sexta-feira, 3 de abril de 2015

China, ¿imperio del centro o imperio de los extremos?


Por Laure Deprez y Frank Vandamme

Dos jóvenes marxistas visitaron China durante tres semanas. Durante el viaje, se
recorrieron 9000 kilómetros en tren, atravesando ciudades y campo. De la capital
Beijing hasta Boketu, la ciudad más al norte justo debajo de la frontera rusa.
Desde Boketu a Jiayuguan, en el oeste, allá donde la Muralla desaparece en las
montañas. Se han encontrado con decenas de personas y han hablado con ellas de
la economía china, la política, el progreso social, la enseñanza, la cultura y
la religión. El texto siguiente es un resumen de lo que han podido vivir y
constatar durante su estancia en China. De las experiencias y constataciones que
han confrontado con sus propias ideas preconcebidas.

Observaciones en el terreno económico

China, ¿país en vías de desarrollo que se desarrolla más rápido que los demás?
Eso está muy por debajo de la realidad. China está hoy mucho más desarrollada de
lo que creíamos. Nuestro objetivo era hacer un viaje equilibrado entre la ciudad
y el campo. Pero cada vez que pensábamos llegar a un pueblo pequeño, estábamos
sorprendidos por el tamaño y la modernidad de la ciudad donde llegábamos:
rascacielos a pérdida de vista, ciudades que se extienden a ojos vista, centros
de ciudad enteramente nuevos o renovados, plazas grandiosas, presencia masiva de
grandes firmas bancarias en el paisaje urbano (ICBC, China Construction Bank,
Bank of China, Bank of Beijing, Postal Saving Bank, Cooperative Bank,
Agricultural Development Bank, Communications Bank, China Merchants Bank, etc).
Una cantidad enorme de edificios en construcción, ¡nunca habíamos visto algo
parecido!

Los hoteles y carteles publicitarios de lujo hacen ver que una cierta capa de la
población tiene un muy elevado poder adquisitivo. Los Maserati, los Jaguar y los
Porsche Cayenne que uno ve regularmente lo confirman. Pero no es tanto la capa
de super-ricos lo que llama la atención. Al igual que en Occidente, no es más
que una parte de la población que uno se encuentra en una acera o en un
restaurante del rincón.

No, lo que más nos llamó la atención del desarrollo chino, es el ostensible
poder adquisitivo de una parte importante de la población. Esto salta a los ojos
desde el primer viaje en metro: los smartphones tipo IPhone y Samsung son
omnipresentes. Una rápida ojeada a las tiendas nos indica que tienen el mismo
precio que en Bélgica. Lo mismo ocurre con los electrodomésticos y los parques
automovilísticos. Las calles están inundadas de coches con marcas europeas,
japonesas y americanas. Los precios de las marcas occidentales son idénticos a
los que hay en Bélgica. Incluso en las tiendas de ropa, hemos estado
sorprendidos. Aunque existan tiendas de ropa barata, en las calles comerciales
se encuentran sobre todo tiendas que tienen los mismos precios que en Bélgica.
Aunque haya descuentos para los estudiantes, estos precios indican la presencia
de una clase media pujante.

El desarrollo

El desarrollo no parece estar por tanto reservado para los “cuellos blancos”,
para quienes la liberalización de la economía ha ido de la mano con un
enriquecimiento fulgurante. La impresionante red de transporte ilustra las
inversiones masivas que se han hecho en beneficio de una amplia parte de la
población. El metro de Beijing ya nos ilustra mucho en este sentido. Los trenes
y las estaciones están recién construidas. La información es irreprochable:
nombres transcritos al alfabeto « normal », señales luminosas en el interior de
los trenes indicando donde nos encontramos en la línea, trasbordos entre líneas
impecables. La seguridad es elevada (cortinas de vidrio permanentes a lo largo
de los andenes en numerosas estaciones). Precio del viaje: 2 RMB, es decir el
equivalente de 25 céntimos.

Pasemos a la red ferroviaria. Hemos recorrido 9000 kilómetros, integralmente en
tren. El transporte ferroviario es gestionado por una empresa pública, China
Rail, que emplea a 2,13 millones de trabajadores, por lo tanto es una de las
mayores empresas del mundo. El número de pasajeros occidentales que nos
encontramos a bordo de estos 9000 kilómetros recorridos fue… cero. Son más bien
chinos los pasajeros los que utilizan este servicio, entre los cuales hay
numerosos turistas. Al haber precios baratos, los asientos se venden como
panecillos. Hay cuatro categorías de billetes, según se compre un asiento o una
litera, una primera clase o una segunda clase. La puntualidad es notable. A lo
largo de los 9000 kilómetros, hemos tenido una vez 7 minutos de retraso a la
llegada y otra vez 60 minutos a la ida. Aquel retraso estuvo bien anunciado y no
sufrió variaciones. Además de los aseos, los vagones están todos equipados con
lavabos y agua ardiente (el ingrediente esencial para beber té y comer
tallarines). La comida y las bebidas vendidas a bordo están casi al mismo precio
que en las tiendas. A bordo de cada vagón, un miembro del personal está allí
para responder a las preguntas y hacer la limpieza durante el viaje. En los
vagones-cama, el personal también se ocupa de despertar a los pasajeros una hora
antes de su llegada. Sin falta.

La ciudad más pequeña a la que hemos ido en tren tenía alrededor de 5000
habitantes. Eso nos da una idea de la extensión de la red, que se extiende cada
día. Desde la crisis occidental, las inversiones para sostener la actividad
económica se han incrementado: 9500 kilómetros de vías férreas han sido
construidos. Y esto no sólo es válido para el ferrocarril. 25 redes de metro, 30
aeropuertos, más de 40.000 kilómetros de carreteras, los tres mayores puertos
del mundo: todo ello ha sido construido en… cinco años. En Bélgica, aún estamos
esperando a que llegue el cercanías…

Estas inversiones son impresionantes, particularmente en lo que respecta a la
vivienda. Hemos visto muchísimos nuevos edificios y un gran número de edificios
en construcción, y también muchos nuevos edificios abandonados. En una pequeña
ciudad nueva de 300.000 habitantes potenciales (ya han llegado 70.000), los
precios eran hace 5 o 10 años de entre 6000 y 12.000 RMB. Hoy oscilan en torno a
3000 RMB. ¿Existe una burbuja inmobiliaria? No está tan claro. En este tipo de
sector, el papel del mercado está más limitado que en Bélgica. El riesgo de un
crack financiero está menos claro que en Occidente debido a que los consumidores
chinos compran mucho menos a crédito, en comparación con los Estados Unidos por
ejemplo.

Las reacciones eran positivas cuando decíamos que estábamos impresionados por el
desarrollo económico. La gente que nos hemos encontrado estaba orgullosa de las
nuevas construcciones, muchas veces a medio terminar.

El desarrollo es palpable en algunas regiones rurales que hemos visitado (en el
noreste y en Mongolia interior). Las casas están todas hechas de piedra, las
numerosas carreteras están en buen estado, se encuentran cámaras de control de
velocidad en pleno campo, hay electricidad y agua corriente en todos los lugares
donde hemos estado, se ven numerosos coches de gama media, smartphones e
internet.

Con toda certeza, ya no se puede decir que a China le falte capital nacional ni
que tenga aún un retraso tecnológico. Tampoco le faltan materias primas. En
definitiva, ya no tiene sentido hablar de China como un país en vías de
desarrollo. Pero el desarrollo se hace casi esencialmente sobre una base
capitalista, mediante el mercado, y en el marco de un plan indicativo. Las
consecuencias negativas, como el caos y la superproducción, ya son visibles.

Observaciones en el plano social

De toda la información bruta, recogida en discusiones con numerosas personas con
las que nos hemos encontrado, se extrae una imagen a la vez concreta y muy
específica del paisaje social. Sabiendo que sólo se trata de la realidad propia
de las personas que hemos conocido, esta imagen no pretende ser representativa
ni exhaustiva.

Las diferencias entre los salarios son enormes. No existe un salario mínimo para
los trabajadores. Pero está prevista su introducción. Un trabajador manual de 45
años que tiene cierta formación, pero que no ha podido encontrar un “empleo
decente” gana 2000 RMB al mes (es decir alrededor de 250 euros). Un profesor de
lengua inglesa de 35 años gana 3200 RMB al mes. El salario de los profesores
varía y puede alcanzar rápidamente los 4000 RMB al mes (500 euros). La
diferencia se explica por la antigüedad, el nivel de formación y la ley de la
oferta y demanda para el sector en cuestión. Un conductor de tren de 37 años
gana 5000 RMB al mes (600 euros). Un ingeniero de la construcción de 32 años
gana 7000 RMB al mes (875 euros). Un empleado administrativo de 51 años de la
Universidad de Beijing gana 12.500 RMB al mes (1560 euros). Al principio de su
carrera en esta misma universidad, este empleado ganaba 50 RMB al mes.
La enseñanza primaria y la enseñanza secundaria son gratuitas. La enseñanza
superior es muy abordable, y también meritocrática: los estudiantes que obtienen
los mejores resultados tienen acceso a las mejores universidades. Hace falta
aprobar al mínimo el 60% para poder cursar estudios en la enseñanza superior.
Hace falta una mayor investigación para poder hacerse una idea de los (escasos)
derechos a la seguridad social. Al estar éstos de momento ligados al lugar de
nacimiento, está claro, por el contrario, que los migrantes internos tienen muy
pocos derechos. Esto sirve en parte para desanimar a la migración espontánea
hacia las mayores ciudades, dónde la población crece demasiado deprisa. No deja
por ello de ser un problema enorme para los millones de chinos que migran pese a
todo, y está previsto que sea objeto de una reforma en un futuro próximo.

Socialmente, ¿cómo se nos presentan las diferentes clases y capas de la
población china? Hay en China un grupo de super-ricos y una clase media
creciente y claramente visible. Este grupo está compuesto sobre todo de personas
empleadas en el sector administrativo (Estado, universidades, bancos…),
profesores, ingenieros empleados en el sector industrial y la construcción.

También existe un grupo numeroso compuesto de trabajadores con cierto poder
adquisitivo: trabajadores de los ferrocarriles, conductores de taxi, obreros de
fábricas, mineros, obreros de la construcción, empleados de cadenas de comida
rápida chinas u occidentales, empleados de tiendas de ropa, panaderos,
carniceros, algunos agricultores en el medio rural, algunos pequeños
emprendedores en el medio urbano que gestionan un restaurante o un bar familiar.
Este grupo también tiene acceso a las líneas de trenes públicas, algunos tienen
su propio vehículo, un smartphone, ropa decente, una conexión a internet en
casa.
Finalmente, existe un grupo de pobres (que representa el 13% de la población
según la OCDE): en el medio rural algunos agricultores, en el medio urbano
algunos obreros de la construcción (duermen en barracones al lado de los
terrenos de construcción), vendedores ambulantes (duermen en furgonetas en los
parkings), mendigos (muy poco visibles, porque la mendicidad está prohibida).

En el plano social, la intensificación de las diferencias de clase es
manifiesta, no solamente entre los propietarios de los medios de producción (los
super-ricos) y los no propietarios, sino también entre una clase media creciente
y los trabajadores humildes.

Observaciones en el plano político

Google, Facebook, Twitter, Youtube, Dailymotion están bloqueados, pero Yahoo es
accesible y las páginas web de la prensa como La Libre Belgique, L’Écho o la BBC
funcionan. Le Soir, en cambio, era inaccesible. La censura a menudo mencionada
en los medios occidentales parece estar sobre todo ligada a la voluntad de China
de poseer sus propias redes sociales y páginas de información (Baidu.com, QQ,
WeChat…). Las personas que hemos conocido apoyan este objetivo.
La televisión por cable no permite el acceso a las cadenas extranjeras en los
hoteles donde hemos estado. Era chocante en cambio constatar cómo la cadena
pública anglófona CCTV News (una de las 45 cadenas de la China Central
Television, pública) no daba una versión de los acontecimientos en Ucrania y en
Gaza diferente a la que vemos en nuestras propias cadenas.

Los jóvenes con los que hemos discutido dicen no haber leído jamás en el colegio
textos de Mao, ni de Marx, Engels o Lenin. El sistema escolar parece ser muy
exigente, pero no está centrado en una formación marxista de la juventud.
Igualmente, la propaganda socialista o comunista en los espacios públicos era
muy rara, véase inexistente. No hay casi símbolos comunistas.

Sólo hemos visto en algunas ocasiones la hoz y el martillo, símbolo de la
revolución socialista: en dos banderolas y en algunos mostradores en las
estaciones de tren y en el aeropuerto de Beijing.

Aparte de en los billetes de banco, sólo hemos visto el retrato de Mao Zedong en
los lugares siguientes: en el mauseoleo de Mao en la plaza de Tian An Men, una
pequeña estatua en Harbin y en un albergue para jóvenes en Jiayuguan, una
pequeña ciudad en el oeste de China.
Un día nos hemos encontrado dos carteles del gobierno, uno subrayando la
importancia de la igualdad entre todos los ciudadanos (mensaje del presidente Xi
Jinping) y uno sobre la lucha contra la corrupción (mensaje del primer ministro
Li Keqiang). Estos mensajes están ahogados en la inmensidad de mensajes
publicitarios occidentales y chinos anunciados en papel y sobre pantallas
gigantes en las calles y difundidos en los canales de televisión de manera tan
excesiva como en Bélgica.

En Beijing, se encuentran grandes anuncios con el slogan “Beijing Spirit:
Patriotism, Innovation, Inclusiveness & Virtue”.

Lejos de las ideas preconcebidas, los medios y los espacios publicitarios no son
utilizados para apoyar los principios de justicia social, los principios
marxistas sobre los cuales se construyó la República Popular. Por el contrario,
las ideas occidentales están ampliamente difundidas: los jóvenes reconocen todos
su voluntad de formarse lo antes posible, en China o en el extranjero, para
obtener después los salario más elevados posibles. Competencia e individualismo
están en boca de todo el mundo.

Observaciones en el plano de la participación y la democracia

A nivel global, predomina la indiferencia, cosa que es comparable a Bélgica. Un
estudiante de 25 años y un empleado ministerial nos dijeron que jamás habían
ejercido su derecho al voto “porque de todas formas esto no cambiaría nada”.

Visiblemente, no es imposible criticar el funcionamiento del sistema político.
La mayoría de las discusiones han tenido lugares en trenes, en medio de mucha
gente. Nuestros interlocutores se han expresado libremente sin mirar quién
escuchaba. Por ejemplo, una estudiante nos contó en el tren que se convirtió en
miembro del Partido Comunista porque se lo propusieron, pero que no sabía por
qué había dicho que sí, porque no lo apoya.

En nuestros interlocutores, jamás vimos sentimientos de miedo, ni hablando de
política ni de economía. Hablaron de sus salarios, sus proyectos de futuro, de
ciertas opiniones políticas, del acceso a internet, sin muchas reservas. A veces
hace falta romper un poco el hielo para tener discusiones de fondo, pero no de
manera anormal. Esto también es válido para los estudiantes, que son el sector
que en primer lugar “deberían” normalmente ser críticos.

Observaciones en el plano cultural

Hemos visto a menudo actividades diversas en plazas públicas, que parecen
coexistir en armonía: una serie de personas haciendo tai-chi, otras bailando,
niños en go-cars eléctricos, decenas de terrazas con barbacoa… Muchos bares y
restaurantes son baratos. Hay poca incitación al consumo: no es anormal ver a
gente trayendo sus propias botellas de alcohol al restaurante, por ejemplo.

Durante nuestro paso por Mongolia interior, la cuestión de los derechos y la
protección de las minorías fue planteada por un estudiante alemán a nuestro
guía, muy apegado a la defensa de la cultura mongol e inquieto por la
desaparición de ésta frente a la modernización del país.Frente a un grupo de
europeos, el guía perfectamente podría haber confirmado la opinión del alemán de
que los mongoles estaban siendo discriminados. Pero al contrario, sostuvo que no
había discriminación por parte del Estado hacia los mongoles. Según él, el
problema está sobre todo en el seno del pueblo: prejuicios, un cierto racismo
hacia las minorías.

Una estudiante de Gansu, una provincia del oeste, nos confirmó esta tesis. Las
minorías reciben puntos de bonificación cuando participan a los exámenes del
Estado. La política de limitación de los nacimientos, que conceden ventajas en
materia de vivienda a las familias con un sólo hijo, no se aplican para las
minorías.

Conclusiones

The West is the Best? La Unión Europea muestra ambición y optimismo. Pero la
única cosa duradera hoy en Europa es la crisis que impide el crecimiento desde
2008 e incluso desde antes. El sistema político que conocemos sigue dándonos una
visión eurocentrista que carece de apertura hacia el resto del mundo. No hay que
extrañarse, por lo tanto, de que la gente quede sorprendida por el desarrollo
chino cuando viaja a China por primera vez.

Viajar a China nos pone en nuestro lugar. Porque China, primera economía
mundial, ya no es un país en vías de desarrollo. Vista desde allí, Europa bien
merece el apelativo de Viejo Continente. Pero este desarrollo se deja cada vez
más en manos del mercado, pese a una intervención del Estado más fuerte que en
Europa. Economía de mercado dirigida por un partido comunista: ¿por cuánto
tiempo?

En el plano político, las críticas hacia el gobierno, al menos de parte de las
personas que hemos conocido, se dirigen contra la falta de participación activa
en la política. Escasean en cambio las críticas hacia el sistema de partido
único. Las preocupaciones de los jóvenes se centran en el éxito, el nivel de los
salarios que obtendrán. Esto no está siendo, o está siendo muy poco compensado
por las promoción de los principios socialistas. El cimiento de la unidad
nacional parece más bien la construcción de una China fuerte. ¿Se convertirá
este nacionalismo, que ha federado a numerosas naciones del tercer mundo en su
liberación del yugo del imperialismo, en una herramienta de la burguesía china
para retomar el poder?
Etudes Marxistes

In
La República.es
http://www.larepublica.es/2015/04/china-imperio-del-centro-o-imperio-de-los-extremos/
2/4/2015

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