terça-feira, 29 de agosto de 2017

Raúl Zibechi: “Están a la vista los límites de la acción electoral”


por Redacción La Tinta

El periodista uruguayo habló del libro co-escrito con Decio Machado: ‘Cambiar el
mundo desde arriba. Los límites del progresismo’.
Por Leonardo Rossi para La tinta
‘Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo’ es el nuevo libro
escrito por Decio Machado (Brasil-Ecuador) y Raúl Zibechi (Uruguay), una lectura
necesaria para pensar el campo popular de la región, en tiempos donde el minuto
a minuto electoral parece licuar las perspectivas críticas. De paso por Córdoba,
invitado por el Colectivo de Investigación ‘El llano en llamas’, Zibechi repasó
algunas observaciones del libro y otros análisis de coyuntura.
“Con el progresismo hubo más capitalismo”, plantea el colaborador de La Jornada,
Brecha y La Vaca, entre otros medios del continente, y uno de los
autores-activistas referente de las luchas de los movimientos antisistémicos. La
frase no es mera provocación, tiene un sentido profundo en torno a la
construcción de historias de vida en grandes masas de la población, con hondo
alcance en el tipo de valores colectivos e individuales que este sistema
configura y que pareció sorprender a más de uno a partir de los resultados de
las elecciones de 2015.
El libro, editado por Autonomía-Pié de los hechos, “es un intento de hacer
balance del periodo progresista y por otro lado desarmar algunas ideas falsas”.
“Sostengo que en Cuba hubo una revolución, no sé si en Bolivia o en Venezuela
hubo revolución ¿Pudo haber revolución que no haya tocado uno de elementos
centrales del aparato estatal como las Fuerzas Armadas? Ahí comparamos los
debates y procesos que hubo en Cuba con los que hubo en Bolivia y Venezuela.
Queda para mí claro que no hubo proceso revolucionario”, señala el autor.

A eso agrega otro ítem, “el famoso tema de la desigualdad”. “En el periodo
progresista disminuyó la pobreza, pero también disminuyó con los gobiernos
conservadores. Pero no disminuyó la desigualdad, porque el extractivismo es una
máquina de generar desigualdad. Entonces el trabajo busca poner en diálogo esos
temas y mostrar que el progresismo tuvo cosas interesantes, como el
empoderamiento de sectores populares, que es un efecto indirecto, pero que no
todo lo que dice el progresismo de sí mismo es como lo dice”. Y además, resalta
los “efectos negativos, como el consumismo o la dependencia de las políticas
sociales del capital financiero, algo demostrado”. “Con un dinero del Estado por
política social tengo una tarjeta con la que puedo comprar una moto o un plasma,
eso es una expansión y profundización del capitalismo”.
El trabajo repasa, por ejemplo, el crecimiento del endeudamiento de los sectores
populares en Brasil al tiempo que los bancos hicieron jugosos negocios durante
el lulismo, como nunca antes. El trabajo se orienta a debatir dentro del propio
campo popular y de las izquierdas acerca de los horizontes emancipatorios lejos
de miradas posibilistas.

En esta línea, Zibechi apunta sobre el escenario argentino: “Creo que estamos en
un momento en el que la atención a lo electoral en el campo popular ha mostrado
los límites. Tenemos unas PASO con resultados horribles, una presidencial con
resultados horribles. Antes se hablaba de los límites de la construcción
territorial, creo que está a la vista y hay que hablar de los límites de lo
electoral”.

Frente a las urgencias que marcan los voceros del sistema de partidos,
reacomodando nombres propios frente a cada elección, Zibechi deja un mensaje
acerca de los caminos de emancipación colectiva que, entiende, serán duraderos
si surgen de abajo, sin tener base en la tutela del Estado ni política social
alguna, por más progresista que sea, en contextos donde “el modelo extractivo
deja afuera a la mitad de la población”. “Debemos insistir, promover y
fortalecer las alianzas urbano-rurales, la recuperación de tierras, la soberanía
alimentaria como camino hacia la autonomía”.
Apuntes del libro
Entre las líneas de trabajo, el texto intenta pasar a discutir a partir de las
diversas experiencias revolucionarias del siglo XX, y qué tipo de subjetividad
han promovido las izquierdas en el poder. Con una marcada crítica a la visión
teleológica del marxismo ortodoxo que confió ciegamente en la apropiación de los
medios de producción controlados por Estados centralizados, sin cuestionar el
productivismo irracional ni la persistencia de la monetización de la vida, el
trabajo va pasando por textos surgidos al calor de la truncada sovietización
rusa, los ricos debates de la revolución cultural china y las reflexiones sobre
los objetivos que debiera tener la economía en la incipiente Cuba revolucionaria
de la década del sesenta. Cuestiones como el trabajo voluntario, la relación
campo-ciudad y la organización horizontal de la producción van siendo revisadas
con profundas críticas y valiosos rescates en torno a textos de Lenín, Mao y
Guevara, entre otros.
El libro recuerda las revueltas frente al neoliberalismo que atravesaron el
continente en la larga década del noventa, para luego centrarse en analizar los
progresismos, y compararlos en perspectiva histórica y coyuntural. Observar que
bajo los gobierno del PT la parte más rica de Brasil concentra más recursos que
durante el neolierbalismo, que la Colombia derechista redujo más la pobreza que
la Revolución Ciudadana de Ecuador en el mismo período o el sensible aumento de
las muertes a manos de la policía en Argentina durante el kirchnerismo comparado
con la década anterior son datos que se van entremezclando con análisis de fondo
acerca de los ‘límites del progresismo’.
El eje central del trabajo pasa por revindicar el conflicto social nacido desde
abajo como motor de las grandes transformaciones estructurales de la sociedad en
contraposición a las democracias electoralistas, que si bien han reducido la
pobreza no han sacudido las estructuras profundas de la desigualdad en el
continente: basta ver la situación de vivienda, salud pública y educación en las
diversas geografías. Asimismo no han alterado las fuerzas de seguridad ni los
mecanismos de participación y financiamiento de la política, aspectos clave en
la construcción de otros horizontes emancipatorios.

Se ha construido consenso democrático sobre la base un Estado (el mejor aliado
del capital) que actúo como dinamizador del capitalismo aliado a grandes bancos
y empresas extractivistas, transfiriendo parte de la renta para potenciar la
masa de consumidores, en tanto que el capital concentrado no sólo no fue
desarticulado sino que creció. En simultáneo el conflicto social no dirigido por
los gobiernos fue sistemáticamente deslegitimado y los espacios de democracia
directa relegados. 

Sin dejar de reconocer logros de estos gobiernos, el libro apunta a mantener
vivo el sentido crítico en el campo de los ‘abajos’ o de los ‘movimientos
antisistémicos’ contra cierta intelectualidad que “olvida los protagonistas
populares que hicieron posible el ciclo progresista y sólo atienden al papel de
los dirigentes que, en sintonía con toda tradición del pensamiento crítico,
debemos considerar que juegan un papel secundario” (162). En América Latina,
plantean los autores, la contra-hegemonía “significa poner en cuestión los
componentes sustantivos de la modernidad: el predominio de la razón científica,
el pensamiento ilustrado, el concepto de desarrollo y acumulación, así como
nuestra relación de control y dominio de la naturaleza” (100).
Punteo de la coyuntura
Consultado sobre el actual escenario en la región, específicamente sobre
Colombia y Venezuela, Zibechi reflexiona: “En algunas zonas campesinas, las FARC
era un principio de orden y freno al narco aliado a los paramilitares. Esta
transición fortalece el campo paramilitar. Veremos qué sucede. Pero la guerra
contra los de abajo sigue, en forma de goteo, porque no cesa la muerte de
dirigentes populares”. Mientras que en Venezuela observa “una puja muy fuerte de
poder, donde el madurismo mantiene un apoyo electoral importante, pero también
lo tiene la oposición”. “Es una sociedad partida al medio, y eso hace que sea
cuestión de tiempo que estalle en un conflicto”. Zibechi expresa su rotundo
rechazo y llama a “impedir la injerencia de Estados Unidos y las empresas
extranjeras” y aclara que “eso no implica apoyo al madurismo, que entiendo está
derivando en un creciente militarismo, donde el núcleo del poder está en las
Fuerzas Armadas, lo cual significa un problema”.
En torno a este escenario, dice: “sin dejar de poner la mirada en la realidad
local y el análisis de clase, hace falta prestar mucha más atención en el
crecimiento exponencial de las tensiones internacionales. Hace diez años no me
hubiese imaginado la situación actual de Siria ¿hoy es tan loco pensar esa
situación en Venezuela donde Estados Unidos, Rusia y China tienen intereses? El
escenario se está moviendo muy rápido, y nuestra capacidad de comprensión de la
realidad internacional no se está moviendo tan rápido. Hago un llamado a pensar
geopolíticamente desde los movimientos”.
*Por Leonardo Rossi para La tinta. Foto: Colectivo Manifiesto.

In
LA TINTA
http://latinta.com.ar/2017/08/zibechi-limites-electoral/
25/8/2017

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