sábado, 14 de janeiro de 2017

La globalización y los trabajadores del mundo



Prabhat Patnaik

El viejo topo


La globalización fue anunciada como algo beneficioso para todos, como un
vigoroso paso adelante hacia una mejora económica universal. Era claramente
falso, y no fueron solo los economistas de izquierdas, sino también muchos
economistas de la línea “dominante” como Paul Samuelson los que lo dijeron desde
el primer momento.
El motivo que aducían era muy sencillo: si el régimen económico mundial permitía
la libre importación en Estados Unidos de mercancías procedentes de China o de
la India, ello afectaría negativamente a los salarios reales de los trabajadores
norteamericanos, porque los trabajadores norteamericanos, con unos salarios
mucho más altos, tendrían que competir, en detrimento suyo, con los salarios más
bajos de los trabajadores chinos o indios. Por consiguiente, el hecho de que la
globalización perjudicaría necesariamente a los trabajadores de Estados Unidos y
de otros países avanzados, les parecía obvio a ellos, y de hecho a todos, de lo
que se seguía que no era posible que beneficiase a todos los segmentos de la
clase trabajadora mundial. Ahora bien, de acuerdo con esta argumentación, se
consideraba que la globalización beneficiaría a los trabajadores de países como
China o la India, es decir, de aquellos países del tercer mundo con los salarios
bajos.
Formulando este argumento de otro modo, ya que la libre circulación de
mercancías y de capitales por todo el mundo intensifica la competencia entre los
trabajadores de los diferentes países, se produciría una tendencia hacia una
disminución de las diferencias salariales entre estos países, y si bien esto
representaría un cierto incremento en los salarios reales de los trabajadores
del tercer mundo, también representaría una reducción en los salarios reales de
los trabajadores metropolitanos.
Este mismo argumento puede formularse de un modo más preciso, de acuerdo con las
categorías de la economía marxiana, del siguiente modo: la globalización, al
transferir determinadas actividades económicas desde los países avanzados a los
países del tercer mundo (debido a los salarios más bajos de estos últimos)
agotaría las reservas de mano de obra en estos últimos al tiempo que produciría
un aumento de las reservas de mano de obra en los primeros. Esto, si no cambian
otras circunstancias, provocará una subida de los salarios en los últimos y un
descenso de los mismos en los primeros. La globalización, por ejemplo, mientras
que no beneficia a todos los trabajadores, reduce las diferencias relativas
entre los trabajadores de los países avanzados y los trabajadores del mundo
subdesarrollado. Pero, según este argumento, no es posible que empeoren las
condiciones de los trabajadores en las dos partes del mundo.


EL EMPEORAMIENTO DE LAS CONDICIONES
Esto es, sin embargo, lo que ha sucedido. La globalización, por supuesto, ha
empeorado las condiciones de los trabajadores en los países metropolitanos, un
hecho recientemente puesto de relieve por el economista Joseph Stiglitz. Casi un
90 por ciento de norteamericanos, lo que significa la casi totalidad de la
población trabajadora en aquel país, tiene actualmente unos ingresos reales
apenas superiores a los que tenían hace treinta años. Actualmente, el salario
mínimo de los trabajadores norteamericanos está en términos reales muy poco por
encima de donde estaba hace 60 años. Dado que ha habido ciertas mejoras en estas
magnitudes durante la primera parte de los años transcurridos, lo que esto
significa es que se ha producido un deterioro en el período más reciente, que
coincide con el apogeo de la globalización. Un dato estadístico aún más
revelador es el relacionado con el fuerte descenso en la esperanza de vida entre
los varones norteamericanos en los últimos tiempos, un descenso que recuerda la
fuerte caída en la esperanza de vida que se produjo en Rusia después del colapso
de la Unión Soviética. Un descenso en la esperanza de vida cuando no hay ninguna
epidemia obvia a la vista es un asunto muy grave, y que este descenso se dé en
el país capitalista más avanzado del mundo es una prueba fehaciente del ataque a
los medios de vida de la clase trabajadora que ha traído consigo la
globalización.
Una historia muy similar es la que puede contarse de otros países capitalistas
avanzados. Estados Unidos es considerado normalmente como una de las economías
más exitosas, el lugar donde se produjeron los booms de los años noventa del
siglo XX y de la primera década del siglo actual, que originaron respectivamente
las burbujas de las empresas punto.com y la del mercado inmobiliario, y también
la economía que está experimentando aparentemente una recuperación después del
colapso de la burbuja inmobiliaria. Dicho esto, el hecho de que la población
trabajadora de este país esté pasando tantas dificultades es muy significativo.
En los últimos años, en el Reino Unido se ha producido una fuerte caída de los
índices salariales reales de los trabajadores No tiene nada de extraño, pues,
que el descontento con la globalización esté cada vez más extendido entre los
trabajadores de las economías metropolitanas, y dado que la izquierda no ha
tenido hasta ahora un conocimiento adecuado de ello, el descontento está siendo
explotado por la derecha. Fenómenos como el voto en el Brexit y la emergencia de
Donald Trump se explican desde este punto de vista.
Lo que resulta inexplicable en el marco del debate que estamos teniendo hasta
aquí, sin embargo, es el hecho de que la situación de los trabajadores ha
empeorado incluso en una gran franja de los países del tercer mundo con los
salarios bajos, entre los cuales la India es un buen ejemplo. Las pruebas más
concluyentes en este sentido las proporcionan los datos sobre el consumo de
alimentos básicos. Partiendo de los estudios realizados por el NSS en los
períodos 1993-1994 y 2009-2010 , que corresponden en líneas generales al período
de políticas neoliberales asociadas con la globalización, los porcentajes de la
población rural total con una ingesta calórica de menos de 2200 calorías por
persona y día (el “parámetro” que define la pobreza rural) de estos dos períodos
anuales fue de un 58,6 y un 76 por ciento respectivamente. Los porcentajes de
población urbana por debajo de las 2100 calorías por persona y día (el
“parámetro” para definir la pobreza urbana) en estas dos fechas fueron de un 57
y un 73 por ciento respectivamente.


Tan sorprendente fue este incremento, especialmente durante un período en el que
se suponía que la India estaba experimentando un crecimiento sin precedentes de
su PIB, que el gobierno encargó un nuevo estudio al NSS para el período
2011-2012, durante el cual había habido una cosecha extraordinaria, con la idea
de que las cifras de la ingesta calórica en el período 2009-2010, un año con una
cosecha pobre, habían sido excepcionalmente bajas debido precisamente a esta
escasez en la cosecha. Una vez completado el estudio, las cifras que arrojaba,
aunque sin duda eran mejores que las del período 2009-2010, todavía mostraban un
notable incremento en los porcentajes de población que estaban por debajo de
este umbral de ingesta calórica durante el período de la globalización: en el
caso de la población rural, el porcentaje era del 68 por ciento (comparado con
el 58,5 por ciento de 1993-1994) y en el de la población urbana era de un 65 por
ciento (comparado con el 57 por ciento de 1993-1994). Tanto la ingesta de
calorías como la de proteínas per cápita en la población había sufrido un
descenso durante el período estudiado.
Este incremento del déficit alimenticio se trató de explicar de diferentes
formas, incluida la sugerencia de que tal vez era un indicio de que la gente
estaba aprendiendo a diversificar su consumo, reduciendo el de comida en
beneficio de otras cosas como la educación y la salud. Pero esta explicación era
a todas luces falaz: en cualquier parte del mundo, a medida que los ingresos
reales aumentan, la gente consume una mayor cantidad de cereales tanto directa
como indirectamente (en forma de alimentos procesados y de productos animales en
cuya elaboración entran los cereales como forraje). Así pues, el descubrimiento
de que en la India se había producido un descenso real en el consumo de cereales
en todos sus usos, y en consecuencia un descenso en la ingesta de calorías y
proteínas durante el período de la globalización, indicaba claramente que los
ingresos per cápita reales de los trabajadores, después de calcular la
incidencia de la inflación, especialmente la subida de precios que acompaña a la
privatización de servicios esenciales como la educación y la salud, estaban por
término medio disminuyendo en vez de aumentar. Dicho de otro modo, un fenómeno
similar al que se producía en los países capitalistas avanzados estaba teniendo
también lugar en la India y en otros países del tercer mundo, lo que contradice
el argumento presentado más arriba, hasta el punto de que son muy pocos ya los
que creen que este sea un argumento correcto. ¿Cómo podemos explicar esta
contradicción?


LA PRESIÓN SOBRE LA PEQUEÑA PRODUCCIÓN
El argumento presentado más arriba suponía básicamente que la esencia de la
globalización consiste en la transferencia de actividades económicas desde los
países avanzados a las economías del tercer mundo, y que esta transferencia
reduciría drásticamente las reservas de mano de obra del tercer mundo y
provocaría una subida de salarios. Lo que no se decía es que la globalización
también tiene otros efectos, incluido sobre todo una restricción de la pequeña
producción por parte del sector capitalista. El resultado es que varios pequeños
productores dejan sus ocupaciones tradicionales para emigrar a las ciudades en
busca de empleo, lo que incrementa el ejército total de mano de obra a
disposición del capitalismo. Esta migración, junto con el incremento natural de
la población activa, no puede ser totalmente absorbida por el ejército laboral
activo debido a que las políticas neoliberales asociadas a la globalización
también llevan a la eliminación de todas las restricciones relativas al ritmo
del cambio estructural y tecnológico, lo que aumenta el ritmo de crecimiento de
la productividad del trabajo a expensas del crecimiento del empleo.
Se produce de este modo un círculo vicioso. En la medida en que aumenta la
reserva de mano de obra respecto a la población activa, esto lleva a un
estancamiento o incluso a una disminución en la media de salarios reales (y
ciertamente a una disminución de los ingresos reales de los trabajadores, que es
igual al índice salarial diario multiplicado por el número de días de empleo).
El estancamiento o la disminución del salario real en una situación de mayor
productividad laboral tienen como consecuencia un incremento en la tasa de
excedentes en la producción. Dado que el superávit, incluso si suponemos que se
realiza completamente (es decir, que no hay problemas de insuficiencia de
demanda agregada) se gasta normalmente en artículos de consumo que generan menos
empleo a nivel nacional que en artículos que se compran con los ingresos
salariales, esta transferencia de los salarios a los excedentes tiene también el
efecto de producir una contracción en el empleo y en consecuencia contribuye
todavía más al incremento del tamaño relativo en las reservas de mano de obra, a
una nueva transferencia de salarios a excedentes, y así sucesivamente.
Este círculo vicioso, que se intensifica todavía más cuando se produce una
crisis (debido a que las reservas de mano de obra respecto a la población activa
crecen todavía más) implica que el efecto de la globalización de agudizar la
pobreza absoluta afecta también a los trabajadores de los países del tercer
mundo y no se limita solo a los trabajadores metropolitanos, como pretenden los
economistas liberales como Samuelson.
Afirmar esto no equivale a sugerir que todos los segmentos de la población
activa se ven igual de adversamente afectados por la globalización. Obviamente,
el segmento que disfruta de mayores oportunidades de empleo debido a la
transferencia de actividades experimenta un incremento en su nivel de vida, y en
la India este segmento consiste habitualmente en trabajadores cualificados del
sector servicios, como los relacionados con las tecnologías de la información.
Este incremento en el nivel de vida de un sector tiene a su vez efectos
multiplicadores en el nivel de empleo de otros sectores, y así sucesivamente.
Así, un segmento normalmente clasificado como de clase media y cuyo tamaño
absoluto es bastante grande (pese a ser pequeño respecto al conjunto de la
población activa), se vuelve partidario incondicional de la globalización. Dado
que este segmento suele estar bien articulado y tiene un peso
desproporcionadamente grande en los medios de comunicación y de creación de
opinión pública, resulta un instrumento útil en manos de la oligarquía
empresarial y financiera integrada en el proceso de la globalización para
propagar sus efectos beneficiosos.
La mejora en las condiciones de un segmento de la clase media de la población
activa, y su consiguiente apoyo a la globalización, se utiliza para crear la
falsa impresión de que la globalización ha sido positiva para el pueblo indio en
su conjunto. Un uso similar es el que hacen segmentos de la clase media en otros
lugares del mundo que se han beneficiado entre otras cosas de la enorme
“financiarización” que ha acompañado a la globalización. Todo esto ha generado
un ruido que nos impide reconocer que la globalización ha tenido realmente como
consecuencia un empeoramiento general de las condiciones de los trabajadores,
tanto en los países avanzados como en los países en vías de desarrollo.
Artículo publicado originalmente en Peoples Democracy
Traducción de Josep Sarret para El Viejo Topo
Libros relacionados:

Fuente:
http://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-globalizacion-los-trabajadores-del-mundo/
In
REBELION
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221621
14/1/2017

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