domingo, 29 de dezembro de 2013

El debate de la gestión obrera en Venezuela


Luis Primo

El proceso revolucionario ha
llegado a una encrucijada, en donde debe definir cuál será el proyecto económico
que desarrollará la Revolución Bolivariana; es decir cómo transformar las
relaciones de producción capitalistas. Articulo del primero numéro de la revista
marxista El Militante, Julio 2003.
La clase obrera venezolana como protagonista en la gestión de la producción

Participar, es participar en el poder o no es nada
Alberto Delfico

El debate ha comenzado. Por una parte sectores de la alta dirigencia del
gobierno y algunos sectores de los partidos políticos que apoyan la revolución
están hablando de un ”Proyecto de Capitalismo Nacional” que desarrollaría una
burguesía nacional que junto al Estado industrializaría el país. Toda la
historia del proceso socioeconómico venezolano ha demostrado que no existe una
burguesía nacional interesada en el desarrollo económico de nuestra nación.
Creemos que es erróneo pensar que se puede construir una burguesía progresista
en la época de mayor concentración de capital del imperialismo. Incluso si fuera
posible dar pasos en ese sentido serían aplastados por el capitalismo
internacional, que no desea ni permitirá un crecimiento autónomo en la región.

Por otra parte otros sectores de los partidos políticos, movimientos,
organizaciones populares, sectores sindicales y de trabajadores apuestan a
nuevos modos de producción y formas de gestión en las empresas, verdaderamente
revolucionarias, que transformen las relaciones de producción capitalistas. Tal
vez estos sectores del pueblo tengan aún muchas confusiones e incoherencias,
pero tienen una intuición de clase que ha logrado dos grandes victorias: el
levantamiento popular contra el golpe de Estado del 11 de Abril de 2002 y la
derrota del lock-out petrolero con la toma por parte de los trabajadores de
nuestra principal industria petrolera y su puesta en producción. Estas
tendencias están entrando en un fuerte debate ideológico y político que
terminará definiendo el rumbo de la Revolución Bolivariana.

Para nosotros un proyecto revolucionario, verdaderamente emancipador, se debe
sostener en un cambio de las relaciones de propiedad y de producción que permita
a los trabajadores y al pueblo en general dos cosas fundamentales: Primero, que
sean los trabajadores los que decidan el destino social y el uso de los medios
de producción, comunicación y distribución y, segundo, cómo organizar el trabajo
para desarrollar las capacidades de producción de manera colectiva y autónoma.

Poseer los medios de producción no es sólo una posesión material o la propiedad
jurídica de la empresa, es además poseer los medios de poder para desarrollar la
producción social, de acuerdo a la participación y decisión tomada
democráticamente por todos los trabajadores.
El problema no es sólo participar, sino bajo qué condiciones se participa, cómo
se participa, es decir cómo se organiza la cooperación de las diferentes
instituciones de la sociedad de una manera democrática.

Los trabajadores se preguntan por qué razón las máquinas y las empresas deben
pertenecer a alguien diferente de aquellos que la ponen en movimiento día a día
y por qué la fuerza de trabajo es rebajada a simple mercancía. Es entonces que
en momentos de crisis coyunturales, donde existe un descontento acumulado
durante décadas de aspiraciones insatisfechas y sumadas además al lock-out
petrolero de diciembre del 2002 promovido por la burguesía, cuando los
trabajadores pasan instintivamente de una impugnación potencial a una
impugnación efectiva del sistema capitalista. El nivel de conciencia cambia; da
un salto cualitativo y buscan modificar y transformar las relaciones sociales de
producción.

Este gran salto de una conciencia corporativa, reivindicativa y una conciencia
política, los trabajadores lo dirigen en un primer momento a las empresas y van
directamente contra la organización del trabajo, las técnicas de producción y la
división del trabajo, que forman la matriz material que reproduce las relaciones
jerárquicas en el trabajo y las relaciones de producción capitalistas. Son, en
definitiva, las que permiten la desigualdad social.

En Venezuela sucedieron, dos hechos fundamentales que sacudieron la conciencia
de los trabajadores, transformándola en una conciencia impugnadora de la
sociedad capitalista: a) la toma y puesta en producción de la industria
petrolera por los trabajadores y el pueblo en diciembre del 2002; y b) la toma
de algunas empresas privadas por parte de los trabajadores, que fueron
abandonadas, cerradas o quebradas. Pero además se proponen líneas políticas,
como las del Presidente Hugo Chávez Frías, en el sentido de crear cooperativas
con las cuales “transformaremos el sistema económico y social”. Esta situación
ha venido generando un fuerte debate en el seno de los trabajadores, provisto de
confusión, en cuanto al modo de participación y la forma de gestionar las
empresas.

Así, los trabajadores venezolanos, en función de la práctica histórica del
movimiento obrero mundial, han desarrollado en este proceso revolucionario las
viejas formas de gestión de las empresas que quedarán como nuevas experiencias
para la emancipación de los trabajadores del mundo.

¿Cuáles son las formas de gestión que han desarrollado los trabajadores
históricamente en el mundo? ¿Cooperativas, cogestión, autogestión o control
obrero? ¿Cuáles son las que rompen con la lógica capitalista? ¿Cuáles sirven en
la actual lucha de los trabajadores venezolanos para la transformación de la
sociedad capitalista en una socialista?

Trataremos, en forma resumida de resolver aunque sea parcialmente estas
preguntas, presentando las formas de gestión social mas importantes
desarrolladas por los trabajadores; teniendo en cuenta que existe una
continuidad histórica de prácticas gestionarías que expresan la autoorganización
autónoma de los trabajadores en su lucha contra el Capital.

Las cooperativas: primera experiencia obrera de gestión colectiva

La cooperación se desarrolla con la conformación de la clase obrera en los
inicios del siglo XIX. La creación de mutuales o de ayuda mutua es anterior al
desarrollo de los primeros sindicatos. Las cooperativas y mutuales respondían a
la necesidad de mejorar la calidad de vida y la solidaridad de todos los
asociados, en un tiempo en donde la miseria y la explotación azotaban a las
clases desposeídas.

Las cooperativas obreras de consumo o de producción tuvieron su auge en el siglo
XIX, especialmente en Inglaterra y Francia. Los principios fundamentales del
cooperativismo, en esa época se basaron en: una democracia interna, un hombre un
voto, afiliación libre, los fondos pertenecían a toda la sociedad y la
“neutralidad política”.

En la primera mitad del siglo XIX, se inicia el proceso de expansión del
capitalismo, motivado por la libre competencia. Este proceso se intensificó,
llevando a la conformación de monopolios y a una mayor concentración del
capital. Marx, visualizó esta tendencia del capital, por eso explicó como las
cooperativas eran brotes de la nueva sociedad, dentro de la vieja y que no
podían sobrevivir como islas en una economía capitalista. Sólo podrían
sobrevivir si se extendían a todos los sectores de la producción y se
coordinaran a nivel nacional; que en definitiva no sería otra cosa que la
articulación de una economía planificada socialista

El cooperativismo se deslizaría por dos corrientes: una revolucionaria, que se
dirige hacia la superación de la explotación y otra, reformista, que reforzará
el sistema capitalista y permitirá la explotación de trabajadores no asociados a
la cooperativa. Esta última tendencia se reforzará y potenciará.

El marxismo revolucionario no descartara la cooperativa como forma de
participación democrática de los trabajadores pero buscara otras formas de
gestión obrera que permitan realmente romper con la lógica capitalista,
sirviendo de enseñanza y de avance cualitativo en la conciencia política y
revolucionaria de la clase obrera. Esa nueva forma de gestión será el control
obrero.
De todo este proceso teórico-práctico del movimiento obrero y del socialismo en
la construcción del cooperativismo, desarrollado durante la primera mitad del
siglo XIX y la primera década del siglo XX, podemos concluir con las siguientes
reflexiones:

En el marco de la crisis capitalista, entendemos la creación de cooperativas de
producción, ya que pueden eliminar la contradicción antagónica entre capital y
trabajo a lo interno, siempre que estén dentro de un plan de transformación
revolucionario de las relaciones sociales de producción del capitalismo.

Las cooperativas de consumo, sin negarle su importancia, no es la más adecuada,
porque sólo afecta a la esfera de la circulación y representa un paliativo que
ayuda parcialmente en la distribución de riqueza de los asociados, pero no va a
la raíz del problema: La explotación de la clase obrera.

Las cooperativas aisladas, en un régimen capitalista de gran concentración de
capital y altamente monopolizado serán barridas y derrotadas. Las cooperativas
deben alcanzar un amplio desarrollo nacional para poder subsistir como opción
revolucionaria; pero esto sólo será posible cuando la clase obrera se apodere de
los medios de producción y cree unas relaciones sociales colectivas.
La cooperativa es una forma colectiva de apropiación. La propiedad no es privada
sino social, pero es una socialización que cuando opera en el marco del sistema
capitalista (mercado, lucha competitiva, etc.) y no rompe con su lógica resulta
contradictoria. La asociación de los trabajadores es su propio patrón, es decir
se explota así misma y no tiene otro patrón que los mismos asociados. En el
marco de la competencia capitalista esto llevará, en muchos casos, a que los
trabajadores aumenten voluntariamente el grado de su explotación para “competir”
con otras empresas del mismo sector. La lógica del capital no parece abolirse,
pero los trabajadores han tocado un elemento fundamental del capitalismo: Las
relaciones de propiedad.

Dentro de la cooperativa debe ser colectiva, no sólo la propiedad, sino también
la organización jerárquica del trabajo y las técnicas de producción. Es decir
los trabajadores deben controlar los medios de decisión para evitar que se
reproduzcan las relaciones de producción capitalistas y las formas de
explotación.

Las cooperativas requieren de financiamiento y ayudas del Estado, no sólo para
iniciar sus operaciones sino también para invertir en nuevas aplicaciones
tecnológicas; estas ayudas no pueden permitir que la cooperativa pierda su
autonomía. Como lo expresaba Marx, las sociedades cooperativas tendrán valor
mientras sean creaciones autónomas de los trabajadores y no sean protegidas por
el gobierno ni por los burgueses. Para garantizar la supervivencia de las
cooperativas es fundamental la estatización del sistema bancario y crediticio
que puede proporcionar créditos accesibles a las mismas.

Las cooperativas de producción tendrán importancia en la lucha de la clase
obrera si son parte integrante de las sociedades de consumo, ya que pueden ser
instrumentos para lograr la extinción de la ley del valor – trabajo. Además las
cooperativas de consumo pueden ser importantes en el apoyo de las luchas obreras
y las huelgas. Pero las mejoras de las cooperativas serán insignificantes hasta
tanto los medios de producción sigan en manos de los capitalistas.

Las cooperativas no son organizaciones de lucha directa y dan la ilusión de que
pueden resolver la explotación sin lucha de clases y sin expropiar a la
burguesía.
El proceso del movimiento cooperativo ha crecido por tres vertientes. Las
cooperativas obreras que se desarrollan hacia la superación de la explotación e
inmersas en la lucha de clases; las cooperativas burguesas que explotan a
trabajadores que trabajan para las cooperativas en beneficio de los asociados; y
las cooperativas reformistas que es aquella que se beneficia de la división
internacional del trabajo, explota a otros obreros reforzando así el sistema
capitalista.

El control obrero: gestión revolucionaria en la producción

El control obrero es una propuesta de gestión colectiva en la empresa que tiene
su desarrollo a partir de la primera década del siglo XX. En todo este proceso
histórico la clase obrera comprendió que la contradicción capital–trabajo es
antagónica y que la burguesía lo resuelve, si la clase obrera no lucha por su
emancipación, con guerras que destruyan a grandes contingentes de trabajadores o
con su exterminio por efecto de políticas que produzcan un altísimo desempleo.

Es en este momento que la lucha de los trabajadores rebasa los objetivos
inmediatos, reivindicativos y se plantea la organización de la lucha y la
gestión obrera de las empresas, para reorganizar la producción de acuerdo a sus
intereses. Existe un cambio cualitativo de la conciencia en la clase obrera. Se
pasa de una conciencia corporativa a una revolucionaria que impugna todo el
sistema capitalista.
Podemos extraer de toda la experiencia histórica del desarrollo del control
obrero las siguientes reflexiones:

El proceso de desarrollo del control obrero se da cuando el país se encuentra en
una coyuntura política–económica de crisis y de contradicciones entre las clases
en pugna, más cuando pueda existir un gobierno popular y revolucionario, unido a
los trabajadores y sectores populares, y una burguesía que no acepta entregar
sus privilegios y desarrolla una política de sabotaje económico. Este sabotaje
esta dirigido a debilitar artificialmente la producción, mediante la reducción
del número de jornadas de trabajo, el cierre, la quiebra, el despido y la
suspensión de trabajadores en masa.

El control obrero tiene como objetivo la regulación planificada de la economía
por los trabajadores organizados en diferentes comités que incluyen a los
empleados y personal técnico. Los comités tendrán derecho de fijar límites de
producción y tomar medidas para determinar el costo de esa producción. Tendrán
acceso a toda información relativa al proceso productivo, a los libros de
contabilidad de la empresa y las finanzas, a las inversiones, a como organizar
el trabajo de manera democrática y participativa.

Sin embargo, el control obrero, después de tomar el camino del control de la
producción, se extenderá más allá de los límites de las empresas individuales y
los trabajadores exigirán intervenir en las decisiones de cómo organizar el
trabajo, las técnicas de producción y cómo romper la jerarquización en la
organización productiva de toda la sociedad.

El control obrero, de acuerdo a la experiencia histórica, es transitorio. Por su
esencia, se presenta en un período de convulsión política y económica. Al
generalizarse con la toma de conciencia de los trabajadores, de sus objetivos y
de su importancia social, creará las condiciones favorables para la toma de
poder político, la instauración del socialismo, con sus formas de autogestión
obrera para el desarrollo del trabajo colectivo y productivo.

La estrategia del control obrero debe ser un medio que permita acelerar la lucha
de clases en su conjunto y preparar a la clase obrera para gestionar el
gobierno, una vez que tome el poder político.

La lucha por la estatización bajo control obrero, de las empresas en crisis,
cerradas o que estén ocupadas es la única forma de garantizar la viabilidad de
estas empresas, a la vez que significa un avance para imponer la socialización
de la propiedad y del trabajo bajo control obrero y gestión de los trabajadores,
Y es una forma de transición de la lucha revolucionaria contra el Estado
capitalista.

El control obrero es una lucha contra el despotismo capitalista a lo interno de
la empresa, pero requiere la articulación de todas las empresas bajo control
obrero para trascender y enfrentar la oposición capitalista que luchara contra
su construcción.

La cogestión: participación en la gestión dentro de la producción capitalista

La cogestión es la participación de los trabajadores en la gestión de la
empresa, en conjunto con los propietarios de la empresa privada o los
representantes del Estado.

La cogestión se desarrolla a finales de la segunda guerra mundial como parte del
esfuerzo bélico en los países aliados occidentales. Después del conflicto, sobre
todo en Alemania se generaliza la experiencia de la cogestión, perfeccionándose
con leyes que aumentaron el poder de decisión laboral de los trabajadores, sobre
todo en las grandes empresas.

En los últimos años, en diversos países se han desarrollado experiencias de
participación en diversos niveles. En América Latina casi todos los países
tienen experiencias de participación de cogestión, incluidas en leyes y
constituciones.

Esta participación puede ser en los diferentes niveles de la empresa (junta de
accionista, junta directiva, gerencia, etc.). También viene combinada con la
participación en los beneficios de la empresa. La cogestión postula, además, una
intervención en dos factores: intervención en el nivel de concepción y en la
fijación de la política global de la empresa. Estas intervenciones se sitúan a
nivel de los consejos de administraciones que pueden ser paritarios o no. La
cogestión es un sistema de coparticipación que “institucionaliza” la discusión
obrero – patronal.

Como se observa la cogestión no impugna las relaciones de propiedad ni los
medios de producción capitalista, por lo que favorece la integración de la clase
obrera al sistema de producción capitalista. Su principal objetivo es hacer a
los trabajadores, a través de sus representantes, corresponsables de su propia
explotación y así extraer más plusvalía de su propio trabajo. Esto no significa
que, bajo una política revolucionaria clara de los objetivos de la clase obrera,
no se utilice este tipo de participación compartida como un instrumento para
avanzar en gestiones obreras que forman al trabajador. Esto sólo será posible
con el desarrollo de un sindicalismo clasista y revolucionario, en el que los
representantes de los trabajadores sean elegidos y puedan ser revocados por las
asambleas de los trabajadores y respondan de su actuación ante ellas.

Las formas actuales de participación en la organización de trabajo como el
toyotismo, la calidad total, los equipos autónomos de trabajadores, además del
aumento y enriquecimiento de las tareas en los puestos de trabajo, forman parte
de los nuevos sistemas de cogestión en la base de los trabajadores. No ponen en
peligro, ni siquiera en cuestión, los objetivos definidos por la dirección de la
empresa capitalista permitiendo la integración de los trabajadores en la lógica
capitalista de la empresa.

La autogestión: propiedad social y gestión colectiva en la producción

La autogestión es una de las formas de lucha de los trabajadores para la
construcción de una sociedad socialista. No es sólo un cambio en la gestión de
la empresa sino es la transformación total de las relaciones sociales de
producción capitalista, de manera que los trabajadores posean los medios de
producción y de poder y decidan sobre la gestión, acumulación y administración
de la empresa. Es la apropiación social de los medios de decisión y poder por
parte de los productores directos.

La autogestión propugna la gestión directa y democrática de los trabajadores, en
las funciones de planificación, dirección y ejecución. Rechaza y cuestiona el
poder de los propietarios de los medios de producción, distribución y consumo
capitalista.
En la empresa, la autogestión significa que los trabajadores a través de las
asambleas y otras formas democráticas de decisión colectiva, poseen todo el
poder dentro de la comunidad establecida para la producción o distribución de
bienes y servicios, mediante una planificación democrática.

Las empresas autogestionarías presentan, sin embargo los mismos problemas que
las cooperativas. Estas empresas aisladas dentro del sistema capitalista son
fácil presa de las grandes empresas privadas y de las trasnacionales. No pueden
existir islas de autogestión en el seno del capitalismo, sometidas a la
competencia y a la alta concentración de capitales que estrangulan a los más
débiles.

Las diferentes experiencias demuestran que la falta de planes financieros, que
son absorbidos por la banca y la empresa privada, la colocan en una situación de
supervivencia, en el mejor de los casos, o en la extinción definitiva. Otro
problema es como realizar la “transferencia tecnológica” cuando ésta es
controlada por el imperialismo y las trasnacionales, precisamente para
subordinar a las empresas en general.

Sin embargo, su perspectiva a futuro en una sociedad socialista las hacen una
experiencia formativa importante para la clase obrera. La autogestión no es un
cambio en la gestión de la empresa, ni un paso transitorio al control obrero en
el sistema capitalista, es la transformación total de las relaciones de
producción capitalista y la apropiación de los medios de producción y decisión;
porque la propiedad colectiva será una ficción sino lleva además una gestión y
planificación colectiva y democrática.

Estado, nacionalizaciones, estatización y relación con las formas de gestión de
la producción

El Estado Capitalista venezolano se desarrolla a partir de la segunda década del
siglo XX, con el descubrimiento y crecimiento de la industria petrolera. Esto le
imprime velocidad al desarrollo económico venezolano en esta etapa, impulsándose
la creación de Empresas del Estado. Éstas son formas colectivas de propiedad
capitalista, son una superación de la propiedad privada a lo interno del propio
sistema capitalista. Lo que permite intervenir en la economía. Así el Estado se
constituye en una palanca importante para el desarrollo, especialmente en los
países atrasados, con formas precapitalistas que aun subsisten. Esto es una
demostración más del carácter atrasado, parasitario y retrogrado de las clases
dominantes locales que son incapaces de jugar algún papel progresista. Pero si
el Estado y sus empresas forman una propiedad colectiva ¿cómo sigue siendo
capitalista? Los motivos son varios. En primer lugar, porque ese Estado responde
a los intereses del capital nacional e internacional y por lo tanto orienta la
producción y desarrollo de esas empresas bajo ese punto de vista. Y además,
porque las relaciones de producción que existen a nivel de la organización
jerárquica del trabajo están profundamente marcadas por las estructuras del
capital.

El problema de la superación del capitalismo plantea además el tema de la
estatización de las empresas. La estatización se nos puede presentar como si la
propiedad privada es abolida al pasar a un tipo de propiedad pública. Sin
embargo, la propiedad capitalista no se sostiene sobre el trabajo personal sino
sobre la apropiación del trabajo ajeno. Es la apropiación capitalista de los
medios de producción, poder y distribución que conlleva la propiedad de los
capitalistas sobre el producto del trabajo ajeno.

La estatización de las empresas ha sido considerada como una reforma de la
estructura que supondría la socialización de la propiedad, es decir un duro
golpe a la propiedad privada y al capitalismo, pero de acuerdo a la práctica
histórica esto no ha sido así. La reforma de la estructura de la propiedad
privada a una propiedad estatal no instaura un nuevo modelo económico, diferente
al capitalismo ni siquiera por si misma, al socialismo.

Esto se debe a que el Estado y sus empresas hay que analizarlas de acuerdo a dos
factores que consideramos, son fundamentales: Las relaciones y los medios de
poder, es decir cuáles son las clases sociales que controlan los poderes
públicos y el contexto nacional e internacional en el que, a pesar de las
nacionalizaciones no suprime el mercado mundial y mantiene la división
internacional del trabajo. Además las relaciones que existen a nivel de la
división y de la organización del trabajo a lo interno de las unidades de
producción son de carácter capitalista.

Esto lo podemos observar en la nacionalización de la industria petrolera en los
años 70. La propiedad privada pasó a una propiedad colectiva o pública pero se
mantuvo intacta la organización jerárquica del trabajo, la división del trabajo
y las técnicas de producción, que representan la matriz fundamental que
reproduce las relaciones de producción capitalista. Lo que pasó fue que se creó
una tecnoburocracia unida a la burguesía criolla y al capital internacional,
hasta diciembre del 2002, en donde esa casta fue derrotada y expulsada de PDVSA.
Pero ojo, sino existe gestión obrera y control de los trabajadores para cambiar
las relaciones sociales de producción capitalista esta tecnoburocracia se va a
reproducir.

En Venezuela el proceso revolucionario y el papel totalmente reaccionario de la
burguesía ha puesto en tela de juicio el modelo de organización capitalista de
la economía. La única manera de avanzar y defender el proceso revolucionario, es
impulsar y permitir todas las formas de gestión obrera y popular. Además iniciar
una fuerte transformación del Estado que implique la participación y la toma de
decisiones de los trabajadores en todas las esferas del Estado, y que sustituya
el Estado de los capitalistas por un Estado de los trabajadores.

Propuestas para desarrollar una política de gestión obrera en Venezuela

Después de las argumentaciones expresadas, producto de la experiencia histórica
de las formas de gestión obrera, debemos exponer algunos lineamientos que sirvan
para la discusión y el debate entre los trabajadores, sus sindicatos y
organizaciones populares, que permitan generar una política de gestión obrera y
popular en Venezuela. Algunas de las consideraciones serian:

La situación coyuntural que presenta nuestro país, producto del lock out
petrolero, el sabotaje a PDVSA y el cierre o quiebra de empresas ha producido en
dos meses la perdida de 553.515 puestos de trabajo. Ahora existe un agregado en
la estrategia de la burguesía, un “sabotaje de baja intensidad” en el sector de
la economía con el desabastecimiento de algunos productos, el cierre de empresas
y el desarrollo de un mercado negro de divisas. Esta situación exige por parte
de las organizaciones políticas, sociales y sindicales de una profundización de
la conciencia de los trabajadores y sectores populares que permita consolidar la
Revolución Bolivariana.
Consideramos que para el logro de esto debe desarrollarse una política de
participación y gestión obrera y popular.
Consideramos que las organizaciones sindicales y la nueva central UNT debe
desarrollar una Plataforma Político-Sindical orientada en tres ejes
fundamentales: Una estrategia sociopolítica y económica, una estrategia de
gestión obrera y popular en la producción y una estrategia para el desarrollo
del país.

El eje estratégico de gestión obrera y popular en la producción es fundamental
para transformar al trabajador de su condición de asalariado a la condición de
productor colectivo.
Impulsar la planificación democrática no como mera participación para legitimar
las decisiones del Estado, sino asumiendo los trabajadores el poder real tanto a
nivel de la planificación regional y local.

En lo referente a las cooperativas, como formas de gestión obrera, consideramos
que a pesar de ser una forma de propiedad social y colectiva tendrán grandes
debilidades cuando se enfrente al mercado capitalista y a la competencia entre
las empresas. Sin embargo no negamos su implementación, pero requieren de un
Plan Nacional Político-productivo expresado en los siguientes fundamentos: (a)
los objetivos políticos-productivos a desarrollar; (b) los tipos de cooperativas
que se crearán para el desarrollo económico del país, sean estas de producción,
consumo o servicios; (c) el plan de financiamiento; (d) la creación de un nuevo
tejido social en la producción y distribución de los bienes que genere y, (e)
las formas de articulación de las cooperativas (federación de cooperativas
productivas de una misma rama, integración de las cooperativas de producción y
de consumo que permitirían ser utilizadas para la solidaridad de los
trabajadores, creación de cooperativas intersindicales, creación de redes
cooperativas etc.).

El Gobierno debe implementar políticas de financiamiento y crédito para las
inversiones y cambios tecnológicos que requieran las cooperativas, pero es
importante que conserven su autonomía, tanto productiva como económica, pero
además no debe estar desligada de la lucha política contra las condiciones
generales del capitalismo. En el marco de un Plan productivo nacional, el
Gobierno debe potenciar, promover y proteger todas las formas de gestión obrera
y popular. Pero estas no deben estar bajo el control del Estado, sino bajo el
control de los trabajadores y el pueblo

La otra forma de gestión de la producción, el control obrero, se genera en
coyunturas de crisis políticas y económicas y tiene por objetivo la regulación
de la producción y el control de las decisiones por parte de los trabajadores.
El control obrero debe ser la política fundamental en el eje estratégico de
gestión obrera y popular y deberá ser implementada por los sindicatos de base y
sus trabajadores. Se debe impulsar los Comités de Trabajadores, en base a cinco
direcciones: (1) controlar la organización jerárquica del trabajo y crear una
nueva democrática y participativa; (2) ejercer el control en la división de
trabajo a nivel de la empresa y en los sectores de la economía; (3) controlar
las finanzas, contabilidad e inversiones de la empresa; (4) generar el control
sobre los despidos y cierres de empresas y, (5) controlar los medios de
decisiones en la empresa.

Se deben ocupar todas las empresas privadas abandonadas, cerradas quebradas o
semiparalizadas, creando los Comités de Trabajadores que impidan el vaciamiento
de la empresa por parte del patrón y proceder a su control obrero.
Implementar, como fase siguiente a la ocupación de la empresa, los trámites
necesarios para la estatización de la empresa ocupada bajo control obrero.

En las empresas del Estado, principalmente de transporte, básicas y petroleras,
se impulsarán los Comités de trabajadores que implementarán el control obrero a
diferentes niveles, pudiendo estar combinado con participación mayoritaria de
los trabajadores (cogestión). Esto permitirá enfrentar el poder de la
tecnoburocracia en las empresas del Estado.
Los directores laborales que plantea la actual Ley del Trabajo, deben ser
ampliados en forma paritaria en las Juntas Directivas y Juntas de Accionistas,
debiendo ser electos por los trabajadores y que no sean personal de confianza ni
directores. Estos podrán ser revocados por los trabajadores. Se creará una
Asamblea de Directores Laborales de todas las empresas del Estado a fin de
articular una política socioeconómica que favorezca la calidad de vida de los
trabajadores e impulsen formas de gestión obrera y popular a nivel nacional.

Los Comités de Trabajadores se articularán en Coordinaciones Regionales de
Control Obrero y estos una Coordinadora Nacional de Control Obrero. Estos
organismos implementaran políticas nacionales y regionales.
Para concluir debemos tener presente que si no se transforma la propiedad y sí
la gestión de la empresa, estaremos enmarcados en el sistema capitalista. Si
transformamos la propiedad y la gestión de la empresa no está en manos de los
trabajadores, estaríamos todavía en la lógica del capitalismo. Sólo
revolucionando las relaciones de propiedad y las formas de gestión en la
producción y en la sociedad, estaremos en el desarrollo de un nuevo modo de
producción y a las puertas de la emancipación definitiva del género humano.

IN
Frente Bicentenario de empresas bajo control obrero
http://www.controlobrero.org/noticias/control-obrero/18-el-debate-de-la-gestin-obrera-en-venezuela.html

Nenhum comentário:

Postar um comentário