segunda-feira, 4 de maio de 2015

Educación autogestionaria: un recorrido por los jardines comunitarios




Educación autogestionaria: un recorrido por los jardines comunitarios


Movimiento de Pobladores y Pobladoras en Lucha

Le Monde Diplomatique




En el mes de marzo iniciaron funcionamiento de forma simultánea cinco jardines
comunitarios. Ubicados en cuatros comunas de la Región Metropolitana estos abren
una alternativa real y concreta de educación autogestionaria. Se dibuja desde
allí lentamente una opción pedagógica, administrativa y política ante el Estado
y el Mercado, centros educativos en manos del pueblo organizándose por
conquistar su dignidad.


En el verano por dis tintas poblaciones de Santiago corría en silencio un
sencillo volante invitando a involucrarse en una asamblea para iniciar el
trabajo de organización de un espacio educativo en infancia. Es la iniciativa
impulsada por el Movimiento de Pobladores y Pobladores en Lucha (MPL) desde el
año 2012 en Peñalolén y que hoy en alianza con otras organizaciones y
comunidades se expande a otros territorios. Consiste en recuperar recursos de la
línea comunitaria de la Junta Nacional de Jardines Infantiles a través del
programa Centros Educativos Culturales de Infancia (CECI) que permite habilitar
sedes sociales para el funcionamiento de centros de infantes gratuitos para
niños y niñas de 2 años a 5 años 11 meses, con horario de funcionamiento entre
8:30 y 14.00 de la tarde, cubriendo alimentación y materiales de trabajo.

El recorrido

Iniciando el primer punto en la zona oriente en la comuna de Peñalolén al
interior de la comunidad las Araucarias (proyecto habitacional de 120 viviendas
entregado por el MPL en julio de 2012) está el Jardín Epuwen que ya cumple dos
años de funcionamiento. Lautaro Guanca, uno de los apoderados del jardin
comparte “la infancia se piensa como sin voz, lo que estamos haciendo es re
significar un concepto que reproduce la dominación por un sentido emancipatorio
que traduce el termino infancia en los y las que tienen Otra voz. Esta voz, no
habla de razones o lógicas occidentales, patriarcales ni coloniales, sino
encuentra en la población su inspiración original creadora. Este es el camino
que decidimos recorrer en Epuwen MPL. Andar la historia al paso mágico de los
niños y niñas de la población”

Bajando por Av. Grecia y girando al sur llegamos a Barrio Franklin, por la calle
Placer, donde se ubica el Jardín 4 de Mayo (fecha de ocupación del primer
inmueble recuperado por autogestión del movimiento en el año 2011). Conversando
con Claudia Pacheco, quien fuera de las primeras ocupantes y hoy educadora del
jardín comenta “en nuestra asamblea de vivienda levantamos un jardin comunitario
por que no solo queremos viviendas dignas también apuntamos a la salud, el
trabajo y educación. Para nosotras las pobladoras la educación es nuestra mejor
arma para poder enfrentar a un país desigual y queremos empezar por los más
pequeños, formándolos y haciendo de ellos seres libres pensantes y críticos lo
que hoy no ocurre en la educacion tradicional”. Viviana Bernales, educadora del
movimiento señala, “la apuesta del jardin es la construcción de un proyecto
político-pedagógico entre todos y todas quienes somos parte de la comunidad
educativa. Lo hacemos desde las relaciones, abandonando el adultocentrismo y las
jerarquías, desde la teoría, considerando propuestas educativas alternativas a
la educación formal, y las prácticas, utilizando herramientas como la
autogestión, la ayuda mutua y la construcción comunitaria. Cada jardin es parte
de una red de trabajo sustentada en una organización mayor, el MPL, lo que
permite no sólo pertenecer a un jardín, sino también a una gran comunidad de
pobladoras, de espacios de salud y vivienda autogestionadas”.

Siguiendo por Santa Rosa hacia el sur llegamos a La Pintana al Jardín Jugando
Aprendo en la población Pablo de Rhoka. Dentro de la sede social nos encontramos
con Sandra Cona, vecina y educadora del espacio quien dice “esto ha sido una
experiencia enriquecedora. El comienzo fue difícil, pintar, clavar, organizar la
obra. Pero se logró y ahora está funcionando gracias a la colaboración de todas
y todos, los pequeños hoy ya pueden asistir a nuestro jardín y la satisfacción
es indescriptible”. Pablo Molina, uno de los responsables de la Escuelita
Jugando-Aprendo del MPL, experiencia de donde nace el jardín, argumenta “estamos
en esta porque vemos como la desigualdad se ve reflejada en la educación, desde
el jardin a la universidad donde el que paga tiene opciones desde chico a
incentivos artísticos y no solo a aprender las vocales así a secas, es por eso
que intentamos que el aprendizaje salga desde las comunidades por medio del arte
y que sea coherente con un proyecto de cambio social y a la vez una herramienta
para el cotidiano y el futuro”

Yendo más al sur y virando a la costa vamos a San Bernardo. En su entrada está
el Jardín Inti Wasi (nombre por confirmar) levantado por el movimiento junto a
trabajadoras de la educación y el Centro de Estudios Andinos Pucará. Una de sus
educadoras Noemi Huenchuman reflexiona acerca de sus impactos. “Las
potencialidades son muchas, en especial cuando el trabajo de verdad es
comunitario, nosotras tratamos no hacerle la pega al Estado, no trabajar con los
niños como el gobierno quiere, sino hacerlo bien, de calidad, en el sentido de
lo que le importe a la gente, lo que necesitan, que no sea descontextualizada.
Que la comunidad se haga consciente de esto, que es de ellos. Y ahí yo también
estoy autoeducándome, son los padres los educadores, nosotras más bien los
acompañamos.”

Siguiendo hacia el sector de Nos llegamos a la población Los Areneros. En una
sede que estuvo abandonada durante años se levantó entre el Centro de
Operaciones Poblacionales Los Areneros y el movimiento el Jardín El Fondo del
Río. Opina Gonzalo Vargas, único educador hombre de la red, “los grupos
económicos, la iglesia y el estado han hecho de la educación su herramienta,
domesticando a nuestros hijos e hijas desde la primera infancia, mal
enseñándolos a obedecer a quienes nos oprimen. Hoy poseemos las condiciones de
administrar y controlar la educación en el territorio. Hacernos cargo de nuestra
memoria histórica, revalidando la sabiduría popular de nuestras comunidades, la
historia de lucha y resistencia de nuestros abuelas, abuelos, padres y madres”.
En este proceso se ha involucrado el barrio, como también educadores populares y
militantes del mundo popular. Para Hansel Cáceres uno de los referentes del
territorio “el jardin es una herramienta de cambio y de autonomías, para generar
lazos y fortalecer las redes dentro de la población” y para José Muñoz con los
jardines autogestionados “la comunidad recupera su amor propio al saber que
puede recuperar los recursos que le roba el estado (sin tener que irnos presos),
además se hace cargo de su problema directamente sin buscar la solución en los
"profesionales”, sino en ellos mismos”.

Un modelo que se prefigura

Los jardines junto a otros espacios educativos autogestionados que se han
creados en los últimos años, enseñan una transición similar al del movimiento
obrero, del paro y la toma, a la autogestión educativa [1] .

Como señala Henry Renna, uno de los articuladores de esta iniciativa, “los
jardines comunitarios y autogestionados van más allá de la reivindicación del
acceso y se perfilan hacia proyectos de mayor alcance: la construcción de un
área que no está en manos de la Iglesia, el Mercado o el Estado docente, sino su
centralidad es la comunidad educativa como fuerza socio-pedagógica
transformadora. Vienen a constituir el campo de aquellas actividades que
desarrolla la clase trabajadora organizada de modo autónomo en sus territorios
para dar respuesta a sus necesidades más urgentes y negadas por las clases
dominantes. Una serie de acciones educativas cuyos resultados son indivisibles
de sus originadores-productores; la totalidad, idealmente, de los ámbitos de la
organización del espacio educativo son controlados directamente por quienes le
dan vida, la comunidad y el movimiento social”.

Sería como analiza Baronet en su tesis sobre la otra educación zapatista “una
apropiación social del espacio y del tiempo escolar, así como del papel político
y cultural del docente” y la recuperación del “poder de creación, ejecución y
evaluación, no solamente de los planes y programas, sino de la gestión de la
organización escolar en su conjunto ” [2] .

Estas prácticas en desarrollo representan una superación de la dicotomía
público-privada, van más allá del binomio Estado-mercado, y abren paso a un
nuevo lugar de producción educativo, que no es estatal ni mercantil, sino
social. Un nuevo campo de organización de la sociedad cuyas mediaciones son
dadas por los propios espacios de sociabilidad popular y no por el mal gobierno.
Las reglas, las formas, los contenidos, las relaciones, en definitiva la
cotidianidad pedagógica, son definidos de forma soberana por la población
organizada, y no por un tercero externo a ellos. Viene a ser una reapropiación
del rol de la comunidad en la definición de lo que necesita y quiere aprender
para caminar hacia un estadio de dignidad colectiva [3] .

Publicado en: Le Monde Diplomatique, Abril, 2015



[1] “De la ocupación de las escuelas a la autogestión de la educación”.
Fanzine Crónica Negra. Agosto 2011. Disponible en línea en:
http://metiendoruido.com/2012/04/de-la-ocupacion-de-las-escuelas-a-la-autogestion-de-la-educacion-

video/d


[2] Baronet, Bruno, 2012, Autonomías y educación indígena. Las escuelas
zapatistas de la Selva Lacandona de Chiapas, México. Quito: Ediciones Abya Yala

[3] Ver: Renna, Henry, Educación autogestionaria: lo que silencia la reforma,
lo que callan las demandas, 2014 y Educación autogestionaria: lo que gritan los
territorios, 2015. Ambos en Rebelión.org.

In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198336
4/5/2015

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