sexta-feira, 29 de maio de 2015

“China ha comenzado su propia globalización e intenta una especie de "keynesianismo sin fronteras"




Entrevista a Andrés Piqueras sobre "La opción reformista: entre el despotismo y
la revolución. Una explicación del capitalismo de las luchas de la clase" (y
III)


Salvador López Arnal

Profesor titular de Sociología en la Universidad Jaume I de Castellón, Andrés
Piqueras es autor y/o director de numerosos estudios sobre migraciones,
mundialización, identidades e intervención de los sujetos colectivos en el
ámbito social y político. Entre sus libros más recientes cabe destacar Capital,
migraciones e identidades (2007) y la obra colectiva del Observatorio
Internacional de la Crisis (OIC), del cual es miembro, El colapso de la
globalización (2011). Nuestra conversación se centra en su último libro
publicado por Anthropos en su colección Cuadernos A .
***

-Estábamos en China. ¿Dónde ubicarla “en este tinglado”?

-Ante el deterioro del trimotor de la globalización capitalista (EE.UU., UE y
Japón), China ha comenzado a lanzar su propia globalización. De momento, ejerce
una indiscutible hegemonía en los BRICS (estos que las potencias centrales
llaman “países emergentes”). Es el único de ellos, por ahora, con geoestrategia
global propia.

En ese sentido, en septiembre de 2012 se produjo el Gran Cambio para la
geoestrategia mundial. China y Rusia acuerdan intercambios comerciales en sus
respectivas monedas, así como la explotación conjunta de reservas y el
intercambio de recursos energéticos estratégicos.

Así pues, de septiembre de 2001 a septiembre de 2012, EE.UU., su geoestrategia
global y su posición dominante en el mundo viven dos enormes conmociones, a
pesar del silencio informativo que en esta última fecha rodeó a ese
acontecimiento de alcance planetario.

Además, Xi Jinping acaba de presentar oficialmente la nueva «Ruta de la Seda»,
frente a dieciséis Jefes de Estado o de Gobierno y más de cien ministros de los
65 países que se encuentran en el camino, por tierra o por mar, de esta nueva
ruta comercial. Por su parte, el Banco Asiático de Inversión en
Infraestructuras, creado por China, cuanta ya con la adhesión de 52 países
participantes, entre ellos las nueve principales economías europeas.

La forma en que los países europeos han convergido en el Banco Asiático de
Inversión en Infraestructuras confirma la posibilidad de un reequilibrio hacia
Eurasia del vínculo transatlántico.

Frente a todo ello a EE.UU. le quedan dos opciones: a) unirse al nuevo mundo
multipolar; b) hacer la guerra (de diversas formas) a los posibles poderes del
siglo XXI. De momento se está decantando por la reapertura de la “Guerra Fría”
con Rusia. Pero si gasta el escaso capital real que le queda en guerras de un
tipo u otro, eso quiere decir que sacrificará aún más el bienestar de su
población. Lo que llevaría pronto a ese país a generalizar los estados de
excepción y la toma militar de ciudades, como ya estamos viendo.

-¿Y la UE, hacia dónde va la UE?

-Sin energía, con unas economías en recesión cuando no en retroceso, hacer
seguidismo de EE.UU. o dejarse dar también por él el “abrazo del oso” a través
del TTIP (El Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión) es un
suicidio. Simplemente continuar con las sanciones a Rusia por imperativo
norteamericano es una locura que contribuirá a hundir más a Europa. Por otra
parte, el demencial proyecto alemán, que todavía juega al expansionismo estatal
clásico, propio de la época de capitalismo de Estado (cuando la acumulación se
realizaba a escala “nacional”), está descuartizando el resto de economías que no
están directamente incluidas en su anillo territorial como Holanda o Dinamarca e
incluso la propia Austria, que pasan a ser algo así como “provincias” suyas. A
las economías de la periferia europea las obligó a endeudarse con los Bancos
alemanes, entre otros, y ahora las obliga a desmontar todo el Estado Social (ése
que se llamó de “Bienestar”), para que sigan pagando dinero a aquellos Bancos.
Ante ello, cunden las reacciones de indignación y protesta... Las menguantes
clases medias se hacen más medrosas y cicateras, y buscan una salida para sí
mismas, que consiste en intentar blindar el Estado Social para ellas.

Las clases dominantes europeas, por su parte, llevan tiempo generando diversos
modelos de “salidas regeneracionistas” a su crisis de legitimidad y
gobernabilidad. Algunas están conectadas al populismo de derecha o ultraderecha
y otras pasan o se hacen pasar por un “populismo de izquierdas”; hay incluso
formas populistas “de centro”. Este último es precisamente el que apela a las
“clases medias” (aprovechando la ideología de la clase media universal, que
impregnó las sociedades de capitalismo avanzado), para posibilitar por fin una
“clase media para sí”. Estas salidas emparentadas con las versiones más
negativas del populismo, requieren además de líderes a los que se confía o
delega la misión regeneracionista. Un delegacionismo profundamente arraigado,
por otra parte, en la “democracia capitalista”, que hace desentenderse a las
grandes mayorías de la participación en los asuntos públicos.

Por su parte, la promoción y auge de la extrema derecha puede servir como
amenaza a las poblaciones ante posibles movilizaciones de protesta; puede ser
también precursor del tipo de capitalismo que nos viene a partir de ahora. La
nueva forma que va a adquirir: un capitalismo cada vez más despótico.

El que la UE se vaya decantando hacia unas u otras vías, dependerá mucho de las
luchas inmediatas de nuestros pueblos, pero también de la propia pugna
inter-capitalista entre los sectores más globalistas, interesados en una suerte
de “gobernanza mundial” acorde con las nuevas modalidades de explotación, y los
sectores del capital ligados a las tradicionales expresiones
imperial-nacionales. Alemania es en Europa el lugar donde esas tendencias están
librando una gran batalla.

-¿Cuáles son las perspectivas de futuro inmediato? ¿Hay peligro de otro crack
financiero? ¿Hay peligro de una Guerra Mundial?

Esta vez tengo que contestar con sendas afirmaciones a ambas cuestiones.
Desgraciadamente, hay peligro en los dos casos. Al que tiene que ver con la
segunda de ellas creo que me referí un par de preguntas antes.

Respecto de la primera, pensemos que todo el entramado crediticio de deuda y
del actual crecimiento ficticio financiero hunde sus bases en dos razones:

1) Va a seguir habiendo energía en abundancia para mantener el crecimiento en
el futuro.

Fijémonos en que por un lado el funcionamiento económico depende cada vez más
del endeudamiento masivo de instituciones, empresas y familias. Por otra parte,
ese mismo proceso de endeudamiento hace que la cantidad de intereses totales que
se deben mundialmente cada año crezca de manera exponencial.
Contradictoriamente, la obligación de servir esos intereses retrae cada vez más
recursos de la economía productiva, lo que obliga a seguir creciendo con un
mayor apalancamiento. Para acabar, toda la pirámide de deudas acumuladas sobre
deudas, toda la espiral especulativa del mundo actual, se basa a su vez en que
en el futuro habrá suficiente crecimiento como para que aquéllas, con sus
intereses, sean devueltas. Pero ¿cuánto crecimiento haría falta para ajustar la
colosal exposición a la deuda de nuestros sistemas financieros, bancarios y de
inversión?; ¿cuánta energía se requeriría para equilibrar una deuda y acompasar
un “capital ficticio” generado en torno a ella que pudiera superar cuanto menos
más de 15 veces el PIB mundial?

2) Las economía dichas “emergentes” van a seguir creciendo y manteniendo la
economía real, lo que permitirá a la economía especulativa financiera seguir
apostando a futuros.

Pero las economías “emergentes” enfrentan serios problemas en su sistema
financiero, déficits por cuenta corriente y comerciales, caída de sus reservas
de divisas, reducción de la cobertura para sus importaciones y empréstitos a
corto plazo combinada con una todavía alta dependencia de financiación externa,
fuerte apalancamiento de sus grandes empresas, así como deficiencias
estructurales de sus mercados internos, con enormes desigualdades sociales y la
consiguiente incapacidad de generar una demanda solvente generalizada. De todas
ellas la parcial excepción es China, pero las posibilidades de que entre en su
propio círculo de sobreacumulación empiezan a crecer alarmantemente. Por eso ha
comenzado su propia globalización e intenta una especie de “keynesianismo sin
fronteras”. Una carrera contra reloj frente al agotamiento de recursos.

Hablar de los retos de China (y por extensión, del futuro del capitalismo
global) nos llevaría un libro entero. Pero al menos creo que estas reflexiones
pueden dejar más o menos claro que vivimos una coyuntura de gran incertidumbre.
Una encrucijada de las grandes en la evolución humana.

-Gracias, muchas gracias. No abuso más.

In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=199345
29/5/2015

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