segunda-feira, 9 de março de 2015

La encrucijada de los movimientos ante el Gobierno de Syriza







Theodoros Karyotis

Diagonal



La difícil situación de Grecia obliga a los movimientos sociales a
resituarse ante el nuevo Ejecutivo de Syriza.




Es ya un lugar común afirmar que la victoria electoral de Syriza se basa en gran
medida en las movilizaciones de los movimientos sociales de los últimos cinco
años en Grecia. No obstante, esta afirmación puede ocultar la diversidad de
idearios y demandas en la sociedad griega, como también puede reforzar una
imagen simplista de lucha entre las fuerzas pro y antiausteridad. Si bien Syriza
ha estado presente en las grandes movilizaciones de los últimos años, el factor
determinante en la consolidación de su hegemonía fue su capacidad de movilizar
el voto de la clase media, convenciéndola de que podía revertir las injusticias
producidas por los recortes indiscriminados, parar la movilidad hacia abajo y
retomar el camino hacia la prosperidad material de los años anteriores a la
crisis.

Sin embargo, en el interior de los movimientos sociales hay dos imaginarios
distintos, complementarios y a la vez antagónicos. Por un lado están los
movimientos de ciudadanos afectados por el ataque antisocial de la troika, que
exigen la restitución del Estado de bienestar como instrumento de
redistribución, el fortalecimiento del Estado como mediador de los antagonismos
sociales y la vuelta al crecimiento económico con el fin de paliar la pobreza y
desesperación que el desempleo masivo ha provocado. Por el otro, está una
multitud de movimientos que pretenden ir más allá del Estado y de la economía
capitalista como principios organizativos de la vida social y empiezan a
construir ya alternativas radicales basadas en la proximidad, la solidaridad y
la participación.

Por supuesto, los dos imaginarios coexisten en el seno de muchos movimientos y
están en fricción permanente. Debates interminables se han producido, por
ejemplo, en las asambleas de las docenas de Clínicas Solidarias Autogestio­nadas
de Grecia: ¿Es su objetivo tapar los agujeros que produce el rápido
desmantelamiento del sistema público de salud o, por el contrario, producir un
modelo alternativo de gestión de la salud que vaya más allá de lo estatal?

Los movimientos dominados por el primer imaginario celebraron la llegada de
Syriza al poder como una victoria propia. Sin embargo, un mes después, se están
dejando claras las limitaciones de este ideario en la coyuntura actual. El poder
del Gobierno nacional se demuestra insuficiente para plantar cara al poder
establecido a nivel nacional y supranacional. A pesar de la dura negociación, el
nuevo gobierno ha vuelto de Bruselas con un nuevo plan de austeridad que
complicará muchísimo la puesta en marcha de su “plan de salvación social”
anunciado durante la campaña electoral. Aunque este desenlace represente una
mejora comparado con los planes de rescate anteriores, y aunque sea sólo un
primer paso en la larga negociación, queda patente que en una Europa dominada
por un núcleo duro neoliberal que exige sacrificios humanos para aplacar el
mercado, hay muy poco margen de maniobra para un gobierno progresista. Además,
con las arcas públicas vacías y el chantaje permanente del servicio de la deuda
soberana, una recapacitación económica basada en políticas de inspiración
keynesiana parece también irrealizable.
Desmovilización
Del otro lado, los movimientos inspirados en el segundo ideario, después de la
efervescencia social de los años 2011-2012, vivieron una progresiva
desmovilización, debido en parte a la estrategia de desgaste y represión del
gobierno anterior, pero también a la dinámica electoral de Syriza, que ha
canalizado de nuevo el deseo de cambio social hacia la vía parlamentaria. No
obstante, pervive todavía su legado de empresas autogestionadas, iniciativas de
gestión de los bienes comunes, ecoaldeas, cooperativas productivas o de consumo,
centros sociales, asambleas vecinales, y una larga serie de iniciativas de base
que prefiguran una institución alternativa de la sociedad en clave de democracia
radical y una economía construida sobre las necesidades humanas.

En este marco se celebró en Atenas a finales de febrero un fórum de pensadores y
activistas de los movimientos de base, con cientos de participantes, bajo el
rubro ‘Prosperidad sin crecimiento’, con el fin explícito de traducir su
actividad en propuestas concretas, tanto hacia el poder político como hacia la
sociedad. Partiendo de la premisa de que el crecimiento económico es ya
incompatible con el bienestar social y la sostenibilidad medioambiental, los
movimientos de base buscan complementar la resistencia creativa a las políticas
neoliberales y la construcción de alternativas viables desde abajo con la
exigencia de reformas radicales: desde la implantación de la renta básica
universal o la institución de nuevos regímenes de gestión de los bienes comunes
hasta la creación de un marco legal que permita el funcionamiento de empresas
recuperadas, como la Vio.Me de Tesalónica. Se intenta así hacer uso de las
oportunidades que ofrece un gobierno que explícitamente reconoce la economía
social y solidaria como parte importante de su programa político.

No obstante, la relación entre el poder estatal y los movimientos de base nunca
está libre de fricción y contradicciones. Históricamente, los gobiernos de
izquierda presentan la amenaza de cooptación y desmovilización de los
movimientos. En la presente coyuntura es importante que las iniciativas de base
mantengan su autonomía de pensamiento y acción, para evitar diluirse dentro del
proyecto hegemónico de Syriza. Es por esto que una de las iniciativas más
relevantes que surgieron del fórum fue el intento de conectar e integrar los
proyectos antagónicos en torno a los bienes comunes en un actor político que
pueda adquirir protagonismo en una sociedad postconsumista, ayudando a superar
el dilema artificial entre austeridad y crecimiento.
Theodoros Karyotis, sociólogo, traductor y activista de la economía solidaria.

In
REBELIÓN
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196275
9/3/2015


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