quarta-feira, 30 de dezembro de 2015

Nada volverá a ser igual en América Latina



Crisis de los gobiernos progresistas y nuevos movimientos sociales

Raúl Zibechi

El que termina fue el peor año para el progresismo latino­americano, a tal punto
que los gobiernos que habrá en 2016 no se parecerán a los que había en 2014.
Pero el año que termina es, paradojas de la vida, un momento clave en la
recomposición de los movimientos antisistémicos de la región.

La caída de los gobiernos progresistas es un episodio largamente anunciado. La
campana repicó dos años atrás y emitió dos sonidos bien distintos. La abrupta
caída de los precios de las commodities fue entendido como un fenómeno pasajero,
pero con el tiempo desbarató presupuestos que habían sido elaborados con el
barril de petróleo a más de cien dólares.

Un desastre económico largamente anunciado, porque en la década progresista los
gobiernos profundizaron la dependencia de la soja, los hidrocarburos y los
minerales. Brasil incluso, el único país industrial de la región sudamericana,
vio marchitarse su industria mientras engordaban las exportaciones de mineral de
hierro, carne y soja a cambio de productos elaborados chinos.

Agotamiento de un modelo

Las llamadas ‘conquistas’ de los progresismos empezaron a mostrar la hilacha de
su agotamiento: bajaron la pobreza que había alcanzado niveles tremendos en el
pico de la crisis, hacia 2000, pero fueron incapaces de modificar los índices de
desigualdad en la región más desigual del mundo. Con la crisis, las políticas
sociales están siendo fagocitadas por la inflación, el desempleo y el ajuste
fiscal.

Como suele suceder, la crisis económica puso al descubierto las miserias que los
años de prosperidad permitieron disimular: gestiones mediocres, corrupciones,
falta de proyectos de largo plazo y exceso de declaraciones. ¿Cómo es posible
que el socialismo del siglo XXI y las “revoluciones” en marcha hayan sido
neutralizadas por un puñado de votos? Así y todo, nada volverá a ser igual en la
región. Las experiencias que viven millones de personas pueden no coincidir con
los discursos, pero siempre dejan sedimentos.

Para quienes creemos que la historia la hacen los pueblos y que los movimientos
sociales juegan un papel central en los cambios, 2015 ha sido un año de
alegrías. En Argentina se mostró la enorme potencia del movimiento de mujeres,
en junio, cuando 350.000 salieron a la calle en Buenos Aires bajo el lema “Ni
una menos”, en rechazo a la violencia machista; así como las 65.000 que se
concentraron en Mar del Plata, en el 30º En­cuen­tro Nacional de Mujeres.

La lucha de los estudiantes secundarios en São Paulo, con la ocupación de 200
centros de estudio en rechazo a una reforma educativa neo­liberal, es una
muestra de que las jornadas de junio de 2013 siguen vivas en los corazones y en
las avenidas brasileñas. La extensión de la lucha contra la minería al sur
peruano, donde las comunidades campesinas vienen resistiendo el proyecto
cuprífero Las Bambas, en Arequipa, muestra que el movimiento está lejos de
agotarse en una región o ante un proyecto concreto. El reciente levantamiento
indígena y popular en Ecuador contra la decisión de Rafael Correa de privar a
los pueblos del manejo autónomo de la educación intercultural bilingüe es otra
muestra de que los Estados no han podido disciplinar a los pueblos.

Ante el giro a la derecha de la región, el reposicionamiento de EE UU y el
capital financiero, ahí están los movimientos, en pie de lucha para decir dos
cosas que muchos parecen haber olvidado: con la vida no se juega, señores del
capital; no usen nuestra lucha como escalera para trepar, señores progresistas.

In
https://www.diagonalperiodico.net/panorama/28812-nada-volvera-ser-igual-america-latina.html
26/12/2015

Nenhum comentário:

Postar um comentário