terça-feira, 14 de julho de 2015

América Latina en el nuevo orden mundial



Raúl Zibechi


ación o región que no tenga proyecto estratégico, y mantenga el timón con
firmeza en las peores tormentas geopolíticas, está destinada a ser arrastrada
por los vientos dominantes. América Latina está dejando pasar la oportunidad de
romper con su papel de subordinación como patio trasero del imperio,
precisamente por carecer de ambas condiciones: proyecto y firmeza política.

América del Sur, la región que está en mejores condiciones para romper con el
molde impuesto por Estados Unidos, se encuentra dividida y los países que
podrían enfocarse hacia nuevos rumbos están paralizados. En su conjunto, ha
perdido peso en la arena internacional y en los principales foros.

El documento Estrategia militar nacional de Estados Unidos 2015, difundido
recientemente y enfocado a la contención de China y Rusia, menciona en varios
pasajes todas las regiones del planeta, pero hace alusiones apenas laterales
hacia América Latina y el Caribe. Lo que no quiere decir que el Pentágono no
tenga una política hacia la región, sino que no vislumbra problemas mayores en
su patio trasero, donde sólo se preocupa por las organizaciones criminales
trasnacionales.

Estos días se suceden dos reuniones en Ufá, en los Urales del sur: la cumbre de
los países BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Para el
periódico chino Global Times, la doble reunión –en realidad se trata de
convergencia de intereses– refleja un cambio profundo en la situación
euroasiática con capacidad para influir en todo el mundo, a través de mecanismos
potentes como el Banco de Desarrollo BRICS, el Cinturón Económico de la Ruta de
la Seda y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura ( Global Times, 8
de julio de 2015). En ambas cumbres el papel de la región latinoamericana es
también marginal.

Ni América Latina está presente en la coyuntura internacional, ni los grandes
poderes globales, los tradicionales o los emergentes, la toman en cuenta como
actor global. Es cierto que la región nunca tuvo presencia global, aunque Brasil
jugó años atrás cierto papel en varios escenarios y en instituciones como los
BRICS, pero lo destacable es el retroceso, en particular de Sudamérica, como
actor independiente. Hay siete razones que explican este paso atrás.

La primera, y la más importante, es la parálisis de Brasil, fruto de la
combinación de crisis económica y crisis política. La potente ofensiva del
sector financiero, la derecha y las clases medias contra el PT y el gobierno de
Dilma Rousseff, sumada a la corrupción en la estatal Petrobras, los colocaron a
la defensiva y no es fácil que puedan retomar la iniciativa.

Brasil era el país que había conseguido diseñar una estrategia nacional y
regional, que incluye el desarrollo de un complejo industrial-militar autónomo y
una política exterior independiente. La prisión de algunos destacados directivos
de las grandes constructoras, como Marcelo Odebrecht, presidente de la empresa
clave en la construcción de submarinos convencionales y nucleares, pone en
peligro toda la estrategia brasileña. El papel que tuvo Brasil como líder
regional, con fuertes inversiones en infraestructura, tiende a ser sustituido
por la creciente presencia de China.


La segunda es la crisis de Venezuela, en particular la económica, seguida de la
crisis de liderazgo, que le impide seguir siendo un referente en la región. Las
elecciones parlamentarias de diciembre pueden agravar las crisis que atraviesa
el país.

La tercera es el fin del ciclo kirch­nerista en Argentina, cuya sucesión puede
ser resuelta favorablemente en las próximas elecciones presidenciales, el 25 de
octubre, pero aun así será difícil que recupere la pujanza que mostró hasta
ahora, en particular en las relaciones internacionales.

La alianza estratégica Brasil-Argentina-Venezuela conforma la masa crítica capaz
de conducir al conjunto de la región en una dirección más independiente de
Washington, trascendiendo Sudamérica con proyectos como la Celac (Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños).

En cuarto lugar está la parálisis del Mercosur, donde la crisis brasileña abre
grietas en los acuerdos comerciales con Argentina y Venezuela. El cambio del
ciclo económico con la baja de precios de las commodities coloca al Mercosur
ante la necesidad de transitar hacia otro modelo productivo, que hasta ahora no
se está registrando en ninguno de ellos.

En quinto lugar, el acercamiento de Paraguay y Uruguay hacia las políticas
promovidas por Washington. El primero está reviviendo una vieja alianza con
fuerte impronta militar, mientras el segundo quiere integrarse en la Alianza del
Pacífico. En ambos casos se registra un viraje negativo respecto al Mercosur y
la integración regional.

La sexta cuestión se relaciona con las dificultades que atraviesa la Unasur, que
le impiden jugar un papel activo en la resolución de los conflictos, así como en
el desarrollo de algunos procesos de integración que lucen paralizados. El Banco
del Sur, las obras de infraestructura y los proyectos del Consejo de Defensa
Suramericano están estancados o avanzan con demasiada lentitud en relación con
la aceleración geopolítica que vive el mundo.

Por último, cabe destacar la falta de debates estratégicos en la región, que
afecta a los institutos especializados, las academias, los partidos de izquierda
y progresistas, y también a los movimientos sociales. Las urgencias del momento
han relegado los temas de fondo, que incluyen desde la inserción de cada país y
la región en un mundo que cambia, hasta los diversos proyectos nacionales. Se ha
perdido una década, en gran medida por el facilismo de seguir detrás de los
altos precios de las materias primas, que actuaron como narcóticos paralizando
la voluntad de transformaciones estructurales.

Los movimientos son parte del problema. Desaparecidos los foros sociales como
espacios de encuentro y debate, el vacío está siendo llenado por el Vaticano.
Nada bueno puede salir de la carencia de proyectos estratégicos.

In
La Jornada
http://www.jornada.unam.mx/2015/07/10/index.php?section=opinion&article=024a2pol
10/7/2015

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