sexta-feira, 20 de novembro de 2020

Boulos: nace un nuevo líder para la izquierda brasileña

 




EL CANDIDATO DE UN NUEVO PARTIDO DE IZQUIERDA DERROTA AL BOLSONARISMO.
TAMBIÉN DERROTÓ AL PT Y A LULA, QUE CADA VEZ ESTÁN MÁS AL CENTRO DE LA
POLÍTICA BRASILEÑA

Hugo Albuquerque, periodista brasileño

El último 15 de noviembre, Guilherme Boulos, militante de la lucha por
vivienda digna y estrella ascendente de la izquierda radical brasilera,
llegó a la segunda vuelta en las elecciones municipales de la gigantesca
ciudad de São Paulo, la más grande de las Américas y el centro
financiero de Brasil. Afiliado al Partido Socialismo y Libertad (PSOL),
Boulos disputa con apenas 38 años la alcaldía de São Paulo junto a Luiza
Erundina, una socialista veterana que en los años 80 se convirtió en la
primera mujer en gobernar la ciudad.

En la campaña, a pesar de contar con pocos recursos y una legislación
electoral que no favorece a los partidos pequeños, Boulos superó a Celso
Russomanno, candidato de la extrema derecha apoyado por Jair Bolsonaro,
lo que desplazó el terreno de las elecciones hacia la izquierda. Derrotó
también a Jilmar Tatto, poderoso miembro del Partido de los Trabajadores
(PT) de Luiz Inácio Lula da Silva, cuya candidatura disgustó a quienes
históricamente apoyaron al expresidente.

La victoria de Boulos tiene múltiples significados. Demostró que la
izquierda, con una plataforma radical, puede superar a una extrema
derecha poderosa en las redes sociales y en las calles, como así también
que es posible superar la dicotomía entre lulistas y anti-lulistas al
interior de la izquierda brasilera.

Además de permitirle pasar a segunda vuelta, la campaña de Boulos debe
ser considerada como una victoria en sí misma. Movió las placas
tectónicas de la política brasilera y planteó las alternativas
estratégicas, técnicas e ideológicas que, sin exagerar, podrían
determinar los rumbos de la izquierda brasilera durante los próximos años.

*Una joven estrella*

Con menos de 40 años, Boulos se hizo conocido en todo Brasil en el año
2003, cuando el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) ocupó un
enorme terreno abandonado, propiedad de Volkswagen, en la icónica
localidad de São Bernardo do Campo (municipio industrial vecino de São
Paulo, donde el expresidente Lula dejó su nombre escrito en la historia
liderando las grandes huelgas que derrotaron a la dictadura militar
brasilera de 1964-1985).

Este gesto osado y hasta provocativo para con el recién electo Lula, en
un momento en que los trabajadores brasileros estaban felices y llenos
de esperanza con su presidente obrero, colocó a Boulos en una posición
destacada de un sector que, hasta ese momento, había sido prácticamente
insignificante: la oposición de izquierda al gobierno del PT.

Pocos años después, con la ruptura de los denominados «radicales del
PT», que fueron expulsados del partido de Lula y formaron el PSOL, la
crítica creciente de los movimientos sociales al gobierno de Lula y
otros factores dieron un nuevo significado al gesto iconoclasta de
Boulos que, además de ayudar a resolver la situación concreta de las
familias, apuntaba a denunciar un gravísimo déficit de vivienda que
sigue afectando al país hasta el día de hoy.

Como siempre señaló Boulos, aun luego de los avances que se dieron
durante los años de gobierno del PT, millones de brasileros —un
equivalente al 15% de la población— no tienen techo y viven en las
calles o en áreas precarias e irregulares de las grandes ciudades. Esta
reivindicación constituye la fuerza de Boulos, que dirigió innumerables
ocupaciones de inmuebles abandonados que no eran destinados a la
vivienda por el poder estatal brasilero.

Sin embargo, Boulos tomó otra dimensión durante las manifestaciones que
llevaron a millones de brasileros a las calles entre 2013 y 2014, con un
MTST fortalecido y estructurado que se convirtió en uno de los pocos
movimientos sociales que consiguió, al mismo tiempo, movilizar a las
personas y enfrentar a los movimientos de extrema derecha que comenzaron
a emerger en aquel momento.

*Ni Lula ni anti-Lula*

Dada la necesidad de construir y fortalecer sus organizaciones,
diferenciándose del PT, la izquierda radical brasilera se afirmó
haciendo críticas muy duras y una oposición casi sistemática al gobierno
de Lula. Al mismo tiempo, otras organizaciones siguieron operando bajo
el régimen de una firme obediencia al partido que gobernaba en ese entonces.

Sin embargo, Boulos siguió un camino bastante singular, sin someterse ni
al lulismo ni al anti-lulismo. Esto quedó claro con las manifestaciones
de 2013-2014, cuando Dilma Rousseff, sucesora de Lula en la presidencia,
sufría ataques que provenían de todos lados y la derecha tradicional se
preparaba para sacarla del poder a cualquier costo (inclusive apelando a
una alianza con la extrema derecha y los militares).

El MTST de Boulos salió a las calles todas las veces que fue necesario
para protestar contra los movimientos golpistas que apuntaban a Dilma y,
por consiguiente, a la clase trabajadora. Sin embargo, lo hacía forzando
a que el gobierno tomara medidas de izquierda que apuntaran a
reestructurar su relación con la clase trabajadora y con los movimientos
sociales.

Cuando el expresidente Lula fue encarcelado en 2018 luego de un complot
liderado por Sergio Moro, exjuez y exministro de Justicia de Bolsonaro,
Boulos y el MTST se convirtieron en figuras centrales del movimiento por
la liberación de Lula, lo cual les garantizó la simpatía de muchos
militantes del PT.

Por cierto, fue el MTST el que ocupó el departamento que Lula
supuestamente había recibido como propina a cambio de realizar lo que el
entonces juez Moro definió como «actos indeterminados». Lula jamás vivió
en ese departamento ni lo utilizó. La acción del MTST comprobó que el
departamento no era lujoso y que las supuestas reformas que habrían sido
exigidas por el expresidente no existían, desmintiendo todavía más la
narrativa de la persecución.

Décadas de enfrentamientos entre el PT y la izquierda radical dejaron
heridas que todavía estaban abiertas durante el golpe de 2016. Estos
sectores fueron obligados a unirse para sobrevivir al gobierno de
Bolsonaro. Pero Boulos demostró ser una figura que estaba más allá y por
encima de esto. Lo cual fue fundamental para estas elecciones y es uno
de los motivos que explican su liderazgo.

*Las elecciones de 2020*

Cada cuatro años, los más de cinco mil municipios brasileros deciden al
mismo tiempo quién ocupará la alcaldía y quiénes el concejo. Es decir
que se desarrollan miles de elecciones locales, simultáneas y
coordinadas, en municipios que incluyen desde ciudades muy pequeñas del
Amazonas hasta metrópolis enormes como São Paulo.

En la estela de la crisis permanente de la presidencia de Bolsonaro, sus
movimientos claramente golpistas de 2020 y la pandemia global de
COVID-19, el cuadro político brasilero es completamente incierto. En São
Paulo, donde Bolsonaro hizo una gran elección en las presidenciales de
2018, una gigantesca ola de decepción con el presidente brasilero tomó
el lugar de lo que, sobre todo en los barrios más ricos, era un
orgulloso y masivo anti-izquierdismo.

Históricamente a la derecha en las elecciones nacionales, São Paulo
siempre estuvo dividida en las elecciones municipales entre la derecha
populista y la izquierda hegemonizada por el PT, que en un momento fue
más radical, aunque luego se volvió más moderada. A menudo, las
victorias locales llevaron a buenas elecciones nacionales, mostrando que
las decisiones de São Paulo tienen gran influencia en la política brasilera.

En 2016, Fernando Haddad, exministro y ex aliado de Lula, perdió la
reelección frente a la centroderecha tradicional (con el discurso
populista y ultraconservador de João Doria) perteneciente al Partido de
la Socialdemocracia Brasilera (PSDB). A pesar de su nombre, este es el
partido más importante de la centroderecha neoliberal brasilera y
gobernó Brasil por ocho años, entre 1995 y 2002 con Fernando Henrique
Cardoso, antípoda y antecesor de Lula.

Eso no impidió que Haddad quede en segundo lugar en las elecciones
presidenciales de 2018, que disputó mientras Lula estaba preso. Por su
parte, Doria abandonó el cargo de alcalde y disputó la elección estatal
ese mismo año, siendo electo como gobernador de São Paulo a pesar de
haber perdido en la ciudad más grande y en la capital.

Bruno Covas, vice de Doria, continuó el gobierno asumiendo una línea más
moderada, cercana al centro, algo semejante a lo que el PSDB hacía a
fines de los años 1980, antes de convertirse en la oposición ferviente
de Lula, abriendo la caja de Pandora de un populismo de derecha que, a
fin de cuentas, sirvió para llevar a Bolsonaro a la presidencia.

Con la negación de Haddad a disputar la municipalidad de São Paulo en
2020, el partido de Lula escogió en mayo, por un pequeño margen y en un
proceso de primarias indirecto, a Jilmar Tatto, exdiputado federal que
tiene control electoral sobre áreas importantes de la empobrecida Zona
Sur de la ciudad, pero que es duramente criticado por ser un frío hombre
de aparato.

Dada la insatisfacción de militantes históricos, intelectuales y
artistas ligados al PT con la elección de Tatto (entre quienes puede
mencionarse a Celso Amorin, exministro de Relaciones Exteriores de Lula,
y al icónico cantor y escritor Chico Buarque), se abrió un nuevo
horizonte para el PSOL. Boulos venció en las primarias del partido
contra la diputada federal Sâmia Bomfim y ganó innumerables apoyos.

La buena comunicación en las redes sociales compensó el poco espacio en
la televisión que la legislación prevé para los partidos pequeños. Fue
esta comunicación clara, firme pero distendida, la que hizo que Boulos
se convirtiera en una sorpresa en las elecciones. Luego de un verdadero
duelo e intercambio de acusaciones con Celso Russomanno, que tenía el
apoyo de Bolsonaro, Boulos creció durante las dos últimas semanas de la
elección y consiguió su lugar en la segunda vuelta.

Los resultados del último domingo indican que el PSOL duplicó sus votos
para la Cámara Municipal, aunque quedó atrás del PT, que perdió algunos
votos, pero conservará una mayor cantidad de concejales en un escenario
de gran fragmentación parlamentaria. Aun así, el partido de Lula
manifestó su apoyo al PSOL en la segunda vuelta.

Con la extrema derecha fuera del juego. Con la enorme alegría de Luiza
Erundina como vice (que a los 85 años está firme y fuerte) y junto a
miles de militantes, más que una alcaldía, Boulos está disputando el
imaginario de que es posible derrotar a Bolsonaro y que no es necesario
que la izquierda brasileña apoye a los neoliberales «normales» para
conseguirlo. En este sentido, incluso si no se cumple el desenlace
electoral que pretende durante las próximas dos semanas, ya consiguió la
victoria que la izquierda necesitaba.

In
OBSERVATORIO DE LA CRISIS
https://observatoriocrisis.com/2020/11/19/boulos-nace-un-nuevo-lider-para-la-izquierda-brasilena/
19/11/2020

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