domingo, 30 de agosto de 2015

El caso de Zanon - empresa recuperada argentina


El caso de Zanon


R. Amador, M. Pollo, L. Meyer y M. R. Solinas

Ideas de Izquierda


León Trotsky escribió alguna vez que “la conciencia no está hecha del mismo
material que las vías del ferrocarril”; los cambios que se producen en ella, y
cómo a través de ellos la clase obrera puede llegar a convertirse de objeto de
explotación en artífice de su destino, acaudillando al conjunto de los oprimidos
para hacer la revolución, son cuestiones a las que el revolucionario ruso dedicó
ríos de tinta. Las lecciones que los trabajadores sacan de su experiencia
práctica, y cómo los revolucionarios contribuyen a ellas, son una pieza
fundamental de sus reflexiones. Estas se condensaron en su estrategia y
programa.
En esta nota queremos reflejar cómo la experiencia de Zanón (hoy FaSinPat)
permitió –dentro de la lucha de clases reciente en la Argentina y como ejemplo a
nivel internacional– mostrar la vitalidad del Programa de Transición. Como
cuenta Raúl Godoy [1]:

…desde que conquistamos la comisión interna de Zanon venimos luchando por la
unidad de las filas obreras, ganamos el apoyo de toda la fábrica contra la
burocracia por plantear “a igual trabajo, igual salario” y que queríamos una
comisión interna para terminar con la división de efectivos y contratados al
interior de las empresa. Así empezó nuestra historia [2].

Una salida obrera ante la crisis

Desde antes del 2001, el proceso ceramista se dio en medio de una crisis
profunda tanto económica como política que volvió necesario desplegar una salida
de fondo ante el lock-out empresario. En medio del hundimiento generalizado,
mostró una alternativa clasista ante el cierre de las fábricas.

El argumento para cerrar la fábrica por parte de la patronal era que daba
pérdidas. El reclamo de que se abran sus libros de contabilidad y se termine con
el “secreto comercial” con el que esconden sus ganancias y el “vaciamiento” de
las empresas [3] les permitió a los trabajadores desbaratar el preventivo de
crisis –artilugio legal usado por las patronales para aducir crisis que
difícilmente puede ser comprobadas y que les permite despedir en masa con la
mitad de indemnización y cambiar el convenio laboral–.

Ante el cierre de la fábrica los trabajadores decidieron mantener las fuentes de
trabajo, tomar la fábrica y ponerla a producir. Demostraron, de ese modo, que
podían producir sin patrones, y postularon la expropiación sin pago y la
estatización o nacionalización bajo gestión de los trabajadores para poner la
fábrica al servicio de un Plan de Obras Públicas –una salida que plantea el
Programa de Transición ante el cierre de empresas–, que fue levantada por un
puñado de fábricas que se referenciaban en Zanon y mostraban una salida ante el
problema de la desocupación que golpeaba a más del 20 % de la clase trabajadora.

Otra de las consignas motoras que levantaron los ceramistas ante los despidos
fue que podían trabajar todos repartiendo las horas de trabajo con igual salario
entre todas las manos disponibles. Es una gran consigna en momentos de crisis
profundas del capitalismo, cuando son millones los que son arrojados a la calle
y son los capitalistas los que quieren salvarse solos, cerrando empresas y
llevando su capital a otros lugares o invirtiendo en otros negocios. Estas
medidas retoman el legado del Programa de Transición, como expresa uno de sus
dirigentes:

Muchas veces señalé que la política que impulsamos en Zanon no la inventamos
nosotros sino que la tomamos del Programa de Transición de León Trotsky.
Nosotros sabíamos que ante las crisis cuando los patrones quieren hacerla pagar
a los trabajadores, tenemos que exigir la apertura de los libros contables de
todas las empresas para mostrar ante la población lo que han ganado. Y que si
los capitalistas no pueden dar lo único que tienen los obreros bajo el
capitalismo, el derecho a ser explotados, entonces hay que sacar de sus manos
los medios de producción, mediante la expropiación y el control obrero de cada
fábrica que cierre o despida [4].

Hegemonía obrera

Esta lucha no hubiera podido mantenerse en pie durante todos estos años si no
fuera porque desde el inicio, junto al surgimiento del primer levantamiento de
desocupados –el Cutralcazo–, los ceramistas conquistan la Comisión Interna y
comienzan una práctica militante de unir las filas obreras adentro y comenzar a
relacionarse con los fenómenos de vanguardia neuquina y nacional, participando
de los paros nacionales y llevando a cabo todo tipo de acciones desde la
fábrica. Allá por el 2001 los ceramistas unieron sus reclamos a los del
Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Neuquén y otras organizaciones
de desocupados. Con la recuperación del Sindicato (SOECN) no cesaron en su
política de Coordinación Obrera, tomando a su vez el conjunto de los reclamos de
los explotados.

Los Encuentros regionales, permitieron sentar las bases de lo que luego tomó la
forma organizativa de la Coordinadora del Alto Valle [5]. Los encuentros de
Fábricas Recuperadas, la hermandad con los mapuches en defensa de sus tierras,
la coordinación con la lucha de los estatales y docentes, es parte de los
centenares de ejemplos en donde están los ceramistas apoyando y coordinando con
los conflictos por todo el país, como lo fue éste año en el Encuentro convocado
por los trabajadores en lucha de Lear y de Madygraf:

Esa unidad en la acción es muy buena, entonces hay que avanzar en trabajar
juntos en lo estratégico de impulsar organizaciones de democracia directa que
unan las filas de los trabajadores y tengan independencia de clase del Estado,
los empresarios y sus partidos. La tarea es recomponer las filas obreras tras
una nueva estrategia que yo definiría con dos ideas: autoorganización e
independencia de clase [6].

Es éste un gran ejemplo del papel que está llamada a jugar la clase obrera si
conquista hegemonía, es decir, el liderazgo como representante de toda su clase,
pero también de los sectores oprimidos de la sociedad, tomando sus demandas.

Es con este objetivo y con esta práctica política que desarrollan la constante
elaboración de un programa que se expresó en las campañas y en los hechos,
tomando el enorme problema de la vivienda en la provincia, la denuncia a las
petroleras que saquean los recursos naturales, el acceso a la salud y la
educación, incluso al arte, como ejemplo de la libertad para esparcimiento de
los jóvenes con los grandes recitales (gratuitos o a precios populares) en la
planta.

Esta pelea se dará en todos los terrenos: en las calles, en las fábricas, en los
barrios, e incluso desde el Parlamento, como recientemente lo hizo desde su
banca de diputado Raúl Godoy –donde cobra lo mismo que un trabajador y dona el
resto a las luchas– impulsó el proyecto de Ley por la Nacionalización del
petróleo y el gas bajo control de los trabajadores, entre otras tantas demandas.
Así expresa él esta idea fuerza, que lograron llevar adelante en la práctica a
lo largo de estos 14 años de gestión obrera:

Para nosotros devolverle a la comunidad, que hizo lo imposible para que no nos
desalojen, tiene su máxima expresión en el hecho de tomar sus necesidades como
propias, como parte del programa por el que luchamos. Los tomamos y mostramos
que los trabajadores tenemos la posibilidad de darle una solución a esos
problemas si luchamos junto a ello. Es en gran parte por ello que nuestra meta
es la estatización bajo control obrero y un plan de obras públicas para
enfrentar los problemas de desocupación, de vivienda, de salud y de educación.
Como parte de un programa transicional, mientras propagandizamos en pequeño, que
al eliminar la propiedad privada de los medios de producción, al socializarlos,
existe la posibilidad de producir para las necesidades sociales y no para la
ganancia de unos pocos empresarios [7].

La experiencia realizada con los movimientos de desocupados mostró en potencia
lo que podía significar si los sectores combativos y clasistas avanzan en
recuperar los sindicatos hoy manejados por la burocracia. Esto mostró en la
práctica la importancia que tiene dotar de una política no corporativa a los
sindicatos, porque como afirmaba Trotsky: “Los sindicatos y otras organizaciones
de masas deben ligar a aquellos que tienen trabajo con los que carecen de él,
por medio de los compromisos mutuos de la solidaridad” [8]. Sólo con esta
política pueden los sindicatos llegar a los millones que están por fuera de
ellos: “Los sindicatos, aún los más poderosos, no abarcan más del 20 al 25 de la
clase obrera y por otra parte, sus capas más calificadas y mejor pagadas”,
analizaba Trotsky.

Son experiencias importantes para la Argentina actual, donde el nivel de
sindicalización es inusualmente alto comparado con otros países, pero así y todo
es apenas del 37% de la clase trabajadora. El resto están por fuera de los
sindicatos, muchos directamente en negro y sin ningún tipo de derechos.

Los nuevos estatutos del SOECN: retomando las mejores experiencias del
sindicalismo clasista

Tanto la Tercera como la Cuarta Internacional, que concentran las mejores
tradiciones de la clase obrera, consideraron indispensable trabajar en los
sindicatos reconocidos por los trabajadores como “organizaciones de masas” para
la lucha por reivindicaciones parciales y transitorias. Pero al mismo tiempo
alertaban que agrupaban (como ahora) sólo a una parte minoritaria de los
trabajadores, incluso muchas veces el sector más conservador. Esto obliga a
tener una política hacia los sindicatos para transformarlos en su contenido,
organización y programa, donde se imponga la más amplia democracia obrera y la
independencia absoluta del Estado, lo que plantea como tarea de primer orden
expulsar a la burocracia sindical. Pero considerando que éstos no son fines en
sí, sino medios para llegar al conjunto de la clase obrera y dotarla de un
programa que vaya más allá de sus reivindicaciones inmediatas.

León Trotsky señala en el Programa de Transición, que en nuestra época, los
sindicatos dirigidos por las burocracias sindicales se han ido constituyendo
cada vez más directamente en instrumentos con los que cuenta el Estado para
contener la lucha del movimiento obrero, los dirigentes de los sindicatos
burocratizados dejan de ser los representantes de los intereses de los
trabajadores ante las patronales y el Estado, y son llamados a actuar cada vez
más como agentes de éste ante la clase trabajadora, y “en los períodos agudos de
lucha de clases, los aparatos dirigentes de los sindicatos se esfuerzan por
convertirse en amos del movimiento de masas para domesticarlo”. Lejos de que
este hecho implicara un abandono de los sindicatos, Trotsky afirma:

De todo lo anterior se desprende claramente que, a pesar de la degeneración
progresiva de los sindicatos y de sus vínculos cada vez más estrechos con el
Estado imperialista, el trabajo en los sindicatos no ha perdido para nada su
importancia, sino que la mantiene y en cierta medida hasta es aún más importante
que nunca para todo partido revolucionario [9].

A partir de la recuperación del Sindicato, la experiencia de los obreros
ceramistas de Neuquén trasciende una vez más, con la redacción y posterior
aprobación de los nuevos estatutos del sindicato el 16 de julio de 2005. Luego
de meses de debates en asambleas y de la realización de un plenario de
delegados, los obreros de las cuatro fábricas de cerámicas del SOECN votan las
distintas propuestas de artículos del estatuto.

Con las nuevas normas que rigen a su sindicato, los trabajadores logran el
objetivo de “poner a disposición nuestro nuevo estatuto como una herramienta de
trabajo y debate para empezar a poner en pie una nueva tradición clasista en
este movimiento obrero que se está despertando”. Lo absolutamente innovador del
“Estatuto Social del SOECN, como expresión escrita que plasma y cristaliza una
práctica política, radica básicamente en que “hace ley” tres cuestiones:

La democracia obrera: “El SOECN es un sindicato que tiene como principio y
forma de trabajo la asamblea de trabajadores. Las asambleas de fábrica y del
sindicato son la autoridad máxima”. Se incorpora a los cuerpos de delegados
por sector, se establece una proporcionalidad en los cargos directivos para la
minoría (caso inédito en los sindicatos industriales de Argentina) y la
libertad para todas las tendencias que se reivindican de la clase trabajadora
y defienden sus intereses y no los empresariales. Asimismo, los dirigentes
cobran igual que cualquier trabajador y son revocables, a la vez que aquellos
referentes que hayan estado rentados durante un período deben volver al puesto
en la máquina.
La independencia de clase: “El SOECN es una organización sindical de lucha y
defensa de los intereses económicos y sociales de los trabajadores ceramistas
en la actual sociedad capitalista. En la sociedad hay cada vez más una
reducida minoría que disfruta de todas las ventajas del desarrollo económico,
social y tecnológico; mientras el resto está condenada a la sobreexplotación,
la desocupación y los bajos ingresos. Por eso el SOECN reconoce, se orienta y
basa su práctica en la lucha de clases y bajo los principios del sindicalismo
clasista, conservando su plena independencia del Estado y sus instituciones,
del gobierno y de todas las organizaciones patronales”.
El internacionalismo y el antiimperialismo: “El SOECN reconoce que la clase
obrera no tiene fronteras. Somos hermanos de los trabajadores y los pueblos
pobres y oprimidos de América Latina y el mundo. Luchamos contra la dominación
de las potencias imperialistas que saquean al mundo con su secuela de hambre y
guerras. La fraudulenta deuda externa o la intromisión del imperialismo en las
principales fuentes de riqueza nacional, como es el caso del petróleo y el gas
en nuestra región, consolida su dominio sobre los instrumentos y medios de
reproducción, impidiendo el desarrollo nacional independiente y soberano. El
SOECN libra una lucha consecuente por los legítimos intereses de la clase
trabajadora” [10].



Las definiciones que se incluyen en esta reforma son inéditas para la tradición
dominante de los sindicatos en la Argentina. Con la redacción y aprobación de
sus nuevos estatutos cristalizan la experiencia de Zanon como un ejemplo de
lucha para el conjunto de los trabajadores, retomando la tradición de los
sindicatos clasistas de los ‘70. Pero lo más significativo de la reivindicación
del sindicato ceramista como clasista y antiburocrático es que rompe con el
modelo sindical peronista fuertemente burocratizados, implantado en la Argentina
desde la segunda mitad del siglo XX. Esto implicó una creciente subordinación
del sindicalismo al Estado y, tal como señala Daniel James en Resistencia e
integración, “cada vez más, los sindicatos se incorporaron a un monolítico
movimiento peronista y fueron llamados a actuar como agentes del Estado ante la
clase trabajadora, que organizaban el apoyo político a Perón y servían como
conductos que llevaban las políticas del gobierno a los trabajadores” [11]. Esta
idea se enfrenta por las antípodas al planteo de independencia de clase que
defienden los ceramistas.

Pero los sindicatos, incluso barriendo a la burocracia sindical, por sus propios
fines y composición no pueden ser la herramienta para conquistar la total
emancipación de la clase obrera y el pueblo pobre. Como explica Trotsky: “los
sindicatos no ofrecen, ni pueden ofrecer, dadas sus tareas, composición y formas
de reclutamiento, un programa revolucionario acabado; por tanto, no pueden
sustituir al partido” [12]. Es por ello que nuestra militancia en los sindicatos
es un medio para llegar a las amplias masas obreras y para conquistar cientos y
miles de militantes obreros que se propongan construir un partido de la clase
trabajadora que se prepare para los momentos de crisis y tenga la fuerza para
conducir a millones de trabajadores, jóvenes y mujeres en el combate contra los
capitalistas para vencerlos e instaurar una sociedad sin explotadores ni
explotados.

A modo de conclusión

Es esta una experiencia resistente ya desde hace 14 años, mostrando en potencia
que la clase obrera puede dar respuesta al conjunto de los explotados y
oprimidos.

En cada lucha de la clase trabajadora de la que los revolucionarios somos parte,
no intervenimos partiendo de cero, buscamos aportar las lecciones que a lo largo
de la historia de la lucha de clases se fueron concentrando en un programa, una
práctica y una estrategia revolucionaria para la emancipación del proletariado y
el conjunto de los oprimidos. Es en esas experiencias donde para nosotros vive
el legado de León Trotsky a quien en este número de Ideas de Izquierda queremos
reivindicar.

Estas mismas luchas aportan innumerables experiencias a los explotados a la vez
que conclusiones políticas y es pertinente para los revolucionarios que sobre
ellas ayudemos a las masas “en el proceso de la lucha, a encontrar el puente
entre sus reivindicaciones actuales y el programa de la revolución socialista.
Este puente debe consistir en un sistema de reivindicaciones transitorias,
partiendo de las condiciones actuales y de la conciencia actual de amplias capas
de la clase obrera a una sola y misma conclusión: la conquista del poder por el
proletariado” [13], como planteara Trotsky en el Programa de Transición. Sin
esto hablar de revolución es utópico.

La práctica del PTS en el movimiento obrero tiene que ver con este legado.
Podemos decir que desde esta perspectiva hemos intervenido en los distintos
conflictos intentando aportar a que los trabajadores reconozcan su fuerza, hagan
una experiencia con la patronal, el Estado, el gobierno y las direcciones
sindicales, reconociendo enemigos y buscando aliados, para que, a partir de la
propia experiencia, avancen en su conciencia y puedan desarrollarse los aspectos
más radicalizados y avanzar en la independencia política.

Como sintéticamente dejamos expresado, es en la experiencia ceramista donde en
momentos de crisis pudimos ver elementos avanzados de la confluencia del
programa de los revolucionarios con el movimiento obrero. De esta manera, Zanon
como fábrica bajo gestión obrera, y su sindicato clasista, deja un legado, un
verdadero hilo de continuidad entre los años de resistencia menemista, la caída
de De la Rúa, el ascenso de kirchnerismo y el surgimiento de un proceso de
sindicalismo de izquierda que comienza a configurarse en este fin de ciclo.
Legado que puede ser retomado en las próximas crisis por la vanguardia que forme
parte de los futuros ascensos de la lucha de clases.

Notas

[1] Uno de los principales gestores de esta experiencia, dirigente del PTS y
diputado de Neuquén por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores.

[2] Entrevista en La Verdad Obrera, 27/2/2003.

[3] León Trotsky (1938), El programa de Transición y la fundación de la IV
Internacional, Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP, 2008, p. 75.

[4] Extractos del discurso de Raúl Godoy en el Acto Internacionalista realizado
en Buenos Aires frente al 70 aniversario del asesinato de León Trotsky, en La
Verdad Obrera, 26/10/2010.

[5] Esta coordinadora llegó a agrupar a más de 64 organizaciones y mil
asistentes durante un plenario que se realizó en las instalaciones de Zanon en
agosto de 2002. Era integrada por ceramistas, desocupados del MTD, estatales de
la rama salud de ATE-CTA, docentes de ATEN de varias localidades, obreros de la
construcción, organismos de derechos humanos, estudiantiles y personalidades de
la región, además de partidos políticos de izquierda.

[6] La Verdad Obrera, 21/08/2014.

[7] Encuentro de trabajadores ocupados y desocupados 2005, La Verdad Obrera,
06/02/2005.

[8] León Trotsky, ob. cit., p. 75.

[9] Ídem.

[10] Ver “Estatuto del Sindicato Ceramista del Neuquén e Informe de Gestión
Obrera”.

[11] Daniel James, Resistencia e integración, el peronismo y la clase
trabajadora argentina 1946-1976, Buenos Aires, Ed. Siglo XXI, 2006.

[12] León Trotsky, ob. cit.

[13] Ídem.



Roberto amador, obrero de SMATA.
Marco Pollo, obrero de MadyGraf.
Laura Meyer y María R. Solina, IPS Karl Marx-CEIP León Trotsky.


Fuente:
http://www.laizquierdadiario.com/ideasdeizquierda/el-legado-de-leon-trotsky-y-el-movimiento-obrero/


In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=202570
29/8/2015

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