domingo, 3 de abril de 2016

Una economía local, ecológica y feminista



El modelo de Rojava

Juan Jesús Duque Romero



El pasado 17 de marzo, delegados de los tres cantones que componen Rojava
(Afrin, Kobane y Cizire) y de otras zonas liberadas del Estado Islámico
declararon su voluntad de organizarse bajo un sistema federal. Rojava no es (ni
quiere ser) un Estado-nación, sino una zona autónoma del norte de Siria en la
que conviven diferentes etnias y religiones. En esta zona no es un Gobierno
representativo el que toma las decisiones, sino que estas parten desde la
asamblea de una calle o de un pequeño pueblo. Esta experiencia democrática
radical, denominada por Abdullah Öcalan como ‘confederalismo democrático’, lleva
en marcha desde hace casi cuatro años y se conoce bastante sobre sus logros
políticos, pero no se sabe tanto sobre la economía que la sustenta. En el
presente artículo intento aclarar un poco la cuestión, teniendo en cuenta lo
cambiante que es un contexto de guerra y la escasa información disponible, gran
parte de la cual la he obtenido de las traducciones que ofrece la plataforma
Rojava Azadí.

La población de Rojava está en torno a cuatro millones y medio de habitantes y
la moneda que emplean es la libra siria. La zona que ocupa no tenía apenas
industria y se encargaba básicamente de producir materias primas agrícolas que
eran procesadas en la franja oeste de Siria y de abastecer de petróleo a las
refinerías también situadas al oeste del país, pues esto formaba parte de la
política de diseminación y empobrecimiento de la población kurda llevada a cabo
por el régimen de Bashar al-Ásad. Por tanto, se trata de una economía
predominantemente agrícola que cuenta con importantes recursos naturales, el más
destacable con diferencia es el petróleo. Con la autonomía que empezaron a
lograr desde 2012 todo esto cambió, pero hay que tener en cuenta que es una
economía de guerra, donde la mayoría del dinero que obtiene el autogobierno va
destinado a la defensa, y que además está sujeta a un embargo comercial. A pesar
de todo esto, y de que la ayuda internacional que reciben es extremadamente
escasa, es muy interesante el sistema económico que han desarrollado.

La clave de la economía reside en la descentralización, todo se organiza
localmente. Los tres cantones de Rojava tienen cientos de comunas,
organizaciones políticas locales de unas decenas de personas sobre las que se
diseña la economía. De hecho, la organización y estructura de las cooperativas
(que representan el modelo productivo de Rojava), va ligada a la de las comunas,
que, aunque descentralizadas, cooperan entre sí. Además, la propiedad de la
tierra es en su mayor parte comunal, lo que en un primer momento no fue muy
difícil de lograr por el caos que generó la guerra.

Rojava trata de lograr la autosuficiencia, lo que ahora ha logrado
involuntariamente por el embargo impuesto por Turquía, que les impide comerciar
con el exterior. Además, como ya he dicho, se encuentran bajo una economía de
guerra donde en torno al 70% del presupuesto del autogobierno se emplea en
defensa, presupuesto que se saca de la venta local de derivados del petróleo, de
los fondos comunales y de los contados intercambios comerciales en los cruces
fronterizos. Pero en un futuro pretenden conseguir otro tipo de autosuficiencia
abierta a inversiones extranjeras que lleve prosperidad a los cantones, pudiendo
construir nuevas refinerías de petróleo, su propia planta energética, fábricas,
e incluso un aeropuerto. Ahora tienen al menos dos anticuadas refinerías,
consiguen la electricidad de generadores diésel y la industria es muy escasa.
Precisamente por eso están abiertos a aquella inversión extranjera que acepte
las condiciones del autogobierno.

La poca industria que hay cumple una serie de criterios ecológicos (la ecología
es un pilar fundamental en Rojava), lo que es fácil de lograr por el pequeño
tamaño de esta. Obviamente, las rudimentarias refinerías que tienen, que refinan
diésel de mala calidad, serían una excepción que pretenden corregir cuando
dispongan de los fondos necesarios. En Rojava se rechaza la agricultura y la
ganadería intensiva, manteniéndose todo en el ámbito local con técnicas
respetuosas con el medio ambiente. El cantón más rico es Cizire, que comparte
frontera con Iraq, representando la principal fuente económica de Rojava. Cizire
tiene un suelo fértil, rico el trigo y cebada, pero sobre todo tiene las
principales reservas de petróleo. El cantón del medio, Kobane, está centrando su
economía en la reconstrucción de su principal ciudad y de los pueblos
subyacentes, totalmente devastados por la guerra. El Consejo Agrícola de Kobane
recientemente redistribuyó más de diez mil hectáreas entre campesinos pobres
para su cultivo. Afrin, el tercer cantón, aislado al noroeste de Siria, basa su
economía en el trigo y el olivo, además de tener pequeñas fábricas de todo tipo
(jabón, aceite, material de construcción, zapatos, etc.). A pesar de la pobreza
y del embargo comercial turco, especialmente grave en este cantón por su
aislamiento con respecto a los otros dos, el hecho de no compartir frente con el
Estado Islámico ha aliviado bastante su situación (aunque tiene luchas y
alianzas puntuales con otros grupos armados).

La denominada como ‘economía comunitaria’ es una economía cooperativa al
servicio de la sociedad, habiendo cooperativas de todo tipo: las principales son
las agrarias, pero también hay cooperativas ganaderas, de servicios, de
sindicatos e industriales. Existen también pequeñas y medianas empresas
privadas, pues hay sector privado e iniciativa empresarial, pero bajo la
filosofía de “propiedad privada al servicio de todos”. Esto significa que,
aunque algunas empresas privadas son totalmente independientes, la mayoría de
ellas tienen acuerdos con el autogobierno, cooperando con él en objetivos que
benefician a la población local.

Por tanto, el principal modelo económico es la cooperativa, administrada por los
propios trabajadores organizados en comunas. Se han establecido capitales
máximos dependiendo del tamaño de las cooperativas y solo se puede ser miembro
de la dirección de una cooperativa. Los beneficios de las cooperativas (si es
que hay, pues los productos finales, si no se consumen, se venden a precios muy
baratos) se dividen más o menos de la siguiente forma: en torno a la mitad se
reparte entre las personas que tienen participaciones (se pueden adquirir
participaciones con trabajo, con capital o con ambos, siendo el trabajo el que
otorga mayores ganancias en el reparto de los beneficios), entre el 10 y el 30%
se mantiene para incrementar los fondos propios de la cooperativa y el resto se
deposita en el fondo de la comuna para las necesidades sociales. Pero, aparte de
los beneficios, los miembros de la comuna reciben un sueldo mensual por su
trabajo (que no tiene por qué ser un salario fijo, puede depender de las
necesidades de cada uno) o son recompensados en bienes primarios, depende de la
situación de cada comuna. Es fundamental la coordinación de las distintas
cooperativas de los distintos cantones, sobre todo a la hora de producir bienes
como productos de hierro y partes de automóviles. En línea con todas las demás
políticas de Rojava, no hay ninguna diferenciación de sexos a la hora de
trabajar y administrar las cooperativas, la mujer está presente de forma activa
en todos los ámbitos de la sociedad.

Actualmente en Rojava no se pagan impuestos, pues no hay una administración
económica central que los cobre y los distribuya, no se trata de una economía
planificada como las de los socialismos reales, ni de un Estado del bienestar
occidental. El “contrato social” de Rojava sí que recoge el sistema sanitario,
el educativo y la vivienda digna como coberturas sociales, coberturas sufragadas
con los fondos comunales y otros ingresos locales. La sanidad y la educación
irán mejorando con el tiempo, pero ya cuentan con escuelas e institutos, con una
universidad en Qamishli (la Academia Mesopotámica de Ciencias Sociales), además
de otras academias que irán tomando la forma de universidades, y con hospitales
cantonales (en los que se paga o no en relación con la situación de cada uno) y
privados. En lo que respecta a la vivienda digna, el ministro de economía y
comercio del cantón de Afrin en 2014, Ahmad Yousef, dijo que “puesto que
[Afrin] es un área segura, el alquiler es caro; sin embargo hemos empezado a
preparar la construcción de cooperativas que garanticen el derecho a la vivienda
para todos”. Este objetivo estará siendo más complicado de lograr debido a que
Rojava es el principal destino de desplazados internos, pues allí acuden los que
huyen del régimen y de los yihadistas, y muchos deciden quedarse.

El autogobierno impone controles de precios sobre los alimentos básicos, las
medicinas y el diésel, y distribuye el pan de forma gratuita entre las familias.
El crédito para formar nuevas cooperativas lo proporcionan las comunas que las
crean con el dinero del que disponen, pero sobre todo con el trabajo de sus
miembros. El cobro de intereses, la especulación y la renta del capital
financiero están prohibidos. Lo cierto es que la destrucción de la masa
productiva que ha generado la guerra y el empleo de técnicas de producción
bastantes rudimentarias hacen que la reducida oferta monetaria de la que
disponen no suponga un problema todavía. Dicho problema lo tendrán que enfrentar
cuando logren un crecimiento económico mínimamente considerable (crecimiento que
se dará simplemente con la construcción de nuevas infraestructuras), puesto que
la moneda que emplean la emite el Banco Central de Siria, controlado por el
Gobierno de Bashar al-Ásad. De hecho ya están empezando a hablar de crear su
propio banco central para controlar la emisión de papel moneda y el crédito,
además de para generar confianza en futuros inversores.

Se puede concluir que la economía de Rojava, aunque actualmente sea poco más que
una economía de subsistencia, es una economía local, ecológica y feminista cuyo
modelo productivo supone una alternativa al modelo capitalista neoliberal. Será
el paso del tiempo el que, con el fin de la guerra civil siria, nos muestre la
evolución de esta sociedad una vez estabilizada en un contexto de paz. Lo que
está claro es que esta pequeña región de Oriente Próximo tiene muchas lecciones
que darnos, ya no solo políticas, sino también económicas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.

In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=210586
31/3/2016

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