabajadores, muchos de los cuales habían llegado
recientemente de las aldeas, no eran sólo religiosos, sino monárquicos. Los
marxistas (o socialdemócratas, como se les llamaba entonces) tenían fuerzas muy
limitadas y estaban divididos entre bolcheviques y mencheviques. Cuando trataban
de distribuir folletos denunciando a la monarquía, en varios momentos los
trabajadores les arrancaban los folletos y se los rompían, e incluso les
golpeaban.
Sin embargo, nueve meses después los mismos trabajadores habían organizado una
huelga general revolucionaria y un Soviet, y al final del año, los trabajadores
de Moscú se habían levantado en una insurrección armada.
En todos los centros urbanos, los socialdemócratas se transformaron en la fuerza
decisiva. La revolución de 1905 fue derrotada en su mayor parte porque el
movimiento en el campo sólo se puso en marcha después de que los trabajadores de
las ciudades habían sufrido una derrota.
Durante varios años (1907-11), Rusia fue sumergida en la noche oscura de la
reacción. Sin embargo, para 1911-12, hubo un nuevo auge, caracterizado por una
ola de huelgas masiva (que reflejó en parte un repunte de la economía) que,
comenzando con demandas económicas, adquirió rápidamente un carácter político.
Durante este período los bolcheviques obtuvieron una mayoría decisiva en la
clase obrera organizada. Rompieron con el ala oportunista menchevique en 1912 y
fundaron el Partido Bolchevique.
Debe recordarse, sin embargo, que bolcheviques y mencheviques habían sido dos
tendencias del partido tradicional de masas de los trabajadores –el Partido
Obrero Socialdemócrata Ruso, POSDR-, e incluso después de 1912, los bolcheviques
se llamaban todavía el POSDR (B).
Primera Guerra Mundial
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, Rusia se encontraba nuevamente al
borde de la revolución. Es posible que los bolcheviques hubieran podido llegar
al poder entonces, pero la situación fue interrumpida por el estallido de las
hostilidades en agosto de 1914. Durante la guerra, el partido bolchevique fue
diezmado por arrestos y el exilio. La juventud, que era la principal vía de
crecimiento del partido, fue reclutada al ejército, donde el elemento obrero
estaba esparcido en un mar de soldados campesinos atrasados.
En el exilio, Lenin estaba en contacto con quizá un par de docenas de
colaboradores. En 1915, en la Conferencia de internacionalistas socialistas en
Zimmerwald, Lenin bromeó diciendo que se podría poner a todos los
internacionalistas del mundo en dos carruajes.
En una reunión de jóvenes socialistas suizos en enero de 1917, Lenin dijo que
probablemente no viviría para ver la revolución socialista. En unas pocas
semanas, el zar había sido derrocado y, a finales de año, Lenin estaba a la
cabeza del primer gobierno obrero del mundo.
¿Cómo explicar un giro tan dramático de los acontecimientos? Los historiadores
comunes explican la revolución como el producto de la miseria extrema. Eso es
unilateral y falso. Si eso fuera cierto, como explica Trotsky, las masas en un
país como la India estarían siempre en rebelión. La victoria de la reacción en
el período de 1907-11 fue facilitada por la crisis económica que, después de una
derrota política, temporalmente aturdió y desorientó a los trabajadores. Como
predijo Trotsky, se necesitó de una resurgimiento económico (1911-12) para
permitir que el movimiento se recuperara.
Auges y crisis
En realidad, ni los auges ni las crisis económicas producen revoluciones. Son
las rápidas sucesiones de auge y crisis, la interrupción del patrón "normal" de
existencia, lo que provoca incertidumbre general e inestabilidad, y hace que la
gente cuestione el estado actual de las cosas. Aún más profundas son las
sacudidas causadas por las guerras, que vuelven el mundo al revés, arrancan la
vida a millones y obligan a hombres y mujeres a deshacerse de sus ilusiones y a
enfrentarse, finalmente, a la realidad.
La revolución de febrero fue una expresión concreta del hecho que el antiguo
régimen había llegado a un callejón sin salida. Como en 1904-5, el martillo de
la derrota militar sirvió para exponer la putrefacción interior del zarismo.
El movimiento huelguístico en Petrogrado asumió proporciones abrumadoras a
comienzos de 1917, pese a que ya había comenzado antes. El estado de ánimo de
descontento que emanaba de los centros industriales encontró un eco en las filas
del ejército, que sufría ya de derrotas y agotamiento. La crisis del régimen
anticipaba el movimiento de las masas.
Cada revolución comienza, no en las capas más bajas de la sociedad, sino en las
superiores. Su primera manifestación es una serie de crisis y fracturas en la
clase dominante, que se siente en un callejón sin salida, incapaz de seguir
gobernando a la antigua.
Trotsky lo expresa en el siguiente sentido: "Una revolución estalla cuando todos
los antagonismos de una sociedad han alcanzado su más alta tensión, esto hace
que la situación sea insoportable incluso para las clases de la vieja sociedad,
es decir, para aquéllas que están condenadas a desintegrarse".
El olor de la corrupción y del escándalo siempre cuelga de un régimen que se ha
sobrevivido a sí mismo. La actual epidemia de escándalos políticos y financieros
en Gran Bretaña, Japón, Estados Unidos e Italia no es más que un accidente como
fue el régimen de Rasputín en la corte de "Nicolas el Sanguinario" o el "factor
Pompadour" del Antiguo Régimen en Francia.
Los Cosacos
A pesar de todo su poder armado, su policía, sus cosacos, su servicio secreto,
el zarismo cayó en el primer desafío serio, como una manzana podrida en un soplo
de viento. El ejército se derrumbó como un castillo de naipes, una vez que los
trabajadores se enfrentaron con la  determinación manifiesta de cambiar la
sociedad.
La clase trabajadora en su conjunto aprende de la experiencia –especialmente con
la experiencia de los grandes acontecimientos. La experiencia de 1905, a pesar
de la derrota, dejó una impresión indeleble, que de inmediato volvió a emerger
en febrero con la creación de los comités soviéticos elegidos por obreros y
soldados, que eran a la vez órganos de lucha y, potencialmente, órganos de un
nuevo poder.
Como ha sucedido muchas veces en la historia, en la Revolución de Febrero, los
obreros tuvieron el poder en sus manos, pero no eran conscientes de ello. Con
una dirección correcta, la clase obrera podría haber llevado a cabo
inmediatamente la revolución socialista. Pero bajo la dirección de los
mencheviques y de los social-revolucionarios [los herederos de las viejas ideas
“narodnikis” NdT] , la revolución de febrero terminó en el aborto del "sobre
poder".
La revolución significa la entrada explosiva en el escenario político de
millones de mujeres y hombres sin experiencia previa en política, en busca de
una solución a sus problemas más apremiantes.
Inevitablemente, en primera instancia, las masas buscan la línea de menor
resistencia, las soluciones más fáciles, las figuras políticas conocidas, los
partidos políticos familiares.
En el caso de Rusia, la guerra misma tuvo un efecto fundamental en el balance de
las fuerzas de clase. Aquí, las "masas" representaban, ante todo, al
campesinado, que había sido la columna vertebral del ejército zarista. Hasta
1914, los bolcheviques tenían la dirección de las  tres cuartas partes de la
clase obrera organizada. Pero esa situación fue alterada por la guerra.
En la revolución de febrero, todo el balance de las fuerzas de clase fue
cambiado por el explosivo surgimiento en la escena de la masa de trabajadores
políticamente inexpertos, que tendían a apoyar a los mencheviques. El elemento
decisivo en la ecuación era el ejército, y aquí los campesinos tenían una
preponderancia aplastante. Los soldados campesinos, recién despertados a la vida
política, miraron, no a los bolcheviques, sino a los dirigentes socialistas
"moderados", los mencheviques y especialmente a los social-revolucionarios,
también conocidos por sus siglas (SR’s), eseristas.
Los trabajadores, después de la experiencia de 1905, temían una ruptura con los
campesinos uniformados y, por el momento, estaban dispuestos a esperar. El peso
combinado de los campesinos y la masa de trabajadores políticamente inexpertos
se movieron detrás de los mencheviques y los eseristas, reduciendo a los
bolcheviques a una pequeña minoría en las primeras etapas de la revolución.
Los mencheviques
Sesión del Soviet de PetrogradoLas masas confiaban en los líderes obreros
reformistas. Y estos últimos, como siempre, confiaban en el ala "liberal" de la
burguesía, que a su vez se esforzaba desesperadamente por defender a la
monarquía y poner fin a la revolución. Mientras tanto, entre bastidores, los
generales reaccionarios preparaban un contragolpe.
No por primera ni por última vez, los obreros habían luchado y vencido, sólo
para ser embaucados de los frutos de la victoria por su dirección. Los eseristas
y los dirigentes mencheviques estaban obsesionados por una sola idea: devolver
el poder lo antes posible a los banqueros y capitalistas.
El Gobierno Provisional que surgió de la Revolución de Febrero fue un gobierno
de terratenientes y capitalistas que se autodenominaban "demócratas". El líder
derechista del Partido Laborista ("Trudovike") Kerensky entró en el gobierno
como Ministro de Justicia. El ministro de la guerra era el gran industrial de
Moscú, Guchkov. El "liberal" Miliukov se convirtió en ministro de Relaciones
Exteriores.
Activistas obreros
Los activistas obreros desconfiaban mucho del gobierno. Pero entre la masa de la
sociedad había una ola de euforia. Las masas tenían ilusiones en sus líderes y
consideraban a Kerensky como su portavoz en el gobierno.
La atmósfera predominante de intoxicación democrática revolucionaria afectó
incluso a algunos dirigentes bolcheviques en Petrogrado, cuando Lenin todavía
estaba en el exilio en Suiza. Los principales dirigentes de Petrogrado eran
Kamenev y Stalin, que sucumbieron a la presión de la "unidad". Instintivamente,
los bolcheviques de Petrogrado se manifestaron contra el Gobierno Provisional,
al que caracterizaron correctamente como un gobierno contrarrevolucionario. Sin
embargo, Kamenev y Stalin llevaron al partido a una alianza cercana con los
eseristas y mencheviques, e incluso propusieron la reunificación con estos
últimos.
Desde el exilio en Suiza, Lenin observó la situación con alarma. Sus primeros
telegramas a Petrogrado eran totalmente intransigentes en tono y contenido:
"Nuestra táctica: absoluta falta de confianza, ausencia de apoyo al nuevo
gobierno, sospecha especialmente de Kerensky, armar al proletariado como única
garantía, elecciones inmediatas al ayuntamiento de Petrogrado, ningun
acercamiento a otros partidos".
Después del regreso de Lenin en abril, el Partido Bolchevique entró en una
crisis. Esta es una ley en una situación revolucionaria, cuando la presión de
las fuerzas de clase ajenas pesa sobre el partido y su dirección: la presión por
la "unidad de la izquierda", el miedo al aislamiento, etc.
La tensión entre Lenin y la mayoría de los dirigentes fue tan grande que,
inmediatamente después de su regreso, Lenin se vio obligado a publicar sus Tesis
de Abril en el diario del partido, Pravda, bajo su propia firma.
En la Conferencia de abril del partido, donde se produjo una feroz lucha, Lenin
advirtió que, en lugar de aceptar la posición de Kamenev y Stalin, preferiría
estar solo "como Karl Liebknecht, uno contra 110" (refiriéndose a la valiente
lucha de Liebknecht contra la guerra en la fracción parlamentaria del partido
Socialdemócrata alemán).
Lenin explicó que la revolución no había logrado sus objetivos centrales: que
era necesario derrocar al gobierno provisional; Que los obreros deben tomar el
poder, aliados con la masa de campesinos pobres. Solamente por estos medios se
podría terminar la guerra, dar la tierra a los campesinos y establecer las
condiciones para una transición a un régimen socialista.
En esencia, estas ideas eran idénticas a las perspectivas brillantemente
elaboradas por Trotsky en 1904-5, y conocidas en la historia como la "revolución
permanente".
Las ideas de Lenin se impusieron. Sin embargo, los bolcheviques seguían siendo
una minoría en los Soviets, y los dirigentes de los soviets –los eseristas y los
mencheviques– respaldaban al Gobierno Provisional. Y aquí vemos las tácticas
flexibles de Lenin, muy alejadas de las aventuras ultra-izquierdistas. Bajo la
consigna "explicar pacientemente", instó a los bolcheviques a dirigirse a los
trabajadores en los Soviets para que les plantearan exigencias a los dirigentes
reformistas, demandarles hechos en vez de palabras, que publicaran los tratados
secretos, que pusieran fin a la guerra, que rompieran con la burguesía y tomaran
el poder en sus propias manos. Si ellos hacían estas cosas, Lenin repitió muchas
veces, entonces la lucha por el poder se reduciría a una lucha pacífica por
alcanzar una mayoría en los Soviets.
Tomar el poder
Sin embargo, los mencheviques y los dirigentes Social-Revolucionarios no tenían
ninguna intención de romper con el Gobierno Provisional burgués. En realidad,
estaban aterrorizados con tomar el poder y tenían más miedo de los obreros y
campesinos que del cuartel general contrarrevolucionario.
La verdad era que el Gobierno Provisional era una cáscara vacía. Sólo había dos
poderes reales en el país, y uno o el otro tenían que ser derrocado. Por un
lado, los soviets de obreros y diputados campesinos; por otro lado, los restos
del antiguo aparato estatal, agrupados en torno a la monarquía y al Estado
Mayor, que bajo la sombra protectora del Gobierno Provisional se preparaba para
un enfrentamiento con los soviets.
Crecimiento explosivo
Una de las características principales de una situación revolucionaria es la
brusquedad con que puede cambiar el estado de ánimo de las masas. Los
trabajadores aprenden rápidamente sobre la base de los acontecimientos.
Así, una tendencia revolucionaria puede experimentar un crecimiento explosivo,
pasando de una minúscula minoría a una fuerza decisiva, con una condición: que
combine tácticas flexibles con firmeza implacable en todas las cuestiones
políticas.
Al principio, sus oponentes se burlaban de Lenin por ser un "sectario"
desesperado, condenado a la impotencia de mantenerse fuera de la "unidad de la
izquierda". Sin embargo, la marea pronto comenzó a fluir fuertemente en la
dirección del bolchevismo.
En una revolución, escribió Trotsky: "el más extremo siempre reemplaza al menos
extremo". Los trabajadores llegan a comprender la corrección de las ideas de la
tendencia revolucionaria gracias a su propia experiencia, especialmente en la
escuela de los grandes acontecimientos.
Estos son absolutamente necesarios para que los trabajadores se convenzan de la
necesidad de una transformación radical de la sociedad. Las diferentes etapas en
el crecimiento de la conciencia de la clase se reflejan en el ascenso y la caída
de los partidos políticos, de las tendencias, de los programas y de los
dirigentes individuales.
El fracaso del gobierno provisional burgués para resolver cualquiera de los
problemas básicos de la sociedad provocó una aguda reacción en los principales
centros obreros, especialmente en Petrogrado, donde al proletariado militante se
sumaban los marineros revolucionarios (que, a diferencia de la infantería eran
por lo general de extracción proletaria y fabril, especialmente de entre los
trabajadores cualificados).
El aumento constante de los precios, el recorte en las raciones de pan, etc.
causaron un fermento de descontento. Y sobre todo la continuación de la guerra,
elevó la temperatura social hasta el punto de ebullición.
Los trabajadores reaccionaron con una serie de manifestaciones de masas a partir
de abril, que indicaban un cambio cada vez mayor hacia la izquierda en su estado
de ánimo. En un movimiento paralelo, las fuerzas de la reacción intentaron
movilizarse en las calles, dando lugar a una serie de enfrentamientos.
La manifestación
Los bolcheviques convocaron una manifestación en abril para presionar a los
líderes reformistas y probar el estado de ánimo de la capital.
Las resoluciones de las fábricas y de los distritos de los trabajadores
inundaron el seno del ejecutivo soviético, exigiendo una ruptura con la
burguesía. Los trabajadores acudieron a los comités locales preguntando cómo
transferir sus nombres de los mencheviques a los bolcheviques.
A principios de mayo, los bolcheviques ya tenían al menos un tercio de los
trabajadores en Petrogrado.
"Toda acción de masas –escribe Trotsky– independientemente de su objetivo
inmediato, es una advertencia dirigida a los dirigentes. Esta advertencia es en
un primer momento de carácter suave, pero que se vuelve cada vez cada vez más
resuelta. En julio se ha convertido en una amenaza. En Octubre tuvimos el acto
final".
Los apologistas de la clase dominante siempre buscan presentar la revolución
como un acontecimiento sanguinario. A los líderes reformistas les encanta
presentarse como demócratas parlamentarios amantes de la paz. Pero la historia
demuestra la falsedad de ambas afirmaciones. Las páginas más sangrientas de la
historia de la lucha social ocurren cuando una dirección cobarde e inepta vacila
en el momento decisivo y no logra poner fin a la crisis de la sociedad mediante
una acción vigorosa. La iniciativa pasa entonces a las fuerzas de la
contrarrevolución que son invariablemente despiadadas, y dispuestas a vadear a
través de ríos de sangre para "darle a las masas una lección".
En abril de 1917, los dirigentes reformistas de los Soviets podrían haber tomado
el poder "pacíficamente", como Lenin les había invitado a hacer. No habría
habido guerra civil. La autoridad de estos líderes era tal que los obreros y
soldados les hubieran obedecido incondicionalmente. Los reaccionarios habrían
sido generales sin ejército.
Pero la negativa de los reformistas a tomar el poder pacíficamente hizo que el
derramamiento de sangre y la violencia fueran inevitables y pusieran en peligro
los logros de la revolución. De la misma manera, los dirigentes socialdemócratas
alemanes devolvieron el poder conquistado por los obreros y soldados alemanes en
1918, un crimen que el mundo entero pagó con el ascenso de Hitler, los campos de
concentración y los horrores de una nueva guerra mundial. En lugar de tomar el
poder, los dirigentes mencheviques y eseristas entraron en un primer gobierno de
coalición con los líderes burgueses.
Las masas al principio lo acogieron con agrado, creyendo que los ministros
socialistas estaban allí para representar sus intereses. Una vez más, sólo los
acontecimientos podrían provocar un cambio en la conciencia. Inevitablemente,
los ministros socialistas se convirtieron en los peones de los terratenientes y
capitalistas, y sobre todo del imperialismo anglo-francés, que impacientemente
exigía una nueva ofensiva militar en el frente ruso.
Estos mismos "socialistas" que habían mantenido una posición pacifista
previamente, una vez que cruzaron el umbral del ministerio, olvidaron
instantáneamente sus discursos de Zimmerwald y apoyaron con entusiasmo la
guerra. Se anunció una nueva ofensiva. Las medidas para reintroducir la
disciplina en el ejército reflejaban un intento de reafirmar el poder de la
casta de los oficiales. El estado de ánimo de los trabajadores de Petrogrado
estaba cerca del punto de ebullición. Como tiro de advertencia y prueba de
fuerza, los bolcheviques consideraron una manifestación armada para presionar al
Congreso de los Soviets de toda Rusia que se iba a celebrar en junio.
El partido estaba dando voz al creciente sentimiento de frustración de los
trabajadores de Petrogrado, resumida en consignas dirigidas a los dirigentes
reformistas de los Soviets: "¡Tomar el poder del Estado!" ¡Romper con la
burguesía! "¡Abandonar la idea de una coalición y tomar las riendas del poder en
sus propias manos!" La idea de una manifestación armada causó una reacción
histérica en los líderes de la clase media que lanzaron una campaña de
calumnias, interpretándola como un intento de golpe. El ministro menchevique
Tseretelli advirtió siniestramente que "la gente que no sabía usar armas debe
ser desarmada". Siendo una pequeña minoría en el Congreso de los Soviets (con el
cual estaba previsto que coincidiera la manifestación), los bolcheviques
decidieron dar un paso atrás. La idea de una manifestación armada fue
abandonada. En su lugar, el mismo Congreso de los Soviets llamó a una
manifestación desarmada el 1 de julio en defensa del gobierno. Este intento de
maniobrar contra los bolcheviques resultó contraproducente.
Crecimiento de la conciencia
Guardias Rojos, milicias obreras de PetrogradoLos obreros y soldados llegaron a
la manifestación "oficial" llevando carteles con las consignas de los
bolcheviques: "¡Abajo los tratados secretos!" “¡Abajo los diez ministros
capitalistas!” “¡No a la ofensiva! ¡Todo el Poder a los Soviets!". En una
revolución, incluso las organizaciones tan extremadamente democráticas y
flexibles como los soviets no pueden  reflejar los rápidos cambios de humor de
las masas. El soviet se quedó rezagado tras los comités de fábrica, y los
comités de fábrica se quedaron por detrás de las masas. Sobre todo, los soldados
se quedaron por atrás de los obreros, y las provincias atrasadas se quedaron por
detrás del Petrogrado revolucionario.
El proceso de crecimiento de la conciencia nunca es uniforme. Diferentes capas
llegan a conclusiones diferentes en momentos diferentes. Siempre existe el
peligro de que las capas más avanzadas de la clase vayan demasiado lejos
demasiado pronto, y se separen de la mayoría, con consecuencias desastrosas.
Enfurecidos por la ofensiva, los sectores más radicales de la guarnición de
Petrogrado se prepararon para una manifestación armada. Conscientes de que las
provincias aún no estaban listas para un enfrentamiento con el Gobierno
Provisional, los bolcheviques trataron de contener a los soldados, pero
finalmente se vieron obligados a ponerse a la cabeza de la manifestación para
evitar una masacre.
Como advirtieron los bolcheviques, el gobierno aprovechó la oportunidad para
reprimir el movimiento, apoyándose en los regimientos más atrasados. Las
"Jornadas de Julio" terminaron en una derrota, pero gracias a la dirección
responsable de los bolcheviques, las pérdidas se redujeron al mínimo y los
efectos de la derrota no fueron duraderos.
Una revolución no es un drama de un solo acto. Tampoco es un proceso simple
siempre hacia adelante. La revolución rusa se desarrolló durante nueve meses. La
revolución española tuvo lugar durante siete años, desde la caída de la
monarquía en 1931 hasta las jornadas de mayo de Barcelona en 1937. Dentro de la
revolución hay períodos de avance impresionantes, pero también periodos de
calma, de derrota e incluso de reacción. Así, la revolución de febrero fue
seguida por la reacción que siguió a las jornadas de julio. Los bolcheviques
fueron acusados de ser agentes alemanes y perseguidos sin piedad, detenidos y
encarcelados. Lenin se vio obligado a esconderse y luego se trasladó a
Finlandia.
Contrarrevolución
A partir de febrero, la contrarrevolución había estado esperando su momento,
escondiéndose mientras tanto  tras las faldas del gobierno provisional. La
ofensiva y el aplastamiento de los bolcheviques en julio, ahora inclinaban el
péndulo hacia la derecha. La casta de oficiales comenzó los preparativos serios
para un golpe de Estado, que culminó en el levantamiento del general Kornilov a
finales de agosto. Sólo la valiente respuesta de los obreros y soldados salvó la
revolución. Los trabajadores ferroviarios, arriesgando sus vidas, se negaron a
conducir los trenes, o los dirigieron mal para evitar la llegada de tropas. El
ejército de Kornilov se encontró sin provisiones, sin gasolina, desorganizado y
desorientado. Agitadores, principalmente bolcheviques, llegaron a operar entre
las tropas de Kornilov y las conquistaron. Kornilov terminó siendo un general
sin ejército. A regañadientes, los mencheviques y los eseristas se vieron
obligados a legalizar a los bolcheviques. Pero ahora las masas habían comenzado
a darse cuenta del verdadero estado de cosas. En un artículo sobre la
revolución, escrito entre las sesiones de las negociaciones de la paz de
Brest-Litovsk en 1918, Trotsky recordó la situación aún fresca: "El crecimiento
de la influencia y de la fuerza de los bolcheviques fue indudable y ahora había
recibido un espaldarazo importante. Los bolcheviques habían advertido contra la
Coalición, contra la ofensiva de julio, y habían predicho la rebelión de
Kornilov, y ahora las masas populares veían que habíamos tenido razón".
Asustados por el avance de la "división salvaje" de Kornilov, los dirigentes
reformistas de los soviets se vieron obligados a armar a los trabajadores. La
posición de los bolcheviques llegó a ser hegemónica en el soviet de Petrogrado.
Por otra parte, el tiempo estaba corriendo hacia la celebración del segundo
Congreso  de los Soviets de toda Rusia, en el cual los bolcheviques tenían ahora
asegurada la mayoría. En un momento dado, las políticas contrarrevolucionarias
de los líderes reformistas en los soviets habían inclinado a Lenin a considerar
la posibilidad de abandonar el lema "Todo poder a los soviets", y sustituirlo
por la idea de tomar el poder a través de los comités de fábrica. Este hecho
demuestra la extrema flexibilidad táctica de Lenin. No se trataba de hacer un
fetiche de ninguna forma organizativa, ni siquiera de los soviets. Sin embargo,
la forma soviética de elecciones directas desde los centros de trabajo y en las
guarniciones representaba una expresión mucho más democrática de la voluntad de
la sociedad que cualquier régimen de democracia parlamentaria burguesa conocido
en la historia.
Una de las mentiras más flagrantes sobre Octubre es que los bolcheviques eran
"antidemocráticos" porque se basaban en la democracia soviética y no en un
parlamento ("Asamblea Constituyente"). El argumento es que Lenin y Trotsky
representaban, no a las masas, sino sólo a un pequeño grupo disciplinado de
conspiradores. Para estos críticos, Octubre no fue una revolución, sino un
"golpe".
La verdad fue muy diferente. El sistema soviético en 1917 y en los años
inmediatamente posteriores a la revolución fue el sistema de representación
popular más democrático  jamás conocido. Incluso los modelos más democráticos
del parlamentarismo burgués no pueden compararse con la democracia simple y
directa de los soviets. Por cierto, la palabra rusa "soviet" significa
simplemente "consejo" o "comité". Los soviets nacieron en 1905 como "comités de
huelga" ampliados. En 1917, los soviets obreros fueron ampliados para incluir la
representación de los soldados, que eran abrumadoramente campesinos con
uniforme. Los representantes de los soviets eran elegidos directamente por sus
compañeros de trabajo e inmediatamente revocables en cualquier momento por
aquellos que los eligieron. Comparemos esto con el sistema actual de democracia
burguesa, donde los parlamentarios son elegidos cada cuatro años en promedio, no
hay posibiloidad de revocarlos una vez que resultaron elegidos al parlamento y
no pueden ser cambiados hasta las próximas elecciones generales. Los gobiernos
son libres de renegar de sus promesas - e invariablemente lo hacen, sabiendo que
no podrá ser revocado.
La mayoría de los parlamentarios son políticos profesionales, sin contacto con
la gente que los eligió. Viven en otro mundo, con altos salarios y gastos que
los colocan en una categoría social diferente a las personas que se supone que
representan.
En una situación revolucionaria, donde el estado de ánimo de las masas cambia
rápidamente, los engorrosos mecanismos de la democracia burguesa formal serían
totalmente incapaces de reflejar con precisión la situación. Incluso los
soviets, como hemos visto, a menudo se quedaban atrás.
En su obra de 1918, Trotsky caracteriza la democracia de los soviets de la
siguiente manera: "Depende de grupos orgánicos, como talleres, fábricas, minas,
empresas, regimientos, etc. En estos casos, por supuesto, no existen garantías
para la exactitud perfecta de las elecciones como en las de los consejos
municipales y zemstvos [una especie de consejo de distrito elegido en las zonas
rurales bajo el zarismo, NdT], "pero existe la garantía mucho más importante del
contacto directo e inmediato del diputado con sus electores. El miembro del
consejo municipal o zemstvo depende de una masa amorfa de electores que le
confieren de autoridad durante un año, y luego se disuelven. "Los electores
soviéticos, por su parte, permanecen en contacto permanente entre sí por las
condiciones de su vida y de su trabajo: su diputado está siempre bajo su
observación directa y puede en cualquier momento recibir nuevas instrucciones y,
si es necesario, puede ser censurado, revocado y reemplazado por otra persona".
Los socialistas de derechas trataron por todos los medios de evitar que los
soviets tomaran el poder. En primer lugar, organizaron la llamada "Conferencia
Democrática", pidiendo un Gobierno "responsable". Esto no satisfacía a nadie, y
fue atacado desde la derecha y la izquierda. La rápida polarización entre las
clases condenó todas las maniobras del "centro" a una derrota por adelantado.
Las interminables intrigas y combinaciones de los políticos contrastaban con la
posición desesperada en el frente de guerra en aquel otoño frío y húmedo como
fue el de 1917. El estado de ánimo en las aldeas era cada vez más impaciente.
Los socialistas de derecha argumentaban que los campesinos debían esperar la
elección de la "Asamblea Constituyente". Los bolcheviques exigieron la
transferencia inmediata de la tierra a los comités campesinos. Las consignas de
"paz, pan y tierra" ganaron la masa de los campesinos para el terreno de los
soviets. Para Octubre, el escenario estaba previsto para el último acto del
drama revolucionario.
Contrariamente al  prejuicio generalizado existente, la revolución no es lo
mismo que la insurrección. Las nueve décimas partes de la obra de la revolución
consistieron en ganar a la mayoría decisiva de los obreros y soldados a través
del trabajo político paciente, resumido por la consigna de Lenin:"!Explicar
Pacientemente!"
Los principales golpes de la propaganda y de la agitación bolchevique se
dirigían no contra los dirigentes obreros de derecha, sino contra el enemigo de
clase –la monarquía, los terratenientes, los capitalistas, las centurias negras
(fascistas) y los ministros burgueses liberales del gobierno de coalición.
Mayoría bolchevique
En Octubre, los bolcheviques tenían una clara mayoría en los soviets. Trotsky
insistió en que la fecha de la insurrección debía coincidir con la apertura del
Congreso de los Soviets de toda Rusia, donde los bolcheviques ganarían la
mayoría del Comité Ejecutivo y, por tanto, podrían actuar con  la plena
autoridad de los soviets, que comprendían la mayoría decisiva de la sociedad.
Se alcanza un punto en cada revolución en donde la cuestión del poder se plantea
de manera categórica. En esta etapa, o la clase revolucionaria pasa a una
ofensiva decisiva, o la oportunidad se pierde, y puede que no vuelva por mucho
tiempo. Las masas no pueden mantenerse permanente en un estado de agitación. Si
se pierde la oportunidad, y la iniciativa pasa a la contrarrevolución, entonces
inevitablemente seguirán el derramamiento de sangre, la guerra civil y la
reacción.
Esta es la experiencia de cada revolución. Lo vimos en el período de 1918-23 en
Alemania y en España en 1931-37. En ambos casos, la clase obrera pagó los
crímenes de su dirección con una espantosa derrota, las dictaduras fascistas de
Hitler y Franco y la Segunda Guerra Mundial, que casi concluyó en la destrucción
de la civilización.
Tal es la importancia de la dirección que, en última instancia, el destino de la
revolución rusa estuvo determinado por dos hombres –Lenin y Trotsky. Los otros
líderes bolcheviques, Stalin, Kamenev, Zinoviev, vacilaron repetidamente bajo la
presión de la "opinión pública" de la clase media, que eran en realidad los
prejuicios de las capas superiores de la clase media, la intelectualidad y y los
educados líderes liberales disfrazados de socialistas. Estos dirigentes
representaban los primeros esfuerzos confusos y amorfos de las masas por
encontrar una salida por el camino más corto.
Engaño cruel
Sin embargo, los trabajadores y campesinos aprendieron gracias a su propia
experiencia que este presunto atajo representaba un engaño cruel. Esta
experiencia, junto con las políticas, la estrategia y las tácticas correctas y
adecuadas de Lenin y Trotsky, prepararon el terreno para el cambio masivo de
opinión en dirección al bolchevismo. Esto nunca hubiera sido posible si la línea
de los conciliadores hubiera sido la predominante.
Lenin fue constantemente acusado de "sectarismo" por los enemigos del
bolchevismo –y por una parte de los dirigentes bolcheviques que querían un
"amplio frente de izquierda" con los mencheviques y los eseristas, y que estaban
aterrorizados por quedarse "aislados". Este temor fue aun, si cabe, más
pronunciado después de la experiencia de julio. Con la excepción de Lenin y
Trotsky (que se unió a los bolcheviques en el período de reacción durante el
verano, junto con un importante grupo de marxistas sin partido, los Meyarontsi),
la mayoría de los otros destacados dirigentes bolcheviques se mostraron
partidarios de participar en la "Conferencia Democrática" e incluso en el falso
"pre-parlamento" que se estableció en esta Conferencia -un "parlamento" sin
poderes, elegido por nadie y que se representaba sólo a sí mismo.
Los viejos líderes del partido reflejaban la experiencia pasada de obreros y
campesinos, no su presente ni su futuro. Finalmente, los bolcheviques se
retiraron demostrativamente del "pre-parlamento", con el aplauso general de los
obreros y soldados, y con el horror e indignación de los conciliadores.
Gracias principalmente a la obra de Trotsky, la guarnición de Petrogrado fue
conquistada para la causa bolchevique. Trotsky hizo uso del Comité Militar
Revolucionario, creado por el Comité Ejecutivo del soviet de Petrogrado,
encabezado por el propio Trotsky, para armar a los obreros en defensa contra los
reaccionarios. Los trabajadores de las fábricas de armas distribuían rifles a la
Guardia Roja. En las calles de Petrogrado se celebraban abiertamente reuniones
de masas, manifestaciones e incluso desfiles militares.
Lejos de ser el trabajo de un minúsculo grupo secreto de conspiradores, los
preparativos para la insurrección involucraron una masiva participación de
obreros y soldados.
John Reed, en su célebre libro Diez días que conmovieron al mundo, ofrece un
testimonio gráfico de estas reuniones de masas que se celebraban a todas horas
del día y de la noche, dirigidas por bolcheviques, eseristas de izquierda [que
se acababan de escindir de los eseristas de derecha, llevándose la mayoría del
partido, NdT] soldados recién llegados desde el frente, e incluso anarquistas.
Incluso en la revolución de febrero, hubo pocas reuniones como ésta. Y en ese
momento todos hablaban con una sola voz: "¡Abajo el gobierno de Kerensky!"
¡Abajo la guerra! -¡Todo el poder para los soviets!
El Petrogrado revolucionario
La base de poder del Gobierno Provisional se había reducido prácticamente a
nada. Incluso los regimientos conservadores reclutados desde el frente se
infectaron del estado de ánimo del Petrogrado revolucionario. El apoyo al
Gobierno Provisional en la capital colapsó inmediatamente conforme los
trabajadores comenzaron a moverse. La insurrección de Petrogrado fue un asunto
prácticamente exangüe.
Algunos años más tarde, el célebre director soviético Sergei Eisenstein hizo una
película llamada Octubre, que contiene una famosa escena sobre la toma del
Palacio de Invierno, durante la cual hubo algunos accidentes. ¡Más personas
fueron heridas y resultaron muertas durante el rodaje de la película que en el
acontecimiento real! La propaganda de los burgueses contra la Revolución de
Octubre es una cruda falsificación de la historia. La toma real del poder tuvo
lugar suavemente, y con muy poca resistencia. Los obreros, soldados y marineros
ocuparon un edificio del gobierno tras otro, sin disparar un tiro. ¿Cómo fue
esto posible? Sólo unos meses antes, la posición de Kerensky y del Gobierno
Provisional parecía inatacable. Pero en el momento de la verdad, no encontró
defensores. Su autoridad se había derrumbado. Las masas los abandonaron y se
volvieron hacia los bolcheviques.
La idea de que todo esto fue el resultado de una conspiración inteligente de un
pequeño grupo es digno de una mentalidad policial, pero no soporta el más mínimo
análisis desde un punto de vista científico. La abrumadora victoria de los
bolcheviques en el II Congreso de los Soviets de toda Rusia el  24-25 de Octubre
(6-7 de noviembre en el nuevo calendario) subraya el hecho de que los líderes
reformistas de derecha habían perdido todo su apoyo. Los mencheviques y los
eseristas sólo consiguieron el apoyo de una décima parte del Congreso, unas 60
personas en total. El Congreso de los Soviets votó por una mayoría masiva tomar
el poder.
Lenin presentó dos decretos breves sobre la paz y la tierra que fueron aprobados
por unanimidad por el congreso, que también eligió una nueva autoridad central
compuesta por bolcheviques y eseristas de izquierda, aunque con mayoría de los
primeros, a la que llamaron el "Consejo de Comisarios del Pueblo", para evitar
la jerga ministerial burguesa. El poder estaba en manos de los trabajadores.
Un nuevo Octubre
Ahora, setenta y cinco años más tarde, la película de la historia parece estar
proyectándose a la inversa. La clase obrera soviética ha pagado un precio
terrible por los crímenes del estalinismo. El colapso del régimen burocrático ha
sido el preludio de un intento de regresar al capitalismo. Sin embargo, como
decía Lenin: "la historia conoce todo tipo de transformaciones". En el camino
del capitalismo, no hay futuro para los trabajadores.
Sobre la base de su experiencia, los trabajadores de la antigua URSS llegarán a
comprender ese hecho. Las antiguas ideas, programas y tradiciones serán
redescubiertas. Se sentarán las bases para una nueva edición de la Revolución de
Octubre, sobre una base cualitativamente superior, no sólo en la antigua Unión
Soviética, sino a escala mundial.
Alan Woods,  noviembre de 1992
In
LUCHA DE CLASES
http://www.luchadeclases.org.ve/marxismo/teoria-marxista/8024-significado-revolucion-rusa
6/2/2017

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